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Número 577-578

Serie LVII

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Fran Carrillo (coord.), El porqué de los populismos. Un análisis del auge populista a derecha e izquierda a ambos lados del Atlántico

Fran Carrillo (coord.), El porqué de los populismos. Un análisis del auge populista a derecha e izquierda a ambos lados del Atlántico, Barcelona, Deusto, 2017, 288 págs.

Fran Carrillo Guerrero, un comunicador y consultor de comunicación política y empresarial, es licenciado en historia y también en periodismo, que ha escrito sobre autoayuda en Tus gestos te delatan (2014), y que se entremete en la política desde la perspectiva del hombre común, Yo soy ciudadano (2015). No es que sus obras tengan gran valor, pues se trata de un divulgador que recurre a algunos especialistas para dar cierta solidez a lo que se escribe. Pero hay gato encerrado en todo esto: se nos quiere hacer creer, cada vez más, que estos francotiradores y free lancers son la especie representativa del ciudadano vulgar, del individuo silvestre, el baluarte de la democracia, el prototipo de hombre al que apunta «Ciudadanos» u otros movimientos políticos por el estilo y que quieren robarle a «Podemos» y agrupaciones semejantes.

En este libro se toma a puños con el populismo sin importarle su ideología. En la tapa hay tres fotos: Donald Trump, Marine Le Pen y Pablo Iglesias, como si quisiera ejemplificar en esas caras el polifacético rostro del enemigo. Es que algo está definitivamente establecido en este nuevo orden global: todo populismo es malo y toda democracia es buena, y todo buen demócrata tiene el derecho de decir quién es populista para defenestrarlo.

El libro tiene varios capítulos. Luego de la «Introducción» de la pluma del susodicho Carillo, que nos promete ser la obra un manual de consulta atemporal (sic) para guiar los destinos de las sociedades libres en los próximos años (sic), José Luis Villacañas, filósofo, director de la revista Res Publica de la Complutense de Madrid y autor de numerosos libros, escribe «La reinvención de la política. Orígenes y fundamentos del populismo contemporáneo», una suerte de borrosa radiografía histórica que busca reconstruir cómo las masas entraron en la política y dieron lugar al populismo: el New Deal yanqui, el cardenismo mexicano, el peronismo argentino, etc., experiencias todas de un arcaísmo nacionalista que amenaza a las repúblicas.

«De dónde viene y adónde va. Un estudio del contexto antisistema» se titula la colaboración de Aurora Nacarino-Brabo, periodista, politóloga y militante de «Ciudadanos», que de la mano de Fukuyama (el fin de la historia) y Huntington (el choque de civilizaciones) explica el fracaso de la socialdemocracia y/o la tercera vía y el advenimiento de una democracia on demand, como la llama, decisionista y participativa pero mediática, en donde se inserta el populismo como fenómeno lingüístico del poder con todos los tiquismiquis que los bien pensantes han anotado entre sus defectos. La solución: instituciones sólidas. ¿Cuáles? Sigo preguntándomelo, pero sospecho la respuesta de la diputada.

Esteban Hernández, periodista, nos explica «Las claves del éxito populista (durante siglo y medio)», para lo cual deberemos recorrer nuevamente la historia hasta llegar al populismo posmoderno y descubrir que es un engaña bobos discursivo que juega con las emociones del pueblo. Juan M. H. Puértolas, periodista especializado en la política yanqui, encara a «Donald Trump: el populismo conquista la Casa Blanca» con la intención de educarnos y hacernos libres, porque, dice citando al sofista Fernando Savater, la democracia de los ignorantes se llama populismo. En su aporte, «El relato del miedo: la construcción del discurso a la contra», Fran Carrillo ataca a los señores de la tapa diciéndonos cómo es el discurso populista en tres claves: «el futuro no existe, conserva lo mejor del pasado», «tienes derecho a recuperar lo que la élite te ha robado» y «el poder del ciudadano es más grande que el poder del sistema». Como estos son slogans que apuntan a los afectos, el populismo deviene una «dermo-cracia», un relato emocional dirigido a la epidermis del ciudadano.

En «La estética populista y el lenguaje visual. Cómo visten y revisten sus ideas los movimientos antisistema», la periodista Patrycia Centeno muestra al populismo como una construcción estética antisistema. Juan Ramón Rallo, economista liberal, nos explica por qué es imposible que triunfen los populismos dado que «La globalización: el principal enemigo del populismo de izquierdas y de derechas» no les da chances de sumarse al mundo global, valiéndose de indicadores que probarían su fracaso. Daniel Lacalle, también economista de la misma escuela, exhibe las razones por las cuales hay que considerar que en España el populismo no prosperará, en su contribución muy a lo Bill Clinton, titulada «Una vez más: ¡es la economía, estúpido! El populismo de izquierdas en España al descubierto».

Ya llegamos al final. Narciso Michavila, sociólogo y analista electoral, dice en «El año que encuestamos peligrosamente» de los peligros que el 2017 trae a los buenos demócratas de Europa a la vista del éxito antisistema de Trump en América del Norte. Y el economista y consultor internacional, docente de la Universidad Autónoma de Madrid, Federico Steinberg, cierra con su trabajo, «Hacia una nueva era: qué cambiará social y económicamente en Estados Unidos, en Europa y el mundo», afirmando que el populismo que está naciendo de la mano de D. Trump es una amenaza al consenso liberal a favor de una economía abierta.

Cuando la Ciudad Católica hizo en mayo de 2016 el esfuerzo de pensar seriamente el populismo (Miguel Ayuso, ed., Pueblo y populismo. Los desafíos políticos contemporáneos, Madrid, Itinerarios, 2017) ninguno de los participantes creyó estar frente a un espantajo mediático que se vale de recursos emocionales y dialécticos sin más sentido que ganar el poder como si fuese una revancha de «los de abajo» y destruir el (des)orden económico mundial. El populismo es mucho más complejo que eso, tiene causas ideológicas y raíces culturales muy diversas. Pero quienes colaboramos en aquella Reunión coincidimos en un punto: es el sistema liberal democrático mismo el que engendra los populismos, porque lejos de ser la perla de los sistemas políticos es el vómito de la Modernidad (esto lo digo yo). Es precisamente ello lo que los autores de este compendio pseudo intelectual no han querido ver, porque todos se encolumnan en la fila de los bien pensantes republicanos que creen que el régimen canceroso tiene sólo una peca en su rostro.

Juan Fernando Segovia