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«L'Office», una práctica de la «caridad política» para la verdadera redención social

"L'OFFICE"
UNA
PRACTICA DE
LA "CARIDAD
PóLITICA"
:PARA
LA VERDADERA REDENCION SOCIAL
POI!.
MJCHEL DE PENFBNTENYO.
Un periódico de París no vaciló en afumar al día siguiente de
las elecciones municipales:
"Estarnos en 1788".
Ese periódico no era L'Homme NotweauJ ni Itinef'ai.-res, ,ni -As-
pects de la France, ni Permanences, ni La France Calholique.
Era [}Express.
Y [}Express decía, además:
"Todos los historiadores sáben que en 1788 no er,. todll!lúi de­
masiado tarde para rehacer FrMJ&ia sin las crueldades, la violenda
y la tmcada ilhnitada de golpes de Estado qu• se sucetÜeron dur,.,,_
te casi "" siglo; que la Cl>Ídtl dd 89 no esttlba escrittl ni er,i f"1al ... ".
¿Se habrá convertido repentinamente L'Express en profeta de
desgracia?
Yo

creo simplemente que es
realista.
Si miramos las cosas cara a cara comprobamos que la Revolu­
ción
social-comunista se ha activado singularmente

en el curso de
los
últimos años. La anima un aliento nuevo. Su disciplina, el rigor
de

sus jefes
y de sus tropas, el perfeccionamiento continuo de sus
coaliciones le han proporcionado importanoos victorias.
En
Francia, los
municipios
de Reim.s, (Jbames, Amiens, Boorges,
Nantes, Le Man.s, Beauvais . . . ¡han pasado boijo [a férula socioco­
munista! ¿Ondeará mañana la bandera roja en lo alto de sus agu­
jas
góticas?
Y no sólo en Francia. La Revolución sociocomunista conoce
hoy un aliento nuevo ... Así corno 1a primavera hace estallar las flo.
res y los brotes, así la guerrilla urbana ha estallado en Roma y en
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MICHBL DE PBNPBNTBNYO
Bolonia; el Pals V asco y Canarias han sufrido perturbaciones . . . Nue­
vos atentados han irrumpido en Lisboa ...
Sí, la Revoluci6n está a las puertas de Europa.
Nadie sabe si abortará. Existen cantidad de revoluciones que
han abortado. Pero aborten o _no, esas revoluciones caminan en la
misma direcci6n. Todas ellas ronstituyen un refuerzo del campo de
acci6n mundial del socialismo revolucionario.
El
problema de

los
métodos fundamentales de acci6n cívica

está
planteado. Por
rodas partes, el viejo juego de las coaliciones de la
derecha contra

las coaliciones de
la izquierda ha dado la prueba con­
creta de su
impotencia; ha beneficiado s61o a las fuerzas revolucio­
narias,

porque
el sistema ba funcionado como un cáncer social. Ha
introducido su proceso de divisi6n y de luchas arbitrarias en el seno
de las
comunidades humanas.
La democracia liberal llega así a su término lógiro: la absorción
de los partidos pequeños en dos bloques ant:ag6nicos, y pronto al
triunfo de la coalici6n más roherente y más cínica, desembocando
hacia:'
di partido único y por el que se llega al Estado discrecional
El Estado total, rápidamente rodeado de sus redes de policías y de
tecn6cratas an6nimos.
¡Si!, el problema de una renovaci6n de los métodos de acci6n se
nos
ha planteado brutalmente.
"Se impone,o las ,e-visiones desgarra,.
do.-as",
anunciaba por aquellos días uno de los principales jefes de
fila política francesa.
¿Pero cómo plantear seriamente el problema de un método ge­
nera!! de acci6n cívica y social sin haber intentado comprender pri­
mero la causa del misterioso poder conquistador del socialismo?
Nos
enrontramos aquí
con un problema... que Pío
XI había
planteado en Divim Redemptoris ... "Pero, ¿a qué se debe - cía Pío XI en 1937-que un sistema semejtlnte y clen#fic,m,ente
superado desde hace
1'ft#&bo Piempo 'j refutada par la ,ea/,id.,,l prác­
tica, se difunrlt, tan ri,¡,itlameme por todas las ¡,artes del rrumtlo?
¡ Cuestión fundamental!
¿C6mo explicar que los sistemas basados en el resentitniento y la
ludia de clases puedan ser capares de unidad y conquism? ¿Cómo
explicar
que, a
despecho de

los
agudos conflictos y de las rivalida-
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Fundaci\363n Speiro

UNA PRACTICA DE LA «CARJDAD POUTICA,
des, a menudo sangrientas, entre las diversas ramas que se procla­
man
socialistas, haya, sin embargo, entre ellas esa extraordinaria con­
tinuidad y esa duración a través. de las generaciones?
A esta pregunta Pío XI respondió, hace 40 años •.• que el ma[,
la mediocridad y el error no eioplican todo. Explicó que no se =
prende en absoluto al socialismo; si se atiende a su ideología, y a su
burocracia, ignorando su ardiente, oscura y a menudo ciega aspira­
ción a la ius#cia. Pues, decía Pío XI ... "El social-comunismo tiene
pcw motcw una falsificaci6n fraudulenta de
la Redención social. Y
por ahí se inflama violentamente".
"Uw falsificación fraudulem" de la Redención soci,.f'.
En la medida en que el socialismo organiza, a escala mundial,
una falsificación fraudulenta de la Redención social, comunica a
sus hombres la cru,ga de energía y, a veces, de heroísmo que llega a
parodiar al Cristianismo.
m socialismo seduce en la medida en que ,parodia al Cristia­
nismo.
¿Cómo ha podido suceder eso?
La historia del socialismo marxista muestra cómo una ideología
puede
permanecer mucho

tiempo
estancada, como

un
motor parado
sin gasolina, y de repente, en unos instantes, impulsar ejércitos de
discípulos que
iianza para la conquista del mundo.
E.so fue lo que paro un buen día debido al encuen.tro históriro
de

dos hombres:
Marx y Engels. Fue en 1847. Hace justo 130 años.
Ocurrió al borde del lago, en Lausanne.
(Es
pa,radójico que la falsificación fraudulenta de la Re:lención
también baya comenzado junto

a un
lago apacible.)
Cuando Engels
y Marx se eoconnraron en 1847, este encuentro
no

cambió
nada las ideas generales que tenían de1 socialismo. m
maaismo existía como abstracción en los pensamientos bastante
neblinosos de Marx. Su encuentro, no obstante, lo cambió todo desde
el punto de vista de la acción revoluci011Mia que iba a empezar.
Este encuentro iba a hacer nacer toda una metodología y toda la
dinámica socialista.
Marx y Engels pa,:ten, sin vacilar, del móvil más movilizador
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Fundaci\363n Speiro

MICHEL DE PENFENTENYO
que exisre en el corazón humano: la necesidad de comunidad, de
fraternidad, es

decir, ¡de
amor JOcial!
Y roman conciencia del gigant.esco poder explosivo que dormi­
ta en Europa tras las prodigiosas conmociones sociales provocadas por
la llevolnción y por las guerras napoleónials.
Marx y Engels midieron enoonces la carga de snfrimientos y de
revueltas latentes que dormitaban en esos barrios obreros donde
estaban amontonadas multitudes inorgánkas del proletariado nacien­
te; midieron hasta qué punto esa necesidad oscura, pero llena de so­
lidaridad, podía ser organizada.
Se ofrecían nuevas oomumdades a los desaaaigados. Pero, ¡ oo­
mtmidades de ludha! Se agrupa,:ía a los marginados de la sociedad
en vastas uniones fraternalles. Pero, ¡ en uniones de guerra!
A las antiguas solidaridades jerárquicas y vivas de las profesio­
nes, las ciudades y las ,pa1irias, se opondrían las nuevas solidaridades
hori:rontales, la clase, el partido y el sirulicato de combate.
Esa fue la clhispa genial que brotó en 1847 en Lausanne, al borde
del lago ... , y que iba a incendiar el mundo.
En
lo sncesivo, la guerra civil permanente iba a propagarse en
la
fábrica,
el colegio, la ciudad . . . y hasta en el tercer Mundo.
"Proletarios de lados los países, ¡uníos!". El grito lanzado por
Engels y Marx, a través de la Europa de 1847, resonó en el fondo
de las almas populares traumatizadas por las subversiones revolu­
cionarias como una llamada a la más formidable esperanza, ¡ una es­
peranza de liberación y de unión!
La
praxis de lucha había arrancado ... ¡Hobfa brotado de una es­
peranza de unión!... El desdichado proletariado podía correr como
ardilla en su. jaula: la crueklad de los sistemas liberales conjugaba
muy

bien
con el cinismo de los sistemas colectivistas ... · Los dos eran
prodncros de ilai Revolución.
• • •
Esa fue la metodología fundamental del socio-comunismo. Esa
fue su simple inspiración y la fuente de su extraña energía.
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UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTlCA•
Desde 1847 nadaba cambiado en cuanto al principio. Nada en
cuanto a la metodología.
• • •
Se cornprénde que frente a esa movilización de la esperanza hu­
= los sistemas liberales hayan tenido poca fuerza. Y la historia,
40 años después, no ba cesado de dar la raz6n al juicio de Pío XI:
No hay ninguna esperanza de reprimir la revolución socialista
en

ranto que a
su "falsificación fraudulenta de la Reoonci6n social"
no

se
la oponga una contraofensiva de las fuerzas de uni6n social.
A su praxis de luclia hay que oponerle una praxis de uni6n.
A sus técnicas de desinregrad6n social hay que oponer un pro­
ceso flexible, poderoso y activo de reconstirución social.
A esto os in..ita a trabajar el "Office". Ya que la contra-revolu­
ción

cristiana,
para responder a una fórmula de Joseph,de Maistre,
no debe ser una revolución en contrario. "Debe ser lo contrarie de
la RevolucMn". Debe "renovdf los lazos sociales en lugar de rom­
per/as.
Debe ejercer """ acci6n coord;;n,idora en sentido mverso de
la acci6n desorganizadora de la Revoluci6n'".
Debe detener la Revoluci6n. Pero para detenerla es necesario
detener el proceso de desarraigo que fubria,. al proletariado. Debe
restablecer los puentes entre las clases sociales.
El principio antidialéctico de nuestra acción, como podéis ver,
es simple. Tan simple como una ley física.
Sin embatg:,, ptirnero deberá remonrar tres obstáculos:
l.º ¿"Puede existir una comuni-On sin trascendencia"? (Malraux).
2.º La alergia de nuestros contemporáneos a las presentaciones
excesivamente doetrinales del orden social cristiano.
3.º
La oposición política.
l. ¿"Puede existir una comunión sin trascend,encia"?
Pío XI nos ha encarrilado definiendo el socialismo como "una
falsificación fraudulenta de la
Redención social"
... ,
por ranto, la
••
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MICHEL DE PENFBNTENYO
·primera pregunta que se nos plantea, es la de saber cómo se pue­
de enfocar una verdadera "redención social"' conforme al orden
divino.
La Iglesia nos enseña con po.labras de León XIII (1), que "la
religión
y sólo, la religión puede orear los vincu/,os wciales". Es muy
bello,
pero, en la práctica, ¿qué puede representar esto hoy? ¿Hay
toda.vía, hoy,

una
doctrina social de la Iglesia? La pregunta no es
ociosa

. . .
Basta, para darse cuenta, con medir la poderosa contribu­
ción aportada hof al socialismo por la mayOlría de los militantes
cristianos.
Un dosier publicado por la revista de iaquierd.is AuPrement (2)
muestra hasta

qué
punto la

Acción Católica ha contribuido a
crear
militantes para el soci&lismo y a dotar de una animación eficaz a nu­
merosos movimientos

de
izquierda. Esta revista an0taba que: "la
emigración
háCÜI la izquierda de los müitrmtes oris/liános se ha reali­
zado, en
g1tl1' parte, bajo· la h,fluencia del «oristiarMrmo de lr,s mo­
vimientás» (

••. ).
Nr, debe ser se,bestimada la influencia de estos mo­
vimientr,s como escueli> de militancia: hm dado su
hnpronta a un
tipo de
hombre de acción (

••. ).
Duri>nte Mios se contentaron con in­
terveniT en
el terreoo de lo social en nombre del «ideal evmgéliro»
eviti>ndo
los «tlfJafios», las «mascaradas» y ldr contradicciones en el
campo político''.
"Un CtlfJital
de experi fieros de via¡e», par#cularmente sensibles a los nuevos frentes i,bi>e,-­
tos
en mayo del 68: vida urbana, ética sexual, eco/o gía, mmorías
margmadas, luche,s loc«les por
la identidad cultural, etc. Se les ha
visto
en üp, en LMzi>e, en las fieste,s PSU ( ... ). En tcrdos las sities
donde ha pt,st>do a/,go, donde
se prepara un

Proyecto o unos
pro­
yect!OS".
Tales hec!hos ¿no bastan para probar que, para un número con­
siderable de cristianos, -ya no es evidente, hoy en día, que cristianis­
mo y socialismo sean antagónicos?
(1) Carta Au mí/ieu de.1 solicitudes, .conocida por la Carta sobre el
Ralliement.
(2) Autrement~ núm. s; págs. 146 y 166.
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UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
Por lo tanto, segummenre, ya no basta hoy oponer a la tenta­
ción
socialista
argumentos puramente

sociales o
económicos.
Hay que demosttar que el cristianismo y el socialismo no pue­
den ser compatibles.
Es preciso demostra:.r que un sistema que se erige en mesianismo
total no puede soportar la competencia de Dios.
&to es partiotla.miente patente

en
el socialismo marxista en el
cml el mito idólatra de la Revalución toma ,el ,relevo de la fe
religiosa.
Ahí se eru:uent'nln todas las características de la tns,­
cendencia y del misterio, todos los atributos de la divinidad. Para
los verdaderos revolucionarios, la finalidad de la Revolución no está
en la reforma.

No es el
blenestar, ni la libertad, ni nlngón otro bien
h= ... Como el Fin de Dios, el de ésta se halla en ella misma.
Está en la misma revolución. Respecto de este tema, hay textos de
Lenin, Stalin, Mao 'I'se Tung- ... que son d,, una extraordinaria "pu­
reza" ... "Pa,-a et refo,mista, la refo,ma lo es todo. Pa,-11 et revolu­
cion,,rio,
por el oon/Jrário, lo esencial es et tre,bajo revo/ucma,,i,J y
no la reforma" (3) ... Y Lían Tc!,ao Tsi: "El fm de la reforma
agrMia no
es dM la tierra a los cr,m,pesinos p<>bres m aUvi,ar nuestras
miserias. Todo eso
es un Mea/ de filántropo. No et nuestro. No es
un ideal de revoJuci<>nários • . • El verdadero objelivo es la liberación
de las fuerzas r8Volucionarias" (4).
Pero no se dice cuál es el FIN de esta liberación. La Revolu­
ción,
como todos los
mitos que se divinizan, se bastan a sí mismos
y por sí mismos justifü:an el sacrificio total de sus adoradores.
Como elijo una v ;m,peneerables... como

lo
fueron en otr<> liempo a los ojos de todos
las vlar de Di<>s. No estamos m11p lejos del am<>r puro de los mJs­
tic<>s, indiferentes a
la recompensa y al castigo. La Revolución no está
al servicltJ del hombre. Es el hombre quien est4 al servi<>i<> de la
Revolución. ¡Estamos en pl,ena teología invertida!".
No hay, pues, que extrañarse de la obsesión de los verdaderos
revolucionarios en contra de todo lo que pueda
aproximar a
Dios.
(3) Stalin: Doctrinas de la U.R.S.S.
(4) Lian Tchao Tsi:
Com11nicac-ión del 14 de i11nio de 1950.
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MJCHEL DE PENPENTENYO
Un ídollo teme siempre la comperencia de Dios. Lenin dijo, a este
respecto, unas palabras terribles que muestran muy bien hasta

qué
punto el
marxismo es antinómico de Jo divino: "millones de mmtm­
dicias, de rrumchtM, de violendtM, de enfermedades, de contagios, son
menos tet'ribles que
la más 111#1, la más defltlrada, la más hwisible
idea de Dios.
Blasfemia gramita, dirán algunos ... En efecto, pero blasfemia ri­
gurosamente
lógica... y a la que debernos observar con mucha aten­
ción, pues nos
indica =tamenre el defecto principal

de
la coraza
socialista.
¡ Y no digamos que sólo el socialismo marxista es enemigo
de

Dios!
Es ,fácil demostrar que todo socialismo es de hecho enemigo
de Dios ... y que no puede dejar de serlo sin fümar su sentencia
de muerte.
Basta. examinar, uno a uno, ros mitos de los que vive todo socia-
lismo ... mito del p-rogreso indefmido y -omá#co ... , mito del cam-
bio
...

,
cambio sin dirección o:i finalidad ... , mito de la conciencia
, colectwa
...

,
sin responsabilidad personal. Puede comprobarse que
no hay un mito en el socialismo que no sea objeto de un culto
idolánrico . . . ¿Qué comercio puede haber enu-e Dios y el ídolo?
Se comprende por qué hace cien afios Mistral, con la claridad
de
su genio, preainti6 que el """""1110 de esos mitos en el mtmdü mo­
derno
P-,üVü'Ctna el eclipsa de Dios en las "1mas y en la sociedad.
Mistral "1l antojo el m,mdo "'1ttlral, y de Dios retwándo,,,, ,¡,aso " f>tMo, ante el
hombre soberano".
En consecuencia, todo socialismo, desde el momento en que se
inscribe en una u
otra mirología idolátrica, no ,puede sino matar la
vida sobrenamral o ser muerto por ella ...
¿Cómo será pensa:ble que en adelante el mundo moderno pueda
prescindir d Hay un texto de Jean Jaures que lo expresa admirablemente . . . a
pesar de la intención anticristiana que Jo :inspiró. Os Jo cito ínte­
gramente
porque expresa de forma clarísima el desafío socialista
al que nuestra generación deberá, flna!roent", sobreponerse.
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UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
He ahí lo que dijo Jean Jaurés, fundador del periódiro L'H"""'"
nité, dirigiéndose a los p sión de la ley de separación de la Iglesia y el Fstaxlo:
"Perm#idme que os diga, .,. "'f"Bllos de ws el pensdlmentO de lt, Igle,;,, 81' S# 11erdad, ne su nobleza, comt> hoy puede verse e,candaliza a mucha, mimles.
füto, "" negarán
lo que digo, p,,e, s"'1en Ctlán imposible es que,
curmdo
se h" proclar,u,do qt1e Dios está tan lnthn,,mente unido a
1m co,,., ~ que se encamó .,. un ser h= y que trasmi­
tió " un,, lglesúi el derecho de cont~ esa encarnad6n, es impo­
J'ible qt1e Dio, no permanezca encam,,do en esa Iglesiá como el poder
soberano
y excluswo, ante el clkll los i-ndwidur>s, lt,, sociedades, 1m
patrias, todas las fuerzas de lt, vida, deben lndmarse. He aquí ¡,. co,,.
trádicci6n de dos mundos, he aqtú lt, contrrld,iccwn de dos pri,,ci­
pios ( ... ). Sin embargr> ... , ¿nos bar, resprmdülo nuestros adver­
sari doctri,,,,, ideal a ideal? ¿Han
tenidt, el valor de oponer co-" el penrllmiento de lt, Revoltu:i6n
el pemdlmento cat6lico en su plenitud? ... ¡No! Se han desi-nflt,do,
se han embrollado en los detalles de organizaci6n. No han e,fi,rma­
do clartmtente
ese p,-ini;ipio que viene a ser el alma de lt, Iglesiá ... ".
(Hay en este texto el soplo de un Bos&uet ... , un Bossuet sui>­
vertido y alzado rontra Dios y su Iglesia.)
• • •
Pero, en la _¡,ráccia, diréis . . . ¿cómo en. el clima lako genera­
lizado de nuestra época, puede llegarse a hacer conocer y !L!llM la
doctrina social del catolicismo, "en su verdad y en su valor"?
2. La alergia de nuestros contemporáneos a las presentaciones
exclusivamente
doctrinales del

orden
·Social cristiano.
Es evidente que la profesión abstracta y fría sólo de fa doctrina
tiene hoy cada vez menos posibilidad de hacerse escuchar. Por otra
parte, ¿se ha visto alguna vez a alguien que se convierta s6lo por la
doctrina?
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MICHEL DE PENFENTENYO
Ciercamen.te se nos impone una renovación en el método p-ara
eicpnsar la wrdad.
El Cardenal
Mindzentsky vio clarísima.mente cuando dijo que
su experiencia (¡y qué experiencia en contacto con aquellos socia­
listas 1) le liabía "emeñado que en la l,,cha de las ideas el ,az.,.,._
miento abstracto
y las teorias puras 1IO son """ gran "fuda".
Peto hay, afortumidamenre, otta manera de manifestat lo ver­
dadero ron toda su seducción, su calor y su vida ... Una manera por
otra parte elocuente y accesible a los seres deshabituados a la ver­
dad docttinal.
Es la enseñanza basada en los hechos.
Es lácil especul,i:r sobre el socialismo y sobre sus sueños. Peto
después de
transcurridos 130 años, ¿qué

ha hecho?
Le resulta fácil
maldecir
a:! cristianismo; pero . ¿qué ha realizado él en los hecoos/
Nos
es preciso este. método

vivo . . .
que lejos· de alejamos de

la
doctrina debe,

por
el conttario, ponerla de manifiesto en sus pruebas
más vis1bles, en -las más evidentes. F.ste _ método consiste en mostrar
la divinidad del cristianismo pot sus obras ... Un poco en el sentido
en que
San Pa!blo decía: a los ,ornanos que las "perfecciones invisi­
_bles
de Dios y su di,vinidad, se hacen visibles a la inteligencia a trMJés
de sus obras" {5 ). F.. absolutamente necesario que los animadores de
la acción cívica cristiana apt!eridan )a. práctica de esta apologética
que muestran los hed:,os . . . la únka que realmente puede ser general­
menne esc:ud,ada en

los medios
descristianizados. Este método ob·
jetivo de romparad6n consistía en presentair la comparación entre
las obras del Cristianismo y las de los socialismos.
El inventMio_ de 1~ tradiciones históric-as conqeras, de las dQS
doetrinas, tiene la ventaja de set dlfícilmente discutible, y material­
men,e más
verificable

. . .
es poco sospechoso de absttacciones filo­
sóficas.
Consistida, por ejemplo, en comparar lo que han apornado al
mundo,
el socialismo por un lado y el cristianismo por otro . . . en
todos los

campos de la vida
personal y social.
Hay que oomparar, .en primer lugar, a quienes en una y otra
'
(5) San Pablo a los Romanos, I, 20.
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UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
parte fueron héroes, sabios, precursores, pioneros ofrecidos como ejemr
plo a la humanidad. Sería interesante comparar, por ejemplo, a Robes­
pierre, Fourrier,
Trotsky, Lenin y Stalin con, por ejemplo, San Luis
rey de Francia, o San Enrique de Alemania, o San Vicenre Paul.
Imaginemos qne tomamos, por una parte, el martirólogo y, por la
otra, a los grandes hombres que la tradición revolucionaria puso en
el Panteón:
Voltaire, Diderot, Rousseau ...
Fue

el agnóstico Camus quien respondió a un periodista que ha­
bía atacado de
nna manera bastante baja a la Ig]esía: "Yo reflexio­
,.,,,.¡,, antes de decir como usted que la fe cristiana es ,ma dimisión.
¿Se puede escribi.- esto. de un San Agustín o "" Pa.rcal? La honesti­
dad c<>miste en ju;,;gar ,_ doctrina pur sus logros y no po, sus sub­
productas··.
Después, nuestro tablero comparativo ¡xx:l:ría examinar,. en los
fundamentos del cristianismo y en los del socialismo, quiénes fueron
los pioneros de una y otta doctrina.
A la Tour du !;'in le gustaba practicar e,;ta ~polpgética concreta:
"El s.()cia/.ismo -decía-en su ram.a más exa/.tatl-t,, entre los nihi-­
lista.r, ha podido producir a Charlotte Card,,,¡, pero no las. Herma­
nas
de

la
Caridad; y tod,wía nmguno de sus púlpitos ha . hecho
·comprender al auditorio más demag6gico el sermón de Bossuet ante
;la Corte de Francia sobre «la eminente dignidad del pobre>. s-a
Isabel de Hungría no hace un papel, menor en la historia que Thé­
roigne de Mericourt o Luoise Michel. El nombre de cristiano pres,
cinde
de ser unido al epiteto de socialista para significar la frater­
nidad humand'.
Podsíamos comparar, igua,lmente,
las

obras concretas de uno y
otro humanismo: lo qne han engendrado, por ejemplo, como atte
de vivir: sus "Mbitats", su urbanismo. Resultaría, por ejemplo, muy
elocuente
una comp,,tación entre lo que han realizado una y otra
civilización en
materia de

feminidad. Se podrían
tomar como ele­
mentos de comparación no solamente la vida femenina en Moscú,
Praga o Pekín, sino que, pueoto que hay otros socialismos, se podría
tomar cotno imagen

media de la
reminidad la de F~oise Giraud ...
o Gisele Halimie. Por "la otra parre, podrían tomarse como términos
de comparación las madres de familia como Santa Mónica, si se
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MICHEL DE PENFENTENYO
quiere una gran burguesa, o una mujer de pueblo muy pdbre romo
1" Beata Ana María T aigí. Se podría tomar también 1" dimeruri6n
humana de Santa Juana de Arro, si se prefieren figuras de empuje
y de aventuras.
El método indicado por San Pablo a los romanos se ve que está
lleno de imprevistos. ¿ Y quién puede negarlo? Mostraría que todo
lo que el socialismo
pueda tener de honorable ... en fas inrencio­
nes... ,encuentra en el Cristianismo su realización total. ¿En nombre
de qué
atacan los socialismos al auréntiro Cristianismo? ¿Están a
favor del

pueblo?
Nosotros lo estamos. ¿A favor de la libertad?
Nosotros lo estamos. ¿A favor de ]JI, justicia? ¡Cómo no! ¿Qué lec­
ción puede recibir 1a historia del cristianismo del socialismo, en ma­
teria de libertad, de justicia, de amor a los pobres, de defensa de
la!s minorías?
Simplemente las gmndes ahsttacciones soportan todo, admiren
todo. Mientrns que el eimmen de las obras obliga.
El socialismo ha lanzado cien veces sus grandes crw.adas mun­
diales
contra el obscurantismo. Ha lanzado la batalla de la cultura
para todos, asegurn,,do así "la igualdad de oportunida bien. Admitimos 1" pureza de las intenciones abstractas. Pero ¿dónde
están las obras?
¿Dónde están los San Juan Bautista de la Salle del socialismo?
¿ Dónde [os hermanos "quatte bras" y los Lamristas y las Hermanas
del Sagrado Comz6n .• , Dónde están sus misioneros y sus maesrros
de Ama2lOllia, de Atabasca, de Makenzie.,.?
El método propuesto por San Pablo para esos pragmátiros que
eran
los
romanos, ¿acaso no sería un buen método para loo raciona­
listas que han lleg,ido a ser los socialistas modernoo?
Cuando

ese
método estuviese un poco popularizado, ¿sería tan
difícil abrir loo rora.rones y ·lraatt avanzar las inteligrocias hacia
Aquél

en cuya
Escuela se ha visto, de siglo en siglo, renovarse e,e
río de aguas vivas "en el que bebwon y beben todrwía pueblos en­
teros, f'ico,s <> pobre,, nacidos "Y"' o C"'1'gados po, el peso de una
rico y larga historia", por tomar la bella fórmula de Jean Ousset.
Y este método que se aproxima más a la ronremplación de lo ver-
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UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
dadero que a la especulación abstracta . . . ¡ este método penetra mucho
mejor en las "almas de blrena voluntad" ... !
¿No es
acaso el "pequeñ-0 camino"?, para hablar romo Santa
Teresa del Niño Jesús. El que oonviene a los hombres cansados de
'las oontraposidones de los sistemas y de las luchas ideológicas.
Y, a su vez, ese método de ningún modo se desliz.a hacia la
tendencia blandengue del compromiso libera1.
¡Puesto que el examen de las ohras habla un rudo Jenguaje!
¡ Qué puede haber más triunfal pa,a la Iglesia que la rontem­
plación
de esos 2.000 años en los que la lección permanente, si la
supiésemos hacer romprender, mosttaría que ¡cristianizar es huma­
nizar;
cristiani.zar es civilizar! Es aproximar a los hombres. Es hacer
verdaderas frarernidades ...
Y
,esta lección no sería equívom ni sospechoso. de humanismo
barato. Pues mostraría que, a cada paso en la historia humana, romo
dijo Thlbon: "para unir a lo, hombrer, no ,irve de nada tender
puente,. Hdtj que al.zar ercale,ar. El que no ha awendido harta Dio,,
¡amá, ha encontrddo, verdttdermnente, a ,u hermano" (6).
Y esta lección resplandecería en letras de fuego ruando se exa­
minara la pelírula de las obras socialistas, pues veríamos cuán im­
posible es la fraternidad wcialista.
Nuestra

película de las obras socialistas mostraría que,
al haber
descristianiz.ado y laicizado por doquier, ha provocado por roda,
pan:es un hundimiento de la moraJ póblirn y privada.
Ha
hedio un mundo "v«do de toda ,u,tancia humana [donde]
millooe, de hombre, -como decía San Exupery-ya no ercuchan
más que a/, robot, no entienden más que al. robot, s~ hacen ro·bo·ts".
Ha heoho un mundo CU)"'S muestras más visibles patentizan un
universo cada vez más totalitario, cada vez más concent'!raeionario ...
¡ cuando no es un universo de guerras civiles, de represiones sangien~
tas, de Gaulag, indefinidos!
• • •
(6) Thibon: L'Echelle de Jacoh, pág. 58.
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Fundaci\363n Speiro

MICHBL DE PBNPBNTBNYO
Me diréis, e; hermooo emprender ese apostolado social, sin duda;
pero la primara tarea, más urgente aún, es hoy la de rehacer una
reserva disponible de estos apóstoles especidmente formados para
combadr la herejía moderna ... , pues nuesnras patrias están inte­
gradas de instituciones sociales y políticas que el socio-comunismo
enuclea, y así penetra y degrada nuestros colegios, nuestros pue­
blos,

nuestras universidades . . .
y ¡pronto los cuerpos del Estado!
3. El. deber político.
La
verdad, es
que
debemos atender a

los
dos frentes. La subver­
sión
es tan ideológica como política. Hay que actuar, por lo tanto,
sobre
las mentes y sobre las instituciones. Hacen falta centrales eléc­
trioas para difundir fa luz, pero eso no nos dispensa de organizar
redes
de difusión de

la
energia social. Ese aumento de energia es
indispensa:ble para impedir que la a Indiscutiblemente, el

primer
deber de la Caridad política es, hoy,
el de frenar la Revolución, paralizar la Revolución, detener la Re­
volución.
La única manera de detener la Revolución ,es trabajar para for­
tificar,
por todas partes, la unión org¡ínica de las poblaciones en
su engarce natural.
Los movimientos revolucionarios de mayo del 68, la Revolución
de Portugal, los
sucesos ,en curso

en Italia, han mostrado. cuál
es
el proceso más peligroso de la Revolución.
Siempre tiene por objeto eliminar las élites narurales de la vida
social. Conocernos estas técnica~: la explosión terrorista, la "espon­
tánea" paralización universal de las actividades sociales ordinarias;
la agitación, la ID"1lipulación toral de las propagandas, la manipula­
ción
psicol6gb., la

matraca radiofónica o televisada,
el enloqueci­
miento de

la población, el
ritmo infernal

de
las asambleas y de las
manifestaciones, los comités, las comisiones por todas partes, los SO·
viers de fábrica, de academia y de cwtrtel, y, poro después, la movi­
lización universal; en el que oada persona, engtanada fuera de su
ser, fuera de sus lazos sociales naturales; fuera de sus estructuras
954
Fundaci\363n Speiro

UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POLITICA»
mentales y sociales, es intimada para que tome partido y colabore.
Y todo ese desquiJCiamiento social ¿para qué? ¡ Pues para elimiruu:
los verdaderos cuadros sociales privándoles de sus jerarquías naru­
rales! La Revolución ha trabajado siempre sin piedad para elimi­
nar a los notabks •.. y, sobre todo, a los pequeños notables, los que
están en
contacto permanente

con
el pueblo, que se imponen con
su actirud, su experiencia, su desinterés, porque las poblaJCiones
vuelven

siempre
[os ojos hacia los

notables
popwlares en los mo­
mentos de prueba y de peligro, esperando de ellos los consejos y,
á veces, incluso las órdenes.
Esos "notables" constiruyen los enemigos más temidos por los
comunistas:
se pu,ede afirmar que los procesos de bolchevización han
empezado
siempre por la eliminación de esas élites populares.
Mooho antes de buscar a

los "grandes", los
comunistas han tra­
tado siempre de desacreiil'M:, aoerrorizar y eliminar a los directivos
locales. Saben
pemectamente que sin ra

del
proletariado" no

puede
funcionar.
El enamizamiento que ponen los socio-comunistas en este tra­
bajo preliminar nos indica, evidentemente, cuáJes son el antídoto
directo y la terapéutica.
La Revolución no puede realizarse, la Revolución no puede du­
rar, si se organizan convenientemente las redes para arropar, sosre­
tener, aiumbrar y coordinar a los notables detentadores de los po­
deres locales. Los notables populares son el !mnco de la Revolución.
Es preciso no dejarlos aisla Hay que Sl.1.SCitar y animar a su alrededor un vasto movimiento
de espíriru cívico. Tienen necesidad de fomnación y de instrucción
teórica
y práctica. Tienen necesidad de informaciones sobre los mé­
todos de penetración y sobre las añaga:,as de la Revolución. Tienen
necesidad de un.ir-se, unos a otros, por un sistema de concertación.
Hay, por tanto, que crear a su alrededor algo análogo ~poro
en sentido rom:rario--a

lo que las
redes de las células y los colegios
elementales
del Partido comunista ofrecen a

sus
jerarquías paralelas
y a sus militantes.
Pero si hay que mrropar a fas autoridades locales, hay, también,
y sobre todo, que orientarlas para que ejerzan conv;enientemente, por
955
Fundaci\363n Speiro

MIC[fEL DE Pfu"IFENTENYO
sí n;,famas, sus funciones de protectOras y animadoras de sus pobla­
ciones.
Esta es la importrullcia de la acción descentralizadora.
Hay

que
formar animadores hábiles para conseguir todo esto, paira
restablecer '!as comunicociones allí donde estén psicológicamente cor­
tadas. El deber de caridad, que es de siempre, toma hoy un carácter
de
llleC<&idad públi01. Toda empresa, todo pueblo, toda instirución
donde
los jefes pierden el contacto popular serán rápidamente abo­
cadas a la dialéctica.
Por

el contrario, si
desde el
principio de los procesos
revolucio'
narios

en el municipio, en
el barrio, en la fwbria, o en la facultad,
los revoluciomrios se tropiezan con la. resistencia de una cohesión
social bien
agrupada alrededor de las jerarquías naturales ... , serán
fácilmente detenidos y, en ocasiones, vencidos en el prÍll'.ff envire,
La
asambrooa victoria

de los cristianos del
Líbano contra la agre­
sión

palestino-marxista ha sido, sin duda,
el fruto de un heroísmo
que

raya en
la epopeya. Pero ese heroiomo ha estado alimentado y
sostenido
por la Ddl:!l:ble unidad social y espiritual de las comuni­
dades
locales

alrededor de sus jefes
temporales y religiosos.
Algunos objetarán quizás

que ese
trabajo de reconstitución de
las élites locales ti,:,ne que realiz.a,lo el polítim ... , que nada puede
reemplazar
esta función ... , pero será fácil responder que esta obra
de
reconstitución y de unión de los cuerpos intermedios es en sí
misma
el primer grado de la acción polítiol. Cuando el Estado ya
no es un
factor espiritual en

la nación, cuando
una gran parre del
aparato
t,emporal de la Iglesia colabora con los poderes revolucio­
narros,
hace falta que esa función de unión, de suplencia y de pro­
tección de los cue11pos intermedios se organice por otra parre.
Esta obra, a la que os invita el "Off ice", ,no es todo en la po­
lítica nacional. Indudablemente, pero es la prmnisa indispensable.
¿Qué podrían hacer los dirigentes nacionales del Partido comunista
francés
si

no
se apoyasen en la corriente de opinión poderosa que
les es ofrecida por las 9.000 células del Partido que son
otros tantos
centros nerviosos en los cuerpos sociales?
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Fundaci\363n Speiro

UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
4. La tentación fascista.
La imporraru:ia de este método descentralizador, fundado sobre
las uniones naturales, y a partir de ahí atraiga pulares, es vital desde otro punto de vista esenciaJ. · Oiando el
desotden toma proporciones peligrosas para la seguridad física del
país, entonces constituye la ónica manera de ahorrar a nuestras pa­
trias el riesgo de los enfrentamientos en dos campos. Esta es la única
maneta de ahorrar a nuestros países la guerra civil.
Hay un texto célebre de Trostky (7) respecto de la rentacióo bur­
guesa del fascismo; texro rootenido en el número 2 de La Revolu­
ción de Octubre que explica cómo "el fascis11W es un reflejo deses,¡,e­
rdáo de la
11iej" socieddd en t>puros", cuando descubre que ha perdido
la unión popular. "En ese momento ,xe,¡,ta el, estada de guerra civil,
cenlraliz,mdo sus fuerzas cambatwas cont1"a
el ,¡,rolett1riada tlrmdáo ••.
Hay que rehusar e,;a tentación fascista.
Esa .tentación nare s~empre en un contexto de desorganización
general. · Cuando cada uno se siente amenazado, cururoo el heredero
probable de
la anarquía apa:rece, y ese heredero es el bolcruwiquis­
mo... Cuando la Policía y el Ejérci,ro son btirlados y atacados par
todas partes ... e, incluso, por, las autoridades espirituales. Cuando
ya hacen su aparición los tribunales revolucionarios y las parodias
de
justicia popular se manifiestan en algunas universidades, en al­
gunos centros industriales y en algunas campañas ... Cuando la. na­
ción,
disgustada, inquieta, está dispuesta a aceptar al primer salva­
dor que se presente ... , pues bien, en ese mO!lDlentO, en un sobresall­
to de nacionalismo popular, las élitres locales, arresa.oos, maestros de
oficios, campesinos y comerciantes, los primogénitos, se cristalizan
alrededor del César improvisado.
Mussolini surgió de la ana,quía italiana en 1920, como Bona­
parte de la anarqula del Directorio.
El historiador Louis Madelin dijo: "César, no es tanto un hombre
como una situaci6n".
(7) Trostky: Europa y Améric-a;
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MJCHEL DE PENFENTENYO
Desde luego, no se trata aquí de negar la legitimidad de loo re­
amos necesarios
a la fuerza armada para defenderse contra el te­
rror . . . Frente a una insurrección armada, no se puede contestar
siempre con flores... San Luis supo roourir a las armas, Santa Jua­
na de Arco también. Pero no es específicamente el r,cu.rso de las
armas lo que caracteriza la renración fascista. No es tampoco el pa­
pal ex~epcioru,l de Ul!l jek único que se impone por la talla y po­
tencia de

su
personalidad, pues, en ml caso, casi todos los primero.,
caperos,
después

de
Cadomagno, mer=ían el

calificativo de fas­
cisr.as.
Si debemos combatir la tentación fascista no es por razones un­
puestas por la brutalidad de los acontecimienro.s ... , sino porque el
fascismo pa mas;ficación que combatimos en el socia:lismo.
Debemos combaitir la tentación fascista porque siempre condu­
ce aJ. atolladero,. La combatimos porque moviliza a las masas con
una movilización de tipo
unitario al

precio de
una desmovilización
de los poderes
locales y

de una
disgregación de las uniones locales.
El fascismo es una tentación de tipo revolucionario. Está dentro
de la tradición jacobina. Está fundada en el Partido Unico ... , y por
ello produce siempre una
cJbra de di'lisión en las entrañas de la nación.
El fascismo reúne a los hombres organizándolos nrera de sus en­
tornos profiesionales y locales, fuera de sus relaciones naturales ...
Y, por eso, los fascismos, incluso Jos más templados por el es­
píritu mediterráneo y por el esplritu cristiano, han acabado mal ...
Pues
todos estaban fundado., sobre un desconocimiento de las co­
munidades naturales.
Finalmente,
los

amplios
poderes personales nacidos

de esta con­
cepción política han dejado tras ellos un gran vacío, y cualquiera
que hayan
podido ser

sus
méritos, la situación que dejan no tarda
en precipitarse en el prooeso liberal-socialista.
Así, pues, nada hay más urgente que esta obra de asistencia; de
protección, de fortalecimiento del encuadramiento popular.
Es una obra de auténtica caridad política.
No podremos evitar la temerosa confusión o la baja capitulación de
los dirigentes locales frente a los cbarlatanes socialistas unidos a los
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Fundaci\363n Speiro

UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
fríos militantes comunistas, ni podremos evitar la tentación fascis­
ta más que suscitando una élite que permanezca viru:ulada ron rodas
sus fibras a las comunidades en Jas que tiene por misión defenderlas
y fecundarlas.
Por
eso, .la pelota está en el campo del laicado cristiano, y la
misión política del laicado cristiano es "restablecer los puentes entre
los hombres y, a la vez, dirigir lar escale1'as hac,a V.Oc".
A menudo, en el transcurso de la historia, loo obispos dirigieron
elloo mismoS
la defensa de la ciudad contra el asalto de loo bárba­
roo.
San RJemigio era obispo, y San Lope de Troyes, y San León el
Grande,
y San Aignan de Orleans. No se resigna.ron a obandonar sus
pueblos
a los báirbaros.
Lejos de pactar con los enemigos de la ciudad, bajo pretexto de
que
la Iglesia

trasciende los
regímenes políticos, velaban

en las mu­
rallas supliendo a menudo el desfallecimiento o la cobardía de los
jefes temporales.
Peto también ha ocurrido en la historia que loo
papas y Jos obispos creyeron preferible •bandonar a sus pueblos p,e­
dicando solamente los principioS abstractos de

una doctrina intem­
poroL llegaron, incluso, a rehusar su apoyo a la defensa de cierras
pattias ca!rnaJes ...
Y, bien, ¿qué hacer cuando ,esos acontecimientos se ,reproducen
en los tiempos modernos?
¿Qué hacer cuando ocurre, como hoy, que los jefes de la jerar­
quía eclesiástica se callen o animen a :los militanties cristianos que se
pasen, con armas y bagajes, al servicio del enemigo de la patria
y de la fe?
Pues bien, no hay mejor
fomia de responder

a esto que como
hace
J ean Maditan en la conclusión de la obra "La Vieillesse du
Monde'", que hay que leer y
meditar.
"Nadie conoce el juicio de Dios -escribe Madiran-. Per,o na­
die tiene de,echo a deci,-que sea del agrado de Dios entregar a un
pueblo, por fa/,sos cálculos, pacífioos o "/Jl)st6licos, a las matanzas
y a laJ to,tu,as".
"El saqueo de Roma, sin duda, no será nunca la muerte de la
Iglesia. El iaqueo de Roma en 1527 "° ¡,ro,kjo siqlliera la muerte
de Clemente VII. P"1'o en el saqueo de Roma, t11J•r y ma,ñar,a, es
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MICHEL DE PENPENTENYO
siempre el pueblo oristúmo el que qued,, indefem(), es siempre el
p()bre el que es e,,t,regado,".
Asl, pues, cuando !os hombres de la Iglesia toman disposicion,,s
o

precauciones
apostólicas porque pronostican que el comunismo
tiene todas las posibilidad,s de domina< en un pafs, entoooes corres­
ponde a,l laicado cristiano tomar, por sí solo, con los derechos y los
poderes propios
ool laicado, todas las disposiciones po,a derribar
ese
pronó..tico. Para hacer historia en lugar de sufrida.
Por fo demás, ¿qué valor tienen, en la historia, los pronósticos
del derrotismo eclesiástico?
"¿Cuáles fueron, según las discípulos de Emaús, los pranóst<&os
wbre
el futuro del mundo oristümo, al día siguiente de la Pasión?".
Los discípulos de Emaús, ¿acaso no pronosticaron, rambién ellos,
el fracaso de la Redención sociai y religiosa?
¿Cuál era, cooforme loo pronósticos políticos de los hombres
de

la Iglesia,
el futuro temporal de la Cristiandad en el momen­
to

en que
Juana de Meo fue quemada, cuando dos papes se dispu­
taban la soberana jurisdicción de la Iglesia?
Seguramente, el siglo xx no puede reconocer estas pruebas que
son de om:a época.
Pero nuestra época tiene las suyas, que posiblemente no son tan
dlferenres. Estas pruebas y esos errores tienen todas en común un pe­
cado de oportunismo por deseo de poder o por cobard/:a. .. Todos
tienen en común un pesimismo histórico, O sea, .. el emlite sobre el
prwvem,- hist6rico es, según la historia, el más ciego de los ewvites
( ... )", sigue diciendo Maditan: "P,,,-a los romanos cultos, abiertas y
lúcidos del tie'1'11?" de Nerón, el 1TUPfltlo que vema no era, de ningún
mad() e inclnso
en absoJuro, el que se vwió. El m,mila que venia a
la mente de l()s franceses de 1788 na era el de 1793 ni el de 1815"".
"El mundo que viene"" . . . no se ha visto, ni una sola vez, que
haya

sido
aquél a:! que se prarestinaba a ser .. present tado.
"Ser presente por adelantado, es ser c()túüanamente ausente en el
día presente".
La política de alianza con ·loo destructotes de la civilización der
cansa sobre el pronóstico de que ganará Moscú.
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UNA PRACTICA DE LA «CARIDAD POUTICA»
Pero, paralelamente a la advertencia moscovita de 1917, hubo
otra advercenda
también

en 1917.
¡La que Nuestra Señora procla­
mó -en Fátima!
Esa última adv«rencia de Nuestra Señora trasciende y canrela
el

envite
históriro de Moocú y de sus aliados. Anuncia, incluso, la
conversión de Rusia.
Envite pü1'. envite, nosotros •postamos pü1'. Nuestra Señora. Porque
rerordamos que ella no ha cesado de aplastar la cabeza del Dragón.
Aquélla de la cual el Autor inspirado de El Canta, de /()s Ca,,tares, dijo:
"Quién

es
Aquélla que aparece como la""'"'ª• bella como la luna,
P"'" como el ,,,/, terrible como un eié-rcito, en orden de batalla".
Pero, de momento, estamos en 1788.
A trabajar, pues.
¡Tenemos un año para dar la razón a l.1Express y para que 1789
no sea fatal!
PATRIAS-NACIONES-ESTADOS
( Actas del Congreso de La,,.sonne 1970.)
RAICE.5 E.5PIRITUALES, INTELECTUALES, EXIS­
TENCIALES ... DE
LA PATRIA, por Juan Vallet de
Goytisow.
EN BUSCA DE LA PATRIA PERDIDA, por Herbert
Gillessen.
COMO SE FORMA UNA PATRIA, por Féli:c l:aru.=o.
UNIDAD E.5PIRITUAL Y UNIDAD SOCIAL, por Jean
Ousset.
EL ESTADO AL SERVICIO DEL BIEN COMUN EN
LA ECONOMIA,
por Henri de Lovinfosse.
EL ESTADO Y EL DINAMISMO DE LA ECONOMIA,
por M arcel de Corte.
ELITES CIVICAS Y VIDA POLITICA DE LAS NA­
CIONE.5, por Jean Beaucoudray.
108 páginas 80 ptas.
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