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Jung Chang y Jon Halliday: Mao. La historia desconocida

Jung Chang, Jon Halliday: MAO. LA HISTORIA
DESCONOCIDA(*)
Es frecuente tener una imagen falsa sobre la persona de Ma o
Tse-tung (Mao Zedong) y de su actuación política en China.
Según los autores de este libro, esta falsa imagen se empezó a for-
jar y transmitir por periodistas como Edgar Sn ow en 1936, Agnes
Smedley (pág. 243-253), Anna Louise St rong (pág. 419), y des-
pués por otras personas de mayor calado con ocasión de la g l o b a-
lización del maoísmo(pág. 563-576) y de la visita de Ni xon a
China en 1971 (pág. 707-721).
Este riguroso y apasionante libro, ayuda a desvelar los gran-
des m i t o sc reados sobre Mao, desde sus orígenes comunistas y L a
larga Ma rc h a(1934-1935) hasta la Re volución Cu l t u ra l( 1 9 6 5 -
1967) y el fallecimiento del biografiado, a sus 82 años, en 1976.
De s velar al personaje, es desvelar la China tradicional que Ma o
d e s t ruyó, y la China comunista de la que él fue máximo re s p o n-
sable. Identificar los grandes mitos sobre Mao es una intere s a n t e
labor que dejo al lector atento.
El libro se divide en seis partes que siguen un orden cro n o-
lógico y agrupan 58 capítulos de extensión similar. Los tránsitos
de unas situaciones a otras están muy cuidados, pues no dejan
lagunas ni puntos muertos. Los autores han realizado gran can-
tidad de entrevistas (pág. 775-788), han consultado numero s o s
a rc h i vos (pág. 789-790), recogen el aparato crítico en una gran
cantidad de notas al final del libro (pág. 791-908), y se apoy a n
en una larga bibliografía en idioma chino y otras lenguas (pág.
909-974). Seguir el recorrido de los Ej é rcitos comunistas o
nacionalistas, y localizar cualquier provincia o ciudad en la
inmensa China, exige al lector utilizar los 4 mapas de las prime-
ras páginas.
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(*)Madrid, Ed. Taurus-Santillana, 2006, 1030 págs.
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Los contenidos del libro transmiten una amarga sensación al
l e c t o r, y le exigen una situación de sosiego interior y un tiempo
de maduración. No en vano, página tras página, se narra una
larga historia, convulsa y sangrienta hasta extremos insospecha-
dos, sobre el nacimiento, el tortuoso acceso al poder, y el mante-
nimiento del comunismo en China. Hecho tras hecho, se permi-
te apreciar el horro rcasi de forma inmediata, tangible, real, de la
puesta en práctica del marx i s m o. El lector hace este doloroso iti-
nerario siguiendo muy de cerca los pasos del principal líder
comunista chino Ma o - Tse-tung, que puso en práctica el marx i s-
mo movido también su enorme egoísmo y una ansia ilimitada de
p o d e r.
Los autores han escrito una biografía completa. Su elabora-
ción supone un diálogo larguísimo, continuo y siempre fecun-
do, entre los hechos externos y la realidad interna (según los
textos del biografiado) de Ma o. En esta biografía, los h e c h o sp re-
dominan sobre toda otra consideración pues, a diferencia de los
d i c h o s, son objetivos e incontestables. En este libro confluye n
t res aspectos: el marxismo (que el lector no debe olvidar que es
el aspecto fundamental), el afán de poder personal por parte de
Mao, y —añado, pues está implícito en las tesis de los auto-
res— las circunstancias específicas del mundo chino o pagano-
oriental.
Esta biografía se acerca al personaje con todo detenimiento,
desde su nacimiento hasta su muerte. Mao surge desde sus
h e c h o s, con algunas incursiones sobre sus escritos (los d i c h o s) ,
que permiten relacionar ambos marcos, el externo y el interno
del personaje. El libro es magistral, ya por el increíble colorido
y vigor como capta la vida personal, íntima y política, de Ma o ,
ya por los cert e ros trazos como perfila la vida de los personajes
que ro d e a ron al biografiado. Este entorno incluye a los mayo re s
enemigos de Mao Zedong, como son el generalísimo Chiang
Kai-shek o bien el “joven mariscal” Zhang Xueliang, quien por
un tiempo fue traidor al propio Chiang y aliado de Ma o. Pe ro ,
s o b re todo, este libro incluye las vidas de los principales lídere s
comunistas (algunos de estos rivales de Mao y purgados por él)
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como son el general Zhang Guotao, Zhu De, Bo Gu, el general
Wang Ming, Peng Dehuai, Wang Jiaxiang, el número uno del
Pa rtido Luo Fu, el presidente de China Liu Shaoqi, el mariscal
Lin Biao, Deng Xiaoping, el mariscal Ye, Madame Mao, Wa n g
Ho n g wen... y sobre todo el exquisito ministro de Ex t e r i o re s
Zhou Enlai.
A la narración de la infancia y adolescencia de Mao, le sigue
el estudio de sus actividades como tibio cre ye n t ecomunista (pág.
43-57), su costoso acceso a la cúpula del Pa rtido Comunista
Chino (PCCh), su definitiva conquista del poder dentro del
Pa rtido, para llegar después a su dominio final sobre toda China.
A lo largo de los cientos de páginas de este voluminoso libro, que
se lee con una increíble facilidad, los autores encadenan los más
d i versos temasque, bajo d i f e rentes epígra f e s, ofrecen una c o n s t a n t e
e vo l u t i vaque da u n i d a da la exposición y a u t e n t i c i d a da la bio-
grafía.
Cito a continuación una pléyade de t e m a st ra n s versales y suce-
s i vo sdel libro. Ahí está el afán de poder personal de Mao, que le
llevó a desarrollar una constante práctica dictatorial y oport u n i s-
ta desde sus primeros pasos como comunista. Los autores descri-
ben con detalle el nacimiento del PCCh, la estrategia de St a l i n
para el PCCh de infiltrarse en el Pa rtido Nacionalista con ocasión
de la guerra entre China y Japón (pág. 53), la expulsión de Ma o
de la cúpula del PCCh y sus difíciles comienzos en el Pa rt i d o
Nacionalista, donde se introdujo para “p robar suerte con los
n a c i o n a l i s t a s” (págs. 56, 60). (Digamos de paso que si esto lo
hubiera hecho otro dirigente comunista, seguramente Mao le
hubiera p u r g a d odel partido, a pesar de la orden dada por Mo s c ú
de infiltrarse en las filas nacionalistas. Y no digamos si ese tal
hubiera sido e x p u l s a d oalguna vez del PCCh, y tachado de opor-
tunista y de “d e re c h a s” como lo fue Mao). Los autores describen
también la lucha de Mao para organizar un Ej é rcito Rojo con el
principal afán de conquistar el poder dentro del PCCh (como si
fuese un Ej é rcito propio a modo de un “señor de la guerra feu-
d a l”), y el inmenso apoyo que Moscú otorgó a los comunistas
chinos, sin el cual estos nada hubieran conseguido. El libro ana-
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liza con detalle los mitos de la Larga Ma rc h ay las arduas luchas
internas de Mao dentro del PCCh para lograr en él un poder
absoluto y total, que tan sólo alcanzó después de 24 años (pág.
337). Describen con vigor la guerra civil en China, entre Mao y
Chiang Kai-shek, lo mucho que este último favo reció a Ma o
debido al chantaje que el líder nacionalista sufría desde Mo s c ú
—tenían a su único hijo como rehén—, y, sobre todo, la inmen-
sa labor de los t o p o so comunistas durmientes que entre g a ron los
Ej é rcitos de Chiang a Mao hasta la total derrota de los naciona-
listas. Según los autores, también los EE.UU. fueron re s p o n s a-
bles de dicha derrota (pág. 375-387). Desde esta perspectiva, el
l i b ro narra la historia del PCCh, desde su irre l e vante pre s e n c i a
en la vastísima China —donde era perseguido como nido de
bandidos con la oposición de casi la totalidad de la población al
comunismo—, hasta su acceso al poder sobre toda China (salvo
Ta i w á n ) .
Continuemos con otros temas t ra n s versales y a veces sucesivo s
del libro. Varias veces Mao hizo la guerra a los campesinos (pág.
483-496). Él, que pertenecía al sector campesino acomodado,
que personalmente despreciaba al campesino, y que declaró polí-
ticamente su enemistad hacia él, ejerció una continua re p re s i ó n
s o b re el mundo rural (violencia física sobre las personas y re q u i-
sa de comida) hasta causar gravísimos estragos en toda China, de
población y economía básicamente agrarias. Ahí está la burd a
visión de Mao de la economía, y su inmenso derroche de re c u r-
sos y mano de obra. Ahí también sus locuras de múltiples obras
públicas que conlleva ron innumerables víctimas. El comunismo
maoísta —desde el primer Estado ro j ode China en Ruijin y luego
en Ya n’an— convirtió a la población de China en una población
e s c l a va, y a China en un inmenso campo de concentración, en el
que el expoliador régimen de c o m u n a ssólo es un detalle de un
todo continuo de opresión. China fue gestionada mediante el
t e r ror y vigilada como una cárcel. El Pro g rama de la Su p e r p o t e n -
c i a, la obsesión por la bomba atómica, asumió a los chinos bajo
el espectro del hambre provocando, por la hambruna y el exc e s o
de trabajo, casi 38 millones de muertos (págs. 596, 672) (1958-
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1961). Cuando Mao se propuso el “ Gran Salto Ad e l a n t e”( 1 9 5 8 )
para acelerar el Pro g rama de la Su p e r p o t e n c i a, dijo: “es pro b a b l e
que media China tenga que morir” (1956-1961, págs. 523-540).
En realidad, dicho Sa l t ose ha conve rtido en un gran mito a pesar
de ser una inmensa estafa que asoló China. Vinculado a la cre a-
ción de la Bomba atómica, Mao creó el Te rcer Fre n t e(1964) con
un coste humano enorme e inútil (págs. 589-596). Después, la
Re volución Cu l t u ra lse propuso erradicar la cultura de toda la
nación, inaugurando una época de persecución y el inicio de una
gran p u r g a(pág. 615-667).
Este otro g ran tema tra n s ve r s a lresulta sumamente intere s a n-
te. Se trata de la mutua utilización que se hicieron Stalin y Ma o ,
y el temprano deseo de Mao de independizarse de Moscú. En
todo momento, Mao utilizará la amenaza de la guerra, y la gue-
rra misma (Vietnam, Tíbet, Corea, Taiwan, India, los países de
Indochina y Rusia), para sus fines políticos de dominio asiático.
La firme cadena del internacionalismo marxista chino y la coin-
cidente ambición de Mao, está constituida por la sucesión de
estos jalones: primero, el dominio sobre China, después, saltán-
dose a Moscú y sustituyéndole como primera potencia comunis-
ta, el dominio sobre toda Asia para, luego, extender la influencia
China sobre cualquier país donde agitar la Re volución marx i s t a .
Si el fin del marxismo y la obsesión de Mao era dominar el
mundo, para sustituir a Moscú Mao socavó el prestigio de
J ru s c h ov, acusándole de revisionista (págs. 497-510), y luego de
Brez h n e v. Para alcanzar esta política de dominio mundial, Ma o
ideó el Pro g rama Se c reto de la Su p e r p o t e n c i a, e inició la carrera de
armamentos con apoyo de la URSS, paso previo a plantear la
Te rcera guerra mundial. Al final, y pese a regalar a los comunis-
tas de otros países los millones de dólares que los chinos necesi-
taban para subsistir, Mao sufrió un rotundo fracaso, llegando tan
sólo a ser líder del Te rcer Mu n d o. En toda su agre s i va carre r a
política, Mao basará su fuerza en una única baza: el número de
habitantes de China.
A lo largo de todo el libro, es re c u r rente el análisis de la sis-
temática brutalidad y tortura erigidas por Mao como régimen de
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dominio ya desde sus inicios comunistas, del que él era plena-
mente responsable: “(...) pese a sus vacilaciones ideológicas, tenía
instinto leninista” (pág. 66). Mao aplicó la brutalidad como sis-
tema, ya contra sus enemigos ideológicos ya dentro del pro p i o
partido comunista (de ahí sus gratuitas acusaciones de AB —“anti-
b o l c h e v i q u e”— que costó la vida a miles de comunistas...). Los
a u t o res demuestran que el comunismo, desde su inicio hasta la
m u e rte de Mao (“El régimen comunista actual se declara here d e-
ro de Mao y se esfuerza afanosamente por perpetuar su mito” ,
pág. 769), ha masacrado a la población china (en el libro hay des-
cripciones horripilantes), la ha esclavizado y oprimido, y le ha
p r i vado del más insignificante vestigio de libertad. El acceso del
comunismo al poder, y el estilo o p ra x i sde Mao propio del mar-
xismo, fue sangriento y brutal. La imagen de Mao que los auto-
res ofrecen al lector sería la aplicación del marxismo quími-
camente puro, pues “negar el deseo —y el derecho— de las
personas a vivir era esencial al maoísmo” (pág. 576). Esta es
—añado— la inversión más total de la Sa l vación traída por N. S.
Jesucristo, como satánica es la inversión de lo divino. No es de
extrañar que, fruto de ello, y “para toda China, el gobierno de
Mao acarre(ase) un sufrimiento sin pre c e d e n t e s” (pág. 562). Si
los autores son taxativos en responsabilizar de todo ello a Ma o
(señalan que su mayor vicio fue el egoísmo y el afán de poder),
no exoneran al marxismo de su plena responsabilidad (en senti-
do estricto los responsables son los hombres). Bastaría leer el
Li b ro Ro j ode Ma o.
Es una pena que el libro haga pocas re f e rencias sobre la per-
secución religiosa que sufrieron los 3’3 millones de católicos en
China hacia 1950, en la que “cientos de católicos chinos fuero n
ejecutados y muchos sacerdotes extranjeros sufrieron maltrato
f í s i c o” (pág. 408).
Dicho lo que antecede, durante toda la vida de Mao, el mar-
x i s m oy su aplicación al estilo e s t a l i n i s t aa r ruinó y asoló China.
Es amargo leer la crueldad institucionalizada, y las p u r g a ss a l va-
jes de Mao, desde su época de cre yente tibio comunista hasta la
Re volución Cu l t u ra l(1965-1966). Al final, la actuación de Ma o
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llegó a masacrar a 70 millones de chinos en época de paz (pág.
764), mediante asesinatos en masa pro m ovidos por el PCCh del
que Mao era su líder. Por eso, mostrar la ve rdad de los m i t o s
m a o í s t a sha sido un deber bien cumplido por los autores, aunque
Jung Chang nos había adelantado páginas en su obra Ci s n e s
s a l va j e s.
El lector se asombra cuando se entera que Mao ejerció la
política de la sumisión por el terror sobre sus principales cola-
b o r a d o res. A muchos chantajeó y a otros luego eliminó. Pe n -
semos en Zhou Enlai, corresponsable y lacayo de Mao, en Pe n g
Dehuai, Liu Shaoqi, Lin Bi a o.... Para lograrlo, Mao derro c h ó
sus grandes dotes de maquinador y manipulador, ya de las
reuniones y Congresos del PCCh, ya de las más diversas situa-
ciones políticas. También utilizó la difamación como arma.
Si e m p re oportunista, para eliminar a sus rivales políticos en su
p rovecho personal provocó incluso la aniquilación de los pro p i o s
Ej é rcitos Rojos durante la guerra civil. En suma, el terror y
las p u r g a sm a s i vas dentro del Pa rtido fueron el sistema y panacea
de Ma o.
En contraste a lo que prohibía en toda China, el e s t a l i n i s t a
Mao vivió como un ególatra, ávido tanto de poder político como
de comodidades personales. Una obsesión en él fue su pro p i a
seguridad personal. Vivió instalado en el capricho con sus múlti-
ples villas y un ritmo de vida propio del derroche de un sibarita.
“ Mao no se privaba de nada de lo que gustaba en la vida” (pág.
413). Lo que prohibía a los chinos él lo tomaba para sí. En re a l i-
dad, “Mao fue el único millonario que generó la China de Ma o”
(pág. 415). Por lo visto, su sibaritismo era un privilegio que le
otorgaba el Pa rt i d o. Su vida privada fue amoral, y toda su fami-
lia, mujeres e hijos, así como casi todos sus allegados, sufrieron y
f u e ron víctimas de su enorme e g o í s m o. Para él, China y la vida de
todos los chinos eran un coto part i c u l a r, sobre la que dominaba
e n t ronizado en su inmenso reino (pág. 748), rodeado de su guar-
dia pre t o r i a n a .
Mao vivió víctima de su enorme ambición (pág. 474), y de
su atracción íntima por la destrucción, desde sus primeros pasos
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como comunista tibio (pág. 65-66) hasta la Re volución Cu l t u ra l
(pág. 481). Si e m p re que le fue útil, impuso el culto público a su
personalidad. Su aversión por la Ley se debía a que cualquier Ley
c o m p romete y la limita el poder. Su lenguaje era abiert a m e n t e
c ruel, y utilizó la propaganda hasta la mentira más flagrante y el
re t o rc i m i e n t o. En toda su vida política, Mao utilizó la palabra de
forma extremadamente maquiavélica y re t o rcida al servicio de su
egolatría: “... él mismo y su poder” son las dos últimas palabras
del libro. Sin embargo, para evitar creer que el maoísmo es malo
por Mao más que por el marxismo, el lector debe re c o rdar que
el m a o í s m ose debió mucho más al marxismo que a las incli-
naciones personales de Mao, aunque este, cre yente marx i s t a ,
pudiese utilizar el marxismo para el cumplimiento de sus pro p i a s
desviaciones. Los autores lo dejan claro. El propio Mao, con sus
actuaciones y forma de vida, ha mostrado la mentira intrínseca
del marx i s m o.
De la lectura de este libro concluyo que el comunismo ha
dado personajes totalmente deshumanizados y sin escrúpulos,
e n t re los que Mao destaca en el primer puesto. Un dato definiti-
vo es que, según los autores, Mao eliminó a 70 millones de chi-
nos en época de paz (pág. 764). Aunque decirlo es un recurso lite-
rario, la Hoja del Ca l e n d a r i odel 9 de agosto del presente afirma
s o b re Ma o :“Temido y temible, siguió el modelo sov i é t i c o. A pesar de
su gran poder, su política fracasó en la década de los sesenta” .Bi e n
está. Más que soviético debiera decir e s t a l i n i s t a, es decir, el m a r-
x i s m osin dar ningún paso atrás (sabemos que, tras el comunismo
de guerra, la NEP de Lenin supuso aplicar con éxito la táctica
comunista de dos pasos adelante y uno atrás), unido al culto a la
personalidad del ególatra de turno.
Cuando el hombre acumula un poder ilimitado, vive y actúa
sin Dios y contra Dios, origina una situación horrible para la
sociedad y al fin para él mismo. Máxime si ese hombre es mar-
xista, como lo fue Ma o. Sin esta ideología “intrínsecamente per-
ve r s a” según Pío XI, la ambición de Mao se hubiera expresado de
una forma muy diferente, o simplemente hubiera quedado como
un vicio oculto más. No hay demasiada rotundidad en esta re s e-
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ña; sólo me limito a aconsejar a todos la lectura del presente libro.
Lea, atento lector, este apasionante y clarificador libro, y juzgue.
Vd. tiene la última palabra.
JO S ÉFE R M Í NGA R R A L D AAR I ZC U N
José Francisco Guijarro: PERSECUCIÓN RELIGIOSA
Y GUERRA CIVIL. LA IGLESIA EN MADRID, 1936-1939
Este libro resulta novedoso e interesantísimo a pesar de la
abundante bibliografía existente sobre la persecución religiosa en
la España de 1936-1939. Para resaltar su originalidad, me baso
en el planteamiento general del libro, en el amplio análisis críti-
co que realiza, en la actualización que supone de los datos cono-
cidos, y en la aportación de otros nuevo s .
La introducción del autor resulta interesante por un triple
m o t i vo. En ella expone su propósito irrenunciable de servir a la
ve rdad histórica, explica el método utilizado, y re c u e rda las razo-
nes pastorales de la Iglesia católica para tener presente el doloro-
so tema de la persecución religiosa hasta el exterminio de la re l i-
gión. Personalmente, la atenta lectura de este libro no me ha pro-
ducido la insatisfacción e incluso frustración que el autor señala
como posible en sus lectores (pág. 24). Creo más bien que este
l i b ro es magnífico, y que el lector atento, pausado y re f l e x i vo
obtendrá un gran fruto de su lectura. Este libro, como cualquier
o t ro con sus mismas características, no es exhaustivo, pues sin
duda el autor sabe mucho más de los hechos que describe.
Felicitamos al autor por haber justificado con éxito sus tesis, y
por analizar críticamente los hechos conocidos, aportar datos
n u e vos, y redescubrir —con más precisión que otros autore s —
las motivaciones re l i g i o s a s( p a rciales, principales o bien exc l u s i-
vas) de la persecución.
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(*)Madrid, Ed. La Esfera de los Libros, 2006, 695 págs.
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