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Número 287-288

Serie XXIX

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El mito Gorbachov: ¿hasta cuándo?

EL MITO GORBACHOV: ¿HASTA CUANDO?
POR
ANGa MAEstRo
El éxito que ha conocido Gorbachov · con sus «perestroika» y
«glasnost»
en los medios de comunicación y en la opinión públi­
ca occidental ha superado hasta lúnites desconocidos todas las
«glasnost» anteriores ----esta es la sexta como luego veremos,
pues una
vez más nada hay nuevo--, y ha conseguido, hay que
reconocerlo, la alienación no sólo de gran parte de los políticos
y
de. los medios informativos occidentales, sino de la casi tótali­
dad de la
opinión pública.
· El contraste con la opinión sobre Gorbachov en la Unióri
Soviética es evidente; nunca ha dependido más la Unión Sovié­
tica desde la hábil jugada de Lenin en 1921, de la ayuda de las
Ilaciones «capitalistas» que hoy.
Cuando a finales del pasado
mes de enero millares de mani­
festantes azerís desfilaron en una manifestación en Moscú, entre
las numerosas pancartas que llevaban, una muy visible y muy
clara decía: «Gorbachov asesino», lo que significaba un uso abu,
sivo e imprevisible de la «glasnost». Algunos días más tarde, el
diario
Konsolmoskaia Pravda reflejaba una opinión de un lec­
tor: «A partir de la segunda mitad de 1988 los acontecimientos
han tomado otra
dirección:. la perestróika se ha revestido de un
carácter abiertamente anticomunista. El
afio 1990 quedará como
aquél del desfondamiento del sistema socialista mundial. Va a
haber otros deslizamientos hacia la derecha
y· el capitalismo».
Así,
el pronóstico más pesimista sobre el porvenir de la Unión
Soviética no figuraba en un diario capitalista, ni mucho menos
en una obra de un esctitor reaccionario como a los que tantas
veces se ha considerado visionarios o parciales, sino en el órga­
no oficial de las juventudes soviéticas.
Durante decenios, los
acontecimientos que se han desarrollado
en el Este
se deslizaban dentro de unos esquemas ya est:,bleci­
dos de antemano. La actualidad llevaría hoy, sin duda, la rúbri­
ca «sin precedentes». Los sucesos de estos últimos meses inci-
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ANGEL MAESTRO
den abundantemente en esta rúbrica sobre tres actuaciones im­
portantes: la suerte de los satélites en Europa, lo que podríamos
denominar
ya hoy en día exglacis soviético, las sacudidas en el
interior de la Unión Soviética y la actitud de
las naciones capi­
talistas.
La situación de los
países llamados satélites es hoy día sin
precedentes,
ya que los partidos comunistas del bloque soviético
van a la deriva. Todo está puesto en
discwnón, todo está puesto
en duda, comenzando por
el alfa-Omega del marxismo-leninismo,
L, existencia del partido.
En la teoría marxista-leninista la gran promesa científicamen­
te probada era la desaparición del Estado que no se produda en
ninguna parte. Hoy en día es la crisis del partido la que estamos
viendo. En cuanto a la
amistad indestructible de los países so­
cialistas, axioma que Breznev quiso hacer insctibir en las cons­
tituciones de las naciones del Este, hoy los dirigentes comunis­
tas
se guardan bien de hablar de ello.
La Unión Soviética no es solamente una unión y como
las
nacionalidades del imperio son, en efecto, colonias, el último
imperio colonial de la Edad Moderna es el imperio de la Unión
Soviética. Es
algo que no se comprende bien, el que siempre aso­
ciemos la idea de colonias a las posesiones de ultramar, en tanto
que los rusos las
tienen· sobre el mismo continente y sin ruptura
territorial. Estas colonias
no han conocido solamente la opresión
o la explotación sino algo desconocido en los imperios colonia­
les, como son las deportaciones masivas. Era un
afán de control
propio de la cteación del hombre nuevo soviético, y que supera
con mucho a los
otros imperios coloniales limitados solamente
a
los temas materiales. Moscú ha obligado a las diferentes na­
cionalidades asiáticas a hablar ruso, a obligarlos en Asia Central
a escribir
su lengua en el alfabeto cirílico. Nunca los romanos
habían llegado al totalitarismo hasta el punto de querer obligar
a los griegos a abandonar su alfabeto para servirse de
las letras
latinas. Al contrario, fueron los romanos
los que aprendieron el
griego.
¿Cómo pueden, entonces, imponer otros pueblos una
unión donde la sola justificación oficial
es la de permitir mar­
char conjuntamente y dominar el mundo entero hacia el comu­
nismo radiante? ¿En virtud de qué fidelidada se puede obligar a
45 millones de ucranianos o

a millones de armenios,
turcos, de
uzbecos, de letones, exigir fidelidad a la capital del bolchevismo?
Pero eso resulta
sumamente extralío cuando Gorbachov pro­
pone a los
dirigentes occidentales entrar en una casa común, en
el momento donde este edificio est<Í a punto de dernbarse o pre-
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EL MITO GORBACHOV: ¡HASTA CUANDOf
senta posibilidades más grandes de derribo que nunca. Natu·
ralmente nadie en su
sano juicio, exceptuando una vez más a cier­
tos políticos occidentales y los massmedia pueden pretender que
la gente quiera entrar en ese edificio.
La diferencia entre los imperios «imperialistas», como cte­
cientemente decía el reconocido sovietólogo Branko Lazich, pre­
senta una diferencia capital: los soviéticos formaron brigadas de
agitadores políticos encargados de mantener una guerra con
los
imperios coloniales y, sin embargo, no disponen de ninguna fuer­
za constituida para emprender una acción en sentido inverso.
Pero el aparato propagandístico del partido comunista
siem­
pre ha sido maestro genial en dominar a la opinión pública mun­
dial, en convencer a los liberales de las virtudes que adornan a
sus líderes. Y así nos encontramos con dos situaciones totalmen­
te distintas,
la de la Unión Soviética en el interior y la Unión
Soviética en
el exterior. Analicemos la primera.
Gorbachov ha afianzado su poder de forma absoluta, y
aun­
que esto no resulte grato · para :muchos qu;, no quieren ver las
cosas como son, sino como ellos quisieran que fuesen, se ha con­
vertido en un verdadero dictador. La purga gorbachoviana ha
sido continua desde su llegada al poder en 1985. En diferentes
olas, hasta llegar
al pleno de septiembre de 1989, Gorbachov ha
efectuado una . purga que podemos calificar de total entre los an­
tiguos miembros dirigentes del partido comunista de la Unión
Soviética. No
se puede esgrimir ya más ese argumento vano, efí­
mero y falaz de que Gorbachov se encuentra bloqueado por los
«conservadores».
Según varios sovietólogos, entre los que podemos citar a Re­
vel -nada sospechoso de veleidades derechistas-, en Occiden­
te
los políticos y los comentaristas se limitan a pensar sobre la
hipótesis de que, en el fondo, Gorbachov sólo está amenazado
por los «conservadores». Esta es la versión que Gorbachov quie­
re hacer creer, porque de esta manera vende la imagen del li­
beral que lucha contra los reaccionarios y los seguidores del re­
greso al comunismo puro.
En realidad, la mayor amenaza a la que se enfrenta Gorba­
chov no viene de la derecha sino de la izquierda, que ha ganado
el control de
los municipios de Moscú y Leningrado. Sólo hay
que fijarse a quién responde y de quién se defiende, polémica­
mente, Gorbachov desde hace un año.
Es siempre a su izquierda donde libra batalla: contra Sajarov
cuando todavía vivía, contra Boris Y eltsin, contra el historiador
Y uri Afanasiev, contra el grupo radical llamado «interregional»,
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ANGEL MAESTRO
contra los mineros en huelga, contra los diarios Hechos y Argu­
mentos
y Glasnost, contra las nacionalidades que reivindican su
independencia.
Hay que admitir que para los soviéticos, en estos
momentos, Gorbachov
es la derecha, aunque esto suene casi a
herejía
en Occidente.
Desde hace dos años anuncia drásticas reformas
económicas
y financieras semana tras semana, pero que nunca han sido pues­
tas en marcha. ¿Por qué este indefinido aplazamiento? Lo que
él quería era apartar a
ios viejos dirigentes breznevianos e insta­
lar en su lugar a comunistas con aspecto más moderno y de un
trato
más fácil.
Entre las inscripciones que figuraban en las pancartas enar­
boladas el 1 de
mayo en la Plaza Roja, dos1 ~e entre todas ellas,
llamaron especialmente la atención. Una
aecta: « Un presidente
no elegido es igual a un dictador». Y la otra: «Socialismo, no,
gracias». Siguiendo con Revel, estas consignas revelan que, a
partir de
ahora, ni la democratización parcial ni la liberalización económi­
ca del modelo limitado gorbachoviano son suficientes para los
ciudadanos. Han tomado conciencia
de que la única manera de
mejorar el socialismo
es deshacerse de él.
Otro reconocido experto
-para mi opinión entre los más
destacados-----de los conocedores del universo soviético es la pro­
fesora
Fran~oise Thom, autora de una obra muy importante como
es El momento Gorbachov. Para la doctora Thom, Gorby, con
su «glasnost»,
ha hecho para neutralizar la influencia exterior
una
actuación que se puede considerar así: «Quitar a Occidente
la exclusividad de las novedades; no es suficiente sobrepasar a
Occidente para que
se encuentre totalmente desarmado en la idea
de que es estúpido, es imposible querer disimular a la gente lo
que
es de cualquier forma imposible de disimular. A continua­
ción logtar poner a los "media" occidentales al servicio de la
propaganda soviética, bombardeándolas de rumores
y de sucesos
sensacionales que ellos
se prestan para repercutir en Occidente y
en el bloque comunista. Gracias a la
"glasnost" el Occidente
se desinteresa de la oposición en la Unión Soviética, prefiriendo
fijar su
atención sobre arcanos y las intenciones reales o supues­
tas de Gorbachov y sus peleas con los "conservadores".
En una
palabra, el régimen ha tomado prácticamente el monopolio
so­
bre la información concerniente a la Unión Soviética, monopolio
que le había sido arrebatado por la disidencia en los años 70».
La «gorbimanía» occidental no analiza y estudia como
debe­
ría hacerlo, sino que se deja llevar por el encanto de la propa-
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BL MITO GORB.A.CHOV: ¡HASTA CUANDO!
ganda la consecuencia de los cambios legislativos registrados en
Unión Soviética desde 1985. Los textos hablan por sí solos,
pero una
vez más en Occidente nadie quiere saberlo. Las medi­
das más represivas han sido votadas despnés de la eliminación
de los llamados «conservadores», y el pretexto de la reforma
es invocado para reforzar el poder personal de Gorbachov.
Sigue prácticamente el malentendido entre los occidentales
de que Gorbachov
es un convertido a la democracia cuando se
lee, en el semanario perestroikista por excelencia, Novedades de
Moscú,
enormidades como las que siguen: «La dirección perso­
nificada de Mijail Gorbachov es una garantía universalmente re­
conocida del éxito de la perestroika y ella debe ser extendida al
campo jurídico. En la hora actual todo el mundo es consciente
del poder insuficiente
de las autoridades superiores,. lo que ex­
plica las dificultades de la puesta en marcha de la política».
Los manipuladores de la escuela poststaliniana, ya vieja,
como
Boris Ponomarev, han sido sustitutidos por embajadores como
Anatoly Dobrinin y Alexander Y akovlev, con
:largo tiempo de
permanencia en América del Norte,
más 11.exibles y sutiles. O
por Gennadi Guerasimov, o Lukianov con imagen distinta de
los
viejos apparatchiki. Conocen los milagros de la televisión
en el decadente Occidente,
y saben que una sonrisa, una voz
dulce, una buena apariencia en su vestimenta, son mucho más
eficaces que el gesto adusto de un Molotov, o sus sucesores. Sa­
ben que es mucho más eficaz la sonrisa, la presentación televi­
siva con gabinentes
de imagen, que el verdadero contenido de sus
fines e intenciones, y
es que la experiencia ha demostrado ya
en muchas ocasiones que a la opinión pública bien manipulada
esos fines le traerán sin cuidado si se logra presentárselos bien,
y de acuerdo con sus gustos.
Para la profesora Thom; el equipo del Secretario General,
Yakovlev, Lukianov, Shevernadze, Zagladin, etc., quiere salvar
el partido y el sistema. Incluso con el riesgo de hundir
más to­
davía el país. Los dirigentes soviéticos admiten la existencia de
la crisis, pero desde luego
no la combaten con remedios libera­
les y democráticos. La prensa occidental no da cuenta nada más
que de los discursos y de las buenas intenciones.
Estamos asistiendo no
al rechazo total del comunismo y de
su hermano el socialismo, sino repitiendo a escala universal
la
vieja teoría de anteponer la « bondad» de Lenin a la maldad de
Stalin.
Se trata de hacer ver cómo el comunismo ha sido una
desviación del marxismo
y es hora de volver a su verdadera fuen­
te, a los buenos
orígenes marxistas.
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A.NGEL MAESTRO
Para el conde Hans Huyn, autor de un análisis lúcido sobre
la estratégica pseudo-informativa
de la Unión Soviética, se tra­
ta de cambiar en
las mentes occidentales la imagen de la Unión
Soviética.
La meta de Gorbachov es la estabilización del sistema
socialista por medio de la transformación de su
economía con la
ayuda occidental. Para
alcanzar esto tiene que intentar conse­
guir para la Unión Soviética la igualdad militar y también la
similitud moral mundial. Es necesario cambiar desde la base la
imagen que de la Unión Soviética tiene Occidente. De
alú las
repetidas declaraciones de Gorbachov, Gerassimov y también
Sheverdnadze, tratando
de influenciar el pensamiento y los cere­
bros de Occidente.
Y así, seguimos con Huyn,
ya no se habla de la Unión So­
viética expansionista y promovedora de revoluciones en el mun­
do frente a
la democracia de los Estados Unidos, sino de la for­
ma neutral de actuar de «las dos superpotencias».
Ya no se ha­
bla del creciente superarmamento soviético y del intento occi­
dental de presentar una mínima oposición para ahuyentarlo, sino
de la «carrera de armamentos entre
el Oeste y el Este»; ya no
se habla
de las alianzas forzosas del Pacto de Varsovia y de la
importante asociación de la Alianza Atlántica, sino de
«los dos
bloques»,
ya no se habla de la política soviética ofensiva y sub­
versiva contra
el intento del Oeste de tenerla a raya, sino de «la
rivalidad del sistema». Entonces, el resultado
de esta pseudo­
informativa y psicológica respiración boca a
boca del Este y del
Oeste,
es el convencimiento de que sólo se pueden conseguir
«metas comunes»: desde el desarrollo del Tercer Mundo hasta
la supervivencia de la humanidad, y a esto sigue
la respiración
boca a boca económica del Este y del Oeste y la prolongación
de la vida
de los sistemas totalitarios.
El que fue durante largo tiempo jefe del servicio rumano de
información extranjera, pasado al Oeste,
el teniente general Ion
Mihai Pacepa, ha descrito con todo detalle cómo durante el
mandato de
Ceaucescu y, de acuerdo con la Unión Soviética,
puso en funcionamiento una amplia campaña de pseudoinforma­
ción que, durante años, ha engañado con
éxito al mundo occi­
dental, haciendo creer que Rumania llevaba una política exterior
independiente de Moscú. La meta
de esta campaña era, tanto
obtener dinero occidental
para apoyo del régimen socialista ru­
mano,
como poder tener también una influencia indirecta en las
decisiones polfticas occidentales.
Tomemos otro ejemplo de
los acontecimientos de Rumania,
donde hay que reconocer que los comunistas han procedido de
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BL MITO GORBACHOV: JHASTA CUANDO!
forma fina y hábil cuando han utilizado un concepto libetal y
han abolido la
pena de muerte y proclamado el multipartidismo.
Háhil dialéctica
la de la adhesión total hacia el multipartidismo.
No habría forma de oponer un mejor obstáculo a
la puesta fue­
ra de la ley del partido comunista. Se pide el derecho para los
partidos de constituirse libremente y con esa
razón estaría en
contradicción con ellos mismos si al mismo tiempo se
decretase
la prohibición del partido comunista. Cuando se está en el po­
der, los comunistas rehúsan a sus adversarios de constituir parti­
dos, pero cuando se está en la oposición se exige no el derecho
de constituir partidos sino la absoluta libertad que pueda ser
útil para todos ellos.
Estas conversiones milagrosas en
los hombres que hablaban
de la dictadura del proletariado y el centralismo democrático,
papel dirigente del partido del internacionalismo proletario que
pasan de repente a hablar de economía de mercado y
de liber­
tades democráticas produce la impresión de que usasen fórmulas
mágicas y palabras llenas de hechizos y encantamientos que nos
hacen ver un concepto distinto de la realidad, en el que los
sue­
ños equivalen a realidades. Y, entonces, cómo Ílo ver que estos
nuevos convertidos llaman a la puerta
de la internacional socia­
lista que se dispone a acogerlos como nuevos lújos pródigos del
Evangelio. Sin ver que
se repetirá otra vez más la historia, de la
que
existen testimonios hasta la saciedad cómo estos miembros
se dedicarán enseguida a labores de subversión y de infiltración
y de trabajo fraccional, lo que hoy en día no es ningún
secreto
por los numerosos testimonios que existen.
Ante los resultados evidentes,
un Gorbachov que concentra
un poder
casi absoluto, después de. cinco años de poder, ofrece
un fracaso evidente. Cuando el Presidente Bush y
su Secretario
de Estado Baker se vuelcan con Gorbachov para ayudarle, fren­
te a los ya tópicos «halcones»: facilidades en el desarme, como
el permitir a la Unión Soviética el mantenimiento del número
actual de sus misiles
SS-18 y su derecho a modernizarlos, el ad­
mitir una ventaja del 40 % de la Unión Soviética sobre los Esta­
dos Unidos sobre los misiles ICBM, admitir que los bombarde­
osos denominados Backfire soviéticos no sean sometidos al tra­
tado próximo previsto. Después de que Gorbachov llegase al
poder,
la Unión Soviética ha producido en su fábricas 590 ICBM
(proyectiles intercontinentales).
Los Estados Unidos: 68. Sólo en
1989, 140 nuevos cohetes para
la Unión Soviética contra nueve
de igual categoría para los Estados Unidos. Gorbachov ha reve­
lado en un mitin que el presupuesto militar ha sido mantenido
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ANGEL MAESTRO
en un crecmuento del 9 % porque «hay que asegurar plena­
mente la seguridad de la Unión Soviética». Bush y Baker creen
que
hay que salvar a Gorbachov de un colapso inminente, y lo
mismo
dice Genscher, Ministro de Asuntos Exteriores de la Re­
pública Federal Alemana.
Gorbachov no deja de acumular poder,
ya que políticamen­
te
él mismo se ha transferido del partido al Consejo Presiden­
cial de Gorbachov, y a una legislatura de mayor altura, pero las
nuevas instituciones no han tenido tiempo para identificarse
con
el pueblo ni el pueblo con ellas. Se ha dejado de hablar e incluso
de actuar contra
los secesionistas, y Gorbachov no ha podido
todavía convencer a
los independentistas de las ventajas de per­
manecer en
la Unión.
Si Gorbachov intentase aplastar violentamente la resistencia
de Lituania
-que no parece dispuesa a pasar de la resistencia
pacífica-sería muy probable el que las naciones occidentales
no acudiesen en socorro de Lituania. Pero
el prestigio de Gor­
bachov y de la «perestroika»
sí recibirían una daño evidente, lo
que siempre toman en consideración los diferentes amos del
Kremlin.
Claro que,
como bien dice un importante editorial de la muy
documentada publicación Est-Ouest, las indignaciones de Occi­
dente no son nunca muy duraderas. Si recordamos la aventura
de Jruschov del que Gorbachov
es una especie de reedición en
otro estilo
más perfeccionado -la máscara de hombre de mun­
do en lugar de la de bufón-, vimos cómo la política de deshielo
de Jruschov,
las medidas econ6micas de inspiración ligeramente
liberal
y, sobre todo, la denuncia de los crímenes de Stalin hicie­
ron de Jruschov un ídolo. Vino después la brutal represión de
Hungría y
los demócratas occidentales decretaron la culpabili­
dad de J ruschov y que el mundo libre no le permitiría
seme­
jante felonía. Unos años más tarde tan sólo, Jruschov se paseaba
por el mundo con
los empresarios y los gobiernos, satisfechos por
haber tenido a bien visitarlos.
La esperanza y la confianza que existe sobre Gorvachov son
tales que los occidentales
cerrarían los ojos incluso si las cosas
no fuesen demasiado lejos, segnirían creyendo en la constitución
de
la Casa Común Europea. La Unión Soviética podrá servirse
de
las ex-democracias populares para obtener la neutralización de
Europa a
cambio de su unificación.
La «glasnost» que se nos quiere presentar como invención
original gorbachoviana, según ha demostrado Edward J, Epstein
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EL MITO GORBACHOV: ¡HASTA CUANDO!
no es sino la sexta «glasnost» desde que existe el régimen so­
viético.
La primera «glasnost» fue la NEP, cuando en la primavera
de 1921
Lenin anuncia al mundo una renovación total de la po­
lítica soviética,
afirmando que se acababa el comunismo de «gue­
rra» y se volvía a la economía de mercado. Lenin pidió ayuda a
los hombres de negocios occidentales, a los que muchos de ellos,
en 1917, sólo cuatro años antes se les había despojado de sus
propiedades sin compensación alguna. Segón Epstein, Lenin
pro­
puso un programa de falsas informaciones que concentraba la
atención de intereses con promesas de un
Eldocado soviético, ha­
ciendo olvidar los riesgos de la empresa. Ordenó a su Estado Ma­
yor encontrar un hombre de negocios norteamericano al que se
le
podría adjudicar la primera concesión de la NEP y que sería
útil para otras sociedades norteamericanas advirtiéndolas de que
la operación era evidente y segura. Lenin declaró: «Lo que
no­
sotros queremos mostrar y ver impreso es que los norteamerica­
nos han adoptado las concesiones». El yanqui escogido fue
Ar­
mand Hammer, quien ha seguido con sus negocios hasta la misma
era de Gorbachov.
Resulta sumamente significativo cómo, en 1922, el
Comisa­
rio de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, Chicherin, hizo
esta proposición
entusiasta a Lenin: «si los estadounidenses in­
sisten para que nos dotemos de instituciones representativas po­
dremos darles una pequeña concesión ideológica desprovista de
significación práctica». Falsificar instituciones ya imaginarias no
suponía ningón problema para
Lenin. Comó explicó en privado
a los miembros dirigentes del Partido,
su política «no significa­
ba la paz con el capitalismo, sino la guerra con otro plan».
La segunda «glasnost» fue originada con motivo de la Cons­
titución soviética en 1936-1937. En 1935 Stalin sugirió que la
Unión Soviética debería reestructurar su economía según
medios
capitalistas si fuese necesario. Stalin promulga la nueva Consti­
tución de 1936, que contenía todos los elementos necesarios para
parecer democrática a los ojos de los occidentales, pues garanti­
zaba las libertades de expresión de prensa y
de reunión --al me­
nos sobre el papel-y prev:eía también elecciones mediante pa­
peleta secreta. A esta segunda «glasnost» sucedieron los terri­
bles procesos de Moscú y el «gran terror».
La tercera «glasnost» fue la asociación del buen «tío Joe»,
1941-1945, cuando la Unión Soviética necesita el apoyo sobre
todo de los Estados Unidos para que el ejército rojo pudiese
hacer frente a la ofensiva de
las tropas de Hitler. Es la época
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en que para demostrar su buena fe, proclama la disolución del
Kominteroa, decisión simbólica, pues era
la sección internacio­
nal. del Comité Central del Partido Comunista de
la Unión So­
viética la que aseguraba la coordioación de los diferentes parti­
dos comunistas. Stalin incluso hizo otro gesto simbólico
supri'
miendo toda referencia a la revolución interoacional en el hiinno
nacional ruso; lleva a cierta liberación de la Iglesia ortodoxa, y
propone incluso la liberalización de la censura. Los dirigentes in­
gleses y yanquis, que interpretaban como su opinión pública,
consideraban su alianza con Stalin de forma
muy sugestiva, qui­
sieron ver aquí la prueba de un cambio, fundamental para la
democracia, que vendría después.
La cuarta
«glasnost» fue la desestalinización de 1956-1959,
cuando el antecesor
en algunas formas como hemos visto de
Mijail Gorbachov, Nikita Jruschov, lanza una nueva ofensiva de
«glasnost» basada en reformas económicas y políticas; ataca a
Stalin, y habla de todos los problemas de la Unión Soviética, el
culto a la personalidad,
de la prostitución de la revolución, de la
desaparición de la libertad, etc. Jruschov
llama incluso a Ham­
mer, al que recordaremos ya había llamado Lenin. Delante de
Hammer, Jruschov dice, casi igual que Lenin, que los dirigentes
soviéticos reconocían el fracaso del comunismo y debían acordar
la prioridad a las reformas económicas. Mientras tanto la Unión
Soviética procede a la represión de Hungría, a las detenciones
masivas
de disidentes, erige el muro de Berlín, etc.
La quinta «glasnost», que podemos situarla entre 1970,1975,
fue lanzada por un hombre al que ahora se acusa con toda clase
de epítetos desfavorables por los gorbachovianos, por Leonidas
Breznev. Quien
para hacer creíbles las proposiciones hechas por
la Unión Soviética de limitar los armamentos estratégicos,
ne­
gociar acuerdos ventajosos para las dos partes y disminuir las
tensiones internas debía proponer que su nación aspiraba seria­
mente a un duradero statu quo Este-Oeste. Se hace llegar a to­
dos los medios occidentales el que los soviéticos habían renun·
ciado a
la revolución mundial, y el gobieroo soviético se com­
ponía cada vez más de tecnócratas y no de ideólogos, y ya no
les interesaba la doctrina
leninista de la lucha de clases. Du·
rante esa época el Instituto para Estudios de Estados Unidos y
del Canadá, dirigido por el hombre que con Gorbachov
sigue
ostentando un puesto clave, Georgi Arbatov, se consagra de
forma decidida a instruir universitarios, periodistas y responsa­
bles de los
massmedia norteamericanos de los efectos produci­
dos sobre la sociedad soviética por los cambios tecnocráticos.
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EL MITO GORBACHOV: ,tHASTA CUANDO?
Breznev promulga, como antes hizo Stalin, una nueva Constitu­
ción que concede libertad de expresión, de prensa, de reunión,
de manifestaciones públicas,
así como el derecho a la educación,
a las necesidades médicas y
al trabajo. Y en 1975 la Unión Sovié­
tica firma los acuerdos de Helsinki que parecen legitimar cierta
oposición al dominio comunista.
En la época .de Breznev, pasa
a ser la Unión Soviética la primera potencia militar
del mundo.
De nuevo, una vez más, ¡y cuántas ya!, los occidentales con~
sideran que hay que apoyar a Bre2nev en la lucha entre palomas
y halcones.
El halcón jefe de turno, el mariscal Orgakov, parece
según los occidentales que
es la fuerza que se opone a los deseos
de paz del Ministerio de Asuntos Exteriores y de
los hombres
breznevianos.
Los norteamericanos deben ayudar a Bre2nev por­
que, si no, los halcones
se impondrán. Como ya se hizo con Sta­
lin, con
J ruschov, etc.
Por tanto, hemos visto que, la «glasnost»
gorbachoviana des­
lumbradora de Occidente no es la nueva ni la primera, sino la
sexta en orden cronológico. ¿Por qué confiar más en esta «glas­
nost» que en las anteriores?
Un hombre tan poco sospechoso,
y al que difícilmente se le
podrá acusar de derechista, sino más bien una «bestia negra»
de
todos los movimientos derechistas del mundo, Henri Kisinger,
ha dicho hace tan sólo unos meses que Gorbachov no se
ha
movido todavía hacia un sistema pluralista, sino más bien de un
sistema de gobierno de un solo
partido a un solo hombre. Se
pregunta Kisinger: «¿Es pos;ble que por esto Moscú deje de
ser un adversario?».
«¿Hace esto de Gorbachov un pacifista al
estilo occidental o un creyente de la ideología liberal en términos
de asuntos liberales?
Lo dudo». ·
Pero sigamos con Kisinger: «... el razonamiento de los que
califican a Gorbachov
como demócrata comunista es que las
democracias y los líderes populares no hacen
la guerra. Es otra
vez la idea wilsoniana,;. Kisinger considera que como fuerza ideo­
lógica Moscú está exhausto, pero como nación-estado Rusia
ha
sido un peligro para todos sus vecinos durante los últimos cien­
tos de años, y considera que es prematuro querer deshacer todo
esto.
Georgi Arbatov, miembro del politburó de Gorbachov y del
que
ya hemos hablado en numerosas ocasiones decide. una es­
trategia soviética que parece fuese inspirada en las tácticas · de
Tsun-Tzu, el conocido estratega chino
500 años antes de Cristo,
para definir una estrategia soviética que permita ganar sin
com­
batir. «La imagen del enemigo que está en trance de desfondarse
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Fundaci\363n Speiro

"1.NGE.L MAESTRO
es vital pata la política exterior y militar de Jos Estados Unidos
y sus
aliados. La destrucci6n de este esteorotipo es el arma de
Gorbachov. Ni la carrera de armamento, ni la política de poder
del Tercer Mundo,
ni los bloques militares son concebibles sin
el enemigo y sin
la amenaza soviética».
«De esta
arma no vendría, naturalmente, nada más secreto
de que su poder es inmenso». Según Esptein esta estrategia de
Arbatov descansa sobre tres hip6tesis: una, el cemento que liga
a los miembros de la Alianza Atlántica era
el sentimiento de que
la Uni6n Soviética representaba un enemigo potencial. En otros
términos, los países europeos estimaban una Uni6n Soviética
ca­
paz de atacarlas o de destruirlas. Se agrupan militarmente en .el
seno de la OTAN, con los Estados Unidos y el Canadá. Se crean
numerosísimas
bases en todo el mundo y se realizan actividades
de contraespionaje para controlar las actividades de los agentes
del bloque soviético.
Dos: si esta imagen
de la Uni6n Soviética se esfuma o sim­
plemente se
debilita suficientemente en ~os países occidentales,
la Alianza Atlántica se desfondará por completo. Las naciones
europeas, tan trabajadas
por las maniobras pacifistas, y por las
bases militares impopulares
dirán con raz6n: «si no hay enemi­
go, ¿por qué combatirlo?
Así podrán dedicar partes considerables
de sus recursos econ6micos a competir con los Estados Unidos.
¿ Por que autorizar a los aviones de combate o a los submarinos
nucleares a repostar a sus territorios si esto
entrafia riesgos? ¿ Por
qué mantener embargos sobre la tecnología y evitar que sus em­
ptesas tomen una posici6n privilegiada sobre el bloque comunis­
ta?
¿Por qué perseguir una política de contenimiento anacr6ni­
co
si no hay ninguna raz6n para contener la influencia soviética?
Tres: sin este sistema
de alianza, los Estados Unidos serían
incapaces de intervenir
en numerosas regiones del globo o desa­
rrollar una política de poder según los términos de Gorbachov.
No tendrían condiciones para garantizar
la seguridad de las na­
ciones aliadas en caso de crisis. En esas condiciones sus aliados
no tendrían otra soluci6n que consentir en un compromiso con la
Uni6n Soviética».
La campafia de desinformaci6n gorbachoviana es sensacional.
Acerca de la debilidad
de la Uni6n Soviética al punto de persua­
dir a los Estados Unidos, y a sus aliados
de la OTAN, de que la
Unión Soviética no constituye ya una amenaza seria. La Unión
Soviética consigue destruir la raz6n de ser de la Alianza Atlántica
y debilitar aún más· a la opinión pública en el mantenimiento de
fuerzas militares, como esos grandes almacenes que hablan
de
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EL MITO GORBACHOV: JHASTA CUANDO!
«liquidar sus saldos» para persuadir a sus clientes que hacen bue­
nos negocios. Por el contrario, hemos visto que la potencia
mi­
litar soviética crece de día en día, e incluso está próxima la apa­
rición de tres portaaviones oceánicos, arma evidentemente ofen­
siva,
y que la Unión Soviética no había considerado hace tan
sólo unos años.
En Moscú, otro gorbachoviano destacado, Eugeni Primakov,
director de un instituto dedicado a la pseudoinformación
-el
Instituto !MEMO para la economía mundial y relaciones inter­
nacionales-declara: «En el Occidente, cada vez será más difícil
para el antisoviético mantener en pie la imagen artísticamente
creada de
la Unión Soviética como un estado militar antidemocrá­
tico que se cierne sobre
el mundo sólo pensando en la expansión.
Las encuestas en Estados Unidos
y en países europeos occiden­
tales demuestran que esta quimera del enfrentamiento
ya no se
sostiene con la "perestroika",
la "glasnost" en la Unión Sovi&
tica y la constructiva política exterior de la Unión Soviética. La
popularidad del Estado soviético
y nuestra conducta en el ex­
tranjero, tanto con
la masa popular como con la "intelligentzia",
no tiene precedentes».
El conde Huyn se hace eco de estas palabras de otro hombre
clave, Alexander Y akovlev, quien ha acertado dando el más corto
denominador a la estrategia de pseudoinformación soviética: con
la disminución de la amenaza soviética desaparecerá también el
impero americano. Georgij Arbatov, consejero de política exte­
rior, tanto de Breznev como de Gorbachov, da en el clavo: «La
Unión Soviética os va a ocasionar lo peor, os va a quitar de en
medio
al enemigo».
Se quiere ver en el desfondamiento de los regímenes comunis­
tas del Este una revolución
por un lado democrática, según sean
los ojos que lo contemplen;
por .otro lado, socialista. Si son per­
sonas
próximas a la internacional. socialista, consideran que el
marxismo.leninismo fue una desviación de los postulados origi­
nales marxistas. Sin embargo
no se considera lo que a=tada­
mente ha dicho otro · de los grandes expertos mundiales, el pro.
fesor Thomas Molnar, con su conocimiento acreditado, y sin con­
cesiones a
la moda. El doctor Malnar razona cómo las insurrec­
ciones
han· sido provocadas por las fuerzas cuya validez y vitali­
dad han sido negadas con el mismo empeño, tanto
por los so­
cialistas como por los liberales; religión y nacionalismo. Esas
fuerzas y no la privación del derecho al voto
y de bienes de con­
sumo provocaron las insurrecciones contra los regímenes comu­
nistas. Y así la primera acción de las masas «irreligiosas» de Pra-
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ANGEL MAESTRO
ga y Kiev fue ir a la catedral, cantat canciones religiosas y el
himno nacional y después saludar al Primado. Molnar ha dicho
de forma clara que para el bloque occidental
-aunque no para
los líderes soviéticos que
lo entienden muy bien-esto suena a
historia oscura, pero esto no ocurrió hace siglos, está ocurrien­
do ahora.
En Occidente se repiten las mismas necedades de 1975, cuan­
do se pensaba que Soljenitsin era un crítico liberal y demócrata
y que atacaba
los_ excesos del stalinismo, algo así como un Gor­
bachov o un Andropov anticipado. Pero al descubrir que era un
creyente ortodoxo y
un gran nacionalista, los massmedia inter­
nacionales decretan su casi boqueo y su silencio. Y es que las
naciones de Europa que se sublevan contra el marxismo-leninis­
mo, contra el modelo económico social, cuyo fracaso en toda la
historia
_universal no existe parangón o su desastre, contra esa
utopía marxista que parece condenada
ya definitivamente, en· lo
ideológico, a un fracaso sin
xetomo, no lo harían en nombre de
la democracia liberal. Creo que está bien claro que
esas masas
no se sublevaban en nombre de Rousseau, Locke, Hume o Hol,..
bes, sino en búsqueda de unos sentimientos religiosos y naciona­
listas, que no sólo el ·socialismo, sino el burgués occidental medio
consiaeraba definitivamente periclitados, frente
al permisivismo
de las decadentes sociedades occidentales donde no existen
verda­
des perdurables.
Cuando en Occidente se elogia al bueno de
«Gorby», mien­
tras en la Unión Soviética escasean todos los bienes, cuando in­
cluso en ese escaparate colosal que es Moscú se producen esce­
nas de hambre física, adquiere su verdadero siin,üicado ese do­
cumentado estudio de la profesora Thoni, cuando demuestra que
lo que los rusos reprochan a Gorbachov es el ser comunista. El
principal obstáculo de las reformas
es el partido comuisra, y es
Gorbachov mismo, a pesar de toda la insistencia puesta por los
massmedia occidentales para convencer a los soviéticos de lo con·
trario.
Las escenas increíbles en la Plaza Roja de Moscú, con un
crucifijo, con banderas zaristas, con símbolos del antiguo régimen
resultan verdaderamente fantásticas. Gorbachov adquiere un po­
der mundial cada vez mayor, rodeado de bonitas palabras, de in·
trigas, de provocaciones, de manipulaciones de los medios •infor.
mativos y de los políticos occidentales en la que demuestra ser
excepcionalmente hábil, pero utiliza
la fuerza bruta cuando la
ocasión lo requiere. Gorbachov sabe la debilidad de los
políti­
cos occidentales y la puerilidad de sus argumentos cuando justi-
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EL MITO GORBACHOV: ¡HASTA CUANDO!
fican el dejar hacer, en casos como el de Lituania, cuando tan ac­
tivos se han mostrado con Chile, con Sudáfrica o con otros re­
gímenes. En este caso se sostiene que reconocer la independencia
lituana sería una injerencia
en los asuntos de la Uni6n Sovié­
tica, cuando sería simplemente aplicar ese derecho al que tan
proclives se muestran las naciones occidentales. Sin embargo,
mantener como sea, con la ayuda occidental, la
más colosal de
las seis «glasnost» hasta ahora producida por
un dirigente y con
el que los pueblos. de la Uni6n Soviética no quieren saber· de
él,
eso si es injerirse en los asuntos internos soviéticos; aquí sí que
se puede hablar de injerencia en la voluntad de estos pueblos. ·
El intento leninista de creación de un hombre nuevo puede
que no haya sido conseguido del todo, pero lo que sí es cierto e.s
que los hábitos de casi 7 5 afios de marxismo-leninismo han in­
fluido perfectamente en
la mentalidad del hombre soviético.
Cuando los capitalistas occidentales se las prometen tan felices
a la expectaiva de hipotéticos
y maravillosos medios de consumo,
se olvidan
de algo tan importante como el factor humano.
A diferencia de las naciones occidentales, cualquier empeora­
miento del nivel de vida en la Uni6n Soviética ha sido aceptado
como una fatalidad inexorable, y no desata ni revueltas y distur­
bios colectivos, ni casi esfuerzos individuales para mejorar
su
propia suerte. Se murmura y se critica un poco más fuerte cuan­
do la penuria de cualquier producto se produce. Eso es todo,
pero no
va más allá.
El ciudadano soviético ha llegado a hacer una
norma de su
vida el trabajar lo menos posible, si acaso lo justo, pero nunca
más allá. El marxismo-leninismo ha matado la falta de interés y
de aliciente por todo en el ciudadano medio.
El caso de los campesinos es particularmente curioso, y des­
de luego no parecen que se vayan a participar ansiosos en me­
jorar las tierras y los cultivos de los «koljoses», como hace 85
años
los campesinos acogieron la reforma de Stolipin, para salir
del
«mir» y adquirir explotaciones familiares. Según los expertos
nada de esto
se ha producido en el presente ni se producirá en
mucho tiempo.
Resultan significativas las palabras de Alejandro Zinovievev
cuando afirma que
el «koljoz» presenta para el campesino carac­
terísticas únicas: «Los koljozianos no tienen ningún deseo
de
cambiar su explotación. Antes no dormían por la noche preocu­
pándose de que la cosecha no
se perdiese por los avatares de la
intemperie
... , ahora están igual de contentos cuando hace buen
tiempo que cuando hace malo.
Si llueve verán tranquilamente
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caer la lluvia refugiándose en un hangar y jugando y pasando el
tiempo durante horas». El hombre socialista ha perdido el sen·
tido de la responsabilidad. Pero hablar de esto a los capitalistas
y a los empresarios occidentales puede tener el mismo éxito que
explicárselo a una encina o

a una
lámpara.
Cuando en 1921 Lenin sostenla la importancia de la «glas­
nost» en un debate interno con los ditigentes bolcheviques y
afirmaba con énfasis que los comunistas llegarían a colgar a las
naciones capitalistas, un ditigente bolchevique escéptico le inte­
rrumpió
y mencionando la penuria del material de guerra de la
Unión Soviética, sus sufrimientos, sus miserias, le preguntó iró­
nico dónde los comunistas encontrarían tanta cuerda para un
ahorcamiento de tales proporciones. «Los capitalistas nos
la ven·
derán», respondió
Lenin. Y más aún, añadiríamos nosotros, se
la venderían incluso a plazos.
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