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Número 157
Serie XVI
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- Crónicas
Autores
1977
El problema fiscal
EL PROBLEMA FISCAL(*)
POR
ABBL RONGIBB.AS.
En la segunda parte de su estudio sobre el Estado en sus rel,,
ciones con
la Patria y la Nación, #ltulado ,
Administracióm, Louis Daujarques c#6 las pal,,bras de Anatole
France: «No tenemos Estado, s6lo tenemos administracione,». Y
añadía: sin duda, hoy aprobarla al Sr .. Rongiera.r, que escribió: cLa
Administracwt'A ha ,ibsorbid" al Estado>. La reconocida competencia,
Jr,s conocimientos,
la experienc.,, y la práctica del Sr. Rongieras se
pone de relieve en las reflexiones que acaba de exponemos sobre
un problema particularmente delicado que ilustra este estado de
cosas: la Ffrcalidad.
«Muchas gentes, en efectr,, "c"'o
demasiadas gentes, guiatlt,s pr,r
el interés, pr,r
el espiritu de partido o incluso prir considert
más propias del sentwuento que de la raz6n, abordan y trasan, como
economistas o poU#cos improvisados, las· cuestiones financieras y
fiscales con tanto más fuego y ardor, con lt
desenvoltura, cuanto mayor e1 su incompetencia. A veces, parece
incluso que no sospechan la necesidad de unos estudios detenidos
para tratar de resolverlos, ni la de encuestM y observ,,c/ones múl
tiples
de experiencias comparados».
Las páginas que siguen constituyen una tercera aporúld6n a los
estudio, consagrado,
al Estado, que es, sin dudt,, titiJ fl"r" cualquier
traba;o en equipo:
• • •
(*) Publicado en Permanences, enero de 1977.
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Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA FISCAL
"'Vfoieron t.ambién los publica.nos pa
ra ser bautizados y le dijeron: «Maestro,
¿qué tenemos que hacer?>>. Les respon
dió: «No exijáis a nadie m~ de lo que
está prescrito» (San Lucas, cap. 3.2, 12-
13).
Sin duda, el lector se acordará de la conclusión del estudio de
Louis Daujarques
sobre
el Estado y el gobierno(*): "El Estado tien
de a sustituir, cada vez más, a la Nación y fa Administración a su
plantar al Estado", que desborda ampliamente su función propia,
para absorber actividades por naturaleza propias del cuerpo social,
de forma que el poder va perdiendo,
como contrapartida, su fuerza
política
y haciéndose vulnerable a la invasión de la Administración,
convertida
en proliferante por
el hecho mismo de la hipertrofia del
Estado. Se trata de un círculo vicioso manifiesto, del que da cuen
ta perfecta esta apreciación de un economista de principios del siglo
último
(Frederic Bastia<) :
"El Estado es la gran -ficción a través de la cual todo el mundo
se
esfuerza en
vivir a
expensas de rodo el mundo".
Nuestra fiscalidad es
reflejo de esta
hipertrofia y de esta confu
sión.
En efecto, un sistema fiscal expresa el equilibrio o el_ desequi
librio
entre la Sociedad y el Estado, que es su órgano principal,
y el exceso de impuestos da testimonio de la absorsión abusiva de
la
Sociedad por el Estado.
Ori,gen y naturaleza del impuesto-Inventario de la situación.
En su Historia d8l Impuesto, Gabriel Ardent, alto funciona
rio,
Inspector General de Finanzas, al estudiar el origen del im
puesto se
expresaba de la siguiente forma: "¿El pillaje transformado en
imposición es el origen ónico del impuesto? ¿No se plantea el mismo
problema en el plano interior? Comparable al pillaje,_ la requisa pura
y simple sin procedimiento ry sin contrapartida consciruye uno de
los métodos
más destructivos de la actividad... Un mínimo de re-
(*) ar. Louis Daujarques: Estado, Gobierno y Administraci611, en
VERBO, 155-156, págs. 755 y sigs.
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ABEL RONGii!RAS
glas es indispensi,lile. El impuesro es una complicación aparente,
pnes, en realidad, resulta más cómodo.
''Que la superioridad de !la técnica fiscal SONe el pillaje, la re
quisa o la prestación sea una cansa profunda del nacimiento del im
puesto, sin haberlo exp
tenedores de la escuela liberal, deb;eron ~tirio los homNes de Es
tado y administradores de la antigüedad, y así, lo mismo que los
sáorapas persas y sus colaboradores, no debieron ser incapaces de
este género de
raz.onamiento". El autor aííllde que "la técnica fiscal
es
una técnica liberal y que, paradójicamente, esta técnica liberal se
ha revelado, durante siglos, corno la opresión más odiosa".
Se
puroe recordar,
a este
:respecto, que hace 2.000 años, en la so
ciedad en que se desarrolló la vida de Cristo, los publicanos, agen
tes de
wi fisco detestado, se calificaban como pecadores públicos, a
cansa de
sus exacciones. Las con"""siones milagrosas de Mateo y de
Zaqueo, lo
confirman.
El pillaje, que constituye el origen del impuesto, sigue estando
más o menos implícito en los fenómenos fiscales y para:fiscales de la
historia, o se
manifiestan por expoliaciones o por dosis fuertes de
atbitrariedad.
Se
pueden poner como
ejemplo los
apuros financieros del
pe
ríodo revolucionatio y del imperio:
A:! principio de la Revolución se habfa formado espontánea
mente la esperanza en el espíritu
público · de
que
el fin del despo
tismo
abriría la era de los beneficios del Estado y cerratía la del
peso de los impuestos. Las primeras figuras revolucionatias utilizaron,
naturalmente,
este estado de espíritu que
facilitaba sus
acciones
subversivas. Pero,
de esta
forma, se
perjudicaron de
manera decisiva
los
ingresos de gobiernos revolucionarios
sucesivos y, a pesat de un
vano intento de
retomo a
los
impuestos anteriores a
1789, los
f!P
biernos, comprendido el Directorio y el Consulado, se vieron em
pujados a
quieNas repetidas, a pesat de la ocupación de los bienes
de la Iglesia y de los emigrados. Y esto sucedió porque ni la .llarnada
al patriorismo ni el cuadro idílico de una nuieva era de libertad
suscitaban el menor entu6iasmo fiscal entre los ciudadanos. Ni si
quiera Napoleón pudo subir
esta pendienrte. Por orra parte, los gastOS
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EL PR.OBLEMA PISCdL
provocados por las incesantes guerras ambruon poniendo al Tesoro
en
ooa situación tan desesperada que el gran Camot escribió, el 11
de
germinall del año VI, a los jefes del ejército, que el vacío c\el Te
soro impon.fa una ofensiva inmediata: "Es preciso no ocultamos que
estacemos perdidos si no en
ciso vivir a expensas del enemigo o pa-eoer ... ".
Las deficiencias fiscales obligaban a imponer arreglos a los paí
ses ocupados: Italia, Bélgica, Holarula, Alemania, Austria, lo que
procuraba
recursos que
llegaban del
40 al 50% de los presupuestos
anuales
de
la época. Aun ouando los ejércitos revolucionarios "porta
ran la idea teórica de libertad a los paf.es invadidos, no obstante
éstos se v;eron sometidos a una forma de pillaje sem,,jante al que
hemos
conocido por parte de los ejércitos a1emanes de Hitler en los
años
1939 a 1944.
Recientemente todavía, en un libro titulado La desigualdad por
el impuesto, escrito por dos jóvenes profesores, se leen expresÍODIOS
tales
como
"pillaj,e
normalizado",
"pillaje
deliberado", "pillaje legal".
Una necesidad apremiante de los Estados.
Estas referencias, entre. otras muahas, no se evocan aquí contt:a el
principio de la imposición, sino como apoyo de la constatación ge
neral,
en
:el tiempo y en el espacio, de que la !fismlidad jamás ha sido
una
ohm de justicia, sino algo que traduce, casi siem¡:,,,e, una necesi
dad
apremionte de los Estados. Es preciso, con mayot frecuencia, con
tentarse con que
no sea demasilldo 'injusta, porque siempre 'lo ,ha sido,
en alguna
forma, y todo parece indicar que jamás podrá dejar de eer
lo. La investigación de justicia, animada por el moraHsmo ideológico
o partidista es,
casi siempre, en Jo específico, generadora de una in
justicia
mayor
y fuente inagotable de escándalos que perturban pe
ligrosamente la sensibilidad ~blica. 0,rno afüma Lord .Aa:on, la
Sociedad
se convierte en un enfermo cuando pret!endemos hacer de
ella un paraíso. Lo que importa, por consiguiente, al Estado, es ase
gurarse sus
necesidades
en unas
condiciones de cobertura menos
cos
tosl
para
los contribuyentes y lleguen o crear rivalidades por envidia o
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Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGI1lRAS
agravios com¡,aza,ivos y, por lo tanto, división entre !os ciudadanos
y las caregorlas sociales, en perjuicio de la unidad nacional.
La fiscalkl,,d siempre estuvo íntimamente li!l"da ah política. In
cluso se puede observar que ha jU8"du, mudhas veces, un papel deci
sivo: se sabe que, en su origen, la instirución parhimentaria nació de
la
preocupación de los :Estados por lograr .que sus gravámenes fueran
ronsentidos por los representantes de los que quedaban sujetoo a ellos
y, después, por el deseQ de éstos de rontrolar el uso de los reausos
transferidos
a los poderes públicos. Todo el sisrema parlamentario
inglés partió de esre punto.
Es común recordar que Francia, en 1789, esraba erizada de exen
ciones y privilegios fiscales. Luis XVI se vio obligado a ronvocar los
"Estados Generales", que fueron quienes dieron el empujón definiti
vo al inicio de la Revolución.
Una presión social mal soportada.
Es posible admJra:rse de que el impuesto baya encontraao, siem
pre
y en todas parres, la hostilidad del públia,. Se trata, en efocto, de
la
presioo social que se ronsidera menos soporrable y la peor admiti
da, Jlegando incluso a ser aborrecida. Las . rebeliones fiscales, con
&,ecuencia sangrien1'aS, son, en nuestra historia, más frecuentes que
los
levaooimiemos políticos. m ,fenómeno mundia1 del fraude es una
expresión dulcificada de esta rebelión endémica. Lo que se podría de-
nominar el "impu,,sto de la sangre" ha sido mucho menos di:flcil
de cobrar. Napoleón pudo asegurarse "una rema" de 100.000 hom
bres anuales, evitando así las o,xgas de un ejéccito de profesionales
que, con frecuencia, hubiera ,podido supera,: las posibilidades finan
cieras del antiguo régimen, pero Napoleón no pudo establecer u,u, fis
cal/dad a lo alt"'" de sus ,wnhic,ione, pallticas.
Gabriel Ardent recuerda, en la obra antes citada, el hecho si
guiente: "Manud II ~6 el cuerpo de !os jenízaros (1826) y se
esfor,:6 en modernizar el Imperio Otomano. Reformó su ejército,
teniendo . en cnenm ,el modelo europeo y reguló sus uniformes, incluso
la longitud de los bigotes y de las ba:rbas, pero no log¡ro, en cambio,
modi:ficar el sistema fiscal".
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EL PROBLEMA PISCAL
El impuesto, en efecto, incide en .Ja vida cotidiana del contribu
yente, tanto en el caso de que el
Estadn se imponga a él, ,en su acti
vidad, como un intruso o como un asociado privilegiado, como en
el caso de que tome sumas de 1as que el ciudadano siente la priva
ción más allá del valor de los motivos genericles de solidaridad, o in
cluso patrióticos, que como contrapartida se le pregonan.
Es posible considerar, también, que un individuo, capoz de sini
patías
o lealtad -hacia su
prójimo, es decir, una
persona viva en .Ja que
destaca .Ja sensibilidad, será menos leal ante una entidad despersona
lizada, por lo tanto abstracta, tal como sucede con el Estado, con la
mayoría, con la administración, con el reglamento, con las ventani
llas ... que el lenguaje popular designa con el nombre de "ellos" o
el
impersonal "se".
En fin, los métodos, con frecuencia inquisitoria
les y a
veces policiales,
que
hoy van aplicándose al control fiscal,
acaban creando una hostilidad indignada en el público. Por otra
parte, ,el papeleo administrativo está lleno de advertencias, de órde
nes, de embargos, con o sin conformidad ...
El
descenso del
civismo
y del sentimiento de comunidad nacioruil,
que
se
advierte en
Francia
desde hace medio siglo, no
facilita
.Ja
elevación de las ·pesadas contribuciones actuales. Desde este punto
de
vista, se
advierte que la formidable "bUO oontradictoriedad,
de
la reglamentación fiscal y parafisca! desenca
dena un
desgJ!Ste acelerado del respeto a la ley, en el esplriru
público.
Santo
Tomás había
ya adverrido que "cuando se
modifica la ley,
su fuerza imperativa resulta debilitada en .Ja medida en que borra las
costumbres".
Ejemplo: Desde hace treinta alíos, se han sucedido los rigores
y las persecuciones para evitar y reprimir la exportación de capitales.
Las contravenciones al control de cambio est,.ban, en principio, san
cionadas con las mismas penas que la rebeldía en tiempo de guerra,
sanciones extremadamente graves. Peto estos rigores han sido suspen
didos,
en diversas
ocasiones, y su represión condujo a transacciones,
como sucedió con las infracciones aduaneras. Me11C'ionemos las faci ·
lidades concedidas, en 1959, por el Sr, Pinay, a aquellos que habían
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ABEL RONGIM(IS
inClJit1klo en contrarvenciones, pe:ra ~egularizu sus activos en el ex
tranjero.
Análogamente,
la venta libre y "'1Ó!lÍllla del oro ha sido riguro
sa:meten .reglamentada y después prohibida, aunque más tarde fue,
de mrevo, permitida
Es evidenre que una obligación gravemente sancionada hasta la
medianoche de ,una cierta fecha, pero que se convierte en lícita y
natural en esa medianoche, ha<:e declinar, de furma muy grave, el
prestigio de la ley en el sentir del público.
Pío XII afirmó:
"El individuo entiende cada vez menos las cuesciones finacieras
del Estado
e mcluso en la más sabia pdlíci<:a sospecha siempre que
hay algo místerioso, algo malévolo de lo que prudentemente debe
desconfia:r y defenderse. Y aihí es donde, en definitiva, es preciso
busai.r ,Ja causa profunda del decaimienro de la conciencia moral del
pueblo
en materia del bien público,
especia.lmente en materia fiscal".
Un
fenómeno constante en
la
historia, general en los países oc
cicremales contemporáneos, es que la fiscalidad es .re,Jativamete menos
pesada para los l\eyorecidos de la fortuna. En efecto, la evolución de
las economlas modernas, la degradación de las costumbres y las cre
cientes amenazas del Estado soci:alizante sobre las forrunas privadas
tienden a convertidas, cada vez más, en anóM11UAr y vagabundas,
según la famosa fórmufa del Duque de Orleans. Por añadidura, esta
clase social dispone de unas escapatorias de que no dispone, eo ge
neral, el
públiro y, ,fina:Imente, de medios de recurrir al servicio de
expertos fiscales, que
con
frecuencia salen de los propios
equipos
del
Estado y que medran a consecuencia del impulso y proliferación
legislativa y jutisprudencial.
La demagogia se J~seoraderu, a propósito de esta desigualdad
histórica.
Y no
es, por lo tanto, uno de los menores elementos de la
atbitm
reina en nuestro
sis~ de
impuestos sobre la
renta. Si, aunque
parezca ·imposible, llegase a enderezarse, el produc
to sería íttfimo, frente.a la enomie punción globall. •.. Rstas desigual
dades,
en todo caso, distan
mudho de ser corregidas por el totalita
rismo
socialista, en
el que la nueva clase, que ocupa el poder, se
sirve
también,
a su arbitrio, de ellas, en nombre del pueblo.
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Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
Complejidad del sistema e ignorancia del póhlieo,
Lo que au:acteriza nuestro sistema fisad es, por una parte, su
inexplicable
complejidad,
y, por otra parte, la ignorancia dcl público
sobre d tema: algnnos ooalisras pacieotes han trazado la lista de los
impuestos incluidos eo el abanico de los que grav.in a los hogares.
El toral supera los 60.
La fantástioa extensión de la aa:ión del Estado, cuyas interven
ciones
parecen, en .delante, ilimitadas, fue facilitada por la demo
mtización de la fisca'lidad. El final del siglo x,x, principalmente
después
de la
guetta de 1870 y durante la guetta de 1914-1918, hay
que considerarlo como un período excepciorud de paz fiscal y de
probidad cívica en el
públiro. La dulzura de vivit se extendía, et>
tooces, a la fiscalidad. Pero he ahí que eswnos lejos del tiempo eo
que el
presupuesto de Balzac reconstituido apenas se elevaba, para
un año, a 2.500 francos y soporraba una imposición de 5,8 F., que,
por otro !rulo, Balzac pagaba en dos plazos.
El
número de contribuyeotes
se centuplicó desde eotooces.
Este
número era
de 3
millones en 195
3,
de 8 millones en 1964 y supera
hoy Jos 12 millones ... , progresión que no ha terminado todavía.
Por
afudidura, el baremo del impuesto sobre la renta comienza, en
la primera línea, por una renra anual de 5.700 F., y su progresión
automática, a causa de la inmovilliación de los techos mientras va
depredándose el dinero, difíc:ilmoo.te resuita tOilerable.
En cierto sentido, es evidente que la presión fiscal y la presión
parafiscal se han hecho excesiv.lS, habiendo llegado al borde de lo in
soportable. Personajes políticos altamente ailificados lo han recono
cido, desde hace v.:rios años. A este exceso de fiscalidad, directa e
inditecta, ha de añadirse la carga msidiosa y pesada de la inflación,
que es un impuesto sobre el capital y sobre las rentas, que va siendo
mayor
a m<:dida que V1li!l aumentmldo los precios, sin necesidad de
respaldo fisca1 alguno.
NuestrO sistema fiscal es de una extrema complicación, sobre todo
por lo que se refiere a los impuestos sobre las .reDillaS. Esta comple
jidad es tanto
más absutda en cuanto sólo se aplica a una parte muy
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ABEL l{QNGIIJRAS
minorimria de los ingresos del E.stado, suscitando, sin embargo, toda
dJ1se de daños económioos, psicológioos y morales en los que los fie..
nómenos caiificados de fraude ron los más ,spectaculares.
El fraude fiseaL
Conviene que precisemos lo que implica el voo,,l,lo "fraude fis
cal", en torno del cual se provoca, en todos los medios de OOlllu
ni.cación, un rumor too oofasto romo tendenciooo.
El fraude fiscal reposa sobre la noción de falsedad Se distingue,
en derecho, lo materialmente falso y lo intelectrudmen
cit, la disimulación positiva y la omisión. lo falso se ha calificado,
desde hace muoho tiempo, OOlllO crimen, en derecho penal. Hoy se
ha reducido. a la figura de delito. Su ele.mento esencial es la inten
ción de
eng¡iña.r al fisco, _po,ra eludit :la totalidad o una parte del
impuesro.
lo falso fiscal es una falsificación escrita pura y simple (falsa
declaración, falsas escritutas, etc.). Los exorbitoooos poderes de dere
cho
común
conferidos al Fisco en materia die control y la pesadez de
las
sanciones consecutivas han limitado mucho el fraude materia:!. No
debe exceder, acwclmente, del 10% del conjunto de infracciones
calificadas romo
fraude por la opinión.
La información oficial desempeña, en este punto, un papel ambi
guo y sería más equitativo designar a la mayor parte de las infraccio
nes, asimiladas a la noción de fraude, con el término de evasión
fiscal, que
engloba nna multitud de operaciones mentales y jurídicas
qu.e
VllJll desde lo falso intelectmrl, desde :la puesta en esoena de mala
fe,
hasta la interpretación .legal moral de los textos, pasando por su
hábil
utl!ización.
La complejii:lad de la legislación fí.scal, y de la juris
prudencia, facilita al máximo estos nunrerosos ejercicios de evasión,
delos cuales
se ha podido decir que se han convertido en un deporte
nacional, cuyos
resultados
no
se publican_
A
pesar de
la gravedad teórica de los delitos fisca1es y a pesar de
sus sauciones, de una
severidad cada vez ~or, parece ser que el
sentimiento púb1ico no
progresa., en el aspecto del civismo, frente al
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EL PROBLEMA FISCAL
Fisco, cosa que, por otra parte, ha sucedido, al parecer, a todo Jo largo
de nuestra historia. Mucho más grave todavía es el sentimiento de
objeción
de
de legítima
defensa, que
va
=rendiéndose
a causa del incremento incesante y abusivo de los gastos públicos,
cuya
fundamentación
se critica C!da vez más y la importancia a veces
absuroa
de
los
porcentajes progresivos
de
los impuestos sobre
la rent,a, eo el mundo entero. El exceso de los tipos de gravamen
confirman, por otro lado, que la materia impuesta es sólo una parte
de·
la materia imponible. Esto es lo que hace deru, que la ewsión
fiscal lesiona a 1os
ha atenuado mucho, por ra7.Ón de que, desde hace años, la Admi
nistración
Pública informa anualmente sobre sus victorias
fraude, que al= buenos miles de millones, ,no pareciendo que
se
haya producido
un
menor mal
a
'los contribuyentes
honestos, ni
aminorado aprecial,!emrote la progresión de las cargas fisca:les. Por
otro lado, la denuncia legal de la mayor parte de las rentas impide
el libre ejercicio del civismo fiscal. Esta denuncia, legal, tiene mmbién
el grave inconveniente
de
dividir a los conttibuyentes en
dos cate
gorías: aquellos cuyas rentas ·son conocidas por el Fisco, y los otros;
división
que
crea amarguras y enfados nocivos para la paz social.
Desdichadamente,
las denuncias privadas, casi siempre anónimas,
van
experimentando un
desarrollo humillante. A pesar de la discre
ción
de
la Administración, que en
general las
retiene y obtiene ele
mentos no
despreciables pam sns contr0les, se puede pensar en doce
nas de
miles, acaso en más. Es nn fenómeno comprensible, habida
cuenta
de las
inevimbles querellas ,sociales y
de
las veog!l11Za5 que la
pasión igualitaria enmascara. con motivos 1ega.Jes. la comunicación
obligatoria de los documentos impositivos aportará un soporte y un
estímulo
legal a
esta
especie de guerra civil
psicológica, sosteni
da por el moralismo, celoso y envidioso, en ,el que la rentabilidad
electoral
no es, ciertamente, de despreciar.
Las plusvalías.
La cuestión de las plusvalías ha tesuimdo de una =alidad tu
multuosa
y nociva pata la fiscalidad. El PresJdente de la Rep,iblica,
lOOl
Fundaci\363n Speiro
AJJEL RONGIEIUS
CU'.fl' ruilhmte a,rtera se ha desarrollado en la AdmilllÍs
nanzas y que se ha apasionado muchas veces por el _régimen fiscal de
nu:mtro país, había inscrito, en su abanioo de reformas, la nueva
imposición imputada a las plUSVlllías del capital de cualquier natura
leza.
Presentada en primer
término como
una
medida contra la es
peculación, se jusiliicó d""pués por una a,similación, muy discuti
ble,
entre
la noción
de renta y
la noción de plusvalías en capital.
En realidad, se tram de
un
veriareto para descubrir y para d,espués
someter
a gravamen,
más cómodamente, los patrimonios, eludiendo
la expresión "impuesto sobre el capital" que deapimra una =iente
hostilidad
por el hecho del enriqueoimrento de la clase media, com
puesta sobre todo por mandos .intemwdios.
Si se observa que 111 .trulo/Dría de las plusvalías proceden de la ero
sión monetaria, de la que el Estado es el primer responsable y bene
ficiario
principal, esm reforma tiene crerto tufo de cinismo que dis
gusta. Por otro lado, lo que es chocante, es que las minuSJVallas, tan
frecuentes, que rotli.dianamenre padecen los ahon:wlores, se ignoran
completamente, en esta noción.
La mayoría .!>""lamentarla Je era claramenre hostil, pero debió in
clinarse a
consecuencia de
una
presión del pnder, que ~ecordó, en
muchos
aspectos, los hábitos de justicia del antiguo régimen. Sin em
bargo, ante la hostilidad, se· aceptaron por el gobierno enmiendas, que
atenuaron, provisionalmente, la incideo¡:ia de esta nueva medida fis
cal, aunque tan sólo provisionalmente, porque el principio del en
cuadramiento
completo
de los patrimonios, una vez
adquirido, podrá
discretamente
permitir la ulterior
recuperación de
algunas
concesio
nes,
en las leyes futuras de finamas, como es prártica clásica en esta
especie de remas.
En fin, lo que lleva a su colmo la perturbación de los contribu
yentes es
la •evelación ~ecienre de una situación que ya se había
inmido, porque era claramenre verosímil. Un informe P""lamentario,
puesto
de
relieve, indica que la Cllirga de 5.000 empresas públicas,
que representan cerca del 12 % de la producción nacional, apenas
pagan el 5 % del impuesto global sobre las sociedades, lo que dice
mucho cuál es
el gmdo de eficacia de la gestión del sector naciona
lizado. Pero, el hecho todavía más grave, es que Bonnefous, Presi-
1006
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA PISCAL
dente de la O>misión de Finanzas del Senado, hiw esta inquietante
declaración:
"Existen, en F:tancia, dos justicias fiscales: una rigurosa, prua
el sectOr privado, otta, relajada, pa,ra el sector público, que sin cesar
alllnl.enta."
Los impuestos sobre la renta.
Son, desde principios de siglo, los hijos preiileaos de los que
sostienen el principio de la justicia. igwtlitru:lia del socialismo y de
los adepros de
la
"revolución por el impuesto".
El exa,nen de las fisca]ridades · europeas conduce a una . primera
constatación:
la proporción del impuesto sobre la renta en los in
gresos del Estado es minoritaria. Incluoo en Suecia, donde el socia·
lismo ocupa el lugar más avatl2iado (aparte los pal.es del Este), los
impuesos
indirectos sobre el consumo, ronsiderados antidemocráticos
e
injustos, van en
progreso y ocupan un lugar igw,J. al de los im
puestos sobre la renta.
En Francia, la desproporción está muy marcada. En el presupuesto
de
1976, que llega
a 400.000 millones aproximadamente, no alcan
za más del 21,7 % el impuesto sobre la renca. El impuesto sobre
las sociedades, es dedit, sobre los beneficios industriales y comelr·
ciales,
reptesenlll el 10,9 %. Estas propotciones se reducen casi a
la mitad si se establece la comparación ron el total de los ingresos
fiscales y pamfisca:les (seguridad social, colectividades locales e in
flación).
Es preciso establecer aquí una noción muy únportante, que, en
el
lenguaje fiscal, designo. el vocablo de TRANSFERENCIA. Se trata
del fenómeno
según el cual el rontribuyente ¡,ersonalmente gravado
por cl impuesto logra descatgarse d;e él, en todo o en parte, tras
ladándolo a otrO cont!l"ibuyente. Más generalmente, este fenómeno
se
analiza en
una· proyección
del
impuesto por cl titular nomJna1
hacia otra persona, que con la mayor frecuencia es el usuario o el
ronsumidot. Esta maniobra, casi instintiva en la mayot parte de
los
rontribuyentes, tiende
a
transferir los
impuestos
ditectos, basa-
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ABEL RONGIIJRAS
dos ,sobte rentas personificadas o en el valor de algún bien perso
nal, sobre el próximo o el antecedente. Resulta así que impues
ros que, en apariencia, son directos y en los que se desigoa el su
jeto de los mismos, adquieren, parcial o totllilmente, la realidad
de impuestos iodirectos y anónimos sobre el gasto. Así sucede en
el
caso del impuesto sobre
los
beneficios, que
los
comerciantes y
productores tienen en cuenta al cakular sus costes, lo mismo que
si se tratase de una tasa sobre el consumo. La eodstencia de este
fenómeno, aunque difusa, es reai y ampliamenl!e extendida, habiendo
dado lugi;r
su a.iillisis a estudios numerosos.
Habida cuenta de las obsetvaciones an1!etidres, se pu,de ronsidemr
que
los
impuestOS sobte la renta no representan, en Francia, más de
una proporción del orden del 12 %, como máximo, en el conjunto
total de los ingresos de!! Estado. &ta débil f,acción es la que genera
el roncierto de lamentaciolll
rfas
sociales o profesionales. y es sobte esm ,strecha superficie sobre
la
que
reposa la pirámide de proteStaS elevada sobre el "fraude
fiscal"', tema obsesionante y mina inagomble de confüctos.
La evasión fiscal de lo alto a lo bajo de la escala social.
Es cierto que los especialistas en cuestiones' fiscales han podido
enumera,:
por docenas las evlllSiones derivadas del impuesto sobte la
renta, desde la cima a la base del cuerpo social.
Muy limitativamente, se puede citar:
El trabajo denominado "negro", de asalariados modestos cuyas
rentas "blancas" se declaran legalmente. Por poréntesis, estos tra
bajadores tienoo _predilección por este trabajo -,daderamenl!e li·
bre, tomando en sus momentos de ocio y en el cual se ven completa
mente al margen de todas las limitaciones reglamentarias. F.s evidente
que los
esfuerzos sindicales y sociales, orientados a amrtar la dura
ción
y dulcificar Jas condiciones de trabajo, dan pábulo a este traba
jo
oculto
y si,pkmentario.
Los saJarios recibidos en fotma de propinas y de presmciones en
especies,
1008
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA PISCAL
El fraude fiscal es más difícil de rontrolar entre los trabajadores
independientes
(y sobre todo los más modestos) y las profesiones
libendes.
En es,e punro, la ley fiscal tiene en cuenta el porencial in
controloJble
de
evasión y
no concede a estas profesiones la deduc
ción del 20 %, que se o
radas no son sospechosas, ni tampoco el 10 % por gastos (inexis
tentes).
Los regímenes de trabajo a destajo patece que expresan la ru:l.
misión por
la Administración fiscal de una evasión fiscal incoer
cible, que se contenta con limitar.
El régimen
fiscal es muy favorable en la agricultura.
Adviértase la manipulación de los inventarios, la ~!ación arti
ficial
de
los gastos y de las deuqas, la imerpretación astuta de las
amortizaciones y de la autoflnanciación, los gasros personales trans
formados en gasros generales, el comercio con "raports" deficitarios ...
Ha de
añadirse, a todo esto, 'la desmesurada complejidru:l. del có
digo fiscal, que contiene 3.400 artículos, sin dejar de tener en cuenta
las orecientes nomnas complanentarías que se dicta.n. También es
necesaitio no olvida. la jurisptudenciia interpretativa, que provoca
un número exagerru:l.o de contenciosos y de pleitos, así como los re
gímenes ¡,articulares, que .transfunman al impuesto generall sobre la
renta en impuesto por categorías, quedando todo ello coronado por la
inca¡,acida,I indudable del control fiscal, que no logra pasar ,por la
criba todas las operaciones económicas.
Bs, sin duda, motivo de sorpresa para el público saber, por una
de esas denuncias vergonmsas de orden privado de las que se vale
nuestra información, que un primer ministro no había pagado los im
puestos sobre los ingresos que cobraba, con toda regularidad, de
fuentes
füdes. Se t?tataba, naturalmente, del símbolo de las contra
dicciones de la
leg,alidad filscal.
¿Una esperanza de regularización?
El mismo Maurice Laure, fundru:l.or de la reoría de la polivalencia,
cuya acción, en 1956
provocó la revolución "Poujru:l.ista" y la intru-
•• 1009
_)
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGlFJRAS
sión súbim de 60 diputados en el parla.mento, ha hecho reflexiones
insos,pechadas.
"Es preciso ,eronocer, sin emoorgo, que sería quimérico pre
tender
llega, alguna vez a
un conocimiento
ham:ante exacto de las
rentas ,personales físicas. H
de
los
países de
que se
ttata, llttltO ,por lo que se refiere a la defi
nición de la noción de ingresos, camo por lo que se refiere a los me
dios
de
conocer las rentas, exiStliendo grandes obsráJCulos ,para la
puesta en ¡;ráctica de las condiciooes de enruesra_"
Este
emioonte fisoalista (es de todos conocido el papel que de
sempeñó en la ,creoción de la TV A) se ha dedicado a un estudio com
parativo del impuesto sobre la renta en
los
Estados Unidos
y en
Francia, estudio del que
se
deduce:
"La com,paración sistemática de lao d,,clarnoiones fisca.les y de
los resultados
de las verificaciones de oon1rlbuyentes, en1re Fran
cia
y Estados Unidos, demues1'ra que, categoría ,por caregoría pro
fesional,
rnngw,o·de los dos países tiene nada que envidiar ad. otro, en
el
plano del fraude fisoal."
En el rurso de la reciente aun,paña ,presidencial, en los Estados
Unidos, el hoy Presidente Carter manifestó lo siguiente:
"Cuando
el
ejecutivo superior puede deducit de su cuenta de
ga:sros un muerm de negocios de 50 dólares y un conductor de ca
miones no puecle deducir su sa:nd.widh de 1,50 dólares; cuando las com
pañías
de pe1lrÓleo pagan meno,; _del 5 % de sus beneficios, mientras
sus propios empleados so¡:,o,,tan impU'eStos que significan el triple de
este
porcentaje; cuando
un .númeiro considíer~ble de personas y socie
&des no pagan impuestos sobre rentas de más de 100.000 dólares ... ,
enronces la reforma fiscad. se impone."
Proposiciones eloctD
de orlcret ritual, que el viento se lleva
consigo, pero que
ponen de relieve que la evasión
fiscal sigue
existiendo, después de
medio siglo de
esfuerzo y de reformas, en el
país
de las computadoras. Y esta situación es ·tanto más turoodora
cuando 1os Estados Unidos
son el
país en
que el
impuesto sobre la
,enta es mayoritario
en el presupuesto
y ,en el que el impuesto sobre
el
capital e.stá, prácticamente, en uso de,de hace mucho tiempo. Esta
plaga generalizada del fraude fiscal, en la mayor democracia del
1010
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
mundo, queda confirmada por la ineficaz pesadez y gravedad de las
sanciones por las infroo:iones fisatles y por los tantos de progresi
vidad del impuesto que
van, inútilmente, hasta el 80% e incluso
el
90 %.
Una situación l!11álloga puede advertirse en Gran Bretaña.
Así sucede entre ios contribuyentes cíviros anglosajones.
¿Qué esperamas podríamos entonces tener, en cuanto al a:rreglo
de la situacción fiscal, los latinos?
Por otro
lado, en
Francia, país donde el impuesto sobre la renta
existe desde
hace más de 50 años, ¿qué han hocbo, a esre respecto,
los partidos de i2qui..-d..s, que ocuparon el poder en 1924, en 1936,
en 1946 ...
? Casi nada ... salvo drar piedras po,ra mayor confnsión.
La AdministltlOCión Fiscal demuestra, por sí misma., la existen
cfa generalizada
de la evasión füscal, ya que la mayor parte de los
controles realizados
se
saldan medfante actas de rectiíicación. A tal
punto, que ha sido frecuente un consejo: «Es preciso deja,r un hue
so que se pueda roer por el inspector, en el momento de la ve
rificaoi6n».
A esta calamidad del fraude fiscal ha de afiaclirse el coste, muy
elewdo, de
los medios de ejecución y de control
desplegados por la
Administtración. Este pasivo nacional resulta aumentado por la ener
gía
desperdiciada por las constricciones crocientes sobre los que vive
y el 'reeurso a numerosos agentes y ronsejeroo que se afanan por Ju
citar contra las exigencias fiscales... Y el gigantesc0 papeleo que se
deriva
de 6'ite enftentamiento.
Se comprueba, cotidianamente, que
todo proyecto
de una ope
ración económica importante plantm una previa cuestión· fiscal que
condiciona la ejecución o el abandono.
El
inventario
esqUJemático que acabamos ele nramr sobre la si
tuación del impuesto sobre la renta, ¿tt0 permite ronduir que estamos
ante un monumento
de
inooherencias y de •bsurdos? En efucto, los
motivos idrológioos
que figuran en la base de este impuesto han
conducido, al. ser puestos en . práctica, a desigualdades e injusticias
mayores que aquellas
que
sus
autores intentoban arreglar.
¿Qué pasa con el impuesto sobre el capital? Esta imposición
constituyó el objeto, recientemente, de unoo proyectos fantásticos,
1011
Fundaci\363n Speiro
ABEL R.ONGIBRAS
eiopuesros a veces por personajes de la 1Il3o/otÍa actrual. Tiende a ron
vettirse
en
un
banderín elecwral.
Existe, bajo diversas denomlnaciones, en la mayor parte de los
palses. Un
estudio reciente de
la OCDE muestra que figu.ra en los
presupuestos en una proporción. todavía menor que los impuestos so
bre la renta: 2% en la Suecia socialista; 17% en Ioglat:erm, país en el
que la mayor ¡,arce de las grandes fotl11ll1S emigraron, desde bare tiem
po, a las Bahamas, a Bermudas, Suiza, etc.; el 80 % en Francia, com
prendido
el impuesto territorial, los derechos de sucesión, las plus
valías inmobiliarias y los derechos de registto y de transmisiones.
Los mismos parcidos del programa común no ignoran que un
impuesto sobre
los patrimonios familiares habría de ser, pot preocu
paciones electOritles, elevado, porque el "muro de la oiqueza" no está
constituido solamente por 200 familias o algunos millac,es de ellas,
romo nos asegu,ran todos los frentes populates, sino por millones:
comecciao
dotes de capi1'3:les, con mcuencia inmobiliarios, se enruenmcan tan li
gados a
su
patrimonio romo lo están los butgueses de todos los
tiempos.
La eocuesta sondeo del "Nouvel Economiste" revela que esta
nueva dlase media posee el 55 % de los valores de
42
% de las aociooes cotizadas en Bolsa. Pero hay un hedio que
COO'V'iene destacar: el 57 % de las personas intetrogadas se docla
raron ron11rarias
al impuesto sobre las sucesiones "en todos los caoos'".
No solamente la imposición de un gravamen sobte el capital no
podtía dejar de ser elevado, sino que, si se pasa a los gmndes posee
dores de capitales, podtíamos romprobar que el volumen de dicha
imposición setía bastante ,educida. En efecto, se valora pot Jo menos
en 500.000 millones los activos en el eiocranjero que provienen tanto
de los tiros romo de las gentes de fortuna media. Se escunan en
100.000 millones el oro "gua,:dado en un calretín". ¿Cuál es el im
porte de los capitales que 'se disimukin en coilea:iones de cuadros, de
sellos, de muebles antiguos, de objetos de rokccióo, de plata, de dia
mantes y de alhajas? Sin rontlllr la prootica, que cada vez se extiende
en mayar grado, bajo las
presiones
fisca[es acumuladas, de conservar
billetes
de Banro. Incluso •in que llegue al poder un "frente común",
1012
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA FISCAL
una amenaza próxima y precisa de un impuesto sobre la fortuna au
mentaría
el éxodo y la ocultación. Sería, por tanto, una injusticia
más, frente a los inocentes corderos que quedan inmóviles.
¿Qué es l.o que entonces quedairía para los dientes del Fisco?
fuincipalmente los capitales en forma de instrumentos de produc
ción
y los bienes de carácter inmobiliario o agrírola. En definitiva,
la contribución de los deudores sería aplicada sobre las rentas y el
impuesto sobre el capital
se reducú:ía a
un
,impuesto de
añadidura
sobre las rentas. Entonces se
precisaría que
hiciera frente a
]a mayor
parte de las dificnltades y de las evasiones que anteriormente hemos
descrito. El impuesto
sobre las plusvalías tropez.aría ron l.os mismos
obstácnlos y, sobre todo, el importe de los ingresos sería mu:y incierto.
En fin, es preciso recordar la conclusión de F~is Perroux: "Un
sistema financiero que tiene romo base la persecución del capital,
está atacado de locura".
¿Productividad, estabilidad del rendimiento, plasticidad?
La experiencia enseña que un sistema fiscal moderno debe, ade
más de sus cuailidades básicas, ser tan indoloro romo sea posible y
responder a tres rondiciones: productividad; estabilidad de rendimiento
y plasticidad.
La productividad se impone cada vez más ante los gastos de nues
tro Estado socializante, que son enormes y crecientes. Las estadís
ticas demuestran que, principalmente en los países medirercineos, el
impuesto sobre la renta DO es productivo. Una evasión inevitable
reduce consideral,!emente
su
rendimiento. Los intentos de
represión
provocan v,ivas reacciones por parte de los sujeros a este impuesto e
incitan, a
los
partidos en el poder y a la .Administración, a desarro
llar cada vez más una inquisición que, para ser eficiente, DO sola
mente debe ser muy onerosa, sino que podría llegar, incluso, a ser
inquisitorial y vejatoria. En el límite, este rontrol tiende a un estado
de
rosas policial de la misma naturaleza que el control de los Estados
totalitarios.
Este es el caso
actuail de la atmósfera fiscal, en Suecia: los elegi-
1013
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGillRAS
dos de este paniso del ""liaHsrno humano viven en un clima per
manente de miedo y de delación. Un semanario publicó cartas de
sus
1ectotas, de este tenor: "Casada desde hace diez años, ore/a que
mi marido era honesto, pero me he dado cuenta de que falsifica sus
decla.raciones fiscalles. ¿ Debo denunciru:lo a la policía? En cierros
peri6dicos, los elegidos de la oposición y la mayoría se haGen enm,
sí
una
guem-a de denuncias de sus declaraciones de impuestos juz
gadas insuficien,res_ Es fácil ver en qué clliección nos empuja la pu
blicidad de las imposiciones pa,:,onales. Ingmar Bergman, por otra
parte excelente ciudadano
en
el
Teatro
Nacional, del que fu.e di
cuadrilla
de policías mvestigó, a fondo, su ptopia casa privada. Se
t!tata, según se oree, del cáncer de '1a inquisición burocrática, que hoy
corroe a Sueoia.
En Flnmcia, estamos al borde de una situación ooá.loga.
Los Gobiernos anglosajones, tradicionalmente favorables al im
puesro sobre la renta, evolucionan cada vez más hacia la füscalidad
irulirecta, a causa de su maiyot rendimiento.
En
fin, el Tesoro, desde hace años, está en deaequilibrio, como
ponen
de
relieve hls recaudaciones anuales (40.000 millones en 1975)
y esto, a pesar de la aportación silenciosa pero masiva de la inflación,
es evidente que la productivid,ul creciente de los ,impuestos debiera
reposar sobre
un
fondo estable de rendimiento. Pero, los impuestos
sobre
la
,:enta son ~ sens;bles a la roynotw:a erooómica que los
impuestos :indireoros, que recaen sobre los gastos.
En fin, si se admite, opinión muy odticable, que en el caso pre
sente el Estado debe intervenir constantemente sobre las coyunruras
económicas, por
lo menos ron la periodicidad de un año, el impues
to sobre
la ~enra se ronviecre en un instrumento meoos flexible que
las contribuciones indirectas, cuyo ingreso es reguiM. Pero entonces
es
preciso aumentar 16& regisaros en rurso (romo sucede ron el plan
Barré), lo que provoca una agitación creciente en las categorías so
ciales.
1014
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
¿Qué tipo de reforma fiscal?
Las observaciones que preoeclen plantean la acuciante cuesnon
de la refonma fiscal. Se trata de una especie de "serpiente de mar",
de la que rodos Ibablan pero en ninguna ,parte se encuentra.
El obstárulo, casi insupernble, que habría de removerse para em
prender reforma semejante, reside en el grave riesgo que rorrería el
Estado, cuyos ingresos poclrfan quedar romprometidos a con=uencia
de
un
radical cambio de bábiros.
La transformación de las antiguas patentes, universalmente criti
cadas, en un "impuesto profesional" consti11uye un ejemplo de un
secror reducido ddl presupuesto.
Preparado durante cinco años, el Ministro de finanzas oobía pre
sentado esta refomm. oon los acostumbrados acordes de ttompeta: "Más
justo, más moderno, más simple". Pero he alhf que ante los clamores
justificados
de los sometidos a didha imposición y de sus portavoces,
el Gobierno decidió pmerla en reparación. Todavía no se ha con
cluido ést11. ,Un viejo mpato pasado de moda resulta con freruencia
más
cómodo
que un zapato nuevo que aprieta.
Una refundición fiscal globa1 supondría, asimismo, un amplio
proyecto
que
las enmiendas parlamentarias no hubieran corregido,
y también un Gobierno bastanre fmttte y estable para poner en mar
cha
su realización, a lo largo de vwios año& Estas condiciones pare
cen
imposibles de cumplir en la situación acrual de nuestros pro
blemas políticos. El sentido de una modifiaoción de nuestro si.rema
fiscal sería, evidentemente, la a1>enuaci6n progresiva de ios impuestos
sobre la renta, por transferencia a la fiscalidad indirecta reorganizada:
Impuestos sobre el gasto, impuesto del valor a.fiadido, etc. Convendría,
ante
todo, acentuar
las diferencias de tipos, para favoracer a los
hogares modestos,
aplirnndo los más bajos a los elementos eoon6-
miros
de
primera
necesidad. Se podría también recurrir al impuesto
negativo,
en el
aspecto de subvención fiscal a favor de las familias
numerosas.
Hay, ,prácticamente, dos medios principales de alamzar la capa
cidad
a:>nt,,ibutiva del público, que
son:
1015
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGIBRAS
Con ocasión de la adquisición de la renta y, eventwtlmente, del
capital.
En eil momento de utiliza,r estos recursos el ron11ribuyente, es
decir,
cuando éstos salen de
su
pauimonio para ser gastados.
Aparte
las numerosas tllJ:aS del impuesto sobre la renta, paxece
más decente y más equimtivo someter a gi:avamen lo
que el ciuda
dano retira
del fondo
común social pot su libre gasto, que lanzarse
ávidamente sobre lo que aporta ron su aa:iv,idad.
No se. trata de presentar la fiscalidad indirecta romo un mo
delo de justicia, ya que tliene sus defecros y puede, principalmente,
acelerar una inflación
ya desencadenada. Pero paxece evidente
que
la impooición indirecta se presta mu
todo, se siente menos por el público y, en consecuencia, no es
una ,permanente manzana de la discordia, romo su.cede con k>s imM
puestos directos sobre la renta.
lo que dabería domimu: esta evolución dd,ería ser la súnpli
ficación sistemátlica
y paciente de la reglamentación_ Dirección difícil
de seguir, en un. régimen paxlamentario en que fa actividad legisla
tiva se encuentra sujeta a reclamaciones y a incesanoos presiones de
los electores ronttibuyentes, itidividuales o "categoriales"".
A esre respecto, el Sr. Chaba:n-Delmas, Presidente de la Asamblea.,
declataba, sin rodeos:
"V amos a abordar una discusión ptesupueswia que será difícil.
400 6 450 diputados se reunirán en sesióo, entre los cuales, pot lo
menos,
habrá de 30 a SO especialistas. Pido, por ronsigu,iente, insis
tentemenre
a
ios 200
ó 300 colegas restantes que guarden el mayor
silencio". Nos
encontramos en un régimen fucal .imptaccio,b!e pot lo
que
se refiere a los impuesros sobre la renta y que paxa!iza el ejer
cicio de un civismo ip_dispenSaJble paxa la vida de la Sociedad. En un
sistema Moqueado por las idrologías y, sobre todo, por el equilibrio
inestable de las fuerzas políticas en ptesenoia.
¿El peso de la fiscalidad global resulta justificado por la ne•
cesidad bien fundada del oonjnnto de los gast
Se ha dicho todo sobre el estatismo asfixiante y el despotismo des
pilfru:rador,
cuya
reglamentación es como una masa de plomo que
gra-
1016
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA PISCAL
vita sobre toda actividad privada. Todo se b1 dicho y es cada vez más
tarde
para ,emediarlo, port¡_ue las grandes administraciones, los mo
nopolios y las actividades nacionales se han constituido, poco a poco,
en estados dentro dcl E.stado, mai que, una vez iniciado, presenta una
suma enorme de "rentas de situación". Su atenuación es -una espe
ranza
a largo término, a menos que se produzcan catástrofes que sería
razonable tratar de que no se produjeran. La actividad de la adminis
tración sólo raramente aparece en lo que, con eufemismo1 suele de
nominarse la información_ Sin embargo, nos_ encontramos en crisis
económica,
desde el alza salvaje de los precios del petróleo en 1973.
Se ha puesro de manifiesto un empeoramiento del desempleo, en el
sector
privado,
y
hay algunas reservas evidentes que sería preciso
haoer sobre las estadísticas, que constituyen un compromiso de po
lémica de partidos, pudiendo admitirse, en forma aproximada, que
el número de nnevos desempleados se aproxima al millón. ¿Qué es
lo que, paralelamente, aoontece en el sector público?
De 1964 a 1974, el efectivo de la función pública aumentó en
un 48%, y el sector privado en el 7% (1). Este aumento es del orden
del
20%, desde 1973,
es decir, de 350.000 unidades. fu preciso afia
dir 250.000 auxiliares que deben rerultar tirulariwlas, desde ahora
hasta 1978.
El record de aumentos de efectivos ha sido batido por la educa
ción nacional, que ha experimentado casi una cuadruplkación, desde
195 2,
mientras qu,e, en ,el mismo
reducida desde 700.000 a 440.000. Conviene poner de
re1ieve que
las empresas francesas emplean cen:a de 500.000 personas en la
ejecnción de trnbajos exigidos por el Estado.
¿Por qué método seda posible hacer patente este desequilibrio y
orientarse, aun cuando fuera lentam1e11re, hacia un estado
de
rosas
más normal? Parece posible adelantar que la denominada clase di
rigente administrativa no es impermeable a cualquier toma de oon
cienda.
Era, hace apenas un cuarto de siglo, un elemento sano en
la nación, un instrumento
eficaz lleno de conciencia, en la que el
(1) Quedan fuera de estos cálculos la Administración local y la Segu
ridad Social.
1017
Fundaci\363n Speiro
ABBL RONGillRAS
sentido del deber y del servicio del Estado era general, o, en una
palabra, la Administnlción estaba a. la dispooición del pól,lico, mien
tras que, ahora, la situación está en uaoce de invertirse.
Todos
aquellos que se
han familia.,,izado con los números y el or
den
de
magnitudes, se han· visto extrañados por las grua¡as dife
rencias, que sal.tm a la viBta, en el ,presupuestO de educación nacional
(22% en 1976) o de la Sanidad (14%) frente a aocividades comple
mentarias privadas
de la misma natu.rale2a.
Es de desear que grupos expertos del lll&tado y del secror privado
pongan
a punto una oomparación de las dos se,,ies de actividades que
tienen
el
mismo objeto. No se puede argumentar aquí que la com
P""ación
no sea posible, a causa de las diferencias entte los
dos sec
tores. lDs piráaicos re.melven, corrientemente, este género de difi
cultades aoafuando las diferencias
y evaluándolas. Se rupercibici, pro
brublemente,
desde el primer momeoto, que las actividades estati
ficadas
no disponen de una aut>ént:ica contabilidad que registre todas
las realidades económicas de sus cometidos y que esros grandes or
grunismos del Estado se contentan, en fot11m aproximarla, con gastar los
créditos que le han sido otorgados, sin ipreocu¡p cios
de
valor y de rendimiento de su gestión.
Un oontrol precario.
¿No es conturbador que la Aclminismooión no dispong¡,. de 01lta
cosa que de un áUtocomrol, por otra porte tardío, de la regularidad
financiem de las operaciones de sus agentes?
Esta misma admioistr-\ción, que se dedica de la mañana a la noche
a valorar, verificar, contt0lar y canaH7.ar las actividades privadas, no
se hace a sí misma objeto de COIWOI, aparte de un control precario y
de oo carácter puramente formal
¿Por qué el público que es la fuen•e democrat.ica del poder, se
enruentra así privado de
instrumentos y actividades de ese poder, mientras que él mismo
se sieote en
una
especie de libelrtad vigilada?
¿Por
qué
la a
frecuentemente sancionados con
severidad,
mientras que, cualesquiera
1018
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
que sean los rewltados reales de sus actividades, ¿cuáles son las san
ciones que
sería oportuno aplicar a las gestiones del Estado? Los
fallos, las injusticias, las desigualdades y las evasiones fiscales tie
nen
Jugar en este
aspecto, como en todas las actividades en que los
hombres están presentes.
Esta irresponsabilidad práctica
es un enor
me privilegio. Se
ha convertido en un lugall' común comproba,r que la multipli
cidad de
las intervenciones del Poder en las cuestiones privadas pro
voca una degeneraci6n de la responsabilidad del ciudadano. Tomadas
cada vez en mayor medida todas las actividades a su cargo por la
rolectividad,
se
pierde el sentido
elemental del esfuerzo y la socie
dad se transforma, así, en un mito constantemente deudor hacia sí
mismo. El pillaje se
hace recíproco, entre el Estado y el público, la
fiscalid«d
se convierte cada vez en más intolerable.
Por otro lado; la gr
de
los
iru:lividuos es
fuente de un enorme
despilfarro {2). Lo qne es
gratuito
para los partiarlares es ruinoso para la colectividad. A. Sauvy
lo
ha demostrado, de forma irrecusable. Cuando el usuario paga un
servicio,
percibe concretamente el valor que le atribuye, con lo cual
se
asegura una producción
bien orientada, a
un
precio de
costo nor
mal, en el que el
despilfarro queda reducido al mínimo. Esta evi
dencia no
exisre en la seguridad social del Estado. Omstituye una
rontradkción empujarnos
al
pluralismo y mantO!l'etllOS, en Jo esenciil,
en una centralización estéril y despilfarradora.
Un privilegio de redistribución.
En un mismo orden de ;deos, es preciso tarnbién roohazar una
ptáctica malsana, que cada vez
va
generalizándose en mayor medida:
se
ttata de la funci6n de redistribución que se atribuye al Estado so
bre las riquezas producidas por la nación.
En
!primer lugar, esta redisttcibución está gravada por gastos ge
nerales importantes, que un repa,:,to libre en el
seno de
la sociedad
no soportaría, por Jo que el evitarlos serla una ventaja ·¡,a,:a los be
neficiarios.
(2) Enseñanza, Universidades y Seguridad Socia:!.
1019
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGil!MS
Sobre todo, no se ve por qU'é la auroocegulaci6n espontánea, na
tu!ral.mente realizada por el cuei,po social, haya de ser infeirior, en ca
lidad,
a la regulación global y artificial del Estado. Sin negar a éste
todos
sus podetse
de
in~etvención genetal
o
rectificativa, no
se
com
p,ende
la supetioridad que puede tener el Estado o la Administra
ción, en este aspecto, ni en nombre de qué suplemento ·de sensibi
lidad o de alttuísmo
pretende el Estado sustituir las compensacio
nes que se establecen narura:lmente en
una sociedad libre
y normal.
j Qué masa enorme de fraternidad, de simpatía, de cordialidad y de
jusdcia Teal se a.nranca, así, de la vida social! La. r,edistribución es
una caricarura de todos estos sentimienros y se limita a puro papeleo.
Es bastante claro que este
trust progresivo de la caridad por el Esta
do
se impulsa, principalmente, por las pretensiones elecrorales de los
partidos.. ·
Este privilegio
de
redistribución que
se reserva el Estado reposa
en la idea de la folfluéncia benefacrora de la ley.
Pero la ley, que debe asegurar una práctica general de justicia y
garantiza.r las libertades económicas y sociales, es impotente para
producir, con su disciplina foi,rnal, roda la riquem espontánea de los
sentimientos que constituyen el fondo más preciso de la vida social.
La legislación abstraeta del Estado participa íntimamente de la
Jirialdad glacial del "mosttuo frío", que fostlg6 Nietzsche en su diag
nóstico profético
del
Estado moderno. La paradoja del socialismo
centtalizador consiste en que, fundado sobre la bondad radial del
hombre,
no le otorga
confia112a alguna p,,ra su
realización
práctica
en
el juego de la vida ordinaria. El Estado socia:lizante trata a los
miembros de la sociedad como a unos menores de edad, a los que es
preciso tutelar.
La redist!rlbución ciega, alimentada por una Bscalidad devoradora,
desnaruraliu y arruina a la sociedad real El mostruoso apararo es
tata,l que nos aplasta se parece mucho al animal mítico de la tracli
ción antigua. que se autodevora sln dame cnenta. Bl vacío perpetuo
del
Tesoro
podría conducir al final del sistema.
Es innegable que la crisis económica que atravesamos, conju
gada con wia inflación incomprensible, ,~iene sobre todo de los
1020
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
gastos abusivos, y sin cesar crecientes, de la colectividad. E,,ros gastos
deben a:lcaru:ar, hoy, al 60% de la renta nacional
En
efecto, 1a oonstante e:xtensi6n de las atribuciones estatales que
resultan
de
la proliferación legislativa, en todos los dominios, nos
conduce a un punto de saruración t.al que el sector en principio
independiente ya no bastará para satisfacer la inextinguible sed de
este
Estado vampiro.
La inflación a que nos vemos entregadoo como presa, es una
quiebra
ootidiana de las fiiruunas públicas, que ~efleja la anarquía del
actual Estado, del que resulta una inflación de derechos otorgados,
por
todas partes, sin discemimiento.
Nuestra fiscalidad ya no es capa>: de seguir el proceso de proli
feraci6n de
un Estado,
políricamente sin a:msistencia, y
de una Ad
ministración abaooonada a sí misma.
La única esperanza de que las cosas se enderecen reside en la
reconstitución de un &tado inspirndo rpor la voluntad del. bien co
mún, del que nuestro amigo Arnaud
de Lasus puso las bases concre
tas
en el editorial de
Permanences de agosto-septiembre de 1976.
APENDICE
TEXTOS PONTIFICIOS SOBRE MATERIA FISCAL
Respeto a1 derecho a poseer bienes en privado y deber de ar
moruzar la
propiedad privada
con las
necesidades del bien
común.
Es necesario que el derecho natural de poseer en privalo y de
transmitir lo.s bienes por herencia permanezca .riempre intacto e in
violable, no pudiendo quitarlo el Estado, porque el hombre es an
terior al Estado, y también la familia es lógica y realmente anterior
a la Sociedad civil. Por ello, el sapientísimo Pontífice [León XIII]
declaró ilícito que el
Estado
gravara la
propiedad
privada con
exceso
de tributos e impuestos. Pues el derecho de
poseer
bienes
en privado
no
ha sido dado por la ley, sino
por la naturaleza, y, por tanto, la
autoridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar su uso
y compaginarlo con el bien común. Ahora bien, cuando el Estado
armoniza la p,opiedad privada con las necesidades del bien común,
no per¡11dica a los poseedores particulares, sino que, por el contrario,
1021
Fundaci\363n Speiro
ABEL R.ONG!l?RAS
les presta un eficaz apoyo, en cuanto que de ese modo impide vi
gorosamente
que la
posesión
privada de los
bienes,
que el providen
tísimo
Autor
de la
naturaleza dispuso
para sustento de la
vida hu
mana, provoque daños intolerables y se precipite en la ruina: no
destruye la propiedad privada, sino que la defiende; no debilita el
dominio
particular, sino que lo
robustece ( l).
No se debe extender excesivamente la autoridad fuumciera
del Estado.
Las necesidades financieras de cada una de las naciones, grandes
o
pequeñas, han orecido de manera formidable. El defecto no proviene
solamenle
de
tas complicacione.s o
de
las tensiones internacional-es,-se
debe también, y quizá todavía más, a la extensión desmesurada de
la actividad del Estado, actividad que, dictada con demasiada frecuen
cia
por
ideologías
falsas o malsanas, hate de la política financiera,
y muy particularmente de la polltica fiscal, un instrumento al servicio
de
preocupaciones de
un orden
completamente diferente {2}.
No existe
duda alguna sobre
el deber de cada
ciudadano de so
portar una parte de
los gastos
públicos. Pero
el Estado, en tanto
que
es
el encargado de proteger
y de
promover el bien
común de
los ciu
dadanos, tiene
la obligación de no repartir entre
aquéllos otras cargas
que
las necesarias: proporcionadas a sr;s recurJOs. El impuesto no
puede jamás convertirse
para los poderes
públicos en
cómodo medio
de
enjugar el
déficit provocado por
una administración
imprudente,
de favorecer una industria o una rama del comercio a expensas de
otra {guahrtente útil. Al ErMdo se le prohíbe todo despilfi>rro de los
dineros
públicos; está
obligado
a prevenir los abusos y las injusticias
de
parte de
sus funcionarios, así como la evasión de aquellos que son
legítimamente
gravados. Los Estados modernos
tienden hoy a mul
up./,ictW sus intervenciones 'Y a areguirar un número creciente de ser
vicios,· e¡ercen un control más estrecho sobre la economía¡ intervie
nen ventajosamente en la protección social de muchas categor/as de
traba¡adore.s; .stt.s necesidade.s de dinero crecen en la medida en que
aumentan .su.s administracione.s. Frecuentemente, las imposicione.s muy
duras oprimen la iniciativa privada, frenan el desarrollo de la indus
tria y del comercio, descorazonan las buenas voluntades (3).
(1) Pío XI, encíclica Quadragesimo afino, 1932.
(2) Pío XII, alocución a los participantes en el Congreso del Instituto
Internacional de
Finanzas públicas, 2 de octubre de 1948.
( 3) Pío XII, discurso al X Congreso de la Asociación Fisatl Interna
cional, 2 de octubre de 1956.
1022
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA PISCAL
Deben elaborarse principios fundamentales válidos.
¿Quién se ádmirará, después de eslo, del peligro en '[Ue se en
cuentran
la
ciencia
y el arte de las finanzas públicas de descender,
carentes de principios fundamentales claros,
simples, sólidos,
al papel
de
una técnica
y de
una manipulación puramente formales?
Es, por
desgracia, lo
'l'" se constata boy día en muchos dominios de la vida
pública:
un tingládo hábil
y
attd4Z de sistemas y
procedimientos,
pero
sin resorte interior, sin vida, .sin alma ( 4).
La tercera materia abordada este año, la garantía jurídica de los
contribuyente.r en
relación con el fisco, tiende a consolidar
lo.r siJte
mas
de salvaguardia, indispensables no solamente a los
contribuyen
teI, sino al Estado mismo, que co"e el peligro, si descuida estas ga
rantías, de desmoralb.tr a lo, sfljetos y de empujarles a la huida del
impuesto y al fraude (5).
Se puede decir, en breves palabras, '{Ue las dimensiones consi
derables de los
Estádos actuales exigen una cuidádosa puesta a punto
de
la legislación fiscal,
graváda aún en más de un extremo
por
un
discutible empirismo. Además, es capital '{Ue los principios morales
justificativos del impuesto
aparezcan claramente
tanto
a los
gober
nantes como
a los ádministrádos y 'l'" sean efectivamente aplicádos.
Igualmente es necesario
que se prosiga con criterios siempre más
sensibles
y
ádecuádos la adaptación del impuesto a las posibilidádes
reales
de
cada uno. La legislación fiscal no se la considerará ya, en
tonces, como
una carga siempre excesiva y más o menos arbitraria,
sino qtie
representará,
en
un Estado me¡or organizado y más apto
para proc,,,-ar e/, funcionamiento armonioso de las d;ferentes activi
dades
de la sociedad, un aspecto humilde acaso J mwy material, pero
indispemable de
la
solidaridad cívict0 J de la aportación de cada ""º
al bien de todos. La sabiduría de los gobernantes y la eficacia de
una administraci6n cuidadosa e íntegra debe demostrar, hasta la M
dencia, que el sacrificio impuesto co,rresponde a un servido real y
produce sus frutos ( 6).
Hay que formar la conciencia de los ciudaWl)los y no poner
travas a sus legítimas ambiciones.
E.rte estlld-o de cosa, inflU'je más pernioiosamente todavú, sobre
la mentalidad de l<>s indMduos. El indwiduo va teniemlo cada dí,,
(4) Pío XII, alocución citada en la nota 2.
(5) [bid.
( 6) Pío XII, discurso citado en la nota 3.
102;
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGil!.RAS
menos conooimiento de los asuntos finamier<>s del Estado,· aun en la
política más sana, sospecha siempre alg1'1'1J sendt, tortuosa, misterio
sa,
o """ irae,,c/ón oculta mdintuncionaáa, de ta cual él debe p,u,
dentemente desconfiar y guarde,rse. Ved, pues, cómo e, ahí en defini
tiva donde hay que buscar l,, °"""' profund,, de la decadencia de l,,
conciencia moral del pueblo -del pueblo en todos """ grados- en
materia de bien público, en materia fiscal priucipalmente.
¿Cómo podria la Igle!ia contempl,,r indiferente esta orisis que,
en realidad, es una crisis de conoiencia? He aqul por qué, dirigién
dose
t1 aquellos que tienen algurM parte de respons,.bilidad en el ma
nejo de
las cu.manes de las finanztas públictas, l,, Iglesia les conjura:
En
nombre de /,a conciencia humana, no arruineis la moral desde
,.,.,.;b,.. Absteneos de aquel/tas
medid,,s que, a pe,ar de su valor técni
co, so/i,viante,n y hieren en el pueblo el sentido de lo ¡usto y de lo
injusto,
o que relege>n a segundo térmmo su fuerza vital, su legi
tima ambición de recoger
el fruto de su propio, trab,.¡o, su preocu
pación por la segu,idad ft>miliar, com¼l,eráciones
todas que merecen
oc,q,ar en la mente de un legislador el primer lugar, no el último (7 ).
El objetivo supremo que debe perseguirse.
El .sistema fine>nciero del Estado debe .orienta,,e t1 re,organizar la
situación ,económicr, de me>nert1 que tasegu,e .al pueblo las condicione,
materiales de
vida imlJ,pensables para alcanzar el fin supremo sefía.
lado por el Oeador: el deserwowhn,ento de su vida inlelecttlál, es
pirittlál y religiasa (8).
En cuanto a vosotros, -vuestra a/,ta competencia 01 llama a def~
der l,, po/Uica fin,>nciera contra las manio.lHas de las amlnciasos y de
los demagogos. Consagrados con el más m4gnánhno desinterés, ar
diendo en deseos de buscar no
el favor popular, sino el verdadero
bien del pueblo, recibiet-éis
fil menos el sufr"gio de""" selección que
sabe comprenderrJJ; tenéis en 11t1edro ft111or
el testimonio de vuestra
conciencia, y Dios, no
lo dudéis, Dios, para quien todo está pre
sente, no dejará
sin recompenst< lo que hayáis hecho en servicio de
los hombres, vuestro, hermanos,
y por /,a restau,,,ción del mundo. De
todo coraz6n Nos le peditmos os conceda la lm: y lt, fuerza que nece
sitáh y h11ga fecunda 11uestr,i /.abor P"'" el bien 1 lt, paz de la socie
dad humana (9).
(7) Pío XII, alocución citada en la nota 2.
(8)
Ibid.
(9) Ibíd.
1024
Fundaci\363n Speiro
POR
ABBL RONGIBB.AS.
En la segunda parte de su estudio sobre el Estado en sus rel,,
ciones con
la Patria y la Nación, #ltulado ,
France: «No tenemos Estado, s6lo tenemos administracione,». Y
añadía: sin duda, hoy aprobarla al Sr .. Rongiera.r, que escribió: cLa
Administracwt'A ha ,ibsorbid" al Estado>. La reconocida competencia,
Jr,s conocimientos,
la experienc.,, y la práctica del Sr. Rongieras se
pone de relieve en las reflexiones que acaba de exponemos sobre
un problema particularmente delicado que ilustra este estado de
cosas: la Ffrcalidad.
«Muchas gentes, en efectr,, "c"'o
demasiadas gentes, guiatlt,s pr,r
el interés, pr,r
el espiritu de partido o incluso prir considert
economistas o poU#cos improvisados, las· cuestiones financieras y
fiscales con tanto más fuego y ardor, con lt
incluso que no sospechan la necesidad de unos estudios detenidos
para tratar de resolverlos, ni la de encuestM y observ,,c/ones múl
tiples
de experiencias comparados».
Las páginas que siguen constituyen una tercera aporúld6n a los
estudio, consagrado,
al Estado, que es, sin dudt,, titiJ fl"r" cualquier
traba;o en equipo:
• • •
(*) Publicado en Permanences, enero de 1977.
996
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA FISCAL
"'Vfoieron t.ambién los publica.nos pa
ra ser bautizados y le dijeron: «Maestro,
¿qué tenemos que hacer?>>. Les respon
dió: «No exijáis a nadie m~ de lo que
está prescrito» (San Lucas, cap. 3.2, 12-
13).
Sin duda, el lector se acordará de la conclusión del estudio de
Louis Daujarques
sobre
el Estado y el gobierno(*): "El Estado tien
de a sustituir, cada vez más, a la Nación y fa Administración a su
plantar al Estado", que desborda ampliamente su función propia,
para absorber actividades por naturaleza propias del cuerpo social,
de forma que el poder va perdiendo,
como contrapartida, su fuerza
política
y haciéndose vulnerable a la invasión de la Administración,
convertida
en proliferante por
el hecho mismo de la hipertrofia del
Estado. Se trata de un círculo vicioso manifiesto, del que da cuen
ta perfecta esta apreciación de un economista de principios del siglo
último
(Frederic Bastia<) :
"El Estado es la gran -ficción a través de la cual todo el mundo
se
esfuerza en
vivir a
expensas de rodo el mundo".
Nuestra fiscalidad es
reflejo de esta
hipertrofia y de esta confu
sión.
En efecto, un sistema fiscal expresa el equilibrio o el_ desequi
librio
entre la Sociedad y el Estado, que es su órgano principal,
y el exceso de impuestos da testimonio de la absorsión abusiva de
la
Sociedad por el Estado.
Ori,gen y naturaleza del impuesto-Inventario de la situación.
En su Historia d8l Impuesto, Gabriel Ardent, alto funciona
rio,
Inspector General de Finanzas, al estudiar el origen del im
puesto se
expresaba de la siguiente forma: "¿El pillaje transformado en
imposición es el origen ónico del impuesto? ¿No se plantea el mismo
problema en el plano interior? Comparable al pillaje,_ la requisa pura
y simple sin procedimiento ry sin contrapartida consciruye uno de
los métodos
más destructivos de la actividad... Un mínimo de re-
(*) ar. Louis Daujarques: Estado, Gobierno y Administraci611, en
VERBO, 155-156, págs. 755 y sigs.
997
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ABEL RONGii!RAS
glas es indispensi,lile. El impuesro es una complicación aparente,
pnes, en realidad, resulta más cómodo.
''Que la superioridad de !la técnica fiscal SONe el pillaje, la re
quisa o la prestación sea una cansa profunda del nacimiento del im
puesto, sin haberlo exp
tado y administradores de la antigüedad, y así, lo mismo que los
sáorapas persas y sus colaboradores, no debieron ser incapaces de
este género de
raz.onamiento". El autor aííllde que "la técnica fiscal
es
una técnica liberal y que, paradójicamente, esta técnica liberal se
ha revelado, durante siglos, corno la opresión más odiosa".
Se
puroe recordar,
a este
:respecto, que hace 2.000 años, en la so
ciedad en que se desarrolló la vida de Cristo, los publicanos, agen
tes de
wi fisco detestado, se calificaban como pecadores públicos, a
cansa de
sus exacciones. Las con"""siones milagrosas de Mateo y de
Zaqueo, lo
confirman.
El pillaje, que constituye el origen del impuesto, sigue estando
más o menos implícito en los fenómenos fiscales y para:fiscales de la
historia, o se
manifiestan por expoliaciones o por dosis fuertes de
atbitrariedad.
Se
pueden poner como
ejemplo los
apuros financieros del
pe
ríodo revolucionatio y del imperio:
A:! principio de la Revolución se habfa formado espontánea
mente la esperanza en el espíritu
público · de
que
el fin del despo
tismo
abriría la era de los beneficios del Estado y cerratía la del
peso de los impuestos. Las primeras figuras revolucionatias utilizaron,
naturalmente,
este estado de espíritu que
facilitaba sus
acciones
subversivas. Pero,
de esta
forma, se
perjudicaron de
manera decisiva
los
ingresos de gobiernos revolucionarios
sucesivos y, a pesat de un
vano intento de
retomo a
los
impuestos anteriores a
1789, los
f!P
biernos, comprendido el Directorio y el Consulado, se vieron em
pujados a
quieNas repetidas, a pesat de la ocupación de los bienes
de la Iglesia y de los emigrados. Y esto sucedió porque ni la .llarnada
al patriorismo ni el cuadro idílico de una nuieva era de libertad
suscitaban el menor entu6iasmo fiscal entre los ciudadanos. Ni si
quiera Napoleón pudo subir
esta pendienrte. Por orra parte, los gastOS
998
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA PISCdL
provocados por las incesantes guerras ambruon poniendo al Tesoro
en
ooa situación tan desesperada que el gran Camot escribió, el 11
de
germinall del año VI, a los jefes del ejército, que el vacío c\el Te
soro impon.fa una ofensiva inmediata: "Es preciso no ocultamos que
estacemos perdidos si no en
Las deficiencias fiscales obligaban a imponer arreglos a los paí
ses ocupados: Italia, Bélgica, Holarula, Alemania, Austria, lo que
procuraba
recursos que
llegaban del
40 al 50% de los presupuestos
anuales
de
la época. Aun ouando los ejércitos revolucionarios "porta
ran la idea teórica de libertad a los paf.es invadidos, no obstante
éstos se v;eron sometidos a una forma de pillaje sem,,jante al que
hemos
conocido por parte de los ejércitos a1emanes de Hitler en los
años
1939 a 1944.
Recientemente todavía, en un libro titulado La desigualdad por
el impuesto, escrito por dos jóvenes profesores, se leen expresÍODIOS
tales
como
"pillaj,e
normalizado",
"pillaje
deliberado", "pillaje legal".
Una necesidad apremiante de los Estados.
Estas referencias, entre. otras muahas, no se evocan aquí contt:a el
principio de la imposición, sino como apoyo de la constatación ge
neral,
en
:el tiempo y en el espacio, de que la !fismlidad jamás ha sido
una
ohm de justicia, sino algo que traduce, casi siem¡:,,,e, una necesi
dad
apremionte de los Estados. Es preciso, con mayot frecuencia, con
tentarse con que
no sea demasilldo 'injusta, porque siempre 'lo ,ha sido,
en alguna
forma, y todo parece indicar que jamás podrá dejar de eer
lo. La investigación de justicia, animada por el moraHsmo ideológico
o partidista es,
casi siempre, en Jo específico, generadora de una in
justicia
mayor
y fuente inagotable de escándalos que perturban pe
ligrosamente la sensibilidad ~blica. 0,rno afüma Lord .Aa:on, la
Sociedad
se convierte en un enfermo cuando pret!endemos hacer de
ella un paraíso. Lo que importa, por consiguiente, al Estado, es ase
gurarse sus
necesidades
en unas
condiciones de cobertura menos
cos
tosl
los contribuyentes y lleguen o crear rivalidades por envidia o
999
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGI1lRAS
agravios com¡,aza,ivos y, por lo tanto, división entre !os ciudadanos
y las caregorlas sociales, en perjuicio de la unidad nacional.
La fiscalkl,,d siempre estuvo íntimamente li!l"da ah política. In
cluso se puede observar que ha jU8"du, mudhas veces, un papel deci
sivo: se sabe que, en su origen, la instirución parhimentaria nació de
la
preocupación de los :Estados por lograr .que sus gravámenes fueran
ronsentidos por los representantes de los que quedaban sujetoo a ellos
y, después, por el deseQ de éstos de rontrolar el uso de los reausos
transferidos
a los poderes públicos. Todo el sisrema parlamentario
inglés partió de esre punto.
Es común recordar que Francia, en 1789, esraba erizada de exen
ciones y privilegios fiscales. Luis XVI se vio obligado a ronvocar los
"Estados Generales", que fueron quienes dieron el empujón definiti
vo al inicio de la Revolución.
Una presión social mal soportada.
Es posible admJra:rse de que el impuesto baya encontraao, siem
pre
y en todas parres, la hostilidad del públia,. Se trata, en efocto, de
la
presioo social que se ronsidera menos soporrable y la peor admiti
da, Jlegando incluso a ser aborrecida. Las . rebeliones fiscales, con
&,ecuencia sangrien1'aS, son, en nuestra historia, más frecuentes que
los
levaooimiemos políticos. m ,fenómeno mundia1 del fraude es una
expresión dulcificada de esta rebelión endémica. Lo que se podría de-
nominar el "impu,,sto de la sangre" ha sido mucho menos di:flcil
de cobrar. Napoleón pudo asegurarse "una rema" de 100.000 hom
bres anuales, evitando así las o,xgas de un ejéccito de profesionales
que, con frecuencia, hubiera ,podido supera,: las posibilidades finan
cieras del antiguo régimen, pero Napoleón no pudo establecer u,u, fis
cal/dad a lo alt"'" de sus ,wnhic,ione, pallticas.
Gabriel Ardent recuerda, en la obra antes citada, el hecho si
guiente: "Manud II ~6 el cuerpo de !os jenízaros (1826) y se
esfor,:6 en modernizar el Imperio Otomano. Reformó su ejército,
teniendo . en cnenm ,el modelo europeo y reguló sus uniformes, incluso
la longitud de los bigotes y de las ba:rbas, pero no log¡ro, en cambio,
modi:ficar el sistema fiscal".
1000
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA PISCAL
El impuesto, en efecto, incide en .Ja vida cotidiana del contribu
yente, tanto en el caso de que el
Estadn se imponga a él, ,en su acti
vidad, como un intruso o como un asociado privilegiado, como en
el caso de que tome sumas de 1as que el ciudadano siente la priva
ción más allá del valor de los motivos genericles de solidaridad, o in
cluso patrióticos, que como contrapartida se le pregonan.
Es posible considerar, también, que un individuo, capoz de sini
patías
o lealtad -hacia su
prójimo, es decir, una
persona viva en .Ja que
destaca .Ja sensibilidad, será menos leal ante una entidad despersona
lizada, por lo tanto abstracta, tal como sucede con el Estado, con la
mayoría, con la administración, con el reglamento, con las ventani
llas ... que el lenguaje popular designa con el nombre de "ellos" o
el
impersonal "se".
En fin, los métodos, con frecuencia inquisitoria
les y a
veces policiales,
que
hoy van aplicándose al control fiscal,
acaban creando una hostilidad indignada en el público. Por otra
parte, ,el papeleo administrativo está lleno de advertencias, de órde
nes, de embargos, con o sin conformidad ...
El
descenso del
civismo
y del sentimiento de comunidad nacioruil,
que
se
advierte en
Francia
desde hace medio siglo, no
facilita
.Ja
elevación de las ·pesadas contribuciones actuales. Desde este punto
de
vista, se
advierte que la formidable "bUO oontradictoriedad,
de
la reglamentación fiscal y parafisca! desenca
dena un
desgJ!Ste acelerado del respeto a la ley, en el esplriru
público.
Santo
Tomás había
ya adverrido que "cuando se
modifica la ley,
su fuerza imperativa resulta debilitada en .Ja medida en que borra las
costumbres".
Ejemplo: Desde hace treinta alíos, se han sucedido los rigores
y las persecuciones para evitar y reprimir la exportación de capitales.
Las contravenciones al control de cambio est,.ban, en principio, san
cionadas con las mismas penas que la rebeldía en tiempo de guerra,
sanciones extremadamente graves. Peto estos rigores han sido suspen
didos,
en diversas
ocasiones, y su represión condujo a transacciones,
como sucedió con las infracciones aduaneras. Me11C'ionemos las faci ·
lidades concedidas, en 1959, por el Sr, Pinay, a aquellos que habían
1001
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGIM(IS
inClJit1klo en contrarvenciones, pe:ra ~egularizu sus activos en el ex
tranjero.
Análogamente,
la venta libre y "'1Ó!lÍllla del oro ha sido riguro
sa:meten .reglamentada y después prohibida, aunque más tarde fue,
de mrevo, permitida
Es evidenre que una obligación gravemente sancionada hasta la
medianoche de ,una cierta fecha, pero que se convierte en lícita y
natural en esa medianoche, ha<:e declinar, de furma muy grave, el
prestigio de la ley en el sentir del público.
Pío XII afirmó:
"El individuo entiende cada vez menos las cuesciones finacieras
del Estado
e mcluso en la más sabia pdlíci<:a sospecha siempre que
hay algo místerioso, algo malévolo de lo que prudentemente debe
desconfia:r y defenderse. Y aihí es donde, en definitiva, es preciso
busai.r ,Ja causa profunda del decaimienro de la conciencia moral del
pueblo
en materia del bien público,
especia.lmente en materia fiscal".
Un
fenómeno constante en
la
historia, general en los países oc
cicremales contemporáneos, es que la fiscalidad es .re,Jativamete menos
pesada para los l\eyorecidos de la fortuna. En efecto, la evolución de
las economlas modernas, la degradación de las costumbres y las cre
cientes amenazas del Estado soci:alizante sobre las forrunas privadas
tienden a convertidas, cada vez más, en anóM11UAr y vagabundas,
según la famosa fórmufa del Duque de Orleans. Por añadidura, esta
clase social dispone de unas escapatorias de que no dispone, eo ge
neral, el
públiro y, ,fina:Imente, de medios de recurrir al servicio de
expertos fiscales, que
con
frecuencia salen de los propios
equipos
del
Estado y que medran a consecuencia del impulso y proliferación
legislativa y jutisprudencial.
La demagogia se J~seoraderu, a propósito de esta desigualdad
histórica.
Y no
es, por lo tanto, uno de los menores elementos de la
atbitm
reina en nuestro
sis~ de
impuestos sobre la
renta. Si, aunque
parezca ·imposible, llegase a enderezarse, el produc
to sería íttfimo, frente.a la enomie punción globall. •.. Rstas desigual
dades,
en todo caso, distan
mudho de ser corregidas por el totalita
rismo
socialista, en
el que la nueva clase, que ocupa el poder, se
sirve
también,
a su arbitrio, de ellas, en nombre del pueblo.
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EL PROBLEMA FISCAL
Complejidad del sistema e ignorancia del póhlieo,
Lo que au:acteriza nuestro sistema fisad es, por una parte, su
inexplicable
complejidad,
y, por otra parte, la ignorancia dcl público
sobre d tema: algnnos ooalisras pacieotes han trazado la lista de los
impuestos incluidos eo el abanico de los que grav.in a los hogares.
El toral supera los 60.
La fantástioa extensión de la aa:ión del Estado, cuyas interven
ciones
parecen, en .delante, ilimitadas, fue facilitada por la demo
mtización de la fisca'lidad. El final del siglo x,x, principalmente
después
de la
guetta de 1870 y durante la guetta de 1914-1918, hay
que considerarlo como un período excepciorud de paz fiscal y de
probidad cívica en el
públiro. La dulzura de vivit se extendía, et>
tooces, a la fiscalidad. Pero he ahí que eswnos lejos del tiempo eo
que el
presupuesto de Balzac reconstituido apenas se elevaba, para
un año, a 2.500 francos y soporraba una imposición de 5,8 F., que,
por otro !rulo, Balzac pagaba en dos plazos.
El
número de contribuyeotes
se centuplicó desde eotooces.
Este
número era
de 3
millones en 195
3,
de 8 millones en 1964 y supera
hoy Jos 12 millones ... , progresión que no ha terminado todavía.
Por
afudidura, el baremo del impuesto sobre la renta comienza, en
la primera línea, por una renra anual de 5.700 F., y su progresión
automática, a causa de la inmovilliación de los techos mientras va
depredándose el dinero, difíc:ilmoo.te resuita tOilerable.
En cierto sentido, es evidente que la presión fiscal y la presión
parafiscal se han hecho excesiv.lS, habiendo llegado al borde de lo in
soportable. Personajes políticos altamente ailificados lo han recono
cido, desde hace v.:rios años. A este exceso de fiscalidad, directa e
inditecta, ha de añadirse la carga msidiosa y pesada de la inflación,
que es un impuesto sobre el capital y sobre las rentas, que va siendo
mayor
a m<:dida que V1li!l aumentmldo los precios, sin necesidad de
respaldo fisca1 alguno.
NuestrO sistema fiscal es de una extrema complicación, sobre todo
por lo que se refiere a los impuestos sobre las .reDillaS. Esta comple
jidad es tanto
más absutda en cuanto sólo se aplica a una parte muy
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ABEL l{QNGIIJRAS
minorimria de los ingresos del E.stado, suscitando, sin embargo, toda
dJ1se de daños económioos, psicológioos y morales en los que los fie..
nómenos caiificados de fraude ron los más ,spectaculares.
El fraude fiseaL
Conviene que precisemos lo que implica el voo,,l,lo "fraude fis
cal", en torno del cual se provoca, en todos los medios de OOlllu
ni.cación, un rumor too oofasto romo tendenciooo.
El fraude fiscal reposa sobre la noción de falsedad Se distingue,
en derecho, lo materialmente falso y lo intelectrudmen
desde hace muoho tiempo, OOlllO crimen, en derecho penal. Hoy se
ha reducido. a la figura de delito. Su ele.mento esencial es la inten
ción de
eng¡iña.r al fisco, _po,ra eludit :la totalidad o una parte del
impuesro.
lo falso fiscal es una falsificación escrita pura y simple (falsa
declaración, falsas escritutas, etc.). Los exorbitoooos poderes de dere
cho
común
conferidos al Fisco en materia die control y la pesadez de
las
sanciones consecutivas han limitado mucho el fraude materia:!. No
debe exceder, acwclmente, del 10% del conjunto de infracciones
calificadas romo
fraude por la opinión.
La información oficial desempeña, en este punto, un papel ambi
guo y sería más equitativo designar a la mayor parte de las infraccio
nes, asimiladas a la noción de fraude, con el término de evasión
fiscal, que
engloba nna multitud de operaciones mentales y jurídicas
qu.e
VllJll desde lo falso intelectmrl, desde :la puesta en esoena de mala
fe,
hasta la interpretación .legal moral de los textos, pasando por su
hábil
utl!ización.
La complejii:lad de la legislación fí.scal, y de la juris
prudencia, facilita al máximo estos nunrerosos ejercicios de evasión,
delos cuales
se ha podido decir que se han convertido en un deporte
nacional, cuyos
resultados
no
se publican_
A
pesar de
la gravedad teórica de los delitos fisca1es y a pesar de
sus sauciones, de una
severidad cada vez ~or, parece ser que el
sentimiento púb1ico no
progresa., en el aspecto del civismo, frente al
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EL PROBLEMA FISCAL
Fisco, cosa que, por otra parte, ha sucedido, al parecer, a todo Jo largo
de nuestra historia. Mucho más grave todavía es el sentimiento de
objeción
de
de legítima
defensa, que
va
=rendiéndose
a causa del incremento incesante y abusivo de los gastos públicos,
cuya
fundamentación
se critica C!da vez más y la importancia a veces
absuroa
de
los
porcentajes progresivos
de
los impuestos sobre
la rent,a, eo el mundo entero. El exceso de los tipos de gravamen
confirman, por otro lado, que la materia impuesta es sólo una parte
de·
la materia imponible. Esto es lo que hace deru, que la ewsión
fiscal lesiona a 1os
nistración
Pública informa anualmente sobre sus victorias
se
haya producido
un
menor mal
a
'los contribuyentes
honestos, ni
aminorado aprecial,!emrote la progresión de las cargas fisca:les. Por
otro lado, la denuncia legal de la mayor parte de las rentas impide
el libre ejercicio del civismo fiscal. Esta denuncia, legal, tiene mmbién
el grave inconveniente
de
dividir a los conttibuyentes en
dos cate
gorías: aquellos cuyas rentas ·son conocidas por el Fisco, y los otros;
división
que
crea amarguras y enfados nocivos para la paz social.
Desdichadamente,
las denuncias privadas, casi siempre anónimas,
van
experimentando un
desarrollo humillante. A pesar de la discre
ción
de
la Administración, que en
general las
retiene y obtiene ele
mentos no
despreciables pam sns contr0les, se puede pensar en doce
nas de
miles, acaso en más. Es nn fenómeno comprensible, habida
cuenta
de las
inevimbles querellas ,sociales y
de
las veog!l11Za5 que la
pasión igualitaria enmascara. con motivos 1ega.Jes. la comunicación
obligatoria de los documentos impositivos aportará un soporte y un
estímulo
legal a
esta
especie de guerra civil
psicológica, sosteni
da por el moralismo, celoso y envidioso, en ,el que la rentabilidad
electoral
no es, ciertamente, de despreciar.
Las plusvalías.
La cuestión de las plusvalías ha tesuimdo de una =alidad tu
multuosa
y nociva pata la fiscalidad. El PresJdente de la Rep,iblica,
lOOl
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AJJEL RONGIEIUS
CU'.fl' ruilhmte a,rtera se ha desarrollado en la AdmilllÍs
nu:mtro país, había inscrito, en su abanioo de reformas, la nueva
imposición imputada a las plUSVlllías del capital de cualquier natura
leza.
Presentada en primer
término como
una
medida contra la es
peculación, se jusiliicó d""pués por una a,similación, muy discuti
ble,
entre
la noción
de renta y
la noción de plusvalías en capital.
En realidad, se tram de
un
veriareto para descubrir y para d,espués
someter
a gravamen,
más cómodamente, los patrimonios, eludiendo
la expresión "impuesto sobre el capital" que deapimra una =iente
hostilidad
por el hecho del enriqueoimrento de la clase media, com
puesta sobre todo por mandos .intemwdios.
Si se observa que 111 .trulo/Dría de las plusvalías proceden de la ero
sión monetaria, de la que el Estado es el primer responsable y bene
ficiario
principal, esm reforma tiene crerto tufo de cinismo que dis
gusta. Por otro lado, lo que es chocante, es que las minuSJVallas, tan
frecuentes, que rotli.dianamenre padecen los ahon:wlores, se ignoran
completamente, en esta noción.
La mayoría .!>""lamentarla Je era claramenre hostil, pero debió in
clinarse a
consecuencia de
una
presión del pnder, que ~ecordó, en
muchos
aspectos, los hábitos de justicia del antiguo régimen. Sin em
bargo, ante la hostilidad, se· aceptaron por el gobierno enmiendas, que
atenuaron, provisionalmente, la incideo¡:ia de esta nueva medida fis
cal, aunque tan sólo provisionalmente, porque el principio del en
cuadramiento
completo
de los patrimonios, una vez
adquirido, podrá
discretamente
permitir la ulterior
recuperación de
algunas
concesio
nes,
en las leyes futuras de finamas, como es prártica clásica en esta
especie de remas.
En fin, lo que lleva a su colmo la perturbación de los contribu
yentes es
la •evelación ~ecienre de una situación que ya se había
inmido, porque era claramenre verosímil. Un informe P""lamentario,
puesto
de
relieve, indica que la Cllirga de 5.000 empresas públicas,
que representan cerca del 12 % de la producción nacional, apenas
pagan el 5 % del impuesto global sobre las sociedades, lo que dice
mucho cuál es
el gmdo de eficacia de la gestión del sector naciona
lizado. Pero, el hecho todavía más grave, es que Bonnefous, Presi-
1006
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA PISCAL
dente de la O>misión de Finanzas del Senado, hiw esta inquietante
declaración:
"Existen, en F:tancia, dos justicias fiscales: una rigurosa, prua
el sectOr privado, otta, relajada, pa,ra el sector público, que sin cesar
alllnl.enta."
Los impuestos sobre la renta.
Son, desde principios de siglo, los hijos preiileaos de los que
sostienen el principio de la justicia. igwtlitru:lia del socialismo y de
los adepros de
la
"revolución por el impuesto".
El exa,nen de las fisca]ridades · europeas conduce a una . primera
constatación:
la proporción del impuesto sobre la renta en los in
gresos del Estado es minoritaria. Incluoo en Suecia, donde el socia·
lismo ocupa el lugar más avatl2iado (aparte los pal.es del Este), los
impuesos
indirectos sobre el consumo, ronsiderados antidemocráticos
e
injustos, van en
progreso y ocupan un lugar igw,J. al de los im
puestos sobre la renta.
En Francia, la desproporción está muy marcada. En el presupuesto
de
1976, que llega
a 400.000 millones aproximadamente, no alcan
za más del 21,7 % el impuesto sobre la renca. El impuesto sobre
las sociedades, es dedit, sobre los beneficios industriales y comelr·
ciales,
reptesenlll el 10,9 %. Estas propotciones se reducen casi a
la mitad si se establece la comparación ron el total de los ingresos
fiscales y pamfisca:les (seguridad social, colectividades locales e in
flación).
Es preciso establecer aquí una noción muy únportante, que, en
el
lenguaje fiscal, designo. el vocablo de TRANSFERENCIA. Se trata
del fenómeno
según el cual el rontribuyente ¡,ersonalmente gravado
por cl impuesto logra descatgarse d;e él, en todo o en parte, tras
ladándolo a otrO cont!l"ibuyente. Más generalmente, este fenómeno
se
analiza en
una· proyección
del
impuesto por cl titular nomJna1
hacia otra persona, que con la mayor frecuencia es el usuario o el
ronsumidot. Esta maniobra, casi instintiva en la mayot parte de
los
rontribuyentes, tiende
a
transferir los
impuestos
ditectos, basa-
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Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGIIJRAS
dos ,sobte rentas personificadas o en el valor de algún bien perso
nal, sobre el próximo o el antecedente. Resulta así que impues
ros que, en apariencia, son directos y en los que se desigoa el su
jeto de los mismos, adquieren, parcial o totllilmente, la realidad
de impuestos iodirectos y anónimos sobre el gasto. Así sucede en
el
caso del impuesto sobre
los
beneficios, que
los
comerciantes y
productores tienen en cuenta al cakular sus costes, lo mismo que
si se tratase de una tasa sobre el consumo. La eodstencia de este
fenómeno, aunque difusa, es reai y ampliamenl!e extendida, habiendo
dado lugi;r
su a.iillisis a estudios numerosos.
Habida cuenta de las obsetvaciones an1!etidres, se pu,de ronsidemr
que
los
impuestOS sobte la renta no representan, en Francia, más de
una proporción del orden del 12 %, como máximo, en el conjunto
total de los ingresos de!! Estado. &ta débil f,acción es la que genera
el roncierto de lamentaciolll
sociales o profesionales. y es sobte esm ,strecha superficie sobre
la
que
reposa la pirámide de proteStaS elevada sobre el "fraude
fiscal"', tema obsesionante y mina inagomble de confüctos.
La evasión fiscal de lo alto a lo bajo de la escala social.
Es cierto que los especialistas en cuestiones' fiscales han podido
enumera,:
por docenas las evlllSiones derivadas del impuesto sobte la
renta, desde la cima a la base del cuerpo social.
Muy limitativamente, se puede citar:
El trabajo denominado "negro", de asalariados modestos cuyas
rentas "blancas" se declaran legalmente. Por poréntesis, estos tra
bajadores tienoo _predilección por este trabajo -,daderamenl!e li·
bre, tomando en sus momentos de ocio y en el cual se ven completa
mente al margen de todas las limitaciones reglamentarias. F.s evidente
que los
esfuerzos sindicales y sociales, orientados a amrtar la dura
ción
y dulcificar Jas condiciones de trabajo, dan pábulo a este traba
jo
oculto
y si,pkmentario.
Los saJarios recibidos en fotma de propinas y de presmciones en
especies,
1008
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA PISCAL
El fraude fiscal es más difícil de rontrolar entre los trabajadores
independientes
(y sobre todo los más modestos) y las profesiones
libendes.
En es,e punro, la ley fiscal tiene en cuenta el porencial in
controloJble
de
evasión y
no concede a estas profesiones la deduc
ción del 20 %, que se o
tentes).
Los regímenes de trabajo a destajo patece que expresan la ru:l.
misión por
la Administración fiscal de una evasión fiscal incoer
cible, que se contenta con limitar.
El régimen
fiscal es muy favorable en la agricultura.
Adviértase la manipulación de los inventarios, la ~!ación arti
ficial
de
los gastos y de las deuqas, la imerpretación astuta de las
amortizaciones y de la autoflnanciación, los gasros personales trans
formados en gasros generales, el comercio con "raports" deficitarios ...
Ha de
añadirse, a todo esto, 'la desmesurada complejidru:l. del có
digo fiscal, que contiene 3.400 artículos, sin dejar de tener en cuenta
las orecientes nomnas complanentarías que se dicta.n. También es
necesaitio no olvida. la jurisptudenciia interpretativa, que provoca
un número exagerru:l.o de contenciosos y de pleitos, así como los re
gímenes ¡,articulares, que .transfunman al impuesto generall sobre la
renta en impuesto por categorías, quedando todo ello coronado por la
inca¡,acida,I indudable del control fiscal, que no logra pasar ,por la
criba todas las operaciones económicas.
Bs, sin duda, motivo de sorpresa para el público saber, por una
de esas denuncias vergonmsas de orden privado de las que se vale
nuestra información, que un primer ministro no había pagado los im
puestos sobre los ingresos que cobraba, con toda regularidad, de
fuentes
füdes. Se t?tataba, naturalmente, del símbolo de las contra
dicciones de la
leg,alidad filscal.
¿Una esperanza de regularización?
El mismo Maurice Laure, fundru:l.or de la reoría de la polivalencia,
cuya acción, en 1956
provocó la revolución "Poujru:l.ista" y la intru-
•• 1009
_)
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGlFJRAS
sión súbim de 60 diputados en el parla.mento, ha hecho reflexiones
insos,pechadas.
"Es preciso ,eronocer, sin emoorgo, que sería quimérico pre
tender
llega, alguna vez a
un conocimiento
ham:ante exacto de las
rentas ,personales físicas. H
los
países de
que se
ttata, llttltO ,por lo que se refiere a la defi
nición de la noción de ingresos, camo por lo que se refiere a los me
dios
de
conocer las rentas, exiStliendo grandes obsráJCulos ,para la
puesta en ¡;ráctica de las condiciooes de enruesra_"
Este
emioonte fisoalista (es de todos conocido el papel que de
sempeñó en la ,creoción de la TV A) se ha dedicado a un estudio com
parativo del impuesto sobre la renta en
los
Estados Unidos
y en
Francia, estudio del que
se
deduce:
"La com,paración sistemática de lao d,,clarnoiones fisca.les y de
los resultados
de las verificaciones de oon1rlbuyentes, en1re Fran
cia
y Estados Unidos, demues1'ra que, categoría ,por caregoría pro
fesional,
rnngw,o·de los dos países tiene nada que envidiar ad. otro, en
el
plano del fraude fisoal."
En el rurso de la reciente aun,paña ,presidencial, en los Estados
Unidos, el hoy Presidente Carter manifestó lo siguiente:
"Cuando
el
ejecutivo superior puede deducit de su cuenta de
ga:sros un muerm de negocios de 50 dólares y un conductor de ca
miones no puecle deducir su sa:nd.widh de 1,50 dólares; cuando las com
pañías
de pe1lrÓleo pagan meno,; _del 5 % de sus beneficios, mientras
sus propios empleados so¡:,o,,tan impU'eStos que significan el triple de
este
porcentaje; cuando
un .númeiro considíer~ble de personas y socie
&des no pagan impuestos sobre rentas de más de 100.000 dólares ... ,
enronces la reforma fiscad. se impone."
Proposiciones eloctD
consigo, pero que
ponen de relieve que la evasión
fiscal sigue
existiendo, después de
medio siglo de
esfuerzo y de reformas, en el
país
de las computadoras. Y esta situación es ·tanto más turoodora
cuando 1os Estados Unidos
son el
país en
que el
impuesto sobre la
,enta es mayoritario
en el presupuesto
y ,en el que el impuesto sobre
el
capital e.stá, prácticamente, en uso de,de hace mucho tiempo. Esta
plaga generalizada del fraude fiscal, en la mayor democracia del
1010
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
mundo, queda confirmada por la ineficaz pesadez y gravedad de las
sanciones por las infroo:iones fisatles y por los tantos de progresi
vidad del impuesto que
van, inútilmente, hasta el 80% e incluso
el
90 %.
Una situación l!11álloga puede advertirse en Gran Bretaña.
Así sucede entre ios contribuyentes cíviros anglosajones.
¿Qué esperamas podríamos entonces tener, en cuanto al a:rreglo
de la situacción fiscal, los latinos?
Por otro
lado, en
Francia, país donde el impuesto sobre la renta
existe desde
hace más de 50 años, ¿qué han hocbo, a esre respecto,
los partidos de i2qui..-d..s, que ocuparon el poder en 1924, en 1936,
en 1946 ...
? Casi nada ... salvo drar piedras po,ra mayor confnsión.
La AdministltlOCión Fiscal demuestra, por sí misma., la existen
cfa generalizada
de la evasión füscal, ya que la mayor parte de los
controles realizados
se
saldan medfante actas de rectiíicación. A tal
punto, que ha sido frecuente un consejo: «Es preciso deja,r un hue
so que se pueda roer por el inspector, en el momento de la ve
rificaoi6n».
A esta calamidad del fraude fiscal ha de afiaclirse el coste, muy
elewdo, de
los medios de ejecución y de control
desplegados por la
Administtración. Este pasivo nacional resulta aumentado por la ener
gía
desperdiciada por las constricciones crocientes sobre los que vive
y el 'reeurso a numerosos agentes y ronsejeroo que se afanan por Ju
citar contra las exigencias fiscales... Y el gigantesc0 papeleo que se
deriva
de 6'ite enftentamiento.
Se comprueba, cotidianamente, que
todo proyecto
de una ope
ración económica importante plantm una previa cuestión· fiscal que
condiciona la ejecución o el abandono.
El
inventario
esqUJemático que acabamos ele nramr sobre la si
tuación del impuesto sobre la renta, ¿tt0 permite ronduir que estamos
ante un monumento
de
inooherencias y de •bsurdos? En efucto, los
motivos idrológioos
que figuran en la base de este impuesto han
conducido, al. ser puestos en . práctica, a desigualdades e injusticias
mayores que aquellas
que
sus
autores intentoban arreglar.
¿Qué pasa con el impuesto sobre el capital? Esta imposición
constituyó el objeto, recientemente, de unoo proyectos fantásticos,
1011
Fundaci\363n Speiro
ABEL R.ONGIBRAS
eiopuesros a veces por personajes de la 1Il3o/otÍa actrual. Tiende a ron
vettirse
en
un
banderín elecwral.
Existe, bajo diversas denomlnaciones, en la mayor parte de los
palses. Un
estudio reciente de
la OCDE muestra que figu.ra en los
presupuestos en una proporción. todavía menor que los impuestos so
bre la renta: 2% en la Suecia socialista; 17% en Ioglat:erm, país en el
que la mayor ¡,arce de las grandes fotl11ll1S emigraron, desde bare tiem
po, a las Bahamas, a Bermudas, Suiza, etc.; el 80 % en Francia, com
prendido
el impuesto territorial, los derechos de sucesión, las plus
valías inmobiliarias y los derechos de registto y de transmisiones.
Los mismos parcidos del programa común no ignoran que un
impuesto sobre
los patrimonios familiares habría de ser, pot preocu
paciones electOritles, elevado, porque el "muro de la oiqueza" no está
constituido solamente por 200 familias o algunos millac,es de ellas,
romo nos asegu,ran todos los frentes populates, sino por millones:
comecciao
gados a
su
patrimonio romo lo están los butgueses de todos los
tiempos.
La eocuesta sondeo del "Nouvel Economiste" revela que esta
nueva dlase media posee el 55 % de los valores de
% de las aociooes cotizadas en Bolsa. Pero hay un hedio que
COO'V'iene destacar: el 57 % de las personas intetrogadas se docla
raron ron11rarias
al impuesto sobre las sucesiones "en todos los caoos'".
No solamente la imposición de un gravamen sobte el capital no
podtía dejar de ser elevado, sino que, si se pasa a los gmndes posee
dores de capitales, podtíamos romprobar que el volumen de dicha
imposición setía bastante ,educida. En efecto, se valora pot Jo menos
en 500.000 millones los activos en el eiocranjero que provienen tanto
de los tiros romo de las gentes de fortuna media. Se escunan en
100.000 millones el oro "gua,:dado en un calretín". ¿Cuál es el im
porte de los capitales que 'se disimukin en coilea:iones de cuadros, de
sellos, de muebles antiguos, de objetos de rokccióo, de plata, de dia
mantes y de alhajas? Sin rontlllr la prootica, que cada vez se extiende
en mayar grado, bajo las
presiones
fisca[es acumuladas, de conservar
billetes
de Banro. Incluso •in que llegue al poder un "frente común",
1012
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA FISCAL
una amenaza próxima y precisa de un impuesto sobre la fortuna au
mentaría
el éxodo y la ocultación. Sería, por tanto, una injusticia
más, frente a los inocentes corderos que quedan inmóviles.
¿Qué es l.o que entonces quedairía para los dientes del Fisco?
fuincipalmente los capitales en forma de instrumentos de produc
ción
y los bienes de carácter inmobiliario o agrírola. En definitiva,
la contribución de los deudores sería aplicada sobre las rentas y el
impuesto sobre el capital
se reducú:ía a
un
,impuesto de
añadidura
sobre las rentas. Entonces se
precisaría que
hiciera frente a
]a mayor
parte de las dificnltades y de las evasiones que anteriormente hemos
descrito. El impuesto
sobre las plusvalías tropez.aría ron l.os mismos
obstácnlos y, sobre todo, el importe de los ingresos sería mu:y incierto.
En fin, es preciso recordar la conclusión de F~is Perroux: "Un
sistema financiero que tiene romo base la persecución del capital,
está atacado de locura".
¿Productividad, estabilidad del rendimiento, plasticidad?
La experiencia enseña que un sistema fiscal moderno debe, ade
más de sus cuailidades básicas, ser tan indoloro romo sea posible y
responder a tres rondiciones: productividad; estabilidad de rendimiento
y plasticidad.
La productividad se impone cada vez más ante los gastos de nues
tro Estado socializante, que son enormes y crecientes. Las estadís
ticas demuestran que, principalmente en los países medirercineos, el
impuesto sobre la renta DO es productivo. Una evasión inevitable
reduce consideral,!emente
su
rendimiento. Los intentos de
represión
provocan v,ivas reacciones por parte de los sujeros a este impuesto e
incitan, a
los
partidos en el poder y a la .Administración, a desarro
llar cada vez más una inquisición que, para ser eficiente, DO sola
mente debe ser muy onerosa, sino que podría llegar, incluso, a ser
inquisitorial y vejatoria. En el límite, este rontrol tiende a un estado
de
rosas policial de la misma naturaleza que el control de los Estados
totalitarios.
Este es el caso
actuail de la atmósfera fiscal, en Suecia: los elegi-
1013
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ABEL RONGillRAS
dos de este paniso del ""liaHsrno humano viven en un clima per
manente de miedo y de delación. Un semanario publicó cartas de
sus
1ectotas, de este tenor: "Casada desde hace diez años, ore/a que
mi marido era honesto, pero me he dado cuenta de que falsifica sus
decla.raciones fiscalles. ¿ Debo denunciru:lo a la policía? En cierros
peri6dicos, los elegidos de la oposición y la mayoría se haGen enm,
sí
una
guem-a de denuncias de sus declaraciones de impuestos juz
gadas insuficien,res_ Es fácil ver en qué clliección nos empuja la pu
blicidad de las imposiciones pa,:,onales. Ingmar Bergman, por otra
parte excelente ciudadano
el
Teatro
Nacional, del que fu.e di
de policías mvestigó, a fondo, su ptopia casa privada. Se
t!tata, según se oree, del cáncer de '1a inquisición burocrática, que hoy
corroe a Sueoia.
En Flnmcia, estamos al borde de una situación ooá.loga.
Los Gobiernos anglosajones, tradicionalmente favorables al im
puesro sobre la renta, evolucionan cada vez más hacia la füscalidad
irulirecta, a causa de su maiyot rendimiento.
En
fin, el Tesoro, desde hace años, está en deaequilibrio, como
ponen
de
relieve hls recaudaciones anuales (40.000 millones en 1975)
y esto, a pesar de la aportación silenciosa pero masiva de la inflación,
es evidente que la productivid,ul creciente de los ,impuestos debiera
reposar sobre
un
fondo estable de rendimiento. Pero, los impuestos
sobre
la
,:enta son ~ sens;bles a la roynotw:a erooómica que los
impuestos :indireoros, que recaen sobre los gastos.
En fin, si se admite, opinión muy odticable, que en el caso pre
sente el Estado debe intervenir constantemente sobre las coyunruras
económicas, por
lo menos ron la periodicidad de un año, el impues
to sobre
la ~enra se ronviecre en un instrumento meoos flexible que
las contribuciones indirectas, cuyo ingreso es reguiM. Pero entonces
es
preciso aumentar 16& regisaros en rurso (romo sucede ron el plan
Barré), lo que provoca una agitación creciente en las categorías so
ciales.
1014
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
¿Qué tipo de reforma fiscal?
Las observaciones que preoeclen plantean la acuciante cuesnon
de la refonma fiscal. Se trata de una especie de "serpiente de mar",
de la que rodos Ibablan pero en ninguna ,parte se encuentra.
El obstárulo, casi insupernble, que habría de removerse para em
prender reforma semejante, reside en el grave riesgo que rorrería el
Estado, cuyos ingresos poclrfan quedar romprometidos a con=uencia
de
un
radical cambio de bábiros.
La transformación de las antiguas patentes, universalmente criti
cadas, en un "impuesto profesional" consti11uye un ejemplo de un
secror reducido ddl presupuesto.
Preparado durante cinco años, el Ministro de finanzas oobía pre
sentado esta refomm. oon los acostumbrados acordes de ttompeta: "Más
justo, más moderno, más simple". Pero he alhf que ante los clamores
justificados
de los sometidos a didha imposición y de sus portavoces,
el Gobierno decidió pmerla en reparación. Todavía no se ha con
cluido ést11. ,Un viejo mpato pasado de moda resulta con freruencia
más
cómodo
que un zapato nuevo que aprieta.
Una refundición fiscal globa1 supondría, asimismo, un amplio
proyecto
que
las enmiendas parlamentarias no hubieran corregido,
y también un Gobierno bastanre fmttte y estable para poner en mar
cha
su realización, a lo largo de vwios año& Estas condiciones pare
cen
imposibles de cumplir en la situación acrual de nuestros pro
blemas políticos. El sentido de una modifiaoción de nuestro si.rema
fiscal sería, evidentemente, la a1>enuaci6n progresiva de ios impuestos
sobre la renta, por transferencia a la fiscalidad indirecta reorganizada:
Impuestos sobre el gasto, impuesto del valor a.fiadido, etc. Convendría,
ante
todo, acentuar
las diferencias de tipos, para favoracer a los
hogares modestos,
aplirnndo los más bajos a los elementos eoon6-
miros
de
primera
necesidad. Se podría también recurrir al impuesto
negativo,
en el
aspecto de subvención fiscal a favor de las familias
numerosas.
Hay, ,prácticamente, dos medios principales de alamzar la capa
cidad
a:>nt,,ibutiva del público, que
son:
1015
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGIBRAS
Con ocasión de la adquisición de la renta y, eventwtlmente, del
capital.
En eil momento de utiliza,r estos recursos el ron11ribuyente, es
decir,
cuando éstos salen de
su
pauimonio para ser gastados.
Aparte
las numerosas tllJ:aS del impuesto sobre la renta, paxece
más decente y más equimtivo someter a gi:avamen lo
que el ciuda
dano retira
del fondo
común social pot su libre gasto, que lanzarse
ávidamente sobre lo que aporta ron su aa:iv,idad.
No se. trata de presentar la fiscalidad indirecta romo un mo
delo de justicia, ya que tliene sus defecros y puede, principalmente,
acelerar una inflación
ya desencadenada. Pero paxece evidente
que
la impooición indirecta se presta mu
una ,permanente manzana de la discordia, romo su.cede con k>s imM
puestos directos sobre la renta.
lo que dabería domimu: esta evolución dd,ería ser la súnpli
ficación sistemátlica
y paciente de la reglamentación_ Dirección difícil
de seguir, en un. régimen paxlamentario en que fa actividad legisla
tiva se encuentra sujeta a reclamaciones y a incesanoos presiones de
los electores ronttibuyentes, itidividuales o "categoriales"".
A esre respecto, el Sr. Chaba:n-Delmas, Presidente de la Asamblea.,
declataba, sin rodeos:
"V amos a abordar una discusión ptesupueswia que será difícil.
400 6 450 diputados se reunirán en sesióo, entre los cuales, pot lo
menos,
habrá de 30 a SO especialistas. Pido, por ronsigu,iente, insis
tentemenre
a
ios 200
ó 300 colegas restantes que guarden el mayor
silencio". Nos
encontramos en un régimen fucal .imptaccio,b!e pot lo
que
se refiere a los impuesros sobre la renta y que paxa!iza el ejer
cicio de un civismo ip_dispenSaJble paxa la vida de la Sociedad. En un
sistema Moqueado por las idrologías y, sobre todo, por el equilibrio
inestable de las fuerzas políticas en ptesenoia.
¿El peso de la fiscalidad global resulta justificado por la ne•
cesidad bien fundada del oonjnnto de los gast
pilfru:rador,
cuya
reglamentación es como una masa de plomo que
gra-
1016
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA PISCAL
vita sobre toda actividad privada. Todo se b1 dicho y es cada vez más
tarde
para ,emediarlo, port¡_ue las grandes administraciones, los mo
nopolios y las actividades nacionales se han constituido, poco a poco,
en estados dentro dcl E.stado, mai que, una vez iniciado, presenta una
suma enorme de "rentas de situación". Su atenuación es -una espe
ranza
a largo término, a menos que se produzcan catástrofes que sería
razonable tratar de que no se produjeran. La actividad de la adminis
tración sólo raramente aparece en lo que, con eufemismo1 suele de
nominarse la información_ Sin embargo, nos_ encontramos en crisis
económica,
desde el alza salvaje de los precios del petróleo en 1973.
Se ha puesro de manifiesto un empeoramiento del desempleo, en el
sector
privado,
y
hay algunas reservas evidentes que sería preciso
haoer sobre las estadísticas, que constituyen un compromiso de po
lémica de partidos, pudiendo admitirse, en forma aproximada, que
el número de nnevos desempleados se aproxima al millón. ¿Qué es
lo que, paralelamente, aoontece en el sector público?
De 1964 a 1974, el efectivo de la función pública aumentó en
un 48%, y el sector privado en el 7% (1). Este aumento es del orden
del
20%, desde 1973,
es decir, de 350.000 unidades. fu preciso afia
dir 250.000 auxiliares que deben rerultar tirulariwlas, desde ahora
hasta 1978.
El record de aumentos de efectivos ha sido batido por la educa
ción nacional, que ha experimentado casi una cuadruplkación, desde
195 2,
mientras qu,e, en ,el mismo
re1ieve que
las empresas francesas emplean cen:a de 500.000 personas en la
ejecnción de trnbajos exigidos por el Estado.
¿Por qué método seda posible hacer patente este desequilibrio y
orientarse, aun cuando fuera lentam1e11re, hacia un estado
de
rosas
más normal? Parece posible adelantar que la denominada clase di
rigente administrativa no es impermeable a cualquier toma de oon
cienda.
Era, hace apenas un cuarto de siglo, un elemento sano en
la nación, un instrumento
eficaz lleno de conciencia, en la que el
(1) Quedan fuera de estos cálculos la Administración local y la Segu
ridad Social.
1017
Fundaci\363n Speiro
ABBL RONGillRAS
sentido del deber y del servicio del Estado era general, o, en una
palabra, la Administnlción estaba a. la dispooición del pól,lico, mien
tras que, ahora, la situación está en uaoce de invertirse.
Todos
aquellos que se
han familia.,,izado con los números y el or
den
de
magnitudes, se han· visto extrañados por las grua¡as dife
rencias, que sal.tm a la viBta, en el ,presupuestO de educación nacional
(22% en 1976) o de la Sanidad (14%) frente a aocividades comple
mentarias privadas
de la misma natu.rale2a.
Es de desear que grupos expertos del lll&tado y del secror privado
pongan
a punto una oomparación de las dos se,,ies de actividades que
tienen
el
mismo objeto. No se puede argumentar aquí que la com
P""ación
no sea posible, a causa de las diferencias entte los
dos sec
tores. lDs piráaicos re.melven, corrientemente, este género de difi
cultades aoafuando las diferencias
y evaluándolas. Se rupercibici, pro
brublemente,
desde el primer momeoto, que las actividades estati
ficadas
no disponen de una aut>ént:ica contabilidad que registre todas
las realidades económicas de sus cometidos y que esros grandes or
grunismos del Estado se contentan, en fot11m aproximarla, con gastar los
créditos que le han sido otorgados, sin ipreocu¡p cios
de
valor y de rendimiento de su gestión.
Un oontrol precario.
¿No es conturbador que la Aclminismooión no dispong¡,. de 01lta
cosa que de un áUtocomrol, por otra porte tardío, de la regularidad
financiem de las operaciones de sus agentes?
Esta misma admioistr-\ción, que se dedica de la mañana a la noche
a valorar, verificar, contt0lar y canaH7.ar las actividades privadas, no
se hace a sí misma objeto de COIWOI, aparte de un control precario y
de oo carácter puramente formal
¿Por qué el público que es la fuen•e democrat.ica del poder, se
enruentra así privado de
se sieote en
una
especie de libelrtad vigilada?
¿Por
qué
la a
severidad,
mientras que, cualesquiera
1018
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
que sean los rewltados reales de sus actividades, ¿cuáles son las san
ciones que
sería oportuno aplicar a las gestiones del Estado? Los
fallos, las injusticias, las desigualdades y las evasiones fiscales tie
nen
Jugar en este
aspecto, como en todas las actividades en que los
hombres están presentes.
Esta irresponsabilidad práctica
es un enor
me privilegio. Se
ha convertido en un lugall' común comproba,r que la multipli
cidad de
las intervenciones del Poder en las cuestiones privadas pro
voca una degeneraci6n de la responsabilidad del ciudadano. Tomadas
cada vez en mayor medida todas las actividades a su cargo por la
rolectividad,
se
pierde el sentido
elemental del esfuerzo y la socie
dad se transforma, así, en un mito constantemente deudor hacia sí
mismo. El pillaje se
hace recíproco, entre el Estado y el público, la
fiscalid«d
se convierte cada vez en más intolerable.
Por otro lado; la gr
los
iru:lividuos es
fuente de un enorme
despilfarro {2). Lo qne es
gratuito
para los partiarlares es ruinoso para la colectividad. A. Sauvy
lo
ha demostrado, de forma irrecusable. Cuando el usuario paga un
servicio,
percibe concretamente el valor que le atribuye, con lo cual
se
asegura una producción
bien orientada, a
un
precio de
costo nor
mal, en el que el
despilfarro queda reducido al mínimo. Esta evi
dencia no
exisre en la seguridad social del Estado. Omstituye una
rontradkción empujarnos
al
pluralismo y mantO!l'etllOS, en Jo esenciil,
en una centralización estéril y despilfarradora.
Un privilegio de redistribución.
En un mismo orden de ;deos, es preciso tarnbién roohazar una
ptáctica malsana, que cada vez
va
generalizándose en mayor medida:
se
ttata de la funci6n de redistribución que se atribuye al Estado so
bre las riquezas producidas por la nación.
En
!primer lugar, esta redisttcibución está gravada por gastos ge
nerales importantes, que un repa,:,to libre en el
seno de
la sociedad
no soportaría, por Jo que el evitarlos serla una ventaja ·¡,a,:a los be
neficiarios.
(2) Enseñanza, Universidades y Seguridad Socia:!.
1019
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGil!MS
Sobre todo, no se ve por qU'é la auroocegulaci6n espontánea, na
tu!ral.mente realizada por el cuei,po social, haya de ser infeirior, en ca
lidad,
a la regulación global y artificial del Estado. Sin negar a éste
todos
sus podetse
de
in~etvención genetal
o
rectificativa, no
se
com
p,ende
la supetioridad que puede tener el Estado o la Administra
ción, en este aspecto, ni en nombre de qué suplemento ·de sensibi
lidad o de alttuísmo
pretende el Estado sustituir las compensacio
nes que se establecen narura:lmente en
una sociedad libre
y normal.
j Qué masa enorme de fraternidad, de simpatía, de cordialidad y de
jusdcia Teal se a.nranca, así, de la vida social! La. r,edistribución es
una caricarura de todos estos sentimienros y se limita a puro papeleo.
Es bastante claro que este
trust progresivo de la caridad por el Esta
do
se impulsa, principalmente, por las pretensiones elecrorales de los
partidos.. ·
Este privilegio
de
redistribución que
se reserva el Estado reposa
en la idea de la folfluéncia benefacrora de la ley.
Pero la ley, que debe asegurar una práctica general de justicia y
garantiza.r las libertades económicas y sociales, es impotente para
producir, con su disciplina foi,rnal, roda la riquem espontánea de los
sentimientos que constituyen el fondo más preciso de la vida social.
La legislación abstraeta del Estado participa íntimamente de la
Jirialdad glacial del "mosttuo frío", que fostlg6 Nietzsche en su diag
nóstico profético
del
Estado moderno. La paradoja del socialismo
centtalizador consiste en que, fundado sobre la bondad radial del
hombre,
no le otorga
confia112a alguna p,,ra su
realización
práctica
en
el juego de la vida ordinaria. El Estado socia:lizante trata a los
miembros de la sociedad como a unos menores de edad, a los que es
preciso tutelar.
La redist!rlbución ciega, alimentada por una Bscalidad devoradora,
desnaruraliu y arruina a la sociedad real El mostruoso apararo es
tata,l que nos aplasta se parece mucho al animal mítico de la tracli
ción antigua. que se autodevora sln dame cnenta. Bl vacío perpetuo
del
Tesoro
podría conducir al final del sistema.
Es innegable que la crisis económica que atravesamos, conju
gada con wia inflación incomprensible, ,~iene sobre todo de los
1020
Fundaci\363n Speiro
EL PROBLEMA FISCAL
gastos abusivos, y sin cesar crecientes, de la colectividad. E,,ros gastos
deben a:lcaru:ar, hoy, al 60% de la renta nacional
En
efecto, 1a oonstante e:xtensi6n de las atribuciones estatales que
resultan
de
la proliferación legislativa, en todos los dominios, nos
conduce a un punto de saruración t.al que el sector en principio
independiente ya no bastará para satisfacer la inextinguible sed de
este
Estado vampiro.
La inflación a que nos vemos entregadoo como presa, es una
quiebra
ootidiana de las fiiruunas públicas, que ~efleja la anarquía del
actual Estado, del que resulta una inflación de derechos otorgados,
por
todas partes, sin discemimiento.
Nuestra fiscalidad ya no es capa>: de seguir el proceso de proli
feraci6n de
un Estado,
políricamente sin a:msistencia, y
de una Ad
ministración abaooonada a sí misma.
La única esperanza de que las cosas se enderecen reside en la
reconstitución de un &tado inspirndo rpor la voluntad del. bien co
mún, del que nuestro amigo Arnaud
de Lasus puso las bases concre
tas
en el editorial de
Permanences de agosto-septiembre de 1976.
APENDICE
TEXTOS PONTIFICIOS SOBRE MATERIA FISCAL
Respeto a1 derecho a poseer bienes en privado y deber de ar
moruzar la
propiedad privada
con las
necesidades del bien
común.
Es necesario que el derecho natural de poseer en privalo y de
transmitir lo.s bienes por herencia permanezca .riempre intacto e in
violable, no pudiendo quitarlo el Estado, porque el hombre es an
terior al Estado, y también la familia es lógica y realmente anterior
a la Sociedad civil. Por ello, el sapientísimo Pontífice [León XIII]
declaró ilícito que el
Estado
gravara la
propiedad
privada con
exceso
de tributos e impuestos. Pues el derecho de
poseer
bienes
en privado
no
ha sido dado por la ley, sino
por la naturaleza, y, por tanto, la
autoridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar su uso
y compaginarlo con el bien común. Ahora bien, cuando el Estado
armoniza la p,opiedad privada con las necesidades del bien común,
no per¡11dica a los poseedores particulares, sino que, por el contrario,
1021
Fundaci\363n Speiro
ABEL R.ONG!l?RAS
les presta un eficaz apoyo, en cuanto que de ese modo impide vi
gorosamente
que la
posesión
privada de los
bienes,
que el providen
tísimo
Autor
de la
naturaleza dispuso
para sustento de la
vida hu
mana, provoque daños intolerables y se precipite en la ruina: no
destruye la propiedad privada, sino que la defiende; no debilita el
dominio
particular, sino que lo
robustece ( l).
No se debe extender excesivamente la autoridad fuumciera
del Estado.
Las necesidades financieras de cada una de las naciones, grandes
o
pequeñas, han orecido de manera formidable. El defecto no proviene
solamenle
de
tas complicacione.s o
de
las tensiones internacional-es,-se
debe también, y quizá todavía más, a la extensión desmesurada de
la actividad del Estado, actividad que, dictada con demasiada frecuen
cia
por
ideologías
falsas o malsanas, hate de la política financiera,
y muy particularmente de la polltica fiscal, un instrumento al servicio
de
preocupaciones de
un orden
completamente diferente {2}.
No existe
duda alguna sobre
el deber de cada
ciudadano de so
portar una parte de
los gastos
públicos. Pero
el Estado, en tanto
que
es
el encargado de proteger
y de
promover el bien
común de
los ciu
dadanos, tiene
la obligación de no repartir entre
aquéllos otras cargas
que
las necesarias: proporcionadas a sr;s recurJOs. El impuesto no
puede jamás convertirse
para los poderes
públicos en
cómodo medio
de
enjugar el
déficit provocado por
una administración
imprudente,
de favorecer una industria o una rama del comercio a expensas de
otra {guahrtente útil. Al ErMdo se le prohíbe todo despilfi>rro de los
dineros
públicos; está
obligado
a prevenir los abusos y las injusticias
de
parte de
sus funcionarios, así como la evasión de aquellos que son
legítimamente
gravados. Los Estados modernos
tienden hoy a mul
up./,ictW sus intervenciones 'Y a areguirar un número creciente de ser
vicios,· e¡ercen un control más estrecho sobre la economía¡ intervie
nen ventajosamente en la protección social de muchas categor/as de
traba¡adore.s; .stt.s necesidade.s de dinero crecen en la medida en que
aumentan .su.s administracione.s. Frecuentemente, las imposicione.s muy
duras oprimen la iniciativa privada, frenan el desarrollo de la indus
tria y del comercio, descorazonan las buenas voluntades (3).
(1) Pío XI, encíclica Quadragesimo afino, 1932.
(2) Pío XII, alocución a los participantes en el Congreso del Instituto
Internacional de
Finanzas públicas, 2 de octubre de 1948.
( 3) Pío XII, discurso al X Congreso de la Asociación Fisatl Interna
cional, 2 de octubre de 1956.
1022
Fundaci\363n Speiro
EL PR.OBLEMA PISCAL
Deben elaborarse principios fundamentales válidos.
¿Quién se ádmirará, después de eslo, del peligro en '[Ue se en
cuentran
la
ciencia
y el arte de las finanzas públicas de descender,
carentes de principios fundamentales claros,
simples, sólidos,
al papel
de
una técnica
y de
una manipulación puramente formales?
Es, por
desgracia, lo
'l'" se constata boy día en muchos dominios de la vida
pública:
un tingládo hábil
y
attd4Z de sistemas y
procedimientos,
pero
sin resorte interior, sin vida, .sin alma ( 4).
La tercera materia abordada este año, la garantía jurídica de los
contribuyente.r en
relación con el fisco, tiende a consolidar
lo.r siJte
mas
de salvaguardia, indispensables no solamente a los
contribuyen
teI, sino al Estado mismo, que co"e el peligro, si descuida estas ga
rantías, de desmoralb.tr a lo, sfljetos y de empujarles a la huida del
impuesto y al fraude (5).
Se puede decir, en breves palabras, '{Ue las dimensiones consi
derables de los
Estádos actuales exigen una cuidádosa puesta a punto
de
la legislación fiscal,
graváda aún en más de un extremo
por
un
discutible empirismo. Además, es capital '{Ue los principios morales
justificativos del impuesto
aparezcan claramente
tanto
a los
gober
nantes como
a los ádministrádos y 'l'" sean efectivamente aplicádos.
Igualmente es necesario
que se prosiga con criterios siempre más
sensibles
y
ádecuádos la adaptación del impuesto a las posibilidádes
reales
de
cada uno. La legislación fiscal no se la considerará ya, en
tonces, como
una carga siempre excesiva y más o menos arbitraria,
sino qtie
representará,
en
un Estado me¡or organizado y más apto
para proc,,,-ar e/, funcionamiento armonioso de las d;ferentes activi
dades
de la sociedad, un aspecto humilde acaso J mwy material, pero
indispemable de
la
solidaridad cívict0 J de la aportación de cada ""º
al bien de todos. La sabiduría de los gobernantes y la eficacia de
una administraci6n cuidadosa e íntegra debe demostrar, hasta la M
dencia, que el sacrificio impuesto co,rresponde a un servido real y
produce sus frutos ( 6).
Hay que formar la conciencia de los ciudaWl)los y no poner
travas a sus legítimas ambiciones.
E.rte estlld-o de cosa, inflU'je más pernioiosamente todavú, sobre
la mentalidad de l<>s indMduos. El indwiduo va teniemlo cada dí,,
(4) Pío XII, alocución citada en la nota 2.
(5) [bid.
( 6) Pío XII, discurso citado en la nota 3.
102;
Fundaci\363n Speiro
ABEL RONGil!.RAS
menos conooimiento de los asuntos finamier<>s del Estado,· aun en la
política más sana, sospecha siempre alg1'1'1J sendt, tortuosa, misterio
sa,
o """ irae,,c/ón oculta mdintuncionaáa, de ta cual él debe p,u,
dentemente desconfiar y guarde,rse. Ved, pues, cómo e, ahí en defini
tiva donde hay que buscar l,, °"""' profund,, de la decadencia de l,,
conciencia moral del pueblo -del pueblo en todos """ grados- en
materia de bien público, en materia fiscal priucipalmente.
¿Cómo podria la Igle!ia contempl,,r indiferente esta orisis que,
en realidad, es una crisis de conoiencia? He aqul por qué, dirigién
dose
t1 aquellos que tienen algurM parte de respons,.bilidad en el ma
nejo de
las cu.manes de las finanztas públictas, l,, Iglesia les conjura:
En
nombre de /,a conciencia humana, no arruineis la moral desde
,.,.,.;b,.. Absteneos de aquel/tas
medid,,s que, a pe,ar de su valor técni
co, so/i,viante,n y hieren en el pueblo el sentido de lo ¡usto y de lo
injusto,
o que relege>n a segundo térmmo su fuerza vital, su legi
tima ambición de recoger
el fruto de su propio, trab,.¡o, su preocu
pación por la segu,idad ft>miliar, com¼l,eráciones
todas que merecen
oc,q,ar en la mente de un legislador el primer lugar, no el último (7 ).
El objetivo supremo que debe perseguirse.
El .sistema fine>nciero del Estado debe .orienta,,e t1 re,organizar la
situación ,económicr, de me>nert1 que tasegu,e .al pueblo las condicione,
materiales de
vida imlJ,pensables para alcanzar el fin supremo sefía.
lado por el Oeador: el deserwowhn,ento de su vida inlelecttlál, es
pirittlál y religiasa (8).
En cuanto a vosotros, -vuestra a/,ta competencia 01 llama a def~
der l,, po/Uica fin,>nciera contra las manio.lHas de las amlnciasos y de
los demagogos. Consagrados con el más m4gnánhno desinterés, ar
diendo en deseos de buscar no
el favor popular, sino el verdadero
bien del pueblo, recibiet-éis
fil menos el sufr"gio de""" selección que
sabe comprenderrJJ; tenéis en 11t1edro ft111or
el testimonio de vuestra
conciencia, y Dios, no
lo dudéis, Dios, para quien todo está pre
sente, no dejará
sin recompenst< lo que hayáis hecho en servicio de
los hombres, vuestro, hermanos,
y por /,a restau,,,ción del mundo. De
todo coraz6n Nos le peditmos os conceda la lm: y lt, fuerza que nece
sitáh y h11ga fecunda 11uestr,i /.abor P"'" el bien 1 lt, paz de la socie
dad humana (9).
(7) Pío XII, alocución citada en la nota 2.
(8)
Ibid.
(9) Ibíd.
1024
Fundaci\363n Speiro