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Número 419-420

Serie XLII

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Eugenio Mazón Verdejo

INMEMORIAM
gundo folleto azul de la acción del CEE, que publicamos en cas­
tellano,
en el que colaboró con otros amigos franceses.
Los últimos años de su vida no podía asistir por razones de
salud, pero no faltaba su donativo para la reunión y para Verbo
ni sus palabras
de aliento.
Perdemos
con él, y muy especialmente yo, un gran amigo.
Reciba Madame
PATRICK JoBBE-DUVAL y sus hijos, nuestro más
sentido
pésame y la expresión del recuerdo imperecedero que
guardamos de nuestro gran amigo PATRICIO.
JUAN BMS. VAIJ.ET DE GoYTISOLO
EUGENIO MAZÓN VERDEJO
Conocí a Eugenio Mazón en 1955, en una te1tulia que un
grupo de tradicionalistas tenía los sábados en la cafetería "La
Tropical", en la calle de Alcalá, a la altura de Peligros. Nosotros
éramos
de 'los jóvenes, relativamente. Estaba presidida, informal­
mente
pero con eficacia, por el padre de Eugenio, don José
María; conservaba
la aureola de hombre valiente que le había
dado su actuación en su La Rioja natal el 18 de julio de 1936, con­
solidando el incipiente Alzamiento.
A Eugenio y a
nú nos interesaban mucho las batallitas que
contaban los viejos; mantenían en nosotros un gran entusiasmo.
Pero estábamos
un poco como cojos, porque nuestros conoci­
mientos del pensamiento poHtico tradicional eran menores que
los de las aventuras conspiratorias y militares. Por otra parte, no
anhelábamos un protagonismo político y nos preocupaba más
prosperar
en nuestras profesiones; él acababa de abrir un despa­
cho de abogado y buscaba relaciones públicas. Así pasaron
varios años hasta que un buen día me llamó para presentarme a
un notario famoso, amigo suyo, don Juan Vallet de Goytisolo.
Éste estaba aún más alejado que nosotros de la politica ofi,
cial, pero, con algunos amigos en postura análoga, era el alma de
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unos incipientes circulas de estudio especializados en el Derecho
Público Cristiano ...
en fin, organizaba una filial española de la
Cité Catholique francesa, que ya conocen nuestros lectores. Vallet
a su vez me presentó a Eugenio Vegas Latapie y a otros amigos
compañeros del mismo empeño,
que formaban la vieja guardia
de aquel neonato movimiento intelectual. Eugenio y yo nos
incorporamos
con entusiasmo; él llevó mucha gente porque era
muy sociable y estaba muy bien relacionado.
Así, hasta hoy. A
esta perseverancia nuestra
ha contribuido no poco el haber
encontrado nosotros
en este grupo buena parte de la doctrina
que nos faltaba en "La Tropical".
No le faltaron numerosos cantos de sirena desde
muy varia­
das instancias de política activa. Pero
él se encastilló en su des­
pacho de abogado y
en su inacabable red de amistades. Ha sido
un hombre siempre amable y, sobre todo, servicial; el antípoda
de lo
que con desgraciada frecuencia llamamos el "peguista". En
estos últimos años fue presidente de la suntuosa Casa de
La Rioja,
en Madrid; allí montó su puesto de mando a última hora de la
tarde; allí recibfa a todos y a todos complacia.
Alli se han tenido,
gracias a él,
las últimas reuniones anuales de los amigos de la
Ciudad Católica, el
dfa de San Fernando.
Un abrazo, Eugenio.
ALBERTO Rmz DE GALARRETA
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