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1985

La verdadera liberación

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La verdadera liberación. Ante la XXIV Reunión de amigos de la Ciudad Católica

LA VERDADERA LIBERACION
ANTE LA XXIV REuNIÓN DE AMIGOS DE LA CrunAD CA'.JJÓLICA
Un año más nos encontraremos, de nuevo, durante tres días
para tratar, como siempre, doctrinalmente un tema actual. Este
año será m verdadera liberación. .
Hoy, cuando la palabra liberación y sus diversas acepciones
han adquirido una espectacular actualidad, parece conveniente re­
ferirse a un asunto qeu ha levantado algunas polémicas tras la
continua predicación de Juan Pablo II y la intervención del Pre­
fecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Car­
denal Ratzinger.
Sin duda podemos contarnos entre los primeros que dieron
la voz de alarma frente a una falsa teologla y a una no menos
errónea liberación
--/,a llamada teologla de la liberación-, pues
en las páginas de Verbo, sobre todo desde 1972, ha sido frecuente
el ocuparnos
de ella.
La clara actitud de Roma, revigorízada en estos últimos años,
constituye, por consiguiente, un refrendo a cuanto se ha venido
escribiendo
al rechazar esa falsa teologla. Pero, además, debe
ser --un_ acicate, un nuevo estimulo para continuar en nuestra tarea,
de la que esta XXIV Reunión pretende mostrar cuál es la verda­
dera liberación en el orden polltico y social a la luz de la religión
católica. Contamos para ello con tres días de conferencias, de
foros, de encuentros que hemos de aprovechar al máximo. Para
empezar a preparar la Reunf6n podemos comenzar volviendo a
leer las enseñanzas de
Juan Pablo II, en especial sobre la opción .
por los pobres (1), la concepción cristiana de la liberación (2)
y la evangelización de América (3 ). De ese modo llegaremos
mejor dispuestos (4).
(1) Verbo, núm. 189-190, nov.-dic. 1980; Verbo, núm. 233-234, marw-
abril 1985.
(2) Verbo, núm. 173,174, marw-abril 1979.
(3)
Verbo, núm. 231-232, enero-febrero 1985. (4) Véase lo que hemos dicho en «Qué es la Ciudad Católica», Verbo,
núm. 235-236, mayo-junio 1985, págs. 529-543.
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¡XXIV Reunión de amigos de la Ciudad Católica! Sin duda
constituye un timbre de
gloria el encontrarnos ante el umbral de
nuestras bodas de plata. ¡Demos gracias a Dios por ello! Y dis­
pongámonos a redoblar nuestros esfuerzos para ampliar nuestra
obra. Porque nuestra tarea ba de ser progresiva, difusiva, . con­
tinua, expansiva. El tiempo, desgraciadamente, desde la primera
Reunión
en El Paular, no ha hecho sino confirmar la necesidad
de nuestra
labor. Labor que no es solo la de los hombres de
Verbo y Speiro, sino de todos nuestros amigos, de todos los que
acudis a nuestras reuniones. Nuestra Reunión es también vuestra
Reunión, pues todos somos amigos de la Ciudad Católica. Ni la
luz se ha de poner ba¡o el celemln, ni las catedrales se levantaron
en una generación, ni la Revolución triunfó de la noche a la ma­
ñana. Es preciso recordar esta lección que muestra la historia y
no olvidar la necesidad de traba¡ar. Hay que traba¡ar con constan­
cia, esforzarse en conocer la doctrina verdadera y realizar una
acción· cultural para hacer que las buenas ideas calen en quienes
nos rodean
y se difundan hacia toda la sociedad, es especial entre
sus élites naturales.
Por consiguiente,
os pedimos que traba¡éis. Os pedimos vues­
tro trabajo para restaurar la Ciudad Católica. Y os pedimos, ante
esta
XXIV Reunión, que la preparéis. Llevando a vuestros co­
nocidos y amigos, alentando y empu¡ando a todos aquellos capa­
ces de comprender su valor y sentido y de encontrar en ella áni-,
mas nuevos o renovados y de sacar provecho de estos tres dias;
preparando los temas que serán ob¡eto de los foros; procurando
aportar ideas
y, sobre todo, tiempo y traba¡o para superar éxitos
anteriores, colaborando en esta tarea a la que San Pío X nos
exhortó a todos: instaurar y restaurar todo en Cristo.
Nos
lo diio Juan Pablo II hace unos años: Cristianos, ¡ya
no tengais miedo! No hay que tener miedo a profesar nuestra
fe y a defender y difundir nuestras ideas. Tampoco hay que hol­
gazanear esperando que los demás hagan aquello que pensamos
que es preciso realizar1 y que, sin eni.bargo, por comodidad, de­
bilidad, pereza, rutina o falta de decisión, no nos decidimos a
emprender;
en realidad, no queremos efectuar.
La verdadera liberación es la liberación de Cristo, la libera­
ción del pecado que Dios nos traio con la Encarnación y la Pa,
si6n, Muerte y Resurrección, ,y el camino se encuentra en el Evan­
gelio y en la doctrina de la Iglesia. La verdadera liberación es
Cristo, es la Verdad. Es la liberación de la esclavitud del pecado
. y de todas las esclavitudes sociales y pollticas que se oponen r
la restauración de la Ciudad Católica. Cristo nos lo anunció y
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por sus méritos la alcanzaremos, siempre que. colaboremos con
nuestras
obras. De otro modo no hay verdadera liberación. «Si
permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discipulos míos y co­
noceréis la verdad, y la verdad os liberará» (J11-, 8, 32).
He ahi, pues, la tarea: ¡Traba¡ar! ¡Trabaiar! ¡Traba¡ar! No
recapacitamos suficientemente
en el ora et k,bom que creó a Eu­
ropa y alzó a los altares a todos los santos. Como san Ignacio,
rezar, pidiéndoselo todo a Dios como si nosotros fuéramos ab­
solutamente impotentes y traba¡ar como si todo dependiera de
nosotros.
No hay victoria sin lucha. Y en el esfuerzo cotidiano, en las
pequeñas dificultades que poco a poco se van superando, se for¡a
el carácter, se encuentra la fuerza suficiente para asceftder a más
altas cimas y vencer los más graves obstáculos. Om et 1',bora.
Um ll'.l dos magnificas eiemplos a seguir.
Trabaiar, pues, para preparar esta XXIV Reunión, superando
todas
las dificultades que puedan presentarse -con frecuencia
creadas pos nosotros mismos, pues así es más fácil la excusa-,
con lo que pondremos nuestro grano de arena, nuestra primera
piedra sobre la que, un dia, pueda levantarse, nuevamente, una
catedral espiritual, una sociedad católica, una Cristiandad.
Un año más, por tanto, en el_ que volveremos a reunirnos.
Pero también un año menos. Un año menos para lograr esa meta.
Para que sea as/ no hay más que poner manos a la obra.
EsTANISLAO CANTERO
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