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Número 299-300

Serie XXX

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¿Cínicos o santos?

¿CINICOS O SANTOS?
POR
NARCISO ]UANOLA SOLER
Según el parecer de Luigi Giussani ( 1 ), sólo dos tipos de per­
sonas· salvan enteramente
Ia estatura y el nivel del· ser humano:
el anarquista y el auténticamente religioso
La naturaleza del hombre es relación con el infinito: el anar­
quista
es la afirmació.n de sí tniSlllo hasta el infinito y el hombre
auténticamente
religioso es la aceptación del infinito cdnio signi­
ficado de sí.
El cinismo y el anarquismo tienen muchos puntos de contacto.
En efecto, el «Sócrates demente», que así era llamado Antístenes,
agresivo, irónico e insolente, se burlaba de la democracia atenien­
se y de las costumbres de su tiempo. Despreciaba las artes, la dia­
léctica, la ciencia. Negaba la validez de los conceptos universales y
sólo admitía la realidad de lo smgular-perceptible. Además, redu­
da el pensamiento a palabras y de las cosas sólo admitía su nom­
bre propio, sin posibilidad de
ningún predicado.
Antístenes no admitía ninguna definición esencial acerca de
nada. Si las palabras eran. coosideradas entes materiales, el juicio
y el raciocinio eran para él imposibles. Así, tampoco era posible
la discusión.
La vida
feliz consistía en u.na vida tranquila, autosuficiente, in­
dependiente. Su ideal .era una vida sin Estado, sin instituciones,
sin familia, con
el amor libre y el comunismó de mujeres, sin· el
cuidado de los hijos. No hay patrias, ni leyes;
ni familias. Todos
(1) GrusSANI, L.: El sentido religioso: Cursó básico 'de Cristianismo1
vol. I, Ediciones· Encuentro, Madrid, H87. •Ver pág. '20. '
Verbo, núm. 299-300 (1991), 1285-1294 1285
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los dioses nacionales y oficiales con rechazados. Los templos, las
oraciones, los sacrificios, etc., no importan.
Di6genes de Sinope, apodado el «can» (hay que recordar que
«cinismo» viene de la palabra «perro», en griego), acentuó la
in­
diferencia de Antístenes, convirtiéndola en nna actitud de despre­
cio hacia lo convencional
y lo artificial. Imitando a los animales
en su vida natural, andaba sucio, desgreñado, sin lavarse ni
afei­
tarse; comía carne cruda y su habitación. era nn tonel. Despre­
ciaba todo pudor, satisfaciendo sus necesidades en cualquier lugar.
Diógenes «buscaba un hombre» a plena luz del día, con su
linterna.
Su ideal e¡:a la indiferencia hacia todo para conseguir la
felicidad. Se mofaba de las ciencias, las artes, la religión y de to­
das las instituciones.
El cinismo, partiendo de fa distinción sofística entre lo «natu­
ral» y lo «civil»,
se opone a todos los valores sociales y culturales ..
Busca la vida natural y. salvaje, sin sentimentalismos. Insensible ~
todo, menosprecia los respetos humanos, las opiniones comunes y
se liberta de
tod¡¡s los. deseos. Prescindiendo de todas las leyes ci­
viles, de todas las convenciones, causas de las ambiciones y de las
guerras, considera que todos los hombres son hermanos,
La austeridad cínica iba acompañada de impudicia y desver­
güenza, junto con nn declarado hedonismo. Combina su desprecio
por el vulgo con
nn. orguiloso sentimiento de autarquía.
Entre el
Capaneo de Dante, ese gigante encadenado por Dios
en el infierno, que grita a Dios: « Yo no puedo librarme de estas
cadenas porque
tú me aprisionas aquí. Sin embargo, no puedes
impedirme que
yo te maldiga, y yo te maldigo», y el ser humano
que, humildemente, se postra
en nn acto de adoración y de amor
ante
el Infinito, se da una oposición radical. Entre el anarquista y
el ser
que ora a Dios ... , entre el cínico y el hombre púdico y res­
petuoso
... , se entabla una batalla decisiva, pues entre ambos se
dirime la vieja cuestión de. quién, al fin y al cabo, tiene la verdad
acerca del hombre y la vida.
La anarquía y el cinismo son fascinantes y, en cuanto tale_s,
son engai).adores, puesto que inc:lucen a nn olvido esencialista: la
finitud, la limitación, la contingencia de todo aquello que no. es
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Dios. Cuando se afirman frente a todos, y frente a todo, ejercen
violencia sobre el ser y la realidad. De ahí que.el hombre comience
realmente
a· afirmarse a sí mismo. cuando se acepta como existente
cara al Absoluto.
La dialéctica del
límite ontológico, una dialéctica de implica­
ción y copresencia, así como de alteridad por amor, que rechaza
la egoidad por odio, es lo que hace humano al hombre. Sólo a
partir de esa
libertad inicial de aceptación del límite, permite no
oscurecer la inteligencia y
abrirse al don de la fe (2).
El cinismo, dice Tatiana Góritcheva
(3 ), no tiene, como lci ha­
bía tenido el nihilismo, temor a la nada y tampoco tiene el arrojo
súficiente para tomar una decisión última y radical. Ese postnihi­
lismo hace gala
de modestia e inseguridad, pero también de una
mayor desesperación.
El cinismo, dice Tatiana; nace de
un tedio infernal. Y el abu­
rrimiento es un signo del infierno. Curiosamente, el final de lá
obra teatral de Jean Pan! Sartre, «A puerta cerrada» (Huís dos),
después de haber perdido de vista el mundo en el que habían. vi:
vido y en el que, después de su «ausencia>> ya no éran nada más
que «objetos» o «cosas entre las cosas» de «dÜminio público» ... ,
después de haberse dado· cuenta de que nadie más entraría en su
habitación infernal para cruzarse eternamente las miradas ausen­
tes de amor, sin poder ni siquiera bajar los párpados, curiosamen­
te, repito, dice
el proiagonista masculino monsieur Garcin: Bueno,
sigamos ( cayendo el telón).
En verdad un suplicio eternamente de­
sesperado, donde
no cabe una mirada de amor ni de perdón, donde
no cabe
el «dormirse», donde no hay para acabar, porque el odio
engendra odio ... y un mortal aburrimiento.
El aburrimiento, como dice el doctor Aquilino Polaino-Loren-
(2) Sc1AcCA, M.: Pueden consultarse las obras El oscurecimiento de
la inteligencia (l.' parte), &lit. Gredas, Madrid, 1973; La libertad. y .el
tiempo (2.• parte), Marz.orati F.ditore (Milano), Luis Miracle (Barcelona),
1967.
_(,3) _, _GóRITC~VA, .T,: La -fuerm de la locura cristiana, Edit. Herder,
Barcelona, 1987, consultar cap. II.
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te ( 4 ), implica el hastío de sí mismo, de modo que ninguna. acti­
vidad resulta satisfactoria,.-ante la autopeteepción de no ser útil a
nadie. Ante
él, dice el doctor Aquilino, el hombre se percibe como
indiferente
y su posible activismo no denota sino que busca la
búsqueda
de cosas y no las cosas mismas. Y muchas veces lo «en­
tretenido»
y lo «divertido» oscurecen el aburrimiento de fondo.
l'or otra parte, el frenesí , y. la excitación interesan más que la
búsqueda
de algo «diferente»· que pµdiera motivar, comprometer,
vincular realmente.
De ahí que, ante esas situaciones, el sujeto se
deje «poseer» por lo «imprevisible», por lo que él no ha elegido
ni es capaz de elegir, dejándose fagocirar por las circunstancias, en
una actitud meramente pasiva
(el hombre está entre-tenido). Algo
tendrá que ver todo esto con los magno-conciertos de rock.
Ante lo divertido-placentero, el sujeto tampoco sufre una au­
téntica «conversión». Así el sujeto se-vierte, escapando a sus sen­
timientos negativos. En el fondo uno no sabe entonces qué hacer
consigo
mismo. Y esto es lo peor, porque esa falta de autoposesión
conlleva la falta
de autodonación, por lo que se hace imposible la
solidaridad (5)
y la. donación amorosa íntegra. Algo tendrá que
ver todo esto con las tesis
del «amor libre».
Al diablo, dice Tatiana, le faltan principios creadores; y
C. S.
Lewis, en sus Cartas del diablo y a su sobrino, lo ejemplifica
con humor fuera de lo común
y una profundidad metafísico-moral
extraordinarias ( 6
). Parece, pues, que sólo nos queda una pizca de
(4) Dr. AQUILINO PoLAINO-LORENTE: Aburrimiento y soledad en los
adolescentes, folleto M C., núm. 484, Madrid, 1989.
(5) ALFONSO LóPEz QUINTAS: Autor de obras i:ales como La ;uven~
tud actual, entre el vértigo ·y el é'xtasis, 'E trategia del lengua;e 'Y _ manipulaci6n del hombre, Edit. Narcea, Madrid,
1979; El conocimiento de los valores, Edit. Verbo Divino, Madrid, 1989,
etcétera, hablaría de las experiencias del «vértigo» y de las experiencias
de «éxtasis», que se corresponderían a lo que -el Dr. Aquilino Pólaino-­
Lorente expresaba cuando habla de ·situaciones inter-esse~ tales como· el
«entretenimiento» 'y el «divertirse» (vértigo) y· la metonia ·_ de conversi6n­
donaci6n (éxtasis).
(6) LEw,s, C. S.: Cartas del diablo a su sobrino, Edit. Espasa-Calpe,
colección «Boreal».
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energía para proseguir sin ilusión nuestro odiado trabajo, modular
monótonos discursos
y distribuir bobas sonris ... Aburrimiento y
cinismo vuelven la existencia cada vez más estúpida y mecá·
nica (7).
El cínico tiene una. conciencia ilustrada y desdichada a la vez.
én efecto, no cree en ninguna verdad ideológica y tampoco en
ninguna crítica de
1 .. ideologías: su negatividad apenas deja sitio
a la esperanza.
Si acaso, sólo irotúa y compasión. El cinismo actual
ya no hace alardes ofensivos ni toma una actitud sarcástica: sólo
hace destemples sin energía.
Le afectan las cosas, pero en el fon.
do todo da lo mismo.
La existencia de los regímenes totalitario-socialistas han inva­
lidado los argumentos de la izquierda y ésta; también, se muestra
cínica, sobre todo después de la caída del muro de Berlín, la Pe·
restroika y la remodelación del .Partido Comunista italiano. ¿ Será
que el hombre está acabando con todos los mitos, incluyendo,
en·
tre ellos, el mito de la ciencia, el del progreso y el de la humani·
dad pacífica (agnóstica o atea)? ¿ Será que al hombre. sólo le queda
creer en Dios?
Por mi parte, eso creo.
Estamos en plena crisis de
la civilización técnica,. hija de la
ciencia moderna, que, a su vez, es hija de la metafísica moder·
na (8). El hombre ya no tiene a la mano una fe, un pensamiento,
una concepción política y como
dice Vlaclav Havel, actual Presi·
dente de Checoslovaquia (

9
), citando a Heidegger, sólo un· Dios
nos puede salvar. Havel sostiene
la necesidad de otro pensamien·
(7) GóRITCHEVA, T.: Op. cit., pág. 48.
(8) Para .analizar el desenvolvimiento histórico de 1a· .«crisis» en sus
aspectos históricos pu~ 1=0nsultarse las obras sigui.entes;
-CumoNA, C.: Metafísica de la opci6n intelectual .(cap. IV),. E Ria!¡,, Madrid, 1973.
-ScIACCA, M. F.: El oscúrecinliento Je la inteligencia (2! part~,
cap. I), &lit. Gredas, Madrid, 1973.
-SCIAccA, M. F.: La Hora de Cristo (cape I!: La crisis de la civili·
zaci6n occidental y el problema de .$U -unidad espiritual,),_ Marzorati
Editore, Milano, Luis Miracle, Barcelona, 2! ed., 1961.
(9) HAVEL, V.: El poder de los sin poder, &liciones Encuentro, Ma·
drid, 1990.
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to, de una ruptura con lo que ha sido tanto tiempo, de un cam­
bio radical del modo de concebirse el hombre a sí mismo, al mun­
do
y a su posición en él. Havel propone una «revolución existen­
cial», que rompa la «vida en la mentira» del «sistema»
y abra las
puertas de una «vida en
la verdad». Esta solución, dice, no puede
ser fruto de un mero engarce técnico, ni de una organización
ad­
ministrativa, sino de una reconstrncción moral y, finalmente, po­
lítica de la sociedad. ¿ No estará apelando Havel a una aplicación
real de
la doctrina social de la Iglesia?
La sociedad de consumo e industrial nos ha llevado al lado
del progreso científico-técnico los males de
la miseria ideal, moral,
social
y política. La civilización deAa técnica está en un proceso
de «autocinesis»: el sistema «postotalitario»
es sólo el aspecto drás­
tico de la mentira esencial del hombre moderno.
En Occidente
las democracias están también en crisis y no
saben
c6mo hacer frente a su propia autodisolución. En efecto,
las contradicciones
se hacen cada vez más patentes: se dan discri­
minaciones en materia ética ( se tratan distintamente cuestiones en
torno a la moralidad pública y cuestiones en tomo a la propiedad,
es decir, se actúa liberalmente en las primeras y dogmáticamente
en las segundas) ;
se acude a la permanencia de los valores éticos
en tiempos de crisis
(primel;O se separan la política y la moral y,
después, se recurre a la moral inmutable para sanear la vida social,
como se ve en los casos .en que un político famoso incurre en una
falta ética);
se propone la. neutralidad valorativa, pero se impone
dogmáticamente ese «neutralismo», ante quien pretende afirmar
una verdad, diciendo que se ha excluido
él mismo ; se da una pro­
gresiva
liberalizaci6n de todos los comportamientos, tomando
como único principio moral el no atentar contra la voluntad indi­
vidual
,es decir, el no hacer violencia al otro, sin darse cuenta de
que ello supone toda una
concepción acerca del hombre que se
deja sin explicar y sin fundamentar (10).
Al igual que Soljenitsin, Havel apela a
la responsabilidad del
hombre
concreto · para oponerse a la violencia y al totalitarismo
(10) GóMBZ PÉRBZ, R.: Represión y libertad, Edit. Eunsa, Pamplona,
1975. Ver cap. I, apartado 5: Crisis del relativismo ético.
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y, en último término, a ese Dios que es ya, dice, el único que
nos puede
salvar» (11).
El cínico, a veces, desconfía de todo porque en el fondo ocul­
ta su miedo y aversión a tener que despedirse de su mezquino,
pero habirual, ambiente de conformismo social (12), o, bien, por­
que no quiere profundizar en los mecanismos de las democracias
occidentales burguesas.(13).
La única regla del cínico es no estar
seguro nunca
de nada y tiene prohibido saber cómo comportarse.
Piensa que todos mienten
sin cesar, sin darse cuenta de que ello
se dice por culpa del miedo y para protegerse de todo reprocbe.
El cínico puede responder con una ligera ironía y compasión, o
bien, por miedo, manifestarse en forma de indiferencia o agresi­
vidad.
El cinismo supone el grado más alto de ofuscación y falta de
libertad. Pero
la humildad es la fuente de: la piedad religiosa: en
la vida natural,
la verdad y la justicia dan como fruto la.humildad,
único medio
de poder sobrellevamos mutuamente y de aceptar la
superioridad de nuestros .-8ellJ.ejantes; en el orden sobrenarural,
porque
es el fundamento de todo el edificio de la santidad. En
efecto, no hay verdad
más evidente que nuestra poquedad ante
Dios. Ello
nos hace cohibir los deseos desordenados de propia es­
celencia, en que nuestra pequeñez trata de rebelarse contra
la
grandeza de Dios (14).
Esta virrud moral de la humildad nos hace incluso ver nues­
tra inferioridad respecto de los
demás. Así es; en verdad, ya que
estando todos en las manos de Dios, en todos podemos encontrar
algo nuestro y algo de El:
por lo nuestro, todos somos iguales;
por los dones divinos, más o
.menos correspondidos, caben enor­
mes diferencias. De este modo, la humildad nos lleva a conside­
rar la verdad de .nuestros defectos y la disculpa de las faltas
de
los demás ( 15).
(11) HAvBL, V.: Op. cit., págs. 122 y sigs.
(12) GóRITCHEVA, T.: Op. cit., pág. 50.
(13) HAVEL, V.: Op. cit., pág. 127.
(14) SANTO TOMÁS: .2-2 q. 161. Sobre la humildad.
( 15) Idem., cita núm. 13.
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Atendiendo a todo h dicho, está claro que el polo opuesto
del cinismo es la santidad.
¡O cínicos o .santos! Entiéndase bien
que
la «o» no es meramente disyuntiva, sino exclusiva. El santo
está libre de ... , pero también para ...
algo, para transformar el
mnndo por medio del Espíritu Santo ( 16 ). Si el cinismo es estéril,
desesperado y tedioso, la santidad es fecunda, impensada y mara­
villosa, la cumbre de la actividad creadora.
Nuestra
ép<>c,> busca lo necio e imprevisible, sensaciones fuer­
tes
y situaciones extremas, endiosa la anormalidad, ama lo excén­
trico, tiene sed de libertad
en lo accesorio y difícil de lograr: el
tedio burgués.
La «locura» que representa el camino de la san­
tidad es accesible a pocos, pero sólo ella es realmente nueva, sin
ser ni algo «original», ni nna «fuga», ni el seguimiento del «sen­
tido común» acomodado (
17 ).
La santidad no necesita de lo irracional, de lo paradójico, sino
de la gracia.· Si· algún parecido existe entre nn cínico. y nn santo
es sólo en lo externo: la ascética
del santo es totalmente distinta.
Los cínicos no son ascetas: ciertamente, renuncian a muchas
cosas, pero no al placer. La divisa del cínico es conseguir el má­
ximo placer con el mínimo esfuerzo ( actitud hedonista). Tampoco
reconoce. nada ni a nadie como superior,. al revés del asceta, que
se somete. a la autoridad de Dios,y de la Iglesia. En fin, el reino
del cínico es, pese a su anhelada independencia, de este mundo
y no el Reino de .. Dios (18}.
La santidad posibilita .el triunfo del asceta sobre el cinismo,
el tedio y la muerte. Así lo vio también Jacques Maritain (19).
Es
nn hecho palpable que muchos cristianos se arrodillan ante el
mundo. Así, la «ascesis», la «mortificación» y la «penitencia»
quedan descartadas
sistemáti,:amente .. También la «viriginidad» y
la «castidad». El. «ayuno» no deja de ser menos ... ; ocurre que se
ha olvidado que el deber temporal del cristiano no·sé :cumple ver-
(16) GóRITCHEVA, T.: Op. cit., pág. 53.
(17) GóRITCHEVA, T.: Op. cit., pág. 54.
(18) GóRITCHEVA, T.: Op. cit., pág. 69.
(19) MARITAIN, J.: El campesino del Garona (cap. III, 5.• parte: De
rodillas ante el mundo), págs. 89 y sigs., Edit. DDB, Bilbao, 1967.
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daderamente sino cuandd la · vida de la gracia y · de la oración
sublima en él las énergías naturales:: Eso es lo que hoy se niegan
a ver muchos
cristianos generosos:· k completa temporalizaci6n
dd cristianismo. Al parecer, éstos piensan· que el Reino de Dios
tiene su fermento
en la masa «dd» mundo, de la Naturaleza, ante
la que se arrodillan.
¿La Cruz?: ¡ ah!, se trata dd símbolo de los
sacrificios momentáneos exigidos por el «progreso».
Respecto a los falsos dioses o ídolos, el santo es un perfecto
ated, dice ~itain, En el origen del «arrodillamiento» ante el
mundo hay «un loco error»:
considerar que no hay Reino de
Dios distinto del mundo y que el mundo reabsorbe en él ese rei­
no, Es claro que estas palabras de Maritain pueden aplicarse per­
fectamente a los ideales pacifistas filantr6pitos que, bajo .influen­
cias pelagianas,
ilustradas, rousseaunianas, kantianas, marxistas o
comtianas, todas dlas utópicas; como siempre, no quieren contar
con Dios.
No obstante, la realidad es como es. Dios es trascendente; de
hecho, hay
un orden sobrenatural ; de hecho, hubo un aconteci­
miento clave en la historia de
la humanidad, la Encarnación ; de
hecho, hay otro mundo que es
d Reino de Dios ya comenzado.
Todo ello nos impide arrodillarnos ante los Emperadores de este
mundo y ante los
!dolos (20).
El santo es, ante todo, humilde, libre de la autocomplacencia,
de la altivez. S6lo asi alcanza la pureza del
corazón, su yo más
íntimo, a través del cual está unido a Dios. La humildad lleva al
mundo interior, al paraíso donde alma y cuerpo no están separa­
dos, donde se diluye la contradicci6n entre
lo activo y lo pasivo,
donde le hombre llega al nivel
originarid, divino, del ser, donde
el hombre se hace acreedor activo porque deja que Dios hable
por su medio.
La autocomplacencia y la apatía son los
peores errores del
cristianismo (21
). S6lo la humildad lleva a nivel del ser y opone
resistencia a la entropía
dd mundo.
(20) MARITAm, J.: Op, cit. (véase el apartado que lleva por tírolo
El loco error), págs. 96 y sigs,
(21) GóRtTCHEVA, T.: Op. cit., pág. 93.
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El ~ del mar es simple higiene y no resulta tan difícil.
Esto también
Jo hacen los paganos. Más difícil es liberarse del
bien que lleva a la autocomplacencia. Y, justamente, esto
·es nece­
sario, porque el enemigo capital es la soberbia. La mayor para­
doja
del cristianismo es la Europa «cristiana» y la triste verdad
prolongada hasta nuestros días
es que la figura más corriente del
cristianismo es la que aparece encarnada en el pequeño burgués
indolente y autosatisfecho.
Queret sustituir el. bien realizado bajo presi6n por la simple
destrucci6n y la esclavitud existencial por la soberbia, no es sino
iniciar
el camino de la autocomplacencia. S6lo la humildad destru­
ye moralismos impuestos y autocomplacencias egoístas. S6lo la
humildad auténtica .conduce a la «pétdida del yo» pata Dios y,
ron ello, la nueva -ganancia de un nuevo encontrase a sí mismo.
Cuando lo verdaderamente importante es la voluntad de Dios,
entonces el hombre está siempre abierto
al futuro y no hay lugar
pata la pereza .mezquina, la timidez o el natcisismo. La humildad
y el amor siguen siendo las virtudes humanas que permiten a la
petsona el ser persona (22).
(22) GóR!TCHEVA, T.: Op. cit., págs. 96-97.
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