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José Francisco Guijarro: Persecución religiosa y guerra civil. La Iglesia en Madrid, 1936-1939

ña; sólo me limito a aconsejar a todos la lectura del presente libro.
Lea, atento lector, este apasionante y clarificador libro, y juzgue.
Vd. tiene la última palabra.
JO S ÉFE R M Í NGA R R A L D AAR I ZC U N
José Francisco Guijarro: PERSECUCIÓN RELIGIOSA
Y GUERRA CIVIL. LA IGLESIA EN MADRID, 1936-1939
Este libro resulta novedoso e interesantísimo a pesar de la
abundante bibliografía existente sobre la persecución religiosa en
la España de 1936-1939. Para resaltar su originalidad, me baso
en el planteamiento general del libro, en el amplio análisis críti-
co que realiza, en la actualización que supone de los datos cono-
cidos, y en la aportación de otros nuevo s .
La introducción del autor resulta interesante por un triple
m o t i vo. En ella expone su propósito irrenunciable de servir a la
ve rdad histórica, explica el método utilizado, y re c u e rda las razo-
nes pastorales de la Iglesia católica para tener presente el doloro-
so tema de la persecución religiosa hasta el exterminio de la re l i-
gión. Personalmente, la atenta lectura de este libro no me ha pro-
ducido la insatisfacción e incluso frustración que el autor señala
como posible en sus lectores (pág. 24). Creo más bien que este
l i b ro es magnífico, y que el lector atento, pausado y re f l e x i vo
obtendrá un gran fruto de su lectura. Este libro, como cualquier
o t ro con sus mismas características, no es exhaustivo, pues sin
duda el autor sabe mucho más de los hechos que describe.
Felicitamos al autor por haber justificado con éxito sus tesis, y
por analizar críticamente los hechos conocidos, aportar datos
n u e vos, y redescubrir —con más precisión que otros autore s —
las motivaciones re l i g i o s a s( p a rciales, principales o bien exc l u s i-
vas) de la persecución.
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(*)Madrid, Ed. La Esfera de los Libros, 2006, 695 págs.
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Este libro desarrolla import a n t e st e m a sque están íntima-
mente relacionados. Se trata de los debates parlamentarios de
1931, la diplomacia va t i c a n a, la mediación entre los beligerantes
durante la guerra civil o Cru z a d a, y sobre todo múltiples casos
c o n c retos de persecución cruenta por motivos exc l u s i va m e n t e
religiosos. Así, estudia de forma exhaustiva, con pro f u n d i d a d
y detalle, la pro g re s i va andadura del l a i c i s m o, sin omitir la ex-
posición de los argumentos laicistas de aye r, por enre ve s a d o s
que sean, a los que siempre les sigue la aguda crítica del autor
(pág. 147).
Por lo que respecta al m é t o d o, este libro supone una riguro s a
y detallada exposición, análisis, y examen documental crítico, de
una documentación exhaustiva de fuentes primarias. A la obliga-
da crítica documental, histórica (v. gr. págs. 615-616), e historio-
gráfica, le acompaña una crítica va l o r a t i va a los contenidos re a l i-
zada con un criterio sólido y fundado.
El t í t u l odel libro puede parecer parc i a ltoda vez que sólo re f l e-
ja una parte de sus contenidos. En efecto, nada menos que la
mitad del libro (págs. 27-279) estudia los antecedentes políticosd e
la persecución religiosa durante la guerra civil. Quizás sea por eso
por lo que el autor sugiere que los contenidos de su libro no están
a la altura del título (pág. 24). Si fuese así, siento discrepar de él.
Por varias razones creo que el título es muy adecuado, aunque
pueda sorprender que la mitad de la investigación analice los p re-
c e d e n t e sde una persecución religiosa que es tema central del libro.
Pr i m e ro, porque es evidente que describir sólo persecuciones y
asesinatos supondría un libro de lectura dolorosísima. Es segun-
do lugar, la persecución cruenta tuvo tales dimensiones y fue tan
enconada que es preciso que el lector la comprenda como fruto y
consecuencia del ensañamiento registrado en los d e b a t e sde las
C o rtes Constituyentes de 1931, así como de la posterior persecu-
ción l e g a lcontra la Iglesia y lo católico. No en vano es difícil que
haya hechos históricos significativos sin antecedentes, o bien con-
clusiones sin premisas. En realidad, los hechos brutales de la per-
secución cruenta se debieron a cómo pensaba la izquierda mayo-
ritaria en las Cortes de 1931.
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Así, en diversas ocasiones el autor expone una de sus tesis de
la manera siguiente: “ El anticlericalismo presente en la sociedad
española con mayor o menor violencia al advenimiento de la
República no hubiera podido, por sí mismo, producir cinco años más
t a rde una persecución religiosa tan virulenta y homogénea contra la
Iglesia católica en todos los territorios (...), si no se hubiera conden-
sado previamente en una serie de normas, gubern a t i vas y legislativa s ,
que pre d i s p u s i e ron a las masas populares para una violencia antirre-
ligiosa que, de otro modo, hubiera sido impensable improvisar en un
período de tiempo tan bre ve”(pág. 60). El autor deja bien claro
algo que se suele olvidar: la IIª República arrancó inicialmente la
religión de las instituciones y por ello indirectamente de la socie-
dad. Ahí están sus primeros decretos, que pre t e n d i e ron llegar a
un laicismo plenoy no sólo al laicismo parc i a lp ropio del aconte-
cer de la Restauración alfonsina (pág. 66). Ahí también la expul-
sión del cardenal Segura como prueba de fuerza del Estado sobre
la Iglesia. Una vez concluida la labor constituyente de 1931, los
Gobiernos de la República pretenderán a r rancar directamente la
religión de la sociedad(pág. 60), decretando, como medio condu-
cente a ello, la disolución de las Órdenes Religiosas, la enseñanza
obligatoria, estatal y laica, etc.
Por esta razón, el libro está muy bien estru c t u r a d o. El capí-
tulo 1, que supone la mitad del libro (“Antecedentes políticos” ,
págs. 27-279), desarrolla con detalle los citados p re c e d e n t e s, esto
es, la labor de las Cortes Constituyentes de 1931. De m u e s t r a
cómo, en el debate constitucional de 1931, los partidos de la
i z q u i e rda mayoritaria hicieron gala tanto del más rancio jacobi-
nismo, a vueltas con el despotismo ilustrado, como del pre d o-
minio de la “Razón de Estado” (lo que llamaban “bien del
E s t a d o” y “Salud pública”) sobre los derechos fundamentales de
la persona humana en general y de los católicos en part i c u l a r.
Dicha “Razón de Estado” permitía oponer subjetivamente, y de
hecho anteponía, el bien del Estado a la libertad de las concien-
c i a s(no “de conciencia”, pág. 222) (de esta libertad de las con-
c i e n c i a shabla Pío XI en “Non abbiamo bisogno” n.º 16, 50).
Para demostrar el jacobinismo o laicismo radical, y el odio a lo
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católico, el autor recoge abundantes y extensos documentos de
las intervenciones en las Cortes, sin duda para que el lector se
imbuya en las circunstancias y pensamientos de sus autore s ,
a b reviando no obstante el agudo análisis conceptual y la crítica
va l o r a t i va de los textos a medida que el autor pone fin a esta
p a rte. Ahora bien, este sectarismo no sólo se reflejó en los deba-
tes y artículos constitucionales, sino también en el funciona-
miento de la Cámara en general y de las Comisiones en part i c u-
lar (pág. 230). El libro deja muy claro que los votos de las Cort e s
f u e ron contra los católicos, por serlo, y contra la Iglesia católica,
por serlo.
Menos extenso es el capítulo 2, titulado “La Iglesia frente a
la persecución y el Alzamiento” (págs. 281-358). La función de
este capítulo es de b i s a g rae n t re el p re c e d e n t ey la persecución p o s-
t e r i o r. En él, el autor demuestra que la Iglesia estuvo desvincula-
da tanto del pronunciamiento militar como del Alzamiento civil
i n i c i a l ,hasta que, paulatinamente, con cautela y gran funda-
mento debido a la persecución religiosa, los obispos declararo n
el Alzamiento como Cruzada, el Vaticano reconoció al Go b i e r n o
de Burgos, y el Episcopado Español escribió la conocida Cart a
C o l e c t i va que fue definitiva para inclinar la opinión católica del
mundo a favor de los n a c i o n a l e s. En este capítulo se desarro l l a n
las intervenciones del cardenal Gomá, las primeras gestiones del
Gobierno de Burgos ante la Santa Sede, y el complicado y pro l i-
jo asunto de la expulsión de Mons. Mateo Múgica, obispo de
Vitoria. So b re este último obispo, se puede echar en falta la
re f e rencia a la Tesis doctoral de Carlos Mo reda de Lecea (vid.
un resumen en Re v. “Excerpta e Di s s e rtationibus in Sa c r a
T h e o l o g i a”, Pamplona, Un i versidad de Na varra, XXI, 1992,
págs. 527-638).
Analizados los p re c e d e n t e sy tras el citado capítulob i s a g ra, el
autor llega al tema central de su investigación, que es la p e r s e c u-
ción re l i g i o s aen Madrid que da título al libro. Para ello, analiza
d i f e rentes aspectos relacionados entre sí, como son la persecu-
ción anárquica en la ciudad de Madrid (cap. III, págs. 359-388)
y sus alre d e d o res (cap. IV, págs. 389-440), el posterior sistema
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de la c h e c a s( c a p. V, págs. 441-485), y las también tristemente
famosas s a c a sbajo el doble pretexto de la proximidad de los
n a c i o n a l e sy del traslado del propio Gobierno de Madrid a
Valencia (cap. VI, págs. 487-524). Para el autor, el Go b i e r n o
republicano instauró, o al menos autorizó, el régimen de c h e c a s
como remedio de emergencia contra la anarquía (pág. 441).
Ahora bien, deja claro que la creación del “Comité Provincial de
In vestigación Pública no logró el fin que se pretendía, de unificar o
c o o rdinar —y al mismo tiempo controlar— todas las actividades de
la re p resión de Ma d r i d” ,ya que siguieron actuando más de 200
checas autónomas (pág. 457).
La investigación que reseñamos no sólo desarrolla la re p re-
sión roja, sino también —y de una forma rigurosa y extensa— el
c o m p o rtamiento de los n a c i o n a l e sen relación con la Iglesia cató-
lica. Así, el panorama queda completo. Hablando de persecucio-
nes, se cita un importante testimonio de Gomá sobre si los n a c i o-
n a l e sa c t u a ron al mismo nivel que sus oponentes en extensión,
intensidad y procedimientos (pág. 352).
Una tesis del libro desmiente “el mito (...) de que la persecu-
ción religiosa fue el resultado político (o la “c o n s e c u e n c i a”) de la toma
de posición de la jera rquía de la Iglesia a favor de los subleva d o s”
(pág. 288). Otra tesis es que las noticias vagas de la subleva c i ó n
militar o alzamiento sólo fueron el d e t o n a n t e ,l ao c a s i ó nde lo que
estaba minuciosamente p roye c t a d omeses antes, de manera que
re volución social contra la Iglesia, la persecución religiosa de ani-
quilamiento, fue cualquier cosa menos improvisada (págs. 325,
362, 393...). So b re todo cuando, el 24 de julio, podía hablarse
con visos de credibilidad sobre el final próximo de la subleva c i ó n
militar (pág. 432). En efecto, dicha p re p a ra c i ó nno se reducía a
caldear el a m b i e n t e ,ni al lógico colofónde un proceso re vo l u c i o-
nario iniciado en 1931 y acelerado entre febre ro y julio de 1936,
ni al estímulo que ofrecía laley civil republicana contratodo lo
c a t ó l i c o. Con ser esto ve rdad, el autor añade con Mons. Mo n t e ro ,
que “al margen de la propia guerra civil y con antelación a la misma,
estaba minuciosamente previsto el plan de persecución a la Ig l e s i a”
(pág. 271). Dicha planificación previa o planes pre c o n c e b i d o s
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son palpables, por ejemplo, en las masacres de Fuenlabrada (pág.
417), de Griñón (pág. 419), etc.
En cuatro delicadísimos capítulos (caps. III a VI) el libro
detalla abundantes casos de persecución cruenta por odio a la Fe
católica. Sería bueno para su seguimiento que el lector utilizase
algunos planos de la ciudad y provincia de Madrid, que faltan en
el libro. La persecución no estuvo motivada por la política, ni
por la guerra civil, ni porque la Iglesia católica apoyase a los
s u b l e vados (pág. 288), sino por el envenenamiento previo de las
conciencias (pág. 284). Se persiguió con particular saña a todo
lo que significaba religioso católico, a sacerdotes y re l i g i o s o s / a s ,
y a miembros de la Acción Católica, la Adoración Nocturna, los
Sindicatos Católicos, los Estudiantes Católicos, etc. En esta per-
secución el autor se centra lógicamente en los individuos. Er a n
personas de cualquier clase y condición, de suerte que como
“ninguna de estas víctimas se podría considerar una amenaza que
p u d i e ra poner en peligro la ya precaria estabilidad del sistema cons-
titucional de la República, (...) cabe hablar de persecución genera-
lizada por motivaciones exc l u s i vamente re l i g i o s a s”(pág. 478). El
a u t o r, que sólo describe la persecución y muerte por motivo s
religiosos, es escrupuloso en anotar los motivos de cada asesina-
t o. En t re otros muchos, figuran mis parientes Arizcun (Alejan-
d ro Arizcun Mo reno y sus cuatro hijos, pág. 518, corrigiendo así
la incorporación de Casas de la Vega de mi abuelo Ma n u e l
A r i zcun Mo reno, que, en efecto, fue asesinado, en Sa n t a n d e r, en
n ov i e m b re de 1936). El carácter específicamente antirre l i g i o s o
de la persecución, simultánea a la re p resión política de la guerra
y a la violencia re volucionaria, se observa con gran claridad,
e n t re muchísimos otros casos, en la jornada de Getafe del 4-X-
1936 (pág. 414).
En relación con la masacre de vidas humanas, el autor, a dife-
rencia de la austeridad narrativa de Rafael Casas de la Ve g a
(1994), da vida y color a la narración. Para ello describe las cir-
cunstancias personales de cada sacrificado, la forma que adquiere
cada acto violento, y recoge no pocos de los testimonios conser-
vados. Para esta detallada labor, el autor toma datos de las obras
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de Mo n t e ro, Casas de la Vega, y otros muchos inve s t i g a d o res. Es
más, realiza numerosas aportaciones y precisa algún que otro
e r ror de otros libros (v. gr. págs. 520-521).
Respecto a los sacrificios colectivos, llama la atención que, a
pesar de estudiar el holocausto de Paracuellos, el autor no utilice
ni mencione el libro de Ricardo de la Cierva, Carrillo miente. 156
documentos contra 103 falsedades(Fénix, 1994).
El final del libro (cap. VII, págs. 525-557) versa sobre el
re t roceso de la persecuciónhasta que el Gobierno re p u b l i c a n o ,
dirigido por los comunistas y el pro-comunista Negrín, decidió,
por estrategia política, poner fin a la persecución y, de manos del
m i n i s t ro del PNV Irujo, declarar la libertad privada y, al final,
también pública, en el ejercicio de cualquier religión. Di c h a
e s t rategia políticatenía relación directa con diversas circ u n s t a n-
cias políticas, como son la actividad de los e s t a l i n i s t a scuando eli-
m i n a ron el POUM t ro t s k i s t ay arrinconaron a los anarquistas, el
hundimiento del Gobierno Vasco (separatista), y la necesidad
del Gobierno republicano de ofrecer una nueva imagen interna-
cional.
El libro sobre todo responsabiliza de la persecución cruenta a
los socialistas y anarquistas. Ahora bien, ¿qué hacían mientras
tanto el Pa rtido Radical, el Radical-socialista, Iz q u i e rda Re p u b l i -
cana y Acción Republicana? El autor no profundiza en ello, aun-
que ofrece algunos testimonios según los cuales estos part i d o s
burgueses ocupaban cargos políticos vacíos de contenido, siendo
por ello responsables de lo que ocurría. En relación con los comu-
nistas, además de su presencia en las s a c a sy en la limpieza de la
re t a g u a rdia de Madrid dirigidas por Santiago Carrillo y Cazo r l a
(pág. 522), queda dicho cómo el cap. VII analiza los motivos cir-
cunstanciales que, el Pa rtido Comunista y el presidente de
Gobierno Negrín, tenían para acabar con la persecución re l i g i o s a
(págs. 545, 551).
Este libro estudia un tema difícil como es la diplomacia de
la Santa Sede durante la IIª República y la Guerra Civil (cap. II:
págs. 281-358, cap. VII: págs. 525-557). El autor deja claro que,
durante los primeros meses de la IIª República, la Santa Se d e
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m a n t u vo una postura posibilista y de colaboración a través de
Tedeschini, su nuncio en España, que no obstante no alteraba
actitudes de fondo (pág. 263). También afirma que, durante la
IIª República, el Vaticano pro m ovió la unión entre los católicos
(pág. 177), como —añado— fue costumbre suya durante la re s-
tauración alfonsina. Por su parte, el cardenal Segura mantuvo su
c o n t roversia con Tedeschini y Vidal y Barraquer (pág. 602). Al
c o m i e n zo de la guerra, la Santa Sede mantuvo una “p ru d e n t e
re s e rva” (págs. 300-301). No en vano, un jesuita dijo a Go m á
que en el Vaticano no estaban bien informados y que la Sa n t a
Sede solía estar siempre con el poder constituido (pág. 614).
Después, entre el valiente discurso de Pío XI a los re f u g i a d o s
españoles (14-IX-1936) y el viaje de Gomá a Roma, el Va t i c a n o
se replegó “a posiciones de mínimo compro m i s o” debido a dife-
rentes circunstancias que el libro explica con detalle (pág. 337).
Al final, y después de la masacre, la Santa Sede habló de Cru z a d a
y tomó partido por los n a c i o n a l e s(págs. 341-342). La iniciativa
de la Carta Colectiva fue doble, del cardenal Pacelli y de Fr a n c o
(pág. 342).
Este libro carece de conclusiones, sin duda porque está clara-
mente insertas en el texto. Su bre ve epílogo es más que una inte-
resante cortesía porque supone un testimonio íntimo del autor.
Las abundantes notas se insertan seguidas al final del libro (págs.
561-672), justo antes de una bibliografía muy seleccionada (págs.
13-15, 673-676) y del obligatorio índice onomástico.
La investigación del doctor Gu i j a r ro es oportuna por desve l a r
ve rdades históricas. También lo hubiera sido aye r, cuando se
e s c r i b i e ron importantes libros, además de la Causa Ge n e ra l
( Madrid, 1943). En efecto, tengo leído que en el IV Pleno del
Comité Central del Pa rtido Comunista, celebrado en Bélgica
durante los días 13 y 14-IX-1958, la dirigente Do l o res Ib a r ruri se
felicitaba —lo que era Propaganda— porque, en España, las
“corrientes democráticas y pro g resistas (...) no acepta(n) el carácter de
c ruzada y de guerra religiosa que ciertas jera rquías eclesiásticas, como
el Obispo de Solsona o Monseñor Pla y Deniel, falsificando la histo-
ria, se empeñan en atribuir a la sublevación militar fascista comen-
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zada en 1936”(fragmento del In f o rm eleído al Comité Central
por la Se c retaría General del Pa rtido Comunista dependiente de
Moscú, publicado en Radio Praga).
Digamos, para terminar, que si este libro es import a n t e
desde el punto de vista historiográfico, resulta muy oport u n o
p o rque hoy parece resurgir cierto jacobinismo y sectarismo ideo-
lógico, precisamente por quienes de forma simultánea insisten
en recuperar la “memoria histórica”. Por eso, si este libro es de
obligada lectura para los historiadores, también lo es para el
público en general, ya por el afán de satisfacer el compre n s i b l e
interés por la ve rdad del pasado, ya por dicha recuperación de la
“memoria histórica”, mientras los católicos sufren hoy una pau-
latina radicalización del laicismo político en las leyes y la vida
c o t i d i a n a .
JO S ÉFE R M Í NGA R R A L D AAR I ZC U N
Alberto Caturelli: EL HOMBRE Y LA HISTORIA
(FILOSOFÍA DE LA HISTORIA), 2.ª ed.(*)
Mi admirado amigo Alberto Caturelli, discípulo como yo de
Michele Federico Sciacca, de quien fue exitoso introductor en la
Argentina, miembro de la Società In t e rnazionale Tomasso d’ Aq u i n o,
ha publicado la 2.ª edición de su libro El hombre y la historia.
Para percatarnos de lo pretendido y realizado en esta obra por
su autor, nada mejor que prestar atención a lo que de ella dice al
c o m i e n zo de su intro d u c c i ó n .
“ Decirse a sí mismo, allí por 1953, que no existía en español
una filosofía y teología de la historia e, inmediatamente, ponerse
a pensarla y escribirla, sólo era posible a la audacia juvenil que
suele no conocer límites” .
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( 1 )Un i versidad Autónoma de Guadalajara, Jalisco, México 2005.
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