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La guerra de los cristeros

LA GUERRA DE LOS CRISTEROS
POR
ENRIQUB Ml!NDOZA DELGADO,
A1 entrar el siglo xx en escena, encontró a Mbico en mello de
una
estabilidad desconocida hasta enronces. Desde el año de 1876 el
General Porfirio Dlaz gobernaba el país ron mano de hierro, ron
la entusiasta aprobación de la• clases dirigenres y la muda resig­
nación popular. Dlaz había venido a terminar ron la ineficacia e
incapacidad para gobernar de loo caudillos liberaiks, dando él ,mismo
un

golpe
de fuerza dentro de su partido y poniendo un remanso
de paz donde la nación, destrozrula por las ludias intestlinas y rontra
el extranjero, pudiera recobrar su existencia. Por eso su gobierno
fue
indiscutido -----0 al .menos sopor(ado-dutanl!e largo tiempo; una
w,z más el sentido romún había preferido la diotadura de la es­
pada a la dictadura del puñal.
El poder aurocrátiro de Dlaz se enrontmba s6lidamenre ast;n­
tado sobte 1os mismos elementoo que hasta entonces habían hecho
ingobernable el país: el ejército y loo !intelectuales liberales. Al
primero le

había
!infundido un esplrim elitista a la europea, refor­
zando
su rontrol sobre <11 mismo por medio de una masonería me­
diatizada y unida al carro del venoedor; a loo segundos, !es empeñ.ó
en el proyecto de ronstrucción de una sociedad según la norma "cien­
tifka"" del momento: el positivismo. La educación naciooal se re­
cuperaba enronre;
de los largos años de ostracismo a los que los
revoluciona.ríos liberales la hablan confinado, y ron Justo Sierra a
la
cabeza, ailcanza el positi\'Ísmo su más alto punto, destilando "cien­
cia" para enseiíar a la juventud que el estadio metafísico ha pasado,
enrontrándose la humanidad en la nueva era de lo mcional y de lo
exacto.
Mootrando un gran realismo; Dlaz había sabido gobernar para
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ENRIQUE MBNDOZA DELGADO
tndo el país y no sólo para la facción liberal, como hasta enroru:es
lo mbm hecho sus antecesores; de esta forma logró la adlwsión
al. régim,,n de la clase m4s impo""'1te: los grand.,. terratenientes,
no
ya s6lo los liberales naciona,!es y extranjeros que poseían los
bienes provinii,nt la desammtfaación eclesiástica del sigilo pa­
sado, sino aun la de aquellos anteriormente enemigos dd régimen.
Fue esta clase privilegiada a la cual Dfaz im,puso su proyocto de
gran sociedad, copiando. e . imitaodo ron entusiasmo las formas y
gustos de la sociedad fowcesa, poradigma entonces de "ordeo y
progreso''. A estos importantes ekmeoros logr6 unir al iocipiente
capitalismo,
tanto mí.cioual como extranjero, localizado priooipalmen­
te en los campos de la iudusrtia r.extil, la minería y campos petro­
líferos, cuya e,cp!lotación se concedi6 a compañías inglesas, holan­
desas y norteamericanas.
Pero
no podía habeir paz duradera en el país si no había tregua
ellitre el Estado y la Iglesia cat6lica. Demitivamente destrooado el
Partido Comervitdot llrns su· ·desafortrtrutda áventura LÍnperial con
Maximiliano de Austria, la única institución capaz de mfrentarse
al despotimno liberal era la Ig!lesia. La persecución y hostilidad a
los católicos por parte de los liberal.,. habían producido en 1873 !os
levantamientos de loo "religioneros", que crei tación social propicio para él golpe de Dfaz. Este fo comptendió con
clá,,idad y p=ticó una política \X>IlSistente en mantener oficialmen­
tle el l:,icismo antirM!igioso y jacobino !libetal del Estado, entregando
a los libetail,,s fa educación y la cuJ!tura, y a cambio a>n lerancia amplia, que pem,iitida a la Iglesia restañar las hetidas
abiertas desde hacía un siglo de luchas y persecuciones.
La "Paz de Don Porfirio" permitió a la Iglesia el restableci­
miento de los ~-fus y la formación de un clero numeroso y
piadoso, la· aperrnra de escuelas católicas, una nuew. eti>pá de Evan­
gelización del país -su.j,endida descle la expulsión de !os Jeruitas­
y una profunda corriente de renovación entre loo seg!lares. Bajo la
inspiración de la "Rerum Novarum". a.pareció el Catolicismo Social,
cuatro Congresos Católicos Nacional.es ~ oeJhaion en la ptimera
década, acompaíiados de tres Dietas Agrícolas que difundieron la
idea del cooperativiSmo; se. fundaron los Círculos Obreros Carolioos
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LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
y volvió a aparocer la Prensa católica en las éaJ!es. Sin embargo,
rodo este movimiento vigoroso il:,a arompaiia,lo de = . presa­
gios

en
diferentes aspectos de la vida pública. El liberalismo predi·
cado por el .régimen no casaba con ila política de tolerancia reli­
giosa ante los ojos de muchos fuJlcionMio.s; los polítiros demosttll)­
ban cada vez ron mayor osad/a su descontento ante la ficción de­
mocrática manipulada por Dfáz. Bl brillo de la élite en el poder no
podía
ocultar la miseria. y la infame condición en la que viví:an
peones
y campesinos o los obreros, que descubrirían primero la faz
de un capitalismo voraz

e injusto, y
más tarde ou espada en las san­
grientllS represiones
de las huelgas de mineros en Cananea y de los
textiles en

Río
Blana>. Cuando estos hombres sintonizaran con los
inteklctuales, p a integrarse en la cerrada élite citadina, habría sonado la hora de
la Revolución.
La revolución.
Díaz había perdido la perspicacia inicial que le permitió ase­
gurarse en el poder; sus •intentos refornwtas llegaron demasiado tar­
de, y al derrumbarse el Estado por él ronstruido, las fuerzas católi­
cas apenas se """1ll las
_liberales siempre habían estlldo presentes.
Del Norte del país bájaría el alud revolucionario arrasando rodo
a su paso. Desde la. expulsión dé los JesuitllS en 1767, aquella dila;
tada región había quedado abandonada a su propia suerte, suspen;
dida su colonización y asimilación cultural ail. resto del país. Así,
cuando los primeros pobladores procedentés de las Trroe Colonias
iniciaron

su
peootración, poco pudo ·hacerse para impedido. I.ss
guemis civiles provocadas por el liberalismo tras la Independencia,
brindarían
la ocasión para orear la República de Teims y la guerra
contra
Estados Unidos, que en 1847 emprenderían la primera de
sus intervenciones

en
Méxiro frente a una nación dividida ·y de­
bilitada,
anexionándose en esa ocasión más de dos millones· de ki­
lómetros·

de
territorio. · &ta región fronteriza quédaría sujeta a · 1a
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ENRIQUE MENDOZA DELGADO·
oontinua propaganda protestanre y a la acción de las logias, que re­
clutatfan entre sus clases dirigentes a los protagonistas destacodos
de la Revolución, ajenos a la cultura y a:l sentido 01t6liro ptofun·
drunente uraigado en el resto del! país y e,ipecia)menn, en la meseta
central.
El 20 de noviembre de 1910 son6 el momento de la desintegra­
ción del régimen
de Dlaz. En la ciudad fronteriza de Paso del Norte,
Francisco I. Madero dirigía un manifiesto a. la Nación -tras una
nueva violación y fraude dlectotal-, que sintetizaba en el lema "Su­
fragio.
efectivo, No reelección". Pronto se sumoron a Madero todos
los
descontentos, produciéndose una

ola de
entusiasmo popuiat uná­
nime que

le
aoom.pañada triunfalmente hasta la capiral del país.
El · viejo general Díaz -héroe en oontra de la intetvención fmn­
cesa y en las gu=as rontra los conservadores--no se ointió .oon
ánimos
para luchar; conociendo que las simpatías del gobiemo nor­
reamericano no
estaban

ya
con él Abandoruido por muchos de los
suyos
optó pot embarcarse en el vapor "Ipiranga" hacia Paris, donde
moriría a los
pocos años, y así, sin dispararse un solo tiro, un grupo
insignificante de rebeldes a más de dos mil kilómetros de la 01pital,
habían
terminado ron un poder de treinta y cuatro años.
Madero
tuvo un recibimiento apoteósiro en la Ciudad de México,
unánimemente acogido como salvador del país, romo promesa de
un gobierno homado que baria justicia a todos y promorería un
auténtico
progreso. Era un !hombre simpático, bien inrencionado,
pacífico --oisi frágil- y tolerante. De .ideas. espititistas, urgla a
los
01t6licos a
organizarse y participar en la vida :política del país.
Los 01t61icos reo:,gieron el ofrecimiento, y tras encendidas polémi­
cas se impuso con ingenuo optimismo. el proyecto de .aeat el Par­
tido Católico Nacional, desoyendo !os oonsejos de quienes

no veían
en Madero las posibfilidades de gobernar de forma duradera un país
en ebullición y con una larga tradición jacobina entre sus ditigentes.
El
Partido Cat6liro patticipó en las elecciones de 1911 -<ÚÍO de
la esperanza ingenua en la Democracia-, apoyando a Madero romo
Olndirlato a la Presidencia a:! igual que !a mayoría de los Partidos. Los
resultados fueron positivos: . más de 100 escaños en !a Cámara de
Dlpumdos, los gobiernos de 1os F.stados de Jalisro y 2.acatecas, así
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LA GUERRA DE LOS CRJSTER.OS
como nneyorías. amplias ,en las Diputaciones. Estatlllles de nruchos . lu·
gares. Asustados por el poder de los católiros, sus enemigos esca­
motearon el resultado electoral, dajándoles '.representados exiguamonte
eri la Cámara de Di,putados y ton los das gobiernos estatales.
Mas
por oobajo de los formalismos democrácioos, la lucha por el
poder tomaba cuerpo. Los pltrtidarios de Día,, buscaban recuperar
sus privilegios; el ejército era ooa tentación irresistible par-a mu·
chos generales deseosos de poder; los .peoo,,s y campesinos ditigido.s
por caudillos locales como Emiíliaro '.Zapata o Francisco Villa, no
deseaban esperar las lentas decisiones del gobierno, y habiéndose cuar­
reado el apa,rato militar, judicial y a.dtmnisttativo del antiguo ré­
gimen, y carente el nuevo del suyo, pooo.ron a lmcerse justicia por
su propia mano. Pronto 11a anarquía, el fuego y· la muertle se ense­
ñorearon del ca,npo; la verdadera Revolución habla · empezado.
La luclia de la& facciones.
La hora de los militares nortdíos se iniciaba. En 1913 es asesi·
nado

el
presidente Madero y ocupa el poder el genern,l Vicroriano
HU!erm,
que trata de ganarse a los catól:kos. Le responde en et! norte
el gobernador del Estado de Coahuila, Venustiano Gittan%a, que
forma el "Ejército Olnstitucionalista", crisoll y reducro del jacobinis-­
lDO masónico, que en su avance hacia la Ciudad de México saquea
y profana todas las Iglesias a su paro, encarcfllando a los sacerdotes,
obligando a los fieles a ,pagar rescates, fundiendo las campanas y
reeditando loo libelos anticlericales usados por los Hberales en su
lucha contra los conservadores el siglo anterior.
Unido Carranza a Villa y Zapata, tomará el poder en 1915, y
una vez conquistado lucharán entre sí por la su,premacla, que · que­
dará definitivamente en manos de Carranza. en 1916 con el "placer"
del gooiemo nort!eMDericano.
La

facción
de Carranza acusa a los católiros y a la Iglesia de habet
apoyado a Victoriano Huerta, sometiéndole a · innumerables vejacio­
nes:
sac.erdotes expulsados del país, caltos prohibidas en varios Jls..
tados, profanaciones de Iglesias, clausura de seminarios, etc. Los
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ENRIQUE MENDOZA DELGADO.
geootales del Ejérciro Constltucionadista fueron nombrados gober­
Olldores de los diversos listados, que regían como seliores feudales,
oon ejércioos propios y sin más ley que su . voluntad. Todos eran
a.nticlerical!es, pero se distinguieron Diéguez en Jalisco y Ellas Calles
en
Sonora.
Para coronar la obra revolucionaria, los Constitucionalistas, re­
unidos
en
Querétaro, promulgaron el 5 de febrero de 1971 una
nneva Constitución de corte libera:! y con un profundo a.nticatoli­
cismo; el de la furia revolucionaria del 89 en Francia. El ~tado
exclula sisremáticamenl!e a la Iglesia de la vida legal de la nación.
Se ie impedía ¡PC>Seet cualquier tipo de inmueble, aun los mismos
templos,

que
serían propiedad
de
la Nación, que podría autori­
zar su
utilización para

fines de culto
(.A:rt. 27); se prohibía a la
Iglesia rem,r escuelas y la ,enoeóanza de religión (Art. 3); por atentar
rontra ia "libert,ad del hombre" se prohibían los voros religiosos
y las órdenes monásticas y conventos (Art. 5); el Estado se arrog¡,.ba
la facultad de [egislar en mat!eria de cultos, desconociendo cua1qu;er
personalidad jurfdka. a la Iglesia, regulando el ejercicio de 'la "pro­
fesión" sacerdotal, negando a los sacerdOl!eS cualquier derecho ciu­
dadano y e,,:abkciendo que

no
existiría recurso de apelación en
los

juicios
sobre materia eclesiástica (Art. 130); este último artículo
.sería el punto más grave de cooflicto oon la Iglesia y la mecha que
encenderla
la guerm aistera.
Carentes de fuerza política entlre los revolucionarios o de re­
cursos militiares dentro o fuera del país, los católicos· no pudieron
sino prot,estar, siendo · expuJsaxlos . Jos Obispos · por haber oondeOlldo
junto con el Papa Beoodicto XV la felonía de los revolucionar;os.
La aplicación de fos preceptos revolucionarios fue desigual en
el país; mientras algunos -incluido el mismo Carmnza-se incli­
naban por una mayor rolera.ncia, pues temían la ira popular, otros
los aplicaron a la · letra, siendo particularmenl!e difícil la lucha en
Jalisco, donde el Obispo de Guadalajam, Monseñor Oro=, se ocul­
tó en el campo para ejeroer su mimsoerio. Allí el gobierno clausuró
las Iglesias y los católicos respondiera!). con multitudinarias manifes­
taciones, que obligaron a dar marcha atrás en 1919. El precedente
sería in,pc,rtame, J>1l"S oonstituía la primera constatación por parte
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LA GUERRA DE LOS C1'/STE1WS
de los católiros que iJa lucha no era circunstancial, sino que obe­
decía a

un
verdadero propósito de destrucción de la Igksia y con
ella de la Fe del pueblo, :pero al mismo tiempo, que se podía en­
frentar 11a. amenaza y vencerla.
Entre los revolucionarios, el afán de poder seguía produciendo
conflictos y luchas. Emfüano Zapata había sido asesinado, Francisco
Villa, derrotado por Carrama, se esrondía de la e,q,edición punitiva
norteamericana que

le
buscaba para vengar el aselto a la población
de Colombos, que Villa había reafüado para demostrar su disgusto
por el apoyo otorgi¡do a Carranza y que se le había negado a él. .lll
grupo radical de los Constitueionalistas proc1am6 en 1919 el "Plan
de

Agua
Prieta", rebelándose i,ncabezados por el genier,ú. Alvaro
Obregón amtra su antiguo amo Carranza (1).
Muerto Carranm en su huida, el gener"1 Obregón resultó electo
presidente por mayoría forzosa; una vez más los arontecimientos
obraban
en perjuicio de los católiros, que vteían aumentar la influen­
cia de los jacobinos en el poder.
El
general Obregón trató de realizar una política de reconcilia­
ción nacional, cesando de hootigar a la. Iglesia y devolviéndole mu­
chos de
los templos que habían sido incautados anterionnente, pero
nada
podía o quería hacer para que en los Estados sus ge,:remles
detuvieran la escalada anticatólica. La facción revolucionaria y jaco­
bina estaba formada en su mayoría por militares con mando, an­
tiguos constiruyentes y masooes, generalm.enre. Fanáticos anticató­
licos,

consideraban
que la · religión era sinónimo de oscuridad, hi­
pocresía, forma de explotación de los curas, quienes eran unos li­
oenciosos; enem;gos del progreso y del pueblo, eternos alliados de
los ricos y los extranjeros, etc. Fundarían la "Liga Anticlerical Mexi­
cana"
y la "Confedemc:ión Nacional de Librepensadores", desde
donde
presionarían continuamente a los revolucionarios poco celosos
en
el rumplimiento de su deber antidlerical. Sus nombres están 1\­
gados a la historia de toda esta época, ocupando los puestos más im­
portantes: gobernadores; jefes ele! ejército, líderes obreros, etc.
(1) dr. Alfonso Taracena.: La verdadera revolución mexicrma, Ed. JUS,
México D. F.
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ENRJQUE MENDOZA DELGADO
Ante el ca,rii que tomaba el gobierno, los seglares. católicos de
Morelia, temerosOO de noovas ofensivas, . formaron. por inspiración
del P. Vicente O,roo,::hn -pooreri°"""""" Obispo de Tabasco-, la
"Unión de Gatólicoo Mex1icanos", cooooida. generalmente romo "La
U", agrupación secreta que debería conservar la Fe en las cataeum­
bas en caso de persecución. Este grupo ailcaJJZÓ cierra difusión en
provincias, porticulamlente en la. pertenecerían muchos de los dirigentes· seglart,s y ecksiásticoo de la
guerra cristera pocos años después.
Otro aron1ledmienro importanre era la fundación de la "Aso­
ciación Católica de la Juventud Mexicano", ACJM, por el P. Ber­
nardo Bergoend, fragua de la juventud más aguerrida del catoli­
cismo y que se difuruliría rápidamente por todas tla• Diócesis, y
que formaría Oelooos los gobemantes de aplicar la O>nstitución, se realizaron
suoosivas ofensivas
contra las ~etas católicas. En Morelia, en 1921,
la clausura del Coilflgio Teresiano, defendido. por jóvenes de ACJM
y obreros católiros, produjo una ola de indignación que culmin6 en
una manifestación sobre la que disparó el ejército, produciendo 10
muerros entre los católicos, pero fouando al gobierno a rectificar
su decisión.· En Guadal.ajara seis obm:os católicos son asesinados al
salir de Misa por sindicalistas del gobierno en 1922; el Nuncio Papal
Monsefíor Filippi es expulsaclo del país por . asistir a la bendición
de la. primera. pialra del Monumento a Cristo Rey en el Cerro del
Cubiiere. A partir de 1923 se vuelve imposible seguir la ola de
itgresiones a la I¡jlesia y a Jos católicos: una bomba e9talla a los pies
de la Imagen de la Virgen de Guadalllfie, otta en casa del Obispo
de
Guadailajara; banderas rojinegras son izadas en las Catedral.es; las
profanaciones de Iglesias se suceden; expulsiones de saoerdooes ex­
tmnjeros, ataques
a

los
locales de
la ACJM,
despidos masivos a los
SindicaJisras ca1Ólis, clausura de escuelas, etc. Un b<,dl,o que va
a :resn.ltar decisivo es la celebración del O>ngreso Eucarístico en la
Ciudad de México en ocrnbre de 1924. La solemnidad de los actos
(2) Cfr. Antonio Rius Facius: La ;uventud católica y la revolu&ión
mexicana, Ed. JUS, México, 1963.
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LA GUERRA DE LOS CRIS'[EROS
y 1a afluencia masiva de los fieles fue consid.etada por el gobierno
como

un
abierto desafío ,en

su propio
terreno, que. tomó inmedia­
tas represalias contra loo empleados públicos participanre,; despidién­
doles
de sus empleol9. Bl acto exaltó más aún loo .ánimos de .Ja fac­
ci6n radical que exi,gfu. medidas drásticas. Sus deseos se verían am­
pliamente realizados al ser elecro como sucesor del general Obregón
uno de los más radical.,. anticatólkos del grupo: el general Plutai:co
Ellas
Calles. Si hasta entonces los presidentes hablan tolerado la furia
antia,tólica, al mismo tiempo trat>han de frenarla y pasar por mo­
deradoo; ahora rerminal,a esa situación, y Oilles, asesorado por el!
líder slmlica!ist:a Luis N. Morones, elaboraban el plan .para arrojar
definitivamente a la Iglesia de México.
El 2 de enero de 1925 un grupo de Obreros católicos y de la
ACJM fundan en Guadailajara un Gamité de Defensa de la Religión;
para defender sus dereciloo frente al gobernador, general Guadalupe
Zuno,

que se
erigká en implacable enemigo .de los

católicos, ce­
rrando escuelas y seminarios y tratando· de hacer ocupar los remplos
por

la policía. El
O>mité se transfurrnará pronto en la "Unión Po­
pu!lar", movimiento dvioo inspirado en la resistencia pacífica de
los
católicoo frente a los gobiernos perseguidores en Irlanda y Aie­
mania, y que aspiraba a organizar la luclia. Su organización era su­
mamente sencilla, tomando
como base. las parroquias y comunicán­
dose con sus afiliados por medio del periódico "Gladium", sus di­
rigentes serlan Anacleto Gonzilez Flores, joven wbogado y educador
de recia personalidad y aarisolacla piedad; Miguel Gómez Loza, sin­
dicalista catdlko, va!imte y arrojado, que estai:ía 52 veces en la
cárcel antes de

la
guerra; Andrés Nuíio, y otroo jóvenes entusiastas
y

aguerridos en las ya
largas Iuclias de los. católiaJs de Guadalajara.
La "Unión Popular" serfu. pronto un movimiento extendido por
roda la Arohldióc:esis de Guadalajara ---= la mayor del pafs-­
y algunas voonas, llega,ido hasta los más pequeños poblados y ca­
seríos. Su ¡,a,pell en la guerra cristera serla definitivo, como se vetá
postetiormente.
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BNRJQUB MBNDOZA DELGADO
La pen,ecución.
El primer ataque fOJmatl. contra la Iglesia revistió el intento de
cisma. Calles sabía que la ruptura con Roma garantimba la péroida
de la Fe, por lo que decidió io.tentarlo. Luis N. Morones y sus sin­
dkafutas formaron la "Orden de Caballeros de Guadalupe", y el 21
de
febrero de 1925, con la complicidad de un samtdote, ocuparon
la parroquia de la Soredad en la ciudad de México, fundando la
"I¿¡lesia Católia,. Apostólia,. Mexicana", al mismo tiempo que di­
rigían una llamada a todo el clero invitándoles a sumarse al cisma.
S6lo tres respondieron,
y al· igual que el "Patriaroi" se retractarían
públicamente
con postetiotidad. El hedho produjo un grave escán­
dado en todo México, la jerarquía condenó el intento y los fieles
respondieron a la agresión impidiendo la Cdlebración · de cultos en
el
templo ocupado por los cismáticos. Tras varios enfrentamientos
los cismáticos tienen que aba,ndonat y retirarse a otro templo ex­
propiado y secularizado con amerioridad.
La maniobra ha fracasado estrepitosamente. Desde entonces los
a,.tólicos de las pequeñas poblaciones de provincia montaban guardia
alrededor de las Iglesias, annados . de paros, piedras y amias de
fuego viejas, ante el temor del Episcopado de que esa actitud agra­
vara aún más lli. situación.
m 9 de marv.o, un grupo de 01tóliros, proooo,entes del antiguo
Partido Católico yde la Asociación Católia,. de la Juventud Mexia,.na
food:m, con el beneplácito del Episcopado, la "Liga Nacional. de
Defensa de la Libertad Religiosa", "ia UGA", dirigida por el li-
. cenciado Ceniceros y Villareal -ex-gobernador a,.tólico de Zaca­
teal&-, Miguel Palomar y Vi7.Catn!, Andrés Barquín y Ruiz, Reilé
Capist!rán, José González Pacheco y Otros a,.tólicos ilustres. Se suman
a la UGA lao más b.eterogéwm ~paciom,s, Unión de Damas
Católicas, Congregaciones Maria.nas, Omfederación Nacional Cató­
!ia,. del Trahiljo, Adoración· Nocrurna, Caballeros de Colón, Fede­
mcion~ Arohidiocesanas dd Tn,bajo
y posteriormente la Unión
Popular.
La UGA se proponía utllizar los recu,rsos legales para derogar
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LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
las leyes antkat61icas; el día 22 del mismo mes fue declarada sedi­
ciosa por el Gobierno, y sus dirigentes encarcelados. La LIGA alcan­
za.ria en septiembre de 1926 un millón de afiliadoo en todo el país,
pero su eficacia sería muy limita masas y por tener un carácter p,,edomina.nooment1e citadino, donde
las
condiciones

de
la lucha serian siemp1Ce favorables al gobierno.
El 26 de julio

de 1925
ocurrirían hechoo sangrientos en

Gua­
dalajara al cerrar el gobierno el Seminario. La Unión Popular or­
ganizó
una manifestación que "" · presentó frente al· Palacio de Go­
bierno llevando sus demandas; como respuesta "" ordenó ocupar las
iglesi""
qm,· defendían los católicos, quienes opusieron tenaz resi&­
tencia, produciéndose más de 600 heridos y contándose ,por cen­
tenares loo encatceladoo y detenidos.
Ante la orensiva
del Gobierno el Episcopado aconsejaba la línea
de
moderación a los fiel una lucha

a fondo
,en la

que
serla impasible llegar a

un
acuerdo,
pues ninguna
de fas partes estaba dispuesta a ceder.
El

año
de 1926 se inició con nna ofensiva del gobierno ,por la
vía legal.
El

6 de
enero es aprobada la reglamentación federal del
artículo 130 de la
Constitución (3), para evitat que la inexistencia
de una ley re~tatia impidiera a los gobernadores aplicar a su
criterio las ma:lidas anticlericales en rumplimiento de la Consti­
tución. El día 7, Calles solicitó del O>ngreso los poderes extraordi­
narios pata modificar · el Código Penal, que 1e son conoedidos, aun­
que de momento no hará uso de ellos. reservándose para el momento
más conveniente.
El 2 de febrero el Papa Pío XI dkige al Episcopado Mexicano
su carra "Parerna.e Saru,e Sollicirudo", en la que erhorta a los ca­
tólicos a empoender la acción dvica conma las leyes persecutorias,
pero absteniéndose
de formar un partidó coofesiondmente católico
pata evitar que el gobierno acuse a la Iglesia de sedición y de inter­
venir en

política.
Dos dí«s dmpnés, en entrevista · conoedida por
Monseñor Mora y del Río, Arzobispo de México, al periódico "El
Umversall", doclataba que los católicos no reronoclan las leyes cons-
(3) Vid. supra, pág. 6.
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titucionalai qu:e at:enmbaQ rontira la Libertad Religi0&, por lo que
'.las combatirían y lucharían por su derogación.
Las declaraciones fueron tomadas por el gobierno como una pro­
vocación, _,;¡ Obispo es detenido el día 6 y niega haber mencionado
lá expresión "combatir"; -post'ei:iotmente se diría que el reportero
era un agente provocador .del gobierno. Lo cierro es que las deda­
mciones brindllbaQ al gobierno la oportunidad que buscaba, y el
día 11
el Presidente Calles -ordma a rodoo -loo gobiernos estatales la
aplicación estricta de la Constitución, y de la reglamenr.ci6n del
artículo 130, dando al mismo tiempo I,,s instrucciones necesarias
pa,,a reafüar la clausura de conv..nros y escuelas católicas.
La prensa de aquello,; días se llena con las notas de ex:pulsión de
sacerdotes ex:tranjeros, clausura de -ronventos, desalojo de escuelas
y manifestaciones de cat6liC06 disueltas por la policía. La violencia
ron que se procedía sumi6 en -estupor al clero y a lois seglares, que
se v..ían im¡,otenres ame 1a, a,,bitrariedades.
Lentamente loo gobiernos estatales empezaron a legislar el ar­
Estado. Muchols compiten en furor revolucionario, en orros se llega
a acuerdos ron la Jewquía local. Durnngo autoriza 25 saoerdotes
para 500.000 fieles; Cdliml!, 26 ;pa,:a 62.000; San Lui9, 10 para 92.000;
Tamaulipa9, 13 para 350.000; Yucatán, 40 para 400.000; México, 140
para 500.000; AguMC311ieot1es, 1 por cada 50.000; ChihuahUl!., 1 por
cada 45:000; Jaili.sro, 1 por oda 5.000; ere. BI gobierno del Estado
de Tabasco, además, fija los siguiénres requi•itos: ser tabasqueño de
nacimiento, baber cursado todos loo estudios en escuelas oficiales,
ser mayor

de 40
años, de
buenos
antecedentes y moralidad, y ser
casado.
El Episcopado protest6 enérgicamentie en su Primera Carta Pas­
toral Colectiva -el 21 de Constitución y .recordando que "La Iglesia ha adoptado siempre po­
siciones definidas evitando los =emos, y hOf muy especW,mente ...
Contemporiza por amor a

la
paz . . . no busca el conflicto; pero si
ha de elegir entre renuncia,- a su libertad y desapam:er de hecho,
o def.enderse legal pero enérgicamente, no traicionará jllJlWI su causa,
que

es
la de Dios y de la Patria". A estas palabras respondi6 el
1492
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
gobierno exipuilsaodo aJ Delegado Apostóliro y deteniendo ai Obispo
de
Hqejuthi, Monsefior Manríquez y Zárate, acusándole de incitll.1'.
a la rebelión a sus •fieles en sus cartas pasrotales, en una de las
cuales respondía a loo ataqu,s a la Iglesia del Presidente Calles:
"Miente el Sr. Pt®dente ... si algún delito ha cometido el clero de
Méxiro es procisameor,, el oo haber participado en la polícica sucia
y. de enjuagues por la que resultan como representantes cid puel,lo
aquelloo sujeros que éste
ni conoce ni ama. • • . por esa no interven­
ción
o abstención criminal es por la que ahora esm:mos sufriendo
loo terribles
a.rores de la Plrovidencia Divina, de quien <11 jacobinis­
mo mexicano oo es sino un simple instrumento". Monseñor Man­
ríquei: estnvo bajo arresro domiciliario más de un año y posterior­
menre fue deportado del paJs, ya en plena guerra cristera.
Tanto

en el
Episcopado como
en
Roma. privaba un gran des­
roncierto.
El Episcopado Mexicano estaba formado por magníficos
sacerdores, de s81.ida pi..Jad y vida de Pastores de 1a Iglesia; su
Doctrina era sólidamente ottOdoxa, pero disentían respecto a la
conducta a seguir frente a la peraocución del gobierno, basándose
principalmente en sus ei,periencias personailes aJ frente de sus Dió­
cesis. Mientras algunos habían logrado la distensión con los gobier­
nos estatales, creían que era posible extenderla a los demás lug¡¡res¡
otros negaban mi posibilidad por conocer a los perseguid""", y re­
comendaban la adopción de una postura más füme. La maryoría du­
daba
y estaba
a la expectativa aJ igual que Roma. Por consejo del
Deleg,ido Apostóliro se cre6 un Comité EplsropaJ, encargado de
roordinar a loo Obispos durante el conflicto, y en el que se mani­
.festaba la misma divergencia de criterios. Todos estuvieron de acuer­
do,
sin embargo, en apoyar la acción de la Liga.
En loo meses de mayo y junio parecía que la tempestad se cal­
maba, ;pero el 14 de junio, Calles firmó el decreto que reforma.ha
el Código Penal, y que publicado el 3 de julio en el Diario Oficial,
edharía por tierra las últimas esperanzas de solución pacifica a la
cuestión religiosa.
Las adiciones aJ Código Penad, · conocidas como "Ley Calles",
fijaban penas
y sanciones para las infracciones a la Ley Reglamen­
taria del articulo 130

sobre
cultos. Est>iblocía sanciones de prisión
1493
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MBNDOZA DELGADO
y multas a quieneo inJlringieran la laicidad de la enseñanza, a la
prensa confesional, a quienes hicieran VOOJ!; !eligiosos, a quienes
'realizaran actos de culto fuera de los templos, a loo sooerdotes que
opinaran sobre materias polítkas, a los. sacerdotes que usaran sotana
en la vía pública y a los que ejercieran la "prore,ión sacerdotal" sin
haberse inscrito aore las autoridades estatales, que deberían dar la
respectiva
autoriz.ación. Esta última mclida era la más grave a ojos
de la
Iglesia, pot cuanto desconocía la exisencia de una Jerarquía
eclesiástica, ttataodo el gobierno
con

los
sacerdotes uno a uno y
dando las autori2aciOO de autorizar a sacordores indignos o cismáticos y eliminar a los que
le eran
incómodos. Constituía, adeniás, una profooda intervención
estatal en.
la

dbciplina
interna de la Iglesia, y que había originado
ya numer05as lucha:s a lo largo de la Historia, en las que no había
existido posibilidad de arreglo o componenda.
Reunidos los
Obispos, recibieron el día 7 de julio a los di=tivoo
de la Liga, que les sometieron 'P""' su aprobación un p~ de
resisreocia pacífica al gobierno. Colislstiría en el estaMecimiento de
un
Boicot
,económiro rontta el régimen, movilizando a los católicos
con el fin de que se abstuvieran de comprat todos los articulos que
no
fueran de primera necesidad, suprimir los gastos en· divetsiooes,
reducir el ronsumo familiat al mínimo, no usar los transportes pú­
blicos, boirotJeat las empresas del gobieroo y sus colaboradores, ves­
tir de negro en sefia1 de protesta y UOlL vasta operación de propa­
ganda. Loo obispos ao:edieroo a la petición y consideraron el plao
legítimo
y viable.
Al mismo ci.em.po, el Episcopado ttat6 de negociat roo el go­
bierno, pero éste
se mosttó inflexible. El 11 de julio ero¡,e,.ó a ha­
blarse entre

los
Obispos sobre una

posible
suspensión de rultos, que
sería una muda protesta que

pondría
aore toda la población y el
resto del mUDdo la atbittatiedad del gobierno; se esperaba que la
medida diera
como resultado a corto pla>x> el cese de las hostilida­
des y el inicio de las negociaciones. Muchos aún dudaban sobre la
perv,,rsidad del grupo en el poder.
El 22
de julio se envía por fin a Roma una roosulta sobre la
rooducta a seguit, y el 25 se publica la Segunda Catta Pastoral Co-
1494
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS CRJSTBROS
lectiva en donde los Obispos anuncian que: "La Ley del Eje<:utivo
Federal

de tal
modo vulnera los deredios. de la Iglesia . . . es tan con­
ttaria al derecho natural . . . es tan opuesta al mismo d,,r;edio O>ns­
titucional Mexicano, que ant1e semejanre violación de vad.ores mo­
rales tan sagrados, oo cabe ya de nuestra po,:tie oondesdencia nin­
guna ... y en la imposibilidad de continuar ejerciendo el roinistJetio
sagrado, después de haber consultado a nuestro Santísimo Padre
Pío XI, ordenamos que desde .eJ 31 de julio, se su&pellda en los
templos el culto público que exija la intervención del sacerdote".
Continuaba

la
Past:otaa dando norma& prácticas a los fieles para
continuar con su vida cristiana en tanto llegaba la solución, y les
invitaba a
unirse ~ las oraciones que para el dla 1 de agosto, el Papa
habla pedido
a 1a Iglesia Universal por los católicoo mexicanos.
La respuesta del gobierno fue radical, Calles declaro: "mi gp­
bi= no piensa siquiera suavizar las reformas y adiciooes al Código
Pena[", e instruía a todos los ayuntamientos para que el día · de sus,
pensión de Cll!ltos, · las autoridades se hicieran cargo de los templos,
nombrando una junta de 10 vecinos "de oo,guna manera nombra­
dos

por los
sacerdOtJes", que levantarían un inventario y se harían
cargo
de ellos. m Bpiscopado prohibió a los católicos formar parte
de estas juntas.
Tanto los
directivos de
la
Liga como los de Unión Popular velan
el inicio

de
una larga lucha ele resis1meia podfica, y recotdaban
como
modelo 1a lucha de los católicos en Irlanda con Daniel O'O>­
nell

a la
cabeza, o

la de los católicos alemanes con
Windliorst contra
el
Kulturkam1'f ele Bismark. Pero dado el carácter del enemigo, era
swru,menre dificil que mi resistencia :le doblegara; además, para em­
prenderla
se necesitaba una 01:gaofaación altamente disciplinada y
preparada que

no
existía, sailvo -tal """-el caso de Unión Po­
pular

en algunos
lug¡¡res. .Adelantándose a las decisiones de sus jefes
y
forzándoks a seguirles fioaJmenre, serian ios católicoo comunes
los

que
emprenderían 1a resisrenda armada contra el perseguidor;
para ellos todo estaba claro; oo en.rendían de razones de alta política
ni
de diplomacia, ni

de
estrategias ni tácticas, el asunto era bien
sencillo: Dios
era perseguido y su Iglesia proscrita por un César
tiránico y cruel; todos los hombres tenlan el deber ele · defender
1495
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MENDOZA DELGADO
aquello que eta el constitutivo mfrs profundo de su ser y base de
todas las demás: la libertad de creer y servir a Dios.
El 29 de julio ,s fusilado en Puebla el primer mártir, José Gar­
cía Farfán, por negarse a retirar del escaparate de su tienda. el le­
trero que decía ¡Viva Cristo Rey! El 31 de julio, ú!ltimo día de cul­
ros, los sacerdotes llevaban días. enteros sentados al confesionario,
ceiebraooo matrimonios, bautizando nifios; enormes multituda'l se
agolpaban en las Iglesias entre lamentos de dolor y rabia contenida,
las penitencias y expiaciones eran u.niversales, todos vestían de luto.
El clímax se a!OIJJ2:6 en la última celebración y el retiro del Santí­
simo
Sacramento de

los
altllires · en

las
misas solemnes a media noche:
"aquel dla ya no había a.legrla, ya no había tranquilidad, el sentit
eta algo
ex1lrlliío, todos los ánimos exaltados, manifestaciones de
dolor -'-¡Válgame
Dios! ¿Qué nos irá a sucedet?, seguro el fin del
mundo .:..-..lecían unos-; son ,lJUeStrOS pecados .:..-..lec!an 01:r00-, a lo
que todos respond!an aJfirmativamente. No hubo quien durmieta en
esa noche, romentando el porvenir,.: ~¡Dios mío 1 ¿Cómo describir
esa hora?- ... qued6 el santo lugar hedhoun mar de lágrimas, en
medio de las tinieblas salía la gente . . . repetcutieodo en las b6ve­
das los ayes de dolor que sallan de toda:s las l,o(as •.. " (4).
La resistencia paeífica.
Al presentarse a:! día siguiente las juntas de vecinos para efec­
tuat los inventarios de [os templos, se produjeron los primetos en­
frentamientos, localizados·· en su mayoría en pequeñas poblaciones
de provincia, donde el pneblo montaba guaclía pa,ra evitar las pro­
~ Durante todo el mes de agosto se repiten los incidentes;
un caso
típico en el ·Santuario de la Virgen de Guadalupe en Gua­
dalajara: La Ulli6n Popular monta guardia en el intetior del templo.
Los
católioos se patapetan y combaren con piedras, palos, cuchillos y
algunas alrmas de fuego a los soldados que pretenden ocupar el tem­
plo, haciéndoles retroCeder. Se envían riefuetros, y 250 soldados
(4) Josefina Arellano, de San Julián, Jalisco, cit. por Meyer.
1496
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE LOS CRJSTEROS
toman los alrededores de la Iglesia desalojando a todos los babitan­
,es y dispa,rarulo sobre los que pasaban; la lucha amtinúa hasta el
día siguiiente cuando se pacta la rendición; las mujeres y los niños
son liberados y 390 hombtes son conducidos a prisión. En la acción
ha.n muerto 43 perSOtlllS entre .soldados y católicos,
Es y semejantes incidentes multiplicados por cien, motines
en
Oxula, Acámharo, Tlaxiaco, ere., aumentan la hostilidad y fric­
ciones.
Las peregrinaciones pota e,piación se suceden continuamen­
te durantre el mes de septiembre; los peregrinos, descaJ206, con los
estandattes de

sus
cofradías y entre cánticos, rerorren los caminos
de
pueblo a pueblo visitando los san)llarios. Aún in11enta.rán los Obis­
pos negociar con el gobiiemo, pero éstre no cede.
En las ciudades 1a Liga¡ redobla los esmeraos del boicot; los in­
formes son satisfactorios. En Guadalajara, de un tQtal de 25.000
alumnos en escuelas públicas, son recitados por los ¡,adres n.ooo;
las ventas de automóviles se reducen en un 90 %, las de comestibles
un

25
%, la de ropa un 29 %, la asisllencia a espectáculos al 25 % ,
etcétera, y el presidente expresa su preocupación en su informe al
Congreso el 1 de septiembre.
Los primeros levantamien acaudillados

por los líderes
natucales y los hombtes más respetados
de
los pueblos; en la
mayoría de

los
casos no per11enecen ni a la Liga
ni

a
ninguna otta

agrupación. Se levantan
sin planes pteconeebidos.
En agosto hay' ya 6 partidas armadas. Caso modelo es el de Cblllchi­
huites en el Estado de Zacatecas: el ejétcito aprehende al presbítero
Luis

Bátiz
y a un grupo de jóvenes de la Asociación Católica de la
Juventud; se produce un tumulto y los católicos acuden a Pedro Quin­
tanar -!hombre respetado en la región-para que los libere. Quin­
tanar prepan una emboscada, pero antes de caer en ella, los prisio­
ru,ros son fusilados, se ataca al destacamento y mueren algunos sol­
dados, recitándose los restantes. Quintanar convoca a sus amigos para
luchar
por la religión y oofenderse de la represalia del gobierno, y
con un centenair de ellos sitia y derr0ta a la guarnición de Huejuquilla
El Alto, Jalisco, escondiéndose postetiorrnente en la sie de los cristeros había comenzado.
Entre los dirigentes de la Liga no había aún planes ¡xtra la re-
1497
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUE MENDOZA DELGADO
sisrencia atmaila; los Obispos, en su caJi dirigen un memoria1 al Omgreso el 6 de septieo:ibre solicitando la
Reiforma de las Leyas. La petici6n es JleCb=da por 160 voros contra
uno, alegá.ndose que

al
haber rechazado la Constitución habían per­
dido

su
calidad de ciudadanos. Aún

se
insistirá en los medios legdes
rerogiérulose

dos millones
de firmas para someter a referéndum una
Refonna O>nscituciooaJ.
(el pals teufa 15 millones de habitantes),
pero la petición es desestimada por los Piputados.
Entre los jóvenes de · la ACJM se empiem a hablar de resisten­
cia armada; el día 6 de sepniembre J.

Silva
y dooo oompañeros que
iban a levantarse en armas son denunciados y ejecutados entre vivas
A
Cristo
Rey y a la Virgen de Guadalupe; el presidente de la ACJM,
René
Capistrin, de

28
años, maroha a

Estados
Unidos a buscar con­
tacto

con
mllitates que desde el destietro planwn levantarse en ar­
inais rontta Callas. En una ,eunión a finales de septiembre, el presi­
dente de la Liga Cenicetos y Villatteal recibe múltiples ronsultas
para
iniciar

la
resistencia armada, y escucha a Luis Navarro Origel,
representante de
la Liga en Pénja:mo, Guanajúato, ""POOet¡,, sus
propósitos
de levantarse en armas ron 1.500 hombres el próximo
día 29;
ron el

que
se contaría,n catorce levantamientos en un

solo
mes.
Purante los primetos encuenttos ell ejército dispersa fácilmente
a

las
partidas católicas lnflingiéndoles numerosas bajas, pero los
levantamientos ron1linúan. En el pueblo de Sanciago Bruyacora, tradi­
cionalmente padfiro, a la ent!rada de la Sietra de Purango, apareció
un

decreto en las puertas del
templo ante el estupor del pueblo:
Señalaba
las penas siguientes: "l. Si repican las campanas, el en­
cargado
del templo ,multa de

50
pesos y un año de prisión; 2. Quien
ensefie a = a sus hijos, la misma pena; 3. En toda casa que haya
santos, por consiguiente; 4. Toda persona que porte insignias en su
cuerpo, la misma pena", etc. Los vecinos reunidos opinaban que
era mejor !Udha.r hasta morir para defender la reiigión. Agredidos los
agentes encargados de hacet los inventarios, eligieron a Trinidad
Mora oomo
jere, juntándose 286 hombres de los que sólo · 140 te­
nían algún anna. Esperaron emboscados al ejército causándole gran
número de

bajas,
y cuando éste volvió con JJeÍU 1498
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE LOS CRJSTEROS
Wad6n, incluidos runos y mujm,s, tuvieron que refugiarse en la
siel:ra abandonándolo todo. Cinco regimientos costaría al gobiel:no
la lucha en Durango sin lograir dominar a un grupo de Oll!llpesinos.
Los levantamientos se propagaban como mancha de aceite en
los
Estados de
Jalisco, Michoocán, Durango, ZacateeaS, Guanajuaro,
Guerrero, etc. Antiguos villistas y zapatistas, miembros de las De­
fensas Rurales, eran los protagonistas. Por fin, la Liga se enfrenta
al
hecho consumado y crea un Comité Especial o de guerra, formado
por

los militantes más
j6venes, que tendría la misión de organizar el
movimiento armado y coordinar a los grupos autónomos que ya ac­
tuaban.

Sin
embargo, !a magnitud del movimiento desbordaba las
posibilidades de !a Liga, que no podría nunca controlarlo del todo,
pasando de ser una organización pacífica y

de
masas a
una organi­
zación militar 'luchando ron dificultades imponentes, en un breví­
simo período.
Ante los
acontecimientos en el campo y en provincias, los Obis­
pos se concentraron en la
Ciudad de

México, marchando
oqos al
extranjero.
Los sarerdotes se concentran también en la Ciudad de
México y muchos se entregan al mini~terio clandestino, mientras
otros marchan hacia Estados Unidos, Espafia o Italia con 'los semi­
naristas.
Monseñor Orozco y Jiménez, Obispo de Guadalajua, permanece
oculto entre sus fieles en el ca.ropo, continuan pero
negándose a manrener contaJCtOO con los leyantados en anuas;
80

de sus sacerdotes le imitan; lo
mismo horá el Obispo

de Colima,
Monseñor Amador
Velasco, con

15 de sus
sacerdotes. Estos sacette·
dotes deciden permanecer

con sus fieles,
sabiendo que su vida

corre
poligro inminente; la mayoría de ellos petteecetteá a manos del euemigo
en la lucha, 11,:vando al heroísmo el mandato de Cristo: ""El Buen
Pastor da su vida j_Xlt sus ovejas". Otros más se convertirán sin que­
rerlo en capellanes castrenses al levantarse en masa sus parroquias
y acompañarlos en todas sus vicisitudes. Cinco tomarán las armas
contra el mandato expreso de sus Obispos, y dos de ellos serán im­
portantísimos jefes
militares en

la región de
Los Altos de Jalisco:
el

párroco de Ayo el Chico, P.
Aristeo Pedroza, y

el P. José
Reyes
1499
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUB .MENDOZA l)W,GADO
Vega, de Arandas, a[canzando amboo el grado de Generales del Ejér­
cito
Cristero o "Guardia Nacional".
La Unión Popula,r se opone a la ludia a:rmru:la, para la que no se
siente preparada, Monselíor Orouo luoha pa,ra que el movimiento
no
.P"S• a la clandes!inidad, y hace esfu= heroicos para contener
a los jefes locales que quieren tomar las. armas. Pr,;sionados por la
Liga, al final ceden, sµmándose al plan de [evantamiento general que
se prepara paira el primero de enero de 1927, siendo nombrado René
0.pisrrán jefe milirar a pesar de esrar en Estados Unidos, y que en
su locuru;idad e inexperiencia .i,a,rá creer a l.a Liga que ron un ejército
reclutado en
Estados Unidos tomará en la kcha señalada la ciudad
fronreriza de Paso del Norte, conrando con la rolaboración de mili­
wes enemigo& dd gobierno y con el dinero de los católiros norte­
americanos. Mas esras promesas eran faliwes; la Liga pensaba que
con dinero se podría dar un golpe de fuerza sorpresivo, paralizando
al

gobierno
y obligándole a negociar; sin embargo, su impetuosidad
le
impedfa ver

que
los católicos norteamericanos adoprarían la pos­
tura que Roma aconsejara, y que hasra el tnomenio no se había pro­
minciado a favor de la resistencia limlada. Los católicos norteameri­
canos cooperarían, pero para una acción pacífica y sin mudto en­
rusiasrno,
pues no comprendían ni la situación
ni el carácter de la
lucha que
se desarrollaba

en
el país vecino, ran alejado de ellos en
menralidad
y COStumbres.
El 18 de noviembre Pío XI publicó su Encíclica "Inniquis Af.
flictisque", deplorando la triste situación de la Iglesia en México y
la imposibilidad de haber podido llegar a la Paz, "es la hora y el
podet de 1as tinieblas", decía.
La Liga elevó una consulta al Episcopado sobre la Iicirud de la
resistencia amnada; el Episcopado ron~ró recordando la Doctrina
rradicional

sobre el
tema, reafirmando el derecho que tienen los ca­
t8licos
a resistir la tiranía haobiéndose agorado los medios pacfficos.
Sin embm-go, omitían pronunciar ron claridad si en la situación mexi­
cana esraban dadM todas las condiciones necesa,rias, actirud secun­
dada pot Roma, que tampoco se pronw,,:iaba oficialmente.
El

gobierno,
convencido que
la religión era "asunto de mujeres",
pretendía ignorar
la gravedad de los sucesos, acusando a los cris-
1;00
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE LOS CRJSTEROS
teros de ser simples bandas encabezadas por sacerdores y sin ningún
apoyo

popular. Tras los primeros
motines requisó,

sin
embargo, ar­
mas
y caballos, vigilaru:lo a los líderes católiros en la provincia.
A principios de noviembre

se
hacían los

preparativos
po.a el
Alzamiento, ttas cinro meses

de
soporr,µ, vejaciones, agresiones y
humillaciones, tras haber sido rechazadas todas las peticiones al go­
bierno y sin que las oraciones y penitencias hubieran puestO fin a
la
persecución.
La resistencia armada.
A) Sus p,-otagomstas.
Los cat6liros levantados en armas fueron motejados _por sus
enemigos "los
cristeros" por
su grit0 de combate ¡Viva Crist0
Rey!,
pero
el nombre hizo fortuna, pues tenía la virtud de explicar la di­
mensión más profunda de
la lucha, por lo que prontO fue adoptado
por tOdos.
El

que más
tarde sería el ejército crister0, la "Guardia Nacional",
no era en sus orígenes sino el pueblo armado, su composición era,
por consiguiente, muy heterogénea. Los combatientes eran desde an­
tiguos
soldados de
la
&evolución, hasta niños y adolescenres que se
presentaban

a incorporarse a filas
pnwisros de un tifie y un caballo
arrebatados
a algún
soldado del gobierno. Así, entte los fusilados se
verán
desde niños

de
tteoe años hasta ancianos

venerables, aunados
tOdos en la defensa del rniomo ideal.
Los estudios realizados por Meyer .(5) han mostrado también la
multiplicidad de

orígenes
sociales, que

llevan a concluir que
la guerra
crisrera ha sido el
movimient0 popular

más completo en
la historia
de
M6dro. Desde

los
hombres de

la costa hasta los de
la montaiía,
de

los bravos mestizos a los
paclfiros indígenas, desde los hijos de
las familias
arist0cráticas hasta los

del último peón de hacienda.
(5) Meyer, Jean: La Cdstiaáa, 3 tomos, Ed. Siglo XXI, México, 1973.
La Christi,de, Ed. Payo~ París, 1972.
1501
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MEND0ZA DELGADO
Tal vez sólo baya una ausencia, la de los católioos ricos, partidarios
de la ronciliación a ruailquier precio -y consranres mediadores entre
gobmo
y pu!eb!o; en su cómoda seguridad no comprendfan las pe­
nurias de los demás,. teniendo además la posibilidad de organizar cul­
tos clandestinos en -sus casas semitolerados por el gobierno. De sus
manos jamás
caería

un sólo
centavo para la ludlia. De esta división
de

los católicos el gobierno obtendría ventajas.
Las mujer,es estarán ptesen.tes y serán quienes inicien a menudo
la resistlencia, se les encuenrra en las arriesgadas labores de espionaje,
comunicaciones, fabricación de municiones, servicios sanitarios y sin
que haya faltado alguna en los grupos de acción directa en las ciu­
dades. Es todo un pueblo que se desborda
de entnsiasmo religioso, que
comprende la rrascendencia del
momento que
vive, y que
of~ere todos
los sacrificios necesarios como justa expiación de sus culpas. Su vida
religiosa va
desde el

más puro misticismo y de las virtudes heroicas,
basta la

fe .sencilla y radical
de los

campesinos que
aifirman solem­
nes:
"Si voy a morir por Cristo no necesito confesarme. Dioen que
el bautismo de la sangre es mejor que el ordinario"; o que animan
a sus compañeros· a sumarse ·al levantamiento con una sencillez sor­
prendente: "Hay que ganar el cielo ,ahora que está barato". Las prác­
ticas
religiosas

son numerosas:
el Rosario, la Adoración al Sant!siruo
Sacramento, los himnos religiosos. Están familia,cizados con el Apo­
calipsis,

identifican a Calles con
el César perseguidor, piensan que
Dios pide la
sangre de

los
mártires para el perdón.
Su fe monolítiéa les_ 'hará dóciles ante· sus pastores, y cuando las
debilidades humanas de los mismos les quiten la victoria de las
manos, · no se oirán voces airadas, sometiéndose a los deseos de la
Iglesia jerárquica aunque no alcancen a comprender: "Dios siempre
sabe por qué
permite las cosas".
Los

jefes de los
cristeros eran los jefes naturale;, elegidos por
votación entre

los
combatientes. Muy pocos fueron militares o te­
nían experiencia guerrera, pero con su asesoría las bandas anárquicas
y

desorganizadas de
fos primeros momentos,

se
rransformarían en
dos
años en unidades
perfectamente disciplinadas

y organizadas,
ope­
rando a nivel de regimiento y en muchos aspectos superiores al mis-
1502
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
mo ejército del gobierno. Al iniciar la lucha sólo contaban con es­
copetas, rifles viejos

de todos los
calibres e instrumentos de trabajo;
al terminar la guerra todos estarían perfectamente armados con las
armas
arrebatadas al eoomigo.
Coooc,dores
del terreno, operaban con gran d,senvoltura y .mo­
vilidad, en vastos territorios con pocas carreteras que hacían defi­
cientes los medios modernos del ejército frente a la fomtidable ca­
ballería cristera, en una guerra sin frentes y en continuo vaivén.
El eterno problema fue el de las municiones. Las arrebatadas al
enemigo no permitían grandes acciones ofensivas, siendo numerosas
las ocasiones en que la victoria se escapaba por falta de munición.
El proceso de recarga de casquillos era lento y muy limitado, el go­
bierno norteamericano había dado e'l monopolio para la compra de
armas al

Mexicano y
embarg•ba todas
las adquisiciones que los cris­
reros intentaban hacer. :& S01'prendente que en estas circunsta,ndas
hayan podido sostener con éxito una lucha desigual contra un go­
biemo que tenía a su disposición los arsenaJ.es norteamericanos.
Los cristeros sufrirían todo el rigor de la "Conspiración del si­
lencio", tanto en la prensa nacional como en 1a extranjera, sin que
su prensa clandestina pudiera enfrentarla. El apoyo inrernacional uná­
nime
para Calles no sufría
prácticamente ningún .menosc8Jbo, a pesar
de

los
esfuerzos de

la Liga a través del
comité VITA-México,
que
en Nortearnéricá y Europa trataba de hacer conocer a los católicos
el drama de la Iglesia mexi'Ca.na:
El Ejército Federal Mexicano era al mismo tiempo el gobierno.
Todos los
funcionarios importantes, los

gobernadores
de los Estados,
el mismo presidente, eran
militares. Su rormación masónica y anti­
clerical la
hemos expuesto anteriormente, por

lo que
se comprenderá
la

pasión que
ponían en una lucha

que
consideraban como

un asunto
de honor personal.
Los saqueos de Iglesias y su profanación eran fre­
cuentes y universales, las parodias sacrílegas, las misas negras, las
blasfemias, las despiadadas torturas a saoerdotes, los asesinatos infa­
mantes a seglares
y sacerdotes, hal,Iaban cla.ro del odio satánico y
anticristiano que
les inspiraba.
Contaban

con
armas ,en obundancia, especialmenre a partir del
momento

en que Calles
abandonó su

política de hostilidad a
Norte-
1503
Fundaci\363n Speiro

ENkJQUB MBNDOZA DELGADO
américa, concediendo amplias seguridades y eonoesi"-de explo­
tación minera y petrolífera a cambio de recibir el apoyo monetario
para cubrir los gastos de guerra y paliar el impacro del boicot.
Los soidados que componían el ejército etan reclutados por paga,
y aJl recrudecer la guerra cristel:a, por leva. Muchos se negaban a
luchar contra los cristeros y huían al primer encuentro o se pasaban
a ellos; otrOS lU®ban romo tropas auxiliares para poder conservar
sus tierras. Los datos son elocuentes: sobre un efectivo de 75 .000
hombres, en 1928 hubo 28.000 desertores, y en el primer semestre
de 1929 fueron 21.214.
La táctica utilizada contra la guertilla cristera era sencilla: ase­
gurar puettos y fronteras para impedir la entrada de pertrechos,
controlar las grandes ciudades, custodiar las carreteras y vías de fe­
rrocarril El resto era mna enemiga a la que se entraba en fuertes
columnas
perfectamente equipadas,

obligando a
conoentraciones de
población y

arrasando todo a su
paso, realizando bruta.les represalias
sob,,e
la población civil, que lejos de_ aterrorizarla . enceodían más
aún
su
espíritu de lucha.
La violencia contra los civiles provocaría grandes éxodos hacia
la Ciudad de México, Guada1ajara, León y Los Angeles, en Estados
Unidos.
Geográficamente, el peso de la lucha reca,,ría en la zona Centro­
occidental del· país. Los estados del norte no conooedan la lucha por
los
aruerdos logrados entre las autoridades edlesiásticas y los gobiet­
nos locales, evitando que el levantamiento repercutiera en todo el
país y favoreciendo por supuesto al. gobierno. En el resto de los Es­
tados hubo levantamientos esporádicos y poco numerosos, que nunca
llegarían a constituir amenazas serias al poder.
B) L, Gum-a.
La primera etapa de la guerra se inicia con el levantamiento en
inasa el 1 de eneta de 1927 y abat<:a hasta el nombramiento del ge­
neral Enrique Gorostieta como jefe de la "Guardia Nacional'" o
ejército de

Cristo
Rey.
1504
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE LOS CRISWROS
Los levantamientos de enero se· .efectúrul por partidas que van
desde los 15 hasta los 1.500 hombres. Reúnen las pocas armas que
pueden y atacan los objetivos que ellos misníoo se han fijado gene­
talmenre
destacamenros aislados del ejército o sus tropas campesinas
auxiliara
El a.Iza.miento sotprende al ejército y alcanza éxitos en los Estados
de Morelos, Guerrero, Méxioo, Oaxaca, San Luis Potosí, Zacatecas,
Colima, Goaihui!a, Michoacán, Guanajuato, Durango, Nayarit, Dis­
trito
Federal y Puebla. En León la oonspiración es traicionada· y sus
dirigentes, en su lllllyorfa de la Asociación Católica de la Juvenmd
Mexicana, son
fusilados. En el norte de Jalisco hay un rifle para cada
15 cristeros, y

en
los Altos de Jalisco, largamente preparados por
Unión Popular, los hombres de "Chéma" Rodríguez, Pedro Sandoval,
Victoriano Rodríguez "el 14", y los PP. Reyes Vega y Aristeo Pe­
droza parten a la lucha. cantando:
"Tropas
de Jesús, sigan

su bandera,
no
d=ye nadie, vamos

a la
guerra".
El

15 de
enero el

Episcopado
señala a
la Prensa
que es
ajeno al
movimiento armado,
pero los católicos tienen derecho a defenderse.
El 11 de febrero Monsefior González y Valencia, tras oonsultar a loo
Teológos
de la Gregoriana en Roina, escribe

su ptitnera
Carta Pas­
toral a sus fieles: "Séanos ahora lícito romper el silencio sobre un
asunto del
cual nos sentimos obligados a hiblar. Ya que en nuestra
Archidiócesis

muchos católicos han
apelado al recutso de las ar'
mas

. . .
creernos nuestro deber pastoral afrontar de lleno la cues­
tión . . . Estad tranquilos en vuestras conciencias ·y·· recibid nuestra
bendición"; la
pastoral -que nunca

llegó a
sus destinatarios--- mo­
lestó a Roma, que no se pronunciaba en ningún sentido esperando
los acontecimientos. ÜtlID Obispo, el de Chihuahua, condenaba todo
intento de resistencia armada en otra pastoral, impidiendo que sus
fieles tomaran las armas.
Para somleter a

los Ctisteros el gobierno
lama.rá cuatt0 ofensivas
en los Altos, sin resultado apreciable; en el mes de marro, en la ba­
talla de San Julián, tendrán que retirar más de 180 cadáveres y
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MENDOZA DELGADO
abandonar armas y bagaje~ El Secretario de Guerra, g=-1 Amaro,
dirige persona.lmente las. Q~iones contra los Crisreros, registran­
do más de

139
combates anres de marzo en. Colima, Guanajuaro y
Guerrero. _En su ofensiva ~tra los Grjsteros de Colima, maodado1t
por Dionisia Ochoa, éstos deben furtificarse en l le resistirán
hasta el mes de agosto, a temperaturas bajísimas, sin
armas ni

comida
y con todas sus familias. En Guanajuaro ,en vano
tratará
de dominar a Rooolfo Gsllegos, que apoyado por una buena
organit.aci6n civil, realiza cqrrerías por la Sierra Gorda. En Cotija
Prudencia
Mendoza sorprende al ejército, causándole nwnerl!Sas ba­
jas
y poniendo en fuga a más de 1.500 soldados con 800 campesinos
cristeros.
Un tanro importante se anotará el gobierno cnando por indis­
creción e imprudencia de un joven cristeto detenido,. la policía des­
cubre la casa de Guadalajara donde se oculta el jefe de la Unión
Popular,
Anadeto Gon:zález Flores, que es torturado y fusilado junto
con otros
tres compa.iietQS el 1 de abril en el cuartel "Colorado"'.
Af mismo tiempo son expulsados clel país seis de l Obispos
que
quedaban. El

día 19
el P. Reyes Vega asalta el tren de
Guadalajara, dando

muerte a 82 soldados de
la escolta en la batalla
y logrando un importante botln. El incidente causará gravísimo im­
pacto por tratarse
de la principal vía de comuniJ;aCión del país, y
por constatarse la incapacidad del ejército para garantizar su segu­
ridad. En el sur de Jalisco la Liga trata de coordinar los diversos
grupos

que
operan autónomarnente, nombrando a Jesús Degollado
Gu{zar
genetai de

la División del Sur, que comprende
parte de Ja­
lisco, Colima
y Michoacán. Se inician así los trabajos enea.minados
a
dar unidad a los Cristetos en la "Guardia Nacional", apreciándose
de

inmediato los
resultados al
coordinarse las
fuerzas de
Degollado
con las
de Luis !barra, Carlos Bouquet, Dionisio Ochoa y Ezequiel
Mendoza Barragán.
En el mes de junio,. la Liga se decide por fin a relevar del mando
a
René Capistrán, que desde Estados Unidos prometía el oro y el
moro sin
aportar un

solo dólar o soldado. El día 27 del mismo mes,
un grupo de
mujeres de Unión Popular

encabezadas
por María Go­
yaz, y asesoradas por el abogado Luis Flores, fundaron las "Brigadas
1506
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
Femeninas Santa Juana de Ateo", institución admirable en todos loo
sentidos,
exclusivamente

femenina
y rigurosamente clandestina, cuya
finalidad era
proveer a loo combatienres de pertreehos de guerra, fre­
cuentem<:nte fabricadoo
por

ellas,
conduciéruloloo al

frente; así como
!&bores de

espionaje, contraespionaje,
comunicaciones, sanidad
y
atención a
las familias de los crisreros. La existencia de las Brigadas
no fue advertida por el gobierno sino hasta marzo de 1929, cuando
cayó en su poder el primero de los chalecos en que transportaban
las balas bajo sus ropas. De un grupo original de 13 en Zapopan,
pasamn a ser 25.000 en tuda la zona de guerra, reclutando sus
mili­
tantes ,entre tudas las clases sociaies. Coordinadas con la Liga o con
loo jefes cristreros, prestamn una

colaboración insustituible y no
pocas
hallaron la muerte en sus arriesgadas empresas.
A
fioes de junio la Llga ,estimaba que existirían unos 20.000
cristeros ren armas.
La segunda etapa de la guerra va desde el nombrarnienw del g,>­
neral Enrique Gorostieta como jefe de la "Guardia Nacional" el 27
de julio de 1927 hasta julio de 1928 con la muerte del general Al­
varo Obregón, y que
marca la etapa de organización y consolidación
definitiva del movimiento
y ejérciw cristero.
Tras

largas
conversaciones y búsquedas, la Liga designó
como
Jefe de la "Guardia Nacional" al
general Enrique Gorostieta Ve­
larde,

general de artillería retirado
· por haberse negado a colaborar
con el gobierno del generail Alvaro
Obregón. Indiferente ante la re­
ligión, al
contacw con

sus soldados se
itía operando en

él una pro­
funda
trausformación que

le llevaría a identificarse
Wta!mente con
la

causa. Gran
organizador, hombre de palabra llana y franca, supo
ganarse la

confianza
de los cristeroo que le seguían ciegamente. No
pudo

entrar en
contaew con

sus hombres sino hasta
,el mes de oc­
tubre de 1927, pero no perdió el tiempo.
Cabalgando día y noche a
uo
promedio diario

de 30
leguas, reorganizó totailmente las unidades
cristeras; reglamentó loo grados de la "Guardia Nacional", eiopidió
oombrarnienws, creó
un

Estado Mayor, designó
zonas de opetación
a loo diferentes destacamenws unifonnando sus efectivoo, hizo dat
instrucción a los cristeros, les infundió espírim de disciplina y co­
operó a la organización civil cristera.
1507
Fundaci\363n Speiro

BNRJQUJf MBNDOZA 'DELGADO
Bajo su mando se iniciaron las grandes operaciones, establecién­
dose
sólidamente
los cristeros en Jalisco, sur
de Nayarit, Aguasca­
lientes, Querétaro, Guanajuato y Zacotecas. Benjamín Mendoza cau­
saba 300 bajas al Ejército e'! 27 de octubre, el propio Gorostiera di­
rigiría la toma -de Jalpa en donde sin perder un solo arisrero causó
más
de 300
muertos al

ejército; la toma
de poblacion,,s eta continua,
estableciéndose bases y zonas liberadas, donde los cristeros instalaban
sus propias autoridades

civiles, escuelas
y servicios públicos, que
podían pasar a la clandestinidad cuando el ejército recuperaba las
posiciones:
El artífice de la -mejor organización civil cristera era el Gober­
nador Cristero de Jalisco, Miguel Gómez Loza, muerto posreriot­
menre
en una emboscada, y que oculto mandaba sobre todas las zonas
libres.
La

División del Sur de la
"Guardia Nacional",
mandada pot el
gmeral Jesú•-Degollado, lanzó una ofensiva-en el mes de septiembre,
tomando el 19 Juchitán, y el 29 O:x:u!a, a las puertas de Guadalajara.
Postefit>tinente, en una: gran· operación, tomaría por algunas horas el
puerto de Manzanillo, ert el Pacifico. -En Durango Trinidad Mora
resiste en
la Sierra a los regimientos enviados para buscarle; en
Colima
los cristeros llevan la lucha hasta el mismo centro de la
ciudad, -y las ofensivas: lanzadas con artillería y aviones sobre sus
campamentos de Lbs Volcanes son Pedro
Quintanar y sus
tropas-dominan" la zona de Huejuqilla y
Val­
paraíso hasta el! Pacífico.
La guerra de guerrillas cri.ste'a es de gran efectividad; "1 Coal~
comán el 27 de julio de 1928 son sitiados tres regimientos del Ejér­
cito,

dejando
110bte el campo más de 1.500 cadá.veres; se lanza una
contraofensiva con

3
reg1mientos, 2 batallones y artillería, y los cri&­
teros vuelven a ·triunfar, ca.usándoLes cerca de 1.000 muertos en séis
meses. La proporción de bajas es scrprendente, debida, sobre todo,
a
la táctica de los crÍsteros, ' pero ·que ellos atribuían también a la
Providencia. Así Ramón Aguilar causa al 11.º Regimiento 100 bajas
contra 2 suyas, Luis Navarro recibe
5 bajas en

el
combare de
"El
Fresal" contra 189 del ejército,

Dionisio
Ochoa, en Colima,

pierde
4 hombres frente a 3 75
soldados del

gobierno; Pedro Quintanar,
en
1508
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE LOS CRJSTER.OS
Arandas, pierde 7 contra 145, Luis Navarro, en Ahljillo da muerre
a

125 soldados
sin perder un sólo hombre, y· en Coo'.lcomán a 133
contra 2; Ezequiel Mendoza tiene en 'I'ehuantepec una sola baja
frente a 200 del ejército, etc.
En enero de 1928 el gobierno lanza su mayor operación contra
la z011a cristera por eiccelencia, los Altos de Jalisco, tras concentrar
a

la población,
pero los cristeros se les escurren entre las manos.
A

partir de
ese momento se ve

cada
vez más dif(cii que

el ejército
pueda controlar

la situación por vía militar, calculando en cerca de
35.000 los
alzados en armas hacia

julio de 1928.
En la ciudad de México los ·bro:tos son importantes. El mes de
octubre de 1927
llega ,el nuevo embajador non:eameri01110, Dwight
Morrow,
antiguo empleado de la
casa bancaria Morgan Trust & Co,,
quien pone a Calles bajo su protección, abriéndole las cajas de cau­
dales ool gobierno nortea.merkaoo y asesocindole seroana!rnP!lte para
la reorganización de la Hacienda pública. Morrow comprende · que
la guerra es nociva para la economía
y tratará de inclinar a Calles a
buscar la Paz. En
noviembre 12

un
comando cristero,
dirigido
por
Luis Segura Vllchis, efeétúa un atentado contra el general Obregón,
que

resulta
ileso. · A consecuencia del mismo es detenido y acusado
el

P. Agustín Pro SJ; y aunque Segura
se entrega para salvarle, am­
bos
son fusilados junto con Roberto Pro y José Tirado, ambos miem­
bros de la Liga.
La lucha en Roma entre los conciliadores y los intransigentes al­
canza su punto álgido. La Liga es sistemáticamente bloqueada y acu­
sada de pretender engañar al Papa, y se proclute un círuilo vicioso:
el

Episcopado no apoya a los cristeros porque cree que tienen
pocas
posibilidades de éxito, y los cristeros afirman que no obtienen el éxito
toral porque no se 'les apoya, y éstos no carecen de razón. La
jerarquía se ha negado a nombrar capellanes castrenses a los cristeM
ros, descooociéndoles así su calidad de beligerantes, aunque, por otro
lado,

apoyaban
ciertas actividades

de la Liga. Indudablemente
el
Episcopado obr,ba imprudentemente al dar un juicio equivocado
sobre una simación que no caía dentro de su -comperencia y corres.
pondfa a los seglares, o sea, las posibilidades militares de la "Guardia
Nacional".
Finalmente, se impuso la línea conciliadora en

Roma,
1509
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MENDOZA DELGADO
que prohibió a los Obispos apoyar o favorecer al movimiento ar­
mado, y trató muy duramente a Mc,nseñor González y Valencia y a
Monseñor Manríquez
y 2.árate; la Secre trataría de
usar los oficios de la Jeni.rquía católica nort.earoerioun
para coi:u:actar coo el presidente Calles.
En = 28 de 1928, el P. John Burke SJ, secretario de la
Conferencia Nacional Católica Norteamericana, se entrevistó en San
Juan de U1úa en secreto con Morrow, el Presidente Calles y Monseñor
Pascual Díaz, secretado del Comité Episcopal Mexicano. Aunque no
llegaron a

ningún
acuerdo .ronvinieron en mantener los cootactos.
El general Alvaro Obregón, que había sido elegido para suceder a
Calles
,en la presidencia, aprueba los contactos y se inclina por una
solución pacífica ante la tremenda presión militar el,, la "Guardia
Nacional".
Estas noticias inquietan cada vez más a la Liga, que poco
puede hacer para evirarios.
El 17 de ma,yo el Presidente Calles recibe a Monseñor Pascual
Día,; y acuerdan un intercambio de .cartas en las que el gobierno
declaraba que
las leyes no se proponían destruir la identidad de la
Iglesia ni perseguirla, a cambio de lo cual se reanudarían los cultos.
La Liga dirige un Memorial urgente al Papa, insistiendo en la inge­
nuidad

de los eclesiásticos que
se aprestaban a pactar con unos go­
bernantes que no cumplirían su palabra, y que obraban ahora por
temor.
El 1 de julio el general Obregón fue reelegido Presidente, coo lo
que
parecían confirmarse las posibilidades

de solución
pacífica y
negociada; pero en sus planes se interpondría el joven católico José
León Tora:!, que convencido de que la vuelta de Obregón agravaría
la situación, le dio muerte el 17 de julio en el restaurante "La Bom­
billa" del bario de San Angel en la ciudad de México. Este hecho
produjo el enfrentamiento dentro del gobierno de los partidarios de
Obregón y los de Calles. En Io que se decidía la lucha intestina por
el poder los acúerdos quedaban a¡;lazados, no se podía negociar con
una
facción inestable y en lucha.
La tercera. etapa de la guerra comprend,, los meses el,, septiembre
de 1928 a febrero de 1929,
fecha del enfrentamiento militar entre
las facciones revolucionarias en

el poder.
Los amagos de golpe de
1510
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
estado y ias luchas políticas intestinas permitieron que volvieran a
la
lucha núcleos
crist1eros inactivos desde 1927, en ias segiones de
V
etacruz, Oaxaca, Guercero y el Estado de México. los antiguos focos
aislados empezaban a unirse sin que el ejército puiliera evitarlo; ias
vías

de comunicación
eran absolutamenre-insegutas.
En Guadalaja:ra los crisreros entraban pot la noohe a los barrios
periféricos,
'1a policía se mostraba impotente ante la ola de secues­
tros de ricos y funciona:rios realizadas por los cristeros. m mes ele
octubre hay tropas de la '"Gua:rdia Nacional"' en el vecino pueblo
de Santa Anita. En el mes de diciembre de 1928 se registran s6lo
en la rona de los A0.100 13 5 combates; por !lo que son coocenmidas
75.000 familias entre las que se declara una mottífura epidemia de
viruela. Las concenmiciones siguen siendo ineftictivas militarmente;
los crisreros mantienen depósitos ocu'lros de armas y alimentos y se
esconden mientras pasa la ofensiva; entre los concentrados siguen
trabajando las redes civiles y muohos para evita:r ias penalidades ele
la concentración se echan al campo.
La moral del ejército se cuartea ante su impotencia para contro­
lar

la rebelión, cada
día se ve más lejana la posibilidad de vicroria;
los
crisreros no

pueden
pasar a la orensiva, pero tampoco pueden set
derrotados; sin embargo, el tiempo podría obrar en su favor.
Las .incursiones militares crisreras son cada vez más audaces; entre
enero
y febrero de 1929 hay más de 200 combates en los Altos; el
ejército

no se
mueve ,en columnas inferiores a

los 1.500 hombres.
En
,la ciudad de Méxiro es nombrado Emilio Portes Gil presi­
dente inretiino, en tanto se convoca a nuevas elecciones. Calles pro­
pone como candidato a Pascual Ortiz Rubio, al que podrá utilizar
romo

títere, e inesperadamente salta a la
lid e1ectorn1 el ex-ministro
de lldocación de Obregón, José Vasconcelos, con el partido "'Nacio­
nal
Renovador'",

que
arrastra tras de

sí a los estudiantes, clases
me­
dias

citadinas
y a todos los hombres cansados del poder revoluciona­
rio.
Los enemigos de Calles se multiplican y deberá vencerlos uno
a

uno rápidamente
para evitar que confluyan entre sí.
Tras siete meses de indecisión, los partidarios de Obregón se
levantan
en
armas. En

Veracruz son rápidamente sofocados,
pero
en el Norte loa generales Manw y llocobar reúnen sus ejércitos. Los
1511
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUB MBNDOZA DELGADO
cristeros tratan de sacar ventaja de ksituaeión, y establecen conta:cto
con
Escobar, a quien ofrecen apoyar a cambio de municiones; al fin
todo
.quedará en palabms.
La última etapa de la guerra se inicia el 3 de marzo con la
sublevllción de Escoba:r, y termina en junio del mismo año de 1929
con los "arreglos" entre Calles y la jerarquía eclesiástica.
La lucha contra Esrobar obliga a Calles a movilizar sus mejores
fuerzas
para darle batalla, sustituyendo las tropas que luchan contra
los·
cristeros

por tropas noveles
y fuerzas auxiliares de campesinos.
Los cristeros no desperdiciarán la oportunidad y arrasan a los ~
biernistas, obteniendo vicroria tras victotia entre los meses de marzo
y abril. EL general ;p. Reyes Vega; infli¡¡e una contundente derrota
en. Tepatitlán al geoo:al Saturnino Cedillo, que manda 12.000 hom­
bres, en la que fue posiblemente la batalla más importante de la
guerra cristeta, y donde el P. Vega habría de encontrar la muerte,
El genera:! Gorostieta da

los últimos
toques a un

plan para
tomar
Guadalajara mientras los trenes saltan pot todas parres y las tropas
cristeras rondan todas

las
capitales del centro del país.
El generá1 Calles en persona dirige las operacio1;1es contra Es­
cobar, y apoyado por aviones teóricamenre mexica1;1os que despega­
ron

de
la base nor11earnericana de Fort Bliss pilotados por aviadores
yank:ees, derrota
a sus,enemigos en la batalla de Jiméru:,; hacia fines
de abril.
Obtenida la victoria, Calles lanzará todos sus efectivos con­
tra los cristeros,. contando además de abundante material, tropas fo­
gueadas y con alta moral
En Washington, Monseñor Ruiz y. Flores ba sido nombrado De­
legad9 Apostólico,. y junto con Monseñor · Pascual I)íaz reanuda sus
contactos con los fum:ionarios mexicanos, siempre bajo la tutela del
embajador Morrow. Conociendo Gorostieta
estas contactos, dirige
una
durísima carta a

los Obispos, en
la que manifiesta que: "Creemos
los que
lucharrtos en el

campo que los
Obispos, que al entrar en
diálogo
con el
gobiémo, n9 pueden

presentarse sino aprobando la
actitud asumida por más de
cuatro millones

de
mexicanos (los
que
vivían en zona crisrera) y

de cuya actitud el
ejército crisrero es

un
producto . . .
creemos ta;robién que el gobierno al tratar con ellos lo
hace en la ·creencia de-·que sli voz es capaz de terminar-esta contienda,
1512
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS CRJSTEROS
que ya constituye una amenaza seria para su seguridad • .. si los
Obispos
al presentarse a trarar con el gobierno aprueban la actitud
de

la
Guardia Nacional, tendrán que consultar nuestro modo de
pensar
y nuestras exigencias ... si al trarar con ·el gobierno desaprue·
ban nuestra actitud, y sin dar oídos al clamor de la enorme multitud
que
tiene
todos sus intereses e ideales jugándose en la lucha; si se
olvidan
de nuestros mu:erros, si no toman en consideración nuestros
miles

de viudas y
huérfanos ... rechazaremos tal actitud

como indigna
y traidora.
El problema

no es puramente religioso, es éste un caso
integral de libertad, y la Guardia Nacional se ha constituido
de
hecho eu defensora de todas las libertades . . . Jo que nos falta en
fuerza material no lo pedimos
al Episcopado, lo obrendremos por
nuestro esfuerzo; sí pedimos al Episcopado fuerza moral que nos
haría omnipotentes
y . está en sus manos dárnosla , . . si desde un
principio ésta hubiera sido la labor de
nuestros Obispos,
si
no se
hubieran

producido las fatales discrepancias que impidieron una
acción conjunta y pujanre, quizá en estos momentos el pueblo hu­
biera castigado

ya a sus verdugos
y se hubiera constituido en nación
libre

y
soberana ...

¿Hasta cuándo se sentirán
más cerca de los vic­
timarios que

de las víctimas? Que los
señores Obispos tengan pacien­
cia,

que no se desesperen,
qu,e día llegará en que podamos con or­
gullo
llama.los ,en unión

de nuestros sacerdotes a que
vengan otra
vez entre nosotros a desarrollar su sagrada misión, entonces sí en un
país de libres. ¡Todo un ejército de muertos nos manda obrar así!
Creo de
mi deber hacer del conooimiento de ustedes que ,vamos a su­
frir en

los
próximos meses la

más dura prueba de
toda esta epopeya;
yo aseguro a ustedes que la Guardia Nacional cumplirá con su dd,er,
pero pido que no se nos exija ir más allá del deber".
Aludía
Gorosdera al

ejército que ya
bajaba triunfante
sobre ellos,
continuamente hostilizado
por los cristeros. Calles fijó un pla,;) para
la operación: del 5 de mayo al 5 de julio, lo apostaba todo. Más de
la mitad del ejército mexicano fue concentrado en
Los Altos, 35.000
hombres con

artillería y aviación.
En la región de
Los Altos la Guardia. Nacional se dispersó para
eludir el go1pe, y pasado el mayor esfuerzo reanuda su actividad,
registrándose

entre los días 15
y 28 de junio 15 combares impor-
1513
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MENDOZA DELGADO
tantes. En Michoacin el ejército es derrotado, en Durango la ofen­
siva
se extingue en junio, en Colima continuará hasta el 17 de julio,
fecha en que ttas los "arreglos" los cristeros depondtán las armas
sin haber sido vencidos. En Zacat,cas la Guardia Nacional pasa a la
ofensiva con Autelio
Acevedo, lo

mismo
sucede en Aguascalientes,
Guerreto,
el

Estado
de México y nuevas zonas cristeras. Calles apostó
y perdió. Entonces empezaron a llegar noticias alarmantes a los cam­
pos

de batalla.
Los "arrewos".
En efecto, los contactos entte el gobierno y el Episcopado se ha­
bían
restablecido. Las declaraciones conciliatorias a la prensa mexi­
cana por el nuevo presidente, Portes Gil y las de Monseñor Rui.z y
Flores en Washington los hicieron posibles. Un suceso desafortun vendría
a facilitar inesperadamente la marcha de las negociaciom,s:
el

día 2 de junio caía muerto en una
emboscada en la Hacienda del
Valle,
en el Estado
de Midhoacán, el Jefe de la Guardia Nacional,
general Enrique

Gorostiera; Dios le había exigido "ir
más aJ!á del
cumplimiento

del
deber" y cumplió. ·
El

5 de junio
el embajador Morrow viajó con Monseñor Ruiz
y Flores y con Monseñor Pascual Díaz, Delegado Apostólico y Se­
cretario del Comité Episcopal respectivamente, desde San Luis Mi­
souri hasta San Antonio, ttltimando los detaJ!es de las riegociaciones.
El día

9
llegaron a· la

ciudad de Méxiro, donde se encerraron ne­
gándose a recibir a los representantes de la Liga y al mismo Obispo
Monseñor Mora. El 12 se
enttevistaron por

Portes Gil en presencia
de Morrow, hubo
un ligero forcejeo

respecto a los posibles
iétminos
de un :oouerno, pero Morrow les utgió a negociar: "Más no pueden
conseguir", les elijo. El grupo radical presionaba a Portes Gil para
que

no
negociara con el clero, pero razones pragmáticas aconsejaban
una

ttegua.
El día 20
el Papa dio poderes a los Obispos para negociar, suje­
ta.nadies
a las siguientes condiciones: · l. Amnistía completa para
clero y fieles; 2. Restitución a la Iglesia de templos y seminarios;
1514
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE WS' CRJSTEROS
3. Libertdd de relociones entre Roma y el Episcopado. Al entrevisraroe
nuevamente

Portes Gil
aa:edió ,en el primer y último puntos, pero
Monseñor Díaz salvó la situoción interpretando el segundo como
"que
puedan ,ser usados para sus fines", ante la mirada atónita de
Motrow y el Presidente. Acordaron comunicar a la prensa el acuerdo
o

"arreglos"
y el día 22 se anunció que los cultos se reanudarían.
La noticia cayó corno una bomba entre las filas cristeras, el ge­
neral
Degollado
Guíza., nuevo
jefe de la Guardia
Nocional., se pre­
sentó en la ciudad de México ante los Directivos de la Liga, pero
ya nada podía hacerse. Sus representantes obtuvieron la promesa del
gobierno de amnistía para 1os cristeros, acordándose que se efectua­
ría la entrega de armas en lugares acordados con las autoridades mi­
litares de

cada lugar, entregándoseles un salvoconducto. Se iba a
licenciar a

un ejército de casi 50.000 combatientes, que no
habían
sido

detrotados en combate, sino vendidos
en una
mesa de negocia­
ciones,
y que al gobierno urgía desatmar a toda rosta antes de que
el fraude electoral que se prepa,:aba contra Vasconcelos pudiera en­
contrar en ellos
el brazo armado que rompiera definitivamente la
hegemonía revolucionaria sobre México.
El día 30 de junio, el general Degollado ordenó licenciar a la
Guardia Nacional, enviando su último mensaje a sus hombres: "Su
Santidad
el Papa ha dispuesto, por razones que no conocemos, pero
que como
católiros aceptamos, que sin derogar las leyes se rea.nudfn
los

cultos . . .
el arreglo inicial concertado entte el Delegado Apos­
tólico y el Licenciado Portes Gil nos ha arrebatado 1o más noble, lo
más santo

que figuraba
en nuestra

bandera,
desde el momento

en
que la Iglesia
ha declatado que, por lo pronto, se resigna con !o
obtenido,
y que espera lleg,tt, por otros medios, a la reconquista de
las libettades que necesita y
a las que tiene legítimo derecho. De­
bemos, compañeros, acatar los decretos ineluctables de la Providen­
cia;
cierto que
no
'hemos completado la victoria, peto nos cabe como
cristianos una sarisfacci6n más rica para el alma, el rumplimiento del
deber y el ofrecer a la Iglesia y a Cristo el más pteciado de ooestros
holocaustos, el de ver -rotos ante el mundo nuestros ideales, pero abri­
gando, sí, la convicción sobrenaturall que nuestra Fe mantiene y ali­
menta
de que .a! fin Cristo Rtiy reinará en M.6cim, no a medias,
1515
Fundaci\363n Speiro

BNRJQUE MBNDOZA DELGADO
sino como ,;oberano absoluto sobre las almas. Como homl:,res, cábenos
también _otra satisfacción que jamás podrán arrebatarnos nuestros
contrarios:
la Guardia Nacioru\l desaparece,. no vencida por nuestros
enemigos, sino

en realidad abandonada por
l!quellos que_ debían re­
cibir,
los primeros, el fruto valioso de sus sacrificios y sus abnega­
ciones. ¡Ave Crisro!, los que .P"" Ti vamos a la_ humillación, al des­
ti~ro y tal vez a una muerte ignominiosa, víctima de nu~ttos ene­
migos, con el más fervoroso de nuestros _amores te saludamos y una
v~ -más te adamamos como Rey de nuestra Patria, ¡ Viva Cristo
Rey! (6).
En los campos · el gobierno liberaba a los prisioneros, y desde
los aviones
arrojaban salvoconducl.05 y periódicos; los sacerdotes em­
pezaban a ,egresar diciendo

que
ya no era lícito apoyar a los cris­
teros;
tras

el
desconcierto inicial, "'luellos sencillos

campesinos,
al
ver abiertas nuevamente las Iglesias y oír tafier las campanas cre­
yeron que habían triunfudo-sobre el perseguidor, y poco a poco
abandonaban las filas de la Guardia Nacional sin que los jefes pu­
dieran impedirlo. El

gobierno
había obrado
hábilmente
explotando
las diferencias de

los católicos,
y negociando con el Episcopado pre­
tendiendo ignorar la existencia de -la Liga y de la Guardia Nacional,
a pesar qµe en 1926 había desconocido cualquier representatividad
y derechos de interlocutores • los mismos Obispos. Sin derogarse
una

sola de
las Leyes causantes del conflicro, el gobierno había im­
puesto al fin su voluntad, dwido a la ligere,a en el obrar de los
representantes de '.la Iglesia Jerárquica.
Quedaban
atrás los campos de batalla en los que habían quedado
14
generales del ejército, más de 2.000 oficiales y 55.000 soldados
y auxiliares, lo que equivalía al 70 % aproximadamente de los efec­
tivos con los que el ejército había iniciado la lucha. Los cristeros
muertos

se
aproximaban a· 30.000,

siendo muy difícil
el cálculo y
la distinción entre civiles
y cristeros. Quedaban atrás más de un
celltenat de

sacerdotes
martirizados que mezclaron su
sangre con la
de
innumerables mártires, que son objeto de veneración hasta la
fecl,a.
(6) Degollado Gui%ax, Jesús: Memorias, Ed, JUS; México, 1957.
1516
Fundaci\363n Speiro

LA GUBR.RA DE WS CRJSTBROS
Tras los "arreglos".
Cerca de 12.000 cristeros se presentaron por salvocon las
autoridades militares entregando las armas tomadas al gobierno.
Otros ocultaron fas armas y no se presentaron, muchos más huyeron
de sus regiones y aun del país temiendo las vengan.zas. A estos úl­
timos el tiempo les daría la razón.
Derrotado
Vasconcelos en
un gigantesco fraude
electoral y
buído
del
país, los caciques locales y las autoridades militares subalternas
se lanzaron al exterminio de cristeros. La mayoría de '.los jefes que
habían vuelto

a
sus casas fueron asesinados; en algunos lugares se
perpetraron verdaderas matanzas, como en Bdlaños, Jalisco, donde
fueron muertos
150

que
habían entregado las armas. Se mató sin
compasión y

a
mansalva, para asegurarse que el movimiento quedaba
definitivamente

sin jefes.
A.lgunos, para salvar la vida, regresaron
a

la sierra donde
permanecerían largos años.
El 27 de julio el Presidente Portes Gil, en el banquete con que
los
masones celebraban el solsticio de verano, apostilló: "El clero
ha declarado que se somete al Estado y acepta irrestticramente las
Leyes. Yo no podía negar a los católicos el derecl,o que tienen a so­
meterse a las Leyes . . . '1a lucha .es eterna, se inició hace veinte si-
glos"
(7). '
Los Obispos, por su patte, estaban dispuestos a ha y

a que
se cumplieran los "arreglos", por lo que se entregaron con
pasión e insensatez a
desarticular los grupos católicos que habían
resistido a la tiranía. El 13 de julio la Liga reconoció los arreglos y
el
4 de agosto fue desmantelada; se disolvió la Asociación Católica
de
la Ju-.entud Mexicana y la misma suerte corrieron las Brigadas
Femaninas
Santa Juana de Arco, y la "U". Se llegó incluso a aceptar
la
petición del gobierno de invitar a abandonar el país a Momefíor
Orozco,
el único que había permanecido con sus fieles en la lucha
y el
gobierno nunca ,había podido capturar. A los

Obispos
intransi­
gentes,
Monseñor

González
y Valencia y Monseñor Maruíquez y
(7) Rius Facius, Antonio: México Cristero, Ed. Patria, México, 1966.
1517
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUE MENDOZA DELGADO
Zárate, se les impidió regresar al pais, y apunu:fun el más amargo
de

los cálices en el destierro, donde moritía
Monseñor Manríquez,
despreciado

por sus hermanos del
Episcopado y mitado con indi­
ferencia por

Roma.
La amargura que envolvió a muchos cristeros era infinita; los
Obispos
prohibieron tajantemente
que "se
escribiera, comentara o
hablara sobre

los arreglos", y
con una obediencia heróica, callaron.
El peligro de cisma jamás rondó por sus mentes, y cumplieron el
consejo de

San.
Ignacio: "Y
si
la Santa Madre Iglesia dijere set
negro donde yo vea blanco, acepte ser conforme Ella".
Entre
finales de 1929 y 1931 parecía que la solución era viable,
pues la persecución se
detuvo, pero
a
patrit de
1932 el grupo radi­
cal de Calles volvería a la au-ga, saboteando sistemáticamente los
compromisos
y deseos de apaciguamiento del Presidente Ortiz Rubio.
Desde la Secretaría de Educación PúMica y los Gobiernos Estatales
donde

eran fuertes,
lanzaron una nueva ofensiva, Calles

había
sen­
renciado:
"La Juvenrnd pertenece a la Revolución ... debernos ganar
sus

mentes" y el
Secretario Bassols
emprendió
una campaña
de "des­
fanatización", y en

1934
,el programa de "Educación sexual y

socia­
lista".
Muchos crisre.ros volvieron a "echarse al monte, pero inmedia­
tamente fueron condenados por los Obispos que querían ,evitar otra
guerra.

El ejército
se había reorganizado y sacado experiencias de la
guerra anterior, por lo que la 1ucha de la "Segunda" fue muy re­
ducida
y cruel. !.os principales jefes de la "Segunda" fueron Trinidad
Mora y Florencio Estrada, en Durango, y Federico
Vázquez, que
es­
tuvo en

lucha hasta
el mes de febrero de 1941 cuando cayó asesinado.
Hacia 1935 el movimiento se
había extendido a 15 Estados, con
cerca de 7.500
hombres que

operaban en la
Sietra Gorda

de Guana­
juato, o en
Jalisco con Lauro

Rocha o en Colima con
Andrés Salazar,
y que sin apoyo popular masivo y la hostilidad de la Jerarquía, se
veían obligados a
practicar una guerra "sintética", próxima al te­
rrorismo, dirigida ya no contra los soldados, sino contra los
oficiales
y funcionarios del gobierno, así como contra los maestros "desfana­
tizadores".
Nuevamente se cerraban Iglesias en los Estados, y Monseñor Pas-
1518
Fundaci\363n Speiro

LA GUERRA DE LOS CRJSTEROS
cual Díaz escribía desconsolado que podía habla,se de la muerte de
la Iglesia
en México; sólo había 500 sacerdotes autorizados para
todo el país. El 12 de enero de 1936 el Episcopado rondenó en una
Pastoral Colectiva la campaña gubernamental de "Educación sexual",
al tiempo que en San Felipe Torres Mochas los fieles lincha.rían a
todos los miembros de una "Brigada
Cultural".
Aislados

los
grupos armados, surgió un nuevo movimiento, de
corte cívico y
pacífico para luchar contra la nueva embestida. Fue
el movimiento Nacional Sinarquista, dirigido pot Salvador Abascal
principalmente. El movimiento contó con la simpatía de la Jerarquía
e inició un nuevo tipo de lucha. El nuevo presidente, Lázaro Cár­
denas, comprendiendo la gravedad de los hedhos, y oon gran rea­
lismo; a
pesar de su Fe marxista, detuvo la batalla de la escuela, y
en 1938 los cultos estaban nuevamente autorizados en todo el país,
con

excepción
del Estado
de
Tabasco, donde más tarde los Sinar­
quistas la reimplantarían.
A
la nueva política contribuían circunstancias de tipo Nacional
e
Internacional, como lo fu.e la expropiación petrolera a las compa­
fiías de
la
Iglesia. lll proceso se cerraría definitivamente en 1940 cuando
el presidente Avila
Camacho pronunciara su famoso discurso: "Yo
soy creymte".
Finalmente,

tras once
afios de
haber termioado
la lucha, la sangre
y el ,esfuerzo de los cristeros daba frutos, iniciándose desde eoronces
una
etapa de tolerancia plena
,que
oon sus altibajos

ha mantenido la
libertad, "de facto" del pueblo católico a profesar su Fe.
Conoluoión.
La guerra cristera es un eoo lejano en pleno siglo xx, de las
guerras de religión.

Cuando el liberalismo mexicano saca las conclu­
siooes lógicas de su pensamiento,
la persecución se desata y en­
cuentra

inmediatamente la respusta popular.
La defensa de los va­
lores -espiriruales es asumida unánimemente ·por el pueblo que fun-
1519
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE MENDOZA DELGADO
da su vida sobre ellos; su afi<.mru::ión y defensa se manifestará como
un
rechazo global de la Revolución en todas sus ronseruencias.
El enfrentamiento era inevir.able, pero a pesar de eso, algunos
católicos prefirieron sop!)rtar la arometida sin ofrecer resistencia, pen­
sando que de esa forma lograría.o. q<1e el furor revolucionario se
redujera. Otros vieron con mlllyor claridad y decidieron enfrenr.arlo
hasta lo último, jugándose el todo por el todo. A largo p'.la:zD se
impuso

la
línea conciliadora, pero no por el acierto de sus rarones,
sino por la resistencia de los intraosigenres, que obligaron a nego­
ciar a:l gobierno tanto en 1926 como en 1937. De no haber sido
por éstos, la suerte de la Iglesia mexicana hubiera sido muy dis­
tinta.
La jerarquía eclesiástica no quiso ligar definitivamente su suerte
a

los
resultados inciertos de una lucha política, y sin ceder docttinal­
mente,
trató de adaptarse a la situación de heoho en la mejor forma
posíble, aunque en esto se foeran también las posibilidades de
ocupar el sitio que le corresponde por derecho. No quedaría, em­
pero, completo el esrudio de la guerra cristera, sin recordar que por
encima
de los
'hechos de los hombres está la Providencia Divina,
que es la que en último término condure la Historia hacia la glo­
rificación de todas las cosas en Cristo. El peso dd sacrificio de los
mártires en el Cuerpo místi,co no puede medirse, pero no queda
sin
recompensa..
Los ·ctisreros lograron salvar la Fe en su Patria; por eso su testi­
monio permanece, diciendo d.e ellos

Pío XI en su encíclica "Finni­
ssimam Constantiam"', que

su
gesta es la de "un pueblo que ha
escrito una de las páginas más gloriosas de la Historia de la Iglesia".
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