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Número 287-288

Serie XXIX

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Fe Católica, fiducia protestante y derivaciones político-sociales

FE CATOLICA, FIDUCIA PROTESTANTE
Y DERIVACIONES POLITICO.SOCIALES
POR
JuuJ.N GIL DE SAGREDO
l. Concepto de fe católica.
Es
el asentimiento que presta el entendimiento a la vetdad
revelada. Así la define Santo Tomás en Summa Theologica, 11.
11, 1.4.
En esa definición distinguimos tres factores, quiené pres­
ta
el asentimiento, sobre qué recae el asentimiento y el acto tuis­
mo del asentimiento, o, en otros tértuinos, su;eto, ob;eto y acto
de
fe. Los examinamos por separado.
a)
El su;eto de la Fe, en sentido amplio es la persona hu­
mana,
en sentido restringido es el alma de la persona humana, y
en sentido estricto es la facultad intelectiva del alma,
el enten­
dimiento, y ello porque
la facultad que según su naturaleza tiene
por fin oonocer la verdad es la facultad intelectiva. La adhesión
del entendimineto comporta de suyo la adhesión de la volun­
tad y
la adhesión de la voluntad, si es oonsecuente, comporta a
su
vez un comportamiento acorde con la verdad aceptada.
b) El ob;eto de la Fe es la verdad revelada y como la pri­
mera verdad revelada es la existencia de Dios, la cual implica
creer las cosas que Dios revela y tender hacia Dios como
fin,
el objeto de la Fe, de acuerdo con Santo Tomás, Summa Theolo­
gica, 11.11, 2.3, puede ser considerado de tres maneras: Como
ob;eto material, «credere
Deum esse», creer que Dios existe.
Como
obieto formal, «credere Deo», creer a Dios, creer las co­
sas que revela, y Como ob;eto final, «credere in Deum», creer
hacia Dios, tener hacia Dios como fin.
Sobre
el objeto de la fe cabe añadir algo más. Puede haber
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verdades que sean simultáneamente objeto de fe y de ciencia,
verdades que hayan sido reveladas y que al mismo tiempo sean
demostrables científicamente por la razón. A este respecto dice
Santo Tomás en
Summa Theologica, 11.11, 2.4, que si bien la
verdad revelada y
la verdad científica es, en cierto sentido, la
misma, la Fe no obstante tiene sobre la razón las siguientes
ven­
tajas: primera, que alcanza la verdad con más rapidez y facilidad,
porque no necesita el esfuerzo de
la demo&tración racional; se­
gunda, que extiende la verdad a mayor número de personas, ya
que la demostración científica es privilegio de los menos, y ter­
cera, que obtiene la verdad con mayor certeza, porque la palabra
de Dios en que
se funda la verdad revelada ofrece mayor garan­
tía y seguridad que
la razón humana, en que se funda la verdad
científica.
c)
El acto de Fe consiste en la aceptación por el entendi­
miento de
la verdad revelada y tiene entre otras las siguientes
características:
primera, es acto sobrenatural no sólo por razón
de su objeto, que es Dios, sino también por razón de su misma
naturaleza,
ya que el entendimiento, al ser incapaz en el plano
natural de conocer los misterios revelados, precisa ser elevado a
un plano superior, que es el de
la fe, para conocer dichos mis­
terios. Cuando el entendimiento presta su asentimiento a algo,
lo puede hacer de dos maneras: o movido por
el objeto que se
le presenta, o movido en cierto sentido por la voluntad. Por
e¡emplo: la proposición «Debemos hacer el bien y evitar el mal»,
por
sí misma mueve al entendimiento a su aceptación como ver­
dadera; por
el contrario, la proposición «Dios es trino y uno»,
por
sí misma, al ser ininteligible, no mueve al entendimiento a
su
aceptación, sino que precisa que la voluntad mueva al enten­
dimiento a prestar su asentimiento. Como ambos actos,
el de la
voluntad moviendo al entendimiento a aceptar lo que no entien­
de y el del entendimiento prestando su asentimiento a lo
inmte­
ligible, superan las fuerzas naturales, es necesaria la gracia de
Dios tanto pata que la voluntad mueva
al entendimiento como
para que
el entendimiemo preste su asentimiento. Por ello dice
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San Pablo en Efesios, 2-8: «La Fe no es cosa vuestra, sino don
de Dios».
Ahora bien: esa gracia divina, por la cual creemos, es distin­
ta de
la gracia santificante por la cual nos hallamos en anústad
con
Dios. Por ello la gracia de la Fe se conserva en el creyente
aunque esté en pecado mortal y carezca, por consiguiente, de gra­
cia santificante.
El creyente en pecado mortal conserva la Fe,
pero una Fe
deforme, falta de caridad, que es la forma que vita­
l izay vivifica a la Fe.
El creyente en pecado mortal, al conservar
la gracia de ta Fe se halla en disposición para que Dios le con­
fiera una gracia actual, que le mueva al arrepentimiento y a Ia
confesión; pero la gracia de la Fe, por sí sola, sin una gracia ac­
tual, no es suficiente para alcanzar la gracia santificante de la
amistad con Dios.
Queda, pues,
claro, que el acto de fe es de orden sobrena­
tural.
Segunda característica del acto de Fe. Al mismo tiempo que
es sobrenatural, es en cierto sentido racional, ya que al no me­
diar contradicción intrínseca en la verdad revelada y ser Dios in­
falible quien la revela, lo racional es aceptarla. Por ello llama
San Pablo a
la Fe «obsequium rationabile», obsequio, porque el
entendimiento no presta su asentimiento de manera necesaria,
ya que el objeto que se le presenta, al ser ininteligible, no le
mueve necesariamente a su aceptación; presta, pues, su asenti­
miento de manera libre y por ello constituye un verdadero obse­
quio; y
racional, porque, como queda dicho, si la verdad no pre­
senta contradicción intrínseca, lo lógico
y racional es admitirla, al
ser Dios infalible quien la revela.
Tercera característica del acto de Fe. Es interior, porque es
intelectual, pero poede y en ocasiones debe manifestarse exterior­
mente. Como el hombre
es un compuesto de alma y cuetpo, y
como tanto el alma como el cuerpo están sometidos a Dios, no
basta que el alma le adore interiormente, sino que es necesario
que
el cuerpo demuestre exteriormente aquella adoración con re­
verencia corporal. La tendencia del Progresismo introducido den­
tro de la Iglesia a desvirtuar y suprimir los actos externos y cor-
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porales de adoración a Dios, v. gr., d arrodillarse en el momento
de
la consagración o comunión o al pasar por delante del Sagra­
rio, tiene como finalidad debilitar y, en último término, extitpar
la Fe de los creyentes, ya que, dada la íntima unión del alma y
del cuerpo del hombre en unidad de substancia, no es posible
durante mucho tiempo
por vía normal la contradicción que im­
plicru:ía adorar a Dios interiormente, con el alma, y negarle ex­
teriormente la adoración con d cuerpo.
Examinados sumariamente los tres factores que integran la
Fe: sujeto, objeto y acto, observamos que de esos tres factores
dimanan las tres dimensiones de
la Fe como virtud teologal.
Del sujeto de la Fe, el entendimiento al asentir a Ia verdad
revelada, dimana
la dimensión vertical, mediante la cual el hom­
bre
se eleva directamente hasta Dios. La Fe proyecta vertical­
mente la creatura hacia
su Creador. La Fe eleva la tierra al cielo.
Del objeto de la Fe, la verdad revelada, Dios, dimana la di­
mensi6n unitaria, porque Dios armoniza consigo todas las cosas
como principio y fin de todas ellas, y, además, porque la verdad
revelada, al ser la misma para todos, los unifica en una misma
creencia y, consecuentemente, en una misma voluntad.
Del acto de Fe dimana la dimensión transcendente, ya que al
ser sobrenatural, determina
la norma, el peso, la medida y la
valoración de todas las
cosas con criterio y sentido de eternidad.
Analizado el concepto de Fe católica, pasamos a analizar
el
Concepto de fiducia protestante.
2. Concepto de íiducia protestante.
a) Origen histórico.-& halla en Lutero. Con motivo de la
celebración del quinto aniversario de su nacimiento, que tuvo
lugar en 1983,
se ha tratado de rehabilitar su figura, presentán­
dolo como el «testigo
de Jesucristo», el «maestro de la Fe», el
«heraldo de
la renovación espiritual», el «teólogo incomprendido
por
la ceguera de los Papas», etc.
La verdad es que la rehabilitación de Lutero, pretendida por
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el protestantismo y secundada por su quinta columna dentro de
la Iglesia, que es
el Pregresismo, resulta bastante difícil. No es
posible admitir como testigo de Jesucristo a quien injuria públi­
camente a su Vicario en
la tierra. « Ven acá Papa asno con tus
largas orejas y
tu boca llena de mentiras». Así increpaba Lutero
al Papa. No es posible admitir como heraldo de la renovación es­
piritual a quien reniega públicamente de su sacerdocio, se aman­
ceba con una monja de elausura, Catalina
Bora, predica la poli­
gamia, multiplica las obscenidades en sus sermones y en sus car­
tas,
se entrega a las orgias y muere beodo e nmedio de una ba­
canal. No es posible admitir como maestro
de la Fe a quien nie­
ga la gracia, niega la Misa como sacrificio, niega la transubstan­
ciación, niega
el sacerdocio, niega la confesión y los sacramentos.
No
ya la Iglesia, sino la Historia tiene descalificado a Lutero a
perpetuidad.
b) Origen teol6gico.-Las dos fuentes

de la revelación son
la Tradición
y la Sagrada Escritura, y entre esas dos fuentes la
primera cronológicamente
es la Tradición, ya que los autores sa­
grados sólo pudieron consignar por escrito lo que previamente
habían recibido por inspiración, lo que Dios les había revelado,
lo que les
habla entregado, que eso es Tradición. Pues bien: Lu­
tero niega la Tradición y establece como única fuente de la re­
velación
la Sangrada Escritura, interpretada según el libre exa­
men de
sus lectores. Con ello se consiguen dos cosas: primera,
que el entendimiento se erige en árbitro de la Fe, de lo que se
debe creer o no creer.
El Magisterio de la Iglesia es substituido
por el magisterio individual y supremo de cada uno; y segundo,
que
la verdad revelada no será la misma para todos, ya que cada
uno
tendrá su propia verdad revelada según la interpretación o
examen que haga de la Sagrada Escritura.
De ahí
el ce1ebre aforismo que nació con el protestantismo y
que la Historia se ha encargado de confirmar en el decurso de
los siglos: «Tot capita quot sententiae», tantas cabezas como
pa­
receres, es decir, tantas creencias como :personas. Así se explican
las grandes contradicciones . del protestantismo, su erosión cró­
nica, su multiplicación indefinida en sectas, su descrédito desde
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su mismo naC1m.1ento, su trasvase al racionalismo y, finalmente,
su desintegración en el ateísmo.
Con el libre examen, como era lógico, muere la Fe. Había
que buscar, entonces, un substitutivo,
un sucedáneo de la Fe.
Ese substitutivo o sucedáneo
es la «fiducia». Puede ser definida
como la afección,
la inclinación, la entrega hacia lo que cada uno
se forja como revelado por Dios.
Sus diferencias con la Fe son claras: el suieto de la Fe es el
entendimiento, el sujetó de la fiducia es el sentimiento; el ob¡eto
de la Fe es la verdad revelada según el Magisterio infalible de la
Iglesia, el objeto de la fiducia es lo que cada uno cree revelado
por Dios según su libre examen;
el acto de Fe es sobrenatural,
el acto de
la fiducia es de orden natural, nace, se desarrolla y
muere en el ámbito de
la sensibilidad.
3. Derivaciones político-sociales.
a) El liberalismo.-Lo característico de la fiducia, como aca­
bamos de ver, es el individualismo. Por el libre examen el en­
tendimiento se desliga de su propia ley, que es la verdad objeti­
va y crea su verdad subjetiva. Por la fiducia, que es el reflejo
del libre examen en
la dinámica volitiva y afectiva, la voluntad
se desliga
de su propia ley, que es el bien inherente a la verdad
objetiva y crea su bien subjetivo.
La libertad, entonces, campea
como dueña y señora sobre ambas facultades, la intelectiva y la
volitiva, y genera al
liberalismo, al hombre liberal, al hombre des­
ligado de toda clase de ataduras:
- de ataduras metafísicas, y así se engendra el liberalismo
filosófico, la libertad de pensamiento;
- de ataduras morales, y así se engendra el liberalismo re­
ligioso, la libertad de religión, la libertad de conciencia;
-de ataduras sociales, y así se engendra el liberalismo so­
cio-iurldico, ya que la sociedad no es producto de la sociabilidad
natural del hombre, sino de su libre voluntad a través del
«pac­
to social»;
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FE CATOLICA, FIDUCIA. PRO TEST ANTE
-de ataduras políticas, y as! se engendra el liberalismo po­
lítico: el poder no deriva de Dios, sino de la voluntad libre del
pueblo soberano;
-de ataduras económicas, y as! se engendra el liberalismo
económico:
la economía no está sujeta a la ley moral, es libre y
no tiene más objetivo que el lucro.
Rousseau realmente no descubrió nada nuevo: el camino
es­
taba ya descubierto por el protestantismo y trillado por el racio­
nalismo;
él se limitó a recoger aquellas

aberraciones y darlas
for­
ma, fabricando la gran utopía del contrato social.
b)
Evolucionismo.-La versión protestante del liberalismo
dentro de la Iglesia se llama Progresismo, y como el error protes­
tante tiene
sus raíces en la metafísica de Heráclito, que niega la
subsistencia del ser y sólo admite la mutación, cambio o
movi­
miento, al incrustarse el error protestante dentro de la teología
católica, promueve a través del Progresismo el evolucionismo
teológico de
la Fe.
Ese evolucionismo de la Fe opera sobre sus dos ejes, sujeto
y objeto: sobre el sujeto, substituyendo el acto intelectual
por el
volitivo; sobre el objeto, substituyendo la creencia de
verdades
concretas por una creencia difusa y diluida que tiene como tér­
mino a Dios.
De esta manera, el asentimiento del entendimiento
a la verdad revelada
se transforma e nentrega de la voluntad a
Dios, y como la imagen
visible de Dios es el hombre, el acto de
entrega a Dios
se traduce en acto de entrega al hombre, y a ese
acto de entrega al hombre se le bautiza con la palabra mágica de
«compromiso».
La Fe, entonces, inspirada en fa conciencia individual de cada
uno va elaborando en un proceso evolutivo permanente
la ver­
dad que debe ser
creída a tenor del compromiso que en cada ins­
tante asume el creyente. Resultado final: por ese metabolismo de
la evolución
de la Fe sobre sus dos ejes, sujeto y objeto, la Fe
pasa de ser
intelectual a ser volitiva o sentimental, de ser so­
brenatural a ser natural, de ser objetiva a ser subjetiva, de ser
fija a ser variable:
en una palabra, la Fe católica ha pasado a
ser fiducia protestante.
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e) Pluralismo doctrinal.-Esa Fe, transformada por evolu­
ción
en fiducia protestante, pierde las tres dimensiones que la
caracterizan: pierde la dimensi6n unitaria del pensamiento y de
la
cultura para diluirse en el pluralismo de doctrinas divergentes
y opuestas entre sí; pierde la dimensión vertical hacia Dios para
acomodarse horizontalmente al gusto y medida de aquel pluralis­
mo doctrinal; y
pierde finalmente su dimensión .transcendente,
porque, como la Fe es medio o instrumento en orden a su meta
final que es el compromiso temporal, logrado éste, sobra la Fe;
Dios ha muerto,
si no ontológicamente, sí al menos psicológica­
mente en cuanto no constituirá en lo sucesivo la norma orienta­
dora de la conducta individual y colectiva.
Desviada
de esta manera la dimensión unitaria, vertical y
transcendente de la Fe hacia la triple vertiente pluralista, hori­
zontal
y temporal de la fklucia, se cierra el ciclo del T eocentris­
mo y se abre la nueva era del Antropocentrismo, que alumbrado
ya desde los albores del Renacimiento ha culminado a través de
sucesivas escisiones del pensamiento cristiano en el Haminiwio,
la nueva divinidad del siglo xx, siglo afortunado que substituyó
la Fe por el compromiso,
el Derecho Natural por el pacto social,
el Poder de origen divino
por el poder de los votos y de las
urnas, la Moral transcendente y objetiva por la Moral inmanente
y subjetiva, siglo ciertamente afortunado que terminó substitu­
yendo al Creador
por la creatura.
La fiducia protestante, como queda comprobado, genera a
través del libre examen al Liberalismo, a través del Liberalismo
al evolucionismo, y a través del evolucionismo al pluralismo
doc­
trinal.
Epílogo.
Ha quedado demostrada la concatenación que media entre el
orden
de las ideas y el orden de las realidades. El etror protestan­
te substituyendo
la fe por la fiducia, que te6ricamente implica­
ba una revolución de ideas y de principios, ha
desencadenado
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FE CATOLICA, FIDUCIA PRO TEST ANTE
también en el campo de las realidades religiosas, políticas y so­
ciales la gran revolución que hoy estamos presenciando . no sólo
fuera, sino dentro
también de la Iglesia Católica. La crisis del
mundo
y especialmente la crisis de la Iglesia, es crisis de fe, cri­
sis de
fe en la Jerarquía, crisis de fe en el pueblo cristiano, una
crisis de
fe tan profunda y tan generalizada que evoca con pavor
la situación de los últimos tiempos, a los que alude Nuestro
Señor Jesucristo en
el Evangelio de San Mateo: « Y cuando ven­
ga el Hijo del hombre, hallará fe sobre la tierra?
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