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Número 233-234

Serie XXIV

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Francesco Alberoni: Movimiento e institución

INflORMACION BIBLIOGRAFJCA
Francesco Alberoni: MOVIMIENTO E INSTITUCION (*)
Veinte años de estudio y la observación, casi siempre «desde
dentro», de los
movimientos en
sus fases de preparación y ex­
plosión, ocurridos en estas dos décadas, han permitido al
profe­
sor

Alberoni
la publicación, en 1968, de Statu Nascenti, y nueve
años más tarde de Movimiento e istituzione, ahora refundidos
y con notables adiciones en la segunda edición,
· de la cual es
traducción española el libro que presentamos. Movimiento e
instituci6n constituye

el primer intento de
construir una

teoría sistemática de
la eclosión, de los movimientos
y
de la

formación de las instituciones. Si
la investigación y com­
paración sociológica hacen ver al autor que el movimiento y
la
institución se contraponen dialécticamente, también le muestran
que tienen en común una conexión profunda. La institución,
surge del movimiento para realizar su promesa en un espacio
y
tiempo histórico, interrogando a la institución, se encuentra el
mensaje elaborado en el movimiento. Por otra parte, el movi­
miento, siempre portador de proyecto, contiene ya en sí mismo,
potencialmente, la institución. El estado naciente es efímero,
incluso inaprensible, o tiende a la perpetuacióh. Además, surge
del desorden, en el punto mismo del desorden, pero es un pro­
ceso de constitución del orden, un hacerse del orden, «el orden
en su hacerse». La institución es, por ello, el destino. del movi­
miento, pero lo es en cuanto producto de la derrota del movi­
miento. En este sentido es heredeta, pero, al mismo tiempo, su
traición. El movimiento es «una tensión eutte la perfección-ilu­
sión y
la institución-engaño».
El punto de partida del autor
es el
reconcimiento de
la · exis­
tencia de una diversidad sustancial entre dos clases de manifes­ taciones sociales, dos estados de lo social. El
análisis e

investi­
gación que hace Alberoni es una investigación estructural. Las
características
del. primer

estado social
-el estado

naciente ( el
segundo es el cotidiauo-institucional)-- sólo sori comprensibles
restituyéndolas a una auténtica estructura categorial.
El estado
de lo social, al que Alberoni da el nombre de estado naciente
sólo es definible
-dice-en

relación con
otro estado

social al
que llama «estado institucional y de la
vida cotidiana».
Normalmente,
y en gran medida, lo social se desarrolla den­
tro del

ámbito institucional
y de la vida cotidiana. El estado
(') Editora Nacional, Cultura y Sociedad, Madrid, 1984, 561¡,ágs.
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naciente representa un momento de discontinuidad del aspecto
institucional y de la vida cotidiana. El estado naciente, con su
iniciaci6n, interrumpe las características de las relaciones socia­les institucionales y las formas de la vida cotidiana, y el subsis­
tema social que ellas implican entra en un nuevo estado con
propiedades particulares. En un determinado momento, el estado naciente cesa y el sistema social retorna al ámbito de la vida
cotidiana y de las
formas institucionales,

pero después de haber
experimentado una
transformación. La apatici6n, pues, del es­
tado naciente es una modalidad específica de
.la transformación.
social.

Es,
PQI' ello,

un estado de transición, y aparece cuando
determinadas fuerzas que constituyen la solidaridad social de­
clinan. En ese caso la solidatidad social se reconstruye a partir
de algunos puntos del sistema social,
co.n propiedades

absoluta­
mente particulares. El estado naciente aparece así como una res
0
puesta reconstructiva de una parte del sistema social. Al crear
una solidaridad alternátiva, ese estado une a los protagonistas
antes separados y se contrapone al orden existente. Los núcleos
que se forman en el estado naciente elaboran una interpretación
alternativa de lo existente, a partir
· de

la cual pretenden recom­
poner el cojunto.
Cada núcleo del estado naciente corresponde a un
mutante
social, cuyo éxito dependerá de la adecuación de su propuesta al
desafío histórico específico. Estos núcleos constituyen entidades de orden superior, a las que Alberoni llama
movimientas y cuya
posibilidad de éxito depende también de la capacidad de
dar una
respuesta adecuada al desafío del tiempo.
.
El

estado naciente, en cuanto forma de transici6n entre.
un
orden social y otro, puede encontrarse prácticamente en cualquier
nivel de agregación social. Así, en la
comunidad, donde tenemos,
de una parte, la comunidad de la aldea, estable y estructurada,
y, de otra, la comunidad religiosa, política, ideológica en el. es­
tado naciente. En un nivel organi_zativO superior, tenemos, de
un lado, el partido organizado, con una jerarquía, y, de otro, el
movimiento político en su form0.ciófl, con sus reuniones. _ Si nos
referimos a un territorio., _tenemos, de una parte,
la nación y su
organizaci6n política, el Estado, y, de otra, el movimiento de
liberación nacional,
el movimiento patri6tico, con una solidaridad
propia, política
· y

sentimental. Lo mismo puede decirse del con­
cepto de
masa: de un lado, la masa como masa uniforme y pa­
siva ante la pantalla o el altavoz ( de ahí la expresión «medios
de comunicaci6n. de masas»), unificada por el único e idéntico comportamiento pasivo de ver u oír algo que es enviado a todos;
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de otro, la masa activa, movilizada por una fe religiosa o revo­
lucionaria. El estado naciente es un estado de transición de lo social en
el que se constituye una solidaridad .alternativa, cuyo único ca­
rácter
distintivo es una experiencia
. y
exploración de las fronte­
ras de lo posible o realizable en un momento histórico, que se activa cuando ciertas precondiciones estructurales alcanzan un
nivel de umbral, más allá del cual se altera cualitativamente el fundamento de la solidaridad. La experiencia sociológica y la
documentación histórica nos revelan que todas las instituciones
y todos los sistemas de valores han surgido, en un momento
dado, como- estado .q.aciente, y a menudo no son más que un
modo de canalizar sus energías sin destruirlas, y en en el sistema
institucional se encuentran siempre las experiencias del estado
naciente.
El grupo que se forma en el proceso de · estado naciente no
permanece en ese estado, y, llegado a cierto punto, cambia de naturaleioa,· disolviéndose,
extinguiéndose ó institucionalizándose.
En todo caso, las relaciones entre sus
miembros y

el tipo de
ex­
periencia

que éstos tiene vuelven a ser los de la vida cotidiana.
Mientras en
el estado naciente se tiene un cambio de una situa­
ción

diferenciada a una uniforme, en la salida se tiene
el cambio
de una situación uniforme a una diferenciada. Es decir,
el ingre­
so es homogéneo, la
institucionalización es

heterogénea. Todas
las institµciones tienen
el doble carácter de extingoir el estado
naciente
y de asegorar, de otro modo, la continuidad.
La institución, respecto al estado naciente, constituye una
pérdida,
pero, al mismo tiempo, es su heredera. Pero no todo
proceso de institucionalización triunfa. Sin embargo, cuando triun­
fa, la institución se convierte en la custodia de la promesa y de
la esperanza del estado naciente, haciendo realidad su mensaje
de solidaridad y de valor. La institución en cuanto heredera
y
• custodia de la esperanza del movimiento, subordina a sí misma
la

cadena medios-fines. La institución, en su período de
éxito, es
homogénea

con el movimiento, se autodefine como la única ver­
dadera intérprete de todo lo que
el movimiento puede dar. Así,
la Iglesia católica· se considera superior a los movimientos cató­
licos;
el Partido comunista, superior a los movimientos comu­
nistas.
Cuando triunfa, además,
la institución es efectivamente
superior a los movimientos, los atrae, los reabsorbe, los da
su
lenguaje,

impide que se constituyan como
algo que
se contrapon­
ga a ella. En esta fase, la institución sustituye al movimiento,
el cual no aparece hasta que ella fracase. Si la institución surge
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INFORMACION · BIBUOGRAFICA
del movimiento para realizar su promesa, el movumento con­
tiene, a su vez, en sí núsmo, potencialmente, la institución.
Define Alberoni el movimiento como «el proceso histórico
que se inicia con el estado naciente y que termina en la recons­
titución del momento cotidiano institucional». Los graodes mo­
vimientos históricos

son procesos complejos en los que se desarro­
llan numerosos fenómenos de estado naciente, campos de soli­
daridad, luchas, frentes, conflictos,
orgaoizaciones guerreras.

En
todos los
graodes movimientos distingue

este autor «tres pro­
tagonistas»: las élites creadoras, los sometidos
y las masas. Las
élites son las creadoras,
. las

que generan el movimiento, pero la
fuerza transformadora es aportada por las masas; son éstas las que, rebelándose, destruyendo lo existente, realizan, aunque sólo
sea negativo, todo lo que las
élites proclaman,

es decir, que lo
existente es contingente y puede ser destruido. Hace Alberoni la distinción entre
movimientos concretos y
movimientos

dimensiones,
segón la

extensión del movimiento
y de la fuerza de movilización. Seguidamente el autor expone un
agudo
aoálisis sociológico de los movimientos históricos, desde
los graodes movimientos ideológicos (religiosos,
políticos, cultu­
rales)

hasta los modernos y concretos (sindicales, raciales, estu­
diantiles, feministas, etc.), señalando los elementos factoriales
de cada uno
y su respectivas influencias en ellos.
Todo sistema social está amenazado por los movimientos
y,
consiguientemente, todo sistema social dispone, también, de ins­ trumentos y mecanismos para el control de los movimientos. A este respecto señala el
autor la

diferencia que hay en nuestro
tiempo entre el sistema político-social soviético, que ve con re­ celo cualquier forma de movimiento, y el capitalista occidental,
en el que, por el contrario, los movimientos constituyen un
fac'
tor

continuo· de recomposición de las solidaridades y de conflic­
tos. El

totalitarismo
--dice~ se
produce cuando la élite del po­
der emplea todo.s los instrumentos de control de los movimien­
tos para µIlp~dir su aparición, o, si aparecen, para impedir que
se manifieste la fractura con la institución. El objetivo de un
sistema totalitario es el de conseguir que todas las tensiones se
expresen de un modo institucional, utilizando fácilmente la re­
presión violenta. Los recientes y sangrientos sucesos
.de repre­
sión

en la Polonia comunista del movimiento sindical «Solidari­
dad», son elecuentes ejemplos de esta
iqtolerancia totalitaria y
del

ejercicio desproporcionado y despótico del control de los
movimientos.
Pero el redescubrimiento de los derechos
humaJJos inaliena-
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
bles se ha producido también --dice Alberoni-en la propia
Unión Soviética
y sus países dominados, a través de la disidencia.
Y, con la amenaza nuclear y con la contaminación, siguen conS~
tituyéndose-
nuevos

movimientos que parecen indicar la exigencia
de campos de solidaridad, protegida respecto a las grandes or­
ganizaciones y al Estado. También muchas reivindicaciones auto­
nómicas o corporativas y los intentos de autogestión parecen mo­
verse en
la misma dirección.
Por
la investigación concienzuda y la documentada informa­
ción, por
el agudo análisis sociológico que hace el autor sobre
Movimiento e instituci6n, este libro que presentamos es sin duda
alguna muy interesante y puede decirse que bien compensa al
autor
los largos

años empleados en su seria y objetiva elaboración.
EMILIO SERRANO VILLAFAÑE.
Martirián Brunsó Verdaguer, pbro.: L'AMOR QUE NO POT
MORIR (*)
Tiene algo de estilo novelístico, aunque los hechos que las
circunstancias provocan en los protagonistas son reales.
El autor, sacerdote de los de cuerpo entero, celoso y sabio,
deleita e instruye a un tiempo
con este
volumen, escrito espe­
cialmente de

cara a
los. jóvenes,' teniendo

en cuenta que 1985 es
el Año Internacional. de la Juventud. Puesto siempre en primera línea del combate por la fe y
la
moral

católica, conoce como nadie
el estado religioso, cultural y
social de ,adolescentes y jóvenes.
«Nadie puede
negar
--dice en
el prólogo- que nuestros chicos y clúcas bogan en un oleaje
muy agitado... Tendríamos que retroceder muchos años de his­
toria si quisiéramos encontrarnos con ideas y planteamientos tan
erróneos sobre el matrimonio y la familia» ... Y los errores cunden en todos los órdenes, porque los jóve­
nes de hoy, en general, poco saben. de filosofía, menos de teolo­
gía, ignoran la doctrina cristiana o catecismo y, por lo común,
son pobres intelectualmente, de modo que viene a ser un terreno
·abonado para la siembra de cualquier idea facilona que halague o satisfaga sus pasiones desordenadas, por absurda que sea. Lá
experiencia resulta muy triste en este aspecto.
(*) Editorial Speiro, S. A., Madrid 1984. Libro escrito en catalán, cuyo
título, traducido, sería El amor que no puede morir.
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