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Número 55

Serie VI

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Un movimiento de acogida al comunismo

UN MOVIMIENTO DE ACOGIDA AL COMUNISMO
por
JEAN ÜUSSET.
"Es imposible que el comunismo no triunfe -dijo Montalem­
bert (1 )-, ya que tiene a su favor el número, la lógica e incluso
el derecho, tal como
la falsa sabiduría de los modernos lo ha pro­
clamado y propaga desde hace un siglo. El principio de la igual­
dad, apoyado
en un ateísmo práctico del pueblo francés, conduce
necesariamente
al comunismo .. _"
Y el P. Bruchberger, comentando este pasaje, añade con ra­
zón (2) ...
"El juego político en sí mismo está, pues, más allá de la po­
lítica, solidario de
una lógica y de un derecho anticristianos, a los
que hará falta, ante todo, rechazar abiertamente y reemplazarlos
por la verdad para poder tener alguna posibilidad -y una posi­
bilidad
mayor y más eficaz de lo que se cree--de vencer al
comunismo.''
"Es risible querer combatir al comunismo permaneciendo uno
mismo en la línea, la lógica y el derecho surgidos de la Con­
vención y de la
primera república jacobina. No se contradice un
color negro en nombre de un gris más o menos sucio, sino en vir­
tud de un color blanco, cuanto más puro, cuanto más resplande­
ciente, que denuncie y condene el
gris tanto como el negro."
Y el cardenal Saliege: "Todo ocurre como si existiera una
acción orquestada por cierta prensa, más o menos periódica, por
ciertas reuniones, más o menos secretas, tendentes a preparar, en
el senó del catolicismo, un movimiento de acogida al comunismo ... "
* * *
Tres citas que, pensamos, sugieren_ bastante bien que el aspec­
to
... podríamos decir ... exterior, abiertamente agresivo, del peli­
gro comunista, no es ni lo único ni sin duda lo más peligroso.
"Lo que constituye la fuerza del fluido revolucionario -obser-
(1) 1 de julio de 1848.
(2) Les Cosaques·et le Saint-Esprit, ed. de la Jeune Parque.
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vaba ya Joseph de Maistre-es que halla conductores por todas
las partes donde debería encontrar obstáculos
... "
Por lo tanto, el primer, el más seguro obstáculo a los progresos
del comunismo no debería ser su repulsa por nuestros ~spíritus.
Lo cual dista mucho de ser el problema.
Cuántos anticomunistas declarados son comunistas de hecho
que se ignoran. Espíritus
ya ganados ¡xir los principales juegos
de la dialéctica que pretenden combatir.
Como había observado
el canónigo Lallemand (3,): "No sabe­
mos suficientemente hasta qué punto
el espíritu de nuestros con­
temporáneos se ha formado en· la mentalidad revolucionaria, e
-incluso en sus simples maneras de pensar. Nos figuramos que
todavía quedan verdades básicas en los espíritus y amores in­
discutidos en las v"oluntades. ¡ No ! La ideología revolucionaria ha
sido impulsada a sus últimos límites
y en todos los terrenos. No
se percibe ya por qué razón podría cambiar todo perpetuamente
en virtud del esfuerzo cada vez más poderoso del hombre."
¿ Qué ha sido, en torno a nosotros, no sólo del amor, sino
incluso del sentido, de
la verdad?
¿ Cuáles son actualmente nuestros modos de actuar y de
apreciar?
"Sois de otro tiempo". "Ya no estáis al día". "No sois de
nuestro
tiempo"'.
Poned ·más en claro las referencias a las nociones de lo ver­
dadero o de lo falso, del
bier o del mal, de la belleza o de la
fealdad. Se os
dirá: "Esto ya no se estila ... Sois retardatarios ...
Está rebasado ... ". He ahí que se ataja todo sin que sea necesario
aportar el menor juicio de valor, sin que sea necesario justificar
rigurosamente lo que se anticipa. ¡ Qué cómodo es esto! ·
La verdad ya no es la concordancia del · pensamiento, de la
palabra, del escrito, con
el orden mismo de las cosas. No es más
que
un fenómeno de sincronismo entre dos movimientos:-el im­
pulso, los avances de nuestro
"yo" y el movimiento de la historia.
La verdad ya no Es ... Se HACE, y, por consecuencia, se des­
hace sin cesar.
Ya no es una posesión luminosa del SER. No es más
que
"una búsqueda", cuyos hallazgos deben ser puestos en cues­
tión perpetuamente.
Estar en la" verdad dimana, actualmente, de la voluntad y no
tanto del conocimiento. Se halla. en ella cualquiera que esté
"en la
corriente".
(3) ComuniCación a las jornadas de estudios sociales de la "Fédération
Nationale Catholique"
(20-X-36).
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Y, ¿ cuántos creen, aún, en una verdad que no evolucionará?
Las ideas ya no son jt¡zgadas con relación a la realidad que
ellas pretenden ex-presar, sino con relación a la sinceridad ''más o menos grande'' de quien las profesa. Ya no se habla de ideas ver­
daderas, sino de ideas generosas,
dinámicas ... , de ideas motrices.
Y
¡ las mismas palabras! ya no son utilizadas para lo que sig­
nifican, sino por la fuerza que desprenden; por su sentido diná­
mico, no literal. Sean,
por ejemplo: pueblo, progreso, libertad,
demacrada, fascismo, etc ... ¿ Se piensa verdaderamente que sirven
para designar lo que indica su sentido literal? Son realmente fuer­
zas que se
.trata de impulsar cuando se las emplea. Estas palabras, en cierto modo, no tienen ya sentido. No sirven para la expresión
de
un pensamiento. Son fórmulas mágicas que sugestionan para la acción.
Dicho de otro modo, por una subversión del orden de los va­
lores tendemos a transferir cada vez más a los movimientos, a
la acción, a la evolución, los caracteres de necesidad, de finalidad
que habían sido atribuidos hasta ahora a la naturaleza humana.
¿No es acaso Bergson quien ha dado del hombre la siguiente
definición:
"Se es hombre en la medida en que se toma consciencia
de la dirección que lleva la humanidad"?
"Pero ... nosotros habíamos aprendido ______.ha escrito Gustave
Thibon ( 4)-que las esencias están determinadas y que los actos,
los acontecimientos son contingentes.
En la actualidad se nos
enseña lo contrario, a saber: que
la naturaleza humana (si es que
se tolera
aún el empleo de esta palabra) es fundamentalmente
contingente, indeterminada, maleable, mientras los acontecimien­
tos son necesarios y que éstos nos _"informan"', nos re-crean sin
cesar.
Para estos pseudometafísicos todo es oscuro en el hombre
(su ser, que
no es definido jamás, se disuelve en lo económico y lo social), pero todo es claro en la historia. Nosotros no sabemos lo
que somos, pero sí sabemos adónde
el tiempo nos conduce. Es el camino el que crea no solamente el objetivo, sino al viajero
mismo."
"En esta conce¡:dón no es ya el hombre quien hace la historia,
es
Ja historia la que hace al hombre. El tiempo no es ya un caña­
mazo a llenar, un instrumento ofrecido al hombre
·para desplegar
su libertad, es decir,
para realizar su destino temporal y preparar su destino eterno; no, el hombre es el instrumento del tiempo, la
materia informe y caótica que recibe su forma y
su fin de ese
demiurgo."
(4) Cf. ltinéraires, julio-agosto de 1956, núm. 5, págs. 2 y 3.
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''La historia así erigida en acto puro y en potencia creadora,
resucita en
su provecho las más oscuras ideologías de las edades
bárbaras; en esta perspectiva, todos los sacrificios humanos están
permitidos y exigidos: con tal de que el carro divino prosiga su
ruta luminosa, qué importan los seres oscuros triturados por sus
ruedas. Si,
en efecto, todo lo verdadero y· todo el bien residen en
el porvenir, los peores ·horrores del presente se hallan justificados:
es bueno todo
lo que conduce a ese porvenir, todo lo que se halla
conformado al «sentido de
la historia»." ·
* * *·
Y de un extremo al otro del ámbito social, de la fábrica a los
salones, reina el mismo
modo de pensar. .
La acción, d movimiento, no necesitan ya ser justificados con
referencia a la cualidad de un FIN. Llevan en sí mismos la jus­
tificación, y a nadie se le ocurre pensar que una justificación pue­
da ser necesaria.
"Es un hombre de acción." Basta. ¡ Quién osaría ironizar des­
pués de tal elogio!
"¡ Está lleno de vida! ¡ Es. dinámico! ¡ Tiene un movimiento
loco en su interior !
¡ Qué acción!" Tantos elogios perentorios, que
sin más consideraciones aseguran el éxito de la obra, de la pe­
lícula o de
lá. novela que los merecen.
Sin el menor sentido de finalidad alguna,
Por todas partes, nada es menos moderno que la predicación
de los "últimos fines".
Esto carece de dinamismo, nos han dicho.
Pero, como el mismo San Agustín observaba: "bene curris, sed
extraviam".
Tu corres mucho, pero fuera de la ruta.
Y el Evangelio, antes de
San Agustín: "¿ De qué sirve al
hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? ... " es decir: si
llega. a perder su META, a perder el SER infinito, eterno, que es
su FIN.
* * *
La fórmula hegeliana y marxista de la identidad del ser y de
la nada nos chocan
y sublevan. Aún aceptamos mal que se sos­
tenga,
tan brutalmente, la equivalencia del sí y del no, de la ver­
dad y del error, del bien y del mal. Pero, como leemos en los
"Cahiers Pédagogiques" ( S),
no vemos acaso edificar "un nuevo
imperio moral (o amoral) cuyas virtudes cardinales son la
auto-
(5) Número 3, 1 de diciémbre de 1957, pág. 66.
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mac10n, el récord, la eficácia y el dinero. Lo bueno y lo malo, lo
bello y lo feo, lo fasto y lo nefasto, se refugian en el almacén de
los trastos viejos y al
derechc purq le sustituye el derecho del
más fuerte".
Decir que el ser y la nada sort una misma cosa nos escandaliza.
Pero, ¿ qué significa esta otra fórmula universalmente aceptada:
"Todas las opiniones son buenas1'? Cuando, como buenos libera­
les, contestamos a
M. Durand, · que dice "blanco": tenéis razón; y
a M. Dupont, que dice "negro": estáis en lo cierto, también nos­
otros sostenemos la identidad de los contradictorios. Pero sin dar­
nos cuenta de que eso no añade nada al valor de la operación.
Si, como se pretende, la verdad es eminentemente subjetiva,
perdemos todo derecho a asombrarse de lo que
Albert Camus
dijo, precisamente, del marxismo,
en "L'Homme révolté" (6):
"No siendo nada verdadero ni falso, bueno o malo, la norma será
ser el más eficaz, es decir, el más fuerte. El mundo entonces no
estará ya dividido en justos y en injust,os, sino en amos y en
esclavos."
Y bastante antes
que Camus, el bergsoniano J ean vVeber había
escrito (7) :
"Frente las morales de Ideas, nosotros ensayamos la
moral, o más bien el moralismo de hecho... Nosotros llamamos
·"bien" a lo que triunfa. El éxito, por mucho que sea implacable
y feroz,
JXJr mucho que el vencido sea vencido, destruido, abolido,
sin
esperanza, el éxito lo justifica todo ... El deber no está en nin­
guna parte y está en todas, pues todas las acciones se valoran en
absoluto. El pecador que se arrepiente merece los tormentos de
su alma contrita, _pues no fue lo suficientemente fuerte para trans­
gredir la ley. Era indigno de pecar."
En consecuencia, y ante esta corrupción general de los es­
píritus, ante
esta licuefacción universal de los criterios de juicio,
¿ quién tendrá el valor de encararse al comunista y decir1e: "i tu
asunto no se sostiene!"?
¿ No se sostiene ?
¡ Sin duda!
Pero solamente a la vista de esta forma de pensar, que él re­
cusa y que la mayoría de nosotros recusamos con él. Al menos
de hecho, si no explícitamente.
¿ Su asunto no se sostiene? Pero el comunista sabe, él, que
se sostiene o más bien que es mantenido, sostenido, preparado,
(6) N. R. F., pág. 16.
(7) Revu,e de Métaphysique et de Morale, 1894, págs, 549-560.
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justificado por todo esto que en los tres últimos siglos han con-
tado los
más célebres pensadores y filósofos. .
¡ Qué lección nos cabría recibir de la Providencia para deci­
dirnos a comprender
lo que es el alma profunda del comunismo y
qué insensato es tratar de vencerlo si continuamos respetando los
sistemas, los modos de
pensar que antes le han permitido infil­
trarse entre nosotros l
Una vez que se ha perdido el sentido y el gusto de la ver­
dad, y como efectivamente lo hemos perdido, el comunismo no
puede más que ser la gran tentación.
"En el extraño caos en el que estamos ---escribía· ya Blanc de
Sain-Bonnet-, los buenos, a pesar de que tienen los ojos vueltos
hacia la luz, permanecerán impotentes."
"¿ Por qué? Porque han avanzado demasiado en el error. Para
rehacer el orden -social es necesario la verdad total. Sin embargo,
ella apenas
se nos muestra en el umbral de nuestros corazones.
No estarnos prestos. Es nuestra nulidad lo que otorga el poder al
comunismo. Nulidad en la doctrina. Nulidad en las costumbres.
El excepticismo deja el lugar vacío. No hay que asombrarse, pues,.
de que la
primera ideología que llega venga a tomarle su sitio."
''Muchos llegan a ser comunistas ---decía no ha mucho un
ministro hindú, M. A. Nevet-----no en espera de ventajas mate­
riales, puesto
que ya están provistos de ellas, sino porque un es­
píritu vacío suministra al comunismo un terreno tan propicio
como
un estómago hambriento."
En consecuencia, nunca se repetira suficientemente que el ver­
dadero anticomunismo reside, ante todo, en la enseñanza positiva
de la verdad más que en la crítica de los sofismas marxistas.
Por lo demás, la salvación no puede haliarse en ese catolicismo
teilhardiano,
en ese cristianismo evolutivo que se nos quiere im­
poner hoy un poco por todas partes.
La salvación no puede hallarse tampoco en ese catolicismo
exangüe y deshinchado que profesamos generalmente, flaca receta
moral, acomplejado, pusilánime
en sus deseos.
Al universalismo de la revolución desbordada no hay más
que una forma que pueda oponérsele victoriosamente: la misma
fórmula del universalismo cristiano, o catolicismo, acuñada como
en una medalla por el papa de Pascendi, de la cual 1967 contem­
plará el sesentavo aniversario; divisa de San Pío X: "Omnia
instaurare in Christo."
"Omnia ... " Todo. Absolutamente todo ... ¡ concebido, pensado,.
presentado, querido, perseguido, instaurado
en Cristo!
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