Índice de contenidos
Número 419-420
Serie XLII
- Textos Pontificios
- Noticias
- In memoriam
-
Estudios
-
¿Qué es el realismo? Diversas perspectivas con las cuales enfoca su significado
-
Influencia en Méjico de Isabel la Católica
-
Verdad y falsedad. Debilidad de la verdad y eficacia de la mentira
-
Algunas tendencias culturales del pensamiento geográfico actual
-
Libertad y dignidad: Los orígenes religiosos de los derechos fundamentales
-
- Actas
- Crónicas
- Información bibliográfica
- Verbo
Autores
2003
Influencia en Méjico de Isabel la Católica
INFLUENCIA EN MÉJICO
DE ISABEL
LA CATÓLICA
POR
NEMESIO RODIÚGUEZ. Lors
SUMARIO: Isabel era por fin reln.a.--Era el 13 de diciembre de 1474.
Isabel en América sólo busca la gloria de Dios.
El próximo 26 de noviembre de este 2004 se cumple medio
milenio de que en el viejo castillo de La Mota, allá en Medina del
Campo (Valladolid), traspasara los umbrales de la eternidad la
mejor reina que jamás se haya sentado en el trono de España.
Efectivamente, al
medio día del 26 de noviembre de 1504
fallecía Isabel
la Católica y, una vez conocida la noticia, su más
fiel colaborador el Cardenal Cisneros comentaba con ·amargura:
"Desaparece una reina que no ha de tener semejante en la
tierra:
por su grandeza de alcpa, pureza de corazón, piedad, jus
ticia a todos por igual, espíritu conservador de las leyes antiguas
y ordenador de nuevas, por la creación de un rico patrimonio y
economía fuerte, que es lo más importante para el re.in.o y para
el pueblo" (1).
Medio milenio ha pasado desde aquella triste jornada y ante
la efeméride
que habrá de conmerr.iorarse deseamos tratar acerca
de la influencia que la gran reina de Castilla tuviera en los desti
nos de Méjico.
(1) Citado por Josa MARfA GIL, El misterio de Isabel ia Católica, Comité
Nacional de beatificación de Isabel la Católica, l.ª edición, Madrid, 1992,
pág. 358.
Verbo, núm. 419-420 (2003), 775-801. 775
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NEMES/O RODRÍGUEZ LO/S
A pesar de que una de las calles de mayor prosapia del viejo
Centro Histórico de la capital mejicana lleva
el nombre de Isabel
la Católica, como que suena fuera de lugar que este personaje
haya tenido
una influencia decisiva en la integración de la
nacionalidad mejicana.
Y todo porque -como antes dijimos-Isabel fallece en 1504
y no es sino hasta 1521, diecisiete años más tarde, cuando
Hernán Cortés conquista
un Méjico que la reina de Castilla jamás
llegó a conocer.
Sin embargo
-y como a continuación intentaremos demos
trar-la influencia de Isabel en la integración juridica, sociológi
ca, lingüística, cultural y espiritual de Méjico fue decisiva.
Con el fin de mejor comprender la trascendencia de esta gran
mujer, preciso será hablar
un poco de la influencia que Isabel
recibió desde su más tierna infancia
y, de modo más concreto,
del medio ambiente social, cultural e incluso climático donde
vino al mundo,
"No fue, ciertamente, un hecho casual o fortuito el que la
infanta Isabel viniera a este mundo en Castilla: la de las grandes
catedrales para Dios
y la de las humildes chozas para sus hijos;
la de los invictos castillos contra la morisma y la de los pobres
monasterios para sus monjes; la región de horizontes infinitos,
donde cielo
y tierra se besan y abrazan en lontananza, donde el
espiritu es propicio a la contemplación serena y a la visión
amplia y espaciosa, despegando nn tanto la vida de la tierra para
fundirla con el cielo" (2).
Debido a una serie de circunstancias que no viene a tema
detallar, la influencia y años mozos de Isabel se desarrollan
en un
ambiente de continua lucha, lo cual va moldeando su carácter
hasta hacer de ella una mujer
de recio temple que, con tal de
defender sus derechos, no le importa montar en su caballo y salir
a combatir dondequiera que la situación lo amerite.
Sin embargo, esta serie
de circunstancias providenciales le
ba<;en subir no solamente al trono de Castilla sino que, tras su
(2) ]OSÉ MAiúA GIL, op. dt., pág. 8.
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matrimonio con el príncipe don Fernando de Aragón, unir ambos
reinos
y posteriormente -tras la reconquista de Granada-con
solidar la unidad española.
Isabel era, por fin, reina
"Después que todos los nobles presentes besaron su mano y
le prestaron juramento de fidelidad, se dirigió a la Catedral, donde
se prosternó humildemente ante el altar mayor, dando gracias a
Dios
por haberla salvado de tantos peligros y pidiéndole la gracia
necesaria para gobernar conn arreglo a la voluntad divina'( (3).
Era el 13 de diciembre de 1474
En el momento de asumir tan alta responsabilidad, Isabel
terna cabal consciencia de cómo, si bien terna derechos irrenun
ciables,
no menores eran sus obligaciones, ya que los pueblos no
son propiedad de los reyes sino _que los monarcas deben ser los
primeros servidores de sus súbditos a quienes, con la ayuda a
Dios, habrán
de encauzarlos por la senda del Bien Común.
Cuán oportuno resulta citar aquí a Santo To1nás Moro, aquel
mártir inglés del siglo XVI a quien Juan Pablo II proclamó Santo
Patrono
de los políticos católicos:
"El rey debe velar más por la felicidad de su pueblo que por
la suya, porque es como un pastor, y el pastor antes que nada
tiene que apacentar a sus ovejas" ( 4).
Al llegar a este punto, vale la pena recordar aquella vieja fór
mula
con la cual, en medio de una solemne ceremonia, los hom
bres más notables del reino proclamaban la realeza del nuevo
monarca: "REX ERIS "sr RECTE FACIAS; SI NON FACIAS NON ERIS".
(3) WILLIAM Tuo~ WALSH, Isabel la Cruzada (Traducción de Carlos M.
Castro Cranwell), Editorial Espasa Calpe (Argentina), 3.ª edición, Buenos Aires,
1955, pág. 47.
(4) Utopía. Editora Nacional, l.ª edición, Méjico, 1972, pág. 55.
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Mediante dicha fórmula, se distinguía pulcramente entre lega
lidad y legitimidad:
-LEGALIDAD. Consiste en el cumplimiento de los requisitos
necesarios para que una nonna jurídica tenga el carácter de
Ley. La legalidad afecta lo externo, o sea, la forma.
-LEGrrIMIDAD: Consiste en la Justicia intrínseca de la norma,
esto es, que se halla en plena concordancia con las exi
gencias del derecho natural.
Abundando en lo mismo, vale la pena distinguir entre legiti
midad de origen y legitimidad de ejercicio.
Puede darse el caso de que un gobernante, apegándose a la
legislación vigente, acceda
al poder y con ello posea la legitimi
dad de origen. Ahora bien, pudiera ocurrir que ese mismo gober
nante, al violar
una serie de normas que salvaguardan los dere
chos inherentes a
la persona humana, pierda la legitimidad de
ejercicio quedándose tan solo con la legitimidad de origen.
Y
como lo que realmente importa es que un gobernante
posea la legitimidad de ejercicio, si ésta se pierde el gobernante
se transforma en un tirano al cual la comunidad deberá apartar
cuanto antes del poder.
Isabel la Católica
sube al trono teniendo en contra a los par
tidarios
de doña Juana la Beltraneja -supuesta hija de su medio
he1mano Enrique IV el Impotente-motivo por el cual pudiera
ponerse en duda su legitimidad de origen.
Mas, sin embargo, al
gobernar como lo hizo, aquello quedó
en un segundo plano, ya que su permanencia en el trono se jus
tificó mediante la legitimidad de ejercicio propia de una reina que
sabía gobernar de manera sabia y justa por la simple razón de
que se consideraba delegada de un Dios ante el cual habría de
rendir cuentas rigurosas:
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"La base de la moral cristiana estriba en la responsabilidad
de nuestros actos, no sólo en el tiempo, sino principalmente des
pués de la muerte; si quitamos esa responsabilidad trascenden
tal todo ·el edificio se derrumba, no sólo de la moral, sino del
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INFLUENCIA EN Mt]ICO DE ISABEL LA CATÓLICA
derecho, pues toda regla de conducta vendría a reducirse a evi
tar al gendarme" (5).
Complementando lo anterior, Manuel Ballesteros Gaibrois nos
dice lo siguiente:
"Si la reina Isabel ha sido sobrenombrada por la Historia, tras
la concesión pontificia, con el dictado de la Católica, ha sido evi
dentemente porque la Reina ajustó
sus empresas a la norma y al
espíritu de la santa religión del Crucificado ... Isabel concibió su
vida toda como cumplimiento de misiones que debía realizar
conforme a una doctrina y ajustadas a una moral: la del catoli
cismo" (6).
Cuando Isabel empieza a reinar el cuadro existente en la
Castilla de
la segunda mitad del siglo XY era confuso y depri
mente tanto porque las leyes eran poco conocidas, porque las
normas
no se cumplían, por la prepotencia de los nobles, por los
bandoleros que infestaban los caminos y
por la relajación exis
tente en conventos y monasterios.
Con el fin de proporcionarle seguridad jurídica a sus gober
nados, Isabel inicia
una labor de reunificación de las leyes exis
tentes con el fin de que no prevaleciesen ni las Siete Partidas, ni
el Fuero Real, ni el Ordenamiento de Alcalá.
En 1480 las Cortes de Toledo encomiendan dicha tarea al
jurisconsulto Alfonso Díaz
ele Montalvo quien en menos de cua
tro
años concluyó su trabajo dando origen a las Ordenanzas
Reales de Castilla
cuya primera impresión se hizo en Zamora
en 1485.
A partir de
ese momento, Castilla logró contar con un códi
go general y uniforme que pudo tener aplicación universal.
Los nobles levantiscos fueron sometidos
por medio de efica
ces acciones
de guerra en las que la pólvora jugó un papel deci
sivo, una vez sometidos sus castillos fueron demolidos y, al cen-
(5) ToRIB10 EsQuIVEL OBREGÓN, Apuntes para la historia del Derecho en
M~ico, Editorial Porrúa, 2.ª edición, Méjico, 1984, tomo l, pág. 508.
(6) Isabel de Castilla, Reina Católica de España, Editorial Nacional, 2.:" edi-
ción1 Madrid, 1970, pág. 127. -~/
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NEMESIO RODRÍGUEZ LOIS
tralizarse el poder real, se logró que la nobleza dejara de ser feu
dal para iransformarse
en cortesana.
Los bandoleros que tanto terror sembraban en los caminos
fueron sometidos
por medio de la Santa Hermandad, una espe
cie de policía rural que,
en muy poco tiempo, devolvió la tran
quilidad a los pueblos
de España.
En lo referente a la reforma de las órdenes religiosas, Isabel
prestó todo su apoyo al Cardenal
don Francisco Jiménez de Cis
neros, quien a base de nonnas estrictas logró en pocos años el
milagro de que renaciera una espiritualidad que los monasterios
habían perdido desde mucho tiempo atrás.
Como podemos observar, la mentalidad de Isabel la Católica
es la de
una reina que, al igual que su antepasado San Femando
de Castilla, ha decidido emprender la C\"Uzada definitiva contra el
Islam.
Ante tan grande empresa, Isabel comprende que iniciar dicha
Cmzada sin sanear antes el ambiente social del reino así como
el
a1nbiente moral de las órdenes religiosas, serla empresa tan inú
til como echar agua en el mar.
Eso explica que, fiel a
su mentalidad de católica militante, la
reina brinde todo su apoyo a
un austero fraile franciscano que,
al igual que ella, había nacido también en tierras de la áspera
pero muy espiritual meseta castellana.
No tiene caso entrar
en los pormenores de una reforma
hecha tan a conciencia que,
segón opinión de los expertos, logró
impedir que
en España se dieran los estragos causados por el
protestantismo en la atribulada Europa de los siglos XVI y XVII.
Aproximándonos al tema que nos ocupa, Toribio Esquive!
Obregón reconoce como "gracias a la reforma de Cisneros, España
pudo mandar a América la pléyade de santo.s y sabios varones
que primero predicaron el evangelio, y que se desvelaron para
defender a los indios y salvar una raza cuyos destinos
no está en
la inteligencia humana de prever" (7).
El 12 de octubre de 1492 tiene lugar el Descubrimiento de
América, mas sin embargo, seis meses antes (17 de abril de 1492)
(7) TORIB10 ESQUIVEL OBREGÓN, op. dt.; pág. 502.
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se firman las Capitulaciones de Santa Fe que establecen las bases
jurídicas sobre las que habrían de as.entarse las instituciones
que
en el futuro se crearían en el Nuevo Mundo.
Como es natural, dicha regulación desconoce las condiciones
de los pafses
donde habria de aplicarse. Por lo pronto se aplican
los principios jurídicos medievales que estaban
en vigor, o sea,
las nonnas e instituciones
que formaban parte de un derecho cas
tellano
que la reina Isabel había reunificado pocos años antes.
Esto explica
que no fuesen galeones que a bord~ trajesen
piratas saqueadores los
que fondeaban en las costas del Nuevo
Mundo;
por el contrario, aun antes de que Rodrigo de Triana gri
tara: "¡Tierra!", existía ya la intención de regular conforme a dere
cho las situaciones sociales
que se fuesen presentando.
Una vez
que Colón hubo regresado de su primer viaje, se
presentó ante los Reyes a
dar cuenta del porrentoso descubri
miento.
Vale la pena citar a uno de los biógrafos de la reina Isabel,
pues solamente de ese modo comprenderemos la mentalidad
1nisionera que animaba a nuestro personaje:
"Cuando Colón terminó su relato, el Rey, la Reina, el Príncipe
y toda la Corte se arrodillaron y elevaron sus manos dando en
alta voz gracias al Cielo, mientras el coro-real entonaba el Te
Deum; después todos se pusieron en pie y atravesaron _la ciudad
en alegre procesión" (8).
Por su parte, desde la intimidad de su celda, un religioso, que
prefiere
no decirnos su no1nbre, comenta aquel hecho histórico
de un modo elocuente:
Isabel en América sólo busca la gloria de Dios
"Ordena que se trata bien a los indios, que se les enseñe a
trabajar;
pero que se les pague su jornal, porque trabajando se
acomoden mejor a recibir la civilización y la doctrina. Al saber
que Colón había hecho algunos é.sci.3:vos dijo: .¿ Quién le ha man-
(8) WILUAM THOMAS WALSH, op .. cit., pág. 175.
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dado para disponer de mis vasallos?:,. No quiere que se les fuer
ce a ser cristianos, pero exige que se les instruya en la religión,
pues es tan hermosa, que gustosos la abrazarán si se la enseñan
bien ... " (9).
En el momento en que se da el Encuentro entre el Viejo y el
Nuevo Mundo, de irunediato, surge la primera controversia, o
sea, dilucidar si las tierras recién descubiertas pertenecen a la
Corona
de Portugal o a la Corona de Castilla.
Es entonces cuando ambos tnonarcas se someten bajo el arbi
trio del Papa Alejandro
VI, quien, después de alabar el esfuerzo
realizado
por los reyes Femando e Isabel en la extensión de la fe
cristiana que les habfa llevado a reconquistar Granada, les hizo
donación
de las islas y tierras recién descubiertas y por descubrir
que se hallaban hacia el Occidente, con tal
de que no pertene
cieran a otros principes
cristianos.
El Papa solicitaba que continuasen con el esfuerzo de exten
sión
de la fe católica y que indujeran a recibir dicha fe a los habi
tantes del Nuevo Mundo.
"En relación con las nuevas tierras, cuya soberanía concedió
el Papa a los reyes de España, encargándoles de su evangeliza
ción,
el Papa ordenó a dichos reyes «en virtud de la sru1ta obe
diencia•, que enviaran (destinare debeatis) misioneros -probos,
doctos y experimentados•. De este modo el Papa confiaba, dele
gaba en los reyes de España una función fundamental de la
Iglesia,
una función propiamente eclesiástica: la de ~ir a enseñar
y bautizar a todos los pueblos•" (10).
"Roma, pues, enV:ta claramente a España a América, y en el
nombre de Dios se la da para que la evangelice. En otras pala
bras,
el único título legítimo de dominio de España sobre el
inmenso continente americano reside en la misión evangeliza
dora" (11).
(9) Un carmelita descalzo, Isabel la Católica, Apostolado Mariano, 2.'" edi
ción, Sevilla, 1987, pág. 91.
(10) JEAN DUMONT, El amanecer de los derechos del hombre (Traducción:
María
José Antón). Encuentro Ediciones, l.ª edición, Madrid, 1997, pág. 32.
(11)
Jos~ MAR1A IRABURU, Hechos de los Apóstoles de América, Fundación
Gratis Datae, l.ª edición, Pamplona, 1992, pág. 41.
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A partir de entonces, se produce la penetración no solo espa
ñola sino incluso europea
en tierras del Nuevo Mundo, una pene
tración que, según el catedrático José Ignacio Echegaray,
"daña
lugar a la incorporación del Nuevo Mundo al derecho occidental,
mediante las normas trasplantadas, adaptadas y luego creadas
que, a lo largo de tres siglos, rigieron los dominios del Imperio
Español" (12).
Dentro· de ese fenómeno n1igratorio y misionero que se dará
inintemnnpidamente durante más de trescientos años, se tras
plantan instituciones que van a constituir el fundamento de la
cultura occidental
en las tierras recién descubiertas.
Al mismo tiempo que se produce ese trasplante de institu
ciones, se da
un clima de absoluto respeto hacia los pritnitivos
habitantes del Nuevo Mundo al prohibir que los conquistadores
los tomen como esclavos:
"Fue en los años iniciales del Nuevo Mw1do cuando aconte
ció la primera gran campaña antiesclavista de la historia no sólo
por razones de derecho, sino por consideración religiosa y huma
nitaria.
La doctrina juñdica quedaba en cierto modo definida en
el Testamento de Isabel la Católica, cuando al estimar misión de
lÓs descubridores el adoctrinamiento en la fe religiosa y en las
buenas costumbres, encargaba a
los reyes, sus sucesores, que no
consintieran agravio en las personas y bienes de ·los habitantes
naturales de las Islas y Tierra Firme y mandaba que fueran buena
y justamente tratados" (13).
Reunificando el derecho castellano, reformando las órde
nes religiosas y dictando justas disposiciones
en favor de los
naturales del Nuevo Mundo, Isabel
la Católica fue creando el
ambiente propicio para que, dentro de España,
se forjasen
los varones
que -ya fuese con la espada, ya fuese con la
Cruz-habrían de contribuir al nacimiento del Méjico hispa
nocatólico.
(12) Compendio de Historia General del Derecho, Editorial Porrúa, 3.ª edi
ción, Méjico, 2002, pág. 193.
(13) Josa PRAT GARCÍA, Medio milenio del Nuevo Mundo, Editora Nacional,
1/ edición, Madrid, 1985, págs. 88 y 89.
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En el. aspecto jurídico, cuatro son las bases sobre las que se
asientan los derechos de los indios a sus propiedades, a su liber
tad e incluso a su autonomía:
-Bula "Inter coetera' de Alejandro VI.
-Las Instrucciones dadas por los Reyes Católicos a Cristóbal
Colón.
-Las múltiples disposiciones contenidas en las Leyes de
Indias.
-El Testamento de Isabel la Católica.
Al respecto, el historiador José Gutiérrez Casillas, S. J., nos
dice lo siguiente:
"El sistema de gobierno general de la Nueva España no se
formó de un solo golpe ni se implantó de una sola vez. A raíz
del descubrimiento
de América, se estableció en España para el
gobierno
de sus colonias, un cue,po llamado ·Consejo de Indias,,.
Se consideraba la Nueva España como parte de los muchos reinos
que entonces formaban
la Corona Española. De la misma manera
que el rey gobernaba a Aragón mediante el Consejo de Aragón, y
a Castilla
mediante el Consejo de Castilla, regia a las Indias median
te el Consejo de Indias. Era un cuerpo legislativo donde se forma
ban las leyes que debían regir estos vastos dominios" (14).
En 1524 se crea el Consejo de Indias, organismo que empie
za a funcionar en las postrimerías del reinado de los Reyes Cató
licos y cuya función era atender los problemas americanos.
Era,
por decirlo en lenguaje moderno, una especie de minis
terio español de ultramar.
Su primer presidente fue Fray García de Loaysa, O. P., maes
tro general de la Orden de Santo Domingo.
El Consejo de Indias le proponía al monarca español una
serie de hombres de entre los cuales éste debería designar al
(14) Historia de la Iglesia en México, Editorial Porrúa, l.ª edición, Méjico,
1974, pág. 39.
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virrey que habtia de gobernar el respectivo virreinato y que se
suponía
deberla ser la imagen misma del Rey ya fuese gobernando
Nueva España, Nueva Castilla,
Nueva Granada o el Río de la Plata.
Todos los virreyes de América fueron imágenes vivas de su
monarca
y, por lo tanto, leales a su misión de velar por el inte
rés común.
El gran amor que Isabel la Católica sentía por sus súbditos de
allende los mares lo heredaron los reyes que le sucedieron en el
trono y aquí
en América lo manifestaron los virreyes que -como
antes dijimos-era la imagen viva del monarca español.
Un ejemplo ilustrará lo anterior:
"Era tal el celó con que don Luis de Velasco, virrey de la
Nueva España,
respetaba la dignidad de los indios, que decidió
darles la libertad a ciento cincuenta
mil que trabajaban como
esclavos en las minas".
Ante el disgusto que tal medida provocó y a que muchos de los
afectados reclamaron diciendo que
'!,Cabaña perjudicándose el Era
rio Real, don Luis de Velasco respondió diciendo "que más impor
ta la
lib(J['fad de los indios que las minas de todo el mundo y que las
rentas
que pueda perc;tbir la Corona, pues no son de tal naturale
za que por ellas se vayan a atropellar leyes divinas y humanas'.
Esta actitud nos recuerda la que por aquellos años tuviera el
rey Felipe U cuando le propusieron abandonar la colonización
de
bs Islas Filipinas debido a que no resultaban costeables a la
Corona.
Felipe
U, dignfsimo descendiente de doña Isabel la Católica,
de quien era biznieto, respondió a quienes ésto le proponían:
"Con tal de mantener una ermita, si más no hubiese, que
conservase
e1 nombre y veneración de Jesucristo, porque las islas
de Oriente no habían de quedar sin luz de su predicación, aun
que no tengan oro ni plata".
Como podemos observar, un siglo después, la influencia de
Isabel la Católica se mantenía en el tiempo y en el espacio, ya
que éste era el espíritu que prevalecía a todo lo ancho de un
vasto imperio "en cuyos dominios jamás se ponía el sol".
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Vasto imperio del cual formaba parte Méjico, en aquel enton
. ces VUTeinato de la Nueva España, que se extendía desde el parale
lo 42 en la Alta California hasta los confines de la América central.
Hablando acerca de la preocupación
que doña Isabel tenía
por los habitantes del Nuevo Mundo -entre quienes se hallaban
los moradores del México
precortesiano-Sor Clotilde García
Espeje!,
E. D., nos dice lo siguiente:
"Salvar almas y. lograr que el Verdadero Dios sea conocido,
dar de comer al que tiene hambre, no solo de pan, sino de cul
tura, en la certeza de esta gran mujer; de que el hombre com
pleto en alma y cuerpo, solo se realiza en plenitud, no única
mente cuando llena sus necesidades materiales, sino cuando ali
menta su mente con ideas que al ahm'aerl.as, enriquecen d
entendimiento y lo llenan de luz, comunicando esa luz a la vo
lun¡ad que busca el bien y lo elige.
"Ya conquistada Granada y expulsado el último de los mu
sulmanes, se entrega a la conquista y evangelización de América,
que seria en su vida, su última gran obra, pero de magnitud tal
que, después de la Fundación de la Iglesia y su expansión por
los Apóstoles, no encontramos otra obra tan maravillosa como el
Descubrimiento y la Conquista Espiritual de América. Aconteci
mientos que son justamente la cúspide de su vocación personal.
"Y como una madre que paca lan7.aC una vida a este valle,
sufre la angustia y los dolores de parto; la Reina participa de tales
dolores para dar a luz a los hijos de América.
"Dios, que no sólo nos ha aeado sino nos cuida con su
Providencia, enseña a la Reina que no basta haber dado a luz a
otras razas, sino ahora hay que pioveerlas: sacar a los hombres
de las tiniebas del paganismo, enseñando al único y verdadero
Dios, proclamando a la Iglesia, al Magisterio Eclesiástico, difusor
de la Revelación Divina, y a la par de la Religión, instruirlos hasta
lograr su identificación con la CUitura Universal e integrarlos a la
verdadera dvilttación.
"Enseñar la Lengua Castellana, sin despreciar su propia len
gua o dialecto, respetar de la cU!tura indigerta todo lo respetable,
de alú el folklore en el canto, el baile, en la cocina, en la poesía,
en la arquitectura, pintura ... No impuso, logró una nueva raza y
fundiendo pequeñas o grandes tribus, logró naciones (15).
(15) la reyna Isabel, la catd/Jca por antonomasia, Conferencia sustentada en
el Real Club l!spaña de la Ciudad de Méjico el aábado 12 de julio de 2003.
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INFLUENCIA EN MEJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
"La evangeli7.ación ordenada y vigilada por la reina está pre
sidida por el principio de que la fe cristiana católica tiene que
traducirse en obras. No se trata .sunplemente de un conjunto de
verdades que es preciso aceptar, se necesita además que su fe sea
viva, que se refleje en toda la conducta del creyente. Se predica
y se practica un cristianimlo que da un valor primordial al hom
bre sobre todo lo ha creado y que sólo subordina el hombre a
las verdades de la Fe. Doctrina que por otra parte no puede ser
más moderna" (16).
De este modo, sin haber puesto sus plantas en un Méjico del
cual la reina
de Castilla jamás tuvo noticia, Isabel la Católica fue
preparando el camino para
que la Fe de Cristo, la civilización
occidental y las leyes vigentes
en aquel entonces se implantaran
sin otros medios
que el ideal caballeresco de los conquistadores,
el atinado criterio jurídico
de sus gobernantes y la santidad de los
misioneros.
Y como obra cuhninante de doña Isabel tenemos su Testa
mento, redactado el
12 de octubre de 1504, justo a los doce años
exactos del Descubrimiento
de América.
Tarsicio de Azcona, O.F.M.,
uno de los más conspicuos bió
grafos de la .reina de Castilla,
nos dice al respecto,
"Isabel otorgó su testamento en un momento ftsico y psico
lógico que diFicilmente puede ser olvidado a la hora de formular
W1 juicio de valor sobre el mismo. Sin restarle clima ni cierto halo
de sobrehumana grandio.sidad, quiZá sería necesario tener más
presente que ambos actos, testamento y codicilio1 fueron inter
puestos en la perspectiva de la ceremonia de la muerte, de la
iruninencia del juicio de Dios y de un examen de conciencia para
ajustar cualquier cuenta pendiente. En esa perspectiva no pueden
maravillar demasiado las conseguidas frases de invocación a Dios
y a los santos de su devoción, ni la protestación de fe, ni la reco
mendación del alma. Todo parece bastante natural, sobre todo
conociendo, como conocemos, la gran alma de Isabel y la altura
de los directores de su conciencia. Entre todos consiguieron una
obra
literaria y. técnica de una maravillosa perfección, que per-
(16) CARLOS DB MEER DB RIBERA, Isabel la Catdllca. Reina de la Hispanidad
ALAf; ABIERTAS Ediciones, l.ª edición, Barcelona, 1992, pág. 134.
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manecerá inmarcesible en la historia religiosa, política y juridica
de todos los tiempos (17).
"Rico
en directrices de trascendencia inocultable, de ~posi
ciones de la más variada especie, el Testamento es reflejo fiel de
una Reina que lo fue en todo momento, con gran sentido de su
papel y de sus convicciones, de su fe y de su sentido de la justi
cia,
de su preocupación por el bien público y por sus súbditos
en concreto, a la luz de una. conciencia abierta a muy altos prin
cipios y propósitos" (18).
Pocas semanas después, tres días antes de morir, Isabel dicta
su famoso Codicilo
en el cual vuelve a insistir en su idea de que
se respeten los dere.chos humanos
de sus nuevos súbditos de
ultramar.
Vale
la pena citar algunos de los párrafos más significa
tivos:
"Concedidas que nos fueron por la Santa Sede Apostólica las
islas y la tierra firme del ruar Océano, descubiertas y por descu
brir, nuestra principal intención .fue la de tratar de inducir a sus
pueblos que abrazaran nuestra santa fe católica y enviar a aque
llas tierras religiosos y·otras personas doctas y temerosas de Dios
para instruir a los habitantes en la fe y dotarlos de buenas cos
tumbres poniendo en ello al celo debido; por ello suplico al Rey,
mi señor, muy afectuosamente, y recomiendo y ordeno a mi hija
la princesa y su marido, el pr1ncipe, que ·así lo hagan y cumplan
y que éste sea su fin principal y que en él empleen mucha dili
gencia
y que no consientan que los nativos y habitantes de
dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno
en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que
sean tratados con justicia y humahidad y que si sufrieren algún
daño, lo repararen".
Ambos, Testamento y Codicilo, no eran simples recomenda
ciones o Consejos expresados ·«in artírulo mortis" sino que cons
titufan auténticas normas jurídicas.
(17) Isabel la Catdlica, Biblioteca de Autores Cristianos, Lª edición, Madrid,
1964, pág. 739.
(18) CARLOS ALVEAR AcEVEDO, El español ante el amerindio, E_ditorial Jus, 1. ª
edición, Méjico, 1993, pág. 67. .
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
Al mediodía del 26 de noviembre de 1504 -en este año se
cumple medio
milenio-Isabel la Católica entrega su alma a Dios
dejando
no sólo un gratísimo recuerdo entre sus súbditos sino las
bases
juridicas, religiosas y sociológicas sobre las cuales habrían
de edificarse las modernas naciones de Hispanoamérica.
Pedro Mártir de Angleña, humanista y escritor italiano, pre
ceptor
de los pajes de doña Isabel, comentó la muerte de esta
gran mujer
con frases elocuentes que contienen una gran pro
fundidad:
"La pluma se me cae de las manos, y mis fuerzas desfallecen:
no sé que haya habido en el mm1do, ni en los tiempos antiguos
ni en _los modernos, una heroína comparable a esta incompara
ble mujer.
»Amortajado con hábito franciscano fue llevado el cadáver de
Medina del Campo a Granada, en medio de terribles aguaceros y
tempestades y con numeroso acompañamiento. Por las noches se
depositaba el cuerpo en las iglesias de los pueblos, enlutadas e
iluminadas con cirios pintados de negro, y éntre multitud de
hombres y mujei-es, todos enlutados y con cirios negros en las
manos que, conforme a la costumbre de la época, lanzaban las
timeros gritos
y lloraban ruidosamente" (19).
Y desde entonces, al lado de su esposo don Fernando de
Aragón y de sus hijos doña Juana la Loca y
don Felipe el Her
moso, los restos
de la Gran Reina esperan el glorioso momento
de
la resurrección de los cuerpos.
Antes de continuar, citaremos el juicio del historiador Manuel
Ballesteros Galbrois que, a pesar de
su
brevedad, constituye
un
magnífico resumen del reinado de doña Isabel:
"Fue, sin duda, su reinado feliz y en el cual la Reina realiza
y cumple todo aquello_ que se había propuesto como mujer y
como gobernante. Guardó fidelidad y respeto a su esposo, cuidó
de sus hijos, defendió la religión cristiana, sujetó el desorden
levantisco de los nobles, engrandeció sus Estados, preservó a sus
súbditos de los peligros de·la disolución moral y religiosa . , .; en
(19) ANGEL SALCEDO Rmz, Historia de Espalía, Casa Editorial Saturnino Calleja
Fernández, l.2 edición, Madrid, 1914, pág. 351.
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NEMESID RODRÍGUEZ LOIS
una palabra, todos sus planes le salieron cumplidos. Todos quiZá
con excepción del de su íntima felicidad familiar" (20).
Ante todo lo anterior, estamos ya en condiciones de com
prender la influencia
que tuvo doña Isabel en la integración de
la nacionalidad mejicana.
•a.ando los reyes católicos don Fernando y doña Isabel
despacharon en enero de 1502 a ovando para Gobernador de
·La Española-le dieron, entre otras las siguientes instrucciones:
Que se les diese a los indios buen trato; que se estableciesen
escuelas
en donde se les ensefiase a leer, escribir y sobre todo·
se ~es enseñase lo que es la bondad, el amor al prójimo, la cari
dad y demás virtudes de la religión católica, y al mismo tiem
po, de inculcarles estos principios, hacerles comprender las
clifereilcias notables entre esta religión y la idolátrica que ellos
profesaban" (21).
Reforzando lo dispuesto en las Reales Ordenanzas que iban
configuµndo las bases sobre las que habJia de asentarse el dere
cho hispanoamericano, tenemos la obra realizada
por los miles
de santos misioneros
que España envió a estas tierras:
"La labor social desarrollada en América es obra sobre todo
de los religiosos. Los habitantes del Nuevo Continente, salvo en
algunos casos, eran salvajes ... Además de religión, los misione
ros enseñan a los indios costumbres morales y políticas, necesa
rias para una digna vida humana, ya que para que fueran cristia
nos habla que empezar por hacer los hombres" (22).
Algunos ejemplos servirán para confirmar lo anterior.
Cuando el conquistador Hernán Cortés desembarcó
en la isla
de Cozumel toma una decisión que, según los expertos, fue el
primer acto
juñdico realizado en tierras de Méjico: castigó a un
grupo de soldados que se habían apoderado de 'ciertos bienes
propiedad
de los indios.
(20) MANum. BALLESTBROS GAIBltOIS, op. cft., p4g. 183.
(21) .ANroNio GIB.\JA y PATKÓN, Comentarlo a las Revoluciones Sociales de
·MéxJco, Editorial Tradición, 2. • edición, Méjico, 1973, tomo 1, piiig. 120.
(22) ENRJQUETA Vlui., Santos dé Amt!rica, Ediciones Moretón, t.• edición,
Bilbao, 1968, pág. 35.
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INFLUENCIA EN MifJICD DE ISABEL LA CATÓLICA
Cedemos la palabra a Berna] Diaz del Castillo, cronista fide
digno
de esa gran. epopeya que fue la Conquista de Méjico:
"Y les mandó volver el oro, y paramentos y todo lo demás,
y por
las gallinas, que ya se hablan comido, les mandó dar cuen
tas y cascabeles. Aquí en esta isla comenzó Cortés a mandar muy
de hecho, y Nuestro Señor le daba grada, que doquiera que
ponía la mano se le hacía bien, especial en pacificar los pueblas
y naturales de aquellas partes (23).
"Este es el primer acto de Cortés en su expedición: comen
zaba
su magna obra rindiendo homenaje a la justicia, y anuncia
ba su presencia a los naturales
mostrándoles una cosa descono
cida
para ellos y de más valor que el oro que pudiera rescatarse.
"La devolución del botín y la libertad de los esclavos, era un
evangelio; era la noticia de que comenzaba para aquel país una
nueva
vida" (24).
Semanas después, deseando darle un fundamento legal a su
expedición, Cortés funda -1 22 de abril de 1519-en la Villa
Rica
de la Vera Cruz el primer Ayuntamiento que existió en tie
rras
de México; de ese modo le quitaba a su expedición el carác
ter de simple incursión de buscadores de tesoros.
"En la soledad de los arenales Cortés no fundaba solo una
villa espaiiola slno el sistema polltico mexicano del siglo JO(' (25).
Nótese la preocupación de Cortés, antiguo estudiante de
Leyes en la Universidad de Salamanca, por darle un fundamento
juñdico a todos sus actos con lo cual, repetimos, se iban colo
cando los cimientos para que sobre ellos no solamente se tras
plantase
el derecho castellano compilado por dolía Isabel sino
que, al crearse instituciones adaptadas a las nuevas realidades, se
fuese integrando
un cuerpo jutjdico novohispano de caracteris
ticas muy peculiares.
(23) Historia verdadera di, la Conquista de la Nueva Espana, Fernández
Editores, l.ª edición, Méjico, 1955, capitulo X, pág. 49.
(24) ToRIBio EsQUIVEL ÚBJI.BOÓN, Hernl:HJ Cortl!s y el Derecho Internacional en
el siglo XV,: lldltorlal Porrúa, 2.• edición, Méjico, 1985, págs. 70 y 71.
(25)
}OSI! Ftn!NTI!s MARl!s, Coriés el hombre, Editorial Grljalbo, t.• edición, Bar
celona, 1981, pág. 70.
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NEMES/O RODRÍGUEZ LOIS
Y es que si un pueblo ha sido fiel y respetuoso de su tradi
ción jurídica, ése
es el pueblo español.
«1..a tradición del sentimiento del derecho era particularmen
te viva en España; ya en la Edad Media _el Código de las siete par
tidas fue en el derecho lo que la Suma de Santo Tomás para el
pensamiento especulativo y lo que la Divina Comedia para la
poesia y el espiritu" (26).
Ahora bien, una vez que Cortés consuma la conquista de la
Gran
Tenochtitlán, se mete de lleno en una empresa mucho más
dificil como fue el caso de la Conquista Espiritual, para la cual
solicitó al Emperador Carlos I de España
que a Méjico · enviase
misioneros
de santidad acrisolada.
Fue así como, a los tres años escasos de la Conquista
-el 13
de mayo de
1524-a estas tierras llegó el primer grupo de misio
neros franciscanos que venía bajo las órdenes de Fray Martín de
Valencia.
Es edificante la escena en la cual Cortés recibe de rodillas a
los misioneros besándoles los hábitos.
Pocos años después, a la Nueva España llega quien sería el
primer obispo
de Méjico: el franciscano Fray Juan de Zumárraga
quien contribuyó al establecimiento
de la Iglesia Jerárquica a la
vez que influyó para que, en 1539, se trajera la imprenta y que,
en 1551, se fundara la primera Universidad del continente ame
ricano.
A Zumárraga le debemos también la fundación de hospitales
y escuelas que fueron centros de evangelización así como la pri
mera protesta
en la historia de México por parte de la jerarquía
eclesiástica
en contra de los oidores de la Primera Audiencia
quienes, bajo el mando
de Nuño Beltrán de Guzmán, cometían
infinidad de tropelías contra los indios.
De este modo, la naciente Iglesia Mejicana
y, de manera muy
especial, los misioneros que tenían tan estrecho contacto con los
indígenas, hacían oír su
voz en defensa de unos derechos que
estaban siendo atropellados.
(26) JOSl! PRAT GARCIA, op. di., pilg. 35,
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
"Este íntimo contacto del clero regular_ con los indios, a tra
vés de la evangelización, convierte a muchos de los frailes en loa
bles defensores de· 1os indígenas ... " (27).
Ni duda cabe que el espúitu maternal de doña Isabel la
Católica inspiraba a Fray
Juan de Zumárraga en el momento de
enfrentarse al cruel y ambicioso Nuño Beltrán de Guzmán.
Una cuarto de siglo habia pasado desde
que doña Isabel
entregara su alma al Señor
en Medina del Campo; más, sin
embargo, allí se encontraba la reina
de Castilla defendiendo a sus
humildes súbditos de la Nueva España que eran
pres·a de la ambi
ción de unos malvados
que eran indignos de ocupar los puestos
que ocupaban.
Gracias a la acción decidida y _valerosa de Zumárraga, poco
tiempo después los oidores fueron depuestos y enviados presos
a España.
Pues bien, esta justa defensa
de los indios jamás habría sido
posible si doña Isabel
no lo hubiera pedido en su Testamento y
Codicilo y
si, junto con Cisneros, no hubiera reformado las órde·
nes religiosas donde habrían de madurar su vocación personajes
de la talla de
un Zumárraga, un Martín de Valencia, un Motolinia
e infinidad de santos
que aqu! fueron llegando a través de los
siglos.
De unos años a esta parte, especialmente a partir
de la con·
memoración del V Centenario del Descubrimiento de América,
no solamente se recrudeció la antigua. Leyenda Negra antiespa
ñola sino que empezaron a oírse voces exigiendo que España
pidiera perdón
por la obra realizada en América.
Las justas y prudentes disposiciones de Isabel la Católica en
favor de los naturales del Nuevo Mundo as! como l_a obra aquí
realizada por conquistadores, juristas y misioneros hacen que
desechemos esas peticiones.
Qué oportuno resulta citar aqu! lo que al respecto noi dice
el maestro
don Alberto Caturelli:
(27) GUIIJ.ERMO FLoRIS MARGAOANT, La Iglesia Mexicana y el Derecho, Editorial
Pomía, 1.ª edición, Méjico, 1984, pág. 110. ''-
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NEMES/O RODR[GUEZ LOIS
"España como nación y la Iglesia en España como Iglesia, de
nada tienen que arrepentirse ni pedir perdón (¡nada menos que
por la obra de Jmplantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo!);
salvo1 es claro, por aquella infidelidad a su propia misión cuan
do abandonó el ideal descubridor y misionero claramente mani
festado en Colón e Isabel" (28).
Una vez que aquí se instituye el Virreinato de la Nueva
España los virreyes
que empiezan a llegar se muestran no sola
mente como celosos observantes
de las disposiciones legales sino
que
van más allá al manifestar un cariño paternal por los nuevos
súbditos. Este trabajo
quedaña incompleto si no tocásemos -breve
mente, por supuesto-lo referente a la Inquisición, tribunal re
ligioso
que desempeñó importantes funciones judiciales en la
Nueva España y
que doña Isabel instaló en su reino.
Al llegar a este punto es preciso partir de una idea medular:
resulta imposible entender el tema de
la Inquisición con la men
talidad propia de quienes vivimos
en los albores del siglo XXI.
Algo tan absurdo como utilizar en nuestros días aquellos billetes
que circulaban hace cuatro décadas y que mostraban la efigie de
los Reyes Católicos o
de San Isidoro de Sevilla.
En
1479 los Reyes Católicos restablecen el Tribunal del Santo
Oficio y
al hacerlo no lo hacen contra la voluntad popular sino a
petición de
un pueblo piadoso y combativo para el cual el here
je era el Gran Contaminador,
el enemigo de la salvación del alma:
"Parece indiscutible que los móviles esenciales de los reyes
al renovar la
Inquisición e implantarla con toda su dureza, tuvie
ron
una inspiración estrictamente religiosa. Para ellos -sobre
todo para Isabel-preservar la fe cristiana de toda contaminación
herética formaba parte fundamental de sus deberes como sobe
ranos de una nación católica" (29).
En aquellos años en que los Reyes Católicos tenúan una inva
sión sarracena
que fortaleciese a los moros de Granada y pusie-
(28) El Nuevo Mundo, ED,\MEX, 1.• edición, México, 1991, pág. 446.
(29)
Fl!RNANOO VJZCAINo CABAS, Isabel, camisa vieja, Editorial Planeta, 1.• edi
ción, Méjico, 1987, pág. 89.
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INFLUENCIA EN MBJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
ra en riesgo a los cristianos de la península, se vela con recelos
a judíos que,
por sus tratos continuos con los mahometanos,
podrian poner en riesgo la unidad nacional.
Por otra parte, deseando salvar a los súbditos de ultramar de
las herejias que tantas desgracias ocasionaban en Europa, tam
bién en la Nueva España se implantó la Inquisición, la cual, den
tro
de sus funciones, tenía la de moralizar el ambiente.
Al llegar a este punto citamos la autorizada opinión de nues
tro inolvidable maestro
don Salvador Abascal:
"El corregir la Inquisición toda clase de errores teológicos, ·
fue un gran bien social, pues asi destruyó la ralz de di.versas posi
bles herejías, llegando a ser muy recto, dentro de una gran sen
cillez, el criterio del pueblo, verdaderamente sabio aunque anal
fabeto en cuanto a letra escrita, no en cuanto a las grandes ver
dades bien predicadas y repetidas y amorosamente oidas• (30).
Gracias a la Inquisición fue posible que los habitantes de
estas tierras se curasen en salud evitándose males mayores.
No olvidemos cómo
en aquel entonces un clima de intole
rancia religiosa destrozaba Europa; tristemente célebres
fueron
los reyes Enrique VIII e Isabel I de Inglaterra, el primero man
dando decapitar a Santo Tomás Moro y su hija emprendiendo
una sangrienta persecución anticatólica, que ya habla iniciado su
padre.
Y la misma actitud intransigente y sanguinaria contra los cató
licos fue
la marca distintiva tanto de Lutero como de Calvino.
"•La Inquisición Española•, nos dice Salvador Abascal, cum
plió con su mi.slón: durante 3 sjglos ayudó eficazmente a salvar
a España y a Cristianoa.mérica de la herejía y, consecuentemente,
de las costumbres inmorales y depravadas, que destruyen la paz
social y política, porque ésta es imposible si no la hay en su raíz,
en su entrafia, en el hogar. Y el hogar no se mantiene lhnpio,
unido y en paz si en su seno las mentes se coaompen adoptan
do cualquier grave error teológico' (31).
(30) La Inquislddn en Htspanoam~ca, Editorial Tradición, l.ª edición,
Méjico, 1998, pilg. 158.
(31) ldem, 4." de forros.
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NEMESIO RODRÍGUEZ LO!S
Sin embargo, los enemigos de España y de la Iglesia no se
cansan de insistir en sus calumnias que hablan de tres largos
siglos de oscurantismo y represión en los que, bajo el estandarte
de la fe católica, se cometieron los peores atropellos.
No obstante, a pesar de que, dentro del
mundo angloprotes
tante,
es donde con mayores brios han brotado dichas calumnias,
no faltan. autores serios como Philip W. Powell quien, al tratar
este
punto nos dice lo siguiente:
"La versión vulgar y simplista del reinado de España en
América, como época de tiranía y pillaje, esclavitud, tributación
desangrante
y obscurantismo, no está de acuerdo con los hechos.
El gobierno español, a lo largo de este período, fue generalmen
te más benigno que lo han sido la mayoría de los gobiernos his
panoamericanos posteriores a la separación. de España. De no
haber sido así, la dominación española no hubiera tenido tan
larga vida" (32).
El miSJilO autor, refiriéndose al caso concreto de la Nueva
España, cita a Lesley Byrd Simpson, quien,
en su obra Many
Mexicos, hace la siguiente reflexión:
"Considero que la capacidad media de los virreyes de Nueva
España (Méjico) era tanta que ningún país, a mi juicio, fue más
afortunado con ·sus gobernantes. Nueva ·España tuvo muchas
cosas en su contra ... pero disfrutó una larga vida (¡300 años!) de
relativa paz, estabilidad y prosperidad, en marcado contraste con
las pendencieras naciones de Europa" (33).
Es tal la maraña de calumnias que se han tejido contra la obra
de España
en América y, en los últimos años, contra Isabel la
Católica que
si algún investigador serio se propusiera emprender
la noble labor de rectificar la historia de España en América,
necesariamente
tendría que empezar repitiendo en voz alta lo
que el hispanista Carlos Pereyra nos dice en el epigrafe de una
de sus mejores obras:
(32) Árbol de Odio (Traducción de Carlos Sainz de Tejada), Ediciones IRIS DE
PAZ, 1.ª edición, Madrid, 1991, pág. 33.
(33) Ibídem.
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INFLUENCIA EN M2JICO DE ISABEL LA CATÓLICA
"No vengo a decir cuáles son las verdades ocultas entre
tantas mentiras, sino cuáles son las mentiras que impiden el paso
a tan pocas verdades" (34).
Siempre que se desbaratan calumnias ocurre lo mismo que
pasa cuando se descorre
una cortina que impide que los rayos
del sol penetren
en una estancia que durante mucho tiempo ha
permanecido a oscuras: la claridad que irradia la luz hace que se
vea todo con detalle
y, por lo tanto, que recibamos la sorpresa
de encontrarnos con una serie de maravillas
que no siquiera ima
ginábamos que pudiesen existir:
"Isabel inspira la Legislación de Indias, que igual que los
misioneros que acompañan a los conquistadores, mantiene la
conciencia
y el sentido de la evangelización, contra cualquier
abuso, que ciertamente se cometieron, pero no en la forma que
pretenden los detrac;tores de la España defensora de la fe, de la
cultura hispánica cristiana" (35).
De este modo, gracias tanto a su genio político como a su
gran amor
por los indios, Isabel la Católica puso las bases de un
gran imperio que, a pesar de que ya no constituye una entidad
monolítica con fuerza política propia,
ha sabido trascender en el
tiempo debido a
que sus raíces espirituales brotaron de las semi
llas
que en el surco depositara la Gran Reina.
Un imperio "sui generis"
que en este naciente siglo XXI con
tiene la reserva espiritual que habrá de manifestarse en un cer
cano porvenir.
Un imperio al cual los Sumos Pontífices de la Iglesia Católica
han bautizado de un modo significativo: el Continente de la
Esperanza:
"Único imperio -nos dice José Robredo Galguera-que tuvo
por meta una realización espirimal, la salvación de las almas, la
igualdad de todos los hombres, porque todos son hijos del
mismo Padre, Dios, todos tienen el mismo último fin, y todos tie-
(34) México falsificada, Editorial Polis, l." edición, Méjico, 1949.
(35)
Ku.us FELDMANN, Isabel la Cruzada, Ediciones UPAEP, l.ª edición,
Puebla, 1993,
pág. 16.
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NEMES/O RODR[GUEZ LOIS
nen la capacidad para alcanzarlo. Este es uno de los fundamen
tos sustanciales del ideario de la Hispanidad" (36).
Debido a que doña Isabel consideraba a los indios de Amé
rica no solamente hombres libres sino súbditos de la Corona de
Castilla empezó
por reconocerles una serie de derechos elemen
tales que; andando
el tiempo y como antes dijimos, también les
reconocieron los monarcas
que le sucedieron en el trono así
como los gobernantes que llegaban al Nuevo Mundo y
-en
nuestro caso concreto-los virreyes que vetúan a la Nueva
España.
En primer lugar, doña Isabel y gracias a ella los virreyes y
obispos
que cumplieron su misión en la Nueva España, les pe
dían prudencia a los misioneros
en el momento de bautizar a los
conventos, o sea,
que dichos bautismos no los hicieron con pre
cipitación sino que fuesen el resultado de
una madura reflexión.
Posteriormente, se
tratarla de que los indios se integrasen en
tomo a la institución familiar con el objeto de hacerlos más socia
bles
y, por ende, evitar que continuasen vagando desnudos por
los bosques.
Una vez bautizados, les reconocian el derecho a la formación
de sus poblaciones,
con un gobierno propio por ellos designado,
con iglesia, escuela, hospital común y -muy importante--se
tema un empeño muy especial de que los convertidos celebrasen
matrimonio canónico.
"Desde que la reina doña Isabel resolvió la inco()Joración de
los indios a su corona y su asimilación a su raza, aconsejó la
unión matrimonial de indios · con españoles y de españoles con
indias "." (37).
Esto es de una gran importancia, puesto que, debido al con
cepto católico de
que no hay razas superiores o inferiores por la
sencilla razón de que todos somos hijos de Dios, se fomentó la
(36) La Hispanidad a traWS de los siglos, Ediciones Club España, 1. ª edición,
Méjico, 1954, pág. 73,
(37) ANToNIO GíBA¡A y PATRÓN, op. cit., pág. 125.
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INFLUENCIA EN Ml!JICO DE ISABEL LA CATÓLICA
unión de las razas, unión que, andancio el tiempo, darla naci
miento al pueblo mestizo
que actualmente constituye la pobla
ción mayoritaria
no solo de México sino del resto de Hispano
américa.
Dicha unión de sangres se dio en México durante los tres
siglos del virreinato, época
en la cual el sociólogo Isaac Guzmán
Valdivia nos dice que "están
ahi los elementos esenciales de
nuestra nacionalidad: en lo material, el territorio y la fusión de las
razas; y
en lo espiritual, la religión y la lengua:
"SI hemoo de preguntar quiénes somoo, la respuesta la clan
esas cuatro realidades que a! unirse dan vida a nuestro ser na
cional" (38).
Efectivamente, los matrimonios fueron formando familias que,
.unidas
una a otras, integraron ayuntamientos que fueron la base
jurídica sobre la cual habría
de asentarse el Estado Mexicano.
Al mismo tiempo, los misioneros, en el momento en que
catequizaban iban enseñando no solamente los principios ele
mentales
de la fe cristiana sino la lengua castellana la cual habría
de transformarse
en un sólido elemento de unidad nacional.
De este modo, gracias a
un pueblo mestizo que se establecía
en poblaciones que los misioneros fundaban en tomo a los con
ventos, que para comunicarse utilizaban
un idioma común y que
adoraba a Jesucristo se fue integrando
la Nación Mejicana.
Nos sigue diciendo el autor citado:
"La Nueva España fue una comunidad humana con una cul
tura teocéntrica y una civilización en la que todas las institucio
nes estuvieron inspiradas en los valores de la religión católica. La
cultura y la civilización respondieron a los principios del huma
nismo cristiano" (39).
Y, en medio de esa cultura teocéntrica, se dan los necesarios
beneficios materiales para
que la comunidad se desarrolle y pros-
(38) Los valores de nuestra nadona/Jdad, Editorial Limosa, l.ª edición,
Méjico, 1985, pág. 19.
(39) Ibídem.
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pere: desde España llegan plantas como la vid; cereales como el
arroz,
el trigo, el garbanzo y la cebada; y animales domésticos
como lo fueron vacas, cerdos y ovejas. Todo lo anterior constitu
yó
una serie de vitales recursos alimenticios que eran desconoci
dos
en el· Méjico precortesiano.
Eso sin contar la gran labor civilizadora
que realizaron los
emigrantes al enseñar a los indígenas oficios tales como los de
agricultor, minero, ganadero, carpintero, curtidor de pieles, pla
tero y muchos más,
con los cuales estaban capacitados para
ganarse honestamente la vida. Oficios cuya enseñanza se ha ido
trasmitiendo de generación en generación, pero cuyos primeros
maestros fueron los humildes pero tenaces emigrantes españoles.
De este modo se cumplía
con lo estipulado en el Codicilo
que doña Isabel dictara tres días antes de morir:
"Instruir a los habitantes en la fe dotándoles de buenas cos
tumbres poniendo en ello el celo debido y -algo muy importan
te-que no se consienta que sufran daño alguno, sino que hagan
lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad".
Y fue asf como, sin haber puesto sus reales plantas en un
Méjico del cual la reina de Castilla jamás tuvo noticia, Isabel la
Católica fue preparando el camino para
que se implantaran los
elementos constitutivos de la nacionalidad mejicana.
Por todo lo anterior, se
puede considerar a Isabel la Católica
como la madrina de bautismo de este Continente de la Esperanza
del cual Méjico es una de las naciones
más imperantes.
En este 2004
en que se cumplen quinientos años del falleci
-'tniento
de la Gran Reina vale la pena comentar un dato muy sig
nificativo.
Si uno de los paises de Hispanoamérica ha sufrido los estra
gos de la Leyenda Negra antiespañola
ése fue precisamente Méxi
co, en donde influencias de tipo masónico, socialista y angloprotes
tante han configurado una historia oficial
en la cual los civilizadores
españoles son presentados
peor que si fueran piratas del Caribe.
Durante más
de un siglo y medio, millones de niños han reci
bido este tipo de influencias, siendo esa una de las razones por
las cuales aquí en México se da un marcado antiespañolismo.
800
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
Más, sin embargo -Y como antes dijimos--- el único monar
ca español de aquellos tiempos al que se le reconocen todas sus
virtudes ése
es precisamente Isabel la Católica.
Y prueba de ello
es el hecho de que lleva su nombre una de
las calles de más rancio abolengo del Centro Histórico
de la
Ciudad de Méjico.
Anteriormente dicha calle tenia el nombre de Calle del
Espiri
tu Santo y, entre fines del siglo XIX y principios del xx, adquirió
el nombre
que tiene actualmente.
Aquí lo extraño es que
no deja de ser curioso que dicho
nombre haya permanecido durante las primeras décadas del siglo
pasado, tiempos aciagos
en los que Méjico padeció, bajo la dic
tadura del general Plutarco Elías Calles,
una amarga persecución
religiosa
que acabó siendo la causa de la Guerra Cristera.
A pesar del odio jacobino
en contra de todo lo que tuviera
que ver con el catolicismo, el nombre de Isabel la Católica se
mantuvo
en una calle desde la cual, a muy corta distancia, puede
verse el Palacio Nacional que era donde los gobernantes anticle
ricales de aquel entonces manejaban todos
los hilos del poder.
Isabel
la Católica, la primera Gobernadora del Nuevo Mundo
y, en cierto modo, también de un Méjico al cual esta gran dama
le puso los cimientos religiosos, sociales, jurídicos, lingüísticos y
culturales.
Isabel la Católica, modelo ejemplar para todos los
buenos
gobernantes.
La Gran Reina cuya causa de beatificación ha sido introduci
da
en Roma, alentando en todos nosotros la legítima esperanza
de
que un feliz día podamos venerarla en los altares con el sig
nificativo
titulo de Santa Isabel de España.
801
Fundaci\363n Speiro
DE ISABEL
LA CATÓLICA
POR
NEMESIO RODIÚGUEZ. Lors
SUMARIO: Isabel era por fin reln.a.--Era el 13 de diciembre de 1474.
Isabel en América sólo busca la gloria de Dios.
El próximo 26 de noviembre de este 2004 se cumple medio
milenio de que en el viejo castillo de La Mota, allá en Medina del
Campo (Valladolid), traspasara los umbrales de la eternidad la
mejor reina que jamás se haya sentado en el trono de España.
Efectivamente, al
medio día del 26 de noviembre de 1504
fallecía Isabel
la Católica y, una vez conocida la noticia, su más
fiel colaborador el Cardenal Cisneros comentaba con ·amargura:
"Desaparece una reina que no ha de tener semejante en la
tierra:
por su grandeza de alcpa, pureza de corazón, piedad, jus
ticia a todos por igual, espíritu conservador de las leyes antiguas
y ordenador de nuevas, por la creación de un rico patrimonio y
economía fuerte, que es lo más importante para el re.in.o y para
el pueblo" (1).
Medio milenio ha pasado desde aquella triste jornada y ante
la efeméride
que habrá de conmerr.iorarse deseamos tratar acerca
de la influencia que la gran reina de Castilla tuviera en los desti
nos de Méjico.
(1) Citado por Josa MARfA GIL, El misterio de Isabel ia Católica, Comité
Nacional de beatificación de Isabel la Católica, l.ª edición, Madrid, 1992,
pág. 358.
Verbo, núm. 419-420 (2003), 775-801. 775
Fundaci\363n Speiro
NEMES/O RODRÍGUEZ LO/S
A pesar de que una de las calles de mayor prosapia del viejo
Centro Histórico de la capital mejicana lleva
el nombre de Isabel
la Católica, como que suena fuera de lugar que este personaje
haya tenido
una influencia decisiva en la integración de la
nacionalidad mejicana.
Y todo porque -como antes dijimos-Isabel fallece en 1504
y no es sino hasta 1521, diecisiete años más tarde, cuando
Hernán Cortés conquista
un Méjico que la reina de Castilla jamás
llegó a conocer.
Sin embargo
-y como a continuación intentaremos demos
trar-la influencia de Isabel en la integración juridica, sociológi
ca, lingüística, cultural y espiritual de Méjico fue decisiva.
Con el fin de mejor comprender la trascendencia de esta gran
mujer, preciso será hablar
un poco de la influencia que Isabel
recibió desde su más tierna infancia
y, de modo más concreto,
del medio ambiente social, cultural e incluso climático donde
vino al mundo,
"No fue, ciertamente, un hecho casual o fortuito el que la
infanta Isabel viniera a este mundo en Castilla: la de las grandes
catedrales para Dios
y la de las humildes chozas para sus hijos;
la de los invictos castillos contra la morisma y la de los pobres
monasterios para sus monjes; la región de horizontes infinitos,
donde cielo
y tierra se besan y abrazan en lontananza, donde el
espiritu es propicio a la contemplación serena y a la visión
amplia y espaciosa, despegando nn tanto la vida de la tierra para
fundirla con el cielo" (2).
Debido a una serie de circunstancias que no viene a tema
detallar, la influencia y años mozos de Isabel se desarrollan
en un
ambiente de continua lucha, lo cual va moldeando su carácter
hasta hacer de ella una mujer
de recio temple que, con tal de
defender sus derechos, no le importa montar en su caballo y salir
a combatir dondequiera que la situación lo amerite.
Sin embargo, esta serie
de circunstancias providenciales le
ba<;en subir no solamente al trono de Castilla sino que, tras su
(2) ]OSÉ MAiúA GIL, op. dt., pág. 8.
T/6
Fundaci\363n Speiro
INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
matrimonio con el príncipe don Fernando de Aragón, unir ambos
reinos
y posteriormente -tras la reconquista de Granada-con
solidar la unidad española.
Isabel era, por fin, reina
"Después que todos los nobles presentes besaron su mano y
le prestaron juramento de fidelidad, se dirigió a la Catedral, donde
se prosternó humildemente ante el altar mayor, dando gracias a
Dios
por haberla salvado de tantos peligros y pidiéndole la gracia
necesaria para gobernar conn arreglo a la voluntad divina'( (3).
Era el 13 de diciembre de 1474
En el momento de asumir tan alta responsabilidad, Isabel
terna cabal consciencia de cómo, si bien terna derechos irrenun
ciables,
no menores eran sus obligaciones, ya que los pueblos no
son propiedad de los reyes sino _que los monarcas deben ser los
primeros servidores de sus súbditos a quienes, con la ayuda a
Dios, habrán
de encauzarlos por la senda del Bien Común.
Cuán oportuno resulta citar aquí a Santo To1nás Moro, aquel
mártir inglés del siglo XVI a quien Juan Pablo II proclamó Santo
Patrono
de los políticos católicos:
"El rey debe velar más por la felicidad de su pueblo que por
la suya, porque es como un pastor, y el pastor antes que nada
tiene que apacentar a sus ovejas" ( 4).
Al llegar a este punto, vale la pena recordar aquella vieja fór
mula
con la cual, en medio de una solemne ceremonia, los hom
bres más notables del reino proclamaban la realeza del nuevo
monarca: "REX ERIS "sr RECTE FACIAS; SI NON FACIAS NON ERIS".
(3) WILLIAM Tuo~ WALSH, Isabel la Cruzada (Traducción de Carlos M.
Castro Cranwell), Editorial Espasa Calpe (Argentina), 3.ª edición, Buenos Aires,
1955, pág. 47.
(4) Utopía. Editora Nacional, l.ª edición, Méjico, 1972, pág. 55.
777
Fundaci\363n Speiro
NEMES/O RODRÍGUEZ LO!S
Mediante dicha fórmula, se distinguía pulcramente entre lega
lidad y legitimidad:
-LEGALIDAD. Consiste en el cumplimiento de los requisitos
necesarios para que una nonna jurídica tenga el carácter de
Ley. La legalidad afecta lo externo, o sea, la forma.
-LEGrrIMIDAD: Consiste en la Justicia intrínseca de la norma,
esto es, que se halla en plena concordancia con las exi
gencias del derecho natural.
Abundando en lo mismo, vale la pena distinguir entre legiti
midad de origen y legitimidad de ejercicio.
Puede darse el caso de que un gobernante, apegándose a la
legislación vigente, acceda
al poder y con ello posea la legitimi
dad de origen. Ahora bien, pudiera ocurrir que ese mismo gober
nante, al violar
una serie de normas que salvaguardan los dere
chos inherentes a
la persona humana, pierda la legitimidad de
ejercicio quedándose tan solo con la legitimidad de origen.
Y
como lo que realmente importa es que un gobernante
posea la legitimidad de ejercicio, si ésta se pierde el gobernante
se transforma en un tirano al cual la comunidad deberá apartar
cuanto antes del poder.
Isabel la Católica
sube al trono teniendo en contra a los par
tidarios
de doña Juana la Beltraneja -supuesta hija de su medio
he1mano Enrique IV el Impotente-motivo por el cual pudiera
ponerse en duda su legitimidad de origen.
Mas, sin embargo, al
gobernar como lo hizo, aquello quedó
en un segundo plano, ya que su permanencia en el trono se jus
tificó mediante la legitimidad de ejercicio propia de una reina que
sabía gobernar de manera sabia y justa por la simple razón de
que se consideraba delegada de un Dios ante el cual habría de
rendir cuentas rigurosas:
778
"La base de la moral cristiana estriba en la responsabilidad
de nuestros actos, no sólo en el tiempo, sino principalmente des
pués de la muerte; si quitamos esa responsabilidad trascenden
tal todo ·el edificio se derrumba, no sólo de la moral, sino del
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INFLUENCIA EN Mt]ICO DE ISABEL LA CATÓLICA
derecho, pues toda regla de conducta vendría a reducirse a evi
tar al gendarme" (5).
Complementando lo anterior, Manuel Ballesteros Gaibrois nos
dice lo siguiente:
"Si la reina Isabel ha sido sobrenombrada por la Historia, tras
la concesión pontificia, con el dictado de la Católica, ha sido evi
dentemente porque la Reina ajustó
sus empresas a la norma y al
espíritu de la santa religión del Crucificado ... Isabel concibió su
vida toda como cumplimiento de misiones que debía realizar
conforme a una doctrina y ajustadas a una moral: la del catoli
cismo" (6).
Cuando Isabel empieza a reinar el cuadro existente en la
Castilla de
la segunda mitad del siglo XY era confuso y depri
mente tanto porque las leyes eran poco conocidas, porque las
normas
no se cumplían, por la prepotencia de los nobles, por los
bandoleros que infestaban los caminos y
por la relajación exis
tente en conventos y monasterios.
Con el fin de proporcionarle seguridad jurídica a sus gober
nados, Isabel inicia
una labor de reunificación de las leyes exis
tentes con el fin de que no prevaleciesen ni las Siete Partidas, ni
el Fuero Real, ni el Ordenamiento de Alcalá.
En 1480 las Cortes de Toledo encomiendan dicha tarea al
jurisconsulto Alfonso Díaz
ele Montalvo quien en menos de cua
tro
años concluyó su trabajo dando origen a las Ordenanzas
Reales de Castilla
cuya primera impresión se hizo en Zamora
en 1485.
A partir de
ese momento, Castilla logró contar con un códi
go general y uniforme que pudo tener aplicación universal.
Los nobles levantiscos fueron sometidos
por medio de efica
ces acciones
de guerra en las que la pólvora jugó un papel deci
sivo, una vez sometidos sus castillos fueron demolidos y, al cen-
(5) ToRIB10 EsQuIVEL OBREGÓN, Apuntes para la historia del Derecho en
M~ico, Editorial Porrúa, 2.ª edición, Méjico, 1984, tomo l, pág. 508.
(6) Isabel de Castilla, Reina Católica de España, Editorial Nacional, 2.:" edi-
ción1 Madrid, 1970, pág. 127. -~/
779
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NEMESIO RODRÍGUEZ LOIS
tralizarse el poder real, se logró que la nobleza dejara de ser feu
dal para iransformarse
en cortesana.
Los bandoleros que tanto terror sembraban en los caminos
fueron sometidos
por medio de la Santa Hermandad, una espe
cie de policía rural que,
en muy poco tiempo, devolvió la tran
quilidad a los pueblos
de España.
En lo referente a la reforma de las órdenes religiosas, Isabel
prestó todo su apoyo al Cardenal
don Francisco Jiménez de Cis
neros, quien a base de nonnas estrictas logró en pocos años el
milagro de que renaciera una espiritualidad que los monasterios
habían perdido desde mucho tiempo atrás.
Como podemos observar, la mentalidad de Isabel la Católica
es la de
una reina que, al igual que su antepasado San Femando
de Castilla, ha decidido emprender la C\"Uzada definitiva contra el
Islam.
Ante tan grande empresa, Isabel comprende que iniciar dicha
Cmzada sin sanear antes el ambiente social del reino así como
el
a1nbiente moral de las órdenes religiosas, serla empresa tan inú
til como echar agua en el mar.
Eso explica que, fiel a
su mentalidad de católica militante, la
reina brinde todo su apoyo a
un austero fraile franciscano que,
al igual que ella, había nacido también en tierras de la áspera
pero muy espiritual meseta castellana.
No tiene caso entrar
en los pormenores de una reforma
hecha tan a conciencia que,
segón opinión de los expertos, logró
impedir que
en España se dieran los estragos causados por el
protestantismo en la atribulada Europa de los siglos XVI y XVII.
Aproximándonos al tema que nos ocupa, Toribio Esquive!
Obregón reconoce como "gracias a la reforma de Cisneros, España
pudo mandar a América la pléyade de santo.s y sabios varones
que primero predicaron el evangelio, y que se desvelaron para
defender a los indios y salvar una raza cuyos destinos
no está en
la inteligencia humana de prever" (7).
El 12 de octubre de 1492 tiene lugar el Descubrimiento de
América, mas sin embargo, seis meses antes (17 de abril de 1492)
(7) TORIB10 ESQUIVEL OBREGÓN, op. dt.; pág. 502.
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INFLl!ENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
se firman las Capitulaciones de Santa Fe que establecen las bases
jurídicas sobre las que habrían de as.entarse las instituciones
que
en el futuro se crearían en el Nuevo Mundo.
Como es natural, dicha regulación desconoce las condiciones
de los pafses
donde habria de aplicarse. Por lo pronto se aplican
los principios jurídicos medievales que estaban
en vigor, o sea,
las nonnas e instituciones
que formaban parte de un derecho cas
tellano
que la reina Isabel había reunificado pocos años antes.
Esto explica
que no fuesen galeones que a bord~ trajesen
piratas saqueadores los
que fondeaban en las costas del Nuevo
Mundo;
por el contrario, aun antes de que Rodrigo de Triana gri
tara: "¡Tierra!", existía ya la intención de regular conforme a dere
cho las situaciones sociales
que se fuesen presentando.
Una vez
que Colón hubo regresado de su primer viaje, se
presentó ante los Reyes a
dar cuenta del porrentoso descubri
miento.
Vale la pena citar a uno de los biógrafos de la reina Isabel,
pues solamente de ese modo comprenderemos la mentalidad
1nisionera que animaba a nuestro personaje:
"Cuando Colón terminó su relato, el Rey, la Reina, el Príncipe
y toda la Corte se arrodillaron y elevaron sus manos dando en
alta voz gracias al Cielo, mientras el coro-real entonaba el Te
Deum; después todos se pusieron en pie y atravesaron _la ciudad
en alegre procesión" (8).
Por su parte, desde la intimidad de su celda, un religioso, que
prefiere
no decirnos su no1nbre, comenta aquel hecho histórico
de un modo elocuente:
Isabel en América sólo busca la gloria de Dios
"Ordena que se trata bien a los indios, que se les enseñe a
trabajar;
pero que se les pague su jornal, porque trabajando se
acomoden mejor a recibir la civilización y la doctrina. Al saber
que Colón había hecho algunos é.sci.3:vos dijo: .¿ Quién le ha man-
(8) WILUAM THOMAS WALSH, op .. cit., pág. 175.
781
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NEMESIO RODR[GUEZ LOIS
dado para disponer de mis vasallos?:,. No quiere que se les fuer
ce a ser cristianos, pero exige que se les instruya en la religión,
pues es tan hermosa, que gustosos la abrazarán si se la enseñan
bien ... " (9).
En el momento en que se da el Encuentro entre el Viejo y el
Nuevo Mundo, de irunediato, surge la primera controversia, o
sea, dilucidar si las tierras recién descubiertas pertenecen a la
Corona
de Portugal o a la Corona de Castilla.
Es entonces cuando ambos tnonarcas se someten bajo el arbi
trio del Papa Alejandro
VI, quien, después de alabar el esfuerzo
realizado
por los reyes Femando e Isabel en la extensión de la fe
cristiana que les habfa llevado a reconquistar Granada, les hizo
donación
de las islas y tierras recién descubiertas y por descubrir
que se hallaban hacia el Occidente, con tal
de que no pertene
cieran a otros principes
cristianos.
El Papa solicitaba que continuasen con el esfuerzo de exten
sión
de la fe católica y que indujeran a recibir dicha fe a los habi
tantes del Nuevo Mundo.
"En relación con las nuevas tierras, cuya soberanía concedió
el Papa a los reyes de España, encargándoles de su evangeliza
ción,
el Papa ordenó a dichos reyes «en virtud de la sru1ta obe
diencia•, que enviaran (destinare debeatis) misioneros -probos,
doctos y experimentados•. De este modo el Papa confiaba, dele
gaba en los reyes de España una función fundamental de la
Iglesia,
una función propiamente eclesiástica: la de ~ir a enseñar
y bautizar a todos los pueblos•" (10).
"Roma, pues, enV:ta claramente a España a América, y en el
nombre de Dios se la da para que la evangelice. En otras pala
bras,
el único título legítimo de dominio de España sobre el
inmenso continente americano reside en la misión evangeliza
dora" (11).
(9) Un carmelita descalzo, Isabel la Católica, Apostolado Mariano, 2.'" edi
ción, Sevilla, 1987, pág. 91.
(10) JEAN DUMONT, El amanecer de los derechos del hombre (Traducción:
María
José Antón). Encuentro Ediciones, l.ª edición, Madrid, 1997, pág. 32.
(11)
Jos~ MAR1A IRABURU, Hechos de los Apóstoles de América, Fundación
Gratis Datae, l.ª edición, Pamplona, 1992, pág. 41.
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
A partir de entonces, se produce la penetración no solo espa
ñola sino incluso europea
en tierras del Nuevo Mundo, una pene
tración que, según el catedrático José Ignacio Echegaray,
"daña
lugar a la incorporación del Nuevo Mundo al derecho occidental,
mediante las normas trasplantadas, adaptadas y luego creadas
que, a lo largo de tres siglos, rigieron los dominios del Imperio
Español" (12).
Dentro· de ese fenómeno n1igratorio y misionero que se dará
inintemnnpidamente durante más de trescientos años, se tras
plantan instituciones que van a constituir el fundamento de la
cultura occidental
en las tierras recién descubiertas.
Al mismo tiempo que se produce ese trasplante de institu
ciones, se da
un clima de absoluto respeto hacia los pritnitivos
habitantes del Nuevo Mundo al prohibir que los conquistadores
los tomen como esclavos:
"Fue en los años iniciales del Nuevo Mw1do cuando aconte
ció la primera gran campaña antiesclavista de la historia no sólo
por razones de derecho, sino por consideración religiosa y huma
nitaria.
La doctrina juñdica quedaba en cierto modo definida en
el Testamento de Isabel la Católica, cuando al estimar misión de
lÓs descubridores el adoctrinamiento en la fe religiosa y en las
buenas costumbres, encargaba a
los reyes, sus sucesores, que no
consintieran agravio en las personas y bienes de ·los habitantes
naturales de las Islas y Tierra Firme y mandaba que fueran buena
y justamente tratados" (13).
Reunificando el derecho castellano, reformando las órde
nes religiosas y dictando justas disposiciones
en favor de los
naturales del Nuevo Mundo, Isabel
la Católica fue creando el
ambiente propicio para que, dentro de España,
se forjasen
los varones
que -ya fuese con la espada, ya fuese con la
Cruz-habrían de contribuir al nacimiento del Méjico hispa
nocatólico.
(12) Compendio de Historia General del Derecho, Editorial Porrúa, 3.ª edi
ción, Méjico, 2002, pág. 193.
(13) Josa PRAT GARCÍA, Medio milenio del Nuevo Mundo, Editora Nacional,
1/ edición, Madrid, 1985, págs. 88 y 89.
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NEMES/O RODR[GUEZ LOIS
En el. aspecto jurídico, cuatro son las bases sobre las que se
asientan los derechos de los indios a sus propiedades, a su liber
tad e incluso a su autonomía:
-Bula "Inter coetera' de Alejandro VI.
-Las Instrucciones dadas por los Reyes Católicos a Cristóbal
Colón.
-Las múltiples disposiciones contenidas en las Leyes de
Indias.
-El Testamento de Isabel la Católica.
Al respecto, el historiador José Gutiérrez Casillas, S. J., nos
dice lo siguiente:
"El sistema de gobierno general de la Nueva España no se
formó de un solo golpe ni se implantó de una sola vez. A raíz
del descubrimiento
de América, se estableció en España para el
gobierno
de sus colonias, un cue,po llamado ·Consejo de Indias,,.
Se consideraba la Nueva España como parte de los muchos reinos
que entonces formaban
la Corona Española. De la misma manera
que el rey gobernaba a Aragón mediante el Consejo de Aragón, y
a Castilla
mediante el Consejo de Castilla, regia a las Indias median
te el Consejo de Indias. Era un cuerpo legislativo donde se forma
ban las leyes que debían regir estos vastos dominios" (14).
En 1524 se crea el Consejo de Indias, organismo que empie
za a funcionar en las postrimerías del reinado de los Reyes Cató
licos y cuya función era atender los problemas americanos.
Era,
por decirlo en lenguaje moderno, una especie de minis
terio español de ultramar.
Su primer presidente fue Fray García de Loaysa, O. P., maes
tro general de la Orden de Santo Domingo.
El Consejo de Indias le proponía al monarca español una
serie de hombres de entre los cuales éste debería designar al
(14) Historia de la Iglesia en México, Editorial Porrúa, l.ª edición, Méjico,
1974, pág. 39.
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INFLUENCIA EN ME]ICO DE ISABEL LA CATÓLICA
virrey que habtia de gobernar el respectivo virreinato y que se
suponía
deberla ser la imagen misma del Rey ya fuese gobernando
Nueva España, Nueva Castilla,
Nueva Granada o el Río de la Plata.
Todos los virreyes de América fueron imágenes vivas de su
monarca
y, por lo tanto, leales a su misión de velar por el inte
rés común.
El gran amor que Isabel la Católica sentía por sus súbditos de
allende los mares lo heredaron los reyes que le sucedieron en el
trono y aquí
en América lo manifestaron los virreyes que -como
antes dijimos-era la imagen viva del monarca español.
Un ejemplo ilustrará lo anterior:
"Era tal el celó con que don Luis de Velasco, virrey de la
Nueva España,
respetaba la dignidad de los indios, que decidió
darles la libertad a ciento cincuenta
mil que trabajaban como
esclavos en las minas".
Ante el disgusto que tal medida provocó y a que muchos de los
afectados reclamaron diciendo que
'!,Cabaña perjudicándose el Era
rio Real, don Luis de Velasco respondió diciendo "que más impor
ta la
lib(J['fad de los indios que las minas de todo el mundo y que las
rentas
que pueda perc;tbir la Corona, pues no son de tal naturale
za que por ellas se vayan a atropellar leyes divinas y humanas'.
Esta actitud nos recuerda la que por aquellos años tuviera el
rey Felipe U cuando le propusieron abandonar la colonización
de
bs Islas Filipinas debido a que no resultaban costeables a la
Corona.
Felipe
U, dignfsimo descendiente de doña Isabel la Católica,
de quien era biznieto, respondió a quienes ésto le proponían:
"Con tal de mantener una ermita, si más no hubiese, que
conservase
e1 nombre y veneración de Jesucristo, porque las islas
de Oriente no habían de quedar sin luz de su predicación, aun
que no tengan oro ni plata".
Como podemos observar, un siglo después, la influencia de
Isabel la Católica se mantenía en el tiempo y en el espacio, ya
que éste era el espíritu que prevalecía a todo lo ancho de un
vasto imperio "en cuyos dominios jamás se ponía el sol".
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NEMESIO RODR{GUEZ LOIS
Vasto imperio del cual formaba parte Méjico, en aquel enton
. ces VUTeinato de la Nueva España, que se extendía desde el parale
lo 42 en la Alta California hasta los confines de la América central.
Hablando acerca de la preocupación
que doña Isabel tenía
por los habitantes del Nuevo Mundo -entre quienes se hallaban
los moradores del México
precortesiano-Sor Clotilde García
Espeje!,
E. D., nos dice lo siguiente:
"Salvar almas y. lograr que el Verdadero Dios sea conocido,
dar de comer al que tiene hambre, no solo de pan, sino de cul
tura, en la certeza de esta gran mujer; de que el hombre com
pleto en alma y cuerpo, solo se realiza en plenitud, no única
mente cuando llena sus necesidades materiales, sino cuando ali
menta su mente con ideas que al ahm'aerl.as, enriquecen d
entendimiento y lo llenan de luz, comunicando esa luz a la vo
lun¡ad que busca el bien y lo elige.
"Ya conquistada Granada y expulsado el último de los mu
sulmanes, se entrega a la conquista y evangelización de América,
que seria en su vida, su última gran obra, pero de magnitud tal
que, después de la Fundación de la Iglesia y su expansión por
los Apóstoles, no encontramos otra obra tan maravillosa como el
Descubrimiento y la Conquista Espiritual de América. Aconteci
mientos que son justamente la cúspide de su vocación personal.
"Y como una madre que paca lan7.aC una vida a este valle,
sufre la angustia y los dolores de parto; la Reina participa de tales
dolores para dar a luz a los hijos de América.
"Dios, que no sólo nos ha aeado sino nos cuida con su
Providencia, enseña a la Reina que no basta haber dado a luz a
otras razas, sino ahora hay que pioveerlas: sacar a los hombres
de las tiniebas del paganismo, enseñando al único y verdadero
Dios, proclamando a la Iglesia, al Magisterio Eclesiástico, difusor
de la Revelación Divina, y a la par de la Religión, instruirlos hasta
lograr su identificación con la CUitura Universal e integrarlos a la
verdadera dvilttación.
"Enseñar la Lengua Castellana, sin despreciar su propia len
gua o dialecto, respetar de la cU!tura indigerta todo lo respetable,
de alú el folklore en el canto, el baile, en la cocina, en la poesía,
en la arquitectura, pintura ... No impuso, logró una nueva raza y
fundiendo pequeñas o grandes tribus, logró naciones (15).
(15) la reyna Isabel, la catd/Jca por antonomasia, Conferencia sustentada en
el Real Club l!spaña de la Ciudad de Méjico el aábado 12 de julio de 2003.
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INFLUENCIA EN MEJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
"La evangeli7.ación ordenada y vigilada por la reina está pre
sidida por el principio de que la fe cristiana católica tiene que
traducirse en obras. No se trata .sunplemente de un conjunto de
verdades que es preciso aceptar, se necesita además que su fe sea
viva, que se refleje en toda la conducta del creyente. Se predica
y se practica un cristianimlo que da un valor primordial al hom
bre sobre todo lo ha creado y que sólo subordina el hombre a
las verdades de la Fe. Doctrina que por otra parte no puede ser
más moderna" (16).
De este modo, sin haber puesto sus plantas en un Méjico del
cual la reina
de Castilla jamás tuvo noticia, Isabel la Católica fue
preparando el camino para
que la Fe de Cristo, la civilización
occidental y las leyes vigentes
en aquel entonces se implantaran
sin otros medios
que el ideal caballeresco de los conquistadores,
el atinado criterio jurídico
de sus gobernantes y la santidad de los
misioneros.
Y como obra cuhninante de doña Isabel tenemos su Testa
mento, redactado el
12 de octubre de 1504, justo a los doce años
exactos del Descubrimiento
de América.
Tarsicio de Azcona, O.F.M.,
uno de los más conspicuos bió
grafos de la .reina de Castilla,
nos dice al respecto,
"Isabel otorgó su testamento en un momento ftsico y psico
lógico que diFicilmente puede ser olvidado a la hora de formular
W1 juicio de valor sobre el mismo. Sin restarle clima ni cierto halo
de sobrehumana grandio.sidad, quiZá sería necesario tener más
presente que ambos actos, testamento y codicilio1 fueron inter
puestos en la perspectiva de la ceremonia de la muerte, de la
iruninencia del juicio de Dios y de un examen de conciencia para
ajustar cualquier cuenta pendiente. En esa perspectiva no pueden
maravillar demasiado las conseguidas frases de invocación a Dios
y a los santos de su devoción, ni la protestación de fe, ni la reco
mendación del alma. Todo parece bastante natural, sobre todo
conociendo, como conocemos, la gran alma de Isabel y la altura
de los directores de su conciencia. Entre todos consiguieron una
obra
literaria y. técnica de una maravillosa perfección, que per-
(16) CARLOS DB MEER DB RIBERA, Isabel la Catdllca. Reina de la Hispanidad
ALAf; ABIERTAS Ediciones, l.ª edición, Barcelona, 1992, pág. 134.
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manecerá inmarcesible en la historia religiosa, política y juridica
de todos los tiempos (17).
"Rico
en directrices de trascendencia inocultable, de ~posi
ciones de la más variada especie, el Testamento es reflejo fiel de
una Reina que lo fue en todo momento, con gran sentido de su
papel y de sus convicciones, de su fe y de su sentido de la justi
cia,
de su preocupación por el bien público y por sus súbditos
en concreto, a la luz de una. conciencia abierta a muy altos prin
cipios y propósitos" (18).
Pocas semanas después, tres días antes de morir, Isabel dicta
su famoso Codicilo
en el cual vuelve a insistir en su idea de que
se respeten los dere.chos humanos
de sus nuevos súbditos de
ultramar.
Vale
la pena citar algunos de los párrafos más significa
tivos:
"Concedidas que nos fueron por la Santa Sede Apostólica las
islas y la tierra firme del ruar Océano, descubiertas y por descu
brir, nuestra principal intención .fue la de tratar de inducir a sus
pueblos que abrazaran nuestra santa fe católica y enviar a aque
llas tierras religiosos y·otras personas doctas y temerosas de Dios
para instruir a los habitantes en la fe y dotarlos de buenas cos
tumbres poniendo en ello al celo debido; por ello suplico al Rey,
mi señor, muy afectuosamente, y recomiendo y ordeno a mi hija
la princesa y su marido, el pr1ncipe, que ·así lo hagan y cumplan
y que éste sea su fin principal y que en él empleen mucha dili
gencia
y que no consientan que los nativos y habitantes de
dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno
en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que
sean tratados con justicia y humahidad y que si sufrieren algún
daño, lo repararen".
Ambos, Testamento y Codicilo, no eran simples recomenda
ciones o Consejos expresados ·«in artírulo mortis" sino que cons
titufan auténticas normas jurídicas.
(17) Isabel la Catdlica, Biblioteca de Autores Cristianos, Lª edición, Madrid,
1964, pág. 739.
(18) CARLOS ALVEAR AcEVEDO, El español ante el amerindio, E_ditorial Jus, 1. ª
edición, Méjico, 1993, pág. 67. .
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
Al mediodía del 26 de noviembre de 1504 -en este año se
cumple medio
milenio-Isabel la Católica entrega su alma a Dios
dejando
no sólo un gratísimo recuerdo entre sus súbditos sino las
bases
juridicas, religiosas y sociológicas sobre las cuales habrían
de edificarse las modernas naciones de Hispanoamérica.
Pedro Mártir de Angleña, humanista y escritor italiano, pre
ceptor
de los pajes de doña Isabel, comentó la muerte de esta
gran mujer
con frases elocuentes que contienen una gran pro
fundidad:
"La pluma se me cae de las manos, y mis fuerzas desfallecen:
no sé que haya habido en el mm1do, ni en los tiempos antiguos
ni en _los modernos, una heroína comparable a esta incompara
ble mujer.
»Amortajado con hábito franciscano fue llevado el cadáver de
Medina del Campo a Granada, en medio de terribles aguaceros y
tempestades y con numeroso acompañamiento. Por las noches se
depositaba el cuerpo en las iglesias de los pueblos, enlutadas e
iluminadas con cirios pintados de negro, y éntre multitud de
hombres y mujei-es, todos enlutados y con cirios negros en las
manos que, conforme a la costumbre de la época, lanzaban las
timeros gritos
y lloraban ruidosamente" (19).
Y desde entonces, al lado de su esposo don Fernando de
Aragón y de sus hijos doña Juana la Loca y
don Felipe el Her
moso, los restos
de la Gran Reina esperan el glorioso momento
de
la resurrección de los cuerpos.
Antes de continuar, citaremos el juicio del historiador Manuel
Ballesteros Galbrois que, a pesar de
su
brevedad, constituye
un
magnífico resumen del reinado de doña Isabel:
"Fue, sin duda, su reinado feliz y en el cual la Reina realiza
y cumple todo aquello_ que se había propuesto como mujer y
como gobernante. Guardó fidelidad y respeto a su esposo, cuidó
de sus hijos, defendió la religión cristiana, sujetó el desorden
levantisco de los nobles, engrandeció sus Estados, preservó a sus
súbditos de los peligros de·la disolución moral y religiosa . , .; en
(19) ANGEL SALCEDO Rmz, Historia de Espalía, Casa Editorial Saturnino Calleja
Fernández, l.2 edición, Madrid, 1914, pág. 351.
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NEMESID RODRÍGUEZ LOIS
una palabra, todos sus planes le salieron cumplidos. Todos quiZá
con excepción del de su íntima felicidad familiar" (20).
Ante todo lo anterior, estamos ya en condiciones de com
prender la influencia
que tuvo doña Isabel en la integración de
la nacionalidad mejicana.
•a.ando los reyes católicos don Fernando y doña Isabel
despacharon en enero de 1502 a ovando para Gobernador de
·La Española-le dieron, entre otras las siguientes instrucciones:
Que se les diese a los indios buen trato; que se estableciesen
escuelas
en donde se les ensefiase a leer, escribir y sobre todo·
se ~es enseñase lo que es la bondad, el amor al prójimo, la cari
dad y demás virtudes de la religión católica, y al mismo tiem
po, de inculcarles estos principios, hacerles comprender las
clifereilcias notables entre esta religión y la idolátrica que ellos
profesaban" (21).
Reforzando lo dispuesto en las Reales Ordenanzas que iban
configuµndo las bases sobre las que habJia de asentarse el dere
cho hispanoamericano, tenemos la obra realizada
por los miles
de santos misioneros
que España envió a estas tierras:
"La labor social desarrollada en América es obra sobre todo
de los religiosos. Los habitantes del Nuevo Continente, salvo en
algunos casos, eran salvajes ... Además de religión, los misione
ros enseñan a los indios costumbres morales y políticas, necesa
rias para una digna vida humana, ya que para que fueran cristia
nos habla que empezar por hacer los hombres" (22).
Algunos ejemplos servirán para confirmar lo anterior.
Cuando el conquistador Hernán Cortés desembarcó
en la isla
de Cozumel toma una decisión que, según los expertos, fue el
primer acto
juñdico realizado en tierras de Méjico: castigó a un
grupo de soldados que se habían apoderado de 'ciertos bienes
propiedad
de los indios.
(20) MANum. BALLESTBROS GAIBltOIS, op. cft., p4g. 183.
(21) .ANroNio GIB.\JA y PATKÓN, Comentarlo a las Revoluciones Sociales de
·MéxJco, Editorial Tradición, 2. • edición, Méjico, 1973, tomo 1, piiig. 120.
(22) ENRJQUETA Vlui., Santos dé Amt!rica, Ediciones Moretón, t.• edición,
Bilbao, 1968, pág. 35.
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INFLUENCIA EN MifJICD DE ISABEL LA CATÓLICA
Cedemos la palabra a Berna] Diaz del Castillo, cronista fide
digno
de esa gran. epopeya que fue la Conquista de Méjico:
"Y les mandó volver el oro, y paramentos y todo lo demás,
y por
las gallinas, que ya se hablan comido, les mandó dar cuen
tas y cascabeles. Aquí en esta isla comenzó Cortés a mandar muy
de hecho, y Nuestro Señor le daba grada, que doquiera que
ponía la mano se le hacía bien, especial en pacificar los pueblas
y naturales de aquellas partes (23).
"Este es el primer acto de Cortés en su expedición: comen
zaba
su magna obra rindiendo homenaje a la justicia, y anuncia
ba su presencia a los naturales
mostrándoles una cosa descono
cida
para ellos y de más valor que el oro que pudiera rescatarse.
"La devolución del botín y la libertad de los esclavos, era un
evangelio; era la noticia de que comenzaba para aquel país una
nueva
vida" (24).
Semanas después, deseando darle un fundamento legal a su
expedición, Cortés funda -1 22 de abril de 1519-en la Villa
Rica
de la Vera Cruz el primer Ayuntamiento que existió en tie
rras
de México; de ese modo le quitaba a su expedición el carác
ter de simple incursión de buscadores de tesoros.
"En la soledad de los arenales Cortés no fundaba solo una
villa espaiiola slno el sistema polltico mexicano del siglo JO(' (25).
Nótese la preocupación de Cortés, antiguo estudiante de
Leyes en la Universidad de Salamanca, por darle un fundamento
juñdico a todos sus actos con lo cual, repetimos, se iban colo
cando los cimientos para que sobre ellos no solamente se tras
plantase
el derecho castellano compilado por dolía Isabel sino
que, al crearse instituciones adaptadas a las nuevas realidades, se
fuese integrando
un cuerpo jutjdico novohispano de caracteris
ticas muy peculiares.
(23) Historia verdadera di, la Conquista de la Nueva Espana, Fernández
Editores, l.ª edición, Méjico, 1955, capitulo X, pág. 49.
(24) ToRIBio EsQUIVEL ÚBJI.BOÓN, Hernl:HJ Cortl!s y el Derecho Internacional en
el siglo XV,: lldltorlal Porrúa, 2.• edición, Méjico, 1985, págs. 70 y 71.
(25)
}OSI! Ftn!NTI!s MARl!s, Coriés el hombre, Editorial Grljalbo, t.• edición, Bar
celona, 1981, pág. 70.
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NEMES/O RODRÍGUEZ LOIS
Y es que si un pueblo ha sido fiel y respetuoso de su tradi
ción jurídica, ése
es el pueblo español.
«1..a tradición del sentimiento del derecho era particularmen
te viva en España; ya en la Edad Media _el Código de las siete par
tidas fue en el derecho lo que la Suma de Santo Tomás para el
pensamiento especulativo y lo que la Divina Comedia para la
poesia y el espiritu" (26).
Ahora bien, una vez que Cortés consuma la conquista de la
Gran
Tenochtitlán, se mete de lleno en una empresa mucho más
dificil como fue el caso de la Conquista Espiritual, para la cual
solicitó al Emperador Carlos I de España
que a Méjico · enviase
misioneros
de santidad acrisolada.
Fue así como, a los tres años escasos de la Conquista
-el 13
de mayo de
1524-a estas tierras llegó el primer grupo de misio
neros franciscanos que venía bajo las órdenes de Fray Martín de
Valencia.
Es edificante la escena en la cual Cortés recibe de rodillas a
los misioneros besándoles los hábitos.
Pocos años después, a la Nueva España llega quien sería el
primer obispo
de Méjico: el franciscano Fray Juan de Zumárraga
quien contribuyó al establecimiento
de la Iglesia Jerárquica a la
vez que influyó para que, en 1539, se trajera la imprenta y que,
en 1551, se fundara la primera Universidad del continente ame
ricano.
A Zumárraga le debemos también la fundación de hospitales
y escuelas que fueron centros de evangelización así como la pri
mera protesta
en la historia de México por parte de la jerarquía
eclesiástica
en contra de los oidores de la Primera Audiencia
quienes, bajo el mando
de Nuño Beltrán de Guzmán, cometían
infinidad de tropelías contra los indios.
De este modo, la naciente Iglesia Mejicana
y, de manera muy
especial, los misioneros que tenían tan estrecho contacto con los
indígenas, hacían oír su
voz en defensa de unos derechos que
estaban siendo atropellados.
(26) JOSl! PRAT GARCIA, op. di., pilg. 35,
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
"Este íntimo contacto del clero regular_ con los indios, a tra
vés de la evangelización, convierte a muchos de los frailes en loa
bles defensores de· 1os indígenas ... " (27).
Ni duda cabe que el espúitu maternal de doña Isabel la
Católica inspiraba a Fray
Juan de Zumárraga en el momento de
enfrentarse al cruel y ambicioso Nuño Beltrán de Guzmán.
Una cuarto de siglo habia pasado desde
que doña Isabel
entregara su alma al Señor
en Medina del Campo; más, sin
embargo, allí se encontraba la reina
de Castilla defendiendo a sus
humildes súbditos de la Nueva España que eran
pres·a de la ambi
ción de unos malvados
que eran indignos de ocupar los puestos
que ocupaban.
Gracias a la acción decidida y _valerosa de Zumárraga, poco
tiempo después los oidores fueron depuestos y enviados presos
a España.
Pues bien, esta justa defensa
de los indios jamás habría sido
posible si doña Isabel
no lo hubiera pedido en su Testamento y
Codicilo y
si, junto con Cisneros, no hubiera reformado las órde·
nes religiosas donde habrían de madurar su vocación personajes
de la talla de
un Zumárraga, un Martín de Valencia, un Motolinia
e infinidad de santos
que aqu! fueron llegando a través de los
siglos.
De unos años a esta parte, especialmente a partir
de la con·
memoración del V Centenario del Descubrimiento de América,
no solamente se recrudeció la antigua. Leyenda Negra antiespa
ñola sino que empezaron a oírse voces exigiendo que España
pidiera perdón
por la obra realizada en América.
Las justas y prudentes disposiciones de Isabel la Católica en
favor de los naturales del Nuevo Mundo as! como l_a obra aquí
realizada por conquistadores, juristas y misioneros hacen que
desechemos esas peticiones.
Qué oportuno resulta citar aqu! lo que al respecto noi dice
el maestro
don Alberto Caturelli:
(27) GUIIJ.ERMO FLoRIS MARGAOANT, La Iglesia Mexicana y el Derecho, Editorial
Pomía, 1.ª edición, Méjico, 1984, pág. 110. ''-
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NEMES/O RODR[GUEZ LOIS
"España como nación y la Iglesia en España como Iglesia, de
nada tienen que arrepentirse ni pedir perdón (¡nada menos que
por la obra de Jmplantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo!);
salvo1 es claro, por aquella infidelidad a su propia misión cuan
do abandonó el ideal descubridor y misionero claramente mani
festado en Colón e Isabel" (28).
Una vez que aquí se instituye el Virreinato de la Nueva
España los virreyes
que empiezan a llegar se muestran no sola
mente como celosos observantes
de las disposiciones legales sino
que
van más allá al manifestar un cariño paternal por los nuevos
súbditos. Este trabajo
quedaña incompleto si no tocásemos -breve
mente, por supuesto-lo referente a la Inquisición, tribunal re
ligioso
que desempeñó importantes funciones judiciales en la
Nueva España y
que doña Isabel instaló en su reino.
Al llegar a este punto es preciso partir de una idea medular:
resulta imposible entender el tema de
la Inquisición con la men
talidad propia de quienes vivimos
en los albores del siglo XXI.
Algo tan absurdo como utilizar en nuestros días aquellos billetes
que circulaban hace cuatro décadas y que mostraban la efigie de
los Reyes Católicos o
de San Isidoro de Sevilla.
En
1479 los Reyes Católicos restablecen el Tribunal del Santo
Oficio y
al hacerlo no lo hacen contra la voluntad popular sino a
petición de
un pueblo piadoso y combativo para el cual el here
je era el Gran Contaminador,
el enemigo de la salvación del alma:
"Parece indiscutible que los móviles esenciales de los reyes
al renovar la
Inquisición e implantarla con toda su dureza, tuvie
ron
una inspiración estrictamente religiosa. Para ellos -sobre
todo para Isabel-preservar la fe cristiana de toda contaminación
herética formaba parte fundamental de sus deberes como sobe
ranos de una nación católica" (29).
En aquellos años en que los Reyes Católicos tenúan una inva
sión sarracena
que fortaleciese a los moros de Granada y pusie-
(28) El Nuevo Mundo, ED,\MEX, 1.• edición, México, 1991, pág. 446.
(29)
Fl!RNANOO VJZCAINo CABAS, Isabel, camisa vieja, Editorial Planeta, 1.• edi
ción, Méjico, 1987, pág. 89.
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INFLUENCIA EN MBJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
ra en riesgo a los cristianos de la península, se vela con recelos
a judíos que,
por sus tratos continuos con los mahometanos,
podrian poner en riesgo la unidad nacional.
Por otra parte, deseando salvar a los súbditos de ultramar de
las herejias que tantas desgracias ocasionaban en Europa, tam
bién en la Nueva España se implantó la Inquisición, la cual, den
tro
de sus funciones, tenía la de moralizar el ambiente.
Al llegar a este punto citamos la autorizada opinión de nues
tro inolvidable maestro
don Salvador Abascal:
"El corregir la Inquisición toda clase de errores teológicos, ·
fue un gran bien social, pues asi destruyó la ralz de di.versas posi
bles herejías, llegando a ser muy recto, dentro de una gran sen
cillez, el criterio del pueblo, verdaderamente sabio aunque anal
fabeto en cuanto a letra escrita, no en cuanto a las grandes ver
dades bien predicadas y repetidas y amorosamente oidas• (30).
Gracias a la Inquisición fue posible que los habitantes de
estas tierras se curasen en salud evitándose males mayores.
No olvidemos cómo
en aquel entonces un clima de intole
rancia religiosa destrozaba Europa; tristemente célebres
fueron
los reyes Enrique VIII e Isabel I de Inglaterra, el primero man
dando decapitar a Santo Tomás Moro y su hija emprendiendo
una sangrienta persecución anticatólica, que ya habla iniciado su
padre.
Y la misma actitud intransigente y sanguinaria contra los cató
licos fue
la marca distintiva tanto de Lutero como de Calvino.
"•La Inquisición Española•, nos dice Salvador Abascal, cum
plió con su mi.slón: durante 3 sjglos ayudó eficazmente a salvar
a España y a Cristianoa.mérica de la herejía y, consecuentemente,
de las costumbres inmorales y depravadas, que destruyen la paz
social y política, porque ésta es imposible si no la hay en su raíz,
en su entrafia, en el hogar. Y el hogar no se mantiene lhnpio,
unido y en paz si en su seno las mentes se coaompen adoptan
do cualquier grave error teológico' (31).
(30) La Inquislddn en Htspanoam~ca, Editorial Tradición, l.ª edición,
Méjico, 1998, pilg. 158.
(31) ldem, 4." de forros.
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NEMESIO RODRÍGUEZ LO!S
Sin embargo, los enemigos de España y de la Iglesia no se
cansan de insistir en sus calumnias que hablan de tres largos
siglos de oscurantismo y represión en los que, bajo el estandarte
de la fe católica, se cometieron los peores atropellos.
No obstante, a pesar de que, dentro del
mundo angloprotes
tante,
es donde con mayores brios han brotado dichas calumnias,
no faltan. autores serios como Philip W. Powell quien, al tratar
este
punto nos dice lo siguiente:
"La versión vulgar y simplista del reinado de España en
América, como época de tiranía y pillaje, esclavitud, tributación
desangrante
y obscurantismo, no está de acuerdo con los hechos.
El gobierno español, a lo largo de este período, fue generalmen
te más benigno que lo han sido la mayoría de los gobiernos his
panoamericanos posteriores a la separación. de España. De no
haber sido así, la dominación española no hubiera tenido tan
larga vida" (32).
El miSJilO autor, refiriéndose al caso concreto de la Nueva
España, cita a Lesley Byrd Simpson, quien,
en su obra Many
Mexicos, hace la siguiente reflexión:
"Considero que la capacidad media de los virreyes de Nueva
España (Méjico) era tanta que ningún país, a mi juicio, fue más
afortunado con ·sus gobernantes. Nueva ·España tuvo muchas
cosas en su contra ... pero disfrutó una larga vida (¡300 años!) de
relativa paz, estabilidad y prosperidad, en marcado contraste con
las pendencieras naciones de Europa" (33).
Es tal la maraña de calumnias que se han tejido contra la obra
de España
en América y, en los últimos años, contra Isabel la
Católica que
si algún investigador serio se propusiera emprender
la noble labor de rectificar la historia de España en América,
necesariamente
tendría que empezar repitiendo en voz alta lo
que el hispanista Carlos Pereyra nos dice en el epigrafe de una
de sus mejores obras:
(32) Árbol de Odio (Traducción de Carlos Sainz de Tejada), Ediciones IRIS DE
PAZ, 1.ª edición, Madrid, 1991, pág. 33.
(33) Ibídem.
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INFLUENCIA EN M2JICO DE ISABEL LA CATÓLICA
"No vengo a decir cuáles son las verdades ocultas entre
tantas mentiras, sino cuáles son las mentiras que impiden el paso
a tan pocas verdades" (34).
Siempre que se desbaratan calumnias ocurre lo mismo que
pasa cuando se descorre
una cortina que impide que los rayos
del sol penetren
en una estancia que durante mucho tiempo ha
permanecido a oscuras: la claridad que irradia la luz hace que se
vea todo con detalle
y, por lo tanto, que recibamos la sorpresa
de encontrarnos con una serie de maravillas
que no siquiera ima
ginábamos que pudiesen existir:
"Isabel inspira la Legislación de Indias, que igual que los
misioneros que acompañan a los conquistadores, mantiene la
conciencia
y el sentido de la evangelización, contra cualquier
abuso, que ciertamente se cometieron, pero no en la forma que
pretenden los detrac;tores de la España defensora de la fe, de la
cultura hispánica cristiana" (35).
De este modo, gracias tanto a su genio político como a su
gran amor
por los indios, Isabel la Católica puso las bases de un
gran imperio que, a pesar de que ya no constituye una entidad
monolítica con fuerza política propia,
ha sabido trascender en el
tiempo debido a
que sus raíces espirituales brotaron de las semi
llas
que en el surco depositara la Gran Reina.
Un imperio "sui generis"
que en este naciente siglo XXI con
tiene la reserva espiritual que habrá de manifestarse en un cer
cano porvenir.
Un imperio al cual los Sumos Pontífices de la Iglesia Católica
han bautizado de un modo significativo: el Continente de la
Esperanza:
"Único imperio -nos dice José Robredo Galguera-que tuvo
por meta una realización espirimal, la salvación de las almas, la
igualdad de todos los hombres, porque todos son hijos del
mismo Padre, Dios, todos tienen el mismo último fin, y todos tie-
(34) México falsificada, Editorial Polis, l." edición, Méjico, 1949.
(35)
Ku.us FELDMANN, Isabel la Cruzada, Ediciones UPAEP, l.ª edición,
Puebla, 1993,
pág. 16.
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NEMES/O RODR[GUEZ LOIS
nen la capacidad para alcanzarlo. Este es uno de los fundamen
tos sustanciales del ideario de la Hispanidad" (36).
Debido a que doña Isabel consideraba a los indios de Amé
rica no solamente hombres libres sino súbditos de la Corona de
Castilla empezó
por reconocerles una serie de derechos elemen
tales que; andando
el tiempo y como antes dijimos, también les
reconocieron los monarcas
que le sucedieron en el trono así
como los gobernantes que llegaban al Nuevo Mundo y
-en
nuestro caso concreto-los virreyes que vetúan a la Nueva
España.
En primer lugar, doña Isabel y gracias a ella los virreyes y
obispos
que cumplieron su misión en la Nueva España, les pe
dían prudencia a los misioneros
en el momento de bautizar a los
conventos, o sea,
que dichos bautismos no los hicieron con pre
cipitación sino que fuesen el resultado de
una madura reflexión.
Posteriormente, se
tratarla de que los indios se integrasen en
tomo a la institución familiar con el objeto de hacerlos más socia
bles
y, por ende, evitar que continuasen vagando desnudos por
los bosques.
Una vez bautizados, les reconocian el derecho a la formación
de sus poblaciones,
con un gobierno propio por ellos designado,
con iglesia, escuela, hospital común y -muy importante--se
tema un empeño muy especial de que los convertidos celebrasen
matrimonio canónico.
"Desde que la reina doña Isabel resolvió la inco()Joración de
los indios a su corona y su asimilación a su raza, aconsejó la
unión matrimonial de indios · con españoles y de españoles con
indias "." (37).
Esto es de una gran importancia, puesto que, debido al con
cepto católico de
que no hay razas superiores o inferiores por la
sencilla razón de que todos somos hijos de Dios, se fomentó la
(36) La Hispanidad a traWS de los siglos, Ediciones Club España, 1. ª edición,
Méjico, 1954, pág. 73,
(37) ANToNIO GíBA¡A y PATRÓN, op. cit., pág. 125.
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INFLUENCIA EN Ml!JICO DE ISABEL LA CATÓLICA
unión de las razas, unión que, andancio el tiempo, darla naci
miento al pueblo mestizo
que actualmente constituye la pobla
ción mayoritaria
no solo de México sino del resto de Hispano
américa.
Dicha unión de sangres se dio en México durante los tres
siglos del virreinato, época
en la cual el sociólogo Isaac Guzmán
Valdivia nos dice que "están
ahi los elementos esenciales de
nuestra nacionalidad: en lo material, el territorio y la fusión de las
razas; y
en lo espiritual, la religión y la lengua:
"SI hemoo de preguntar quiénes somoo, la respuesta la clan
esas cuatro realidades que a! unirse dan vida a nuestro ser na
cional" (38).
Efectivamente, los matrimonios fueron formando familias que,
.unidas
una a otras, integraron ayuntamientos que fueron la base
jurídica sobre la cual habría
de asentarse el Estado Mexicano.
Al mismo tiempo, los misioneros, en el momento en que
catequizaban iban enseñando no solamente los principios ele
mentales
de la fe cristiana sino la lengua castellana la cual habría
de transformarse
en un sólido elemento de unidad nacional.
De este modo, gracias a
un pueblo mestizo que se establecía
en poblaciones que los misioneros fundaban en tomo a los con
ventos, que para comunicarse utilizaban
un idioma común y que
adoraba a Jesucristo se fue integrando
la Nación Mejicana.
Nos sigue diciendo el autor citado:
"La Nueva España fue una comunidad humana con una cul
tura teocéntrica y una civilización en la que todas las institucio
nes estuvieron inspiradas en los valores de la religión católica. La
cultura y la civilización respondieron a los principios del huma
nismo cristiano" (39).
Y, en medio de esa cultura teocéntrica, se dan los necesarios
beneficios materiales para
que la comunidad se desarrolle y pros-
(38) Los valores de nuestra nadona/Jdad, Editorial Limosa, l.ª edición,
Méjico, 1985, pág. 19.
(39) Ibídem.
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pere: desde España llegan plantas como la vid; cereales como el
arroz,
el trigo, el garbanzo y la cebada; y animales domésticos
como lo fueron vacas, cerdos y ovejas. Todo lo anterior constitu
yó
una serie de vitales recursos alimenticios que eran desconoci
dos
en el· Méjico precortesiano.
Eso sin contar la gran labor civilizadora
que realizaron los
emigrantes al enseñar a los indígenas oficios tales como los de
agricultor, minero, ganadero, carpintero, curtidor de pieles, pla
tero y muchos más,
con los cuales estaban capacitados para
ganarse honestamente la vida. Oficios cuya enseñanza se ha ido
trasmitiendo de generación en generación, pero cuyos primeros
maestros fueron los humildes pero tenaces emigrantes españoles.
De este modo se cumplía
con lo estipulado en el Codicilo
que doña Isabel dictara tres días antes de morir:
"Instruir a los habitantes en la fe dotándoles de buenas cos
tumbres poniendo en ello el celo debido y -algo muy importan
te-que no se consienta que sufran daño alguno, sino que hagan
lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad".
Y fue asf como, sin haber puesto sus reales plantas en un
Méjico del cual la reina de Castilla jamás tuvo noticia, Isabel la
Católica fue preparando el camino para
que se implantaran los
elementos constitutivos de la nacionalidad mejicana.
Por todo lo anterior, se
puede considerar a Isabel la Católica
como la madrina de bautismo de este Continente de la Esperanza
del cual Méjico es una de las naciones
más imperantes.
En este 2004
en que se cumplen quinientos años del falleci
-'tniento
de la Gran Reina vale la pena comentar un dato muy sig
nificativo.
Si uno de los paises de Hispanoamérica ha sufrido los estra
gos de la Leyenda Negra antiespañola
ése fue precisamente Méxi
co, en donde influencias de tipo masónico, socialista y angloprotes
tante han configurado una historia oficial
en la cual los civilizadores
españoles son presentados
peor que si fueran piratas del Caribe.
Durante más
de un siglo y medio, millones de niños han reci
bido este tipo de influencias, siendo esa una de las razones por
las cuales aquí en México se da un marcado antiespañolismo.
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INFLUENCIA EN MÉJICO DE ISABEL LA CATÓLICA
Más, sin embargo -Y como antes dijimos--- el único monar
ca español de aquellos tiempos al que se le reconocen todas sus
virtudes ése
es precisamente Isabel la Católica.
Y prueba de ello
es el hecho de que lleva su nombre una de
las calles de más rancio abolengo del Centro Histórico
de la
Ciudad de Méjico.
Anteriormente dicha calle tenia el nombre de Calle del
Espiri
tu Santo y, entre fines del siglo XIX y principios del xx, adquirió
el nombre
que tiene actualmente.
Aquí lo extraño es que
no deja de ser curioso que dicho
nombre haya permanecido durante las primeras décadas del siglo
pasado, tiempos aciagos
en los que Méjico padeció, bajo la dic
tadura del general Plutarco Elías Calles,
una amarga persecución
religiosa
que acabó siendo la causa de la Guerra Cristera.
A pesar del odio jacobino
en contra de todo lo que tuviera
que ver con el catolicismo, el nombre de Isabel la Católica se
mantuvo
en una calle desde la cual, a muy corta distancia, puede
verse el Palacio Nacional que era donde los gobernantes anticle
ricales de aquel entonces manejaban todos
los hilos del poder.
Isabel
la Católica, la primera Gobernadora del Nuevo Mundo
y, en cierto modo, también de un Méjico al cual esta gran dama
le puso los cimientos religiosos, sociales, jurídicos, lingüísticos y
culturales.
Isabel la Católica, modelo ejemplar para todos los
buenos
gobernantes.
La Gran Reina cuya causa de beatificación ha sido introduci
da
en Roma, alentando en todos nosotros la legítima esperanza
de
que un feliz día podamos venerarla en los altares con el sig
nificativo
titulo de Santa Isabel de España.
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