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El día de San Fernando, patrono de los amigos de la Ciudad Católica

EL DIA DE SAN FERNANDO, PATRONO DE WS
AMIGOS DE LA CUIDAD CATOLICA
El pasado 30 de mayo, los amigos de la Ciudad Católica celebra­
ron la
Festividad de San Fernando. Con tal fin se celebró en primer
lugar la Santa Misa, como en los dos años anteriores en la iglesia de
Ntra. Sra.

de
Montserrat, regida

por una
pequeña comunidad
de
Padres
Benedktinos. Ofició ,e] P. Francisco Sánchez, quien en la
homilía se refirió principalmente a tres puntos: 1) Repitiendo las pa­
labras
con que finalizaba d Evangelio, "Dad al César lo que es del
César y a Dios lo que e• de Dios", recalcó que no siempre habían
sido
rectamente entendidas.
Entre ambos
derechos,
ios humanos y los
divinos, no
se da

una verdadera
independencia, ya

que es también de
Dios todo cuanto
sea del César. 2) Toda autoridad proviene de Dios.
De donde
se deduce que el individuo, y también la sociedad y el Es­
tado esrán obligados a rendir, como tares, vasallaje a Dios. (Nada me­
jor que la encíclica "Quas primas" de Pío XI para compreder la
soberanía de Jesucristo sobre todos los pueblos y naciones de la Tie
rra).
3) El católico tiene unos deberes clvicos y sociales ineludibles:
respecto
d,, la familia, de la Patria, de la ciudad, etc. Resaltó por
último, el noble y hermoao idea1 de fos amig,:,s de la Ciudad Católica,
pidiendo
oraciones para la pers""erancia en la acción mediante la
caridad política y con la prudencia que distinguió a Fernando III el
Santo a Jo largo de todo su
reinado.
Acto seguido tuvo 1ugar una cena de compañerismo y amistad.
La cena 11rallSCUrrió muy animada y concurrida, pues fueron cerca
de doscientos
ios asistentes.
A los postre; tomaron la palabra varios amigos de la Ciudad Ca­
tólica:
María Teresa Morán Calero, Ignacio Zuleta Puceiro y Jeró­
nimo
Cerdá Bañuls.
M'. Teresa Jlfurán gustó mudho, tanto por el tema que desarrolló,
cuanto por

la manera de
hacerlo. Sus palabras fueron las siguientes:
«Hoy, dJa de San Femando, y a fresar de lo mucho tJN8 se ha hd­
blado aql4 de
él estos tllúm,,s año,, qui,,,() recordar un mome,,t() tan
s6lo a la per,,,na que indudablemente configM6 su
,vid,, y su reinado;
Berenguela de Ca,t/lla, su rnadl'e.
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Fundaci\363n Speiro

»El/,, cedió a su hi¡o el trona de Castilla y le a,yudó a mantener/o,
mientr'as él hacia una de
las páginas más brillantes de la Reoonquista.
Y

lo
más imp conseguh la santidad. ¡Qué inf/ueno,a tan grande
puede llegar a te­
ner una madre en el destino de sus hijos, de su familia! Esto queda
/_}atente también en el e.aso de
S. L,.¡.s de Francia, hijo de una herma­
na
de Berenguela de Castilla. Y sobre todo en el gran ejemplo de
madre cristúmr,, Santa Afónico.
«En fin, no voy
a detenerme en más e¡emplos, sino partiendo de
esta
reaUdad palpable en ellos, intentaré dar una ;Jea de cuál debe ser
el paf!el de una rrutier en la familia, de su importancia.
»En
primer lugar partimos de la base de que tanto la mujer como
el hombre tienen una misión específica en el mundo. No están en la
tierra como efecto de una serie de fuerzas extrañas e i1'racionales.
Dios

los
fJf'eÓ y lo hizo oon un fin determinado: Para que le alabasen
en
la tierra y lograsen su propia santificooión. Es decir, el hombre tie­
ne
la obligación de stmtificarse e intentar cumplh los designios de
Di.os sobre él. Y al decir esto, me refiero, naturalmente, aJ, hombre '}I
a la rrutier, Se trata ent01'ces de determinar lo que la mujer en par­
ticular
debe hacer en el mumlo; cttá/ es el papel que le correnponde
a ella y sólo " e/Id,
»Por
su propia naturalw:a está destinada a ejercer su labor dentro
de la familia, prim funciones:
»Primero, a&túa co11W esposa, como com1Jañera de su mt:trido, co­
labora oon él en la realizaoión. de un -,,,do más cristiano, siguiendo
los

deseos
de Dios al crearla. Así viene expresado en el Génesis:
«y dijo Dws: no es buena que el hombre esté solo y le dio una com­
pañera». Su misión, pues, es t#'judar-a su marido, s(Jstener/e en ÚIJ
situaciones de peligra, hacer que """"" esté S(J/o, De esta manera es
correalizad él de todas sus dCt(Js, pues es su im/_Ju/s,(J y su fuer­
za; algo de lo que no se puede presci,r,,Ür.
»Evidentemente
esto na es una hwnillaoión frente al hombre.
Se
convierte en campañera, no · en .esclava. De

hecho, el
cristianismo
ha dad() su verdadera d,igniadd a la mujer y la ha equi/_Jarado al varón,
cosa que no sucedía en las civiliz(JO$()nes antigtuM. Ante Dios tlffl,.bos
s Pero lógicamente
tienen distintas funciones. Distintas y complemen­
tarias, de
tal modo que para que no se derrumbe la organizació.J so­
cial y familiar, cada una debe asumir su propi<, función que sin la del
otro
siempre quedará mcom/_Jleta. Esto no quiere decir que la mujer
deba dedicarse excluswament• di campo familiar. Puede e¡ercer su
inf/uenoia
de muchas otras maneras, pero s 1047
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a e,to p,indpal. Lo esendal es ct11r.pUr las ,obligaciones primarias.
Luego, todo lo que f_JUeda hacer además es accesMio.
»El
otro aspecto de /¡; función de /¡; mujer viene determinado por
su propü, naturaleza: ,por la maternidad. Es su misi6n más trascenden­
te. Decia Pío XII que, con ello, /¡; mujer alcánZa su propü, perfección,
incluso
mdt-al, 'Y ,u doble destino, terreno 'Y celeste. Por ello, /¡;
mujer Je hace instrumento, de Dir>s para /¡; creaci6n de un mte1/Q ser.
Consecuencia
de /¡; maternidad es el deber de educar a los hijo,. Co­
rresponde a /¡; famili,, 'Y naturalmente a la madre, inculcarles las idear
de Religión y de Patria, formar crisf.ianos nueves y fuertes. Responsa­
bilidad may"' en el dla de hoy, en el que el ,esto de las organizaciones
sociedales no
s6lo no ayudar, a CQnseguir estas fines, sino que intentan
anular toda
l,ib,,, ,¡,ositwa en este sentido. Para ello, /¡; mujer debe
tener una fQfmaci6n 16/ida, una fe firme
y una fortaleza crJflaz de
aguantarlo
todo. Y debe saber infundir estas virtudes a sns hijos.
Naturalmente, para
ello cuenta c= a/,go más que su, prapúis fuerza,:
con la ayudtt. siempre de DiQS 'Y la iluminación especial que el EJpt­
ritu Santo
le da. Y, sobre todo, si,guienda el ejemplo de la V ir gen, la
mujer
P"' e,r:celencia. Ella nos enseñ6 qué nas cQrre,ponde hacer, al
decir:
«He aqtd la esclava del Señor», Siempre sigui6 los designio, de
Dios sobre Ella.
»Al final, la mujer cristiana será siempre la má, Jabia, puesto
que ,abe ciertamente
cuál es su misi6n en el mundo, es firme en sus
ideales
y lo espera toda en Dios. EJ la base de una sociedad fuerte y
ertable.
»EJ
,por ello, que una de los objetwa, primQrdiales de la Revolu­
ci6n
es la cQrrupci6n de la mujer. Y lo consiguen mediante ataques que
no
son direct,,,. Se encubren bajo la "flariencia de más libertader, más
derecho,, cuando lo que en realidad pretenden es destruirla y anular
toda
la lab"' positwa que pueda hacer en el mund,,, Es el intento de
destruir
lo que Dios ha sublimad,,, Mmo dija 1l'PIIY bien un Pttp,, de
este
siglo.

Y
la de,truyen en to, dos sentidos de su acci6n:
»Co= esprJJa la enfrentan a su marido
'Y anulan indirectamente
a éJte también. Destruyen la estabilidad de la familia.
»Como madre,
la ,eparan de sns hijQS, Le quitan la influencia
ed,,cad,,,a que pasa
al Estado o " grupos de fuerza. Con ello, ,e con­
sigue una educaci.ón uniforme
de lt> jwentud, que se convierte en
más facilmente manejable.
»EJte
es
el
engaño tremendo de la, ideas modernas y sns libera­
ciones.

El
principio de la subversión 'Y el cambio má, fácil pdra con­
seguirla. Nueswa actitud ante estQ debe ser clara. Co= católicos, no
podemQJ admitir los postulados
del libera/ismQ y el anPi-cri,tianiJmQ.
1048
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A nosotros, y sobre todo a las mujeres, corresponde recanstru'W' el
hogar, la familia y a trtwés de ella la sooiedad.
»Roguemos a S. Fernando que interceda por nosotros y pidamos
a Dios que
nos dé fuerzas para cumplir nuestra t,wea.»
Acto seguido tomó la palabra Ignacio Zuleta Puceiro, quien seña­
ló que no nos está permitida la desesparanza. Nuestra lucha es a vida
o muerte. Pero ... ¿qué es ro definitiva ,esm lucha?
«Siempre he pensado, cuando me ha acuciada la preocupación
acerca
de la efectividad de nuestras acciones en defensa de la

Fe
que
compartimo,, que el óptimo ejercicio
de nuestra vocación de inte­
ligencia está en darle a sus verdades permanentes una presencia ac­
tual frente a las contingencias de cada tkmpo.
»Si hay una cosa que nos reúne esta noche de San Fernanda, es la
conciencia que tenemas de

algo
que nos liga y cuy,, entidad nos pre­
existe y
nos solnevivirá. sN

os nos
ha ,ido dado inventar nuestro
Credo, como1 tampoco les fue dado eso-a nuestros predecesores. Este
carácter de nuestra comuni6n tiene un peso esencial en la fisonom-ía
de esta casa. Vivimos en una era que quiere -.pese a los males que
ello
nos ,icarr- olvidtlr al Creaddr y, con

el
pretexto de la desa-­
lienación, radic,w al homlne en la contingencia
material. H emas visto
cómo

este
olvido de Dios ha traído aparejado el olvido de la e,encia
del

hombre
y del sentido de su vida, cuya oonsecuencia dwecta es la
canstrucoión
de modela, inadecuados para su existencia.
»El Jigno de nuestros dlas es un «modernismo», fruto de ette.
proceso
de de!integración de la imagen del hombre ante sí mismo;
y la angustia del t,empo, bajo la form,, de la adhe,ión a lo material
y a los u,o, del momento, la moda, lo mudable es la guía de su
moral. Esa vivencia angu,tirna
del momento, que aliena las pctenciar
del individuo en la simultaneidad 11erPiginosa del cantamo, lo des­
centra
de su raíz
espmtual, que funda y d,, sentido a su esencia y su
existencia temparal.
T ampaco le ha sido dado a/, entendimiento el
privilegio de desentrañar el misterio de la vida, evidencia intangible
pero fundamental,, y
sólo una perspectiva solnenatural, la de la Fe
cristiana, es la clave para comprender ese sentido y eso esencia.
Frente " ese modernismo que /anz,i al, hombre al, cambiante d,­
venw
del contarno, lo hace mimético y le al,ej,i de su vedadero centro
espi,itual, afwmamos la actualidad perenne de su ser creado
y orde­
nado a la perfección
indwidual en la sociedad. Y las herramientas
que
lo acercan" esa vt!rdad san esos principios, que le/J'ltW! en la Crea­
ción natural, y en la Revelación escriturísPica, que
él no ha inventado
y que no acaban en él.
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»Así vemos perfilarse el rumbo de la voct1ción de hlleligencia de
que queremos hacernos merecedores.
Es vocación de testhnanio y mi­
lítrmoitJ conducida por un empeño que no es de este m,,mú,. ú, vil
deprecit1Ción de nuestr11 trascendencifl como hombres,
a meros objetos
de la dialéctica hi,stórica o de la lógica <>Icura de los instintos, es
una engañosa defo1'Tl'l./:ICÍ6n. Frente al engaño,
se al:u, esa voCfldón de
afirmar nuestra realuhta de hijos de Dios en instituciones que
en­
carnen wv_,,te y en cada circunstflncia su tradición. No moder­
nismo, sino conciencia de lt1 "ctualidad y
la presencia del origen so­
br"""1ural y del mens4e d• salv cultura, sino cimiento eterno de
/as obras en el tiempo. No se constru-­
yen en el tiempo desde el tiempo,
como no se entiende el tiempo y
la vida desde el tiempo y la vida.
» Y como nuesPf'a tarea es micud y fhM/,mente constructiva, ante­
ponemos al capricho d• la hor" y frente a la utopía que hunde al
hombre en un temporalismo suicida, el imperativo de cimentflr
la

per­
fección de cada uno y el bien com,,n del cuerpo social; construimos la
sociedal de los hombres sobre la base de la Creación y la Revelación,
frente al experimento
y la aventura que hace de /as personas sordos
objetos de r,umi,pulación, y, en el mejor de los casos, trágico «&0sto
social».
»Están en la memoria de todos las palabrar que hace no mucho
tiempo nos di¡era nuestro querido amigo Francisco ]<>sé Fernández
de /a Cigoña sobre actualidad
y vigencia; r•cojo de él esta frare: «de­
volver la actualidad a la vigencúl». Nuestro empeño racional está
dirigido, hoy
más que nunca, y frente al confusionismQ de las solu-­
ciones pr1rclales -de ptlrte- a determinrlr
las verdaderas vigencias
y sacr1r a la luz
las profundas actualidades que, en razón de tales, son
universales y pará
todos, es decir, católicas.
»ActuaUdad del espíritu de la c,,,,/dad evr,ngélica en
todos los te­
rrenos de nuestra flCtivid«d, la familia, y las instituciones; saber ser
maestros y discípulos, saber ser mensajeros del Verbo y no ensorde­
cernos ante su
voz. Cuántas veces no nos vendrá la palabra de donde
menos lo esperamos, del lamento del desesperado, de la mgustia de
quien no cree,
y a veces basta del encono del ad,versario.
»Actualuhta
y vigencia de la espt!ranza. Se nos ha enseñado que
no nos está peim#ida la desespe.-anza. Quien
es, es por fil, a fil espera
y de ti/ espera. ¿Es el sentido de /a unión de nuestras voluntades el
estár lanzados a una lucha en que
nos jugamos la ruerte de vencedores
o vencidos? ¿Es que veremos aqtú algún premio? ¿Es que nuestra
lucha
es definitiva? No, porque el mensaje que nor anima no es de­
finitivo, no acaba en nosotror. Dice San Pablo: «La esperanza que se
ve, no es esperanza.,. po1'que lo que un.o ve, ¿c6mo lo esp,era?» (Roma-
1050
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nos). Por ello nuestr" fe no es ideología, m plataforma, m técnica. Es
mucho más que eso: es hn,peratwo de testwnomo y mi/Jtancü, en la
Esper.mz", mícleo sustantivo de nuestra corulucta.
»Y vigencia d• la Fe. En el sentido más profundo y vivo de quien
mejor la vive.
Y por ello, vigencü, del ejemplo, reconociéndolo y
siéndolo. Ejemplo son actos: «Haga actos de todas lm demás virtudes»,
decúa Santa Teresa a sus ca,rmeUtas. No estttrn0,s de más con nuestros
aao-s en ningún ambiente.
»Estas reumones de los amigos de la Ciudad CrJtóÜ&a, a las que
he
tenido el privN.egio inolvúlr,ble de asistir durante dos años, tienen
un complejo stgmficativo cuyo alcance pocas
veces vislumbramos de
una mirada. La superficialidad aparente de una cortesía social nos une,
como fÜie antes, en
el sentido de la permanente, al tiempo que la
preocupaoión de
/o contemporáneo desvela nuestras convenrst1eiones.
Pero, ¿qué tiempos no, han sido· «recios:», como· decía Santa Teresa,
para la Verdad? ¿A qué cristiano -,y en todas las épocas ha sido asfc­
le

está
permitido adarmecerse en la seguridad de la victoria? La
nuestra es una Fe de hombres, Fe que es misterio y que como tal
. exige
la vigilia permanente del esp/rilu. Nos debemos una exigencú,
de caridad en espíritu
de militancia y testwnomo. No oh!idemos que
tenemos el privilegio de compartir una Fe nt1eida en el sacr,ficio, que
es servicio mnoroso, 'Y qNB, entones, se ha convertido en exigencia de
servicio t»n0,oso.
»¿Qué mejor vocación que la entrega a la vigilia permanente
de recoge, su vigencia permanente r hacerla actual en nuesko cora­
zón y en los actos de cada dla en cada lugar?».
Por último, hizo uso de la palabra Jerónimo Cerdá Bañuls. Se
refirió fundarnentalmenre al deber, reseñado por los Papas de la cari­
dad política. Los católicos no pueden permanecer indiferentes ante las
aventuras políticas de su pat:ria, sino que tienen el deber moral de tra­
bajar activarnentte, en defensa de los ideales cristianos, a través
de aquellos grupos que se ajusten a ellos de una. manett:a más com­
pleta. El cristiano debe ptOCUJ'lll! como señaló Pío XII: "la compene­
tración recíproca del apostolado religioso y de la acción política".
llste deber

de
caridad política

fue
el que llevó al orador a aoeprac
su

inclusión en
una candidatura ·política

en Valencia.
llamó la aten­
ción

sobre el
hecho d,, que su campaña electoral ataba basada en
"slogans" y principios de la revista VERBO y demás publicaciones
de SPEIRO
constatando la gran aceptación que tenían. De ahí la ne­
cesidad cada vez mayor de los amigos de la Ciudad Católica de dar a
conocer en

todos los ambientes en que
se desenvuelven la

doctrina
contenida en las

publicaciones de
nuestra 'editorial Por úiltimo, hizo
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una introducción a la que va a ser la XVI Reunión de amigos de la
Ciudad Católica, que tendrá '.lugar en Valencia los días 9, 10 y 11 de
diciembre. El
congreso ya está. siendo preparado y el ambiente que.
se
respira en Valencia es muy favorable,· con

lo que
parece se supe­
rará

con
mucho, a

los
anteriores en

cuanto al número
de participantes.
Jerónimo Cerdá terminó invitando a todos los comensales a que se
desplacen a Valencia, llevando el mayor número de amigos posibles.
Durante la cena
se discutió

y
mbló mucho acero,. de los tiempos
que
desgraciadamente toca vivir a nuestra patria. Tiempos nuevos
para algunos, los jóvenes; y de no gratos recuerdos para otros.
Yo, que
soy de los primeros, V'eO constatado en la práctica lo que
se
ha estudiado o simplemente leído en la teoría. Los partidos o grupos
sin
~espaldo económico quedan arrinconados; las mentiras y calum­
nias
revolot'eall en

el
aire; la demagogia como arma política; y un
sinfín de
cosas más. Las virtudes cristianas están totalmente ausentes
dentro

del
juego polltico del

estado liberal.
Frente a
ello, a nosotros nos toca, hay que mostrat hidalga y
bien alta la figura del cahallero cristiano. La del caballero que no se
mueve por vana pasión de poder, sino porque la caridad, vicrud neta­
mente cristiana, así se lo pide y se lo exige. Y más concretamente por­
que
esa caridad le impulsa a
preservar en la acción política única­
mente
para conseguir una ciudad netamente católica
donde los
de­
rechos de Dios· y de la Iglesia sean respetados.
En
consonancia, pues,
con esta
caridad
política ddl cwballero cris­
tiano habremos de obrar conforme a las enseñanzas de San Pablo:
«malas palabras

no
salgan de nuestra boca, nuestro hablar sea bueno,
constructivo y oportuno; de esca manera haremos bien a los que nos
oyen. Nada de rencores, coraje, cólera, voces, ni insultos. Haciéndolo
todo sin murmuración
y sin discusiones, a fin de que seamos irrepren­
sibles y steru:illos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta gene­
ración mala y perversa entre la cual debemos aparecer como antorcha
en

el mundo.
· Procedamos hootadamente, practicando la justicia, con
intenciones leales;

no calumniando ni
difamalldo al

contrario. No re­
tractando lo

que
se juró

aun en daño
propio, ni aceptando sobornos.
El

que
así obra nunca fallará» (salmo 14).
Los tiempos está.u turbios. No sabemos qué ocurrirá. Unicamente
una sola
cosa está elata: que la victoria, tarde

o
temprano, es nuestra.
Por ello tengamos siempre presentes estas palabras del Apóstol d~
las
gentes: "Perseverad famenrente fundados e inCOIU!lOV'ibles en la
fe y no os apartéis de la esperanza del Evángelio que habéis oído,
que ha sido

predicado a toda criatura
baío los cielos" (Col. 1,23).
EVARISTO PALOMAR MALDONAOO.
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