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Número 197-198

Serie XX

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Cuando falta el principio de subsidiariedad

CUANDO FALTA EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
POI!.
VLADIMIR.O LAMSDORFF-0ALAOANB
En esta Reunión de amigos de la Ciudad Católica, _ dedicada al
principio
de subsidiariedad, se me ha
enca,gado fa ponencia ~ sen,11
oontrario: ¿qué pasa cuando no_ se obseÑa_. el :priru;/¡,io ,de ,subsi'.
diariedad? -· ·
Lo malo es que sólo se ha ¡,uesto a mi disPQ-Oición w,a ho,;. ¡,ara
hablar.

Pero sobre mi
tema hay tantísimo q;,e decir, y. a propósito
de tan variados prolieinas, que_ tendré _ que limitarme~ _drásticainente
a un solo as¡,ecto del tema, so pena de querer decir de ioao un
poco,
y
en última

instancia, nada. Y el
aspecto que h~ • eÍégidi> es
el aspecto económico: ¿qué pasa cuando no· se réspera ci prirtcipió
de

subsidiariedad en economía?
· · -- · · - ··
Si

de
alguna manera podemos definir el principió de sul:.sidia­
riedad,
lo tesumirfamOs" en la fórmula siguienre: que la autoridad
sólo

haga
Jo que és preciso para el bien coin~ pero qtié suf súb'
ditos

no pueden, no saben o no quieren hacer por sí mismos. La
necesidad de
la intervención de la autoridad se establece, pues, por
ensayo y error, y cesa tan ¡;ionto•como·,,_pi!rece·enlt>s·-s11bdit pacidad ¡,ara resolver

el problema sin ayuda ajena.
A este principio
se puede faltar de.dos· maneras, Uno

es
li'cinhi­
bición

de la autoridad
- <:uando -el b,en, común -exige

su
inrerveru;ión.
En

economía, este
defecto· es tl¡:;ico ·
del liberalismo-
deciinonooico,
como

cuando el Gobierno
británico dejó
fríamente
·que. millones
de
irlandeses muriesen

de -hambre
uas una mala cosecha de patatas.
Hoy día,· ya -nó es tao -frecuellre- en-.economía, aunque lo podemos
sufrir en otros

terrenos (por
ejemplo, en Es¡,a/ía, en el. del: orden
público). ·l_·i"'
Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFF-GALAGANE
En la vida económica, sufrimos, si acaso, del exceso contrario:
de que problemas que pueden ser perfectamente resueltos simple­
mente por
la gente, a través del mercado libre, se ven interferidos
por la intervención
de'! Estado. Como la soluci6n de mercado es, en
suma', -fa más adeaiada: á los' d'eseós· de los consumidores, toda in­
tervención estatal en estas circu°:~t.lJ?cias resulta, o bien red.W1dante,
o bien perjudicial. Me explico: si la solución adoptada por los po­
deres públicos coincide con, la que por sí sólo hubiera adoptado el
mercado, entonces sobra, es un gasto inútil; si, en cambio, se aparta
de la solución del mercado, entonces deja insatisfechos, o peor sa­
tisfechos, deseos del ,coi1sumidor. La· actuación est.a_tal sólo se jus­
tifica.· Si" por cuaiqrifo.r · 'dréunstáncia ( catásti-ofe, guerra, emergen~
da nacionál, étt.) · el níercado llega a faltar.
Aquí, e!l' Occidente, este principio en parte se respeta, en parte
Ilo. ·La ·mayoría de ·1aS-:empi-esas ·son privadas, y la mayoría de las ac­
t~Vida:des econó~~cas se· rigen por los .. inovimientos de precios que
origi,;um la oferta y la demanda.' No obstante, en muchos sectores
~fo ia · ~onO~a se· prOd.uCen interven.dones, permanentes o intermiíen­
res, ·benefici<:>sas o i~riiantes, según ei _c~so. 'Í'odos conocemos al~
gunas" en nuestro sector de actividad.
• Pero lo que yo quiere¡ explicar a:hora es qué pasa cuando el
principio de súbsidiáriedad se .. incumple t<>talmente, no en parte.
O

sea, cuando el Estado
se propone

dirigir
tuda la economfa.
l. La idea .de planificación eoonómíca .•
El porqué .oe esta estatalización · total de la economía lo conoce­
mos
todos. "Cada. cual ve la feria según le fué .en ella'". Del mismo
modo, ·cada úno ve· la· ec<>nomfa de· mercado "según ias satisfacciones
c/ue 'Je. brinda. Por eso las persooas de tailante pesimista, o aquéllas
a las que
el éxito se niega tenazmente

a
somelr, la
ven totalmente
de
color negro: esto va muy mal, es 1a anarquía, cada cual tira para
su: 'iádó·, ultos.:·se eíiriq_u'ecen, ot:t'os · no; -es una injusticia, tiene que
venir ~lguien que lo planifique bien.
960
Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA: EL PRINCIPIO· DE· SUBSIDIARIEiI>AD
Es inútil· culpar de esta mentalidad al.. marxismo.· El marxismo,
ciertamente,-abunda en-esta dirección;· pero no. es exdusiva· de'· él:
AsJ piensan, a· veces, incluso personas muy al&jadas dell marxismo,
Es simplemente pesimismo, ali..do c:on el deseo de pasarle la · res•
ponsabilidad a otro. En -el siglo XVI se confiaba, .para arreglarlo
todo,

eo
1a recta conciencia: del· Rey. En el siglo xvün, en ei •dés­
pota

ilustrado. En
el XIX, en . fos rq,reseotahtes del pueblo. Pero
la
mentalidad es
la. misma: una semidivinización dd · poder:'po,
lítico,

que justifica que yo
'le traspase mi propia respo-bilidad
en

la
buena marcha de mi país. El Rey fo hará. todo bien, de modo
que yo no tengo que hacer nada pata remediar todo esto malo. que
veo. Lógicamente, los actores de'! pro~o füeron las personas que
no pensaban de

esta
forma, sino que-actuaban.
Bien, ·pues
esta mentalidad, que, repito, · no es de hoy ni dé
ahora, puede triunfar. Hay partidos que la representan, muy prin­
cipahneote los parridos marxistas, y entra dentro de lo pooibl,i-que
tomen el

poder.
De ahí :partiremos; supongamos, por un momento, que-el poder
\o tiene usted. Sí, prua eso no hace falta ni especial preparación,
ni

grandes
esrudios: basta con haber pronunciado unos discursos,
pasado unos meses en la cárcel, quizá: tirado unas· bombas, y ya -·es
usted líder. Y entonces, ¿cómo planificará toda la ec:onomía de un
país? ¿Qué hará
pata ello?
2.
~Cómo será

su plan?.
Encontrará fa economía como está ahora:· ·.un m.Ontón de· em­
presas que con · la tlláxima anarquía hacen cada cual la guerra por
su cuenta. No puede prétender encontrar una -economía· -de· --otro
tipo: para planificar la producción no vamos a desplazarnos al plá­
neta

Marte.
Cada. una de estaS empresas es Ún ·centro auiónomo · de
decisiones económicas: cada una ' decide libretnetite qué

va a
pro­
ducir,

eo qué cantidad, de
qué cálldad f a qué precio IJo · ofrecerá
a los consumidores. Pues l:,ien, la esencia de la planificación eco­
rió-mica está en que estas ·decisiones ya ·no· las tomen las emp~esas,
sino que las tome usted:
961
Fundaci\363n Speiro

VLADIMIR._O LAMSDORJlf-G4A,GAN,E
Bueno, pero ¿soj,¡:e qué datos? : Toda empresa tiene una deter­
minada. capacidad

productiva
y unas determinadas necesidades en
materias primas, maquinar¡,;, !llano de

obra,
etc. Si usted desea que
BU capacidad productiva se aproveche al ,páximo, tiene que asegurar
al mismo
tiempo que

se cubran sus necesidades.
Por consiguiente, su plan
terultá que

enlazarlo todo: dirá cuánto
mineral sacarán. las minas, qué vagones lo transportarán, a qué
precio se venderá a las_ metalúrgicas, cuánto hierro venderán éstas
a los astill~os, cuántos buque¡5 se producirán, . qué cargas trans­
portarán los

buques,
etc. Como su planificación ha de. ser racional,
bien
hecha, usted no puede tdlerar ni invendidos, ni desabasro:
todas las

cifras
casan entre sí.
Por

tanto, su plan ha de
ser. forzosamente un plan

rígido. Ha­
blar, corno
se hace a veces, de

"planificación
flexible" es

corno decir
"negro-blanco" o "verdura cárnica". ¿Por qué? Porque si no quiere
usted
invendidoo, .ni desahastQ, unas cifras ,.imponen otras. Suponga­
mos
que
para producir ti!la sintética se

necesitan 20 telares
para
l.000 tonelladas de fibra. Luego si planifica producir 1.000 tonela­
das de fibra, ha de planificar también 20 telare¡, ni uno .más ni uno
menos,

Porque si da
usted cifras ''flexibles", por ejemplo, LOOO
toneladas
ampliables a

2.000,
y40 telares rebaja!,!es a 20, se ex­
pone
a
que. prod=p. 2.000 toneladas y sólq · 20 · telares, .o bien 40
telares y 1.000 toneladas. En cualquiera de ,k¡s dos casos, se pro­
ducen desabastos e invendibles. Habrá planificado usted
mal. Ex­
tienda usted_
el sistema a toda la economía, y sería el caos. No:
tiene usted que
pfanificar cifras exactas y determinadas,

perfec­
tamente
!>líCadenadas unas •con =·
Pero esto trae una , conseéuencia.: . quien: incumple el pilan .pone
en apuros

a todos los. demás.
Si la mina no saca carbón, el .ferro­
car.ril
incumple Sú plan por , falta de mercancías qµe transportar,
·los altos. hornos por .falta de coke, 111 industria naval por falta de
hierro, el
comercio exterior ·por .. falta de buques, lás importaciones
por falta de

divisas,
y· rueda fa• fola. Luego el plan se ha de CU1l)piir
a.
toda

costa,
mµera quien muera.

Usted no puede permitirse
acep­
tar excusas, "oiga; se me ha, inundado Ja mina"'. Si no, por cada
incidente
ocurrido
tendría usted

que
rehac Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRJNCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD
un plan cuesta mucho trabajo, y una vez hecho;. hecho está. Se ha
de cumplir tai cual, a despecho de cualquier dificultad. Para con­
seguirlo, sólo tiene usted un
camino: _declarar
que
el plan es ley.
Es más, incluso_ una "super-ley". Porque ¡imaginemos que el
plan fuese impugnable, por ejemplo, en la vía contencioso-admi­
nistrativa,

con todas
las demoras que eso implica! ¿Podrá usted to­
lerar que escudándose en argucias legales, cualquiera pueda demorar
durante años
el cumplimiento del plan? Qué va, ante el plan ya
no valdrán razones ni _administrativas, ni procesales, ni civiles, ni
penales. Pero eso tiene una consecuencia ,práctica: que el plan
no se él-abara con arreglo a ninguna Jey,. porque es superior a todas
ellas, Constitución inclusive. Luego también está
por en.cima de la
ley el propio planificador, que no puede incurrir en ninguna res­
ponsabilidad al
hacer el plan. Pero como el
planificador es
usted,
y usted es
una buena persona, eso

no importa.
Incluso mejor.
3.

El
-plan y la política.
· Ahofa -bien, réne.t una autorid.ad planíficidoia por endJila de
iodo derecho irá.e ciertas consecuencias -dé 'orden polítko. Supon­
gamos, p;;r ejemplo, que
fas áutoridades se designa~ poi' medio de
eloociones. Peró úri plan míriiinamente serio lia plazo. Si en cualquier elección puede salir un
caridid;to que
quiera
planificar distinto,
-o

induso
dejar -de --planificar, eatonces • tó8o el
plan a fargo plazo corre gravísimo peligro de rib cumplirse. Luego,
¿tío es 1Ilás pfudente suprimir· las eloociories? O incluso dejarl se
quiere,
al fin y ai cabo, usted es -demócrata; ¡:,¡ero que· el -único
candidato sea usted.
Bien,
pero
queda
Ja prensa.
Todos sabemos
cómo son
los perio­
distas; indiscretos, ztunbooes, gruñones,.-;~ se·contentan con 11.ada-.
Parece que disfruten-criticándolo todo, buacaooo pegas a iodo. sin
nunca querer ponderar
-debidamente todas las inmensas yentajas
de

la
economía planificada. Pe\'O al actuar, do fa indisciplina, · b desobediencia y la -_ vuelta a la -anarquía . del
libre mercado?

Si' ponen en
peligró ehmn¡,limiento-' del plan· _ra-
963
Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFP-GALAGAfeE "
cioml, ¿no será má.s prudente que ,muy a pesár suyo, les imponga
usted una ·razonable

censura?-
También
quedan los sindiCátos -Antes, bajó el capitali!l!llo, eran
muy .
eficaces promoviendó- huelgas, ·algaradas, presionando para

que
sé ¡,asara a

una
economía· planificada. Pero ahora que

la economía
está planificada, ¿qUé ·es una hu:élga? ¿No ·es una ·actividui"direc~_
tamente encámiriada ál incuínplirriiento del plan econ6mioo? Si el
plan es ley, ¿cómo va usted a
llamarla, _sino sabotaje?

Y por
sa­
botaje,_ }'a lo sabemQs, se castiga. En cuarito a los: sindicatos, hom~
bre, usted no está en contra; ¿verdad? Los podrá dejar, pero que
los
cargos los ocupe gente obediente.
¿Y las regiones? Bueno, igual que el plan_ es su~iot· a ~ai-~
quier otra ley de ámbito nacional, setá también, obviamente, ~­
perior:, a cualquier 1ey, cualquier fuero o cualquier· autonomía de
orden local. Es evidente· que si ia' economía del país es una, el plan
económico también ha de set uno
y hacerse en la capital. No es
que
a usted

no le
gusten las

autonomías, ¿por qué? Las puede
de­
jar.

Incluso pueden
ahorrar trabajo: usted

envía
a los órganos auto­
nómicos
. de planificación las cifras

globales,
y que ellos se encar­
guen
de detallarlos y repartírlos. Pero si deciden algo oontrario al
plan,
no tendrá. usted
más remedio que anularlo: ¿acaso dejará que
unos
intereses localistas y particularistas se impongan al inrerés ,ge­
neral,

expresado en el
plan?
¿Y-_· los-. municipios~ comarcas, provincias y otros cehtros inter­
medios de podet? Quedarán respecto· de las regiones como las re­
giones
respecto de
usred:
romo centros
subordinados,
encargados
del cumplimiento
de

su
parte del Plan.
¿Luego no queda ningún ámbito de autonomía a-·ningún nivel?­
Bueno,
¿por qué
ninguno? usted. es una persona abierta, partidaria
de· la democratización, ·participadón, descenttalización, outonomfu,
y. todas estas rosas, y n.o quiere privar de todo esto a nadie. Claro
que

cualquier
decisión que implique

ingreso o
gasto la
toma usted,
que· es
el plaiiificador. Pero les puede dejar todas las decisiones d~
tipo 0:o-econ6niico: ·en qué idiÜmá pronwiciarán sus diScursos, a
quién conlledetán fa Medalla de Oro de la ciudad o qué nombre
Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRJNCIPIO DE SUBSIDIARJEQ.AD
pon4rán. .a sus: calles. ¿Que eso no es gran wsa? Pero ¿usted qué
culpa tiene,. si todo implica dinero?
Y· por ,cierro, ¿a;>mo, se van a nombrar todas estas. autoridades
lQCa\es? Usted
se

encuentra
wn que todas . ron por . elección. , Pero
ya
se saben estas cosas, ¿qué pasa si por un imponderable, .por n:,a­
licia de la gente, o por intrigas inconfesables, o por resentimientos
lóca1es hábilmente explotados, la. elección,.
recae en una persona
adversa

a la
idea de planificación, o a que

esta
planificación la
realice usted? Es _ evidente que: esta persona no querrá actuar. como
agente ele! cumplimiento del plan. Su actuación sería un auténtico
sabotaje, cosa que usted no puede tolerar.
Luego
procurará usted que sieropre salgan . elegidos

amigos su­
yos. Un buen truco es que a la elección sólo vayan ellos de can­
didatos.
Qaro que

no serán amigos suyos personales, porque no
puede
usted conocer· a fondo a tantísima gen ne. Luego creará· usted
una organización para su selección. -Le .. servirá su propio pairtido;
Dentro de él, hará usted llevar ull' "nomencláror" donde constarán
todos
los elegidos
para cargos de
responsabi'iidad con todo su his­
toria1.
Naturalmente, ser incluido en ese nomenclátor será un privile­
gio, que muchos buscarán afanosatnente. Usted habrá convertido
a
su partido,
que
anres cotlstaba de militantes sinceros, en una pan­
da
de arribistas.
4, El plan y eL extranjero.
¿Y las relaciones con el· exterior? Si usted· permite· a sus súbdi­
tos importar dcl extranjero Jo que les ,dé la gana, se encontrará
con que a cada momento- eligen si i-es satisfacen más, po.r su -ca:lidad
o su precio, los produetos extranjeros o los nacionales. El, resultado
de .esta ·elección no

depende sólo de usted; de
usted depende , lo'

que
se producirá en el país, pero lo que produzcan
lo,s extranjeros, y
el precio a que lo .. ofrezcan, depend" de ellos. ,
·· No obstante, ust..ed --planifica . racionia.i:mente: no desea, ·que haya
in vendidos; ·que, ningún· ··medio de · pro!lucción · trabaje· en ,vano. Pero
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Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFF-GALAGANE
con libertad de importación, nunca puede estar seguro de cuáles
de
ios productos

que el plan manda producir se
van a
vender o no.
Om lo cual tampoco saben las empresas productoras y distribuido­
ras si podrán aunplir sus planes financieros. ¿No es lo mejor, para
,ro tener caos en la economía, que planifique · usted· de antemano
qué se "ª a importar?
Con las exportaciones,

es lo mismo
pero al revés: la demanda de
los
artículos producidos por usted, en el extranjero, fluctúa capricho­
samente,
con lo que nunca puede estar seguro de si faltarán o so­
brarin. Luego tenderá usted a producir lo menos posible pata la
exportación. Las importaciones las pagará, de preferencia, con ma­
terias primas. Como también las necesita la industtia propia, estas
insegura¡; y escurridizas relaciones ron el extranjero acabarán siendo
limitadas a un mínimo indispensable.
·
Ahora bien, si 1a montaña no viene a Mahoma; Mahoma va a
la montaña. Si sus ·súlxlitos no · encuentran en el mercado interior
los productos extranjeros que les apetecen, ~iempre !es queda el
remedio de salir a buscarlos al extranjero. O, si ias condiciones de
vida

son
fo bastante dlferenres, simplemente se

quedarán
allí · a
trabajar.

Con lo cual dejan a
empresas patrias

sin
.la mano
de obra
que usted les
había planificado, y a la economía nacional sin ]as
divisas

que usted destinaba a
otras. adquisiciones.
Luégo, quiera
que no,
tendrá usted

que poner un coto a !a emigración.
En la fron­
tera tendrá que poner
alambradas, patrullas,

perros-policía, mirado­
res, minas,
y todo lo preciso para que sus órdenes sean obedecidas.
Des,:le luego,

cosas del extranjero
se siguen necesitando. Pero
para. conseguidas, en lugar de estas irritantes e impredecibles re-­
ladones de intercambio, ¿nO e;s muchísimo mejor -incluir de una
vez· a todos los países en· un sistema único · d<:: pbnificación econó­
mica? Y en· este sistema, ¿quién va ,a pllariificar~ si no es usted?
No obstante, también surge en sus relacíones con el extranjero
un factor imprevisto:

si no es
el extranjero, ¿quién le indica qué
tiene que planear? ·
Me explico. Volver a planificar para el año que viene los mis­
mos
proc:luctos
0
que pata el año pasado, variando sólo la cantidad
segful
los movií!lientos de población, es bastante fácil. PerÓ, ¿y los
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Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRJNCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD
productos nuevos? ¿Cómo puede enterarse usted de la necesidad
de incluir en
el plan televisores; compu;adoras, antibiótims o col­
chones de muelles cuando tales produaos tooovía oo exisren? In,
cluso si se llega USlted a enterar ... de que ~e IJan inventado, ¿cómo'
tomará

usted el riesgo de destinar medios de producción, siempre
esca­
sos, a una msa que jamás se ha hecho .y que· no· se sabe cómo va
a

salir? En cambio, si
en el extranjero lo han hecho, y les ha ido
bien, también
procurará hacerlo usted.
Luego, por una parte, tenderá usted a absorber. al extranjero, y·
por

otra, le resultará indispensable.
Se encontrará usted perpertua­
mente con que la
ecooomía de mercado no· sólo va· por

delante de
h suya (cosa que usted no puede tdlerar) sino que además, indica
por

dónde se ha de ir (
cosa de la que usted no puedé prescindir).
5.
¿ Quién ejecuta el plan?
Pero, ¿por qué no se puede usted adelantar a los países extran°
jeros? ¿Acaso una economía plru:Íificada oo funciona' siempre mejor
que una economía anárquica?
Veámoslo un poco.·
En régimen de mercado, no es que la economía no se pJanific
que. Al revés, cada unidad económica, es decir, oada empresa, pla­
nifica sus actividades eón muchísimo · cuidado, con las' @timas téc­
nicas económicas a su abasto. La que no lo hace ó bien es eluninada
del mercado, O bien no pasa de dim.eruiones modestísima~ Ahora
bien, quien ejecuta este plan es el ·propio sujero que lo ha elabora­
do: se
planifican=• propio,. Y la motivación que tiene el sujeto
para cumplir
su

propio ¡:,Jan es económica:
el plan se propone co­
mo objetivo maximizar los beriéficios, luego no cumplirlo es perder
dinero.
Pero esta misma motivación llevará a los empresarios, en -·oca­
siones, a: flex1bili2ar, modificar ·o · inclus<> abandonar - su plan, si se·
dan cuenta de que· seguirlo·, a · rajatabla ha rápidamente ,e1 error que había en ei p~an y ·1o rectifican SObre la
marcha.
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VLADIMIRO LAMSDORFP-GALAGANE
· Pero si planifim usted, es distinto. Entonces el responsable -por
los-resultadqs
del pia,¡. es usted, Las unidades económicas ni. se-apro­
piarán

de los
peneficios (que irán a!.! cpnjunto de la economía na­
cional), ni

sufrirán las pérdidas (que les compensará usted, por uo
dejar trabajadores

en
-la calle-y mercancías planeadas por producir).
JU frente de.Jas empresas,. puede-usted dejar a sus antiguos dueños
(coiuo hizo ;Hitler), o puede sustimirlqs por compañeros de partido,
como hizo Lenin. En ambos casos, pasarán a ser unos simples fun.:
cionarios, con órdenes · que cumplir y sueldo asegurado todos los
meses.
·.
Pero entonces.-pierden

tocia motivación
, para
cumplir el plan:
pase lo que pase, ellos cobran igual. Luego tiene usted que intro­
ducir. una ~tivación artificiat: un sistema· de prem:ios-y castigos.
Premiará al directivo que ha cumplido el plan, castigará al que no
lo
ha hecho.
Con
lo cual el
obj-etivo de
los funcionarios
pasa a ser conseguir
el

premio y evitar
el castigo. Para ello,

que cumplan el
plan. Pero
uo

siempre quieren o pueden
hacerlo. -Entre ellqs siempre

habrá el
típico incompetente, iocapaz de

llevar su empresa adelante. O el
clásico juer~ista, que se gastará los medios puestos· a su disposición
en francach;las. O el que ha tenido· dificultades técnicas (se le han
parado las máquinas, inundado
ias -plantas,

derrumbado el tejado,
etcétera). O
el que le ha caído un-plan absurdo: producir vigas de
un peso
ta! que

uo lo
aguanta el ·puente de la carretera -(claro, lo
saben ellos, pero usted no:
hay millones de empresas, y usted no
pué causa -o por otra, hay empresas que incumplen -su plan. Pero como
todo está trabado, uno que no cumple pone en aprietos a todos los
demás, en cadena: · la mina al· ferrocarril, los altos hornos a los as­
tilleros, los astilleros al comercio exterior; etc.
Como ya
hernqs dicho,
-usted no puede
rehacer el plan cada se­
mana por cada incidente que
pasee El plan es forzosomente rígido,
y tiene r/lflgo de_ 1")'- Al que fo incumple, no le puede aceptar ex­
cusas
(entonces, se -las teodrla· que aceptar a

todos).
Dirá, para
un
miembro de

su
partido, uo

existen
imposibles. El plan ha
de
éum­
plir:,e cueste lo que cueste.
96&
Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRJNCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD
Pero claro: esto no aea mineral de hierro de -la nada. Lo que
hace usted con
estos slogan& es motiva< a

sus
empresarios a
que
busquen la manera de evitar el
castigo aun sin haber cumplido el
plan, puesto que rumplirlo es
imposiMe.
En

otras
pal,bras, los

está
impulsando a eng.,ru.rle.
6, Verdad y mentira.
Para evitarlo, tendrá usted que montar un pequeño ejército de
funcionarios que
controlen a
las empresas productoras. Pero estos
controladores tampoco son re,sponsal,les por d plan, y en cambio
las prebendas que les ofrecen sus controlados pueden ser sustan­
ciosas.
Además, cuanto más se les controla, más listos se vuelven los
funcionarios. Supongamos
una granja
que
produce caballos, otra
que produce alfalfa. Ninguna de las dos llega a cumplir el plan ni
de lejos. ¿Qué más fácil que un
director diga al otro: mira,

vén­
deme
alfalfa inexisten•e para allirnenmr a mis caballos, y yo, a
cambio, te vendo caballos igualmente
inexistentes para
transportar
n• alfalfa? Tanto los caballos como la alfalfa ficticios dejan su huella
estadística, luego todo está en otden. Puede parecer uo chiste. Pero lo que sigue
e,s perfectamente
real Rusia, oficiailmenre, es el primer productor dd mundo de aceró.
Produce,
aeó, más que América y Japón juntos. Pero en Rusia se
observa un auténtico hambre de hierro. Los marinos
pasan de
con­
trabando simples clavos
y tornillos. Cuando Fiat montó su fábrica en
Rusia, le
supli0100n casi

de rodillas que también trajera la chapa.
E incluso cnando habla un
pacto económico con Nasser, Rusia im­
portaba chapa ¡de Egipto!
Al
final esta situación lleg6 a preocnpar a las autoridades su­
premas,

que preguntaron
a sus
servicios
estadísticoo d6nde iba

tanto
hierro, quién se 1o comía. La ·respuesta· 1fue que el ·principal consct~
midor de acero era ¡la industria·min~l
¿No

entienden?
Es. muy simple:,- la industria-. minera

no ext-ra·e
ni todo el ca 969
Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFF-GALAGANE
ficciciamente a las metalúrgicas, y recompra el acero, igualmente
ficticio,

que con ellos se ha "fabricado". Todos
ganan. Y,
en
reali­
dad,

Rusia no produce, a !o mejor, ni la tercera parte del acero
que anuncia.
Bueno, pero usted es más listo que los dirigentes rusos. Usted
decide prohibir las ventas directas de empresa a empresa. Todas
han de llevar visto bueno de la capital. Con lo cual cuando haya
auténticos
caballos sin

forraje en una granja,
y auténtica alfalfa pu­
driéndose
a 100 metros en
la granja vecina, habrá que escribir a la
capital, iniciar un expediente, esperar su resolución
por orden de
entrada, y cuando venga a los cinco meses, los caballos se habrán
muerto y la alf.clfa se habrá podrido.
O si no, sus empresarios tratarán de
engañarle de
forma
legál.
Supongamos una fábrica de embalajes. Tiene que atender a un de­
terminado surtido: hay quien desea cajas grandes, hay quien las
quiere medianas, hay quien las oecesita pequeñas. Bien, pues según
esto le da usted un plan.
Pero si se
lo da usted en número de unidades, resultará al final
del ejercicio que
habrán hecho todas las

cajas
pequeñas. Sobrarán,
se

tirarán, y, en cambio, faltarán medianas
y grandes. Pero la fá-.
brica habrá cumplido, habrá que premiarla.
Claro que
usted, para
el ejercicio siguiente, le planifica la producción en metros cúbicos.
Bien, pues las harán todas grandes, y no harán pequeñas. ¿Les pla­
nifica por
el beneficio? Sólo harán las caras. ¿Les planifica un de­
terminado surtido? Harán de todas,
pero en c.antidad insuficiente,
cuatro

de
cada.
Entonces

usted se enfada y les
coloc.a un
indicador complejo,
que consta de:
a) c.antidad, b) volumen, e) calidad, y d) surtido.
Pero entonces, si castiga por
el incumplimiento de uno cualquiera de
estos puntos, tendría que castigar a todos sus empresarios, sin ex­
cepción. Y, o bien se quedaría sin ninguno, o bien haría los casti­
gos benignos, lo cual
seria como quitarlos.
Si, en cambio, hace como un promedio, entonces ¿qué hará con
la ,empresa que, por ejemplo, incumple a) y b), pero supera el plan
en
e) y á)? ¿l'remia o castiga? A fa fuerza tendrá usted que acabar
970'
Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD
destacando un indicador más básico, que determinará la cuestión
básica de si
hay premio
o castigo.
Los· demás serán, si acaso, agra­
vantes o atenuantes.
Pero con eso volvemos, sustanciahnente, al caso anterior.
El resultado es que los funcionarios a sus órdenes no fubrican
mercancías, sino indicadores.
7. Las paradojas de los indicadores.
Entonces, resulta que el objetivo global de tod• la economía del
país ya

no es satisfacer al consumidor, sino proporcionarle a usted
una hermosa
estadística con

todos los indicadores cumplidos. No es
lo mismo. Muchas veces .Ja obligación de complacerle a usted im­
plica
-la necesidad de no complacer al consumidor.
Veamos, por ejeruplo, la paradoja del ferrocarril. ¿En qué "uni­
dad" le confeccionaremos su plan?
Lo más racional parece ser en
toneladas/kilómetro (toneladas transportadas
a un
kilómetro).
Pues bien, por
transportar, en

un
vagón, una
tonelada de mer­
cancía a 2.000
kiiómetros, el

ferrocarril "cobra" 2.000
toneladas/
kilómetro.

Tarda
en hacerlo, suponiendo

que se
viaje a
una media
de 50 km./h. y se tarde
ttes horas

en cargar y
descargar el vagón,
3+40+3=46 horas.
Ahora

bien,
pa,ra transportar esta misma tonelada 10 veces, a
200
kilómetros (un

viaje, vuelta, otto viaje, etc.), el ferrocarril "co­
bra" las mismas 2.000 rn./km. Pero como hay que cargar
y des­
ca,gar el

vagón 10 veces,
tarda 30 + 40 + 30 = 100 horas.
Como el plan siempre es apurado, al ferrocarril le
interesa "re­
coger"

el máximo de toneladas/kilómetro en el mínimo de tiempo,
para haber llegado
al número

preciso a
>finai de

año. Luego
tendrá
positivo interés en atender trayectos largos, y prescindir de los
cortos.
Claro que para eso está usted, y el plan ya especifica que el fe­
rrocarril atenderá trayectos de

todo tipo.
Pero entonces,
los ferro­
viarios procurarán sabotear los trayectos cortos : pondrán el mate·
ria! más viejo, a los empleados más inoperantes, bcrrachos y !a-
971
Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFF-GALAGANE
drones, les darán la sa:lida en último Inga,, etc. Con Jo · cual, las
empresas-·usuarias se ·acostumbrarán a que atienden mejor pedidos
a la otrll punta del país que a:! pueblo vecino. Por tanto, en las pre­
visiones
del plan

del año siguiente, procurarán solicitar suministros
de proveedores
lo más alejados posible. liso, a usted, se le tradu­
cirá en un
aumento drástico

de
las "necesidades" de transporte fe­
rroviario, a lo que responderá con nuevas inversiones, que permi­
tirán nuevos
.aumentos de 1a. demanda, y así sucesivamente. Pero
lo mejor es que usted ¡ no se dará cueiita de Jo que ocurre! Al re­
vés, verá, ·en las estadísticas, el desarrollo más rápido del mundo de
las comunicaciones ferroviarias, ¡y se quedará contentísimo!
Es así en todo: la economía planificada tiende a la dilapidación.
Veamos otro ejemplo. Supongamos que
en Bilbao
fabrican unas
viguetas, que por fallos técnicos no sirven para nada: tienen bur­ bujas, o Jo que sea. No
obstante, la empresa productora las hace
constar
como

producidas (si no, se queda sin premios). Las entrega
.,¡ fetrocarril, que las transporta a Almería y se apunta las corres­
pondientes
toneladas/kilómetro: a él, le da iguoi. La consttucrora
de
Almería, al verlas, las da de baja (y ya cumplirá su plan sin vi­
guetas; el edificio podrá caerse, eso importa poco). Una vez dadas
de baja, la empresa almeriense
las entrega como ohatarra (y le sir­
ven
pata cumplir su plan de recuperación de metales). Se vuelven
a cargar en el mismo ferrocarril ( el cual
se vuelve a apuntar sus
toneladas/kilómetro),

se
transportan a Bilbao, donde serán fundi­
das y usadas para la fabricación de otras viguetas que no sirven
para nada ... , etc.
Pero
a cada fase

del ciclo, las viguetas van dejando su huella
estadística, de modo que
todos quedan

contentos: la metalúrgica
ha cumplido su plan de producción; el ferrocarril, de transporte; la
constructura, de cha,rarra, pero el más

con,ento de todos
¡ es usted!
;Porque recibe incluso más estadísticas triunfales que ·si las viguetas
se hubiesen utilizado debidameote!
Hay más. Por ejemplo, la paradoja de. la máquina nueva. Supongamos que una fáhricá, por un procedimiento semima­
nua!; produce 50
de un

producto A.
Para ello,
necesita 40
y 60 de
las materias primas · B y C. Pero, se ifiveilta· una · máquina que en el
972
Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRJNCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD
mismo espacio de tiempo, y con el mismo personal, pe1'.mite .p,:odu­
cir 200. Un empresario "capiltalista" no lo dudaría, y usted, natu,
ralmente,

hace como
él: manda comprar la máquina y aumenta. el
plan de
50 a

200.
Pero
para mí,

director de la
fábrica, esto

no es
ningún motivo de
alegría.

Porque ahora necesitaré más materias primas: 160 de B y
240 de
C. Y a loo fabricantes de B y C, ¿les han comprado una má­
quina nueva? Sí, usted les ha aumentado el plan, pero ¿lo cumplirán?,
¿no me dejarán en la estacada? ¿Y si la nueva máquina se estropea, o
tiene un defecto, o mil imponderables? Ya no puedo volver a la
producción manual, porque el plan es de 200.
Por eso,
el director se defenderá oonrra 'la máquina nueva cual
gato

panza arriba. Desplegará los
argumentos más ingeniosos y so­
físticos. Le encontrará pegas por todas partes: que no -es segura,
qoe no está probada, que da piezas defeotuo.sas, que es peligrosa
de manejar, que no cabe en: la nave, que contamina, y no cederá
hasta ser objeto de la presión más enérgica. E incluso entonces, ántes
de que entre en vigor el nuevo plan, procurará informar que la
máquina "no ha superado el período de prueba". Hablando en
plata, la habrán estropeado a co.sa hecha.
La economía planificada tiende al estancamiento.
Por eso es lo qu::-decía anteriormente: usted no se entera de
lo.!i nuevos inventos hasta que los extranjeros los industrializan. La
razón es que nadie en especial tiene la responsabilidad de enterarle,
pero muchos tienen interés en que ust,ecl no se entere.
8. Un balance.
Si ahora juntamos todo lo dicho, tenemos que fa economía pla­
nificada, por su propia dinámica, tiende
al estancamiento y al des­
pilfarro.
Por
tanto, a la pobreza. En lo político, tiende a la cen­
sura, a la dictadura
y al cenrrnlimio. En lo laboral, tiende a 'la es­
clavitud: porque
esclavo es

quien no puede
cambiar de

parrón.
En
lo intermcionai tiende a la autarquía y al expansionismo.
973
Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFF-GALAGANE
Es~ lo concluimos por un .razonamiento putamente aprio.rís­
tico (que por cierto, podríamos proseguir). Pero oomo se sabe, una
cosa es iJ.a teoría, otra cosa es la _ práctica.
Pues no es este caso. El experimento se ha hecho en Rusia, y
los resultados han sido exactamente éstos.
Notemos, para empezar, que d experimento se ha hecho en las
condiciones
más favorables posibles; en el país más grande y más
rico
del pbneta, ya

desarrollado antes de la
revolución. Era
ya en­
tonces
la cuarta potencia industrial

(dettás de
Esrados Unidos, In­
glaterra y Alemania), con un ritmo de desarrollo que debía dar hoy,
,extrapolando fa.s curvas, una situación en que Estados Unidos serían
a Rusia lo que Canadá a Estados Unidos: un país rico, sí, pero se­
cundario.
¿

Y cuáles son los
resulrados?
Desde

luego, unas estadísticas fabulosas. Pero recordemos las
viguetas o
el ferrocatrii. La estadística .soviética es engañosa in­
cluso sin falsificación directa (que por cierto, también se da): los
propios dirigentes reciben "desde abajo" una información exage­
rada,
la toman como base del plan siguiente, y así la dis~ncia entre
cifras
oficiales
y realidad se va ensanchando año tras año; la verdad
es que los dirigentes soviéticos han perdido totalmente el control
sobre lo que pa·sa en ,su país. IMás información tiene sobre el suyo
cualquier gobierno "capitalista".
Pero ¿y estadísticas
aparte? Resulta que

Rusia, el antiguo "gra­
nero de Europa", con las tierras
más fértiles del mundo (las tierras
negras de Ucrania),
¡hnf_Jorta producros agrícolas, empezando por
el trigo!
Teniendo más del 40 % de la población
,en el campo, no

con­
sigue abastecerse a sí misma ...
Pero entonces, ¿exportará productos industriales? Teniendo mano
de obra barata, ¿hatá como Formosa o Hong Kong? Tampoco: ex­
porta materias primas, madera, gas natural; sí, también algunos
coches Fiat que han tenido que ir a hacerles los capitalistas.
Pero en tal caso, ¿atenderá de preferencia al consumo interno?
Tampoco: lo mantiene a un nivel medieval. Los campesinos rusos
aún viven en cabañas de madera y calzan alpargatas de cortezá. Un
974
Fundaci\363n Speiro

CUANDO FALTA EL PRJNCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD
piso con siete metros cuadrados por persona se considera un lujo,
una
suerte increíble. Los bienes de consumo son de poca calidad,
poco surddo. e insuficiente cantidad (hay colas para todo). La po­
blación, sobte

todo
· en

las
pequeñas ciudades,

sufre
subalim~taci6n
crónica, que tiende a agravarse.
La única exportación manufacturada importante .son las armas.
Sí,. en eso el Estad.o soviético ha sabido mostrarse eficien~e. Puede
haber para ello dos razones, por cierto compatibles.
Una es que cuando usted
planifica la economía,

pretende satis­
facer las demandas del consumidor. Pero como
usted no

las conoce,
lógicamente,. planifica al buen tuntún, lo cual crea un despilfarro
inmenso. En cambio, allí donde el consumidor es usted mismo, ya
señalará usted inequívocamente los fines que 1le convienen, y un
sistema de premios-castigos que asegure su cumplimiento. La efi­
ciencia será mayor, por la cuenta que le trae. De ahí que las únicas
ramas de la economía soviética que funcionan
medio bien
son aque­
llas cuyo consumidor es el Estado o el a:loo funcionariado: espacio,
armamenoo, fincas de campo, policía

política (en
cambio no '1a or­
dinaria: la delincuencia común va con era la gente, no contra el
Estado).
La segunda razón es que las causas de ineficiencia de las URSS,
en
el caso del ejército, juegan también en Occidente: es una empresa
estatal en

régimen de monopolio, y cualquiera que haya hecho la
"mili,. sabe cuán -eficiente es. De modo que no es que los sovié­
ticos sean tan eficaces, es que en eso nosotros somos tan ineficaces
como ellos.
Ahora bien, ¿cuál ha sido el coste de todo esto?
El costo humano, según los cálculos
del profesor
Kurganov,
ha
sido una merma de población de ciento diez millones. Tres Espa­
ñas. Kurganov atribuye 44
millooes a las guerras, y 66 millones
exclusivamente al régimen, entre fusilamientos, campos de . concen­
tración, hambre, baja de natalidad, etc.
El costo .jurídico ha sido un retroceso
casi de

milenios: se
ha
vuelto a !a coacción laboral directa, a la responsabilidad penal co­
lectiva, a la arbitrariedad del poder, en una palabra, a la práctica
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Fundaci\363n Speiro

VLADIMIRO LAMSDORFP-GALAGANE
des"/J@rici6n del derecho, tal como. profetizaba Marx. Sólo que no de
la forma que él preveía.
El
costo político
ha
sido el poder mós irresponsable del mundo
entero en vafiQS siglos.
Es un experimento hecho. Y sus resultados, al menos a mi jui­
cio, son bastante poco a~activos.
¿Por qué no dejamos, ,pues, al Estado en el lugar subsidiario
que le corresponde?
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