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A los treinta años

A LOS TREINTA Al',OS
POR
ESTANISLAO CANTERO
Con motivo del veinticinco aniversario de nuestra tarea y de
nuestra revista, publicamos sendos articulas en
Verbo Germán
Alvarez de Sotomayor ( 1) y quien
escribe estas lineas ( 2) y Miguel
Ayuso en las acogedoras páginas de
Raz6n Española (3). No trato
en este momento, al festejar los treinta años de aparición ininte­
rrµtnpida y tras la publicación del número 300 de la revista, de
reproducir lo dicbo en aquella ocasión.
La consulta de dicbos ar­
tículos se encuentra al alcance de todos, y para quien desee ma­
yor comprensión y profundización de nuestra labor, puede con­
sultar además, con gran provecho, los articulas de Juan Vallet
«Qué somos y cuál es nuestra tarea» ( 4) --escrito con motivo de
la aparición del número 150 de la revista-y «Eugenio Vegas y
la Ciudad Católica» (5)
-escrito con motivo del fallecimiento de
quien fue maestro y amigo desinteresado, descubridor e iotroduc­
tor de la Ciudad Católica en España y cofundador de Verbo-
(l) GERMÁN ALVAREZ DE SoTOMAYOR y CAS'l'RO: «Nuestras XXV pri­
meras· Reuniones de -amigos de la Ciudad Cat6lica», Verbo, núm. 249-250
(1986), págs. 1135-1141.
(2) EsTANISLAO CANTERO: «Veinticinco años de Verbo», Verbo, núm.
249-250 (1986), págs. 1142-1152.
(3) M:rGUEL Aroso ToRR.ES: «El lugar intelectual de Verbo», Razón Es­
pañola, núm. 22 (1987), págs. 205-216.
(4) JuAN VALLET DE GoYTISOLO:. «Qué somos y cuál es nuestra tarea»,
Verbo, núm. 151-152 (1977), págs. 29-50.
(5) J. VALLET· DE GoYTISOLO: «Eugenio Vegas y la Ciudad Católica»,
Verbo, núm. 239-240 (1985), págs. 1191'1207; o en el volumen Eugenio Vegas
Latapie. In-memoriam, Speiro, Madrid, 1985, págs. 187-203.
Verbo, núm. 301-302 (1992), 7-16 7
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ESTANISLAO CANTERO
y, también, «¿Qué es la Ciudad Católica?» (6), publicado en los
umbrales del veintincinco aniversatio.
Cinco
años han transcurrido desde entonces y constituye pata
nuestra revista una gran alegría que el pasado año haya sido con­
siderado el año de la doctriila,social de la Iglesia, puesto que con
el último número hemos completado, gracias a Dios, treinta años
de difusión y enseñanza de dicha doctrina, que fue la finalidad
propuesta en
su nacimiento y que con fidelidad ininterrumpida
hemos mantenido a lo latgo de todos estos años. Y lo hetnos hecho
-a pattir del Concilio Vaticano II, por las falsas interpretaciones
de que fue objeto por
parte de ciertos hermanos en la f~ en una
especie
--casi-de travesía del desierto. Frente a quienes en al­
gunos ambientes osaron hablat con desdén de la doctrina social
de
la Iglesia -bien pata afirmat que la Iglesia la había abando­
nado, bien para decir que
carecía de ella, bien para señalar que
no era obligatoria o bien pata convertirla en una «tercera vía»,
en cierto modo asimilada a un marxismo encubierto o a una
ex­
presa «teología de liberación»--, mantuvimos en todo momento
lo que Juan Pablo II, una vez más, ha recalcado en Centesimus
annus: PARA LA IGLESIA ENSEÑAR y DIFUNDIR LA DOCTRINA SOCIAL
PERTENECE A
SU MISIÓN EVANGELIZADORA Y FORMA PARTE ESEN­
CIAL DEL MENSAJE CRISTIANO (7).
Durante treinta años hetnos mantenido una línea, clara y diá­
fana, de fidelidad
al Magisterio de nuestra Santa Madre Iglesia,
con el objeto de contribuir, en la medida de nuestras posibilida­
des, a la tarea a la que San Pío X
exhortó a todos los católicos:
Omnia instaurare in Christo, instaurat y restaurar la ciudad cató­
lica sobre sus fundamentos naturales y divinos (8), para que El
reine
(9). Y con gran satisfacción podemos afirmar, y nadie podrá
(6) E. CANTERO: «¿Qué es la Ciudad Católica?», Verbo, núm. 235-236
(1985),
págs. 529-543,
(7) JuAN PABLO II: Centesimus annus, núm. 5; e&. Ediciones Paulinas,
Madrid, 1991, pág. 15.
(8) SAN Pfo X: Notre charge apostolique, núm. 11; cfr. Doctnina pon­
tificia. Documentos pollticos, BAC, Madrid, 1958, pág. 408.
(9) Título de la obra de Jean Ousset que ha sido nuestro libro de ca-
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A LOS TREINTA. A.NOS
negarlo, que no nos habíamos equivocadd. Esa era la únka línea
católica. Y nuestra alegría no procede de que «por fin
se nos ha
dado
la razón», puesto que no se trataba de «nuestra razón»; la
razón era la de la Iglesia de Cristo, la del Evangelio predicado
por Nuestro Señor, la de nuestro Padre celestial. Nuestra alegría
procede de que, frente a tibios.
y· descreídos, en la gran historia,
los hechos confirman la doctrina católica ; y de que el Magisterio
de
la Iglesia, como no podía ocurrir de otro modo, ha confirmado
y reafirmado con nuevas presentaciones el depósito de la doctrina
católica:
nova et vetera ( 10 ).
Así, en estos cinco años hemos visto el acelerado y total des­
crédito del marxismo
y la espectacular caída del comunismo -que
tanto debe a la labor de Juan Pablo 11-, que hemos denunciado
sin cesar desde nuestras páginas durante esos treinta años. Y he­
mos contemplado, también, el rechazo sin paliativos de la denomi­
nada teología de la liberación, denunciada sin cesar desde
Verbo,
especialmente desde el año 1972.
Y con un inconmesurable
legítimd orgullo reprodujimos en
Verbo la carta que Su Santidad Juan Pablo II nos entregó en Roma
en diciembre de 1987, en el transcurso de la audiencia privada
con motivo de nuestro vigésimoquinto aniversario, en la que se
le entregó una colección de nuestra revista, y en la que manifes­
taba: «Me
es grato expresaros mi aprecio por los ideales que ani­
man vuestros trabajos en favor de la cultura y de la recta doctrina,
en fidelidad a los principios cristianos
y a las enseñanzas de la
Iglesia». « ... Deseo alentaros a continuar en vuestro esfuerzo como
becera; l.ª ed. española, Speiro, Madrid, 1961, 924 págs.; 2: ed. española,
Spejro, Madrid, 1971, 452 p,lgs.
(10) San Mateo, 13, 52. El pontificado de Juan Pablo II muestra per­
fectamente este aspecto. Sobre la interpretación de Nova et vetera, véase el
interesante artículo de MIGUEL PoRADOWSKI, «Nova et vetera. El pontifi­
cado de Juan Pablo II», Verbo, núm. 171-172 (1979), págs. 49-77, que acer­
t6 plenamente al finalizar afirmando que el Papa Juan Pablo II «es el
hombre providencial capaz de extender este proceso -de verdadero renaci­
miento postconciliar de la fe cristiana a toda la Iglesia».
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ESTANISLAO CANTERO
intelectuales cristianos» (11). Jamás se podrá expresar de modo
suficiente lo que
dicha audiencia significó al ver .la comprensión
y el apoyo del, Papa hacia nuestra obra.
Cinco años, pues, han transcurrido desde aquella fecha y
durante
ese tiempo se ha verificado el cambio más espectacular
e impensable en aquellos días:: el actual derrumbe del comunismo.
Ello quizá pudiera .hacer creer a alguno que nuestra
tarea. ha con­
cluido,
-pues no es probable· el resurgir de un sistema «intrínseca­
mente perverso» ( 12). Sin embargo, quienes piensen así, no han
comprendido la doctrina católica ni se han percatado de que nues­
tra labor y nuestra revista no era tan sólo «anticomunista». Nues­
tto_ anticomunislllo, -lejos de ser. un principio, era una con~ecuencia.
Es una conclusión de la cosmovisión católica que conduce a in­
tentar instaurar_ 1:odas _las cosas en Cristo, entre. ellas .. la soci_eda<:1.
Y quien crea que la Revolución ( 13) terminó con el comunismo,
no ha llegado a captar su
esencia, Co010 tantas veces hemos repe,
tido en estas páginas, «la Revolución es una doctrina que pretende
fundar la sociedad sobre la volµntad del hombre, en Jugar de fun­
darla
sobre la voluntad de Dios» y «la Contrarrevolución es el
principio .contrario, es. la doctrina que hace, apoyar la sociedad
sobre
la ley cristiana» (14). Por eso,. también en los números de
Verbo reproducimos el diagnósiico y la advériencia de Juan XXIII
y San Pío X: «El aspecto más siniestramente típico de la época
moderna
cónsiste en lá absurda tentativa de querer reconstruir un
orden temporal sólido y fecundo prescindiendo' de Dios, único
(11) Carta de S. S. Juan Pablo II a Verbo, de fecha 9 de diciembre
de 1987, Verbo, núm. 261-262 (1988), pág. 17.
(12) Pio XII: Divini Redemptoris, núm. 60; dr. ed. española de la
BAC citada: ei:t la tiótá 8; lJág.--708.
(13) Sobre el sentido de la palabra Revolución, véase JEAN ·OussET:
Para q'ue El reine,-·-ed. citada; J. VALLET DE GoYT!SOLO: «En. torno· a la
palabra Revoluci6n», Verbo núm. 123 (1974), págs. 277-282; Lms MAJÚA
SANDOVAL: «C'.onsideraciones sobre la Coritrarrevolución», Verbo~ núm. 281-
282 (1990), págs. 211-290.
(14)' 'Frases de-Albert Mun que hemos reproducido en la contraportada
de Verbo hasta el año 1973;en que Se-sustituyeron por las actuales de San
Pío X y de Jnan XXIII.
10
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A LOS TREINTA -AROS
fundamento en que puede sostenerse» ( 15); «no se edificará la
dudad de un modo distinto a como Dios la ha edificado; ... no,
la civilización no .está por inventar, ·ni la nueva -ciudad por. cons­
truir en la nubes» (16).
Cuando Juan Pablo
II, tras rendir homenaje a los pueblos que
han conseguido liberarse del comunismo, advierte que «desgracia­
d.amente~ cop. demasiada frecuencia,.-las democracias occidentales no
han sabido hacer uso de la libertad conquistada al precio de du­
ros sacrificios.
Np se puede sino lamentar la· deliberada ausencia
de .toda referencia moral
y trascendente en la gestión de las deno­
minadas sociedades "desarrolladas"» (17), no predica ni enseña las
doctrinas o los pretendidos valores
de un mundo llamado occiden­
tal, en el que
el laicismo, el naturalismo, el liberalismo, el materia­
lismo y el permisivismo moral han hecho del mundo cristiano una
sombra
deformada de sí mismo. Por el éontrario, nos sigue ponien­
do en gllardia ftente a ese; peligro, hoy_ más intenso ante el riesgo
que corremos de creer que la caída del comunismo pone de mani­
fiesto
la bondad de los sistemas de vida occidentales y, por ende,
que
la tarea de la Contrarrevolución ha concluido.
Por eso, en _estos cinco años, siguiendo tal !µlea, heme~ dedi­
cado buena parte de la. revista -como ha sido costumbre-a pu­
blicar
las actas de las Reuniones de los amigos de la Ciudad Ca­
tólica, C?Il la novedad de hacerlo en números monográficos, y a
dedicar un volumen a la Cuestión social y doctrina católica (18).
Así, nos hemos ocupado de
las libertades ( 19 ), por entender que,
(15) JuAN XXIII: lvf.ater et MagistraJ núm: 217.
(16) SAN Pío X: Notre charge apostolique, núm. ·11.
(17) JuAN PABLO 11: «Discurso al Cuerpo Diplómático acreditado en
el Vaticano», 21 de enero de 1990; cfr. en Verbo, núm. 283-284 (1990),
pág. 309.
(18) Verbo, núm. 297-298 (1991). Sobre esta misma temática verS6 .la
XXV Reunión, con el título de La doctrina social cat6lica, cuyas actas se
publicaron en los números 249-250 (1986); 251-2.52, 253-254, 255-256, 259-
260 (1987); 263-264, 267-268, 269-270 (1988) y 271-272, 273-274 (1989).
(19) Cfr., sobfe-·la razón del·tema, E. CANTERO: «Las libertades (ante
b XX\TI Reunión de amigos de ~ Ciudad Católica)», Verbo, núm. -2.57-258
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EST ANISLAO CANTERO
especialmente desde la Revolución francesa, las libertades concre­
tas han sufrido
un acoso constante en nombre de la «Libertad»,
aunque su forma haya variado en diversos momentos y circuns­
tancias; de el poder (20), por creer que constituye uno de los pro­
blemas más importantes ante los que
se encuentra la sociedad ac­
tual, ante el doble fenómeno del desbordamiento del poder del
Estado fuera de su esfera
de competencia propia y la paradoja del
declive del poder del Estado y
de los poderes sociales en sus res­
pectivas esferas
.de competencias naturales, y ser piedra angular de
la doctrina social de la Iglesia; de
la praxis democrática (21), para
mostrar
cómo funciona la «democracia moderna», con su escepti­
cismo dogmático, su representación ideológica y su reestructura­
ción social, con los mecanismos dedicados a ello.
Y nos ocupamos, de forma excepcional,
de recordar dos acon­
tecimientos históricos antagónicos que cumplían centenario al
mis­
mo tiempo: 589 y 1789 (22). El III Concilio de Toledo (23) y
la Revolución francesa (24 ). De la negación de aquél y de la asimi­
lación de la herencia de aquélla se nutre en
gran parte la sociedad
actual y la democracia moderna, contra las cuales Juan Pablo
II
en la Centesimus annus ha lanzado la más dura crítica en los últi­
mos años del Magisterio de la Iglesia: «Hoy se tiende a afirmar
que el agnosticismo y el relativismo escéptico son la
filosofía
y la
actitud fundamental correspondientes a las formas políticas demo­
cráticas, y que cuantos están convencidos de conocer la verdad y
(1987), págs. 757-758 y las conferencias en los números 261·262, 263-264,
265-266, 269-270 (todos ellos
de 1988), 275-276 (1989) y 283-284 (1990).
(20) Cfr., sobre
la convocatoria, E. CANTERO, «El poder (aote la XXVII
Reunión de amigos de la Ciudad Católica)», Verbo, núm. 267-268 (1988),
págs. 900.901 y el número monográfico de Verbo, 285-286 (1990).
(21) Cfr. una síntesis introductoria y, ·explicativa en J. VA'LLF.T DF.
GoYTISOLo: «La praxis democrática», Verbo, núm. 291-292 (1991), págs. 8-
16; ese número también fue monográfico, con el título La «praxis» demo­
crátic<'.
(22) Cfr. E. CANTERO: «589-1789», Verbo, n6m. 271-272 (1989), págs.
9-14. (23)
Verbo, n6m. 279-280 (1989), monográfico con el título 589.
(24) Verbo, núm. 281-282 (1990) y 283-284 (1990), con los títulos
1789 (I) y 1789 (II), respectivamente.
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A LOS TREINTA AROS
se adhieren a ella con firmeza no son fiables desde el punto de
vista democrático, al no aceptar que la verdad
sea. determinada
por la mayoría
o que sea una variable según los diversos equili­
brios políticos. A este propósito hay que observar que si no exis­
tiese una verdad última, la cual guía y orienta la acción política,
entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instru­
mentalizadas
fácilmente para fines de poder. Una democracia sin
valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o en­
cubierto, como demuestra la historia» (25).
También, en estos cinco años, en la editorial Speiro hemos
continuado e
incrementado la publicación de diversos libros de
acuerdo con esa trayectoria. Así, en poco
más de ún año, han
aparecido
La concepci6n de los derechos humanos en Juan Pa­
blo II, Cuestiones de bioética, Estudios de antropología teol6gica
y La informaci6n (26) y está a punto de aparecer Cuando se rasga
el tel6n (27), en el que se pasa.revista a la forma en que se instaló
el comunismo -«el socialismo real»--, con sus guerras a lo largo
de todo el mundo y
se hace una reflexión en torno a las responsa­
bilidades y
las connivencias para ello y la situación presente cau­
sada con su derrumbe.
Nuestra tarea, pues, continúa, fieles a la doctrina de
la Iglesia
y a nuestra especial vocación. En nuestrá revista ha predominado,
(25) JuAN PABLO 11: Centesimus annus, núm. 46; cft. Ediciones Pauli·
nas, Madrid, 1991, pág. 81; véanse los números 44 a 48, págs. 78-86·; sobre
este
aspecto de la democracia, véase M. Aruso: «El totalitarismo democrá­
tico», Verbo, nóm. 219-220 (1983), págs. 1165-1198, y E. CANTERO: «Evo­
lución del concepto de democracia», Verbo, núm. 221-222 (1984), págs. 141-
171; ambos, también, en
el volumen ¿Crisis en la democracia?, Speiro, Ma·
drid, 1984, págs. 121-154 y 5-35, respectivamente.
(26) Respectivamente, de Estanislao Cantero, José Miguel SérranO Ruiz­
Calderón, Victorino Rodríguez, O. P. y Mario Socia. En estos citiéo-años se
publicaron también los Estudios ·sobre Bonald, de' LEoPOl.Do EuLoGrO PA·
LACIOS; La verdadera liberación, con las conferencias de la XXIV Reunión
de amigos de la Ciudad Católica, y El liberalismo y la Iglesia española. His·
toria de una persecución. Antecedentes, de FRANcrsco JoSÉ FERNÁNDEZ DE
LA CIGOÑA.
(27) De Luis María Sandoval. Esperamos que ya habrá aparecido cuan­
do se publiquen estas páginas.
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E:ST A NISLA O CANTERO
sobre todo, el empeño de enseñar y divulgar· que existe un ordm
nautral creado por Dios que el hombre ha de descubrir, reconocer
y someterse ·a él. La doctrina social católica y el derecho natural
constituyen los
dos pilares fundamentales para intentar conseguir
que la sociedad responda a
ese orden natural; por eso, hemos in­
sistido continuamente en esos temas. El carácter contrarrevolucio­
nario (28) no es sino una derivación, motivada por ser la Revolu­
ci6n
la oposición a la realeza social de Cristo Rey (29).
* ,,, *
Al igual que lo hicimos hace cincd años, es preciso dar las
gracias a cuantos suscriptores y amigos
. con su generosidad han
permitido
la aparición de la revista. Pero también es necesario re­
cordar, de nuevo, que la continuidad requiere un esfuetzo propa­
gandístico y también, por qué callarlo,
econ6míco. Al lllcance de
todos
está.la difusión de la ·revista y' de colecciones de Verbo, don­
de se podrá encontrar «una verdadera enciclopedia para iniciarse
-y para andentrarse bien~ 'en la doctrina socilll y politica cató­
lica», tal como decíamos en la introducción a los índices de los
primeros 200 números (30). Con ello lograremos
el fin primordial
constituido por
situar al alcance del mayor número de personas
posible la doctrina social de la Iglesia
y, al mismo tiempo, un in­
cremento económico que permita asegurar la continuidad y
la pu­
blicación de nuevós libros. A quienes hari descubierto la revista
en losúltimos años y
se han incorporado como suscriptores, les
.(28) Cfr.--L. M. SANDO·VALi. «Consideraciones sobre la Contrarrevolu­
ción», Verbo, núm. 281-282 (1990),.págs. 211-290.
(29) Cfr. Pío_ XI: Quas primas; JBAN ÜUSSET: Para que El reine, Spei­
ro, Madrid, 1971; E. CANnmo: «¿Existe una· doctrina política católica?»,
en el volumen Los cat6licos y la acci6n ; política, Speiro, Madrid, 1982,
págs. 7-48.
(30)-Indices-de autores y-" materias dtt los números 1 al 200, Speiro,
Madrid,' 1982. Desde· le año 1982 aparece al final del último número de
cada año un índice elaborado con los mismos criterios. Tanto el primero
como
,éstos resultan imprescindibles para poder manejar las 35.000 páginas
de la revista.
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A .LOS TREINTA ANOS.
:recordamos que pueden completarla con la adquisición de los nú­
meros atrasados de años anteriores.
Los acontecimientos de estos últimos cinco años, lejos de ser
motivo para el «descanso»:, han de constituir un acicate para re~
doblar nuestros esfuerzos. Confirman que en las actividades socia­
les nada hay perdido, que nunca se puede «arrojar la toalla». Que
«son
!.as ideas las que gobiernan el mundo»; y que el espíritu te­
naz
e irreductible, apoyado en la realidad de las cosas, y con la
ayuda de Dios, puede conseguir vencer obstáculos que parecen in­
superables. Por eso, hay que huir de cierta tendencia «mozarabi­
zadora», que no puede constituir más : que una excusa para justi ~
ficar una actitud acomodaticia, ciertamente más cómoda, pues eli­
mína todos los inconvenientes del combate. Pero con esas actitu­
des hoy estaríamos en España gobernados .por algún ayatolá, pues
no habría habido Reconquista.
Hay mucha tarea para hacer. Desde incrementar los grupos
de
estudio hasta intensificar la propaganda de nuestras ideas. Aque0
llo por lo-que, como católicos, debemos ·creer, sentir y vivir. No
podemos olvidar que este mundo no es nuestra morada definitiva,
que
es «un valle de lágrimas» y que si buscamos la restauración
e instauración de la Ciudad
Católica, lo haremos por ser el mejor
Cfilllino para alcanzar nuestro último destino. Podemos, aunque nd
debemos, renunciar a esa obligación; pero en tal caso no nos hace­
mos acreedores a «la casa del Padte» y no podemos lamentamos
de
la realidad en que vivimos, pues, en cierto modo, por omisión,
nos hacemos cómplices de ella. Nada hay que supere a la satisfac­
ción por el deber cumplido conforme a lo que Dfos exige de cada
uno de nosotros. De ahí que insistamos en
la necesidad de redo­
blar nuestros esfuerzos en la tarea difusora de la doctrina social
de la Iglesia. Nada
se logra sin esfuerzo, y mucho menos la propia
santificación. Si creemos en la exhortación de San Pío X no pode­
mos dejar, cada uno de nosotros, de aplicarnos a ello. En la me­
dida de nuestras posibilidades, pero con generosidad; no «en ratos
perdidos»,
sind con auténtica dedicación, pues los ratos perdidos
nunca llegan a aparecer. Si nos exigimos poco, nada obtendremos ;
si nos exigimos mucho, conseguiremos mucho más.
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ESI'ANISLAO CANTERO
No es lícito quejarse de que las cosas no marchan bien y, al
mismo tiempo, escurrir el hombro y dejar que sean «los otros»
los que carguen con el peso de la tarea. · Sobre todo cuando la labor
de difusión y propaganda no parece -ni lo es, ciertamente-in­
superable .. Todos tenemos amigos, parientes, compañeros de tra­
bajo,
de las actividades más diversas, a los que podemos dirigir­
nos. Y esa actividad difusora y divulgadora no tiene por qué ser
«vergonzante» ni constituye
ningún «sablazo». Porque se ofrece
una revista en la que todos deberán reconocer que
-al menos-­
«tiene cierta dignidad»; y la suscripción ofrece como. contrapar­
tida cinco volúmenes anuales, por lo que no se trata· de solicitar
«una limosna». No
es preciso para snscribirse compartir todas sus
páginas. Si esperamos a encontrar a quienes las suscriban en su
totalidad o
se identifiquen completamente con nuestra vocación,
ciertamente, no lograremos casi nada.
Hemos repetido con Eugenio Vegas, reiteradamente, la frase
de Le Play: Los errores más que los vicios son los que corrompen
a los
pueblos. Y el Papa Juan Pablo II insiste una y otra vez en
ponemos en guardia y en rechazar los falsos
valores y las ideas
erróneas que predominan por doquier. El conocimiento de la ver­
dadera doctrina católica es esencial· y todos los católicos estamos
obligados a propagarla y difundirla. Es una obligación socorrer a
los necesitados y dar participación a
los
demás de nuestros bienes
materiales y espirituales. Pero con frecuencia olvidamos estos últi­
mos.
Los errores sólo se contrarrestan con la verdad, Por ello, in­
sistimos y os reiteramos a todos los amigos que compartís, con
mayor o menor plenitud, nuestra labor, que la hagais llegar a cuan­
tos os rodean; todo para mayor gloria de Dios, para que El reine.
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