Volver
  • Índice

El problema fiscal

EL PROBLEMA FISCAL(*)
POR
ABBL RONGIBB.AS.
En la segunda parte de su estudio sobre el Estado en sus rel,,­
ciones con
la Patria y la Nación, #ltulado , Administracióm, Louis Daujarques c#6 las pal,,bras de Anatole
France: «No tenemos Estado, s6lo tenemos administracione,». Y
añadía: sin duda, hoy aprobarla al Sr .. Rongiera.r, que escribió: cLa
Administracwt'A ha ,ibsorbid" al Estado>. La reconocida competencia,
Jr,s conocimientos,
la experienc.,, y la práctica del Sr. Rongieras se
pone de relieve en las reflexiones que acaba de exponemos sobre
un problema particularmente delicado que ilustra este estado de
cosas: la Ffrcalidad.
«Muchas gentes, en efectr,, "c"'o
demasiadas gentes, guiatlt,s pr,r
el interés, pr,r
el espiritu de partido o incluso prir considert más propias del sentwuento que de la raz6n, abordan y trasan, como
economistas o poU#cos improvisados, las· cuestiones financieras y
fiscales con tanto más fuego y ardor, con lt desenvoltura, cuanto mayor e1 su incompetencia. A veces, parece
incluso que no sospechan la necesidad de unos estudios detenidos
para tratar de resolverlos, ni la de encuestM y observ,,c/ones múl­
tiples
de experiencias comparados».
Las páginas que siguen constituyen una tercera aporúld6n a los
estudio, consagrado,
al Estado, que es, sin dudt,, titiJ fl"r" cualquier
traba;o en equipo:
• • •
(*) Publicado en Permanences, enero de 1977.
996
Fundaci\363n Speiro

EL PR.OBLEMA FISCAL
"'Vfoieron t.ambién los publica.nos pa­
ra ser bautizados y le dijeron: «Maestro,
¿qué tenemos que hacer?>>. Les respon­
dió: «No exijáis a nadie m~ de lo que
está prescrito» (San Lucas, cap. 3.2, 12-
13).
Sin duda, el lector se acordará de la conclusión del estudio de
Louis Daujarques

sobre
el Estado y el gobierno(*): "El Estado tien­
de a sustituir, cada vez más, a la Nación y fa Administración a su­
plantar al Estado", que desborda ampliamente su función propia,
para absorber actividades por naturaleza propias del cuerpo social,
de forma que el poder va perdiendo,
como contrapartida, su fuerza
política
y haciéndose vulnerable a la invasión de la Administración,
convertida

en proliferante por
el hecho mismo de la hipertrofia del
Estado. Se trata de un círculo vicioso manifiesto, del que da cuen­
ta perfecta esta apreciación de un economista de principios del siglo
último
(Frederic Bastia<) :
"El Estado es la gran -ficción a través de la cual todo el mundo
se
esfuerza en

vivir a
expensas de rodo el mundo".
Nuestra fiscalidad es

reflejo de esta
hipertrofia y de esta confu­
sión.
En efecto, un sistema fiscal expresa el equilibrio o el_ desequi­
librio
entre la Sociedad y el Estado, que es su órgano principal,
y el exceso de impuestos da testimonio de la absorsión abusiva de
la
Sociedad por el Estado.
Ori,gen y naturaleza del impuesto-Inventario de la situación.
En su Historia d8l Impuesto, Gabriel Ardent, alto funciona­
rio,
Inspector General de Finanzas, al estudiar el origen del im­
puesto se
expresaba de la siguiente forma: "¿El pillaje transformado en
imposición es el origen ónico del impuesto? ¿No se plantea el mismo
problema en el plano interior? Comparable al pillaje,_ la requisa pura
y simple sin procedimiento ry sin contrapartida consciruye uno de
los métodos
más destructivos de la actividad... Un mínimo de re-
(*) ar. Louis Daujarques: Estado, Gobierno y Administraci611, en
VERBO, 155-156, págs. 755 y sigs.
997
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGii!RAS
glas es indispensi,lile. El impuesro es una complicación aparente,
pnes, en realidad, resulta más cómodo.
''Que la superioridad de !la técnica fiscal SONe el pillaje, la re­
quisa o la prestación sea una cansa profunda del nacimiento del im­
puesto, sin haberlo exp tenedores de la escuela liberal, deb;eron ~tirio los homNes de Es­
tado y administradores de la antigüedad, y así, lo mismo que los
sáorapas persas y sus colaboradores, no debieron ser incapaces de
este género de
raz.onamiento". El autor aííllde que "la técnica fiscal
es
una técnica liberal y que, paradójicamente, esta técnica liberal se
ha revelado, durante siglos, corno la opresión más odiosa".
Se
puroe recordar,

a este
:respecto, que hace 2.000 años, en la so­
ciedad en que se desarrolló la vida de Cristo, los publicanos, agen­
tes de
wi fisco detestado, se calificaban como pecadores públicos, a
cansa de
sus exacciones. Las con"""siones milagrosas de Mateo y de
Zaqueo, lo
confirman.
El pillaje, que constituye el origen del impuesto, sigue estando
más o menos implícito en los fenómenos fiscales y para:fiscales de la
historia, o se
manifiestan por expoliaciones o por dosis fuertes de
atbitrariedad.
Se

pueden poner como
ejemplo los

apuros financieros del
pe­
ríodo revolucionatio y del imperio:
A:! principio de la Revolución se habfa formado espontánea­
mente la esperanza en el espíritu
público · de

que
el fin del despo­
tismo
abriría la era de los beneficios del Estado y cerratía la del
peso de los impuestos. Las primeras figuras revolucionatias utilizaron,
naturalmente,

este estado de espíritu que
facilitaba sus
acciones
subversivas. Pero,

de esta
forma, se

perjudicaron de
manera decisiva
los

ingresos de gobiernos revolucionarios
sucesivos y, a pesat de un
vano intento de
retomo a

los
impuestos anteriores a

1789, los
f!P­
biernos, comprendido el Directorio y el Consulado, se vieron em­
pujados a
quieNas repetidas, a pesat de la ocupación de los bienes
de la Iglesia y de los emigrados. Y esto sucedió porque ni la .llarnada
al patriorismo ni el cuadro idílico de una nuieva era de libertad
suscitaban el menor entu6iasmo fiscal entre los ciudadanos. Ni si­
quiera Napoleón pudo subir
esta pendienrte. Por orra parte, los gastOS
998
Fundaci\363n Speiro

EL PR.OBLEMA PISCdL
provocados por las incesantes guerras ambruon poniendo al Tesoro
en
ooa situación tan desesperada que el gran Camot escribió, el 11
de
germinall del año VI, a los jefes del ejército, que el vacío c\el Te­
soro impon.fa una ofensiva inmediata: "Es preciso no ocultamos que
estacemos perdidos si no en ciso vivir a expensas del enemigo o pa-eoer ... ".
Las deficiencias fiscales obligaban a imponer arreglos a los paí­
ses ocupados: Italia, Bélgica, Holarula, Alemania, Austria, lo que
procuraba
recursos que

llegaban del
40 al 50% de los presupuestos
anuales

de
la época. Aun ouando los ejércitos revolucionarios "porta­
ran la idea teórica de libertad a los paf.es invadidos, no obstante
éstos se v;eron sometidos a una forma de pillaje sem,,jante al que
hemos
conocido por parte de los ejércitos a1emanes de Hitler en los
años
1939 a 1944.
Recientemente todavía, en un libro titulado La desigualdad por
el impuesto, escrito por dos jóvenes profesores, se leen expresÍODIOS
tales

como
"pillaj,e

normalizado",
"pillaje
deliberado", "pillaje legal".
Una necesidad apremiante de los Estados.
Estas referencias, entre. otras muahas, no se evocan aquí contt:a el
principio de la imposición, sino como apoyo de la constatación ge­
neral,

en
:el tiempo y en el espacio, de que la !fismlidad jamás ha sido
una
ohm de justicia, sino algo que traduce, casi siem¡:,,,e, una necesi­
dad
apremionte de los Estados. Es preciso, con mayot frecuencia, con­
tentarse con que
no sea demasilldo 'injusta, porque siempre 'lo ,ha sido,
en alguna
forma, y todo parece indicar que jamás podrá dejar de eer­
lo. La investigación de justicia, animada por el moraHsmo ideológico
o partidista es,
casi siempre, en Jo específico, generadora de una in­
justicia

mayor
y fuente inagotable de escándalos que perturban pe­
ligrosamente la sensibilidad ~blica. 0,rno afüma Lord .Aa:on, la
Sociedad
se convierte en un enfermo cuando pret!endemos hacer de
ella un paraíso. Lo que importa, por consiguiente, al Estado, es ase­
gurarse sus
necesidades

en unas
condiciones de cobertura menos
cos­
tosl para
los contribuyentes y lleguen o crear rivalidades por envidia o
999
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGI1lRAS
agravios com¡,aza,ivos y, por lo tanto, división entre !os ciudadanos
y las caregorlas sociales, en perjuicio de la unidad nacional.
La fiscalkl,,d siempre estuvo íntimamente li!l"da ah política. In­
cluso se puede observar que ha jU8"du, mudhas veces, un papel deci­
sivo: se sabe que, en su origen, la instirución parhimentaria nació de
la
preocupación de los :Estados por lograr .que sus gravámenes fueran
ronsentidos por los representantes de los que quedaban sujetoo a ellos
y, después, por el deseQ de éstos de rontrolar el uso de los reausos
transferidos
a los poderes públicos. Todo el sisrema parlamentario
inglés partió de esre punto.
Es común recordar que Francia, en 1789, esraba erizada de exen­
ciones y privilegios fiscales. Luis XVI se vio obligado a ronvocar los
"Estados Generales", que fueron quienes dieron el empujón definiti­
vo al inicio de la Revolución.
Una presión social mal soportada.
Es posible admJra:rse de que el impuesto baya encontraao, siem­
pre
y en todas parres, la hostilidad del públia,. Se trata, en efocto, de
la
presioo social que se ronsidera menos soporrable y la peor admiti­
da, Jlegando incluso a ser aborrecida. Las . rebeliones fiscales, con
&,ecuencia sangrien1'aS, son, en nuestra historia, más frecuentes que
los
levaooimiemos políticos. m ,fenómeno mundia1 del fraude es una
expresión dulcificada de esta rebelión endémica. Lo que se podría de-­
nominar el "impu,,sto de la sangre" ha sido mucho menos di:flcil
de cobrar. Napoleón pudo asegurarse "una rema" de 100.000 hom­
bres anuales, evitando así las o,xgas de un ejéccito de profesionales
que, con frecuencia, hubiera ,podido supera,: las posibilidades finan­
cieras del antiguo régimen, pero Napoleón no pudo establecer u,u, fis­
cal/dad a lo alt"'" de sus ,wnhic,ione, pallticas.
Gabriel Ardent recuerda, en la obra antes citada, el hecho si­
guiente: "Manud II ~6 el cuerpo de !os jenízaros (1826) y se
esfor,:6 en modernizar el Imperio Otomano. Reformó su ejército,
teniendo . en cnenm ,el modelo europeo y reguló sus uniformes, incluso
la longitud de los bigotes y de las ba:rbas, pero no log¡ro, en cambio,
modi:ficar el sistema fiscal".
1000
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA PISCAL
El impuesto, en efecto, incide en .Ja vida cotidiana del contribu­
yente, tanto en el caso de que el
Estadn se imponga a él, ,en su acti­
vidad, como un intruso o como un asociado privilegiado, como en
el caso de que tome sumas de 1as que el ciudadano siente la priva­
ción más allá del valor de los motivos genericles de solidaridad, o in­
cluso patrióticos, que como contrapartida se le pregonan.
Es posible considerar, también, que un individuo, capoz de sini­
patías
o lealtad -hacia su

prójimo, es decir, una
persona viva en .Ja que
destaca .Ja sensibilidad, será menos leal ante una entidad despersona­
lizada, por lo tanto abstracta, tal como sucede con el Estado, con la
mayoría, con la administración, con el reglamento, con las ventani­
llas ... que el lenguaje popular designa con el nombre de "ellos" o
el
impersonal "se".
En fin, los métodos, con frecuencia inquisitoria­
les y a
veces policiales,

que
hoy van aplicándose al control fiscal,
acaban creando una hostilidad indignada en el público. Por otra
parte, ,el papeleo administrativo está lleno de advertencias, de órde­
nes, de embargos, con o sin conformidad ...
El
descenso del
civismo
y del sentimiento de comunidad nacioruil,
que

se
advierte en

Francia
desde hace medio siglo, no

facilita
.Ja
elevación de las ·pesadas contribuciones actuales. Desde este punto
de

vista, se
advierte que la formidable "bUO oontradictoriedad,

de
la reglamentación fiscal y parafisca! desenca­
dena un
desgJ!Ste acelerado del respeto a la ley, en el esplriru
público.
Santo
Tomás había

ya adverrido que "cuando se
modifica la ley,
su fuerza imperativa resulta debilitada en .Ja medida en que borra las
costumbres".
Ejemplo: Desde hace treinta alíos, se han sucedido los rigores
y las persecuciones para evitar y reprimir la exportación de capitales.
Las contravenciones al control de cambio est,.ban, en principio, san­
cionadas con las mismas penas que la rebeldía en tiempo de guerra,
sanciones extremadamente graves. Peto estos rigores han sido suspen­
didos,

en diversas
ocasiones, y su represión condujo a transacciones,
como sucedió con las infracciones aduaneras. Me11C'ionemos las faci ·
lidades concedidas, en 1959, por el Sr, Pinay, a aquellos que habían
1001
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGIM(IS
inClJit1klo en contrarvenciones, pe:ra ~egularizu sus activos en el ex­
tranjero.
Análogamente,
la venta libre y "'1Ó!lÍllla del oro ha sido riguro­
sa:meten .reglamentada y después prohibida, aunque más tarde fue,
de mrevo, permitida
Es evidenre que una obligación gravemente sancionada hasta la
medianoche de ,una cierta fecha, pero que se convierte en lícita y
natural en esa medianoche, ha<:e declinar, de furma muy grave, el
prestigio de la ley en el sentir del público.
Pío XII afirmó:
"El individuo entiende cada vez menos las cuesciones finacieras
del Estado
e mcluso en la más sabia pdlíci<:a sospecha siempre que
hay algo místerioso, algo malévolo de lo que prudentemente debe
desconfia:r y defenderse. Y aihí es donde, en definitiva, es preciso
busai.r ,Ja causa profunda del decaimienro de la conciencia moral del
pueblo

en materia del bien público,
especia.lmente en materia fiscal".
Un
fenómeno constante en

la
historia, general en los países oc­
cicremales contemporáneos, es que la fiscalidad es .re,Jativamete menos
pesada para los l\eyorecidos de la fortuna. En efecto, la evolución de
las economlas modernas, la degradación de las costumbres y las cre­
cientes amenazas del Estado soci:alizante sobre las forrunas privadas
tienden a convertidas, cada vez más, en anóM11UAr y vagabundas,
según la famosa fórmufa del Duque de Orleans. Por añadidura, esta
clase social dispone de unas escapatorias de que no dispone, eo ge­
neral, el
públiro y, ,fina:Imente, de medios de recurrir al servicio de
expertos fiscales, que

con
frecuencia salen de los propios

equipos
del
Estado y que medran a consecuencia del impulso y proliferación
legislativa y jutisprudencial.
La demagogia se J~seoraderu, a propósito de esta desigualdad
histórica.
Y no
es, por lo tanto, uno de los menores elementos de la
atbitm
reina en nuestro
sis~ de

impuestos sobre la
renta. Si, aunque
parezca ·imposible, llegase a enderezarse, el produc­
to sería íttfimo, frente.a la enomie punción globall. •.. Rstas desigual­
dades,

en todo caso, distan
mudho de ser corregidas por el totalita­
rismo

socialista, en
el que la nueva clase, que ocupa el poder, se
sirve
también,

a su arbitrio, de ellas, en nombre del pueblo.
1002
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA FISCAL
Complejidad del sistema e ignorancia del póhlieo,
Lo que au:acteriza nuestro sistema fisad es, por una parte, su
inexplicable
complejidad,
y, por otra parte, la ignorancia dcl público
sobre d tema: algnnos ooalisras pacieotes han trazado la lista de los
impuestos incluidos eo el abanico de los que grav.in a los hogares.
El toral supera los 60.
La fantástioa extensión de la aa:ión del Estado, cuyas interven­
ciones
parecen, en .delante, ilimitadas, fue facilitada por la demo­
mtización de la fisca'lidad. El final del siglo x,x, principalmente
después

de la
guetta de 1870 y durante la guetta de 1914-1918, hay
que considerarlo como un período excepciorud de paz fiscal y de
probidad cívica en el
públiro. La dulzura de vivit se extendía, et>­
tooces, a la fiscalidad. Pero he ahí que eswnos lejos del tiempo eo
que el
presupuesto de Balzac reconstituido apenas se elevaba, para
un año, a 2.500 francos y soporraba una imposición de 5,8 F., que,
por otro !rulo, Balzac pagaba en dos plazos.
El

número de contribuyeotes
se centuplicó desde eotooces.

Este
número era

de 3
millones en 195

3,
de 8 millones en 1964 y supera
hoy Jos 12 millones ... , progresión que no ha terminado todavía.
Por
afudidura, el baremo del impuesto sobre la renta comienza, en
la primera línea, por una renra anual de 5.700 F., y su progresión
automática, a causa de la inmovilliación de los techos mientras va
depredándose el dinero, difíc:ilmoo.te resuita tOilerable.
En cierto sentido, es evidente que la presión fiscal y la presión
parafiscal se han hecho excesiv.lS, habiendo llegado al borde de lo in­
soportable. Personajes políticos altamente ailificados lo han recono­
cido, desde hace v.:rios años. A este exceso de fiscalidad, directa e
inditecta, ha de añadirse la carga msidiosa y pesada de la inflación,
que es un impuesto sobre el capital y sobre las rentas, que va siendo
mayor
a m<:dida que V1li!l aumentmldo los precios, sin necesidad de
respaldo fisca1 alguno.
NuestrO sistema fiscal es de una extrema complicación, sobre todo
por lo que se refiere a los impuestos sobre las .reDillaS. Esta comple­
jidad es tanto
más absutda en cuanto sólo se aplica a una parte muy
1003
Fundaci\363n Speiro

ABEL l{QNGIIJRAS
minorimria de los ingresos del E.stado, suscitando, sin embargo, toda
dJ1se de daños económioos, psicológioos y morales en los que los fie..
nómenos caiificados de fraude ron los más ,spectaculares.
El fraude fiseaL
Conviene que precisemos lo que implica el voo,,l,lo "fraude fis­
cal", en torno del cual se provoca, en todos los medios de OOlllu­
ni.cación, un rumor too oofasto romo tendenciooo.
El fraude fiscal reposa sobre la noción de falsedad Se distingue,
en derecho, lo materialmente falso y lo intelectrudmen cit, la disimulación positiva y la omisión. lo falso se ha calificado,
desde hace muoho tiempo, OOlllO crimen, en derecho penal. Hoy se
ha reducido. a la figura de delito. Su ele.mento esencial es la inten­
ción de
eng¡iña.r al fisco, _po,ra eludit :la totalidad o una parte del
impuesro.
lo falso fiscal es una falsificación escrita pura y simple (falsa
declaración, falsas escritutas, etc.). Los exorbitoooos poderes de dere­
cho

común
conferidos al Fisco en materia die control y la pesadez de
las
sanciones consecutivas han limitado mucho el fraude materia:!. No
debe exceder, acwclmente, del 10% del conjunto de infracciones
calificadas romo
fraude por la opinión.
La información oficial desempeña, en este punto, un papel ambi­
guo y sería más equitativo designar a la mayor parte de las infraccio­
nes, asimiladas a la noción de fraude, con el término de evasión
fiscal, que
engloba nna multitud de operaciones mentales y jurídicas
qu.e
VllJll desde lo falso intelectmrl, desde :la puesta en esoena de mala
fe,
hasta la interpretación .legal moral de los textos, pasando por su
hábil
utl!ización.
La complejii:lad de la legislación fí.scal, y de la juris­
prudencia, facilita al máximo estos nunrerosos ejercicios de evasión,
delos cuales
se ha podido decir que se han convertido en un deporte
nacional, cuyos
resultados

no
se publican_
A

pesar de
la gravedad teórica de los delitos fisca1es y a pesar de
sus sauciones, de una
severidad cada vez ~or, parece ser que el
sentimiento púb1ico no
progresa., en el aspecto del civismo, frente al
1004
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA FISCAL
Fisco, cosa que, por otra parte, ha sucedido, al parecer, a todo Jo largo
de nuestra historia. Mucho más grave todavía es el sentimiento de
objeción
de

de legítima
defensa, que

va
=rendiéndose
a causa del incremento incesante y abusivo de los gastos públicos,
cuya

fundamentación
se critica C!da vez más y la importancia a veces
absuroa
de

los
porcentajes progresivos

de
los impuestos sobre
la rent,a, eo el mundo entero. El exceso de los tipos de gravamen
confirman, por otro lado, que la materia impuesta es sólo una parte
de·
la materia imponible. Esto es lo que hace deru, que la ewsión
fiscal lesiona a 1os ha atenuado mucho, por ra7.Ón de que, desde hace años, la Admi­
nistración
Pública informa anualmente sobre sus victorias fraude, que al= buenos miles de millones, ,no pareciendo que
se
haya producido

un
menor mal

a
'los contribuyentes
honestos, ni
aminorado aprecial,!emrote la progresión de las cargas fisca:les. Por
otro lado, la denuncia legal de la mayor parte de las rentas impide
el libre ejercicio del civismo fiscal. Esta denuncia, legal, tiene mmbién
el grave inconveniente

de
dividir a los conttibuyentes en

dos cate­
gorías: aquellos cuyas rentas ·son conocidas por el Fisco, y los otros;
división

que
crea amarguras y enfados nocivos para la paz social.
Desdichadamente,
las denuncias privadas, casi siempre anónimas,
van

experimentando un
desarrollo humillante. A pesar de la discre­
ción

de
la Administración, que en

general las
retiene y obtiene ele­
mentos no
despreciables pam sns contr0les, se puede pensar en doce­
nas de
miles, acaso en más. Es nn fenómeno comprensible, habida
cuenta
de las
inevimbles querellas ,sociales y

de
las veog!l11Za5 que la
pasión igualitaria enmascara. con motivos 1ega.Jes. la comunicación
obligatoria de los documentos impositivos aportará un soporte y un
estímulo
legal a
esta
especie de guerra civil
psicológica, sosteni­
da por el moralismo, celoso y envidioso, en ,el que la rentabilidad
electoral
no es, ciertamente, de despreciar.
Las plusvalías.
La cuestión de las plusvalías ha tesuimdo de una =alidad tu­
multuosa
y nociva pata la fiscalidad. El PresJdente de la Rep,iblica,
lOOl
Fundaci\363n Speiro

AJJEL RONGIEIUS
CU'.fl' ruilhmte a,rtera se ha desarrollado en la AdmilllÍs nanzas y que se ha apasionado muchas veces por el _régimen fiscal de
nu:mtro país, había inscrito, en su abanioo de reformas, la nueva
imposición imputada a las plUSVlllías del capital de cualquier natura­
leza.

Presentada en primer
término como
una
medida contra la es­
peculación, se jusiliicó d""pués por una a,similación, muy discuti­
ble,

entre
la noción

de renta y
la noción de plusvalías en capital.
En realidad, se tram de

un
veriareto para descubrir y para d,espués
someter

a gravamen,
más cómodamente, los patrimonios, eludiendo
la expresión "impuesto sobre el capital" que deapimra una =iente
hostilidad
por el hecho del enriqueoimrento de la clase media, com­
puesta sobre todo por mandos .intemwdios.
Si se observa que 111 .trulo/Dría de las plusvalías proceden de la ero­
sión monetaria, de la que el Estado es el primer responsable y bene­
ficiario
principal, esm reforma tiene crerto tufo de cinismo que dis­
gusta. Por otro lado, lo que es chocante, es que las minuSJVallas, tan
frecuentes, que rotli.dianamenre padecen los ahon:wlores, se ignoran
completamente, en esta noción.
La mayoría .!>""lamentarla Je era claramenre hostil, pero debió in­
clinarse a
consecuencia de

una
presión del pnder, que ~ecordó, en
muchos
aspectos, los hábitos de justicia del antiguo régimen. Sin em­
bargo, ante la hostilidad, se· aceptaron por el gobierno enmiendas, que
atenuaron, provisionalmente, la incideo¡:ia de esta nueva medida fis­
cal, aunque tan sólo provisionalmente, porque el principio del en­
cuadramiento
completo

de los patrimonios, una vez
adquirido, podrá
discretamente

permitir la ulterior
recuperación de

algunas
concesio­
nes,
en las leyes futuras de finamas, como es prártica clásica en esta
especie de remas.
En fin, lo que lleva a su colmo la perturbación de los contribu­
yentes es
la •evelación ~ecienre de una situación que ya se había
inmido, porque era claramenre verosímil. Un informe P""lamentario,
puesto

de
relieve, indica que la Cllirga de 5.000 empresas públicas,
que representan cerca del 12 % de la producción nacional, apenas
pagan el 5 % del impuesto global sobre las sociedades, lo que dice
mucho cuál es
el gmdo de eficacia de la gestión del sector naciona­
lizado. Pero, el hecho todavía más grave, es que Bonnefous, Presi-
1006
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA PISCAL
dente de la O>misión de Finanzas del Senado, hiw esta inquietante
declaración:
"Existen, en F:tancia, dos justicias fiscales: una rigurosa, prua
el sectOr privado, otta, relajada, pa,ra el sector público, que sin cesar
alllnl.enta."
Los impuestos sobre la renta.
Son, desde principios de siglo, los hijos preiileaos de los que
sostienen el principio de la justicia. igwtlitru:lia del socialismo y de
los adepros de

la
"revolución por el impuesto".
El exa,nen de las fisca]ridades · europeas conduce a una . primera
constatación:
la proporción del impuesto sobre la renta en los in­
gresos del Estado es minoritaria. Incluoo en Suecia, donde el socia·
lismo ocupa el lugar más avatl2iado (aparte los pal.es del Este), los
impuesos
indirectos sobre el consumo, ronsiderados antidemocráticos
e

injustos, van en
progreso y ocupan un lugar igw,J. al de los im­
puestos sobre la renta.
En Francia, la desproporción está muy marcada. En el presupuesto
de

1976, que llega
a 400.000 millones aproximadamente, no alcan­
za más del 21,7 % el impuesto sobre la renca. El impuesto sobre
las sociedades, es dedit, sobre los beneficios industriales y comelr·
ciales,
reptesenlll el 10,9 %. Estas propotciones se reducen casi a
la mitad si se establece la comparación ron el total de los ingresos
fiscales y pamfisca:les (seguridad social, colectividades locales e in­
flación).
Es preciso establecer aquí una noción muy únportante, que, en
el
lenguaje fiscal, designo. el vocablo de TRANSFERENCIA. Se trata
del fenómeno
según el cual el rontribuyente ¡,ersonalmente gravado
por cl impuesto logra descatgarse d;e él, en todo o en parte, tras­
ladándolo a otrO cont!l"ibuyente. Más generalmente, este fenómeno
se
analiza en
una· proyección

del
impuesto por cl titular nomJna1
hacia otra persona, que con la mayor frecuencia es el usuario o el
ronsumidot. Esta maniobra, casi instintiva en la mayot parte de
los
rontribuyentes, tiende

a
transferir los

impuestos
ditectos, basa-
1007
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGIIJRAS
dos ,sobte rentas personificadas o en el valor de algún bien perso­
nal, sobre el próximo o el antecedente. Resulta así que impues­
ros que, en apariencia, son directos y en los que se desigoa el su­
jeto de los mismos, adquieren, parcial o totllilmente, la realidad
de impuestos iodirectos y anónimos sobre el gasto. Así sucede en
el
caso del impuesto sobre

los
beneficios, que

los
comerciantes y
productores tienen en cuenta al cakular sus costes, lo mismo que
si se tratase de una tasa sobre el consumo. La eodstencia de este
fenómeno, aunque difusa, es reai y ampliamenl!e extendida, habiendo
dado lugi;r
su a.iillisis a estudios numerosos.
Habida cuenta de las obsetvaciones an1!etidres, se pu,de ronsidemr
que

los
impuestOS sobte la renta no representan, en Francia, más de
una proporción del orden del 12 %, como máximo, en el conjunto
total de los ingresos de!! Estado. &ta débil f,acción es la que genera
el roncierto de lamentaciolll rfas
sociales o profesionales. y es sobte esm ,strecha superficie sobre
la
que
reposa la pirámide de proteStaS elevada sobre el "fraude
fiscal"', tema obsesionante y mina inagomble de confüctos.
La evasión fiscal de lo alto a lo bajo de la escala social.
Es cierto que los especialistas en cuestiones' fiscales han podido
enumera,:
por docenas las evlllSiones derivadas del impuesto sobte la
renta, desde la cima a la base del cuerpo social.
Muy limitativamente, se puede citar:
El trabajo denominado "negro", de asalariados modestos cuyas
rentas "blancas" se declaran legalmente. Por poréntesis, estos tra­
bajadores tienoo _predilección por este trabajo -,daderamenl!e li·
bre, tomando en sus momentos de ocio y en el cual se ven completa­
mente al margen de todas las limitaciones reglamentarias. F.s evidente
que los
esfuerzos sindicales y sociales, orientados a amrtar la dura­
ción
y dulcificar Jas condiciones de trabajo, dan pábulo a este traba­
jo

oculto
y si,pkmentario.
Los saJarios recibidos en fotma de propinas y de presmciones en
especies,
1008
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA PISCAL
El fraude fiscal es más difícil de rontrolar entre los trabajadores
independientes
(y sobre todo los más modestos) y las profesiones
libendes.
En es,e punro, la ley fiscal tiene en cuenta el porencial in­
controloJble
de

evasión y
no concede a estas profesiones la deduc­
ción del 20 %, que se o radas no son sospechosas, ni tampoco el 10 % por gastos (inexis­
tentes).
Los regímenes de trabajo a destajo patece que expresan la ru:l.­
misión por
la Administración fiscal de una evasión fiscal incoer­
cible, que se contenta con limitar.
El régimen
fiscal es muy favorable en la agricultura.
Adviértase la manipulación de los inventarios, la ~!ación arti­
ficial

de
los gastos y de las deuqas, la imerpretación astuta de las
amortizaciones y de la autoflnanciación, los gasros personales trans­
formados en gasros generales, el comercio con "raports" deficitarios ...
Ha de
añadirse, a todo esto, 'la desmesurada complejidru:l. del có­
digo fiscal, que contiene 3.400 artículos, sin dejar de tener en cuenta
las orecientes nomnas complanentarías que se dicta.n. También es
necesaitio no olvida. la jurisptudenciia interpretativa, que provoca
un número exagerru:l.o de contenciosos y de pleitos, así como los re­
gímenes ¡,articulares, que .transfunman al impuesto generall sobre la
renta en impuesto por categorías, quedando todo ello coronado por la
inca¡,acida,I indudable del control fiscal, que no logra pasar ,por la
criba todas las operaciones económicas.
Bs, sin duda, motivo de sorpresa para el público saber, por una
de esas denuncias vergonmsas de orden privado de las que se vale
nuestra información, que un primer ministro no había pagado los im­
puestos sobre los ingresos que cobraba, con toda regularidad, de
fuentes
füdes. Se t?tataba, naturalmente, del símbolo de las contra­
dicciones de la
leg,alidad filscal.
¿Una esperanza de regularización?
El mismo Maurice Laure, fundru:l.or de la reoría de la polivalencia,
cuya acción, en 1956
provocó la revolución "Poujru:l.ista" y la intru-
•• 1009
_)
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGlFJRAS
sión súbim de 60 diputados en el parla.mento, ha hecho reflexiones
insos,pechadas.
"Es preciso ,eronocer, sin emoorgo, que sería quimérico pre­
tender
llega, alguna vez a

un conocimiento
ham:ante exacto de las
rentas ,personales físicas. H de

los
países de

que se
ttata, llttltO ,por lo que se refiere a la defi­
nición de la noción de ingresos, camo por lo que se refiere a los me­
dios

de
conocer las rentas, exiStliendo grandes obsráJCulos ,para la
puesta en ¡;ráctica de las condiciooes de enruesra_"
Este
emioonte fisoalista (es de todos conocido el papel que de­
sempeñó en la ,creoción de la TV A) se ha dedicado a un estudio com­
parativo del impuesto sobre la renta en

los
Estados Unidos
y en
Francia, estudio del que

se
deduce:
"La com,paración sistemática de lao d,,clarnoiones fisca.les y de
los resultados
de las verificaciones de oon1rlbuyentes, en1re Fran­
cia
y Estados Unidos, demues1'ra que, categoría ,por caregoría pro­
fesional,
rnngw,o·de los dos países tiene nada que envidiar ad. otro, en
el
plano del fraude fisoal."
En el rurso de la reciente aun,paña ,presidencial, en los Estados
Unidos, el hoy Presidente Carter manifestó lo siguiente:
"Cuando

el
ejecutivo superior puede deducit de su cuenta de
ga:sros un muerm de negocios de 50 dólares y un conductor de ca­
miones no puecle deducir su sa:nd.widh de 1,50 dólares; cuando las com­
pañías
de pe1lrÓleo pagan meno,; _del 5 % de sus beneficios, mientras
sus propios empleados so¡:,o,,tan impU'eStos que significan el triple de
este

porcentaje; cuando
un .númeiro considíer~ble de personas y socie­
&des no pagan impuestos sobre rentas de más de 100.000 dólares ... ,
enronces la reforma fiscad. se impone."
Proposiciones eloctD de orlcret ritual, que el viento se lleva
consigo, pero que

ponen de relieve que la evasión
fiscal sigue
existiendo, después de

medio siglo de
esfuerzo y de reformas, en el
país
de las computadoras. Y esta situación es ·tanto más turoodora
cuando 1os Estados Unidos

son el
país en
que el
impuesto sobre la
,enta es mayoritario

en el presupuesto
y ,en el que el impuesto sobre
el
capital e.stá, prácticamente, en uso de,de hace mucho tiempo. Esta
plaga generalizada del fraude fiscal, en la mayor democracia del
1010
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA FISCAL
mundo, queda confirmada por la ineficaz pesadez y gravedad de las
sanciones por las infroo:iones fisatles y por los tantos de progresi­
vidad del impuesto que
van, inútilmente, hasta el 80% e incluso
el
90 %.
Una situación l!11álloga puede advertirse en Gran Bretaña.
Así sucede entre ios contribuyentes cíviros anglosajones.
¿Qué esperamas podríamos entonces tener, en cuanto al a:rreglo
de la situacción fiscal, los latinos?
Por otro

lado, en
Francia, país donde el impuesto sobre la renta
existe desde
hace más de 50 años, ¿qué han hocbo, a esre respecto,
los partidos de i2qui..-d..s, que ocuparon el poder en 1924, en 1936,
en 1946 ...
? Casi nada ... salvo drar piedras po,ra mayor confnsión.
La AdministltlOCión Fiscal demuestra, por sí misma., la existen­
cfa generalizada
de la evasión füscal, ya que la mayor parte de los
controles realizados

se
saldan medfante actas de rectiíicación. A tal
punto, que ha sido frecuente un consejo: «Es preciso deja,r un hue­
so que se pueda roer por el inspector, en el momento de la ve­
rificaoi6n».
A esta calamidad del fraude fiscal ha de afiaclirse el coste, muy
elewdo, de

los medios de ejecución y de control
desplegados por la
Administtración. Este pasivo nacional resulta aumentado por la ener­
gía
desperdiciada por las constricciones crocientes sobre los que vive
y el 'reeurso a numerosos agentes y ronsejeroo que se afanan por Ju­
citar contra las exigencias fiscales... Y el gigantesc0 papeleo que se
deriva
de 6'ite enftentamiento.
Se comprueba, cotidianamente, que

todo proyecto
de una ope­
ración económica importante plantm una previa cuestión· fiscal que
condiciona la ejecución o el abandono.
El

inventario
esqUJemático que acabamos ele nramr sobre la si­
tuación del impuesto sobre la renta, ¿tt0 permite ronduir que estamos
ante un monumento

de
inooherencias y de •bsurdos? En efucto, los
motivos idrológioos
que figuran en la base de este impuesto han
conducido, al. ser puestos en . práctica, a desigualdades e injusticias
mayores que aquellas
que

sus
autores intentoban arreglar.
¿Qué pasa con el impuesto sobre el capital? Esta imposición
constituyó el objeto, recientemente, de unoo proyectos fantásticos,
1011
Fundaci\363n Speiro

ABEL R.ONGIBRAS
eiopuesros a veces por personajes de la 1Il3o/otÍa actrual. Tiende a ron­
vettirse
en

un
banderín elecwral.
Existe, bajo diversas denomlnaciones, en la mayor parte de los
palses. Un

estudio reciente de
la OCDE muestra que figu.ra en los
presupuestos en una proporción. todavía menor que los impuestos so­
bre la renta: 2% en la Suecia socialista; 17% en Ioglat:erm, país en el
que la mayor ¡,arce de las grandes fotl11ll1S emigraron, desde bare tiem­
po, a las Bahamas, a Bermudas, Suiza, etc.; el 80 % en Francia, com­
prendido
el impuesto territorial, los derechos de sucesión, las plus­
valías inmobiliarias y los derechos de registto y de transmisiones.
Los mismos parcidos del programa común no ignoran que un
impuesto sobre
los patrimonios familiares habría de ser, pot preocu­
paciones electOritles, elevado, porque el "muro de la oiqueza" no está
constituido solamente por 200 familias o algunos millac,es de ellas,
romo nos asegu,ran todos los frentes populates, sino por millones:
comecciao dotes de capi1'3:les, con mcuencia inmobiliarios, se enruenmcan tan li­
gados a

su
patrimonio romo lo están los butgueses de todos los
tiempos.
La eocuesta sondeo del "Nouvel Economiste" revela que esta
nueva dlase media posee el 55 % de los valores de 42
% de las aociooes cotizadas en Bolsa. Pero hay un hedio que
COO'V'iene destacar: el 57 % de las personas intetrogadas se docla­
raron ron11rarias
al impuesto sobre las sucesiones "en todos los caoos'".
No solamente la imposición de un gravamen sobte el capital no
podtía dejar de ser elevado, sino que, si se pasa a los gmndes posee­
dores de capitales, podtíamos romprobar que el volumen de dicha
imposición setía bastante ,educida. En efecto, se valora pot Jo menos
en 500.000 millones los activos en el eiocranjero que provienen tanto
de los tiros romo de las gentes de fortuna media. Se escunan en
100.000 millones el oro "gua,:dado en un calretín". ¿Cuál es el im­
porte de los capitales que 'se disimukin en coilea:iones de cuadros, de
sellos, de muebles antiguos, de objetos de rokccióo, de plata, de dia­
mantes y de alhajas? Sin rontlllr la prootica, que cada vez se extiende
en mayar grado, bajo las

presiones
fisca[es acumuladas, de conservar
billetes
de Banro. Incluso •in que llegue al poder un "frente común",
1012
Fundaci\363n Speiro

EL PR.OBLEMA FISCAL
una amenaza próxima y precisa de un impuesto sobre la fortuna au­
mentaría
el éxodo y la ocultación. Sería, por tanto, una injusticia
más, frente a los inocentes corderos que quedan inmóviles.
¿Qué es l.o que entonces quedairía para los dientes del Fisco?
fuincipalmente los capitales en forma de instrumentos de produc­
ción
y los bienes de carácter inmobiliario o agrírola. En definitiva,
la contribución de los deudores sería aplicada sobre las rentas y el
impuesto sobre el capital
se reducú:ía a

un
,impuesto de

añadidura
sobre las rentas. Entonces se
precisaría que

hiciera frente a
]a mayor
parte de las dificnltades y de las evasiones que anteriormente hemos
descrito. El impuesto
sobre las plusvalías tropez.aría ron l.os mismos
obstácnlos y, sobre todo, el importe de los ingresos sería mu:y incierto.
En fin, es preciso recordar la conclusión de F~is Perroux: "Un
sistema financiero que tiene romo base la persecución del capital,
está atacado de locura".
¿Productividad, estabilidad del rendimiento, plasticidad?
La experiencia enseña que un sistema fiscal moderno debe, ade­
más de sus cuailidades básicas, ser tan indoloro romo sea posible y
responder a tres rondiciones: productividad; estabilidad de rendimiento
y plasticidad.
La productividad se impone cada vez más ante los gastos de nues­
tro Estado socializante, que son enormes y crecientes. Las estadís­
ticas demuestran que, principalmente en los países medirercineos, el
impuesto sobre la renta DO es productivo. Una evasión inevitable
reduce consideral,!emente
su

rendimiento. Los intentos de
represión
provocan v,ivas reacciones por parte de los sujeros a este impuesto e
incitan, a

los
partidos en el poder y a la .Administración, a desarro­
llar cada vez más una inquisición que, para ser eficiente, DO sola­
mente debe ser muy onerosa, sino que podría llegar, incluso, a ser
inquisitorial y vejatoria. En el límite, este rontrol tiende a un estado
de
rosas policial de la misma naturaleza que el control de los Estados
totalitarios.
Este es el caso
actuail de la atmósfera fiscal, en Suecia: los elegi-
1013
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGillRAS
dos de este paniso del ""liaHsrno humano viven en un clima per­
manente de miedo y de delación. Un semanario publicó cartas de
sus
1ectotas, de este tenor: "Casada desde hace diez años, ore/a que
mi marido era honesto, pero me he dado cuenta de que falsifica sus
decla.raciones fiscalles. ¿ Debo denunciru:lo a la policía? En cierros
peri6dicos, los elegidos de la oposición y la mayoría se haGen enm,


una
guem-a de denuncias de sus declaraciones de impuestos juz­
gadas insuficien,res_ Es fácil ver en qué clliección nos empuja la pu­
blicidad de las imposiciones pa,:,onales. Ingmar Bergman, por otra
parte excelente ciudadano en
el

Teatro
Nacional, del que fu.e di cuadrilla
de policías mvestigó, a fondo, su ptopia casa privada. Se
t!tata, según se oree, del cáncer de '1a inquisición burocrática, que hoy
corroe a Sueoia.
En Flnmcia, estamos al borde de una situación ooá.loga.
Los Gobiernos anglosajones, tradicionalmente favorables al im­
puesro sobre la renta, evolucionan cada vez más hacia la füscalidad
irulirecta, a causa de su maiyot rendimiento.
En
fin, el Tesoro, desde hace años, está en deaequilibrio, como
ponen

de
relieve hls recaudaciones anuales (40.000 millones en 1975)
y esto, a pesar de la aportación silenciosa pero masiva de la inflación,
es evidente que la productivid,ul creciente de los ,impuestos debiera
reposar sobre

un
fondo estable de rendimiento. Pero, los impuestos
sobre

la
,:enta son ~ sens;bles a la roynotw:a erooómica que los
impuestos :indireoros, que recaen sobre los gastos.
En fin, si se admite, opinión muy odticable, que en el caso pre­
sente el Estado debe intervenir constantemente sobre las coyunruras
económicas, por
lo menos ron la periodicidad de un año, el impues­
to sobre
la ~enra se ronviecre en un instrumento meoos flexible que
las contribuciones indirectas, cuyo ingreso es reguiM. Pero entonces
es
preciso aumentar 16& regisaros en rurso (romo sucede ron el plan
Barré), lo que provoca una agitación creciente en las categorías so­
ciales.
1014
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA FISCAL
¿Qué tipo de reforma fiscal?
Las observaciones que preoeclen plantean la acuciante cuesnon
de la refonma fiscal. Se trata de una especie de "serpiente de mar",
de la que rodos Ibablan pero en ninguna ,parte se encuentra.
El obstárulo, casi insupernble, que habría de removerse para em­
prender reforma semejante, reside en el grave riesgo que rorrería el
Estado, cuyos ingresos poclrfan quedar romprometidos a con=uencia
de

un
radical cambio de bábiros.
La transformación de las antiguas patentes, universalmente criti­
cadas, en un "impuesto profesional" consti11uye un ejemplo de un
secror reducido ddl presupuesto.
Preparado durante cinco años, el Ministro de finanzas oobía pre­
sentado esta refomm. oon los acostumbrados acordes de ttompeta: "Más
justo, más moderno, más simple". Pero he alhf que ante los clamores
justificados
de los sometidos a didha imposición y de sus portavoces,
el Gobierno decidió pmerla en reparación. Todavía no se ha con­
cluido ést11. ,Un viejo mpato pasado de moda resulta con freruencia
más

cómodo
que un zapato nuevo que aprieta.
Una refundición fiscal globa1 supondría, asimismo, un amplio
proyecto

que
las enmiendas parlamentarias no hubieran corregido,
y también un Gobierno bastanre fmttte y estable para poner en mar­
cha
su realización, a lo largo de vwios año& Estas condiciones pare­
cen
imposibles de cumplir en la situación acrual de nuestros pro­
blemas políticos. El sentido de una modifiaoción de nuestro si.rema
fiscal sería, evidentemente, la a1>enuaci6n progresiva de ios impuestos
sobre la renta, por transferencia a la fiscalidad indirecta reorganizada:
Impuestos sobre el gasto, impuesto del valor a.fiadido, etc. Convendría,
ante

todo, acentuar
las diferencias de tipos, para favoracer a los
hogares modestos,
aplirnndo los más bajos a los elementos eoon6-
miros
de

primera
necesidad. Se podría también recurrir al impuesto
negativo,
en el
aspecto de subvención fiscal a favor de las familias
numerosas.
Hay, ,prácticamente, dos medios principales de alamzar la capa­
cidad
a:>nt,,ibutiva del público, que
son:
1015
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGIBRAS
Con ocasión de la adquisición de la renta y, eventwtlmente, del
capital.
En eil momento de utiliza,r estos recursos el ron11ribuyente, es
decir,
cuando éstos salen de

su
pauimonio para ser gastados.
Aparte
las numerosas tllJ:aS del impuesto sobre la renta, paxece
más decente y más equimtivo someter a gi:avamen lo

que el ciuda­
dano retira

del fondo
común social pot su libre gasto, que lanzarse
ávidamente sobre lo que aporta ron su aa:iv,idad.
No se. trata de presentar la fiscalidad indirecta romo un mo­
delo de justicia, ya que tliene sus defecros y puede, principalmente,
acelerar una inflación
ya desencadenada. Pero paxece evidente

que
la impooición indirecta se presta mu todo, se siente menos por el público y, en consecuencia, no es
una ,permanente manzana de la discordia, romo su.cede con k>s imM
puestos directos sobre la renta.
lo que dabería domimu: esta evolución dd,ería ser la súnpli­
ficación sistemátlica
y paciente de la reglamentación_ Dirección difícil
de seguir, en un. régimen paxlamentario en que fa actividad legisla­
tiva se encuentra sujeta a reclamaciones y a incesanoos presiones de
los electores ronttibuyentes, itidividuales o "categoriales"".
A esre respecto, el Sr. Chaba:n-Delmas, Presidente de la Asamblea.,
declataba, sin rodeos:
"V amos a abordar una discusión ptesupueswia que será difícil.
400 6 450 diputados se reunirán en sesióo, entre los cuales, pot lo
menos,
habrá de 30 a SO especialistas. Pido, por ronsigu,iente, insis­
tentemenre
a

ios 200
ó 300 colegas restantes que guarden el mayor
silencio". Nos
encontramos en un régimen fucal .imptaccio,b!e pot lo
que
se refiere a los impuesros sobre la renta y que paxa!iza el ejer­
cicio de un civismo ip_dispenSaJble paxa la vida de la Sociedad. En un
sistema Moqueado por las idrologías y, sobre todo, por el equilibrio
inestable de las fuerzas políticas en ptesenoia.
¿El peso de la fiscalidad global resulta justificado por la ne•
cesidad bien fundada del oonjnnto de los gast Se ha dicho todo sobre el estatismo asfixiante y el despotismo des­
pilfru:rador,
cuya

reglamentación es como una masa de plomo que
gra-
1016
Fundaci\363n Speiro

EL PR.OBLEMA PISCAL
vita sobre toda actividad privada. Todo se b1 dicho y es cada vez más
tarde
para ,emediarlo, port¡_ue las grandes administraciones, los mo­
nopolios y las actividades nacionales se han constituido, poco a poco,
en estados dentro dcl E.stado, mai que, una vez iniciado, presenta una
suma enorme de "rentas de situación". Su atenuación es -una espe­
ranza
a largo término, a menos que se produzcan catástrofes que sería
razonable tratar de que no se produjeran. La actividad de la adminis­
tración sólo raramente aparece en lo que, con eufemismo1 suele de­
nominarse la información_ Sin embargo, nos_ encontramos en crisis
económica,
desde el alza salvaje de los precios del petróleo en 1973.
Se ha puesro de manifiesto un empeoramiento del desempleo, en el
sector
privado,

y
hay algunas reservas evidentes que sería preciso
haoer sobre las estadísticas, que constituyen un compromiso de po­
lémica de partidos, pudiendo admitirse, en forma aproximada, que
el número de nnevos desempleados se aproxima al millón. ¿Qué es
lo que, paralelamente, aoontece en el sector público?
De 1964 a 1974, el efectivo de la función pública aumentó en
un 48%, y el sector privado en el 7% (1). Este aumento es del orden
del
20%, desde 1973,
es decir, de 350.000 unidades. fu preciso afia­
dir 250.000 auxiliares que deben rerultar tirulariwlas, desde ahora
hasta 1978.
El record de aumentos de efectivos ha sido batido por la educa­
ción nacional, que ha experimentado casi una cuadruplkación, desde
195 2,
mientras qu,e, en ,el mismo reducida desde 700.000 a 440.000. Conviene poner de
re1ieve que
las empresas francesas emplean cen:a de 500.000 personas en la
ejecnción de trnbajos exigidos por el Estado.
¿Por qué método seda posible hacer patente este desequilibrio y
orientarse, aun cuando fuera lentam1e11re, hacia un estado

de
rosas
más normal? Parece posible adelantar que la denominada clase di­
rigente administrativa no es impermeable a cualquier toma de oon­
cienda.
Era, hace apenas un cuarto de siglo, un elemento sano en
la nación, un instrumento
eficaz lleno de conciencia, en la que el
(1) Quedan fuera de estos cálculos la Administración local y la Segu­
ridad Social.
1017
Fundaci\363n Speiro

ABBL RONGillRAS
sentido del deber y del servicio del Estado era general, o, en una
palabra, la Administnlción estaba a. la dispooición del pól,lico, mien­
tras que, ahora, la situación está en uaoce de invertirse.
Todos

aquellos que se
han familia.,,izado con los números y el or­
den

de
magnitudes, se han· visto extrañados por las grua¡as dife­
rencias, que sal.tm a la viBta, en el ,presupuestO de educación nacional
(22% en 1976) o de la Sanidad (14%) frente a aocividades comple­
mentarias privadas
de la misma natu.rale2a.
Es de desear que grupos expertos del lll&tado y del secror privado
pongan
a punto una oomparación de las dos se,,ies de actividades que
tienen
el
mismo objeto. No se puede argumentar aquí que la com­
P""ación
no sea posible, a causa de las diferencias entte los

dos sec­
tores. lDs piráaicos re.melven, corrientemente, este género de difi­
cultades aoafuando las diferencias
y evaluándolas. Se rupercibici, pro­
brublemente,
desde el primer momeoto, que las actividades estati­
ficadas
no disponen de una aut>ént:ica contabilidad que registre todas
las realidades económicas de sus cometidos y que esros grandes or­
grunismos del Estado se contentan, en fot11m aproximarla, con gastar los
créditos que le han sido otorgados, sin ipreocu¡p cios

de
valor y de rendimiento de su gestión.
Un oontrol precario.
¿No es conturbador que la Aclminismooión no dispong¡,. de 01lta
cosa que de un áUtocomrol, por otra porte tardío, de la regularidad
financiem de las operaciones de sus agentes?
Esta misma admioistr-\ción, que se dedica de la mañana a la noche
a valorar, verificar, contt0lar y canaH7.ar las actividades privadas, no
se hace a sí misma objeto de COIWOI, aparte de un control precario y
de oo carácter puramente formal
¿Por qué el público que es la fuen•e democrat.ica del poder, se
enruentra así privado de instrumentos y actividades de ese poder, mientras que él mismo
se sieote en

una
especie de libelrtad vigilada?
¿Por

qué
la a frecuentemente sancionados con

severidad,
mientras que, cualesquiera
1018
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA FISCAL
que sean los rewltados reales de sus actividades, ¿cuáles son las san­
ciones que
sería oportuno aplicar a las gestiones del Estado? Los
fallos, las injusticias, las desigualdades y las evasiones fiscales tie­
nen

Jugar en este
aspecto, como en todas las actividades en que los
hombres están presentes.
Esta irresponsabilidad práctica

es un enor­
me privilegio. Se
ha convertido en un lugall' común comproba,r que la multipli­
cidad de
las intervenciones del Poder en las cuestiones privadas pro­
voca una degeneraci6n de la responsabilidad del ciudadano. Tomadas
cada vez en mayor medida todas las actividades a su cargo por la
rolectividad,
se

pierde el sentido
elemental del esfuerzo y la socie­
dad se transforma, así, en un mito constantemente deudor hacia sí
mismo. El pillaje se
hace recíproco, entre el Estado y el público, la
fiscalid«d
se convierte cada vez en más intolerable.
Por otro lado; la gr de
los
iru:lividuos es

fuente de un enorme
despilfarro {2). Lo qne es
gratuito
para los partiarlares es ruinoso para la colectividad. A. Sauvy
lo
ha demostrado, de forma irrecusable. Cuando el usuario paga un
servicio,
percibe concretamente el valor que le atribuye, con lo cual
se

asegura una producción
bien orientada, a

un
precio de
costo nor­
mal, en el que el
despilfarro queda reducido al mínimo. Esta evi­
dencia no
exisre en la seguridad social del Estado. Omstituye una
rontradkción empujarnos

al
pluralismo y mantO!l'etllOS, en Jo esenciil,
en una centralización estéril y despilfarradora.
Un privilegio de redistribución.
En un mismo orden de ;deos, es preciso tarnbién roohazar una
ptáctica malsana, que cada vez

va
generalizándose en mayor medida:
se
ttata de la funci6n de redistribución que se atribuye al Estado so­
bre las riquezas producidas por la nación.
En
!primer lugar, esta redisttcibución está gravada por gastos ge­
nerales importantes, que un repa,:,to libre en el

seno de
la sociedad
no soportaría, por Jo que el evitarlos serla una ventaja ·¡,a,:a los be­
neficiarios.
(2) Enseñanza, Universidades y Seguridad Socia:!.
1019
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGil!MS
Sobre todo, no se ve por qU'é la auroocegulaci6n espontánea, na­
tu!ral.mente realizada por el cuei,po social, haya de ser infeirior, en ca­
lidad,
a la regulación global y artificial del Estado. Sin negar a éste
todos
sus podetse

de
in~etvención genetal

o
rectificativa, no
se
com­
p,ende
la supetioridad que puede tener el Estado o la Administra­
ción, en este aspecto, ni en nombre de qué suplemento ·de sensibi­
lidad o de alttuísmo
pretende el Estado sustituir las compensacio­
nes que se establecen narura:lmente en

una sociedad libre
y normal.
j Qué masa enorme de fraternidad, de simpatía, de cordialidad y de
jusdcia Teal se a.nranca, así, de la vida social! La. r,edistribución es
una caricarura de todos estos sentimienros y se limita a puro papeleo.
Es bastante claro que este
trust progresivo de la caridad por el Esta­
do
se impulsa, principalmente, por las pretensiones elecrorales de los
partidos.. ·
Este privilegio
de

redistribución que
se reserva el Estado reposa
en la idea de la folfluéncia benefacrora de la ley.
Pero la ley, que debe asegurar una práctica general de justicia y
garantiza.r las libertades económicas y sociales, es impotente para
producir, con su disciplina foi,rnal, roda la riquem espontánea de los
sentimientos que constituyen el fondo más preciso de la vida social.
La legislación abstraeta del Estado participa íntimamente de la
Jirialdad glacial del "mosttuo frío", que fostlg6 Nietzsche en su diag­
nóstico profético

del
Estado moderno. La paradoja del socialismo
centtalizador consiste en que, fundado sobre la bondad radial del
hombre,
no le otorga
confia112a alguna p,,ra su

realización
práctica
en
el juego de la vida ordinaria. El Estado socia:lizante trata a los
miembros de la sociedad como a unos menores de edad, a los que es
preciso tutelar.
La redist!rlbución ciega, alimentada por una Bscalidad devoradora,
desnaruraliu y arruina a la sociedad real El mostruoso apararo es­
tata,l que nos aplasta se parece mucho al animal mítico de la tracli­
ción antigua. que se autodevora sln dame cnenta. Bl vacío perpetuo
del

Tesoro
podría conducir al final del sistema.
Es innegable que la crisis económica que atravesamos, conju­
gada con wia inflación incomprensible, ,~iene sobre todo de los
1020
Fundaci\363n Speiro

EL PROBLEMA FISCAL
gastos abusivos, y sin cesar crecientes, de la colectividad. E,,ros gastos
deben a:lcaru:ar, hoy, al 60% de la renta nacional
En
efecto, 1a oonstante e:xtensi6n de las atribuciones estatales que
resultan
de

la proliferación legislativa, en todos los dominios, nos
conduce a un punto de saruración t.al que el sector en principio
independiente ya no bastará para satisfacer la inextinguible sed de
este
Estado vampiro.
La inflación a que nos vemos entregadoo como presa, es una
quiebra
ootidiana de las fiiruunas públicas, que ~efleja la anarquía del
actual Estado, del que resulta una inflación de derechos otorgados,
por
todas partes, sin discemimiento.
Nuestra fiscalidad ya no es capa>: de seguir el proceso de proli­
feraci6n de

un Estado,
políricamente sin a:msistencia, y

de una Ad­
ministración abaooonada a sí misma.
La única esperanza de que las cosas se enderecen reside en la
reconstitución de un &tado inspirndo rpor la voluntad del. bien co­
mún, del que nuestro amigo Arnaud
de Lasus puso las bases concre­
tas

en el editorial de
Permanences de agosto-septiembre de 1976.
APENDICE
TEXTOS PONTIFICIOS SOBRE MATERIA FISCAL
Respeto a1 derecho a poseer bienes en privado y deber de ar­
moruzar la

propiedad privada
con las

necesidades del bien
común.
Es necesario que el derecho natural de poseer en privalo y de
transmitir lo.s bienes por herencia permanezca .riempre intacto e in­
violable, no pudiendo quitarlo el Estado, porque el hombre es an­
terior al Estado, y también la familia es lógica y realmente anterior
a la Sociedad civil. Por ello, el sapientísimo Pontífice [León XIII]
declaró ilícito que el

Estado
gravara la
propiedad
privada con
exceso
de tributos e impuestos. Pues el derecho de
poseer

bienes
en privado
no

ha sido dado por la ley, sino
por la naturaleza, y, por tanto, la
autoridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar su uso
y compaginarlo con el bien común. Ahora bien, cuando el Estado
armoniza la p,opiedad privada con las necesidades del bien común,
no per¡11dica a los poseedores particulares, sino que, por el contrario,
1021
Fundaci\363n Speiro

ABEL R.ONG!l?RAS
les presta un eficaz apoyo, en cuanto que de ese modo impide vi­
gorosamente
que la
posesión
privada de los

bienes,
que el providen­
tísimo
Autor

de la
naturaleza dispuso
para sustento de la
vida hu­
mana, provoque daños intolerables y se precipite en la ruina: no
destruye la propiedad privada, sino que la defiende; no debilita el
dominio
particular, sino que lo
robustece ( l).
No se debe extender excesivamente la autoridad fuumciera
del Estado.
Las necesidades financieras de cada una de las naciones, grandes
o
pequeñas, han orecido de manera formidable. El defecto no proviene
solamenle

de
tas complicacione.s o

de
las tensiones internacional-es,-se
debe también, y quizá todavía más, a la extensión desmesurada de
la actividad del Estado, actividad que, dictada con demasiada frecuen­
cia
por
ideologías
falsas o malsanas, hate de la política financiera,
y muy particularmente de la polltica fiscal, un instrumento al servicio
de

preocupaciones de
un orden
completamente diferente {2}.
No existe
duda alguna sobre

el deber de cada
ciudadano de so­
portar una parte de

los gastos
públicos. Pero
el Estado, en tanto
que
es

el encargado de proteger
y de
promover el bien
común de
los ciu­
dadanos, tiene

la obligación de no repartir entre
aquéllos otras cargas
que
las necesarias: proporcionadas a sr;s recurJOs. El impuesto no
puede jamás convertirse

para los poderes
públicos en

cómodo medio
de
enjugar el

déficit provocado por
una administración
imprudente,
de favorecer una industria o una rama del comercio a expensas de
otra {guahrtente útil. Al ErMdo se le prohíbe todo despilfi>rro de los
dineros
públicos; está

obligado
a prevenir los abusos y las injusticias
de

parte de
sus funcionarios, así como la evasión de aquellos que son
legítimamente

gravados. Los Estados modernos
tienden hoy a mul­
up./,ictW sus intervenciones 'Y a areguirar un número creciente de ser­
vicios,· e¡ercen un control más estrecho sobre la economía¡ intervie­
nen ventajosamente en la protección social de muchas categor/as de
traba¡adore.s; .stt.s necesidade.s de dinero crecen en la medida en que
aumentan .su.s administracione.s. Frecuentemente, las imposicione.s muy
duras oprimen la iniciativa privada, frenan el desarrollo de la indus­
tria y del comercio, descorazonan las buenas voluntades (3).
(1) Pío XI, encíclica Quadragesimo afino, 1932.
(2) Pío XII, alocución a los participantes en el Congreso del Instituto
Internacional de

Finanzas públicas, 2 de octubre de 1948.
( 3) Pío XII, discurso al X Congreso de la Asociación Fisatl Interna­
cional, 2 de octubre de 1956.
1022
Fundaci\363n Speiro

EL PR.OBLEMA PISCAL
Deben elaborarse principios fundamentales válidos.
¿Quién se ádmirará, después de eslo, del peligro en '[Ue se en­
cuentran
la
ciencia
y el arte de las finanzas públicas de descender,
carentes de principios fundamentales claros,
simples, sólidos,
al papel
de
una técnica

y de
una manipulación puramente formales?

Es, por
desgracia, lo
'l'" se constata boy día en muchos dominios de la vida
pública:
un tingládo hábil

y
attd4Z de sistemas y
procedimientos,
pero
sin resorte interior, sin vida, .sin alma ( 4).
La tercera materia abordada este año, la garantía jurídica de los
contribuyente.r en

relación con el fisco, tiende a consolidar
lo.r siJte­
mas

de salvaguardia, indispensables no solamente a los
contribuyen­
teI, sino al Estado mismo, que co"e el peligro, si descuida estas ga­
rantías, de desmoralb.tr a lo, sfljetos y de empujarles a la huida del
impuesto y al fraude (5).
Se puede decir, en breves palabras, '{Ue las dimensiones consi­
derables de los
Estádos actuales exigen una cuidádosa puesta a punto
de

la legislación fiscal,
graváda aún en más de un extremo

por
un
discutible empirismo. Además, es capital '{Ue los principios morales
justificativos del impuesto
aparezcan claramente
tanto
a los
gober­
nantes como
a los ádministrádos y 'l'" sean efectivamente aplicádos.
Igualmente es necesario
que se prosiga con criterios siempre más
sensibles

y
ádecuádos la adaptación del impuesto a las posibilidádes
reales

de
cada uno. La legislación fiscal no se la considerará ya, en­
tonces, como
una carga siempre excesiva y más o menos arbitraria,
sino qtie
representará,

en
un Estado me¡or organizado y más apto
para proc,,,-ar e/, funcionamiento armonioso de las d;ferentes activi­
dades
de la sociedad, un aspecto humilde acaso J mwy material, pero
indispemable de

la
solidaridad cívict0 J de la aportación de cada ""º
al bien de todos. La sabiduría de los gobernantes y la eficacia de
una administraci6n cuidadosa e íntegra debe demostrar, hasta la M
dencia, que el sacrificio impuesto co,rresponde a un servido real y
produce sus frutos ( 6).
Hay que formar la conciencia de los ciudaWl)los y no poner
travas a sus legítimas ambiciones.
E.rte estlld-o de cosa, inflU'je más pernioiosamente todavú, sobre
la mentalidad de l<>s indMduos. El indwiduo va teniemlo cada dí,,
(4) Pío XII, alocución citada en la nota 2.
(5) [bid.
( 6) Pío XII, discurso citado en la nota 3.
102;
Fundaci\363n Speiro

ABEL RONGil!.RAS
menos conooimiento de los asuntos finamier<>s del Estado,· aun en la
política más sana, sospecha siempre alg1'1'1J sendt, tortuosa, misterio­
sa,
o """ irae,,c/ón oculta mdintuncionaáa, de ta cual él debe p,u,­
dentemente desconfiar y guarde,rse. Ved, pues, cómo e, ahí en defini­
tiva donde hay que buscar l,, °"""' profund,, de la decadencia de l,,
conciencia moral del pueblo -del pueblo en todos """ grados- en
materia de bien público, en materia fiscal priucipalmente.
¿Cómo podria la Igle!ia contempl,,r indiferente esta orisis que,
en realidad, es una crisis de conoiencia? He aqul por qué, dirigién­
dose
t1 aquellos que tienen algurM parte de respons,.bilidad en el ma­
nejo de
las cu.manes de las finanztas públictas, l,, Iglesia les conjura:
En
nombre de /,a conciencia humana, no arruineis la moral desde
,.,.,.;b,.. Absteneos de aquel/tas
medid,,s que, a pe,ar de su valor técni­
co, so/i,viante,n y hieren en el pueblo el sentido de lo ¡usto y de lo
injusto,
o que relege>n a segundo térmmo su fuerza vital, su legi­
tima ambición de recoger
el fruto de su propio, trab,.¡o, su preocu­
pación por la segu,idad ft>miliar, com¼l,eráciones
todas que merecen
oc,q,ar en la mente de un legislador el primer lugar, no el último (7 ).
El objetivo supremo que debe perseguirse.
El .sistema fine>nciero del Estado debe .orienta,,e t1 re,organizar la
situación ,económicr, de me>nert1 que tasegu,e .al pueblo las condicione,
materiales de
vida imlJ,pensables para alcanzar el fin supremo sefía.
lado por el Oeador: el deserwowhn,ento de su vida inlelecttlál, es­
pirittlál y religiasa (8).
En cuanto a vosotros, -vuestra a/,ta competencia 01 llama a def~
der l,, po/Uica fin,>nciera contra las manio.lHas de las amlnciasos y de
los demagogos. Consagrados con el más m4gnánhno desinterés, ar­
diendo en deseos de buscar no
el favor popular, sino el verdadero
bien del pueblo, recibiet-éis
fil menos el sufr"gio de""" selección que
sabe comprenderrJJ; tenéis en 11t1edro ft111or
el testimonio de vuestra
conciencia, y Dios, no
lo dudéis, Dios, para quien todo está pre­
sente, no dejará
sin recompenst< lo que hayáis hecho en servicio de
los hombres, vuestro, hermanos,
y por /,a restau,,,ción del mundo. De
todo coraz6n Nos le peditmos os conceda la lm: y lt, fuerza que nece­
sitáh y h11ga fecunda 11uestr,i /.abor P"'" el bien 1 lt, paz de la socie­
dad humana (9).
(7) Pío XII, alocución citada en la nota 2.
(8)
Ibid.
(9) Ibíd.
1024
Fundaci\363n Speiro