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Número 121-122

Serie XIII

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Ramón García de Haro, Historia teológica del modernismo

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Ramón García de Haro: HISTORIA TEOLOGICA
DEL MODERNISMO(*),
Nos la ofrece Ramón García de Hw:o en un volumen de 365
páginas

editado en la Universidad de Navarra. En tres amplios y
densos capítulos
estudia no

sólo el fenómeno modernista en sí, sino
también en
sus raíces hístórico-teológicas, con las implicaciones de
todo tipo inherentes a un fenómeno
tan complejo,
definido como
síntesis de
todas las herejías. Si a ello añadimos que el modernismo
tiene todavía su vigencia
histórico-teológica, caeremos
en la cuenta
de
la utilidad y oportunidad de este libro.
El autor,
codicioso de
allegar datos
que ilustren su tema, acumula
hechos e ideas que pongan sobre la pista de la génesis del modernis­
mo y de sus conexiones con otros movimientos que, de cerca o de
lejos, guardau con él alguna concomitancia o parecido. Esto .explica
que Lutero y Erasmo tengan en el
libro tanta cabida, pues morosa­
mente, a
lo largo de casi 150 páginas, todo el capítulo II, historia
nuestro autor su significación
histórico-religiosa, haciendo
resaltar
los puntos de coincidencia entre sí
y con el fenómeno cuya historia
teológica quiere
trazarnos.
Históricamente considerado, el modernismo, como fenómeno teo·
lógico religioso, hizo su aparición en las postrimerías del siglo XIX
y prim~os años del XX. La hi,;toria del fenómeno como tal fue muy
corta.
· Apenas

una docena de años. La Encíclica
Pascendi, de Sau
Pío X, acabó con él en sus manifestaciones externas; peri> no así en
sus raíces, que siguieron latentes, c;omo lo prueba la reviviscencia del
mismo,
primero de forma
incipiente, y poco

clamorosa, en
la llama·
da teología nueva o Nueva teología, luego de forma más espeetacu­
lar y peligrosa en el llamado progresismo, especie de modernismo re­
divivo o neomodernismo, como ya se le ha denominado.
El modernismo como actitud, goza de una cierta unidad en todos
sus protagonistas. Pero como doctrina, su unidad es precaria y casi
inexistente, porque cada protagonista sigue un camino diverso y en­
seña cosas di¡tintas, errando diversamente en la fe, la teología
y la
(*) R. García _de Haro: HiJtoria Teológica del Modernismo, Ediciones
«Universidad de Navarra», Pamplona, 1972.
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exégesis. La unidad. de la actitud modernista consiste en el empeño
común _que todos los modernistas ponen en renovar la_...¿occi:-ioa ca­
tólica de acuerdo con los postulados de la filosofía moderna y los
signos de los tiempos. Por tanto, el subjetivismo, el idealismo, el in­
manentismo, el sentimiento y la conciencia, el hombre, en una pala­
bra, toman la delantera y se exigen en patrón y en norma de la con­
ceptualización de la fe y de la inteligencia de los datos revelados. Fe
y revelación nacen de un proceso psicológico en el que lo que se
conoce y no se conoce, lo fe.noménico y lo misterioso quedan some­
tidos por
la conciencia humana a una cierta transfiguraci6n y una
cierta desfiguración, que hacen luego imposible identificar el Cristo
de la Fe con el Cristo de la Historia. Así -recue.rda García de Haro-­
Loisy decía que la tesis fundamental por él sostenida sobre la inspi­
ración bíblica consistía en no considerar la Escritura sino como ex­
presión del. sentimiento religioso según la mentalidad de los hom­
bres de la época en que se escribió; debiendo consistir ahora nuestra
lectura de la misma en saberla adaptar a nuestro tiempo.
Las con­
tradicciones actuales entre fe y pensamiento son fruto del empeño
por mantener, coin.o dogmas,_ modos de pensar de determinado mo­
mento histórico. Se trata, por tanto, de expresar de un modo nuevo
el viejo sentimiento religioso del hombre, de acuerdo con la evolu­
ción histórica y los postulados de la filosofía de la inmanencia o la
filosofía moderna sin más. ·la razón cede ante el sentimiento, como
la tradición ante la experiencia vivida. La Iglesia misma es un como
parto de la conciencia colectiva, de la fe hecha comunión en la co­
munidad. "Históricamente hablando -son palabras de Loisy- yo
no admito que Cristo fundara la Iglesia ni instituyera los sacramen­
tos; profeso que los dogmas · se han ido formando gradualmente y
no son inmutables" (
Memoires, 11, pág. 70). El modernismo entra
de lleno en
esa especie

de revolución copemicana típica del pensa­
miento filosófico-teológico moderno, por la que se establece el cen­ tro y principio de todo saber en el hombre mismo, se afirma la in­
manencia de todo el conocer, se niega o se pone entre paréntesis la
transcendencia, y se hace de lo antropológico quicio y condiciona­
miento de todo, incluso de lo sobrenatural
y teológico. Contra el tea­
centrismo medieval,
el antropocentrismo típico del mundo moder­
no, desde la aurora del Renacimiento y la Reforma protestante. El fenómeno modernista fue bastante limitado. En Francia es­
tuvo su epicentro. Pero Inglaterra e ltaliia padecieron tatobién su
influjo, que sin ser
ni· amplio ni intenso,· contó con algunos brillan­
tes exponentes, tales como Tyrrell, von Hügel, Buonaiuti y Se.roería.
Pero los grandes del modernismo fueron Loisy, Hebert, Le Roy, Tur­
mel, Houtin; todos franceses. A historiar estos nombres con sus dis-
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tintas actitudes y conexiones con otros personajes famosos, implica­
dos en la danza modernista, dedica Gru:cía de Haro el capítulo I de
su libro. El segundo, como hemos dicho, versa sobre lo que Lutero
y Erasmo, con sus doctrinas y sus actitudes, suponen para la historia
de la aparición del modernismo. "Pienso -dice Gru:cía de Hru:o­
que ningún otro momento de la historia puede ofrecer tan claro va­
lor para. el estudio· de los presupuestos -entendidos como opciones
radicales, cuyo peso en la historia facilita determinadas tomas de
postura- de la mentalidad modernista, como la
crisis religiosa
de la
Reforma y el Humanismo" (pág. 118). El protestantismo liberal,
sobre todo, abonó bien el terreno para el
modernismo.
En

el tercero y último capítulo se vuelve sobre la significación
de la crisis modernista. en la Iglesia y lo que supuso esa crisis para
sus distintos protagonistas. Esto hace que el libro tenga algunas
repeticiones. Pero siempre ofrecen alguna novedad.
Desde la perspectiva de la inmanencia, de la que partió el mo­
dernismo, concluye García de
Hru:o, no
se puede llegar más que a
disolver la fe cristiana. El modernismo
--<1ñade-debe

ser consi­
derado ante rodo como un intento de
refomu, intelectual, más que
de moral o vida cristiana. De hecho, los modernistas fueron todos
grandes estudiosos, a los que no satisfacía
el réghnen intelectual de
la Iglesia, exigiendo una reforma a fondo de la doctrina y la ense­
ñanza de la misma. Supone, sí,_ una crisis de teología, pero más que
nada una crisis de fe. No es la teología católica lo que les repugna,
sino sencillamente la fe católica. Mis dudas en la fe -dirá Loisy- no
provienen de la comprobación de un error o de varios errores particu­
lares que haya podido apreciar en la enseñanza de la Iglesia, sino de
la resistencia a admitir, sencillamente, que Dios haya hablado a los hombres, se haya encarnado, que Cristo sea Dios, resucitara,
esté real­
mente en la Eucaristia y que la Iglesia fuera instituida por él
Los modernistas, sin fe católica, querían y se empeñaron de dis­
tintas formas, por seguir perteneciendo a
la Iglesia, para así reno­
varla por dentro, renovaodo su teología. O también por oportunismo
moral. Pero su yerro máximo quizás estuvo en pretender la concilia­
ción de la fe con la filosofía o el pensameinto moderno a base, no
de interrogarse sobre si esa filosofía era sencillamente conciliable con
la fe, sino de suponer que la fe debía cambiar o interpretarse de ma­
nera que fuera conciliable
. con
esa filosofía.
En dar más peso a su
razón y a su sentimiento en la investigación teológica, que no a la
tradición
y al Magisterio de la Iglesiá, yendo contra el postulado bá­
sico de la teología Como ciencia anclada en los principios o artícu­
los de la fe, doode pesa más la autoridad que la razón.
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Bien merece, pues, este libro de García de Haro una lectw"a aten­
ta y reflexiva, por tratarse de un tema cuya actualidad se entra por
los ojos.
B. MONSEGÚ,
Julián. Gü de Sagredo: "EDUGACION Y SUBVERSION''. Un
lrhro con el diagnóstico y pronóstico de la reforma
educativa (*).
He aquí un libro que sería apasionante para todo español, si
los españoles de hoy fueran conscientes de lo que se están jugando en
el presente histórico. ¿Cómo es posible que en un país de tra­
dición católica, católico
en sus leyes constitucionales y dotado to­
davía de
una vigorosa vida familiar haya

podido promulgarse -casi
súbitamente y sin mayor oposición- una Ley General de Educa­
ción esencialmente masificadora y socialista, que niega o conculca
los principios de la ley natural, ignora prácticamente la noción de
patria
y contradice a toda la doctrina católica sobre la familia y la
enseñanza?
Ya desde su comienzo el autor de este libro nos sugiere las va­
rias causas de que depende este fenómeno alucinante. Por un lado, el
lenguaje sibilino de· tecnócratas

y
pedagogos pedantes

con que se
reviste
el texto y motivaciones de la Ley. Vocabulatio ininteligible
para el común de los mortales,
y confuso, equívoco, ambivalente, para
cualquiera no iniciado.
Eu segundo lugar, la carga demagógica de
sus "postulados", dirigida más a excitar ciertas pasiones que a ilu­
minar las mentes. ¿A quién no le suena
bien eso

de
"democratizar la eusefianza" o

de procurar una "igualdad de oportunidades", sea
cual fuere lo que se oculte
tras ello? Un padre de familia español a
quien en cualquier otro tiempo se hubiera dicho que sus hijos me­
nóres serían obligatoriamente escolarizados y obligatoriamente con­
ducidos en
.. transportes escolares"

a concentraciones a menudo leja­
nas para pasar allí el· día completo --0 la semana entera- para
cursar enseñanzas asimismo obligatorias, sé hubiera mostrado deci­dido a impedirlo aun a costa de su propia vida. Hoy, en cambio,
se le dice que esa coacción es un derecho .a la cultura, derecho que, además, va a igualarle con los hijos de los ricos, ya que se somete­rá
a toda la población a escolarizaciones uniformes. Su mente
queda así

oscurecida, sus mejores impulsos anestesiados,
y sus peores pa-
(*) J.ulián Gil de Sagredo: Edncadón y Subi•ersión. «Fuerza Nueva» Edi-
torial. Madrid, 1973. -
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