Índice de contenidos
Número 233-234
Serie XXIV
- Textos Pontificios
- Estudios
- Actas
- Crónicas
- Información bibliográfica
Autores
1985
Juan Antonio Widow: El hombre, animal político
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
magna reacción nacional, patriótica, monárquica y religiosa que
fue la Guerra de la Independencia. Y nos explica, acertadamen
te, que fueron los partidos tradicionalistas y foralistas (analiza
con
cieno detalle el concepto de fuero) los que, en nuestro si
glo
xrx, encarnaron
el verdadero
espíritu patrio,
a
la vez reno
vador
y fiel a la tradición, frente a la corriente liberal y revolu
cionaria. Y concluye afirmando las deficiencias institucionales
profundas del pseudo-orden democrático actual: «por aquí nos
hemos perdido los españoles, porque en
la institucionalización
hemos marginado los valores fundamentales que la tradición ce
losamente nos ha custodiado· como base de nuestra fortaleza y
crecimiento».
ANDRÉS GAMBRA.
Juan Antonio Widow: EL HOMBRE, ANIMAL
POLITICO (*)-
Juan Antonio Widow es un hombre preocupado, tanto por
la
educaci6n como por la enseñanza. Profesional de la docencia,
ha trascendido la mera función de acumular conocimientos para
luego transmitir a sus alumnos
y entrar de lleno en la conduc
ción de las mentes
y las almas por el camino estrecho de la
verdad. Fiel a esa generosa concepción del magisterio, ha prestado
su atención muchas veces a temas de
inteligencia. Sus elucida
ciones sobre la «sabiduría»
--«naturaleza de la sabiduría cris'
liana»
es uno de sus
art!culos más interesantes--o
sus recien
tes consideraciones sobre «el problema de
la educación», así lo
acreditan. Pero todo lo realizado hasta ahora en
tal dirección queda
superado y embebido por la obra que hoy tengo el gusto de pre
sentar
a nuestos lectores y cuya ambición es sólo parangonable
con su acierto.
El autor parte de un contraste muchas veces abservado entre
la
ligereza que
acompaña a tantas tomas de opinión políticas
y morales --«cualquiera se siente con dominió y _en estos cam
pos»-- y el respeto beato con que es obsequiada la ciencia y
aun la
.técnica. Y
hace patente que
la vida del hombre en socie
dad y lo relativo al fin y al orden propios de cada una de las
(*) Juan Antonio Widow, El hombre) aniftlal politico (El orden social:
principios e ideologías), Academia Superior de Ciencias Pedag6gicas,. Santia
go de Chile, 1984, 300 págs.
505
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRÁFICA
sociedades naturales «son temas que mucho más · que otros re
quieren
estudio, capacidad de
discerninµento y
aoálisis, dominio
de
la pasión
y, sobre todo, amor a la
verdad» (pág.
17).
Be ahí el origen íntimo de este libro: el culto austero de la
verdad,
que lucha por imponerse a la hoy omnipotente y omni
presente
idolatría del ingenio -por usar del lenguaje donosia
no-; el
¡uicio, hoy exiliado por el prepotente y desmelenado
ingenio· -si se nos permite citar al llorado Leopoldo Eulogio
Palacios-. Pero si el punto
de partida
es educador, no lo es menos el
fin. La generalización de la mentalidad ideológica -escribe--,
característica de núestro tiempo, impide a muchos descubrir si
quiera la existencia de la alternativa: la realidad. Pues no se dao
cuenta «de que el orden natural de la vida humaoa no es otro
esquema a priori que moldea la inteligencia del sujeto antes de
que sea fecundada por Io
real».
Ese
mostrar cómo la actitud ideológica
anula la
misma po
sibilidad de fundar
la sociedad sobre bases. estables, consri¡uyen
do la
grao mentira
instalada en el corazón de toda
la política
mundial, es la meta -reconocida- del libro. Intención subrayada
por el propio hecho de que los princi
pales destinatarios sean quienes quieren introducirse en el estu dio del orden social y los que requieren un texto para
enseñar
estas
materias:
discípulos y maestros.
Pedagógico en su partida, en su fin y en
· su
destino aún lo
es en
su ejecución y redacción. ¿Hay quien de más? Pues exis
tiendo, ciertamente, nume_rosos y meritísimos _ catecismos de inicia
ción política, no hay ninguno que conozca que le supere en lo
meditado de sus páginas, lo ordenado de su estructura, lo acer
tado de su argumentación y lo completo de su contenido.
Cuatro partes
lo integran:
fundamentos;
el orden político;
el orden económico; los sistemas ideológicos.
Se hace imprescindible comenzar por los fundamentos. La
ciencia -también la ciencia práctica que es la política- debe edificarse sólidamente. Para
éllo hay
que leer en
él orden
de la
naturaleza y extraer los principios que puedao dotarla de sen
tido. Sólo
así
podrá alcanzarse la deseada restauración de la
ciencia política, destruida -romo señaló Voegelin- por la eta
pa positiva de la segunda mitad dél siglo xrx.
No es, en cambio, este terreno el menos debatido. Y los
desacuerdos más radicales son precisamente
!_os que
en
él se
pro
ducen. Fundamentar, como hace Widow, las relaciones entre li
bertad
y autoridad ( capítulos III y IV) o acertar en el concepto
500
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
de bien común ---cCOn precisión y vigor y de la mano de Charles
de Koninck o del padre Ramírez- así como eo
la .espinosa cues
tión de su primacía ( capítulos I y II ), es construir sobre
roca el .
edilicio
del
orden político.
Es concretamente tal construcción
la que es objeto de la se
guoda parte. Que enlaza sin dificultad con
la primera pues si,
como dice Aristóteles, sabio es el que ordena y sólo puede or
denar
el que
posee el principio del orden, resulta que el cono
cimiento de los fines es más perfecto que el de los medios. Se
trata, pues, de levantar el
orden polltico. Pero sin imperdonables
ligerezas.
·
Tal
orden es objeto de un análisis escolástico por Widow
en
el capítulo III de esta parte: la causa material sería el pue
blo;
la formal, la ley; la eficiente, el gobierno; y la final, el bien
común político {págs. 90-101).
Cómo una
actividad tan noble haya podido convertirse eo
técnica de, opresión
sólo es comprensible por un proceso de de
gradación, cuyos hitos principales
--escalones
descendentes-
des
cribe admirable y sintéticamente (págs. 81-84). A
la reconstruc
ción de
la política eo su genuino sentido de ciencia y prudencia
dedica los seis capítulos de esta parte -y si se me apura, aún
podría decirse que la obra toda-, pues sólo los principios ol
vidados «son el único fundameoto
real para
un orden justo».
La tercera parte {págs. 135-170) trata del
orden econ6mico.
Materia que ha merecido tradicionalmente menos atención que
la estrictameote política por los pensadores del campo tradicio
nal. La desproporción también alcanza a
la obra que estoy co
mentando, eo especial en lo que hace a
la ciencia económica,
pues el
mundo del trabajo ha salido siempre más favorecido
( empezando por las aportaciones pontificias). Nos gustaría ver
más desarrollada esta temática
que apenas
esboza, con galanura,
nuestro amigo chileno.
En cualquier caso, es de estricta justicia dejar apuntadas las
ricas consecuencias que derivan del nítido .reconocimiento de la
ciencia económica como ciencia moral: .regula una conducta hu
mana, aquella cuyo objeto es el uso de los bienes externos.
La cuarta, al tiempo qlle_ más_ extensa de las partes, «los sis
temas ideológicos» (págs. 173-290), modelo de buen hacer como
pensador e incluso escritor, tiene
a· Ja ideología
por protagonista.
El autor pasa revista a todas las cuestiones posibles: precisa su
concepto -separándola de los sistemas de principios-, enuncia
sus
caracteres -simplicidad, unidad'-, aporta el contrapunto del
orden propio de la existencia humana --determinado por las
507
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
leyes de la naturaleza y de la Redención--, rastrea sus antece
dentes
-nominalismo, ciencia moderna, protestantismo, gnosti
cismo----'-, estudia
sus
relaciones con el poder y la utopía ..• Y se
ocupa de las principales corrientes
ideológicas,
Empezando por el liberalismo -entre sus páginas son de
destacar las referidas a
Hayek, extraordinariamente revelado
ras---,
siguiendo por
la
ideologia democrática -que caracteriza
como
auténtica forma de
vida y hasta como fe civil~, la demo
cracia cri,tiana -Lamennais, Marc Sagnier y Maritain desfilan
por
sus: páginas-, la' democracia socialista y. el marxismo-leni
nismo.
El libro. se complementa con unas bibliografías tan ricas como
poco hinchadas y breves cuéstionarios que pueden ser muy úti
les para su aplicación docente, como ejercicios de recapitulación.
Nos encontramos ante una obra escrita con un estilo poco
frecuente en este nuestro tiempo indigente. Que se permite
ig
norar los tópicos consagrados y combatir los ido/a de toda es
pecie. Más llamativa aún es la recomendación del libro por el
Minisrerio de Educación (el de Chile, claro está), que desde el
ángulo español
nos
sitúa en el túnel del tiempo o en la política
ficción. Juan
Antonio Widow
merece nuesto agradecimiento por su
«El hombre,
animal político». En toda sociedad es necesaria la
educación y toda brecha en
la educación lo es en la sociedad.
Le Play -citado. por Maurras--- nos da las razones de ello: «Las
sociedades perfectas están permanentemente sometidas a una
in
vasión
de pequeños bárbaros que llevan a ellas
sin descanso
todos
los inalos instintos. de la naturaleza humana. . . Desde el momen to en que las sociedades se descuidan un solo instante de oponer
la disciplina de
· la
educación ·a esa marea natural, la
decademda
se
hace
inminente». Este
libro
nace con
vocación de dique. Es
peremos que las aguas no se desborden.
MIGUEL AYUSO.
Anneo Séneca: DIALOGOS (*)
No sé si se lee a Séneca en el siglo xx. Pero no se trata de
saber si Séneca es
todavía leído,
sino si merece siempre ser leído.
Para nosotros, la doctrina moral de Séneca, el
alimento espiritual
(º) Edición pre¡,aracla por Carmen Codoñer. Edirora Nacional, Biblio
teca de la Lireratura y el Pensamieoto Hispánicos, Madrid, 1984, 510 págs.
508
Fundaci\363n Speiro
magna reacción nacional, patriótica, monárquica y religiosa que
fue la Guerra de la Independencia. Y nos explica, acertadamen
te, que fueron los partidos tradicionalistas y foralistas (analiza
con
cieno detalle el concepto de fuero) los que, en nuestro si
glo
xrx, encarnaron
el verdadero
espíritu patrio,
a
la vez reno
vador
y fiel a la tradición, frente a la corriente liberal y revolu
cionaria. Y concluye afirmando las deficiencias institucionales
profundas del pseudo-orden democrático actual: «por aquí nos
hemos perdido los españoles, porque en
la institucionalización
hemos marginado los valores fundamentales que la tradición ce
losamente nos ha custodiado· como base de nuestra fortaleza y
crecimiento».
ANDRÉS GAMBRA.
Juan Antonio Widow: EL HOMBRE, ANIMAL
POLITICO (*)-
Juan Antonio Widow es un hombre preocupado, tanto por
la
educaci6n como por la enseñanza. Profesional de la docencia,
ha trascendido la mera función de acumular conocimientos para
luego transmitir a sus alumnos
y entrar de lleno en la conduc
ción de las mentes
y las almas por el camino estrecho de la
verdad. Fiel a esa generosa concepción del magisterio, ha prestado
su atención muchas veces a temas de
inteligencia. Sus elucida
ciones sobre la «sabiduría»
--«naturaleza de la sabiduría cris'
liana»
es uno de sus
art!culos más interesantes--o
sus recien
tes consideraciones sobre «el problema de
la educación», así lo
acreditan. Pero todo lo realizado hasta ahora en
tal dirección queda
superado y embebido por la obra que hoy tengo el gusto de pre
sentar
a nuestos lectores y cuya ambición es sólo parangonable
con su acierto.
El autor parte de un contraste muchas veces abservado entre
la
ligereza que
acompaña a tantas tomas de opinión políticas
y morales --«cualquiera se siente con dominió y _en estos cam
pos»-- y el respeto beato con que es obsequiada la ciencia y
aun la
.técnica. Y
hace patente que
la vida del hombre en socie
dad y lo relativo al fin y al orden propios de cada una de las
(*) Juan Antonio Widow, El hombre) aniftlal politico (El orden social:
principios e ideologías), Academia Superior de Ciencias Pedag6gicas,. Santia
go de Chile, 1984, 300 págs.
505
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRÁFICA
sociedades naturales «son temas que mucho más · que otros re
quieren
estudio, capacidad de
discerninµento y
aoálisis, dominio
de
la pasión
y, sobre todo, amor a la
verdad» (pág.
17).
Be ahí el origen íntimo de este libro: el culto austero de la
verdad,
que lucha por imponerse a la hoy omnipotente y omni
presente
idolatría del ingenio -por usar del lenguaje donosia
no-; el
¡uicio, hoy exiliado por el prepotente y desmelenado
ingenio· -si se nos permite citar al llorado Leopoldo Eulogio
Palacios-. Pero si el punto
de partida
es educador, no lo es menos el
fin. La generalización de la mentalidad ideológica -escribe--,
característica de núestro tiempo, impide a muchos descubrir si
quiera la existencia de la alternativa: la realidad. Pues no se dao
cuenta «de que el orden natural de la vida humaoa no es otro
esquema a priori que moldea la inteligencia del sujeto antes de
que sea fecundada por Io
real».
Ese
mostrar cómo la actitud ideológica
anula la
misma po
sibilidad de fundar
la sociedad sobre bases. estables, consri¡uyen
do la
grao mentira
instalada en el corazón de toda
la política
mundial, es la meta -reconocida- del libro. Intención subrayada
por el propio hecho de que los princi
pales destinatarios sean quienes quieren introducirse en el estu dio del orden social y los que requieren un texto para
enseñar
estas
materias:
discípulos y maestros.
Pedagógico en su partida, en su fin y en
· su
destino aún lo
es en
su ejecución y redacción. ¿Hay quien de más? Pues exis
tiendo, ciertamente, nume_rosos y meritísimos _ catecismos de inicia
ción política, no hay ninguno que conozca que le supere en lo
meditado de sus páginas, lo ordenado de su estructura, lo acer
tado de su argumentación y lo completo de su contenido.
Cuatro partes
lo integran:
fundamentos;
el orden político;
el orden económico; los sistemas ideológicos.
Se hace imprescindible comenzar por los fundamentos. La
ciencia -también la ciencia práctica que es la política- debe edificarse sólidamente. Para
éllo hay
que leer en
él orden
de la
naturaleza y extraer los principios que puedao dotarla de sen
tido. Sólo
así
podrá alcanzarse la deseada restauración de la
ciencia política, destruida -romo señaló Voegelin- por la eta
pa positiva de la segunda mitad dél siglo xrx.
No es, en cambio, este terreno el menos debatido. Y los
desacuerdos más radicales son precisamente
!_os que
en
él se
pro
ducen. Fundamentar, como hace Widow, las relaciones entre li
bertad
y autoridad ( capítulos III y IV) o acertar en el concepto
500
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
de bien común ---cCOn precisión y vigor y de la mano de Charles
de Koninck o del padre Ramírez- así como eo
la .espinosa cues
tión de su primacía ( capítulos I y II ), es construir sobre
roca el .
edilicio
del
orden político.
Es concretamente tal construcción
la que es objeto de la se
guoda parte. Que enlaza sin dificultad con
la primera pues si,
como dice Aristóteles, sabio es el que ordena y sólo puede or
denar
el que
posee el principio del orden, resulta que el cono
cimiento de los fines es más perfecto que el de los medios. Se
trata, pues, de levantar el
orden polltico. Pero sin imperdonables
ligerezas.
·
Tal
orden es objeto de un análisis escolástico por Widow
en
el capítulo III de esta parte: la causa material sería el pue
blo;
la formal, la ley; la eficiente, el gobierno; y la final, el bien
común político {págs. 90-101).
Cómo una
actividad tan noble haya podido convertirse eo
técnica de, opresión
sólo es comprensible por un proceso de de
gradación, cuyos hitos principales
--escalones
descendentes-
des
cribe admirable y sintéticamente (págs. 81-84). A
la reconstruc
ción de
la política eo su genuino sentido de ciencia y prudencia
dedica los seis capítulos de esta parte -y si se me apura, aún
podría decirse que la obra toda-, pues sólo los principios ol
vidados «son el único fundameoto
real para
un orden justo».
La tercera parte {págs. 135-170) trata del
orden econ6mico.
Materia que ha merecido tradicionalmente menos atención que
la estrictameote política por los pensadores del campo tradicio
nal. La desproporción también alcanza a
la obra que estoy co
mentando, eo especial en lo que hace a
la ciencia económica,
pues el
mundo del trabajo ha salido siempre más favorecido
( empezando por las aportaciones pontificias). Nos gustaría ver
más desarrollada esta temática
que apenas
esboza, con galanura,
nuestro amigo chileno.
En cualquier caso, es de estricta justicia dejar apuntadas las
ricas consecuencias que derivan del nítido .reconocimiento de la
ciencia económica como ciencia moral: .regula una conducta hu
mana, aquella cuyo objeto es el uso de los bienes externos.
La cuarta, al tiempo qlle_ más_ extensa de las partes, «los sis
temas ideológicos» (págs. 173-290), modelo de buen hacer como
pensador e incluso escritor, tiene
a· Ja ideología
por protagonista.
El autor pasa revista a todas las cuestiones posibles: precisa su
concepto -separándola de los sistemas de principios-, enuncia
sus
caracteres -simplicidad, unidad'-, aporta el contrapunto del
orden propio de la existencia humana --determinado por las
507
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
leyes de la naturaleza y de la Redención--, rastrea sus antece
dentes
-nominalismo, ciencia moderna, protestantismo, gnosti
cismo----'-, estudia
sus
relaciones con el poder y la utopía ..• Y se
ocupa de las principales corrientes
ideológicas,
Empezando por el liberalismo -entre sus páginas son de
destacar las referidas a
Hayek, extraordinariamente revelado
ras---,
siguiendo por
la
ideologia democrática -que caracteriza
como
auténtica forma de
vida y hasta como fe civil~, la demo
cracia cri,tiana -Lamennais, Marc Sagnier y Maritain desfilan
por
sus: páginas-, la' democracia socialista y. el marxismo-leni
nismo.
El libro. se complementa con unas bibliografías tan ricas como
poco hinchadas y breves cuéstionarios que pueden ser muy úti
les para su aplicación docente, como ejercicios de recapitulación.
Nos encontramos ante una obra escrita con un estilo poco
frecuente en este nuestro tiempo indigente. Que se permite
ig
norar los tópicos consagrados y combatir los ido/a de toda es
pecie. Más llamativa aún es la recomendación del libro por el
Minisrerio de Educación (el de Chile, claro está), que desde el
ángulo español
nos
sitúa en el túnel del tiempo o en la política
ficción. Juan
Antonio Widow
merece nuesto agradecimiento por su
«El hombre,
animal político». En toda sociedad es necesaria la
educación y toda brecha en
la educación lo es en la sociedad.
Le Play -citado. por Maurras--- nos da las razones de ello: «Las
sociedades perfectas están permanentemente sometidas a una
in
vasión
de pequeños bárbaros que llevan a ellas
sin descanso
todos
los inalos instintos. de la naturaleza humana. . . Desde el momen to en que las sociedades se descuidan un solo instante de oponer
la disciplina de
· la
educación ·a esa marea natural, la
decademda
se
hace
inminente». Este
libro
nace con
vocación de dique. Es
peremos que las aguas no se desborden.
MIGUEL AYUSO.
Anneo Séneca: DIALOGOS (*)
No sé si se lee a Séneca en el siglo xx. Pero no se trata de
saber si Séneca es
todavía leído,
sino si merece siempre ser leído.
Para nosotros, la doctrina moral de Séneca, el
alimento espiritual
(º) Edición pre¡,aracla por Carmen Codoñer. Edirora Nacional, Biblio
teca de la Lireratura y el Pensamieoto Hispánicos, Madrid, 1984, 510 págs.
508
Fundaci\363n Speiro