Índice de contenidos
Número 178
Serie XVIII
- Textos Pontificios
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- Estudios
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- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Información bibliográfica
- Crónicas

Autores
1979
Vicente Masot y Horacio Cagni: Spengler, pensador de la decadencia
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Vicente Massot y Horacio Cagni: SPENGLER, PENSADOR
DE LA DECADENCIA(*)
A través de ca.si medio millar de páginas de erudita y sugestiva
reflexión,
Massot y Cagni emprenden el inrento de presentar a Spen
gler
al
lector de nuestros días.
Tarea nada
1fácil, por cierto, toda vez
que
una
bru:rera de
incomprensión, prejuicios ideológicos
y pro
paganda parece haber clausurado la_ vigencia de las corrientes de
la filosofía de
la cultura que florecieron en las primeras décadas
del
siglo
y que contribuyeron a plantear profétirnmente los derro
teros futuros de
una
Europa claudicante, desorientada y,
posiblemen
te, decadente. Spengler, al igual que Pareto,
Mic!hels, Mosca, Mau
rrast Pound, Jünger, Schmitt y tantOs otros parecen sufrir un exilio
dentro de la propia cultura europea, que persiste hasta nuestros días,
por
debajo de
las proclamaciones de pluralismo ;deológico de la
cultura institucionalizada.
Como bien apuntan
Massot y Cagni, "ads
crito
su nombre al navío hundido del nacional
0socialismo,. los ven
cedores
de
la guerra no estuvieron dispuestos a revisar con un mí
uimo de honestidad intelecruru el caso juzgado de Oswald Spengler".
La tesis presentada por los jóvenes investigadores argentinos tie
ne
la virrud de
contribuir a
remontar
dicha corriente
de malen
tendidos e ignorancias culpables. Su
esfuet7JO interpretativo, plena
mente logrado,
no obstante lo ambicioso del
prog,:iama fijado
en
principio, es
mucho más
que una
semblanza del
personaje y su obra.
Desde el principio, se trata de una reconstrucción de las ideas
fnn.
darnenta!es de Spengler, a la luz de la tradición filos6fica europea
y del conjunto de problemas que, bien sea condicionando, bien sea
operando. como incitaciones accidentales, contribuyen a ofrecer un
cuadro ex!haustivo y tota!i,aador del legado intelectual spengleriano.
Los autores ven en Spengler al "último pensador occidental de
saber enciclopédico"
y en su obra "un intento fallido de constituir
un studmm universa/e". En su evolución intelecrual, detectan un do
ble
propósito inspirador de fondo: por un lado el
filor6fioo -que
(*) Buenos Aires, Ediciones «Temas Contemporáneos», 1978; 444 pá
ginas.
1101
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
dimana de su estudio de las culturas y de su intento de predecir el
porvenir partiendo del examen intuitivo de las vidas históricas--;
por otro, el propósito
poli#co -que apunta a despertar a las clases
dirigentes del latgo
y frustrante letargo que las ronsume---. Si, como
decía
Spengler, son los gtandes individuos,
los '"hombres de mando"
los que hacen la historia, de ello no
podtía deducirse otro
resultado
que la
afirmación de
un
voluntarismo decisionista, denunciado
ya
por la mayot
parte de sus biógrafos
y estudiosos.
la opinión de
Massot
y Cagni parece más matizada y surge aquí un primer ele
mento
de otiginalidad en su ensayo.
De alguna manera -indican
b obra de Spengl.et es una respuesta al optimismo progtesista en el
plano de
lp inmanente -
gica del "fin de los tiempos", sino al destino de las culturas, enten
didas
romo sujetos
principales del
acontecer-.
Una
segunda apreciación valiosa de
pairte \le los
autores se re
fiere
al cuadro de influencias. Coincidiendo ron algunos de los
análisis más rigurosos sobre el tema, Massot y Cagni ven en. la línea
de la filosofía de la vida
-Nietsche, Bergson y Dilthey fundamen
talmente-una influencia principal, •no por inconfesada menos de
terminante. Desde
esta petspectiva puede
set =rectamente situado
el
relativismo spengleriano, para el
qne se plantea una relación di
recta entre
juicio mota!
y cultura: lo verdadero debe ser buscado
en
las culturas y no "en sí mismo". Ello no implica --en Spengler~
una_ opinión acerca de la inexistencia de valores", sino simplemente
que "el valor existente" es valor sólo para una cultul'a determina
da. Toda la teoría de Spenglet en torno a las formas históricas ot
gánica¡¡, al alumbramiento, concepto, cuerpo 'Y alma de las culturas;
todo
su análisis del atte
y de la religión constituyen ejemplos de
los alcances de un relativismo
ético. y -gnoseológico que servirá de
base a su
fotmulación de
la idea de decadencia, sin dnda el punto
central de la reflexión spengleriana.
Al igual que Weber u Ortega, Spengler abordó de modo explí
cito
fos problemas
del
obtat político
desde una perspectiva
vitalista.
E.s
éste,
tal
vez, el
punto en
:el que
las ideas Spengler
en]a,.an no
solamente con su visión del problema de
b. decadencia, sino tam
bién con las relaciones entre razón y acción. Pata Massot y Cagni
son
básicamente correctas las
interpretaciones de
la obra de Spen
gler
en
clave voluntalrista, siempre y cuando ello sea contrastado
con
sus
ideas filosóficas de fondo, para las que la concepción de la
política "epiloga en una
apoteosis del poder" al tiempo que, si bien
se
reconoce
" la fuerm como una forma petmanente y manifesta
tiva de la actividad. del ser,
al. mismo tiempo se reconoce al poder
político
como una
fuerm implementada y dirigida a la consecución
1102
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION JllBLIOGRAFICA
de los supa.,emos objetivos de organización social. El poder --ex
plican los autores- tiene una ·misión ·que, a despecho de la "ley",
la "justicia", la "paz" o la "fraternidad" -frases sonoras t-an só~
lo--, debe imperiosamente cumplir: se trata de preservar a 1a na
ción contra el
turbión revolucionario y el dependentismo del dine
ro (pág. 308).
Para Spengler, la política se desenvuelve
y legitima en el mundo
de los hechos, "ajena a todo intento de
reduck su
insobornable ri
queza fácrica al estrecho marco de las definiciones concentuales o
los
tipos ideales".
El teórico
y el político son presentados como
figuras antinómicas, sólo excepcionalmente ,conjugables en un. mis~
mo individuo. En el plano del debate acerca de los medios, Spengler
opta por
una afirmación
de la política
tomo voluntad
de luoha.
Los
hedhos priman
sobre
las ideas y d éxito sobre todo ideal. Es
cepticismo y voluntarismo confluyen así en lo que los autores de
nominan "un
pragmatismo de
inequívoco
corte realista" (pág. 311),
para
el que
una sociedad vale
y es lo que es su clase dirigente. La
fuerza de una cultura y sn capacidad de respuesta creativa a la
amenaza de la decadencia dependen esencialmente de la
vitalidad
de sus élites.
Cobran trágica realídad sus ideas acerca de la incidencia del
dinero,
la democmcia y la partidocracia. En el estadio acrual, "la
política
es la continuación de los
negocios particulares por. otros
medios" (Seis emayos, pág. 86). "Proliferan las posiciones centristas
y los partidos de izquierda. El centro se quiere desembairazar de
cualquier responsabilidad; pretende mantenerse equidistante de
los
extremos, o sea de los
problemas, así sean problemas cuyo desenla
ce importe a la seguridad"...
"La voluntad de centro ---escribe
Spengler-
es el deseo de servir de tranquilidad a toda costa de hacer
de toda Nación una Suiza de abd,icación histórica con la que se
imaginan escapar a los golpes de la historia". La envidia y el re
sentimiento,
la primada de la cantidad sobre la calídad, el adveni
miento de la masa al protagonismo social, acompañado por un des
precio generalizado hacia la .figuna del héroe, son rasgos que com
pletan nn cuadro en el que el dinero, signo y cifra de una época,
define a toda una época histórica. En Afias deoisi-vos, la conciencia
de la decadencia desemboca en una nostalgia por el cesarismo y la
"victoria de la sangre", por
la capacidad de los mejores para "to
mar la espada sin rendirla", virtud y gloria de todo cesarismo.
Un cuadro adecuado y generoso de las circunstancios vitales de
Spengler
hacia
la época del advenimiento del nacional-socialismo
al
poder, completa la semblanza de Massot y Cagni. Las relaciones
del pensador de
Blankenburg con
el nazismo
fueron tirantes; su
1103
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLJOGRAFICA
visión de Mussolini es, en cambio, positiva y por momentos entu
siasta. Ve en él una .manifestación de cesarismo en el ~ha de una
situación mundial compleja y difícil que quedará magistralmente
re&strada
en
su
profético Años deoiswos, ,esorito tres años antes de
su muerte. En una época proclive al utopism.o mésiánico, tas pro
fecías de Spengler han quedado inexplicablemente postergadas. Ex
traña pru:adoja que actualiza, en cierro sentido, la idea de Min:ea
Eluadé en tomo al "terror en la historia" romo dato fundamental
de
la conciencia de Occidente. Su magna reconstrucción de la his
toria de la civilización y la cultura es, tal vez, uno de los últimos
intentos de elabonu: una concepción general del mundo y de la vida,
basada en el análisis de las formas históricas y culturales. Con
todo, ni el· Spengler profeta ni el Spengler historiador sistemático
logran
imponer el peso propio de su legado en el
debate contempo
ráneo
de
las ideas. Las explicaciones posibles son diversas: acaso
quepa pensar en
la conspiración terrorista de los ideólogos; acaso
en
la debilidad decadente de una inteligencia que
rechaza el
decisio
nismo en
nombre de
la comodidad
fácil de lo que Nietsche o Sdhe
ler
criticaran
como "filantropía.
universal",
En todo caso, lo que
queda y
se impone
por su
propjo peso es el Spengler filósofo. He
redero,
testigo y protagonista de uoa ttadición filos6fica como la
del idealismo que vivió las rensiones
entre ética y política, entre
razón
y acción o entre ser . y dewnir como contradicciones insalva
bles.
Sus ternas y problemas ~inteligentemente rescatados por Mas
sot y Cagni-vuelven al primer plano de una época que reconoce
en
el
rechazo de
la
razón y la crítica total al poder un sigoo univer
salmente dominante.
Enrique Zulet~ P#Ceiro
1104'
Fundaci\363n Speiro
Vicente Massot y Horacio Cagni: SPENGLER, PENSADOR
DE LA DECADENCIA(*)
A través de ca.si medio millar de páginas de erudita y sugestiva
reflexión,
Massot y Cagni emprenden el inrento de presentar a Spen
gler
al
lector de nuestros días.
Tarea nada
1fácil, por cierto, toda vez
que
una
bru:rera de
incomprensión, prejuicios ideológicos
y pro
paganda parece haber clausurado la_ vigencia de las corrientes de
la filosofía de
la cultura que florecieron en las primeras décadas
del
siglo
y que contribuyeron a plantear profétirnmente los derro
teros futuros de
una
Europa claudicante, desorientada y,
posiblemen
te, decadente. Spengler, al igual que Pareto,
Mic!hels, Mosca, Mau
rrast Pound, Jünger, Schmitt y tantOs otros parecen sufrir un exilio
dentro de la propia cultura europea, que persiste hasta nuestros días,
por
debajo de
las proclamaciones de pluralismo ;deológico de la
cultura institucionalizada.
Como bien apuntan
Massot y Cagni, "ads
crito
su nombre al navío hundido del nacional
0socialismo,. los ven
cedores
de
la guerra no estuvieron dispuestos a revisar con un mí
uimo de honestidad intelecruru el caso juzgado de Oswald Spengler".
La tesis presentada por los jóvenes investigadores argentinos tie
ne
la virrud de
contribuir a
remontar
dicha corriente
de malen
tendidos e ignorancias culpables. Su
esfuet7JO interpretativo, plena
mente logrado,
no obstante lo ambicioso del
prog,:iama fijado
en
principio, es
mucho más
que una
semblanza del
personaje y su obra.
Desde el principio, se trata de una reconstrucción de las ideas
fnn.
darnenta!es de Spengler, a la luz de la tradición filos6fica europea
y del conjunto de problemas que, bien sea condicionando, bien sea
operando. como incitaciones accidentales, contribuyen a ofrecer un
cuadro ex!haustivo y tota!i,aador del legado intelectual spengleriano.
Los autores ven en Spengler al "último pensador occidental de
saber enciclopédico"
y en su obra "un intento fallido de constituir
un studmm universa/e". En su evolución intelecrual, detectan un do
ble
propósito inspirador de fondo: por un lado el
filor6fioo -que
(*) Buenos Aires, Ediciones «Temas Contemporáneos», 1978; 444 pá
ginas.
1101
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
dimana de su estudio de las culturas y de su intento de predecir el
porvenir partiendo del examen intuitivo de las vidas históricas--;
por otro, el propósito
poli#co -que apunta a despertar a las clases
dirigentes del latgo
y frustrante letargo que las ronsume---. Si, como
decía
Spengler, son los gtandes individuos,
los '"hombres de mando"
los que hacen la historia, de ello no
podtía deducirse otro
resultado
que la
afirmación de
un
voluntarismo decisionista, denunciado
ya
por la mayot
parte de sus biógrafos
y estudiosos.
la opinión de
Massot
y Cagni parece más matizada y surge aquí un primer ele
mento
de otiginalidad en su ensayo.
De alguna manera -indican
b obra de Spengl.et es una respuesta al optimismo progtesista en el
plano de
lp inmanente -
didas
romo sujetos
principales del
acontecer-.
Una
segunda apreciación valiosa de
pairte \le los
autores se re
fiere
al cuadro de influencias. Coincidiendo ron algunos de los
análisis más rigurosos sobre el tema, Massot y Cagni ven en. la línea
de la filosofía de la vida
-Nietsche, Bergson y Dilthey fundamen
talmente-una influencia principal, •no por inconfesada menos de
terminante. Desde
esta petspectiva puede
set =rectamente situado
el
relativismo spengleriano, para el
qne se plantea una relación di
recta entre
juicio mota!
y cultura: lo verdadero debe ser buscado
en
las culturas y no "en sí mismo". Ello no implica --en Spengler~
una_ opinión acerca de la inexistencia de valores", sino simplemente
que "el valor existente" es valor sólo para una cultul'a determina
da. Toda la teoría de Spenglet en torno a las formas históricas ot
gánica¡¡, al alumbramiento, concepto, cuerpo 'Y alma de las culturas;
todo
su análisis del atte
y de la religión constituyen ejemplos de
los alcances de un relativismo
ético. y -gnoseológico que servirá de
base a su
fotmulación de
la idea de decadencia, sin dnda el punto
central de la reflexión spengleriana.
Al igual que Weber u Ortega, Spengler abordó de modo explí
cito
fos problemas
del
obtat político
desde una perspectiva
vitalista.
E.s
éste,
tal
vez, el
punto en
:el que
las ideas Spengler
en]a,.an no
solamente con su visión del problema de
b. decadencia, sino tam
bién con las relaciones entre razón y acción. Pata Massot y Cagni
son
básicamente correctas las
interpretaciones de
la obra de Spen
gler
en
clave voluntalrista, siempre y cuando ello sea contrastado
con
sus
ideas filosóficas de fondo, para las que la concepción de la
política "epiloga en una
apoteosis del poder" al tiempo que, si bien
se
reconoce
" la fuerm como una forma petmanente y manifesta
tiva de la actividad. del ser,
al. mismo tiempo se reconoce al poder
político
como una
fuerm implementada y dirigida a la consecución
1102
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION JllBLIOGRAFICA
de los supa.,emos objetivos de organización social. El poder --ex
plican los autores- tiene una ·misión ·que, a despecho de la "ley",
la "justicia", la "paz" o la "fraternidad" -frases sonoras t-an só~
lo--, debe imperiosamente cumplir: se trata de preservar a 1a na
ción contra el
turbión revolucionario y el dependentismo del dine
ro (pág. 308).
Para Spengler, la política se desenvuelve
y legitima en el mundo
de los hechos, "ajena a todo intento de
reduck su
insobornable ri
queza fácrica al estrecho marco de las definiciones concentuales o
los
tipos ideales".
El teórico
y el político son presentados como
figuras antinómicas, sólo excepcionalmente ,conjugables en un. mis~
mo individuo. En el plano del debate acerca de los medios, Spengler
opta por
una afirmación
de la política
tomo voluntad
de luoha.
Los
hedhos priman
sobre
las ideas y d éxito sobre todo ideal. Es
cepticismo y voluntarismo confluyen así en lo que los autores de
nominan "un
pragmatismo de
inequívoco
corte realista" (pág. 311),
para
el que
una sociedad vale
y es lo que es su clase dirigente. La
fuerza de una cultura y sn capacidad de respuesta creativa a la
amenaza de la decadencia dependen esencialmente de la
vitalidad
de sus élites.
Cobran trágica realídad sus ideas acerca de la incidencia del
dinero,
la democmcia y la partidocracia. En el estadio acrual, "la
política
es la continuación de los
negocios particulares por. otros
medios" (Seis emayos, pág. 86). "Proliferan las posiciones centristas
y los partidos de izquierda. El centro se quiere desembairazar de
cualquier responsabilidad; pretende mantenerse equidistante de
los
extremos, o sea de los
problemas, así sean problemas cuyo desenla
ce importe a la seguridad"...
"La voluntad de centro ---escribe
Spengler-
es el deseo de servir de tranquilidad a toda costa de hacer
de toda Nación una Suiza de abd,icación histórica con la que se
imaginan escapar a los golpes de la historia". La envidia y el re
sentimiento,
la primada de la cantidad sobre la calídad, el adveni
miento de la masa al protagonismo social, acompañado por un des
precio generalizado hacia la .figuna del héroe, son rasgos que com
pletan nn cuadro en el que el dinero, signo y cifra de una época,
define a toda una época histórica. En Afias deoisi-vos, la conciencia
de la decadencia desemboca en una nostalgia por el cesarismo y la
"victoria de la sangre", por
la capacidad de los mejores para "to
mar la espada sin rendirla", virtud y gloria de todo cesarismo.
Un cuadro adecuado y generoso de las circunstancios vitales de
Spengler
hacia
la época del advenimiento del nacional-socialismo
al
poder, completa la semblanza de Massot y Cagni. Las relaciones
del pensador de
Blankenburg con
el nazismo
fueron tirantes; su
1103
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLJOGRAFICA
visión de Mussolini es, en cambio, positiva y por momentos entu
siasta. Ve en él una .manifestación de cesarismo en el ~ha de una
situación mundial compleja y difícil que quedará magistralmente
re&strada
en
su
profético Años deoiswos, ,esorito tres años antes de
su muerte. En una época proclive al utopism.o mésiánico, tas pro
fecías de Spengler han quedado inexplicablemente postergadas. Ex
traña pru:adoja que actualiza, en cierro sentido, la idea de Min:ea
Eluadé en tomo al "terror en la historia" romo dato fundamental
de
la conciencia de Occidente. Su magna reconstrucción de la his
toria de la civilización y la cultura es, tal vez, uno de los últimos
intentos de elabonu: una concepción general del mundo y de la vida,
basada en el análisis de las formas históricas y culturales. Con
todo, ni el· Spengler profeta ni el Spengler historiador sistemático
logran
imponer el peso propio de su legado en el
debate contempo
ráneo
de
las ideas. Las explicaciones posibles son diversas: acaso
quepa pensar en
la conspiración terrorista de los ideólogos; acaso
en
la debilidad decadente de una inteligencia que
rechaza el
decisio
nismo en
nombre de
la comodidad
fácil de lo que Nietsche o Sdhe
ler
criticaran
como "filantropía.
universal",
En todo caso, lo que
queda y
se impone
por su
propjo peso es el Spengler filósofo. He
redero,
testigo y protagonista de uoa ttadición filos6fica como la
del idealismo que vivió las rensiones
entre ética y política, entre
razón
y acción o entre ser . y dewnir como contradicciones insalva
bles.
Sus ternas y problemas ~inteligentemente rescatados por Mas
sot y Cagni-vuelven al primer plano de una época que reconoce
en
el
rechazo de
la
razón y la crítica total al poder un sigoo univer
salmente dominante.
Enrique Zulet~ P#Ceiro
1104'
Fundaci\363n Speiro