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Número 85-86

Serie IX

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El verdadero contorno de la libertad

EL VERDADERO CONTORNO DE LA LIBERTAD
Límites de la libertad en el orden social
"¿ Y en el orden social,? Evidentemente} la libertad1 eni cuan­
"to tal,
trata

de
a/mrta.-todo obstáculo físico, la ootoridad, la ley
"obligan/e y represiva: ello, qwiere wwtodeterminarse. Pero todo
)1esto debe ser
concret(J;(Í.o: a) Ante todo, existe W1'il límite: que es
"lo, responsabilidad hacia los demás, el sentido del respeto, y de
)}la calaboraci6n, daid.o que se mVe en comunidad. También los
"otros tienen derechos1 que deben_ respetarse de forma sacrosatrl)­
"ta; y hacia los demás se tienen obligacionies, de acuerdo can e'l
"precepto

evangélico
.de haeer a los demás lo que deseamos sea
"hecho a nosotros.
"b) Al lado de,/ límite, el incentivo: la responsabi.li.dad se
"realiza
y se completa
en el amor. La

libertad
m, puede y no
"debe ser egoísmo, SÍinlo posibüidad de expansión del búm,, de

la
"esfera
person'al a

la esfera
social: deber

de solidaridad, de
ser­
,,vicio, de pCWticipacióni_, como ha sin1Petizado la ml}ncionada cons­
ntitución Gaudiwm et Sp1es1 cuando ha puesto de relieve las ac­
"tuales
exigencias de

respeto recíproco de
la humanidad, en to­
,,
dos los campos

de la
vida social y Política, concluyendo· que
"para instaurar allí «una vida verdaderamente human,a no hay
"nada mejor que cultivar el sentido interior de lo, justicia, del
namor
y del servicio al, bien1 común» (núm1. 73).
"Con la

libertad debe crecer el sentido de
respomabilidad.
"Es necesa:rio, poir
ello,

que
todas las

fuerzas
comprometidos en
"la vida civil -y vosotros, graduados católicos, que en la pro­
"jesión encontráis ei campo abierto a vuestras convicciones de fe,
"más qw C1,{,'{NJ(J_uier otro debéis colaborar en esta grarn empresa­
,, sepOff! edumr
a

la libertad en el
amor, y mediante la libertad,
"contribuir
a formar las conciencias para una verdadera, profwn .....
"da,
pacificadora

madurez
hUJman'a y cristian'a."
PAULO VI: Alocución a los graduados de ac­
ción católica italiana del
3 de enero de 1970
(texto itaJliano en L'Osservatore Romano· del 4;
texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.475, del 17 de· enero).
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Fundaci\363n Speiro

No puede sep,ararse la libertad de la responsabilidad. Donde
Dios es

negado, la libertad se convierte en locura.
"El hombre., en su esencia espiritual, en su deber moral, en
"su destino temrj,oral, y eterno., no puede separar libertad de res­
" ponsabilidad. La

libertad busca
la no-rma, no

impuesta ciega o
"ilógico,me"1Jte, sino

propuesta en
la verdad, en la voluntad de
"Dios: «La verdad os hará
libre's» (fn,., 8, 32).

Esta Profunda
"frase del
Evangelio de

Juan es, también en este
campo, ilustra­
" dora. Cuan-do nos abrimos

a
Dios, lilJre y coni.scientemente, so­
"mos lilJres. Pero

donde Dios es
pegado, la libertad se
convierte
"en locwra, se

desenfrena, no conoce
obstácu-los: es
el núcleo del
"razo-natrnimto de _una página

cautivadora de los
«H erman-os Ka­
''rarnazov.»,
de Dostojevsky, cuando lván, con

lógica
lucidísima
"y
despiadada, conclÚ:)le que, n,egado Dios,

cae la
idea de
pecado,
"cae el concepto de
obligación moral,

se justifica el homici­
" dio, ele. To-do

esto en el orden su1bjetivo
.,· cada uno Ve cuán
"necesaria es

la
actumidad de pensamiento y
la urgencia de apli­
''cación,
si queremos que la sociedad no se precipite nuevamente
"en el

abismo de la
inmoralidad desenfrenada."
PAULO VI : Alocución a los graduados de
acción
católica italiana del 3 de enero de 1970
(texto .italiano en UOsserva.tor.e Romatno-del 4;
texto en castellano:
Eccle-sia., núm. 1.475, -del
17 de _enero).
Libertad y autoridad no se oponen; se integran.
"A aquellos que recurren al evangelio para defender la liber­
"tad cantra la Ley será necesario, pues, recordar el signiificado
"polivalente del
término «ley»: la moswica ha sido abolida;
la
.,, natwral permanece con todo su vigor innato-y la, da por swpues­
"ta; el
N,u.evo Testamento, y como esa nio priva al hombre de su
"libertad,_
sino que

es
su guía intrímecamente justa, así la .Jey
"positiva,

siempre
a:nimada o

sugerida
por la

ley
natural, de­
"fiende los bienies humanos,

dispone y
promueve e) bien común,
"garantiza, contra toda eventual
i:n1terferenda o abuso, aquella
"inviolable
y responsable auton,omía del ind{v1·duo_, en v:rtu.d de
nza. cual todo ser hwmano es cap[1Jz de realizar fructuosamente su
JJ personialidcul-. Libertad y autoridad no son términ1os que se opo­
n nen, sino valores que se integran; y su mutuo concurso javo-
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Fundaci\363n Speiro

"rece al mismo tiempo el crecimiento de la comunidad y la ca­
,, pacidad
de iniciativa y de enriquecimiento de cada unio de sus
"miembros.
"La libertad,
en

efecto, ¿de qué serviría al
individuo, si n,o
"fuese

pro/egida por
normas sabias

y
oportunas? Coo razón

afir­
"maba d gran Cicerón: «Magistrados y ministros de las leyes,
"jueces intérpretes de las leyes
y finalmente todos somos siervos
"de
las

leyes
pa,-a que

podamos ser libres»
(Cicerón, Pro
Cluen­
"lio 146)."
PAULO VI: Alocución al Tribunal de la Sa­
grada Rota Romana del 29 de enero de 1970 (texto ita1iano en L'Osservatore Roma:no del
30; texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.478,
del
7 de febrero).
La libertad de conciencia y de ciencia y el magisterio ecle ..
siástico,
"Gran ten1tación de la cultu-ra religiosa, incluso católica, es
"hoy la de discutir el obsequio al magisterio de la Iglesia -y el
"compromiso dogmático

a la
doctrina teológica que implica,

tra­
"tando de cambiar su expresión textual _'Y además de alterar el
"valO'Y de sus térnz;in1os, a

fin de atenuar, e incluso a .veces de
"ar,u/a,-el significado objetivo de

la doctrina, para ser
sustirwido
"por
interpretaciones,

eruditas acaso, pero arbitrarias
y prapias,
"para
insertarse

en
las corrientes de las opim1ionés culturales mo­
)Jdernas,
pero

no siempre apropiadas para:
cu:stodiar el sewtido
!'wnívoco
y auténtico de la revelación, interpretada por la Iglesia
"y enseñada autorizadamente por ella.
"El gran argumento para l,a lib-eración del magisterio eclesiás­
"tico es

el de la libertad de la ciencia
(lillertad ,que la

Iglesia re­
,, conoce,
can tal

de que
ella, permanezca verdaderamente en el ám­
"bito de

la
cien~ia, es

decir, de la verdad), y de la
libertad de
"conciencia, a

la cual
también la
Iglesia reconoce
sus derechos,
ne incluso su prioridad, cuando ella se ejerce pronuniciañdo el
"jwicio mara! de

la
concienicia sobre
el acto
sifll{!ui°ar e
inmediato
"que se va a

realizar: entonces la conciencia es llamada la regla
"próxima del obrar, la

cual no
puede, no
debe prescindir de una
"regla
más alta y general, que se llama la ley; como el ojo no
"puede prescindir de la
luz, que
ilumina el camino ( cfr. San Al­
"fomo, Teología Moral, 1, pág. 3). La conciencia por sí sola
"no es suficiente para

dar el
con,ocimiento ni
de la realidad de
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Fundaci\363n Speiro

nlas cosas ni de la moralidad de las accio-nies. Posteriormente, en
"el campo
de

la fe
1 es decir} ele las verdades reveladas} la can­
" ciencia
(salvo especialísimos carismas místicos) oo puede orim­
"tar por sí sola la mente del que cree: la fe objetiva m es wna
"opinión persond, sino wno doctrina estable y delicada,

funda­
JJ da, como se decía, sobre el rigurroso testimonio de un órgan10
"cualificado, el magisterio eclesiástico, no cierta:m,ente arbitrario~
,, sino escrupuloso intérprete y transmisor de la fe, hasta tal pu,rv­
"to
que

(por citarlo
wna vez más) San Agustín

decía:
«Yo no
"creería en el E'l!<>ngelio si a

ello no
me moviese la cruforidad de
"la Iglesia» (Ccmtra Man1, V; P. L., 42, 176; cfr. L. G., nú­
"m,ero 25).

Y
de esto se hace eco wn teólogo contemporáneo:
JJ «La conciencia de'[ creyente recibe de ia autoridad del magis­
"terio eclesiástico, como

el regalo más precioso,
una infalible
"seguridad
eni las verdades morales fundamenital.es.»."
PAULO VI: A.Jlocución en la Audiencia ge­
neral del 15 de abril de 1970 (texto italiano
en L'Osservatoroe Romano del 16 de abril; tex­
to-en castellano: Ecclesia, núm. 1.488, del 25
de abril).
La verdadera libertad está en el dominio de nosotros mismos.
"Se
trata de unt aprend,i,zaje que nos es recomiendado: el do­
JJ mintio de nosotros mismos, que quiere decir 1a verdadera liber­
"tad, obtenida mediamite el despertar de nuestra con'rfiein1,t;ia, que
"se ha

hecho
obtusa para el sentido del

bien
y del mal, y dema,­
"siado fácilmenle pasiw
a la so•licitud del egoísmo, del bienestar
"temporal,

del
placer. Esta ootoridad reclama j-u~tamente el

fre­
"n10 de la templanza, la generosidad hacia las necesid JJ y aquel" poco de ,silencio interior, que nos hace escuchar coo agra­
" do cierto eco

de la
pal.abra de

Dios
y qt n oración personai y COfflUll!°itaria.''
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PAULO VI: Arlocución durante el Angelus del
domingo 8 de febrero de 1970 (texto italiano
en L'Osservatore Romano del 9--10 de febrero;
texto en castellano:
Ecdesia, núm 1.481, del
28 de febrero).
Fundaci\363n Speiro