Índice de contenidos
Número 447-448
Serie XLIV
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Información bibliográfica
-
Giovanni Cantoni y Francesco Pappalardo (coord.): Magna Europa. L'Europa fuori dall'Europa
-
Jung Chang y Jon Halliday: Mao. La historia desconocida
-
José Francisco Guijarro: Persecución religiosa y guerra civil. La Iglesia en Madrid, 1936-1939
-
Alberto Caturelli: El hombre y la historia (Filosofía de la historia), 2ª ed.
-
Vicente Cárcel Ortí: Historia de las diócesis españolas
-
Fausto Zerón-Medina: Felicidad de México
-
Autores
2006
La doctrina política católica
LA DOCTRINA POLÍTICA CATÓLICA
La primacía de la persona humana
«En el pr oceso de r enovación de un país es fundamental «destacar el
”principio básico de la primacía de la dignidad de la persona sobr e las
”cosas» ( Juan P ablo II, visita pastor al a Bolivia, homilía en la misa cele-
” brada en S anta Cruz, 13 de mayo de 1988). Dios coloca a la criatur a
”humana, hombr e y mujer, creados a su imagen, en el centro y en la cum-
”br e de la cr eación. «E l hombre y la mujer tienen la misma dignidad y
”son de igual v alor, no sólo porque ambos, en su diversidad, son imagen
”de Dios, sino más profundamente aún, porque el dinamismo de r ecipro-
”cidad que anima el “ nosotros” de la pareja humana es imagen de Dios»
” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2334, 371). Por eso, «no es
”el hombr e un ser sometido a los procesos económicos o políticos, sino que
”esos procesos están ordenados al hombr e y sometidos a él» (Juan P ablo II,
”visita pastor al a Bolivia, homilía en la misa celebrada en Santa C ruz,
”13 de mayo de 1988). E s imprescindible afirmar la común dignidad e
”igualdad de todos los habitantes de Bolivia, r espetando y valorando las
”div ersidades cultur ales y dejando en claro el propósito de construir una
”sociedad al servicio de cada ciudadano . De esta dignidad brotan los de-
”r echos fundamentales e inalienables de todo ser humano , que no lo
”abandonan nunca, desde su concepción hasta su muerte natur al».
El bien común
«“De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en
”primer lugar , el principio del bien común, al que debe r eferirse todo as-
”pecto de la vida social par a encontrar plenitud de sentido ” (Compendio
” de la doctrina social de la Iglesia, n. 164). El bien común es el con-
”junto de valor es y condiciones que posibilitan el desarrollo integr al del
”hombr e en la sociedad, incluido su desarr ollo espiritual. El bien común
”de una nación es un bien superior , anterior a todos los bienes particula-
519Verbo,núm. 447-448 (2006), 519-523.
Fundaci\363n Speiro
”lares o sectoriales. N o puede ser parcializado, dividido, ni privatizado .
”T iene una doble dimensión: por una parte indica la necesaria aper tura
”de las personas y grupos sociales y de sus legítimos intereses par ticulares a
”los intereses gener ales; por otra, indica un conjunto de condiciones gene-
”r ales a fin de que las personas y grupos sociales puedan alcanzar su fina-
”lidad y v ocación.
»U na sociedad al ser vicio del ser humano «es aquella que se pr opone
”como meta prioritaria el bien común, en cuanto bien de todos los hom-
”br es y de todo el hombre. La persona no puede encontr ar la realización
”sólo en sí misma; es decir , prescindir de su ser “ con” y “ para” los demás»
”( ib., n. 165). E l bien común se constr uye promoviendo y defendiendo a
”los miembr os más débiles y desprotegidos de la sociedad».
El destino universal de los bienes
«El mundo y sus r ecursos son para que el hombr e viva con dignidad,
”poque «Dios ha destinado la tierr a y cuanto ella contiene para uso de
”todos los hombr es y pueblos» (Gaudium et spes, 69). El principio del
”destino universal de los bienes exige, en justicia, que se atienda con par-
”ticular solicitud a los pobres, a aquellos que se encuentran en situaciones
”de marginación y a las personas cuyas condiciones de vida les impiden
”una r ealización adecuada.,
»“Esta común r esponsabilidad hacia la pr eservación de los bienes de
”la cr eación debe tr aducirse en el deber de la solidaridad y la r eciproci-
”dad, de empeñarnos por el bien de todos y cada uno , especialmente de
”los menos favorecidos y más necesitados, par a que todos seamos verdade-
”r amente responsables de todos ” (Sollicitudo rei socialis, 38).
»E l derecho a la propiedad privada ha de entenderse en el contexto
”más amplio del der echo común de todos a usar los bienes de la cr eación
”enter a, subor dinado al uso común y al destino universal de los bienes.
»E ste principio debe or denar las instituciones y promov er una visión
”de la política y de la economía, inspir ada en los valores morales que per-
”mitan tener pr esente la finalidad de los bienes, para así r ealizar una so-
”ciedad justa y solidaria, sin ex clusión ni explotación».
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Fundaci\363n Speiro
La subsidiaridad
«El principio de subsidiaridad consider a que «una estructura social
”de or den superior no debe interferir en la vida inter na de un grupo so-
”cial de orden inferior privándole de sus competencias, sino que más bien
”debe sostenerlo en caso de necesidad y ayudar le a coordinar su acción con
”la de los demás componentes sociales con mir as al bien común» (Cente-
”simus annus, 48). Este principio se impone porque toda persona, fami-
”lia y cuerpo intermedio tiene algo original que ofrecer a la comunidad y
”hace posible el efectivo cr ecimiento de la sociedad. Bajo este principio,
”la A samblea constituy ente deberá dar una respuesta adecuada a temas
”nacionales, r egionales y sectoriales del país: descentr alización, autono-
”mías, der echos de los pueblos indígenas y originarios, atención a los gr u-
”pos minoritarios, rol y función de las asociaciones y agrupaciones. »En consecuencia, es necesario reafirmar la unidad del país y al mis-
”mo tiempo responder a los anhelos de una legítima autonomía, que tenga
”como horiz ontes indispensables la profundización de la democr acia, la
”descentr alización de las regiones y la gar antía del desarrollo equitativo
”de todos los departamentos de Bolivia. »Como r eflexionamos en un anterior mensaje: «Es pr eciso avanzar en
”políticas efectiv as de descentralización que otorguen autonomía a las
”r egiones, par a un beneficio colectivo mayor y ser vicios más eficientes, con
”una nor matividad común que gar antice la superación de las asimetrías
”y desigualdades sociales, económicas y políticas. Las autonomías no pue-
”den favor ecer solamente a los mismos gr upos que siempre han sido privi-
”legiados; bien entendidas, han de conducir a constr uir una nueva y ple-
”na unidad de Bolivia, con la par ticipación efectiva de los pueblos indí-
”genas y de los demás sectores que hasta ahor a han sido marginados de
”casi todos los ámbitos de la vida del país» (M ensaje al pueblo de Dios,
”Cochabamba, 17 de noviembr e de 2004).
»La futur a organización política del país tendría que evitar caer en
”los extremos de un estatismo acapar ador o de un liberalismo inhumano».
Participación
«“Participación” es una consecuencia car acterística de la subsidiarie-
”dad, que se expr esa, esencialmente, en una serie de actividades median-
”te las cuales el ciudadano , como individuo o asociado a otros, dir ecta-
521
Fundaci\363n Speiro
”mente o por medio de los propios representantes, contribuy e a la vida
”cultur al, económica, política y social de la comunidad civil a la que pe\
r-
”tenece. Es un deber que todos han de cumplir conscientemente, de modo
”r esponsable y con vistas al bien común. No puede ser delimitada o res-
”tringida a algún contenido particular de la vida social. «La participa-
”ción en la vida comunitaria no es solamente una de las mayor es aspira-
”ciones del ciudadano , llamado a ejercitar libre y responsablemente el
”pr opio papel cívico con y para los demás, sino también uno de los pila-
”r es de todos los or denamientos democráticos, además de una de las me-
”jor es gar antías de permanencia de la democr acia» (Compendio de la
”doctrina social de la I glesia, n. 190).
»“La Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en que
”asegur a la par ticipación de los ciudadanos en las opciones políticas y ga-
”r antiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propi\
os
”gober nantes, o bien la de sustituir los oportunamente de manera pacífi-
”ca. (…) U na auténtica de mocr acia es posible solamente en un Estado
”de der echo y sobr e la base de una r ecta concepción de la persona huma-
”na. R equiere que se den las condiciones necesarias par a la promoción de
”las personas concr etas, mediante la educación y la for mación en los ver-
”dader os ideales, así como de la subjetividad de la sociedad mediante la
”cr eación de estructur as de participación y de corresponsabilidad ” (Cen-
”tesimus annus, 46).
»U na democr acia madura es el r esultado de un largo proceso social,
”político y cultur al y del compromiso decidido de todos los ciudadanos por
”asumir sus valores. Reconociendo lo positivo de algunas r eformas estruc-
”tur ales de los últimos años, favor ables a la profundización de la demo-
”cr acia y la participación ciudadana, es importante promo ver mayores
”pr ocesos de inclusión, pluralismo, r epresentación y participación en la
”toma de decisiones, especialmente de los pueblos indígenas, comun\
idades
”campesinas y de los sector es populares de las ciudades.
»La comunidad política está esencialmente al ser vicio de la sociedad
”civil y , en último tér mino, de las personas y de los grupos que la com-
”ponen.
»La democr acia prevé varios mecanismos de par ticipación y decisión.
”Entr e ellos, el r eferéndum es un instrumento importante par a el ejerci-
”cio dir ecto de la democr acia en la toma de decisiones, en temas de gr an
”importancia y trascendencia a niv el nacional, departamental y mu-
”nicipal».
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Fundaci\363n Speiro
La solidaridad
«“La solidaridad confier e particular relieve a la intrínseca sociabili-
”dad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y dere-
”chos, al camino común de los hombr es y de los pueblos hacia una uni-
”dad cada vez más conv encida. Nunca como ho y ha existido una concien-
”cia tan difundida del vínculo que se manifiesta entr e los hombres y los
”pueblos ” (Compendio de la doctrina social de la I glesia, n. 192). Estas
”r elaciones de interdependencia, «que son, de hecho , formas de solidari-
”dad, deben tr ansformarse en relaciones que tiendan hacia una ver dade-
”r a y propia solidaridad ético-social. La solidaridad debe captarse, ante
”todo, en su v alor de principio social ordenador de las instituciones»
”(Ib., 193).
»La solidaridad necesita un crecimiento sustancial en or den a afian-
”zar la conciencia ciudadana y la responsabilidad de todos por todos. La
”solidaridad expr esa la solidez mor al de una comunidad. S e trata, prin-
”cipalmente, de llegar personal y comunitariamente a “la determinación
”firme y persever ante de empeñarse por el bien común; es decir , por el
”bien de todos y cada uno , para que todos seamos ver daderamente r espon-
”sables de todos ” (ib.)».
BENEDICTOXVI: M ensaje episcopal de Bolivia con vistas
a la Asamblea constituyente. L’Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, año XXXVIII, núm. 17 (1948),
28 de abril de 2006.
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La primacía de la persona humana
«En el pr oceso de r enovación de un país es fundamental «destacar el
”principio básico de la primacía de la dignidad de la persona sobr e las
”cosas» ( Juan P ablo II, visita pastor al a Bolivia, homilía en la misa cele-
” brada en S anta Cruz, 13 de mayo de 1988). Dios coloca a la criatur a
”humana, hombr e y mujer, creados a su imagen, en el centro y en la cum-
”br e de la cr eación. «E l hombre y la mujer tienen la misma dignidad y
”son de igual v alor, no sólo porque ambos, en su diversidad, son imagen
”de Dios, sino más profundamente aún, porque el dinamismo de r ecipro-
”cidad que anima el “ nosotros” de la pareja humana es imagen de Dios»
” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2334, 371). Por eso, «no es
”el hombr e un ser sometido a los procesos económicos o políticos, sino que
”esos procesos están ordenados al hombr e y sometidos a él» (Juan P ablo II,
”visita pastor al a Bolivia, homilía en la misa celebrada en Santa C ruz,
”13 de mayo de 1988). E s imprescindible afirmar la común dignidad e
”igualdad de todos los habitantes de Bolivia, r espetando y valorando las
”div ersidades cultur ales y dejando en claro el propósito de construir una
”sociedad al servicio de cada ciudadano . De esta dignidad brotan los de-
”r echos fundamentales e inalienables de todo ser humano , que no lo
”abandonan nunca, desde su concepción hasta su muerte natur al».
El bien común
«“De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en
”primer lugar , el principio del bien común, al que debe r eferirse todo as-
”pecto de la vida social par a encontrar plenitud de sentido ” (Compendio
” de la doctrina social de la Iglesia, n. 164). El bien común es el con-
”junto de valor es y condiciones que posibilitan el desarrollo integr al del
”hombr e en la sociedad, incluido su desarr ollo espiritual. El bien común
”de una nación es un bien superior , anterior a todos los bienes particula-
519Verbo,núm. 447-448 (2006), 519-523.
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”lares o sectoriales. N o puede ser parcializado, dividido, ni privatizado .
”T iene una doble dimensión: por una parte indica la necesaria aper tura
”de las personas y grupos sociales y de sus legítimos intereses par ticulares a
”los intereses gener ales; por otra, indica un conjunto de condiciones gene-
”r ales a fin de que las personas y grupos sociales puedan alcanzar su fina-
”lidad y v ocación.
»U na sociedad al ser vicio del ser humano «es aquella que se pr opone
”como meta prioritaria el bien común, en cuanto bien de todos los hom-
”br es y de todo el hombre. La persona no puede encontr ar la realización
”sólo en sí misma; es decir , prescindir de su ser “ con” y “ para” los demás»
”( ib., n. 165). E l bien común se constr uye promoviendo y defendiendo a
”los miembr os más débiles y desprotegidos de la sociedad».
El destino universal de los bienes
«El mundo y sus r ecursos son para que el hombr e viva con dignidad,
”poque «Dios ha destinado la tierr a y cuanto ella contiene para uso de
”todos los hombr es y pueblos» (Gaudium et spes, 69). El principio del
”destino universal de los bienes exige, en justicia, que se atienda con par-
”ticular solicitud a los pobres, a aquellos que se encuentran en situaciones
”de marginación y a las personas cuyas condiciones de vida les impiden
”una r ealización adecuada.,
»“Esta común r esponsabilidad hacia la pr eservación de los bienes de
”la cr eación debe tr aducirse en el deber de la solidaridad y la r eciproci-
”dad, de empeñarnos por el bien de todos y cada uno , especialmente de
”los menos favorecidos y más necesitados, par a que todos seamos verdade-
”r amente responsables de todos ” (Sollicitudo rei socialis, 38).
»E l derecho a la propiedad privada ha de entenderse en el contexto
”más amplio del der echo común de todos a usar los bienes de la cr eación
”enter a, subor dinado al uso común y al destino universal de los bienes.
»E ste principio debe or denar las instituciones y promov er una visión
”de la política y de la economía, inspir ada en los valores morales que per-
”mitan tener pr esente la finalidad de los bienes, para así r ealizar una so-
”ciedad justa y solidaria, sin ex clusión ni explotación».
520
Fundaci\363n Speiro
La subsidiaridad
«El principio de subsidiaridad consider a que «una estructura social
”de or den superior no debe interferir en la vida inter na de un grupo so-
”cial de orden inferior privándole de sus competencias, sino que más bien
”debe sostenerlo en caso de necesidad y ayudar le a coordinar su acción con
”la de los demás componentes sociales con mir as al bien común» (Cente-
”simus annus, 48). Este principio se impone porque toda persona, fami-
”lia y cuerpo intermedio tiene algo original que ofrecer a la comunidad y
”hace posible el efectivo cr ecimiento de la sociedad. Bajo este principio,
”la A samblea constituy ente deberá dar una respuesta adecuada a temas
”nacionales, r egionales y sectoriales del país: descentr alización, autono-
”mías, der echos de los pueblos indígenas y originarios, atención a los gr u-
”pos minoritarios, rol y función de las asociaciones y agrupaciones. »En consecuencia, es necesario reafirmar la unidad del país y al mis-
”mo tiempo responder a los anhelos de una legítima autonomía, que tenga
”como horiz ontes indispensables la profundización de la democr acia, la
”descentr alización de las regiones y la gar antía del desarrollo equitativo
”de todos los departamentos de Bolivia. »Como r eflexionamos en un anterior mensaje: «Es pr eciso avanzar en
”políticas efectiv as de descentralización que otorguen autonomía a las
”r egiones, par a un beneficio colectivo mayor y ser vicios más eficientes, con
”una nor matividad común que gar antice la superación de las asimetrías
”y desigualdades sociales, económicas y políticas. Las autonomías no pue-
”den favor ecer solamente a los mismos gr upos que siempre han sido privi-
”legiados; bien entendidas, han de conducir a constr uir una nueva y ple-
”na unidad de Bolivia, con la par ticipación efectiva de los pueblos indí-
”genas y de los demás sectores que hasta ahor a han sido marginados de
”casi todos los ámbitos de la vida del país» (M ensaje al pueblo de Dios,
”Cochabamba, 17 de noviembr e de 2004).
»La futur a organización política del país tendría que evitar caer en
”los extremos de un estatismo acapar ador o de un liberalismo inhumano».
Participación
«“Participación” es una consecuencia car acterística de la subsidiarie-
”dad, que se expr esa, esencialmente, en una serie de actividades median-
”te las cuales el ciudadano , como individuo o asociado a otros, dir ecta-
521
Fundaci\363n Speiro
”mente o por medio de los propios representantes, contribuy e a la vida
”cultur al, económica, política y social de la comunidad civil a la que pe\
r-
”tenece. Es un deber que todos han de cumplir conscientemente, de modo
”r esponsable y con vistas al bien común. No puede ser delimitada o res-
”tringida a algún contenido particular de la vida social. «La participa-
”ción en la vida comunitaria no es solamente una de las mayor es aspira-
”ciones del ciudadano , llamado a ejercitar libre y responsablemente el
”pr opio papel cívico con y para los demás, sino también uno de los pila-
”r es de todos los or denamientos democráticos, además de una de las me-
”jor es gar antías de permanencia de la democr acia» (Compendio de la
”doctrina social de la I glesia, n. 190).
»“La Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en que
”asegur a la par ticipación de los ciudadanos en las opciones políticas y ga-
”r antiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propi\
os
”gober nantes, o bien la de sustituir los oportunamente de manera pacífi-
”ca. (…) U na auténtica de mocr acia es posible solamente en un Estado
”de der echo y sobr e la base de una r ecta concepción de la persona huma-
”na. R equiere que se den las condiciones necesarias par a la promoción de
”las personas concr etas, mediante la educación y la for mación en los ver-
”dader os ideales, así como de la subjetividad de la sociedad mediante la
”cr eación de estructur as de participación y de corresponsabilidad ” (Cen-
”tesimus annus, 46).
»U na democr acia madura es el r esultado de un largo proceso social,
”político y cultur al y del compromiso decidido de todos los ciudadanos por
”asumir sus valores. Reconociendo lo positivo de algunas r eformas estruc-
”tur ales de los últimos años, favor ables a la profundización de la demo-
”cr acia y la participación ciudadana, es importante promo ver mayores
”pr ocesos de inclusión, pluralismo, r epresentación y participación en la
”toma de decisiones, especialmente de los pueblos indígenas, comun\
idades
”campesinas y de los sector es populares de las ciudades.
»La comunidad política está esencialmente al ser vicio de la sociedad
”civil y , en último tér mino, de las personas y de los grupos que la com-
”ponen.
»La democr acia prevé varios mecanismos de par ticipación y decisión.
”Entr e ellos, el r eferéndum es un instrumento importante par a el ejerci-
”cio dir ecto de la democr acia en la toma de decisiones, en temas de gr an
”importancia y trascendencia a niv el nacional, departamental y mu-
”nicipal».
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La solidaridad
«“La solidaridad confier e particular relieve a la intrínseca sociabili-
”dad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y dere-
”chos, al camino común de los hombr es y de los pueblos hacia una uni-
”dad cada vez más conv encida. Nunca como ho y ha existido una concien-
”cia tan difundida del vínculo que se manifiesta entr e los hombres y los
”pueblos ” (Compendio de la doctrina social de la I glesia, n. 192). Estas
”r elaciones de interdependencia, «que son, de hecho , formas de solidari-
”dad, deben tr ansformarse en relaciones que tiendan hacia una ver dade-
”r a y propia solidaridad ético-social. La solidaridad debe captarse, ante
”todo, en su v alor de principio social ordenador de las instituciones»
”(Ib., 193).
»La solidaridad necesita un crecimiento sustancial en or den a afian-
”zar la conciencia ciudadana y la responsabilidad de todos por todos. La
”solidaridad expr esa la solidez mor al de una comunidad. S e trata, prin-
”cipalmente, de llegar personal y comunitariamente a “la determinación
”firme y persever ante de empeñarse por el bien común; es decir , por el
”bien de todos y cada uno , para que todos seamos ver daderamente r espon-
”sables de todos ” (ib.)».
BENEDICTOXVI: M ensaje episcopal de Bolivia con vistas
a la Asamblea constituyente. L’Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, año XXXVIII, núm. 17 (1948),
28 de abril de 2006.
523
Fundaci\363n Speiro