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Número 55

Serie VI

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Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (VI)

Deber y condiciones de eficacia
Segunda parte
Los hombres
CAPÍTULO CUARTO
Acción sobre las «masas»
por
)EAN OussEr
Fundaci\363n Speiro

DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
SEGUNDA PARTE:
LOS HOMBRES
CAPÍ'I'ULO IV.
ACCION SOBRE LAS "MASAS"
Hemos insistido hasta aquí, de forma casi exclusiva, sobre la
importancia de la acción personal, de la acción por los núcleos so­
ciales ( résea,ux).
Hay que añadir que si estos últimos constituyen la osamenta
de la sociedad,_ si tienen ... (si pueden tener) una itifluencia consi­
deiable sobre esa cosa temible que es la "opinión pública", sería
un abuso presentarlos como los únicos suficientes para crearla y
para fijarla.
Los fenómenos de la opinión son hasta tal punto movedizos
que se pueden escapar, por el influjo-de un acontecimiento, de
una súbita campaña, de la influencia profunda, pero siempre un
poco lenta, de los núcleos sociales.
Cometería una grave falta cualquiera que estimara que
la
acción por medio de las interconexiones está ya asegurada, y que
por ello la ·acción más directa sobre la opinión general sería de
hecho inútil. Porque un puñado de gente hábil, resuelta y sin es­
crúpulos, podría, en determinadas ocasiones, aprovecharse de un
sobresalto o de un abatimiento en la opinión, para apoderarse del
poder por sorpresa, y mantenerse en él, en adelante, por medio de
la fuerza o el terror. Método típicamente revolucionario (1).
(1) Se puede ver por este rasgo cuán diferentes son por esencia la
acción subversiva y la
sana acción política. La Revolución puede dispen-
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Queda, en consecuencia, patentizada la obligación de no aban­
donar la opinión a las solas influencias de la subversión. Es
necesario recurrir a una acción más amplia, más general, que a la
acción
por medio de los núcleos sociales.
La acción sobre y por la Opinión, en efecto, tiende a tomar
demasiada importancia. No se puede subestilliar sin daño una
cierta acción de masas, una cierta acción sobre las masas.
De ahí el recurrir a los medios que esta acción reclama:
publicaciones de gran tirada, _revistas ilustradas, concentraciones.
congresos y, si fuera posible, también la radio, la televisión, etc ...
Lo malo está que estos medios suponen recursos enormes, in­
cluso posibilidades monopolizadas lo más a menudo por el Estado
totalitario.
Esto explica los procedimientos a los que, para ·alcanzar a la
opinión mundial, no .teme recurrir la Revolución, cuando los me­
dios más aptos todavía no están a su alcance (secuestro por Fidel
Castro de un célebre campeón ... etc.).
De ahí lo fuerte y lo débil de este modo de acción.
Fuerte, en cuanto sigue paso a paso a la actualidad, al hecho
cotidiano, a
lo que todo el mtlndo habla, a lo que todo el mundo
piensa.
Fuerte, en cuanto se aprovecha, en el mismo instante, de
la emoción suscitada, de las pasiones sobreexcitadas.
Fuerza extremadamente fuerte cuantitativamente. Por estar
fundada sobre lo que es conocido de todos y no sobre un conjunto
de nociones exclusivamente profesadas por una "élite''; por un
pequeño grupo de cuadros dirigentes.
De ahí su debilidad.
sarse, a fin de cuentas, de un trabajo de lenta preparación -que no evita,
sin
embargo-_porque puede contentarse con or,ganizar "golpes" bien mon­
tados.
Por 1a sencilla razón de .que una vez en el poder no le asusta, para
mantenerse en
él, ate~rorizar a la opinión. Con_trariamente, l'J' en la me9.ida
de que estos procedimientos nos están prohibidos por ser opuestos al bien
público,
la acción política y social cristiana no puede jamás dispensarse de
una preparación seria, ptofonda: y lenta; lo que no Quiere decir Que no se
pueda aprovechar los -a:Contecimíentos.
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Porque sin cuadros dirigentes seguros y suficientemente for­
mados toda reforma social y política resulta frágil.
Debilidad de la acción, que sólo está fundada sobre la explota­
ción inmediata
y como exclusiva del acontecimiento.
Acción plena de viveza.
Que embriaga fácilmente. Rebosante
de iniciativas.
Pero acción de difícil continuidad. Fugaz y caprichosa, como
los hechos de donde se nutre.
Que un día proclama una victoria.
Y al día siguiente anuncia
una derrota. Acontecimiento que hoy
lleva al poder. Acontecimiento
que mañana indica el camino del
exilio o del patíbulo.
Peligro, pues... y debilidad,
de este género de acción, si se
empleara solo.
"lncontinuidad". Inconstancia.
No ''progresividad" rigurosa.
Acción pesada, absorbente,
para dirigirla bien. Más difícil aún
de contener. Por naturaleza tiende al exceso, al efecto publi­
citario.
Un simple fracaso, en un ambiente de desaliento, puede pro­
vocar el pánico, acabando en irreparable desastre;
el éxito de un
día puede llevar a la insolvencia de una falsa seguridad torpe­
mente impolítica.
A fin de cuentas, nada más débil que esta acción tan fuerte ... ;
mientras no compense las deficiencias, no asegure los nuevos
impulsos, no regule la permanencia,
una acción por medio de los
núcleos sociales
y los cuadros dirigentes.
Sólo
una causa que posea cuadros seguros y bien formados
puede esperar triunfar de manera durable.
Y
ya puede venir un acontecimiento más o menos tumultuoso
a echar del poder a tal sistema o partido, si en ese acontecimiento
no hay más que el impulso gregario de una espontaneidad po­
pular,
por puro y justo que sea su ímpetu, no impedirá a los
miembros del partido- o del sistema derrocados
el volver a coger
prontamente las riendas, si éstos
son los únicos en poseer cuadros
directivos.
Determinados acontecimientos están
aún bastante próximos de
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nosotros para que sea necesario precisar más para _tomarlos como
ejemplo (2).
* * *
Por lo demás, y para terminar esta parte dedicada a "los
hombres", es suficiente observar cuál_ fue la acción de la Iglesia a
lo largo de los
siglos.
Miles de congregaciones, de órdenes religiosas, de órdenes
terceras, de seminarios, de noviciados, de conventos, de obras
pías1 · casas
de ejercicios, ¿ no agruparon para un trabajo más
hondo a los más diversos fieles, de acuerdo con su edad, su
vocación, su estado, sus preferencias, sus afinidades? ¡ La oración,
la mortificación, el estudio, las· obras de misericordia espiritual o
corporal,
ei apostolado en todas sus formas, la ayuda mutua ...
qué variedad de acción por medio de grupos sociales!
Pero asimismo ¡ qué admirable conocimiento de la acción de
masas!
El mismo término "iglesia", ¿ no significa también "asam­
blea"? Ceremonias dominicales, culto litúrgico, procesiones, pere­
grinaciones, congresos eucarísticos, hasta la enseñanza popular que
nos ofrece la decoración de nuestras catedrales, qué fuerza y qué
sabiduría en ese orden de la acción más amplia y de las más jus­
tas vulgarizaciones (3).
Pero la Iglesia no se contenta con eso.
Porque si tiene el sentido de la acción por medio de y sobre
(2) 10ara alusión al levantamiento de los "pieds-noirs" y del Ejército
francés en mayo de
1958, que llevó al poder a De Gaulle para impedir
que Francia perdiera Argelia. (N. del
T.)
(3) ¿''Vulgarización"? La palabra ha adquirido un aspect~ peyorativo.
¿ No es, sin
embargo, eviden'te que es un deber el poner al alcance de los
más humildes las más altas- verdades?
¡ 9:in caricaturizarlas, ciertamente 1
¿ Qué ha hecho la Iglesia en sus diversos "símbolos"? ¿ Qué hace en el
catecismo?
... como no sea poner en fórmulas sencillas, elementales, la
verdad ·de los misterios, que toda la eternidad no bastará para descubrir. Y
en cuanto al "Syllabus", ¿es posible concebir una
más rigUrosa y vindi.:.
cadora ésquematización de los errores modernos?
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los núcleos sociales, si tiene el sentido de la acción de masa, tam~
bién tiene el sentido de la acción individual. De ahí esas audacias,
que una prudencia exclusivamente natural podría calificar de in­
sensatas.
Un San Francisco Javier, enviado casi solo para evan­
gelizar el Extremo Oriente. Un San Luis María de Montfort, res­
ponsable de nuestro cristianismo del oeste. Un San Francisco
de Sales, convirtiendo el Chablais ...
¡ Qué agudo sentido de la acción el de los superiores que
supieron detectar en tantos santos sus cualidades excepcionales y
que no dudaron en confiarles esas misiones !
Realizaciones maravillosas de una acción animada por la gracia
de Dios que permiten entrever lo que puede la irradiación de un
solo hombre de valor.
* * *
Terminada aquí esta parte consagrada a lo que son y deben ser
los problemas del obrero, el problema de los hombres, deberemos
abordar a continuación los problemas
de las herramientas, proble­
mas de instrumentos, de técnicas y de métodos, susceptibles de
mejorar, sostener, decuplicar y prolongar los efectos de la acción.
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