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La familia

LA FAMILIA
La familia, en el pilan ,dlivmo, ante los maAes de hoy la pueden
herir ein SU/ mudad, estabilidad, fecundidad, paz íntima, fun.
ción edueadora y eapíritu de unión.
«Hoy renovamos nuestro.r buenos deseos y bendiciones a las fa­
"milia.r cristianas. El calendario de la liturgia restaurada no.r invita
"a hacerlo con una doble finaNdtld: primero, exaltar el plan divino
"que hace de
la in1titución familiar algo ideal y muy grande, porque
"e, sagrtlda de cara a la vida, de la que Dios es principio y fin, foco
"de amor, de fe/;cidtld, de virtudes fundamentales para la

existencia
"humana,-después, defender la sociedad

doméstica de
tantos male.r
"como hoy la
pueden herir en 111 unidad, estabilidad, fecundidad,
"función educadora, espíritu de uni6n y paz intima y amorosa.
"Saludo.s, muchos saludos, por eso, a todas las familía.r, con el
"pensamiento todavía vivo de la Navidad e invocando a la Virgen,
"e;emplo y dulce protectora de nue1tras casas,»
PAULO VI: Alocución dominical en la festi­
vidad de la
Sagrada Familía, 26

de diciembre
1976,
L'Os.rervatare Romano. Edición semanal en
lengua española. Año IX,
núm. 1
(418). Domin­
go 2 de enero, 1977.
El valor sagrado de la familia y la defensa de la vida humana
en
toda su amplitud y concepción más elevada.
«Cuando pone de relieve, sin cansarse, el valor particular y des­
"tacado de la familia, la iglesia toma a· su cargo concretamente la
"defema de la vida humana en toda su amplitud y en

su
concepción
"más elevada.
Al querer determinar su sentido y sus necesidades esen­
" cial.es, nos encontramos en
uno de esto-s campos

en el que
el signi­
"ficddo de la naturaleza. humana

no
puede de1cubrirse úno a

la
luz
"de la Revelación.
De

todas las instituciones
humanas, el matrimonio
n es acaso la que permite comprender mejor el pensamiento de Dios
"cretldor y la forma bajo la que llama al hombre a colaborar en su
"obra.
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Fundaci\363n Speiro

"De ah/ se deriva el aspecto sagrado r¡ue corresponde al matri­
"monio.
De ah/ procede 111 verdadera estructura r¡ue implica la ex­
" clusividad
y

la
perennidad de
la unión
r¡ue lo constituye. En
esta fe
,, mutua, que es ta de los esposos, en su responsabilidad común hacia
'' su.r
hijos, a los que llenen la misión de aceptar, de educar y de con­
" ducir a la edad adulta, los

hogares
cristianos encuentran una par­
"ticipación
misteriosa

pero
rea/, en la acción por

la
cual Cristo
se
une
"a su Iglesia y la hace crecer. Tal es ltA dignidad del sacramento del
"matrimonio, que se _convierte en la señal de esta unión y la fuente
'' de
todas la.r grfJCias que necesitan

los esposos.
"Engendrada por el amor, la sociedad constituida por la familia
"se conservca y se fortalece gracias a/, amor. De este modo, ya se trate
"del crecimiento psicológico y moral del niño, o de la perfección de
"la pareja en et amor conyugal y en el ejercicio de sus responsabi­
"lidades propias,

la
célula familiar está al servicio

de
una vida ple­
"namente humana/ y en el punto de partida de una vida social equi­
"librada en la cual el respeto de sí es inseparable del respeto del
"pró¡imo.»
PAULO VI: Alocución al Comité para la Fami­
lia, presidido por el Cardenal Roy del 20-6-73
( «O. R.», 21 junio 1.973, original francés, tra­
ducción de Ecdesia núm. 1.652 del 28 de julio).
El hogar, lugar de amor y de aprendizaje de entrega.
«En primer lugar, el hogar es el lugar privilegiado del amor, de
"la
comuni6n íntima de /as personas,

del
aprendizaje de una entrega
"continuada y

progresiva entre esposos,
r¡ue debe poder apoyarse
fir­
"memente sobre la
unidad y la indisolubilidad de su unión. Semejante
,, amor supone necesariamen.te ternura, dominio de sí, comprensión
"paciente, fidelidad y generosidad constante, renovada en las fuentes
"sobrenaturales del sacramento del matrimonio.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia ponti­
ficia al Comité para
la FamiHa; (orignial francés,
«O. R.», 14-3-74; traducción de Ecdesia núm.
1.686 del 6 y 13 de abril).
Testimonio de fe ardiente y santas tradiciones inculcadas por
los padres y que dleben trasmitirse a fos hijos.
«Deseamos expresaros nuestra paternal complacencia y nuestra 11profunda alegría, porque sabemos con qué emocionada expectación
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Fundaci\363n Speiro

"os habéis preparado para este encuentro, a fin de dar tesJimonio,
"una
vez más, de vuestra fe ardiente y de vuestro Mnor indefectible
"a Cristo, y de vuestra constante devoción a la Iglesia y a la cátedra
"de Pedro.
»Son estos los
grandes valores que vuestros padres os han

incul­
"cado con la palabra y con el ejemplo desde hace varias generaciones. 11 Dondequiera que os encontréis, sed dignos de estas santas tradicio-
11nes
,· conservad/as y proteged/as celosamente, y transmitid/as a vues­
"tros
hijos como la riqueza más auténtica y preciosa.»
PAULO VI: Alocución a un grupo de exhilados
católicos eslovacos; («O.R.» 16-9-73; original
italiano;
traducción de Ecdesia núm. 1.668 del
24 de noviembre de 1973).
El hogar abierto a las otras comunidades. Pero no puede di­
solverse 'la sociedad en un conglomerado de indi..-iduos de­
slUll'aigad"" y anónimO!!, destinados a un aislamiento trá­
gico o a una
dictadura sin alma.
«El hogar sigue siendo todavía un lugar de apertura a todas las
"demás
wmunidades, donde
se forjan las
energías capaces de

tejer
"los lazos

de la vida
social, de transformar este mundo en comunidad 11de hermanos. Un hogar digno de este nombre no podrá permanecer
"egoístamente cerrado
sobre

sí mismo.
-Pero tam_bién se,:á desgraciada
"una sociedad que
no

honre a la institución
familiar; rápidamente se
"verá

abocada
a convet'tirse en un conglomerado de individuos des­
"arraigados y anónimos, destinados a un aislamiento trágic:o· o a una
11 dictadura sin a/,ma.»
. PAULO VI: Alocución en la audiencia ponti­
ficia al Comité para al Familia; ( original francés,
«O.
R.», 14-3-74; traducción de Ecc/esia núm.
1.686 del 6 y 13 de abril),
Wicull:ades actualeo de 'la familia y necesidad de defunderla.
«Aceptar com·o programa la vida cotidiana resulta hoy un ejer­
"cicio duro. Los hábitos tradicionales de nuestrdS casas, ordenadas,
"s'encillas
y austeras, buenas y felices, no rigen ya por sJ mismos.
"Las costumbres públicas, q'ue son defensa de las virttides domésticas
"y sociales, éstán en vías de transfOrmación y, en ciertos aspectós,
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Fundaci\363n Speiro

"en vías de di,o/11ción, La kgalidad parece slljicie1'lfe para satisfacer
"las exigenci de la moralidad, pero,

no
siempre Jo e,, Están en tela
"de juicio las leyes fundamenta/e, de la familia: ,u unidad, ,11 ex­
"c/11.rividad, su perennidad.
»Os ,:orresponde a vosoJros, espo.sos cristianos; a vosotros, fa­
nmilias bendecidas con el carismta sacramental; a vosotros, fieles de
"una
religión que tiene en el
amor, en el
verdadero amor evangélico,
''.r11 expresión más alta y má.r sagrada, más generosa y más feliz; a
"vosotros os corresponde
rede.rcubrir vuestra vocaci6n y vuestra for­
''tuna,-a vosotros co"esponde preservar el carácter incomparablemente
"humano y espontáneamente religioso de la familia rri.rtiana; a voso­
''tros
co"esponde igualmente regenerar, en vuestros hi¡os J en la
"sociedad, el .rentido del espíritu que eleva la carne a su nivel.»
. . . . . . . . .
«Que la espiritualidad del Año Santo o, enseñe a cultivar con
"esmero las virtudes especificas que caracterizan a las familias
cri,­
"tiana.r. Defended· el núcleo familiar contra toda insidia de diJgrega­
" ción
y haced reinar en

él la
paz y
el
amor de Cristo.»
PAULO VI: Homilía durante la misa en honor
de San José; (original italiano, francés, inglés,
español y alemán, «O. R.», 20, 21 de marzo de
1975; traducción de Ecclesia núm. 1.734 del 5
de abril).
La familia en el centro de la misia y de las cont.estaciones que
saouden la sociedad moderin.a.
«La
familia, en efecto, está en el centro de la crisis y de la.r con­
"testaciones q11e sacuden a la sociedad moderna, precisamente po,
"ser ella la institución fundamental de la sociedad y la garantía de
''su e,tahilidad y carácter humano. Frente a la.r ideologías que qm­
., Jieran manipular las sociedades cambiando la

imagen de la
familia
"y "" funciones dentro de la sociedad, la Iglesia -lo ,abéi, muy
"bien-desea que en todos lo, campo, ,e le dedique una atención
''prioritaria porque rree firmemente en s11 misión. Si Dios se nos ha
"revelado como Padre; si CriJto ama ,da Iglesia cumo el esposo a la
"e1posa, ¿cómo no vamos a tener la certeza de que la familia existirá
"hasta el fin para ofrecer di mundo un testimonio de amor?
"Vuestra clara visión pastoral: os in11Íta a hacer un diagnóstico de
"lo.s ma/,es que aque¡an actualmente
~ la familia,· incompresión· entre
"las generaciones, "1111UNJ1o· tJel número rJe divorcios, rechazo-egoista
"de la vida, infidelidad conyugal, uniones i"egulares, etc. Pero 1111es-
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Fundaci\363n Speiro

"tra ater1ción no .re fi¡a solamente en estos fenómenos, sino que los
"sobrepasa para buscar sus causas y explicaciones; ftJita de prepa­
''ración a

la vida
familiar, pérdida

del
sen'lido, de responsabiliddd y
"del sentido moral, efecto a su vez de una educación insfl'jiciente,
"de la inmoraliddd del medio ambiente, de un materitJiismo que deja
"en olvido los valores
y los gozos del espíritu.»
< "moral y espiritual de la familia, induso en regiones donde ésta
"constituye su riqueza más pura. Es de lamentar la insensibilidad
'' demostrada

por amplios sectores de la opinión
pública ante la

ac­
"titud de

personas y
grupos que niegan al magisterio

la
competencia
"en

materia de
moral conyugtJi, declarándose al mismo

tiempo indul­
,, gentes con el divorcio y las experiencias extramatrimoniales. Estos
"falsos maestros han hecho mucho daño logrando esparcir sus voces
"por el mundo entero.
"r:'No
estarán, pU11s, los pastores

en deuda con el pueblo de
Dios?
11Porque cuando éstos tienen la valentia de hablar, demostrando así
11 su fe en el sacramento del matrimonfo y su confianza en el porve­
"nir
de la familia encuentran eco en los

me¡ores
sentimientos del
"corazón humano e incluso en

los medios
más insospechados.»
PAULO VI: Alocución a la Pontificia Comisión
para. la América La.tina. (10-X-7'), (texto es­
pañol «O. R», 20-21 de octubre de 1975; Eccle­
sia núm. 1. 768 del sábado 6 de diciembre).
Urgencia de la familia tanto a nirel familiar como oolootiva,
Los em.igr-y la vida fami:liar.
< "el
que trata de

la
familia. Si esta ti/tima no entra directamente en las
"previsiones puramente económicas, sino como una carga improduc­
"tiva,
debéis /levd4' a vuestro

ánimo el convencimiento de
su urgencia,
11tanto a nivel personal como colectivo. Asegurar, de ttna forma
"apropidda, la posibilidad para los emigrantes de tener una vida
"familiar, permitirlos, a ellos y .a sus familias, como Nos lo hemos
11 recof'dado en nuestro mema;e con motivo de la / ornada de la
"Alfabetización,
" ... insertarse en el ·mnndo culturdl de}-país que los recibe, permitién-
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Fundaci\363n Speiro

"dolos plenamenle, de una forma apr"piada, conservar su propia
"identidad c11lt11rtll, sobre

todo
si .están destinados a regresar a su
"país
de origen, he aq,,í una tarea importante.»
PABLO VI: Alocución a la Sección Social del
Comité Económico de las C.Omunidades Europeas,
(original francés
«O. R.», 18-10-75; traducción
de Ecclesia núm. 1.765 del sábado 15 de no­
viembre).
El hogar, primer lugar de la educación,
< "compleja exige
hoy un acuerdo de

los
padres, de
los
educadores, de
u toda la sociedad,' requiere también una colaboración activa del niño
"y del joven, cuya capacidad humana y evangélica ponen de relieve
''vue.stros i,rformes.>>
PAULO VI: Alocución en la audiencia ponti­
ficia al Comité para la Familia; ( original francés,
«O.
R.», 14-3-74; traducción de Ecc/esia núm.
1.686 del 6 y 13 de abril).
La instilucióu familiar, baluar1e sólido ante la relajación de
ooatumhree.
«La sociedad act11al acepta y favorece una relajación de las C()S­
ntumbres; aquí y alll, las /eyes civiles evidencian esa reta¡ación y la
"favof'ecen, lo que obliga a los criStianos a incrementar la fuerza
"moral y espiritual. Finalmente, las condiciones de alojamiento, de
"trabajo,
el
el'llorno, gravitan pesadamente sobre

la
vida de la fa­
"milia, y es necesario realizar todos los es-fuerzot para solucionarlas.
''Pero la misma ínsiitución familiar es _más sana y más sólida de lo
"que algunos querrían hacernos creer. Y el ideal cristiano del ma­
"trimonio sigue 1iendo posible,-es más necesario que nunca procla­
''marlo y fortalecer en este punto la buena voluntad de los esposos y 11 de los ·hogares.»
1268
PAULO VI: Alocución en la mañana' del miér·
coles

12 de
marzo de 19T5 al Comité para la fa­
milia (12-III-75); (original francés, «O. R.», 12-
111-75;
traducción de Eccle.ria, núm. 1.734 del
5 de abril de 1975).
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Importancia de fa familia en las enfermedades P"iooromáticas.
«Vuestros estudios ponen también de relieve la importancia del
"entorno
social y muy particularmente de la familia, sobre todo en
"las enfermedades psico-so-máticas, procedentes, con frecuencia., sobre
"todo a ciertas edades, de conflictos, de dificultades o de abondono
'1en el .seno de
la célula familiar. Nos, os invitamos a revalorizar la
"importancia de la
familia para
el
bienestar psíquico y moral del
"individuo, y particularmente de lo.s más vulnerables, el niño, el
"anciano
y el enfermo, es decir, todos los que, por el hecho de no
"ser productivos,

se
encuentran relegados

en
cierto modo
por
una
"mentalidad que no está de acuerdo ni con una concepción ;usta del
"hombre ni, a fortiori, con el espíritu cristiano.»
PAULO VI: Alocución del miércoles 17 de
Septiembre 1.975 a los participantes en
el III Con­
greso Mundial del «International college psyco­
somatic medicine», original francés «O. R.», 19-
10-75; traducción de Ecclesia núm. 1.759 del

sá­
bado 4 de octubre).
Los problemas de la población y la institución familiar. Nece­
sidad
de una conciencia

bien formada
en loe padres.
«La familia ha destacado siempre, y continúa haciéndolo tod~iá,
"la necesidad
de

abordar los problemas de la
población con la rea­
,,lidad
objetiva

de
sus diversos

aspectos,
que son, evidentemente,
"econ6micos
y sociales, pero también, y sobre todo, humanos.»
«Toda política sobre
la población debe garantizar igualmente la
"dignidad y la estabilidad de la institución familiar, asegurando los
"medios
que le
permitan
desarrollar su
función
verdadera. El
núcleo
"familiar está al servicio de una vida plenamente humana, y es el
"punto de partida
hacia una equilibrada vida social, en

la
cual el
res­
"peto de si
mismo es inseparable del

respeto a los demás.
(Los es­
"posos

deben, por ello, ejercer su responsabilidad con
plena concien-
1'cia de sus debe-res para con Dios, para consigo mismos, pd:ra con la
"familia
y para con la sociedad1 dentro de una j11Sta jerarquía de
"valores.
La decisi6n sobre el número de hijos que quieren tener
"depende
de
su recto juicio, y no puede ser dejado a la discreción de
"las autoridades públicas. Pero

teniendo en
cuenta que este juicio
"presupone una conciencia
bien formada} es

importante
que se
den
1269
Fundaci\363n Speiro

"todas las condiciones que permitan a los padres alcanzar un nivel de
"responsabilidad conforme

a
la moral, una responsabilidad que sea
"verdaderamente
humana y que, sin olvidar la totalidad de las cir­
" constancias, tengan en cuenta la ley divina ( cfr. Humanae Vitae,
"10; Gaud.iwn et Spes, 50, 87).»
1270
PAULO VI: Alocu.ci6n al Secretario General de
hi Conferencia Mundial

de la Población; (ori­
ginal italiano «O. R.», 30-3-74; traducción de
Ecclesia núm. 1.687 del 20 de abril de 1974).
Fundaci\363n Speiro