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Número 555-556

Serie LV

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Arnaud de Lassus

En la noche del día 25 al 26 del pasado mes de enero, a los 95 años de edad, fallecía Arnaud de Lassus Saint-Geniès. Nacido en París el año 1921, casado en 1950 con Agnès de Chaumont Quitry, deja al morir siete hijos (entre ellos uno prior de la Gran Cartuja y una carmelita, veintiocho nietos y treinta y dos bisnietos (entre ellos tres sacerdotes, un seminarista y una religiosa).

De familia aristocrática, ingeniero de Armas Navales, abandona la Marina en 1962, con la resaca del fin de la guerra de Argelia, tras negarse en formación a estrechar la mano del general De Gaulle. Empieza a trabajar entonces, a tiempo parcial, hasta 1970, y a tiempo completo a partir de 1971, en la Ciudad Católica de Jean Ousset. En 1980 deja la Ciudad Católica (más bien ésta le deja a él) para incorporarse a Acción Familiar y Escolar, en el fondo obra surgida de aquélla, como tantas otras que continuaron en ámbitos específicos (la educación, el municipio, la empresa) su acción. Es cierto que para ello mediaron otras circunstancias, ligadas a ciertas crisis de la obra y a ciertas discrepancias sobre el alcance de la crisis eclesiástica conciliar y postconciliar.

Su obra de apostolado intelectual es extensa y notable. Y comprende, además de la vertiente organizativa, un centenar de opúsculos entre los que destacan las series «Conocimiento elemental» (de la democracia, de la masonería, de la Inquisición, del catolicismo liberal, de la Nueva Era, de las sectas, del protestantismo y de la Renovación Carismática) y «Aide-memoire» (sobre el Vaticano II, la masonería, la infalibilidad, la laicidad, el liberalismo, la libertad religiosa, la nueva misa, el ecumenismo, el protestantismo, la gnosis y el cabalismo, etc.). Son de recordar además sus artículos sobre el «ralliement», sobre la condena de la Acción Francesa, sobre la finanza, sobre el mensaje de Fátima, sobre la escuela de Frankfurt, sobre el mundialismo, sobre el Club de l’Horloge, sobre el modernismo, sobre el Opus Dei, sobre la teología de la liberación, etc.).

Fiel a la misa tradicional, atento a la acción masónica –también en el seno de la Iglesia–, crítico (fundado) de movimientos eclesiales contemporáneos, analista (juicioso) de los problemas suscitados con ocasión del Concilio Vaticano II…, su labor en pro de la formación para la acción fue incansable.

Estuvo presente entre nosotros, de la mano de Jean Ousset, en los primeros años de nuestra andadura, participando en algunas de las primeras Reuniones anuales de amigos de la Ciudad Católica, según consta en las crónicas publicadas en nuestras páginas, y asomándose en ocasiones a nuestras páginas incluso hasta el final de su permanencia en la Ciudad Católica. Yo no tuve ocasión de conocerle sino más adelante, a primeros de los años noventa, en los Congresos-Peregrinaciones que organizaba anualmente en Lourdes el Centro Montauriol, dirigido por Arnaud Jayr, y en el que encontré además a personalidades –algunas desconocidas, otras con las que tuve ocasión de reforzar el trato– como los cardenales Stickler y Oddi, el abad Dom Gérard Calvet, el filósofo Gustave Thibon, el historiador Jean de Viguerie, el escritor Vladimir Volkov, o el director de Itinéraires Jean Madiran. Creo haber acudido a cuantas ediciones se convocaron, una media docena, en general acompañado por Juan Cayón, en una ocasión por Estanislao Cantero y en un par de ellas –antes de que el oportunismo le llevara por otros senderos– por Antonio Martín Puerta. El recuerdo que guardo de Arnaud de Lassus es óptimo: tratándose de un francés no diré simpático, pero sí una persona accesible y generosa, dispuesta siempre a reanudar viejas relaciones y a iniciar otras para el bien de la (con mayúsculas) Ciudad Católica, lejos de todo sectarismo o cerrazón. Desde entonces iniciamos el intercambio de publicaciones, que sigue hasta hoy, y mantuvimos alguna comunicación epistolar.

Descanse en paz.

Miguel AYUSO