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Carlos Sacheri y la responsabilidad de la inteligencia católica

CARLOS SACCHERI Y LA RESPONSABILIDAD DE LA
INTELIGENCIA
CATOLICA (*)
POR
ENRIQUE ZULBTA PUCEIRO.
La significación de Carlos A. Saccheri trasciende en mucho las
coordenadas de la actividad puramente académica. En el panorama
de
las corrientes principales del nacionalismo de inspiración católica en. la
Argentina de los años críticos del retomo peronista
al poder, Saccheri
afrontó

una síntesis de pensamiento
y de acción hasta entonces inéditas.
Si bien es cierto que el pensamiento po!ltico católico reconoce en Argen­
tina una larga y prestigiosa tradici6o, sus logros en el terreno de la
organización de la acción polltica fueron siempre relativamente modes­
tos. Las rarones de este fenómeno ron de muy diversa índc,!e y es­
capan a la intención de esta nota. Debe subrayarse, sin embargo, que no
siempre obedecieron a motivaciones y posturas en el orden de los
principios, sino más bien a factores de caracter puramente político.
La ilusión del triunfo de las ideas «desde arriba», merced al apoyo
directo de los sectores militares o la fascinación ejercida sobre
mnchos
gmpos

por el fenómeno peronista, conspiraron seriamente contra todo
intento de

organización efectiva.
La acción política del nacionalismo
en la vida ar:gentina d-e los últimos cincuenta años estuvo, pues, a cargo
de otros sectores que, como el nacionalismo republicano, partían igual­
mente de la tradición católica, aunque acentuando los aspectos pollticos
(*) Rindiendo homenaje a nuestro amigo Carlos A. Saccheri (e. p. d.)
al cumplirse el tercer aniversario de que derramase su sangre y entregase
su alma a Dios, publicamos este artículo de su compatriota y querido amigo
nuestro, Enrique
Zuleta Puceiro,

que expone tras-lúcidamente
el significado
intelectual y político en el más noble sentido de la palabra, de Carlos Al­
berto (Nota de Speiro).
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ENRJQUE ZULETA PUCEIRO
por sobre las afirmaciones puramente doctrinales. La esterilidad polí­
tica de toda una escuela de pensamiento que reconoce nombres como los
de Meinvielle, Castellani, Casares, Pico, Anzoátegui, Sepich y tantos
otros, ligada, por lo demás al vasto movimiento de restauración cató­
lica que se manifestó en Europa a través de figuras como Maritain,
Gilson, Massis, Bernanos, Newman, Belloc, Chesterron o Maeztu, ex­
plica buena parte de la crisis de las clases políticas en la Argentina de
hoy.
En este contexto debe situarse a la figura de Carlos Saccheri. Po­
seedor de una vasta cultura filosófica
y de una visión en profundidad
del problema político contemporáneo, fue un animador
y organizador
constante de empresas intelectuales
y políticas. Profesor en las Uni­
versidades de Buenos Aires
y Católica Argentina, inspirador princi­
pal de las revistas «Verbo» (1) y «E!hos», periodista, conferenciante
por todo lo largo
y lo ancho del país, alentó, sobre todo, una empresa
de arción. No mezquinamente partidista, pero si profundamente com­
prometida con la circunstancia nacional. Su
La Iglesia Cfandest;na
fue, ante todo, un instrumento de batalla. Calando en profundidad
en la actual crisis de la Iglesia, no sólo denunció los errores
y des­
viaciones del neomodernismo,
sino que

descendió hacia los detalles
de una conspiración subversiva que pocos años después bañaría en
sangre al país y a él mismo. Su acción en pro de la recreación de los
cuerpos
intermedi06, su
diagnóstico de la enfermedad narional
y su
propio compromiso vital, tuvieron siempre el sello de esa vocación
de pensamiento
y de acción, tan pocas veces presente en su herencia
intelectual. Era, sin embargo, un hombre de una nueva generación ;
de la que tendría a su cargo una trabajosa reorganización nacional que
permanece todavía en una alborada insegura y cautelosa. El domin­
go 22 de diciembre de 1974, Saccheri fue salvajemente asesinado.
Al salir de misa
y delante de su familia, en plena juventud y plenitud
intelectual, absolutamente comprometido con el presente de su patria.
Cuando desde la Secretarla Nacional del Movimiento Unificado del
Nacionalismo Argentino avanzaba cada vez más en· la conciliación de
( 1) El homónimo bonaerense 'de nuestra revista, hermanas la.s dos
en
pensamiento y de nombre.
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CARLOS SACCHERI Y LA INTEUGENCIA CATOUCA
pos1c1ones inexplicablemente desencontradas, en la unión, la orga­
nización, la reflexión, la acción.
Leer hoy la selección de sus artículos en el diario «La Nueva
Provincia>>, de Bahía
B_lanca -uno
de los de mayor difusión en Ar­
gentina- proporciona algunas claves de fundamental importancia para la comprensión de su figura intelectual
y poHtica (2). Son pá­
ginas dirigidas a
la opinión pública, carentes, por tanto, de la refe­
rencia erudita, la argumentación abstracta o la disquisición filosófica.
Son páginas de doctrina para la
acción ...

«Cartuchos doctrinales»,
como los llamaba desde «Verbo». Su perspectiva es, pues, la de la
uoiversalidad de los principios generales acerca de la sociedad. Su
título general,
La Igle.ria y lo social, afirma ya su intención primordial:
la exposición de la doctrina social de la Iglesia acerca de los funda­
mentos del orden político
y de los problemas actuales de la sociedad.
Una primera clave explicativa de su posición en el orden de la
acción cívica, presente en cada una de
las páginas apretadas de esta
antología, es la de su realismo fundamental.
En ello no sólo evita los
extremos del oportunismo y el doctrinarismo
--<¡ue combatió
sin
cesar aun en sus propios camaradas de lucha- sino que funda la
posibilidad de

una
visión integral

de lo político desde
el realismo
clásico. Para Saccheri, la conciencia moral-atestigua la vigencia de un
orden natural revelado a través de la experiencia. Más allá de todo
cambio, hay realidades permanentes : la esencia o naturaleza de cada
cosa o ser. La evidencia de este orden universal es lo que nos permite
distinguir lo normal de lo patológico, al sano del enfermo, al loco
del cuerdo, al motor que funciona bien del que funciona mal, al
buen padre del mal padre, a la ley justa de la ley injusta. Frente a
las
negaciones modernas

del orden natural -liberalismo, capitalismo,
socialismo, comunismo, nazismo, fascismo- los principios cristianos
de la política arraigan en ese orden de las cosas que _se revela a la
conciencia moral. Ello descalifica desde un principio a todo doctri­
narismo, a toda imposición acrítica de obligaciones fundadas en una
pretendida autoridad. El obrar sigue al ser; el deber ser se funda y justifica en el orden natural.
(2) La Iglesia y lo social. Serie de notas publicadas por el diario «La
Nueva Provincia». Bahía Blanca (Argentina), 1972, 133 págs.
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ENRIQUE ZULEI'A PUCEIRO
Esto quiere decir que todo doctrinarismo es esencialmente negador
del orden natural. Su consecuencia es la caída en el positivismo, sea
del
cuño que sea. Y Sarcheri dedica páginas de especial vivacidad a
sus variantes en el campo filosófico, político
y jurídico. Idéntica re­
cusación
cabe frente a la dialéctica comunista, a las variantes del so­
cialismo
--de izquierda y de dereclia-y a la pretensión falaz de
una «Iglesia revolucionaria>>.
Ante todo, esto, Sarcheri propugna una reforma intelectual y mo­
ral que transforme las inteligencias
y los corazones; que potencie la
libertad, la dignidad
y la responsabilidad personal, acentuando pre­
cisamente esta última dimensión, frente al pretendido «pecado de las
estructuras». Esta reforma de fondo es la base de toda solución
po­
lítica. Se trata de proyectarla de forma integral, vigorizando y ver­
tebrando
el cuerpo social.
En función de tales principios,
Sarcheri rechazó la «tentación to­
talitaria» de· sectores importantes de la inteligencia católica en Ar­
gentina. La fórmula totalitaria no sólo debla ser rechazada por ser
pollticamente ineficaz a la · luz de
la historia política nacional, sino
sobre todo por razones de principio, por ser intrínsecamente antina­
tural. Las páginas que comentamos ofrecen una completa fundamen­
tación de lo que en su autor fue un principio básico de acción
po­
lítica. ¿Cómo caer en los excesos del elitismo, el «antipopulismo», o
la tecnocracia, a la luz del
pensamiento vivo
de
la Iglesia?
Sarcheri
revisa cada una de las cuestiones disputadas de la economía, la
po­
lltica, la sociología y la historia de las ideas. El Estado moderno, el
orden económico, el problema sindical,. la propiedad privada, las na­
cionalizaciones, el salario, la huelga, la empresa, el paro, la seguridad
social, el crédito, la cogestión, la economía internacional, etc., son
algunos de los temas estudiados con destacable poder de síntesis y
argumentación. Partiendo de la Revelación y la ley natural, la doc­
trina social de la Iglesia suministra criterios
y principios de acción,
de alcance práctico
y moralmente obligatorios. «Todo principio re­
lativo a la 01estión social no debe ser solamente expuesto, sino que
debe ser realmente puesto en práctica>> ( Mater et Magistra, núm. 226).
En la síntesis especulativa elaborada por la tradición cristiana, queda
_definida la arquitectura esencial de un orden justo, cuya bondad no
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CARLOS SACCHERJ Y LA INTEUGENCIA CATOUCA
queda acreditada a través del mero argumento de autoridad, sino
precisamente por

ser
expresión teórica y práctica del orden esencial
de la
naturaleza.
Frente a los errores modernos, frente a w manifestación en el
marco nacional, toda acción restauradora del orden perdido sería para
Saccheri una «recreación». Recreación de la visión éristiana de la
política y de sus principios orientadores en el orden doctrinal y de
la acción. Recreación de un cuerpo social desintegrado, de sus cuer­
pos intermedios, de esa savia vivificadora que es el sentido de la
responsabilidad. Toda política posible comienza y termina en una
adhesión responsable al orden natural. Toda
acción es,
en última
instancia, ejercicio
actual de una responsabilida ponsabilidad total, que llegó, en
el caso del amigo que her recor­
damos, a tres años de su martirio,
ha•ta la entrega final.
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