Índice de contenidos
Número 483-484
- Textos Pontificios
- In memoriam
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Estudios
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Juridicidad y orden ético
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Estado, estado de derecho y bien común
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El difuso personalismo
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Las «uniones del mismo sexo» y el problema del positivismo legal: Una perspectiva desde Estados Unidos (I): Introducción y antecedentes
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Abril, mayo, julio 1810: ¿Chispas o petardos? Independencia hispano-americana: ¿Espejismo trágico?
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Españoles que no pudieron serlo. La verdadera historia de la independencia de América
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Leonardo Castellani: Naufragios y aventura
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- Crónicas
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Información bibliográfica
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Juan Fernando Segovia: Orden natural de la política y orden artificial del Estado. Reflexiones sobre el derecho natural católico y la política
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José Antonio Ullate: Españoles que no pudieron serlo. La verdadera historia de la Independencia de América
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Ramón Yzquierdo Perrín: San Salvador de Sobrado de Trives; Julio Vázquez Castro: San Munio de Veiga
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José Manuel Cuenca Toribio: Historia y actualidad; Cuenca Toribio, José Manuel. La Iglesia en la Andalucía moderna
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Rafael Gambra: El Exilio y el Reino. La comunidad de los hombres y sus enemigos
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José Antonio Ullate: Españoles que no pudieron serlo. La verdadera historia de la Independencia de América
José Antonio Ullate: Españoles que no pudieron serlo. La verdadera historia de la Independencia de América, Libroslibres, Madrid, 2009, 246 págs.
El pasado 31 de diciembre entramos en el año 2010, año en el que las diversas naciones hispanoamericanas se aprestan a celebrar eso que eufemísticamente se ha llamado el Bicentenario.
Realmente esta serie de eventos partieron el mes de julio del año pasado en la ciudad de Quito, con la celebración un congreso al que bautizaron con el pomposo nombre de “Las Independencias, un enfoque mundial. Conmemoración del Bicentenario de la Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809”. Sin entrar a cuestionar los hechos, se supone que el 9 de agosto de 1809, un grupo de quiteños organizó la Junta Suprema de Gobierno, presidida por Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre, la cual trató de deponer a las autoridades dependientes del virreinato.
Pero no es ésta la ocasión de establecer cuándo comenzó este proceso independentista, si se prefiere emancipador, ni tan siquiera de cuestionar si la batalla de Ayacucho (el 9 de diciembre de 1824) fue el hecho que puso fin a este proceso. Estas líneas tienen por misión el presentar un breve, pero esclarecedor libro, cuyo autor es el periodista José Antonio Ullate Fabo; un escritor de fácil lectura ya conocido por el lector por otras obras anteriores de gran éxito editorial: La verdad sobre el Código da Vinci y El secreto masónico desvelado.
Ahora, el polémico escritor se lanza al ruedo (por utilizar una expresión de raigambre taurina) con una nueva obra Españoles que no pudieron serlo.
No podía haber elegido un título más apropiado, que con unas breves palabras resume a la perfección el drama que supuso la ruptura de la España europea y la España americana. A partir de esa ruptura las naciones que artificialmente se fueron creando en el continente americano tuvieron que inventarse: “Éstos son los ingredientes de esa falta nativa de las naciones americanas: fabulación de un pasado inexistente, negación del pasado real y las obligaciones que genera, elección del momento menos gallardo para consumar la ruptura, la máscara fernandina, y como síntesis de todo ello, la violación del derecho público cristiano”.
En la América de hoy, invadida por esa oleada de neo-indigenismo, promovida por los Correa, los Morales, los Humala, y aplaudida por otros, se trata de reescribir la historia de tal forma que se llega al absurdo y a la paranoia, tratando de buscar en el proceso de independencia una lucha de eso que ahora llaman “pueblos originarios”, para lo que se acude ni más ni menos que a la figura de Tupac Amaru . Ello podría tener un tono muy idílico si no fuera porque el “Condorcanqui-Tupac Amaru no tenía un proyecto definido, más allá de forzar desesperadamente el fin de los abusos contra los indios, encumbrarse personalmente, lograr el rebajamiento de los impuestos y garantías para la actividad comercial”. Una revuelta que se alzó al grito de “¡Viva el Rey! ¡Abajo el mal gobierno!, no puede plantearse seriamente con un antecedente directo de ese proceso rupturista.
Para estudiar esta etapa histórica habría que tener, sin duda, en cuenta que fue en Europa donde Miranda, Bolívar, Belgrano, O’Higgins y la crema del movimiento independentista formaron y maduraron sus proyectos sobre América. Ullate afirma al respecto: “Doctrinal e ideológicamente, no hay duda de que el independentismo hispanoamericano, triunfante a la postre, es un producto del Viejo Continente, inoculado durante la crisis de la invasión napoleónica a una masa social sentimentalmente identificada con España, pero política, filosófica y religiosamente desarraigada”.
El libro de Ullate no sólo aborda aquellos episodios en los que, mientras Napoleón tenía en cautividad tanto al rey Fernando VII, como al mismísimo Papa Pío VII, una serie de revoluciones provocaron el desmembramiento del imperio español y el nacimiento artificial de las actuales repúblicas americanas; sino que aborda otros aspectos de la presencia de España en aquellas tierras y el proceso de configuración del mundo hispánico.
Cuando llegaron los españoles peninsulares a un continente desconocido encontraron riquezas, y sobre eso no hay duda, pero lo que no encontraron fueron esas grandes civilizaciones e imperios de los cuales nos hablan algunos pretendidos eruditos; hoy no existiría México, Perú o Chile, sin la presencia de Cortés, Pizarro o Pedro de Valdivia. En unos breves epígrafes el autor resume esta obra inigualada por ninguna otra potencia europea. Posteriormente recrea algunos aspectos de la colonia, como Las leyes de Indias, el famoso informe Aranda, o la insignificante presencia del iluminismo en aquellas tierras devotas de su Dios y de su Rey; esa era la realidad del mundo hispánico en 1807.
Ullate recoge, al respecto, la historia de un novoespañol, un mestizo conocido como el Bracho, que ante una pelea entre el cura y el subdelegado, optó por no respaldar a ninguno de los contendientes, y cuando se le preguntó el porqué respondió: “contra nuestro Dios y contra nuestro Rey no se puede pelear…” Ese era el sentir de la mayoría de los habitantes de unas tierras a los que se les robo su identidad para entregarles otra artificialmente elaborada por unos supuestos “padres de la patria”; claro está que todos ellos tuvieron su justa recompensa, pues los O’Higgins, los Artigas, los Bolívar, los San Martín, todos ellos murieron alejados de esas nuevas naciones que ellos construyeron; y aunque años después sus figuras fueran rehabilitadas, alguien podría pensar: Justo castigo a su traición.
JOSÉ DÍAZ NIEVA