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Número 85-86

Serie IX

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El congreso de un método

EL CONGRESO DE UN METODO
POR
MICI-IEL CREUZET.
¡¡¿ Estáis contentos del Congreso?" Es la pregunta· que nos
hacen
cien veces
a la vuelta de cada Congreso de Lausanne y cada
vez
la respuesta desconcierta al interrogador. Nunca hemos que­
rido superar una cifra o un resultado;
¡ jamás hemos creído en
la virtud inme~iata de una comunión espfritual y cívica!
"Hace _falta ver la continuación y esperar los resultados",
conte'stamOs todos

los años. Y todos los años la gracia divina
pemite que el Congreso
produzca buenos

frutos, mejores
y más
abundantes. Con la limitada perspectiva que
podemos tener

al
día siguien­
te

del VII Congreso, nos parece que con éste el "Office
Interna­
tionar?
ha alcanzado un nuevo hito.
En unos tiempos en los que el amor a la patria no preocupa
ya a mucha gente, en que la pedantería preteride incluso que
las
realidad.es ·nacionales Se j~zg,.ien "superadas", resultó de no
poco interés contemplar a unas tres mil personas reunidas para
trabajar

sobre el tema "Patrias
-Naciones
- Estados".
Y es de destacar que de esta cifra un 45 por 100 eran
jó­
venes de menos de vénticinco años, es decir : la élite de mañana,
los ciudadanos que ejercerán funciones activas en los distintos
medios de los veinte países representados.
Sin embargo,
¡ no faltaron las dificultades !
El mal tiempo provocó retrasos y a algunos les impidió llegar
a Lausanne.
- El control de cambios siguió molestando a los franceses. El
Congreso terminaba la víspera del c-0mienzo de las clases, con la
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MICHEL CREUZET
perspectiva de embotellamientos en las carreteras nevadas y de
reanudar las clases tras una noche en blanco. Parte de los asistentes, incluso, tuvieron que privarse de
la
última sesión de stands así como también el rezo de las vísperas,
concluidas con el tradicional clima de 1as Letanías carolingias.
Otro inconveniente : la cantidad de congresistas obligó a al­
gtmos a alojarse lejos del
Palrois Bemidieu, lo cual no facilitaba
la puntualidad al comienzo de las misas.
El Congreso

implica grandes gastos. Muchos amigos se sacri­
fican
r:~mente· para venir

a
él con sus chicos mayores. "¡ Esto
les hace tanto bien!", nos dicen. A
pesar de estas "desolaciones", como diría S. Ignacio, ¡ qué
unidad espiritual ! ¡ Qué comunión en la verdad ! ¡ Qué unión ac­
tiva en el trabajo común!
Creed al que organizó la primera sesión
nacional en Saint­
Etienne
en 1949
-·j diez inscripciones, cuarenta participantes el
mejor día!-: El Congreso
no cesa de resultar de año en año
más reconfortante.
V emoS dos razones en ello :
Los METODOS de acción preconizados por el "Office" pro­
gresan.·
Se comprenden ·mejor, se aplican con más sinceridad
y ya se va manifestando su eficacia.
La generación de los que sembraron ve cómo crece el trigo
pese a la tempestad
y los destrozos de la Revolución. Los
futuros segadores entran en liza. Mañana -¿ quién sabe?­
tal vez haya sido superado el cénit de la subversión.
Nuestro trabajo está en la segunda generación.
La famosa dialectización de padres e hijos no actúa en abso­
luto

entre nosotros,
ligados como estamos unos y otros al servi­
cio de una misma verdad, unidos en la misma acción.
* * *
La unidad espiritual se pudo percibir con emoción en los
magníficos oficios religiosos: misa, bendiciones, rosarios.
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EL CONGRESO DE UN METODO
Tres hermosas estatuas del escultor belga Camilo Colruyt, cuyas
obras fueron expuestas en el 69, adornaban la capilla. No había
exposición este año.
Pero la

misa solemne de Quasimodo fue
realzada por la coral de Bulle. Y fue ése nuestro modo de ilus­
trar lo que es la cultura cristiana... rindiendo al mismo tiempo
a Cristo un homenaje esplendoroso.
En sus breves consignas de apertura, J ean Ousset nos había
exhortado al fervor. Nos invitaba a un "baño de liturgia" en el
que nos hemos sumergido con consuelo, sobre todo el domingo
durante la misa de pontifical.
¡ Qué maguificencia ! ¡ Qué sentido de lo bello en el desarrollo
de
los fastos

por los que la Iglesia adora a su Señor!
El triunfalismo no era para nosotros,· ,sino . para Dios a quien
se debe todo triunfo. Triunfos de la tierra que impulsan a cele­
brar su eterna misericordia, su santidad y su infinita grandeza.
Corazón. amoroso que vive entre nosotros, abierto por la
lanza, ¡ jamás cerrado y que derrama continuam~te su gracia
en su Iglesia!
Corazón del divino Resucitado que es nuestra unidad espir:­
tual, en su Iglesia.
Los predicadores desarrollaron estos temas de meditación y
sus exhortaciones convergieron en la fe en el Salvador, salido
vivo del sepulcro, fe en la
Iglesia, fe en Pedro y sus sucesores,
guardianes y doctores del rebaño.
En estos tiempos en _que el Papado padece una "subversión
en la Iglesia", que· lo cerca por todos lados, ciudadanos que luchan
por sus ciudades temporales mantuvieron firmes
la proclamación
de la primacía de Pedro y del beneficio indecible que la Iglesia
romana siguifica para la vida de las naciones,
y lo proclamaron
no sólo en la capi'lla, sino también · en el mismo lugar de sus tra­
bajos, en

la sesión de clausura, con
el canto del Credo.
Las comunicaciones magistrales ofrecieron este año el espe­
cial interés de la diversidad de las naciones representadas y de
los testimOnios aJ.X)rtados.
Unos fueron históricos. Et" profesor Gillessen, en un francés
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*
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MICHEL CREUZET
perfecto, describió el drama de los alemanes. cuyo patrimonio in­
telectual y espiritual fue tan rudamente probado por la Reforma
y la serie de pensadores revolucionarios: Fichte, Hegel, Marx,
que condujeron, a través de una línea de coherencia implacable,
al horror nazi.
Hamish Fraser, presidente de la Asociación Anglo-Gaélica,
mostró cómo el Estado británico
había yugulado,
desde hace
cuatro siglos a las naciones irlandesa, escocesa y galesa. Los acon­
tecimientos de Irlanda del N arte en 1969 son una consecuencia
de esta situación. Si Herbert
Gillessen "buscaba

uua patria perdida", H.
Fra­
ser, buscando naciones perdidas, concluyó en la necesidad de
un Estado, multinacional, protector de las comunidades naturales,
guardlán de su bien común.
Naciones y Estados corren el
peligro de
ser aplastado, por
la tecnocracia internacional. A unos y otros corresponde volver
a encontrar el sentido de sus verdaderos deberes
y de sus inte­
reses bien entendidos. El coronel escocés Granstoun, presidente de sesión, había
ha­
blado

también de la personalidad propia de las pequeñas naciones
y de su aportación a la comunidad de los pueblos.
Los deberes del Estado no se reducen a simples necesidades
de policía: la diplomacia, la guerra y la paz son sus atribuciones
naturales. Y en nuestros días, más que en otros tiempos, ·goza
un

importante papel económico sobre el cual insistió el profesor
Marce! de Corte. Después de' haber analizado con su talento
habitual los estragos del Estado moderno, asesino de las liber­
tades, insistió sobre el papel irreemplazable de un Estado sano en
la economía dinámica de hoy, donde la solidaridad se une al
in­
terés.
¿ No se trata, acaso, de ofrecer a la mayoría las ventajas del
desarrollo económico, en lugar de regir lo mejor posible una
producción avara? El presidente Henri de Lovinfosse, industrial
belga, aportó a su amigo y compatriota el testimonio de su expe­
riencia en el mismo espíritu.
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EL CONGRESO DE UN METODO
Pero, aunque tengau el mejor de los Estados ¿ qué ¡,roducen
las naciones para quienes existir constituye su única finalidad?
Necesitan además ideales, una conce¡,ción más alta de su des­
tino y de su misión. Este
concepto es

el que desarrolló
el Profesor
Bayolo Pacheco de Amorim en una inteligente
comunicación.
La vocación de las naciones no se limita a una idea. Se funda
sobre vínculos que constituyen la morada de los hombres en
el
espacio y en el tiempo, existenciales, pero también religiosos y
teocéntricos, corno i;nostró J uau V allet de Goytisolo, presidiendo
la comunicación de Herbert Gillessen.
Esta vocación está inscrita en el plan de Dios y que las nacio-­
nes realizan con mayor o menor fidelidad.
Marce! Clérnent nos bosquejó el cuadro universal en una
exposición "en los confines de la poesía". No faltó el matiz de
humor en sus fórmulas originales sobre la vocación de los gran­
des
países modernos.
Pero expresamos nuestra preferencia por
sus bellos párrafos sobre Grecia, Roma
y la nación Judía, pueblo
de la Promesa.
"Las naciones son lo que sus gobiernos quieren que sean",
escribió el cardenal Pie. Correspondió al Delegado General del
"Office Int~rnational", Amédée

d'Andigné, trazar, en la alocu­
ción de apertura, el retrato del gran Jefe de Estado, patrono del
VII Congreso: San Luis, rey
de Francia.
¡ Cuántos cambios en el espíritu de los ,pueblos desde el siglo
de San Luis!
¿ Su modelo puede sen-irnos SI.in más? Ciertamente,
no.
La división de las creencias en las naciones modernas atenta
en diferentes términos su unidad espiritual
y la unidad nacional.
¿ Cómo lograr esta última sin que la verdad sea alterada por una
obligación de callar lo que no
podernos aceptar?
En su comunicación de clausura, J ean Ousset, presidente del
"Office International",

extrajo la lección de esas fórmulas equí­
vocas, de las cuales,
c9mo mínimo,

puede decirse
que no
satisfacen
a nadie: eclecticismo, búsqueda de una doctrina·
"por encima

de
las religiones", unión sobre los pretendidos valores de las
religio­
nes positivas o incluso sobre una concepción de derecho natural
cerrada sobre sí misma.
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MlCHBL CREUZET
Pero ¿ qué no -enseñan tantos protestantes, incrédulos, agnós­
ticos, sino que la verdad católica aporta a las uaciones bienes tem­
porales que ninguna otra religión puede dar?
J ean Ousset leyó varias afirmaciones que así lo muestran
sea por Su lado positivo o ]X)1' su lado negativo, según fuesen sus
autores amigos o adversarios de la Iglesia Católica. Las más só­
lidas, podríamos decir inctu'so las más piadosas, fueron las del
agnóstico Charles Maurras. Sería hermoso volverlas a escuchar
de la boca de tantos clérigos que se creen obligados a rebajar la
influencia del catolicismo para hacerse aceptar por las masas.
Grave error. La apologética de la doctrina católica por sus
beneficios sociales y políticos constituye una base muy sólida de
unión nacional.
Otorga toda S1U grandeza a lo que son los patrimonios nacio­
nales, de los que el Consejero Nacional de las Cámaras Federa­
les suizas, Fé1ix Carruzzo, en una hermosísima alocución presi­
dencial nos dijo que constituyen el lazo indispensable de los hom­
bres cuando la raza o la lengua no bastan para agruparlos en una
comunidad viva.
¿ Cómo realizar la unión nacional así presentada si no es por
élites cívicas que ejerzan una influencia bienhechora en la vida
de las naciones? Jean Beaucoudray nos lo explicó
la primera tarde.
Y ello le llevó a hablar de los métodos de acción preconizados
por el "Office": Trabajo personal o "puesta a punto"; redes,
grupos de estudio
y acción.
* * *
Su comunicación fue como la bisagra entre lo que podía de­
cirse, especulativamente, sobre
patrias., n3:ciones, estados
y los
medios de conseguir su renacimiento o de mantener su vida di­ námica. Condiciones sin las cuales las construcciones doctrinales
más elevadas están a.bocadas al fracaso y al olvido.
¡ Y ésta es la originalidad del Congreso de Lausanne ! Se
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EL CONGRESO DE UN METODO
trata, en primer lugar y sobre todo, del Congreso de un método,
del Congreso de un tipo de acción particular.
Escribíamos en
Permanences en enero de 1970:
El "Office Intemational des oeuvres de fomation civique et
d'action culturelle selon le dmit naturel et chrétien" para conse­
guir lo que promete no puede ser exclusivamente doctrinal.
No puede ser ESENCIALMENTE doctrinal. Porque expone
los
MEDIOS además

de describir
el fin supremo de la sociedad
y los fines secundarios inmediatos. Es precisamente esta exposi­
ción

de medios lo que constituye su originalidad.
"He aquí lo ESENCIAL del «Office Intemational"...
y lo
ESENCIAL DEL CONGRESO... «Congreso de un método»,
como nos gusta repetir.
"Es que -añadíamos- la educación
para un

método de tra­
bajo no es la enseñanza pura. Es
el IMPULSO para una PRAC­
TICA. Y, bajo este punto de vista, el Congreso de Lausanne
permite
y facilita los encuentros con vistas a una puesta en OBRA
PRACTICA de un método que preconizamos ( ... ) Los
forums
y los stands no tienen otro fin que el de ofrecer estas ocasiones
de contactos
y conciertos."
Los testimonios recogidos al fin del Congreso nos
confirman
en

esta observación:
Jorums y estOJnds respondieron, todavía mejor
que en
ru\os precedentes,

a
la finalidad de nuestro trabajo.
Los que por primera vez acudieron
al Congreso fueron mejor
encuadrados por un equipo de animadores, informados sobre nues­
trOs métodos,

que
tes empujaron hacia los stands. Estos no se
vaciaron ni siquiera durante los forunis. Alrededor de pequeñas
mesas tuvieron lugar numerosos intercambios: reuniones previs­
tas, se dieron informaciones, se establecieron sincronizaciones.
Y
es sobre este último punto sobre el que quisiéramos insistir.
Cada vez en mayor núme-ro nuestros amigos comprenden la
impqsibil_idad y los riesgos de las fórmulas compactas, masivas.,
sin
implantaciones concretas, limitadas por el campo de acción
de cada
uno, por sus actividades, su estado de vida, sus relacio­
nes, sus gustos, su medio social, su nacionalidad.
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MlCHEL CREUZET
La acción no es un monopolio aunque pretendidos "organiza­
dores" crean detentar el arte exclusivo de
dirigir esta
acción
en
"mayúscula".
Cuanto

más la gente está enraizada en preocupaciones natura­
les menos se
presta a

dialectizadones, a oposiciones puramente
teórica.s sobre aspectos secundarios.
Nuestro

combate está fraccionado según los terrenos prácticos
de su aplicación.
El Congreso

de
Lausanne no
es un congreso doctrinal, porque
es primeramente
y sobre todo el Congreso de un cierto estilo de
acci6n, hecho

de agilidad, de entendimiento, de sincronización
entre esfuerzos diversos,
-entre personas

diferentes
y entre orga­
nismos complementarios.
Esta lección la hemos vivido durante tres días en el Pala;s
de

B
earulieu.
El acuerdo tenía lugar, tamb'.én, entre naciones: por ejemplo,
entre
estud=antes de países diferentes.
Tenía lugar entre directo­
res de empresa
y profesores, entr.e sindicalistas obreros, mandos
superiores_,

patronos, entre
artesanos y comerciantes de diferen­
tes
oficios en un stand decorado con vasijas de barro, hierro for­
jado, cestos y otras ,producciones artesanas.
Los estudiantes encontraron
a estas diversas categorías socia-­
les y, sobre todo, a las gentes de la profesión a la que mañana
pertenecerán.
Y esto da una idea d::: lo que podrán ser asocia­
ciones
'de estudiantes

concebidas, no para engendrar una clase re­
volucionaria, sino para construir los cuerpos sociales
de mañana.
* * *
Porque es ciertamente ele esto de lo que se trata cuando se
habla de
nación, cuando
se consideran
-los
derechos
y deberes del
Estado hacia la nación o las naciones que integra. Las naciones son cuerpos naturales, no aglomerados de indi­
viduos masificados.
Luchar contra la Revo]uci.ón es hacer lo contrario de la Re-
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EL CONGRESO DE UN METODO
volución. Es construir en lugar de destriur. Es seguir hwnilde­
mente el orden de las cosas no para encerrarse en un confusio­
nismo sin salida, sino par~ dar a los hombres los cuadros más
favorables para la expansión de su vida natural.
Nuestro método está íntimamente ligado a la realización de
las vidas nacionales, al justo sentido de
lÓ-s Estados,

a
la revita­
lización del sentimiento patriótico ordenado por la razón. "Rehu­
sando situar el combate
sobre el

terreno podrido por las pasiones
ideológicas lo hemos ordenado en combates parciales sobre los
terrenos realistas de comunidades de competencia y de intereses
concretos", escribía Michel de Penfentenyo en marzo de 1970
en Perman.ences.
"Estas prÓlongaciones diversificadas" del '1Office Internatio­
nal" las hemos visto en acción en el Congreso que fue el micro­
cosmos de ellas.
Los forums preparaban el trabajo de los stands. "Permanen­
tes" del
"Office" y animadores respondían a las preguntas orales
o escritas

(cuando el auditorio era muy
numeroso), guiaban la
búsqueda del congresista, le invitaba a continuar la entrevista
en el
stand. Las discusiones proseguían alrededor de la ·mesa,
animada
1 a pesar de un alimento cuya calidad perece inversamen­
te proporcional a los beneficios recogidos ... que no van a la Caja
del ''Office' '.
El fotógrafo del Congreso recogió en lo vivo
numerosísimas
imágenes

de estos grupos
aleg,res para
quienes el
"muro de
las
lamentaciones" se encontraba bastante lejos de Lausanne.
* * *
La nieve caía sin interrupción. No se veían los Alpes.
Pero a los corazones y a los espíritus, la esperanza, el soplo
tl.e
una esperanza natural
y sobrenatural conducía los frágiles es­
quifes bamboleantes sobre el lago de la ciudad por el huracán
de los días siniestros.
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