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Número 287-288

Serie XXIX

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El cristianismo y la cultura de Europa: pasado, presente y futuro

EL CRISTIANISMO Y LA CULTURA DE EUROPA
El cristianismo en Europa.
«El cristianismo
en el continente europeo se remonta al tiem­
"po de los Apóstoles. Según los Hechos de. los Apóstoles, el. anun­
"cio evangélico atraves6 el confin entre Asia y Europa ante todo
"por
obra de Pablo. Sucesivamente, el Ap6stol Pedro, de¡ando
}'Jerusalén, dirigió sus pasos, a ·través de Añtior¡uía, haCia Roma,
"donde más tarde se ball6 prisionero también Pablo. Desde aquel
"tiempo Roma
se convirti6 en la sede de los Ap6stoles y de ella
n comenzó a irradiarse por Europa la gran evangelización que} en
"cierto sentido, puede muy bien llamarse "la primera", y quf
"dur6 casi hasta el fin del siglo XIV. El último pueblo que rec(
"bi6 el bautismo, ;unto con su soberano, fue Lituania.
»La
acci6n evangelizadora, junto al centro romano y a los
"que. han estado. ligados a él (por eiemplo, Irlanda e Inglaterra),
~'tuvo otro_ imfaortante cefl_tro en Oriente, erz ConStantinopla .. Si
"todo el primer milenio, ya en el Nrioda de las persec¡¡ciones y
''luego tras su fin, constituye el tiempÓ de la cristiandad unida,
"se. debe deducir de ello. qu~ esta. unidad, a pesar de las divisio­
"nes locales, se refería sobre todo a la relaci6n. entre el Occiden­
"te y el Oriente griego, más. tarde bizantino.
»Gran significado tuvo
el desarrollo de la Iglesia en la re­
" gi6n· del Asia Menor. y ·en A/rica, es decir, en torno al Mar
nMediterráneo. Sin .embargo, hay _qu"e reconocer un valor pri­
"mario para la evangelizaci6n de Europa a la bipolaridad Roma­
':13izancio, que ·durante todo ·el primer milenio se mantuvo en
"el contexto de la unidad eclesial.· Fue sólo en el curso del si­
" glo XI cuando se consum6 la divisi6n práctica entre Oriente
"y Occidente. Desde aquel tiempo la evangelizaci6n de Europa
"lleva sobre
si la marca de una división que, a pesar de · lauda­
"bles esfuerzos encaminados a re~taurarla} sigue hasta nuestros
"dlas. · · ·
>>Bajo el impulso de conocidas aspiraciones reformadOrds Con
"respecto a la Iglesia, se lleg6 sucesivamente a la divisi6n tam:
"bién
en Occidente. La Europá. cristiana se convirti6 en una
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"Europa eclesialmente dividida, y este estado de cosas perdura
"hasta hoy. La fractura se hizo aún más profunda a causa de la
"sumisi6n al poder temporal, que impuso el principio "cuius
"regio, eius religio". Este principio constituye la negación del
"derecho a
la libertad religiosa, un derecho que sólo más tarde
"alcanzó su pleno reconocimiento en la conciencia de las socie­
" dades (aunque en algunas partes de Europa, como por e;em­
"plo en el Estado polaco-lituano-rutenio, siempre se respetó).
»Desde el momento del descubrimiento de América comien­
"za la expansión colonial de Europa, especialmente de los pue­
" blos situados en las regiones que dan al Océano Atlántico. Eso
"tuvo precisas repercusiones en la evangelización, pues ésta llevó
"en si la marca de la división a las dos partes del oontinente
"americano: mientras América del Sur hoy es en su mayorfa ca­
"tólica, la del Norte es, por principio, protestante. La misma
"división se encuentra también en la colonización de A frica y
"del Extremo Oriente.
»En
el curso de la historia el continente europeo desempeñó
"un papel primario en la evangelización del mundo. Con todo,
"esa
evangelización, al mismo tiempo que llevaba a nuevos pue­
"blos la fe en el mismo Cristo, transplantaba a ellos la división
"entre los cristianos, a
pesar de estar llamados a ser miembros
"de aquel único
Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
»Al tratar el tema de la. nueva evangelización en la Asam­
"blea especial para Europa del .Sfnodo de los obispos, hemos de
"tener ante nuestros
o;os esta realidad. El esfuerzo por llegar a
"la
unidad de los cristianos se ha afirmado gradualmente gra­
" cías td movimiento ecuménico y ya se sabe que el Concilio Va­
"ticano 11 quiso hacer ae él un compromiso primario en el pro­
"grama de renovación de la Iglesia católica».
JuAN PABLO II: Discurso a los participantes
en la reuni6n consultiva de la Asamblea especial
para Europa del Sínodo de los obispos. L'Osser­
vatore Romano, edici6n semanal en lengua es­
pañola, afio XXII, núm. 24 (1.120), domingo 17
de junio de 1990.
La raíz cristiana en el conti.ne]l.te europeo y en· su cultura.
«En el contexto de los fenómenos hasta aquf bosque¡ados, el
"cristianismo permanece. constantemente preserite en el continen­
"te europeo, y está enraizado de modo más o menos profundo
"en los individuos, en los ambientes y en la sociedad. A decir
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"verdad, posee un preciso "derecho de ciudadania" en la his­
"toria de Europa, donde por su presencia antiquísima ha po­
"dido contribuir a la formación misma de la cultura y de la
"conciencia de. las diversas naciones. Con todo1 las corrientes
"inmanentistas y secularistas en el ámbito del pensar y del ac­
"tuar no son s6lo una intrusi6n sucesiva, pues se desarrollaron
"bajo el impulso de la evolución de la cultura como expresión
"de una civilización
en la que los éxitos de las ciencias y de la
"técnica dieron al hombre el sentido, cada vez más grande, del
"domonio,
e, indirectamente, .también de la independencia con re­
"laci6n a Aquel que es el principio y el fin de todo lo que existe.
»Hasta qué punto este sentido de independencia
haya naci­
"do de un especifico "reduccionismo" de los procesos del co­
"nocimiento y de la voluntad, y hasta qué punto esté en el ori­
,, gen del actual sometimiento del hombre a la dimensi6n inma­
"nente (es decir, con respecto al mundo), es un problema aparte.
"El dato evidente es que la grandeza de los éxitos obtenidos
"en el ámbito del mundo visible, en el conjunto de las conquis­
,, tas realizadas por la ciencia y por la técnica, el hombre encuen­
"tra un "alibi'l' en apariencia suficiente. Es como si_ olvidase· su
"caducidad y su necesidad de trascendencia. No siente el deseo
"de abrirse hacia el Reino, que "no es de este mundo" (cf. Jn
"18, 36). Parece también que no experimenta la verdad de las
"palabras: "Donde está el Espíritu del Señor, alli está la líber'.
"tad"» (2 Co 3 17).
JUAN PABLO 11: Discurso a los participantes
en la reunión consultiva de la Asamblea especial
pata Europa del -Sínodo de los obispris. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua es­
pañola, afio XXII, núm. 24 (1.120), domingo 17
de junio de 1990.
El proceso histórico del· desarrollo de la cultura.
«Es preciso tener ante los ojos también el proceso históri­
"co del desarrollo de la cultura
(y de las culturas) en el conti­
''nente europeo, especialmente
el de la cultura humanística. Se­
,, gún una opini6n muy difundida, este desarrollo ha sido singu­
"larmente intenso y ha tenido un estrecho vinculo -también
"por las consecuencias en el ámbito de la ciencia y de la téc­
,, nica-con los elementos fundamentales del pensamiento iudio­
" cristiano, que se remontan a las fuentes biblicas, y con. los clá-
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"sicos de la filosofía antigua, en especial la griega. Para la orga­
"nización de la vida, en cambio, y para el derecho, que es su
"base, la cultura europea es deudora, sobre todo de la Roma
"antigua: del "ius romanum" para el _aspecto civil) y del nius
"cari.onicum" para_ el eclesial.
»Estas rápidas alusiones al desarrollo de la civilizaci6n euro­
"pea
llevan a distinguir de modo más bien neto el occidente
J}cristiano -:-tanto europeo como; a continuación, americano­
,, de la· civilización asiática, históricamente más antigua que la
"europea, e incluso de la civilización de los pueblos musulmanes.
»Por
lo que se refiere a las lineas de desarrollo de la cultu­
"ra humanística, a lo largo de muchos siglos las premisas meta­
"físicas y
gnoseológicas universalmente aceptadas aseguraron una
"visi6n teocéntrica de la realidad .. Esta -de forma especial en
''el ámbito de la tradición cristiana- tenía también, como es
"obvio, su precisa dimensión cosmológica y antropológica. A co­
"rroborar las certezas alcanzadas en esa visión de la realidad
"contribulan no sólo los conocimientos teológicos, sino también
"los filosóficos, al menos hasta que en el centro de la tensión
"filosófica
. permaneció la objetividad del "esse". Desde el tiem­
"po
de Descartes, como se sabe, ha ido realizándose un despla­
"za,niento de este centro hacia la conciencia subjetiva, y de las
"consecuencias de ese desplazamiento todos somos testigos. La
"filosofía se ha convertido ante todo en gnoseologla ( es decir,
"teoría del conocimiento), con la consecuencia de que en el cen~
"tro de la realidad ha venido a quedar el hombre como suieto
"cognoscitivo,
pero al/f se ha quedado solo.
»También el cosmos,
y sobre todo el mundo visible y em­
"pirico, se ha convertido) con el desarrollo de las ciencias natu­
"rales, en un ámbito particular del conocimiento humano. Si
"para Newton, a quien se suele llamar el padre de las modernas
"ciencias naturcdesJ este conocimiento permanecía en el contexto
"de la religión y de la Revelación, el ulterior desarrollo de las
"ciencias naturales ha acostumbrado gradualmente a las mentes
nhumanas a mirar al mundo en sí mismo, "como si Dios no
"existiese". La hipótesis, al inicio metódica, de la no-existencia
"de Dios, con el paso del tiempo ha llevado a la idea de Dios
"como hipótesis. Estas corrientes de pensamiento se han con­
''solidado ba¡o la forma de un agnosticismo difundido, especial­
Jlmente entre los científicos. Un paso ulterior lo constituyó el
"ateísmo que, desde el punto de vista filosófico, tomó su expre­
"sión
más radical en el materialismo dialéctico marxista« En la
"visión filosófica proj,ia de eSta corriente de pensamiento, la re-
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Fundaci\363n Speiro

"ligión constituye una de las formas de alienadón del hombre,
"el cual, creándose la idea de Dios, se priva por si mismo de
"algo que es un atributo y una propiedad suyos. Se aliena renun­
"ciando
a la herencia de todo lo que es auténticamente humano.
»El marxismo es la forma extrema de este proceso intelectual,
"que ha atravesado la conciencia europea (ji no sólo ésta) entre
"los siglos XIX y XX.
»El positivismo filosófico no constituye seguramente una for­
nma tan extrema de ateísmo, pero también él encierra el cono­
''cimiento humano dentro de límites puramente empíricos, .ne­
"gando_a la idea de Dios, y p_or tanto a la .religión, la posibilidad
"de una fundamentación racional.
»Mientras tanto, muchos europeos, especialmente del ambien­
"te culto, se han acostumbrado a· considerar la realidad "como
"si Dios no existiese". Se httn acostumbrado también a actuar
"en esa perspectiva. El subjetivismo gnoseológico y el inmanen­
"tismo
(especialmente desde los tiempos de Kant) corren pare­
»jas con una actitud de autonomía en la ética. El hombre mismo
"se. convierte en la fuente de la ley moral, y sólo esa ley, que
"el
hombre se da a si mismo, constituye la medida de su con­
,, ciencia y. de su comportamiento.
»El cuadro trazado es evidentemente sintético: omite, por
"necesidad, mencionar una serie· de _corrientes, ·ta#tbién impor­
"tantes dentro de este proceso, que han contribuido al desarro­
"llo de la moderna cultura_ europea,_·tanto en su dimensión te6ri­
"ca como en la práctica. Europa, desde luegO, no presenta, des­
"de este punto de vista, una imagen monolitica. En ella se pue­
"den distinguir. zon~ sometidas, en mayor o menor .medida, a
"los procesos esbozados anteriormente y zonas caracterizadas por
"una secularización más o menos avanzada, en la que no están
"ausentes el materialismo teórico y, más aún, el práctico>>.
JUAN .PABLO II: Discurso a los participantes
en la reuni6n consultiva de la Asamblea especial
para
Europa del Sínodo de los obispos. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua es­
pafiola, año XXII, núm. 24 (1.120), domingo 17
de junio de 1990.
La trágica seri~ de acontecim.1entos en Europa a partir del
comienzo de la segunda. gnerra mundial.
«La trágica serie. de acontecimientos que han tenido lugar
"en este siglo, especialmente a partir del estallido de la segunda
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Fundaci\363n Speiro

"guerra mundial, tal vez ha contribuido en alguna medida a
"abrir el coraz6n del hombre hacia la libertad que viene del
'"Esplritu, aquella libertad para la que Cristo nos liberó ( cf. Ga
"5, 1).
»La guerra misma, con su desmedida crueldad, que alcanzó
"su más atroz expresi6n en el. exterminia p1'0gramado de los ju­
" dios, asi como de los gitanos y de otras. categorias de personas,
"ha desvelado al hombre de Eu1'0pa el otro rostro de una civi­
"lizaci6n que él se inclinaba a considerar como superior a cual­
" quier otra. Ciertamente, esa civilización ha mostrado también
"la disponibilidad a la solidaridad y al sacrificio heroico por una
"justa causa. Pero estos luminosos aspectos de la experiencia bé­
"líca han sido aparentemente superados por. la dimensión del mal
"y de la destrucción no sólo material- sino también1 sobre todo,
"moral. Tal vez ninguna guerra en la historia ha implicado un
"semejante atropello del hombre, de su dignidad y de sus dere­
"chos fundamentales. Un eco del envilecimien!XJ, e incluso de la
"desesperaci6n, suscitado por esa experiencia, era posible cap­
"tarlo en la pregunta repetida con frecuencia después de la gue­
"rra: ¿C6mo se puede seguir viviendo,. después de Auschwitz?
"A veces afloraba también otro pregunta: ¿Es posible aún ha­
" blar de Dios después de Auschwítz?
» Y, a pesar de ello, nosotros hoy sabemos que Auschwitz
"no fue
el fin. El totalitarismo oscuro de la potencia nacional­
" socialista sufri6 una derrota total. En su lugar qued6, en una
"parte de Europa, otro totalitarismo como fuerza preponderante
"entre los
vencedores. Y comenzó la historia de la Europa dividida
"según las decisiones tomadas en Yalta por las potencias ven­
"cedoras. Es difícil entrar en los detalles de esta historia. Se
"podría decir en breve que, mient,:as al occidente de la '("'cortina
"de hierro", tras una eficaz reconstrucci6n de c11anto había sido
"destruido por la guerra, avanzaba velozmente el proceso de de­
"sarrollo democrático, basado en el reconocimiento de un siste­
" ma de derechos del hombre, ya proclamados por la Organiza­
"cí6n de. las Naciones Unidas en el año 1948, en cambio, al
"oriente de aquella linea crecía el totalitarismo del Estado mar­
"xista que, aun proclamando de palabra los mismos derechos del
"hombre, en la práctica constituía su negación radical.
»Durante largo tiempo el clima de confrontací6n, de "gue­
"rra
fría", entre las dos superpotencias ocult6, sobre todo en
"Oriente, lo que se escondía detrás de la bandera del superpo­
''der.
S6lo al fin de los años ochenta esa realidad se ha desve­
"lado con la proclamación de la "perestroika", es decir, de una
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11 reconstrucción del sistema, necesaria para detener la credente
"crisis ante todo, pero no sólo, económica.
»Dentro de las. ~aciones que, con la decisión de Yalta, ha­
"bian sido sometidas a la superpotencia del Este como «aliadas",
"pero en realidad como "satélites", la. resistencia httbía comen-
111.ado a despertarse ya en _los anteriores decenios, para manifes­
"tarse luego más decididamente hace poco, en primer lugdr en
"Polonia, pero después también en Hungría y en Checoesfova­
" quia. Estas naciones, enraizadas fuertemente en las tradiciones
"europeas, emprendieron de·_ modo cada vez más consistente y
"eficaz una acción de reveindicación frente al sistema totalitario
"del Estado: era una acción basada en la inviolabilidad de los
"derechos del hombre. Entre estos derechos ocupaba un lugar
"central el derecho a la libertad de conciencia y de religión.
El año 1989 concluyó con una serie de cambios en los pa!­
"ses del as! llamado bloque comunista. Los partidos marxistas
"perdieron
su poder absoluto. Las elecciones libres están con­
"firmando en las respectivas sociedades la desaprobación de las
"formas de vida politica, económica y social que ellos hablan
"impuesto. Todo esto está teniendo lugar por el camino de una
"revolución pacífica
-camino ya iniciado por "Solidaridad" en
"Polonia el año 1980-sin derramamiento de sangre, con una
"sola excepción: la de Rumania. El proceso de democratización
"se
lleva a cabo en todos los países de aquella región, salvo -al
" menos por ahora-en Albania.
»Una de las consecuencias de estos cambios es que se le res­
"tituyen a la comunidad de los creyl!lltes, es decir, a la Iglesia,
"los derechos de los que, en el sistema del totalitarismo marxis­
"ta, había sido privada de modo programado. El grado de esa
"privación ha sido diverso de país a país. Pero era común el pre­
"supuesto del que se partía: la religión, como elemento de alie­
''nación, debla desaparecer pata hacer posible la liberación del
"hombre.
Se puede decir que la experiencia del período que aca­
"ba de concluir ha demostrado exactamente lo contrario: la
"religión
y la Iglesia se han revelado entre los factores más· efi­
" caces en la liberación del hombre de un sistema de dominio
"total».
· JUAN PABLO II: Discurso a los participantes
-en la ~6n C'OD.sultiva de la -Asamblea especial
para Europa del Sínodo de los obispos. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lepgua ~s­
paliola, año XXII, núm. 24 (1.120), domingo 17
de junio de 1990.
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La experiencia del pasado. ante el futuro· de Europa.
«Para concluir, volvamos a las dos preguntas que plantea­
nnzos al inicio. Son las preguntás que s.e. refieren a nosotro.s, .aquí
'"reunidos como obispos y pastores de la Iglesia en el continente
>.' europeo.
· »La primera se refiere al pasado, de modo especial a los úl­
"timos cincuenta años, y réza así: ¿Qué dones característicos se
"otorgan mutuamente las Iglesias del oeste, del centro y del
"este europeo en este momento en que la situación en nueStro
"continente sufre 11,isibles transformaciones? ¿Cuál es el signifi­
"i:ado de las experiencias vividas por las Iglesias particulares y
"por la Iglesia universal? ¿Cuál es ese significado desde el pun­
"to
de vista del ecumenismo y tal vez también del diálogo con
"las demás religiones, así como con el mundo a;eno a la reli­
"gión?
»La segunda pregunta nos proyecta hacia el futuro: ¿Cómo
"hay que desarrollar
este reciproco don desde el punto de vista
"de la misión de la Iglesia en Europa y en el mundo? Es decir,
"desde el punto de vista del servicio continuo al reino de Dios
"mediante una nueva evangelizadón que, al. tiempo que. promue­
"ve las Iglesias particulares con sus legitimas tradiciones, refuer­
"ce su vinculo con la cátedra de Pedro, "que preside la asam­
"bleá universal de la caridad, protege las diferencias legitimas y
"simultáneamente vela
para que las divergencias sirvan a la (mi­
" dad en vez de dañarla" (Lumen gentium, 13).
»Estas
preguntas plantean la temática de la próxima Asam­
"blea especial del Sínodo. Y confirman, de algún modo, la opor­
"tunidad de convocarla.
»Todos nosotros, venerados. y queridos hermanos, tenemos
"necesidad de un contacto reciproco . que nos permita discernir
"más de cerca qué dice el Espíritu Santo a la Iglesia mediante
"las experiencias de
cada una de las Iglesias particulares del
"continente europeo.
Esto· se refiere también a las Iglesias orien­
"tales que recientemente han podido volver a su actividad pú­
"hlica y plena en sus respectivos palses. Y esto atañe en espe­
,, cial a nuestros hérmanos ortodoxos y protestantes, cuya presen­
,, cía en nuestra Asamblea especial para Europa será muy grata,
"pues también ellos son participes de las mismas experiencias y
"de
las mismas tareas vinculadas con el servicio al Evangelio.
»Se trata de discernir lo que el Espíritu de Cristo nos dice
"a todos nosotros mediante las experiencias del pasado y, al mis­
!!mo tiempo, de comprender qué camino nos muestra para el
''futuro.
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»Desde hace casi dos mil años el cristianismo participa en la
,,historia del continente europeo. Ahora que nos acercamos al
"inicio del tercer milenio después de Cristo, en especial ahora
"que la vida de las naciones de Europa comienza a tomar una
"forma nueva, no puede faltar nuCstra presencia.
»"Velad y orad ... " (Mt 26, 41). Hemos de concentrarnos
"mucho
y unirnos en la oraci6n para obtener una sensibilidad
"interior, y
al mismo tiempo comunitaria, a la palabra que el
"Espíritu Santo dice a
las Iglesias.
»Debemos "velar y orar" invocando la intercesión de los san­
"tos patronos de Europa: Benito, Cirilo y Metodio, y de todos
"los santos
y santas del continente; "velar y orar" bajo la pro­
"tección especiallsima de la santa Madre de Dios, hacia la que
"los pueblos cristianos
de Europa siempre han nutrido profun­
" da devoción, como atestiguan los innumerables santuarios con­
"sagrados a Ella; "velar y orar" para saber acoger y seguir lo
"que el Espíritu dice a las Iglesias y para poder asi conducir
"a todos los que el Señor nos ha confiado a la gloria otorgada "en
"herencia a los santos", de la que el Espiritu es "prendan»
"(cf. Ef 1, 18, 14).
JUAN PABLO II: Discurso a los participantes
en la reunión consultiva de la· Asamblea especial
para Europa dd Sínodo de los obispos. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua es­
pañola, año XXII, núm. 24 (l.120), domingo 17
de junio de 1990.
El futuro cultural de Europa.
«El futuro depende en gran parte de la perspectiva cultural
"con que
se permita a las personas y a los pueblos desarrollar
"y labrar su destino. La historia reciente. ha alterado drástica­
"mente el entramado cultural de referencia. De modo especial,
nza serie de acontecimientos ocu"idos en Europa durante los
"últimos meses muestra a las claras la inadecuación y el fracaso
"de una cultura que no estaba construida sobre la primacía de
"la dimensión espiritual de la persona humana.
· »Por supuesto, las dimensiones económica, polltica y social
"de la vidtl requieren una atención cúidadosa y un compromiso
"decidido por parte de todos. Pero, al mismo tiempo, es necesa­
"rio reafirmar tajantemente la primacía de la ética sobre la tec­
"nologí_a, la primacía_ del "Ser" · sobre el !.(tener". Esto 'resulta
"espécialmente imperioso cuan_do nos enco.ntramás inritersos en
"una falsa cultura de apariencias, resultádo de una desenfrena-
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"da mentalidad consumista dañina para las necesidades más pro­
"fundas de los individuos y las comunidades. El reto actual al
"que se enfrenta Europa es redescubrir sus raíces más profun­
,, das. Al aceptar este desafio, la cultura europea está llamada
"por fuerza a tener en cuenta la fe cristiana que configuró sus
"pueblos. ··n
»La tarea es enorme. Implica trabaiar por el desarrollo inte­
"gral y auténtico de los pueblos en un clima de cooperaci6n efec­
"tiva, por la defensa de los derecb-Os humanos, por la promoci6n
"de la vida familiar, por la protecci6n de los traba¡adores, por
"la construcción de una comunidad más ;usta y fraterna, respe­
"tando la 1XJluntad del Creador en la naturaleza y en todas las
"áreas de la vida.
»La libertad reconquistada está llevando a pueblos condena­
"dos por
largo tiempo al silencio, al miedo y a la penuria, a
"proclamar
en voz alta el valor de la persona humana, el carác­
" ter espiritual de la vida, la necesidad de expresar el· valor del
"individuo y la responsabilidad·. personal, tomando parte activa
"en los procesos que determinan la vida civil y nacional.
»Como hombres y mu¡eres de la cultura, saben bien que la
"restauración de las libertades externas es sólo la primera etapa,
"el primer peldaño. El ejercicio de la libertad debe ir acompa­
"ñado de un crecimiento en una madurez moral y espiritual. Por
"desgracia, nuestra cultura dominante, mientras nos aproxima­
'~mos al tercer milenio cristiano, muestra signos de un debilita­
"miento de la responsabilidad moral y de una escasa sensibili­
" dad hacia una inspiración espiritual. Las personas suelen ser
"más sensibles a sentimientos, emociones e impresiones que al
"pensamiento, la reflexión y el discernimiento. Obrar sin razo­
"nar no es digno del hombre, cuya libertad se basa en el cono­
,, cimiento de la verdad que . ilumina sus iuicios.
»La conquista de una auténtica libertad se pone radicalmen­
"te en peligro si se prescinde de la verdad, adquirida fatigosa­
"mente por la razón, y profundizada maravillosamente por la
"apertura a la palabra de Dios. Sin un.a referencia a la verdad,
"los seres humanos nunca podrán liberarse de la irresponsabili­
,, dad y del miedo. Jesucristo afirm6 rotundamente: "La verdad
"os hará libres" (cf. Jn 8, 32). Lo que se aplica a las personas
"se puede aplicar también a las naciones. Sólo aceptando la ver­
,, dad Integra sobre nuestra condición bumana -'--que corres pon­
,, de al designio de Dios sobre los seres humanos, revelado en
"Cristo, camino, verdad y vida (cf. Jn 14, 6)-nuestros contem-
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"poráneos alcanzarán su completa estatura como hombres y mu­
"jeres liberados del miedo y de espefismo vanos».
JuAN PABLO II: Discurso al mundo de la
cultura en la Iglesia de San Julián de Sliema,
domingo 27 de mayo. L'Osservatore Romano,
ed.ici6n semanal en lengua española, año XXII,
núm. 24 (1.120), domingo 17 de junio de 1990.
La nueva situación que se abre en Europa; la nueva evange­
lización en los albores del tercer milenio.
« Todo cuanto ha sucedido en los últimos años, y especial­
"mente en los últimos meses, en el continente europeo, de modo
"particular en la Europa central y oriental, aparece a quien lo
"lee en profundidad como un giro histórico en nuestro difícil
"siglo xx. Se está abriendo la perspectiva de una situaci6n nue­
"va en la vida de las naciones. Ha desaparecido la divisi6n en
"dos bloques que se cimentaban en contrapuestos principios so­
"cio-econ6micos e ideológicos, división impuesta como consecuen­
"cia de la segunda gue"a mundial. Para los países de Europa 17centra/, y Oriental, este evento significa, en cierto sentido, la
"salida de las catacumbas y, en todo caso, la salida de una si­
"tuaci6n de más o menos radical violación de los derechos per­
"sonales, en especial del derecho a la libertad religiosa y de la
"misma libertad de conciencia.
»Desde el momento que la Iglesia, como comunión de per­
"sonas y de comunidades en Cristo, implica aquel reciproco "in­
"tercambio de dones" de que habla la constitución Lumen gen­
"tium, en el nuevo contexto surgen dos preguntas principales.
»La primera se refiere
al pasado (a los cincuenta años de la
"Europa dividida) y se puede formular así: ¿Cuáles son "los
"dones propios" que las Iglesias que están al oriente de la "cor­
"tina de bie"o" aportan a las Iglesias del occidente europeo, y
"viceversa? ¿Qué valor tienen sus experiencias para la Iglesia, 11 en un plano universal? ·
»La segunda pregunta se refiere al futuro: ¿C6mo se debe
"seguir llevando a caba"e#e recíproco intercambio de dones para
"la misión de la Iglesia en Europa, para la evangelízaci6n del
"continente
en los umbrales del tercer milenio?
JUAN PABLO II: Discurso a los participantes
en la reuni6n consultiva de la Asamblea especial
para Europa del 3ínódo de los obispos. L'Qsser­
vatore Romano, edici6n semanal en lengua es,,
pañola, afio XXII, núm. 24 (1.120), domingo 17
de junio de 1990.
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