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Número 173-174

Serie XVIII

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Peligro de muerte

PELIGRO DE MUERTE(*)
POR
J. . DE SAINT-CH.AMAS
Hace ya más de diez años que la opinión francesa se había inte•
resado por lo que
pasa en otras parres. La conmoción de 1968 había
sido americana, china, alemana, italiaJ)a y checa antes de· ser-fran­
cesa. Apenas habíamos mirado más allá del Ban:io Latino. Más re­
cientemente, se produjeron
los. d!'alllllS

de Sudán y de Vietnam, de
Ounboya, de

Etiopía, de
O,ile y

de
Portug¡tl •.. La opinión, a pesar
de
[os ·esfuerzos de . algunos secrores de l!l prensa,

apenas se sentía
rozada por estos -acontecimientos.
. Vinieron las manifestaciones -teµoristas en Alemania, en Italia
con algunas incursiones en Francia, y, muy próximo, el drama del
Estado italiano.
Bruscamente, la opinión. ·francesa se sintió t~ada. y cada uno de
los franceses se interroga.
Entre
las numerosas reflexiones .sqgeridas por estos_ .aconteci­
mientos, recogeremos una, expuesta bajo la firma de Max Oos, en
Le Fígaro, del 24 de abril. Otros análisis han profundimdo más:
pero
éste se destaca por un tono moderado, una visión rápida, una
observación de buen sentido
y que no .se presm apenas a contestación.
EXTRACTOS DE . "LE Fl:GARO" D!ll, 24 DE ABRU. DE 1978
"El drama italiano nos
concierne ~ . todos. El terrorismo está en
rrance de matar a Jtalia. Sería
preciso · ser ciego para no darse cuen­
ta de que, pronto· O tarde,· Francia se eri'contrará, a· SU vez, amenazáda. ' . . .
(*) Publicado en C. Ec E. lnfortnAtion, de mayo-junio 1978.
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J. DE SAINT-CHAMAS
"En su jama de acero, Renato Curcio, el jefe de las Brigadas
Rojas,

increpó a sus jueces: "También
vosocros estáis condenados a
muerte"_ No son solamen~ fos hombres quienes corren el riesgo de
perecer.
Son también las sociedades.
"Tres corrientes participan en esta auténtica guerra: el «izquier­
dismo», el terrorismo y el comunismo.
"La misión ele los izquienlistas consiste en minat desde el inte­
rior
nuestras
sociedades,
sooavando los fundamentos mcrate, y filo­
sóficos sobre los que han sido construidas. Se trata de convertir las
reglas en algo digno de risa; de criticar, de negar después la auto­
ridad
de los cuadros de la nación y de poner la democracia en con­
tradicción consigo misma.
"El resmtado es inquietante, En toda Europa, los liberales se
encuentran a la defensiva, petrificados en infinitos dramas de con­
cincia, planteándose interrogantes sobre los fundamentos de sus can­
vicoiones. Esto se ha visto én mayo de 1968, en el Barrio Latino,
cuando solicitaban humildemente el penlón de los jóvenes activistas,
que gritaban: «Elecciones, traición»; o bien «:::Elecciones de trampa
a la m ... ». Se les escncha hoy gritar a coro: «Al.to a la represión»,
a

propósito de las medidas de salvaguardia
más necesarias.
"Los terroristas son unQS centenares, unos millares, todo lo más,
en el mundo_ Su tarea es, trabajando sobre el terreno podrido por
los izquierdistas, dar
los golpes
certeros. Se
trata, al
mismo tiempo,
de una
fnerza 8ffitesca pero

terrible. Fanáticos, dispuestos a hacer
el sacrificio
ele su

vida, están hoy oganizados,
armados y entrena­
dos con 1?-ayuda de especiali~ras. En sus filas, se ven alemanes, ja­
poneses, palestinos, y tam!;,ién franceses. La potencia de estos mu­
chachos
y de estas muchachas se deriva de su desprecio por la muer­
te, por su propia muerte,
y por la de los demás. Procede también de
un rechazo profundo de
las reglas

morales
y las leyes humanas, que
creemos son las nuestras. todo •esto es lo que, al mismo tiempo, los
hace
imprevisi-b1es e incomprensibles.
"Tercera corriente: Los comunistas. Na-turailmente, no existe pun­
to alguno en común entre elfos y la-pareja de «izquierdistas» y «te­
rroristas». De los dos lados se ti.ene en cuenta fa muerte. Pero, obje­
tivamente,
los terr<>rista.S les ~ un inmenso servido, al crear el
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PEUGRO DE MUERTE
desorden que enloquece la opiDión y hace retroceder al Estado bur­
gués, oon una revisión con frecuencia .ineficaz o con un µunovillsmo
deshonro.so, acabando por aparecer como los verdaderos sosrenedores
del
orden
aquéllos, que,
en todo caso, son. capaces de

restablecerlo.
Y es probable que
tengan a la vez la determinación y los medios.
En Italia, ¿quién parece estar hoy en condiciones de poner fin a los
desórdenes-, los demócrata-cristianos o los comunistas?
"Los demócratas no tienen alternativa posible. Les guste o no les
guste, no pueden librarse de este
diletm: combatir o dejarse degollar.
Problema
difícil, porque no

pueden
recurrir a

ciertos medios, que,
sin duda, son
eficaces a

corto término, sin
perder su alma y conver­
tirse

en
dictlldura.
"Proponen10s

tres medidas:
"En primer lugar, desarrollar, en cada país, una guerra rontra los
terroristas. Los teXlnS , legales existen y basta aplicarlos. Hay tri­
bnna1es
y policías. Pues bien, que se les utilice plenamente.
"Oponer, después, a 1a internacional terrorista, una internacional
de democracias, qne pongan en común sus medios de información y
de combate.
"En fin, y sobre todo, sanear el terreno sobre el cual muerde la
acción de los izquierdistas y de sns aliados, conscientes o incons­
cientleS. Los

gobiernos no
podrán hacer
nada en serio si la opinión
pablica no

los
apoya, es

decir, no comprende
la gravedad y la inmi­
nencia del peligro. Pero será necesario mostrárselo."
Hasta ahí el texto de Max Oos.
Ya estamos advertidos:
El drama italiano nos concierne y , un día u otro nosotros mismos
nos veremos amenazados.
Y Le Figflf'o no es el único que lo dice. Baste recordar lo que
dijo
Fran\lOÍS Mitterrand e'! día 7 de mayo:
"No
hay mal italiano, aun cuando ciertos aspectos específicos
sean propios

de Italia, de sns
sistemas de gobierno, de
su
tipo de
sociedad. No
hay mal alemán, aun cuando las úgideces de la vida
interior de

Alemania Occidental pueden explicar algunos aspectos
particu1ares del terrorismo. Se trata de .un fenómeno de. civilización
que engloba el problema francés, de tal manera que un ¡:raís ¡:amo el
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J. DE SAINT-CHAMÁS
nuestro sería muy imprudente y muy ligero .si pensara que este en­
frentamiento está sólo tésetv'ado para sos vécioos."
Y el señor Mitterrand, en l.e Mumle · del 9, de mayo de 1978, ob0
serva que "la tarea es difícil y-la senda estrec!ha".
Nos vetemos, pot tanto, amenazados y sabemos cómo. Y sabe­
mos que es fácil destacar tres niveles de acaon: Los . izquierdistas,
los ten:oristas y · los comunistas.
O, si se prefiere: aquellos que preparán 1IÍl estado de espíritu;
aquellos que se
manifíest:!'n me los
políticos capaces .de recu_¡,ernr iós frutos de las acciones prece­
dentes. Veamos esta acción de tres fases, en detalle:
1. La preparación del terreno'
Consiste en una acción que' t:iene pot objetó minat la sociedad,
,ocavando lo, fundamento, filoióficoi y moral-es ,obre lo, que está
construida.
Un líder del com.unis:mo italiano, Antonio Gramsci, había su­
brayado la importancia de los valores admitidos y sobre los cnales
reposan la cultnra, las ideas, las costumbres y basta el sentido común,
No hay, decía, roma de: poder · político

sin
roma previa del poder
ideológico y
cultural. ta toma del poder se efectúa a través de un
largo trabajo ideológico, por
la transformación de las ideas generales
y una lenta subversión de los espíritus, a
fin de hacer compatible
la mentalidad de la época con un nuevo mensaje político, gani
dola
para los nuevos valores.
Gramsci escribía,· en prisión, en la época de Mussolini. Entre no­
sotros, los "izquierdistas" no se
expresan de forma diferente:
"Toda gran revolución polltica -escribía
Geismar en
mayo de
1970- debe
ir precedida de una fase que Smint Juste llamaba la re­
volución en lo; , e,plritui , y que nosótros denominamos la revolu­
ción ideológica". Transformar
/,u regkM en algo digno de risa, oponerse y después
negar
la autoridad, en fin, poner a la sociedad en contradicción con-
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PEUGR.O DE MUER.TE
sigo misma, con el fin de atrapar a los mejores en sus dramas de
conciencia, de obligarlos a interrogarse sobre el fundamento de sus
convicciones". Tal es
la acción de socavamiento, anotada por Max
Clos, a la que diez años de sociedad permisiva ·han otorgado uu libre
curso.
2. Los golpes directos
Es en esto, precisamente, en. lo. que se han especializado. los di­
versos terroristas. Se trata de las intervenciones más espectaculares,
capaces

de conmover
más a la po\>lal:ión. Lo que los ou:acter_iza es,
ante
todo, "el desprecw de la.r leyes humanas", es decir, de las reglas
sociales, de las auroridades, de las convicciones: Sµ pbjetivo . se ins­
cribe en la misma perspectiva que la de los "áJq1lierdistas". Se trata
de provocar
la duda acerca de los fundament0s filosóficos y morales,
sobre el valor de
las instituciones.
Entre
la roma de rehenes o los atentados por ,una banda invisi­
ble y la negativa concertada de pagar el billete del metro, la dife­
rencia

parece
gtande, pues

en
equéllos, efectivamente,

obedece al
des­
precio

de
la vida y al cinismo de un lado y al clima de miedo, de la
otra parte. Sin embargo, en uuo y ottO. caso la sociedad es colocada.
en contrddicción consigo
misma, las reglas son ridiculizadas, los po·
deres públicos son
menospreciddos, la confianza perturbada.
Ha de añadirse que
,eJ clima de miedo acelera la degradación
de los valores
comunes; pero

este terrorismo ha pndido desarrollarse
en un terreno preparado.
El 26 de abril de 1971,
el señor Emilio ~lómbo, ent0nces pre­
sidente

del Consejo
Italiano, decía,
en un discurso ante el Capit0lio:
"Atravesarnos hoy un momento que no es fácil... El peligro
consiste en que, frente a
nuestrás dificultades, surgen la indiferen­
cia o la aversión
para nuestras libertades... de una op;m6n insen­
sible a las realidades sociales o insensible a las exigencias del orden:
Una democracia que ·enmascara el desordén, lla,máodQIO progreso,
y una dernoctacia que está preparando su p.topio fin."
Este
diagnóstico italiano, de hace ilgunos a!iOs, ¿es ian dlferente
del que
expresa Max Oos para la Francia de nuesttOS ellas?
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], DE SAINT-CHAMAS
3. Los po/,itwos
Los políticos guardan sus distancias respecto de aquellos que
conmovían a
.J.. sociedad, pero intentan explotar las situaciones_ Aun
cuando conozcan reveses aparentes, hacen su obra sin pagar la cuen­
ta: pueden ser pacientes ...
4. Los medios que se deben descartar
No tenemos ya otra alternativa: Batirse o dejarse decapitar.
Pero, ¿con qué medios podremoS defendernos?
Porque es el caso que no
podemoS emplear algunoS medios sin
perder nuest,-a ahna.
No se construye una sociedad con los medios que sirven para
destruida. Los medios revolucionarios jamás podrán servir para com­
batir la revolución. Por h~ber ignorado esta verdad, loS fascismos
han
provocado tantas
ruinM y han preparado el terreno a la revolu­
ción. Lo que
está puesto

en juego no es la competencia entre una
izquierda y una derecha, sino entre un ataque a los fundamentos fi­
los6ficos y mo-rales de la sociedad y la acción contraria.
5. Medidas prupuestas:
Max Clos propone tres:
a) Hacer intervenir a los tribunales y a la policía. Y no sola­
mente corno
reflejo de

defensa ante
el peligro, sino por el honor y
el deredho pisoteado del poder despreciado.
Los tribunales
y la policía, bien, pero no para dedicarse a la ca­
za
de

brujas:
para la claridad de las e~ y la firmeza de
/4s CMMJicoi- b) Una coordinacilm mternacional. Pero, a condición de qt1e
re tf"dt-e de obedecer- en oonjunto a los va/,Qf'eJ commzes. Si no, no
quedará otra cosa que acuerdoS entre policías; y la última palabra
corresponderá al

-país en
el! que la policía. está mejor organizada ...
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PEUGRO DE MUERTE
O bien, ser gobernados pot la policía alemana, y nosotros sabe­
mos algo de eso ...
e) S,mear el terreno sobre el cfkll, muerde la acción revolucio­
naria de los izquierdistas y sus aliados conscientes e inconsciente1,
de

todos aquéllos que concurren a socavar los
fundamentos filosó­
ficos

y morales de la sociedad ...
¿Qué queremos expresas al
decir "san~as el terreno"?
La terapéutica resultaría inadecuada · a b. enfermedad constituida
si no se propusiera explícitamente fundar las_ relaciones de nuestras
sociedades sobte bases serias, filosóficas y morales; justificar las re­
glas, restaurar la autoridad de los CU{Jdros de la nación; aclasar las
0011:ciencias y confirmar las convicciones.
_Solamente a esre precio no se encontrarán ya las sociedades en
contradicción consigo mismas, ni correrán ya el riesgo de perder su
alma.
Gramsci no

se equivocaba el subrayar que las actividades
inre­
lectuales
y

espirituales contribuyen
a cot>firmas el consenso social,
sin el cual el poder no· puede hacer otta cosa que perecer.
Nada se
habrá hecho
que sea eficaz si no se hace a este nivel.
6.
¿Cómo opone:rse a ello?
El ejercicio de las responsabilidades humanas confirma las con­
vicciones. La inmensa mayoría de los jefes de empresa, de los cua­
dros, de los agentes de formación, que son rasnbién cuadros de la
nación,
comparten el
diagnóstico indicado. Pueden
sanear el
terreno
participando en una acción que se desarrolle también a tres niveles.
a) Una preparación del terreno
No basra hacer las cosas bien, obtener cada día resultados posi­
tivos. Es preciso estar en condiciones de dar razón de fo que se hace,
de afirmar mejor la justificación de las reglas y las cunvicciones que
les inspiran.
Sería preciso cultivar las ocasiones de
aclarar las inteligencias,
de eliminas las dudas, de expresas los fundamentos filosóficos y
morales de la vida social, ya que ahí está la apuesta en juego.
Fundaci\363n Speiro

J. DE SAINT-CHAMAS
b) Realizaciones
Los hechos golpean en el espíritu más que los discussos.
Nada

demuestra
mejor la verdad de los val.ores de sentido co­
mún que los resultados de su aplicaci6n.
Es preciso que los responsables tomen de nuevo la imcialwa do
las ,,,aUzacwnes positivas. Aun en número pequeño, muestran que
esto es posible, disipan las
dudas, rea.ni.man el roraje, despiertan el
juicio
y, el buen sentido y confortan las convicciones.
e) ,Lo, poli1i&o-1
Aquellos que participan de los poderes públicos no deben man­
tenerse al
margen.
:& preciso, que sepan en qué sentido evoluciona. el estado de es­
píritu de tos hombres .ele lo real; es peciso que sepan sobre . qué
valores, sobre qué hombres, sobre qué realizaciones pueden apoyarse.
A nosotros nos corresponde mostrárselo.
Aclatar las mentes, tomar de nuevo la iniciativa de las realiza­
ciones,

probando la
calidad de
los valores que las
inspiran, ofrecer
a

los políticos
puntos de ,;poyo en la realidad, he aquí los objetivos
que
están a nuestro alcance.
Responden a una necesidad vital.
Fundaci\363n Speiro