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Número 483-484

Serie XLVIII

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Una nueva revista: Fuego y Raya

El Consejo de Estudios Hispánicos “Felipe II” acaba de sacar una revista semestral, titulada Fuego y Raya, cuya dirección ha confiado al profesor Juan Fernando Segovia, de la Universidad de Mendoza, mientras que actúa de secretario de redacción quien firma estas líneas. Tras un primer artículo del profesor Giovanni Turco, sobre el brigantaggio napolitano, esto es la resistencia popular a la revolución liberal en el Reino de Nápoles, figura un dossier central, en este caso sobre los “otros” patriotas, con textos del director y de los profesores chilenos Garay, Andrades y Ramírez Espíndola, del argentino José Manuel González y del español Miguel Ayuso. Sigue un texto clásico, en este caso un fragmento de un catecismo político realista del Río de la Plata. Y cierra con unas reseñas bibliográficas, todas de temas históricos y políticos hispanoamericanos. Los consejos de redacción y asesor están llenos de nombres amigos de Verbo. Nada mejor que reproducir la presentación de la revista:

Comienza hoy su andadura Fuego y Raya. Revista semestral hispanoamericana de historia y política. El título evoca lo que el subtítulo describe. Y, en efecto, la gesta en cuyo surco quisiera avanzar se halla plenamente resumida en el fuego que devoró los barcos de Cortés y la raya trazada en el suelo con la punta de la espada de Pizarro. Resulta indiferente que, en el primer caso, si hemos de hacérselo a Bernal Díaz del Castillo, no fuera propiamente quemar las naves tanto como vararlas. Lo que aquí importa es la resolución y el valor moral. Que, como en el tropo elegido, están bien presentes en el empeño cultural del Consejo de Estudios Hispánicos “Felipe II”, dedicado al cultivo piadoso de la tradición hispánica, que en esta empresa se concreta de modo singular en la historia y la política de Hispanoamérica.

Al venir al mundo en los días del bicentenario, de la independencia o secesión de la América española, no extrañará su vocación decidida de aportar las claves de lo que hemos llamado el “otro” bicentenario. Aunque en puridad no haya de limitarse a tal, toda vez que el Consejo se organiza en tres secciones –centradas respectivamente en los estudios de derecho natural, políticos e históricos– y tiene, por lo mismo, horizontes más vastos. Tanto en lo que hace a la reconstrucción histórica como a la problematización política. En lo que toca a la primera, sigue campeando la versión de la historiografía liberal, repetida sin rubor a partir de la sesgada versión de los fautores de la revolución. Es, pues, el momento, no sólo de extraer otras fuentes hasta ahora por completo orilladas, sino incluso de apurar críticamente las nunca cuestionadas. En cuanto a la segunda, el acervo del pensamiento clásico que la tradición española ha renovado sin cesar, consiente tomar en serio los problemas principales que la experiencia política pone hoy y siempre y de los que sólitamente la ideologización moderna ha prescindido.

La estirpe del pensamiento tradicional, en sus distintas generaciones, algunas de cuyas plumas conviven aquí familiarmente, quiere seguir presente en el horizonte de un mundo que, si se logra esquivar la sombra torva del nihilismo, presenta algunas brechas para la recuperación del orden. Se ha dicho que los aplausos son siempre contra alguien. Fuego y Raya, en cambio, busca construir al tiempo que combatir, avanzar sin dejar nada en el camino. Se puede esperar de ella pugnacidad y osadía, sin duda, pero siempre en el cultivo de lo genuino. Se lee en el Libro de la Sabiduría: “Optavi et datus est mihi sensus; et invocabi, et venit in me spiritus sapientiae (VII,7). Detrás de este empeño cultural hay una opción inequívoca, pero no irracional, sino de la que busca dar razón y razones. Hay también un designio piadoso que nos lleva a invocar al Espíritu creator, antes de comenzar la lid.

JOSÉ DÍAZ NIEVA