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Número 285-286

Serie XXIX

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Tomás Moro en España

TOMAS MORO EN ESP.Al' POR
MIGUEL A)'USO
En 1963, la Universidad de Yale -----por obra del distinguido
especialista profesor
Richard S. Sylvester, y, después de su muer­
te en 1979, por el profesor Clarence
H. Miller--' acometió la
publicación de las obras completas de Santo Tomás Mpro en
una
· edición crítica de dieciséis volúmenes.
Casi
ai mismo tiempo, y con motivo de la creación en Bruse­
las de la asociación
Amici Thomae Mori, comienza ]a aparición
de la revista trimestral
Moreana, dirigida por Germain Marc'ha:
dour y qui! tanta importancia: ha tenido et! la difusión del espí-
ritu del Canciller de Inglaterra mártir.
· ·
Este interés ha ido extendiéndose por España, al tiempo que
por otros países, permitiéndonos saludar la aparición de nuevos
estudios y celebrar la creación de importantes círculos motean os.
En lo que hace
a nuestra patria, contamos -en primer lu­
gar-con '1a valiosa biografía de Andrés Vázquez de Prada apa­
recida en 1966 y cuya quinta edición acaba de ver la luz. Obra
ciertamente ejemplar
y que queda como una de las muestras m.ás
acabadas del género biográfico. T~mbién, a partir de 1979, la
editorial Riaip ha iniciado la public~ción en castellano de algunas
de las obras del santo humanista.
Primero fue el
De tristítia Cbristi, aparecido bajo el tírulo
La agonla de Cristo en traducción de Alvaro de Silva, y que es
una glosa de los pasajes evangélicos sobre la Pasión, redactada
en latín durante el año 1534 en
la Torre de Londres, donde
Moro estaba preso, e inacabada,
ya que -como escribe William
Rastell en la introducción
a su primera edición inglesa de 1557-
antes de darle término (y, precisamente, al llegar al comentario
de las palabras «Et iniecerunt manus in Iesum») fue desposeído
de sus cosas, quedando privado de libros, pluma, tinta y papel.
Después, en 1988, vinieron las
Cartas desde la. Torre, tam­
bién en edición cuidada por Alvaro de SHva. y acogidas a la rú­
brica de Un hombre solo, donde se recoge la correspondencia de
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su cautiverio, amén d,c otras piezas epistolares del mismo período
y muy significativas, escritas no por Moro sino por su mujer
Alice o
por su hija Margaret. Es una auténtica obra maestra que
se inserta en la tradici6n de la «literatura de cautiverio» de un
San Pablo o un Boecio. Como ejemplo -para muestra, un bo­
tón-, piénsese en las líneas que escribe a Margaret el 2 ó 3 de
mayo de 1535: «A nadie hago nada malo, de nadie digo nada
malo, de nadie pienso nada malo, sino que para todos deseo
bien. Y
si esto no es suficiente parn. mantener a un hombre en
vida, la verdad, no deseo vivir más».
En 1989, de nuevo con primorosa traducción y edición de Al·
varo de Silva, aparece
el Dialogue of comfort against tribulation,
convertido un .tanto libremente en Diálogo de la fortaleza contra
la tribulación, obra ascética peto con una cierta componente .po·
lítica presente y que constituye -se ha escrito--un «experimen­
to espiritual» sobre su propia condici6n en la cárcel y la de los
otros cristianos. petseguidos por su fe en Inglaterra y fuera de
Inglaterra. Para tal expetimento Moro creó dos personajes,
An­
tonio . -,-el anciano--y Vicente -el jovett'---, puestos. ante el
inminente peligro de una invasi6n y persecución turca.
Este
experimento intelectual no puede sino

evocar
aquel otro
con el que Moro se inmortalizó
en el mundo de las letras y
también en el
.del pensamiento: Utopía .. Pues a U tapia -en ver­
si6n de . Andrés V ázquez de Frada~ acaba de llegarle el tumo
en esta empresa de una colección. en castellano de obras de
Santo Tomás Moro que cuenta con el aval de un consejo edito­
rial integrado por J.
M. de Bujanda (Canadá); Jorge Ipas (Es­
paña); Francisco
López Estrada (España); Germain Marc'hadour
(Francia); Cruz Martínez
füteruelas (España); Clarence H. Miller
(Estados
Uni4os); Arturo Petty (Argentina); Alvaro de Snva
(Estados Unidos); Andrés Vázquez de Frada (Gran Bretaña) y
Silvio Zavala (México).
* * *
Coincidiendo con la presentaci6n de esta nueva edici6n de
U tapia, se han celebrado en Madtid las I Jornadas Moreanas, pa­
trocinadas de consuno por Ediciones Rialp y la Fundación To­
más· Moro, entidad esta última capitaneada por Cruz Martínez
Esteruelas y que ha irrumpido en el panorama intelectual espa­
ñol con ilusi6n. Desde esta
casa del Derecho P6blico Cristiano
que
es Verbo les saludamos afectuosamente.
Las jornadas, tituladas «El futuro de
la Utopía», han pre-
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tendido -según confesión de los organizadores-«analizar la
idea de
Utopia, el humanismo moreano. y sus diferentes reper­
cusiones en
las ideas políticas y en el progreso social».
Fue el
periodista fuimón Pi el encargado de re1lizar la pre,
sentación general del cido, que ha eontado como moderadores
con los también periodistas
· Pilar Cambra y Miguel Platón y con
el Subdirector General del British Council en España, J ohn En­
gland, y como comunicantes a los profesores Pujals, Martínez
Esteruelas, Negro Pavón, Rubio de Urquía, Martín López y Váz­
quez de Frada.
En la primera sesión, Esteban Pujals, catedrático de Litera,
tura inglesa, trazó la semblan2a del personaje con pinceladas ex­
presivas de su
humanismo y heroísmo. Cruz Martínez Esteruelas,
por su parte, Letrado de las Cortes Generales y Presidente de
la Fundación Tomás Moro, en una conferencia brillantísima, nos
presentó la evolución de la idea de utopía desde
la atalaya de la
historia
de las ideas y de la filosofía política. Basándose en la
conocida contraposición de Karl Mannheim entre «ideología» y
«utopía», realizó un análisis muy agudo y tendente a rescatar
esta última
voz para el pensamiento cristiano. No porque crea,
mos,
con nuestro amigo el profesor Thomas Molnar, que la uto­
pía es la «herejía perenne» -fo que ha desarrollado también con
gran vigor Juan Vallet de
Goytisolo--, son de despreciar los es­
fuerzos del admirado Martínez Esteruelas. Al fin y al cabo «de
nominibus non est disputandum» y dejó suficientemente claro
en su exposición que
· el sentido que reivindica no es el fin ima­
ginario
de uha línea infinita y forma esencialmente futura de uri
presente sometido a mudan2a siempre renovada. Y es que, como
ha escrito un avisado comentarista recientemente,
la plena rea­
lización de la justicia es una
de las más nobles aspiraciones hu­
manas,
pero cuando reviste la forma de la utopía constituye
una grave
· amenaza para la libertad. La utopía, nacida del in'
tento de suplantar la realidad deficiente por un pretendido ideal
que, a menudo, desconoce la naturaleza
de. la sociedad y las le­
yes que rigen su evolución, tieride a destruir la libertad, y con
ella la justicia, porque confiere al individuo
un valor subordina­
do al del todo social, vía que conduce al totalitarismo.
En
la segunda sesión, el catedrático de Historia de las ideas
y formas políticas, Dalmacio Negro,
se ocupó de «la Utopía
como critica política», y el catedrático de Teoría económica,
Ra­
fael Rubio de Urquía, desarrolló la lectura de Utopía por un
economista.
En la tercera sesión, el catedrático de Sociología de la co-
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municación humana, Enrique Martín López, se ocup6 del «Equi­
librio
social en Utopía». Fue la suya una lecci6n agudísima en
la que cada frase eta
un semillero de insinuaciones y sugerencias
y una llamada a estudios ulteriores. Tras referirse a
ios factores
que hacen a una
sociedad feliz, contrastándolos en la descripci6n
de Tomás Moro,
se enfrent6 con el significado de la obra desde
el punto de vista sociológico. No encontr6 satisfactoria la inter­
pretaci6n que ve en U topla un contraste entre los valores de la
sociedad imaginaria
de los utopienses y los de la Inglaterra y las
naciones cristianas de
su tiempo, del que se deduciría su opción
por aquéllos. No s6lo con su vida, sino incluso con el resto de
su obra, choca la admisi6n por Moro de hechos como la euta­
nasia, la esclavitud, etc. Más bien habría que referir la opción
a la adhesión íntima de los utopienses a sus valores frente a la
incoherencia de los cristianos
de su tiempo respecto de los suyos.
Como el autor de esta nota apunt6 en
el coloquio que sigui6
a
l.a po!J.encia, en U top la cabría hablar --<1 pesar de lo atrevido
que resulta
realizar una trasposición tal de categorías--de una
defensa del principio
de ortodoxia pública frente al de sociedad
meramente abi.erta. Creo que no
es ilícito . extraer esta conclusión
del desarrollo del profesor
Martín López y creo que tal inter­
pretación,
siempre que no se pretenda totalizadora, puede abrir
interesantes estudios. Finalmente, Andrés
Vázquez de Prada, con­
sejero de cooperaci6n internacional, en una intervención cálida y
emotiva, desarrolló ciertos tópicos marxistas en relación con
la
famosa obra, para situarla en un contexto de búsqueda de una
cultura cristiana, que
es lo que demanda la hora presente.
* * *
Santo Tomás Moro es un modelo polifacético para los cató­
licos de hoy. Escritor, político y santo es una combinación ex­
siva, atractiva y desgTaciadamente. inusual en nuestro mundo.
Acogerse a su herencia intelectua{ y espiritual no deja
de ser,
sin embargo, y por lo mismo, señal de inteligencia y cordura.
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