Índice de contenidos

Número 85-86

Serie IX

Volver
  • Índice

La civilización frente a la revolución

LA CIVILIZACION
FRENTE A LA REVOLUCION
por el Almirante
PAUL AUPHAN.
Fundaci\363n Speiro

OBRAS
del Almirante PAUL AUPHAN
Antiguo Secreta:rw de Estado de /,a Marina.
DIFFUSION ÉDITIONS o'HISTOIRE ET D~ART: .
-La, lutte pour /,a vie.
-M ensongeis et vérité.
-Les grimace, de 1: histoire.
- Leo oohéances de l' histoire.
-Les convulsions de l' histoire, ou le tb-ame de fu dés-
union européenne.
-La Marine ilans l' histoú-e de Fronce.
HACHETTE:
-La Marine fran,;aise pendant /,a seconde gue,rre mon­
di,ale
(galardonada por la Academia Francesa), en co­
laboración
con J. Mordal.
TABLE RONDE:
- Histoire de la Médite,rranée.
EmnoNs FRANcE-EMPIRE:
~ H istoire de la décolo-nisati.on.
VERBO
ha tenido el honor de publicarle:
-En el núm. 56-57, págs. 423 y sigs.: "Por los marinos
de Lepanto".
-En el núm. 60, págs. 739 y sigs.: "La guerr(l) y el De­
reclio TUJJtural".
-En el núm, 80, p,ág¡¡. 955 y sig¡¡.: "El Mediterráneo,
pasado, presente y futuro".
Además, en el núm. 75-76, págs. 541 y sigs., aparece
una amplia reseña de su libro ''Histoire de /,a déroloni­
sati.on".
Fundaci\363n Speiro

LA CIVILIZACION FRENTE A LA REVOLUCION (1)
POR
PAUL AUPHAN.
Si de los acontecimientos sólo retenernos aquellos que con­
ciernen a
la vida
rpública de los pueblos o de los Estados, cada
uno de nosotros, con los modernos medios de información, se ve
continuamente asaltado
por noticias de'l mundo

entero, ante las
cuales puede adoptar dos actitudes :
- o considerar a estos acontecimientos como resultado del azar,
sin vínculo entre sí, y, egoístamente, sólo preocuparse por ellos
en la medida en que nos atañen _personalmente;
- o situarlos en una perspectiva histórica, política y estrartégica
global que

los ilumine y los
explique, para sacar

de esta
expli­
cación

una línea de conducta.
Esto. último es lo que voy a procurar
hacer aquí.
Para

intentar adivinar hacia dónde nos conducen estas co­
rrientes de actualidad que, en todos los planos ---económico, cul­
tural, internacional, religioso, moral-, parecen converger hacia
mañanas que _peligran no cantar, es necesario remontarse a los
orígenes.
Para

todo cristiano, la Encarnación señala una
ruptura en
el

curso de la Historia. Cristo, en lugar de realizar conquistas
sangrientas, sólo fue
nn conquistador

de almas.
Después de
ha­
ber espiritualizado
1a ley natural del Decálogo, la única consigna
que dejó a sus
discípulos fue

la de di.fundir el Evangelio hasta
los confines de la tierra.
(1) Conferencia dada en el "Cercle Charles Péguy" de Valence, en
1969. Texto publicado en francés en lti-neraires, núm. 13,7, noviembre 1969,
que por su gran interés y
actuafülad tenemos

el gusto de publicar, tra­
ducido al .castellano ¡para los lectores españoles e hispanoamericanos.
489

Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
Los discípulos comenzaron por lo que estaba más a su al­
cance:
el corazón
mediterráneo del Imperio Romano.
La agresión del Islam en el Mediterráneo, al reducir a la
Cristiandad a su
parte europea, ocasionó

que la misión le tocase
en suerte, sobre todo, a Occidente.
Esta misión, por no ser el hombre un espíritu puro, no pod-ía
cumplirse sin una expansión física por ultramar. Ahora bien, en
esta expansión el cristianismo no ·se presentó solamente como una
religión. Trajo en su estela, como añadidura, un modo de vida
en sociedad fundado sobre estructuras entonces nuevas: el traba­
jo seis días por semana, la farnilia monógama indi_soluble, el
respeto a la mujer igual al hombre en dignidad
y participando
en su vida social, la noción de patria que trasciende la de casta
o tribu,
~l cuidado

de los
otros y del bien común, el espíritu de
mortificación
y de ahorro que proporciona la posibilidad de
financiar ·uno mismo su esfuerzo ... , etc.
El armonioso con junto de estos valores, de orden universal,
pues están por encima de la diversidad de lenguas, razas y cul­
turas, caracteriza a
la civilización cristiana, hasta tal punto en­
vidiada y copiada hoy en sus menores detalles, incluso por aque­
llos que no son cristianos, que es necesario llamarla simplemente
la
Civilización.
Estamos demasiado habituados a no considerar la Historia
más que a través de las guerras europeas. Estos, en el fondo,
sólo fueron un
fenómeno de gestación interior de la CiVilización,
un crisol en donde se fundieron sus diversos componentes. La
verdadera Historia, vista en la per;,pectiva de la consigna del
Evangelio que les he recordado,
y desembocando en la actuali­
dad, es la de las relaciones entre el núcleo primitivo de la Ci­
vilización -digamos, para simplicar,
Occidente-y el resto del
mundo.
De ahí las tres partes de esta exposición:
l.ª dilatación a ultramar de lo que Europa llevaba en sí, lo
malo como

lo bueno: es la
wlowizaci6n;
2.ª
retiráda

de Occidente ante el empuje de las ideas
,que
él
mismo

había engendrado y sembrado: es la descolonización;
490
Fundaci\363n Speiro

LA CIVIUZACION FRENTE A LA REVOLUCION
3.e. enfrentamiento por todas partes, en el mundo, de la Ci­
vilización
y la Revolución: es la actual situación política-estra,­
tégica.
La colonización.
Hoy que se reniega de tantas cosas, está de moda vilipendiar
a la colonización, como si nuestros antepasados hubiesen come­
tido un pecado, mientras que, evidentemente, seríamos
nosotros
los primeros desde el comienzo de la era cristiana en haber com­
prendido caritativamente el problema. Esta opinión tiene tanto orgullo como ignorancia. Es esen­
cial comibatirla, pues al atacar a la colonización, en realidad es
a la civilización entera a la que se quiere desacreditar y des­
honrar.
Si nuestros antepasados se hubiesen limitado a rezar sus _pa­
drenuestros junto a la lumbre, sin moverse de allí, no habría
habido ni evangelización, ni civilización. No hay duda de que
la colonización tuvo
sus rebabas, y ya hablaré de ellas. Pero, ¿ era
necesario hacer como los cátaros y prohibirse toda acción para
no arriesgarse a pecar
?
La Colonización fue, un hecho histórico, bueno o malo según
lo que fuese el colonizador,
lo cual
es necesario guardarse de
confundir con el colonialismo, que es un estado de espíritu apro­
vechador y dominador. Este hecho no constituyó un todo que
se pueda juzgar en bl señar
.y educar. Hubo tantos sistemas de educación como padres,
es decir, como potencias coloniales. Para no complicar la cosa, limitémonos a hacer
'la distinción
entre
cofonización ratólica y colonización protestante, así como
entre colonización anterior a la Revolución francesa
y coloniza­
ción posterioT a la
misma, marcada

por las. ideas que ésta dio
a luz.
l~a colonización católica comenzó en el siglo xvr, cuando los
portugueses,
persiguiendo a sus agresores musulmanes, acometie-
491
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
ron la empresa é!e dar la vuelta a Africa a lo largo de Angola
y Mozambique para ir a contraatacados en su-_ casa, en el Mar
Rojo y en el Océano Indico.
Del
mismo modo, España, habiendo rechazado a Africa al
Islam, desvió hacia América, a
fa que acababa de descubrir, fa
ola de militares que, hasta entonces y durante siglos, se habían
consagrado a la reconquista de la Península Ibérica.
Estas circunstancias, próximas a la cruzada, dieron a los
imperios coloniales portugués y e~ñol nn carácter en donde lo
temporal y
'lo ·espiritual,
a menudo, -estaban un tanto
grosera­
mente mezclados. Sin duda, esta confusión desencadena hoy una
crítica tanto más malévola cuanto que sabemos que, según estos críticos, Franco
y Salazar no son más que unos "fascistas". Pero,_
considerándolo todo,
¿ no resulta preferible a:1 laicismo que más
tarde,
des:Pués de

la Revolución, quiso ignorar el aspecto espiri­
tua:l de

la colonización?
Portugal era un
país demasiado

pequeño para su imperio. Pero
España hizo

un inmenso
esfuerzo económico y cultural en favor
del suyo. Teniendo en cuenta
las dificultades

de una
época en dünde,
por ejemplo, W1 virrey necesitaba seis u ocho meses para obte­
ner una respuesta de la metrópoli, la América
española fue
muy
correctamente puesta en valor, Lima
y Méjico tuvieron univer­
sidades cien años antes de que se hablase
de-a1go
análogo en
América del Norte. Como en
la moderna publicidad, muchos
nombres de ciudades recordaban
a los
indígenas verdades·
reve­
ladas

o
el ejemplo de los santos: San Francisco, Santiago, Tri­
nidad, Santa Fe, Los Angeles,
Sanrta Cruz
...
La América la­
tina, enteramente

católica,
era en

el
siglo xvnr

un país
prós­
pero,

en pleno desarrollo. Si
este desarrollo

se detuvo, si allí aba­
jo se plantean hoy problemas trágicos, es, en gran parte, porque
tuvo
1a desgracia,

como
veremoS,, de

ser descolonizada demasiado
pronto y
JX>r la

violencia.
Francia, por no tener marina hasta después de
salir de

sus
guerras civiles
y religiosas, un siglo después de España, no pudo
reumr en ultramar más que migajas: algunas islas. tropicales en
492
Fundaci\363n Speiro

LA CIVIUZACION FRENTE A LA REVOLUCION
las Antillas o en el Océano Indico, y la·s vastas llanuras, casi
desiertas, del
Canadá y

del Mississipi. Para poblar éstas faltaron
los emigrantes: en la mitad del
sigl.o xvrn, cuando los futuros
Estados Unidos vecinos alcanzaban ya un millón seiscientas mil
almas, no había en ellas más de cincuenta mil colonos franceses.
La absorción era fatal.
Si fuese preciso caracterizar con
una: frase
al conjunto
por­
tugués,

español
y francés, que constituyó la colonización católica
antes de
la Revolución, podríamos decir
que, a
,pesar de sus ta­
ras -dentro de un instante hablaré de la trata de negros- fue
eficaz desde el
pnnto de

vista de
la fe, exento de racismo, cer­
cano a los indígenas y, habida cuenta de las costumbres y posi­
bilidades de entonces, bastante atento a sus necesidades.
La colonización prütestante (anglo-holandesa) fue diferente.
Todas las empresas coloniales, católicas o protestantes, en la
práctica fueron desencadenadas, en mayor o menor escala, por
amor al lucro. Pero según parece ése fue el motor esencial en­
tre los protestantes.
Para los británicos y
los neerlandeses la colonización fue,
primeramente,
un business, un negocio comercial a escala nacio­
nal. Sus dos imperios, so pretexto de anti-papismo, empezaron
con el pillaje de las colonias católicas anteriores. Se erigieron
apoyándose en
una red bancaria muy adelantada solbre su tiem­
po, en su potencial naval militar o mercante, y en una fortísima
emigración anglosa j
orna o nórdica. Gracias a ello pudieron poblar
los Estados Unidos, Africa
del" Sur,
Australia, Nueva Zelanda,
y proporcionar cuadros a sus colonias, pero cuadros altamente
situados, buscando únicamente
la rentabilidad del sistema, vivien­
do
aparte de

los indígenas
y preocupándose muy poco por edu­
ca!"los
o

evangelizarlos.
El gran negocio que hoy se hecha en cara a los cristianos
(especialmente al Papado), es el de la esdavitnd y la trata de
negros, como si
nosotros, con

nuestra actual mentalidad, pu­
diéramos
juzgar las -conciencias de entonces, incluida hasta la de
Cristo,
que, viviendo en una sociedad en donde florecía la es­
clavitud, jamás
ha,bló de

abolirla. Esta abolición, fruto indirecto
49,
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
de la caridad, estaba a punto de operarse por sí sob durante la
Edad M·edia, cuando los cristianos, al contacto con el Islam, se
dieron cuenta de que los musulmanes empleaban masas de escla­
vos negros que iban a capturar a Africa. De pronto, algunos se
pusieron a imitarios
y, cuando se descubrió América, tuvieron
la idea de utilizar también a los negros, sin los cuales hubiese
sido imposible todo desarrollo.
No
defiendo, explico.
La trata de negros por vía terrestre en provecho del Islam
traficó, sin duda, con tm número mayor de individuos que la
trata europea por vía marítima (varios millones en cada caso).
Esta
ú1tima fue

interrumpida al comienzo del siglo xrx, mientras
que la otra· duró hasta nuestros días
y, quizás, dura aún. En ,los
imperios católicos, los negros importados de Africa eran ,bauti­
zados y protegidos por reglamentos muy estrictos. No había nin­
guna protección análoga para los cristianos y cristianas raptados
en el mar por los corsarios
mmmlmanes y confinados en baños.
La
Europa de

Nuestra Señora de la Merced o de San Vicente
de Paúl pensó sobre todo en éstos. Por último, es necesario ver claramente que si
el Papado hu­
biese prohibido
la trata de negros, las potenciacs protestantes no
le
ht.Jbiesen obedecido.
Ahora bien, éstas, por sí solas, aseguraban
los dos tercios del tráfico. Condenar la esclavitud
en los imperios
católicos mientras
que sus vecinos los imperios protestantes la
conservasen, hubiera sido borrarlos del ,mapa y, simultáneamente,
detener toda evangelización.
La Revolución1 francesa marcó profundamente la colonización
europea.
A grandes rasgos diremos que, una vez disipado el" humo de
las guffras napoleónicas, se percibió que, mientras se lucha,ba
en Europa, Inglaterra, discretamente, había conquistado las In­
dias y, victoriosa, con los
despojos coloniales

arrancados a Fran­
cia y España, había constittúdo un inmenso imperio que, pronto,
con cuatrocientos millones de almas, iba
a convertirse en el pri­
mero del mundo.
A los católicos no
les quedaban

más que los restos. España
494
Fundaci\363n Speiro

LA CIVILIZACION FRENTE A LA REVOLUCION
y Portugal, hundidas en sus guerras civiles, no buscaron aumen­
tarlos. Por el contrario, Francia, empujada interiormente por el
genio que la anima, se dedicó durante el siglo XIX a edificar un
nuevo conjnnto colonial, lo más a menudo para proteger a sus
nacionales o defender núcleos cristianos
perseguidos. Los
me­
dios utilizados fueron, con mucha más frecuencia, pacíficos que
guerreros (por ejemplo, "abalorios" o sacos de sal ofrecidos a
los negros para halagarlos). En ,total, el imperio francés, en vís­
peras

de la segunda guerra mundia:l, contaba con
sesenta millo­
nes

de ha:bitantes y estaba clasificado como el segundo del
mundo.
El mayor beneficio aportado por la expansión europea a los
pueblos de ultramar fue la lengua (inglesa, francesa, española o
portuguesa), que les
-permitió comunicarse

con el universo
c1v1-lizado y a sus élites acceder a la cultura.
Por Jo demás,
los- imperiors francés y británico fueron bas­
tante difei-entes.
El Imperio Británico, permaneciendo en la línea de la colo­nización protestante, se caracterizó por su dominador sistema
bancario y comercial, y por su exclusiva preocupación por la
rentabilidad.
La colonización francesa, heredera a la vez de la tradición
católica
y del humanismo laico de la Revolución, .fue mucho más
generosa, más próxima a los indígenas.
La escolarización y fa evangelización, gracias a las misiones, fueron más ¡profundas. El
equipo portuario, de .carreteras, ferroviario
y de hospitales que
realizamos, forma aún lo esencial de la osamenta de nuestras
antiguas colonias. El mal vino de las ideas.
Inglaterra, por haber hecho la guerra a la Revolución
jaco­bina, fue preservada de su virus. El ideal político divinizado en
las colonias británicas fue el ·de la democracia liberal y parla­
mentaria que la metrópoli practicaiba
y el que les impuso al
emanciparlas, sin
·preocuparse rpor

saber si
tqdas estaban
bastante
maduras para
ello.
Francia difundió el culto a 1a Revolución, a sus "gloriosas"
495
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
jornadas de motín y a sus conquistas polí,ticas o sociales arran­
cadas por la violencia. Olvidando la justificación espiritual de
su expansión, dio ejemplo oficial de laicismo y de irreligión,
ejemplo felizmente compensado por el que daban en privado mu­
chos funcionarios, colonos
y militares. De todo ello resultó un
tejido social, en donde, a imagen de la metrópoli, la parte evo­
lucionada
de la élite estaba marcada con las llamadas ideas
libe­
radoras

de la Revolución.
Tal era el clima, cuando hace medio siglo,
y como sanción
a la primera guerrá mundial, se implantó en la Rusia soviética
el comunismo revolucionario que se benefició, desde entonces, de
los medios de acción de un gran Estado.
El comunismo, adversario irreductible de la Civilización, pues­
to que niega los fundamentos cristianos de la misma, comprendió
seguidamente que era necesario no sólo atacarla en su fuente
europea, sino
también alcanzarla: en

donde era menos sólida, en
su
expansión por

ultramar.
Desde 1920, antes, incluso, de que se hubiese estabilizado el
régimen, Lenin fundó en Moscú una "Universidad de los Tra­
bajadores de Oriente",
en. donde fueron formados la mayor parte
de los· agitadores

coloniales desde hace medio siglo, incluidos
Mao Tse Tung y Ho Chi Minh.
Diab61icamente, el comunismo -----que por definición es inter­
nacional y antinacional- tomó partido en ultramar violentamente
a favor de los nacionalismos locales, despertados anteriormente
por el jacobinismo,
y sostuvo todas las aspiraciones a la inde­
pendencia. Pues no fue el
Evangeliot sino

el doctrinario
comunista Jac­
ques Amault quien escribió : "El derecho de los pueblos a dis­
poner de sí mismos, es decir, a separarse y a constituirse en
Estado nacional independiente, es un pritncipio fundamental (sub­
rayado por el autor) del marxismo-leninismo". No existía nada
mejor para disgregar la obra · de Occidente. Ahora bien, este
principio no es un absoluto corno los profesan las. democracias.
Está
subordinado a-1 bien

común nacional o internacional cris­
tianamente comprendido. Los mismos comunistas lo subordinan,
Fundaci\363n Speiro

LA CIVIUZACION FRENTE A LA REVOLUCION
sin atreverse demasiado a decirlo, al "bien común" de la Re-­
volución

mundial (en Checoeslovaquia,
por ejemplo).
Occidente, por haber perdido la llama del espiritu que es la
única que le
hubiese _permitido resistir y

por estar paralizado por
su dejarse llevar democrático,
está muy

mal defendido.
La descolonización, en las condiciones en que se hizo y que
seguidamente veremos, sólo es, en el fondo, el fruto de las ideas
que Europa, extraviada por la Revolución del 89 y por la Re­
volución comunista, había sembrado por sí misma.
La descolonización.
Entendámonos

bien.
La obra colonial, corno toda educación, debía de tener un
final. No critico, pues, el principio de la emancipación, pero sí:
- la ,precipitación que se puso en llevarla a cabo,. incluso sin
tomarse el tiempo necesario para examinar si las fronteras na­
cidas en los azares de la colonización concordaban suficientemente
con los límites tribales;
-
el hecho de que todos 1os casos, hasta
los más aitrasados, se
hayan

tratado de idéntica manera;
-la falta de entendimiento entre las potencias coloniales, no
habiendo pensado cada una de ellas casi en otra cosa que en
ahorrarse trabajo y en huir de sus
responsaibilidades;
-
en

fin, la despreocupación con
· qne
han sido entregados a las
tentaciones internacionales, para hablar como e1 Papa, unos pue­
blos incapaces de

resistirlas.
La primera descolcmizació'11l, la del siglo x1x, podemos hacer­
la comenzar en la
época de

Rousseau y V oltaire, cuando, hacia
1770
y por influencia de la masonería, los gobiernos católicos
portugués, francés
y español, expulsaron de América a los tres
mil
y pico jesuirtas que ~llí constituían los cuadros de más valor.
Los criollos de América española, condicionados por la en­
señanza laica que en adelante les fue dada, maniobrados por la
masonería británica que quería disgregar el Imperio español; ce-
497
,,
Fundaci\363n Speiro

l!AUL AUPHAN
gados por el ejemplo de la independencia norteamericana, se su­blevaron contra
una metrópoli
cuya vigilancia les
impedía enri­
quecerse

demasiado.
La guerra civil duró quince_ años, al cabo de los cuales la
América latina, balkanizada en veinte repúblicas, quedó en ma­
nos de los más ricos
y, como consecuencia, en manos de los
trust y con el putsch como medio casi normal de gobierno. Una
decena de estados latino-americanos están en régimen de dicta­
dura. Países como Bolivia han conocido ciento dieciséis golpes
de estado militares
desde su origen.
Todo esto es resultado no de la colonización, como quisieran
hacernos creer, sino
de una

descolonización egoísta
y desorde­
nada. Aunque algunos pretendan, e incluso ellos mismos
Io preten­
dan, los Estados Unidos de América no son fruto de una des­
colonización,
puesto que

los indígenas. fueron todos rechazados o
exterminados: simplemente son un esqueje europeo de raza blan­
ca
trasplantado al

Nuevo Mundo, que cortó sus raíces con
1a
metrópoli.

Su ejemplo, que perdura hasta nuestros días,
ha he­
cho perder, lastimosamente, la cabeza a los pueblos colonizados
de América o de Africa que se imaginaron poder hacer otro
tanto, cuando, precisamente, la g-ran diferencia que les separa de
los Estados Unidos es que su población está formada por una
parte, incluso a veces por la gran mayoría, de indígenas poco
evolucionados aún. Si la primera descolonización ( en general, la de América) fue
fruto de la Revolución francesa, la
segurwia, la de Asia y Africa,
que.

se está acabando ante nuestros ojos, es algo así como el
re­
sultado y la sanción de las dos guerras mundiales, principalmen­
te de la segunda verdadera guerra civil internacional, durante la
cual, el comunismo, por encontrarse en
el campo vencedor, se
extendió como una epidemia por todo el planeta.
Fue en
Asia en donde comenzó la retirada general de Occi-
dente.
,.
A

causa de 1as discordias· intestinas entre protestantes y ca­
tólicos el cristianismo quedó
al margen en Asia. Las antiguas
498
Fundaci\363n Speiro

LA CIVIUZACION FRENTE A LA REVOLUCION
civilizaciones que allí subsistían presentaban, y aún presentan,
muchos valores respetables, pero por faltarles una metafísica su­
ficientemente sólida eran
y son capaces de hacer contrapeso al
comumsmo.
El resultado obtenido es el Asia comunizaute de hoy, en don­
de únicamente resiste en tierra
firme, aparte
de las catacumbas
católicas chinas, el pequeño enclave vietnamita que antaño ha­
bíamos parcialmente cristianizado.
El
rasgo genial de los comunistas chinos e indonesios fue la
conferencia internacional ( con alrededor de 1.200 participantes) convocada en 1956 en Bandung, en Indonesia.
Bandung fue el primer contacto que tuvieron los dirigentes
asiáticos, que acababan de alcanzar
1a independencia, con los di­
versos partidos revolucionarios de un Africa, aún colonizada, para
excitarlos a hacer otro tanto. Fue la primera reunión de la his­
toria organizada entre
los pueblos de

color (amarillos, morenos o
negros) contra los blancos de Occidente. Fue la chispa con la
cual el Asia sutil prendió fuego al Africa salva je.
Africa había sido fuertemente sacudida por la guerra, bien sea
porque el campo de las democracias incitase a las poblaciones colonizadas a luchar con él contra el fascismo, por tanto de hecho
para el· comunismo, bien sea
porque la

disidencia gaullista diese
a las colonias francesas un peligroso
ejem;plo de

insubordinación
y guerra civil. Durante la época de Bandung el gobierno francés promulgaba
dos leyes de bases, una relativa a la Unión Francesa y otra con­
cerniente a Argelia. Estas dos leyes, estudiadas con
los represen­
tantes

legales de las poblaciones interesadas, habrían constituido
etapas
raciona-les hacia

una mayor independencia, con la condición
de mantenerlas en vigor durante un cierto tiempo. Ahora bien, por una parte la de Argelia jamás fue aplicada.
En efecto, cada uno de nosotros sabe cómo fue engañada la
opi~
nión

por el régimen llevado al poder en 1958 para mantener a
Argelia bajo soberanía francesa,
Cómo éste

pactó con los movi­
mientos revolucionarios terroristas en lugar de combatirlos, como
tenía el
deiber de hacer en

su
,papel de
tutor, y cómo, finalmente,
499
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
so pretexto de autodeterminación, otorgó a este territorio una
independencia que pronto aprovechó para incorporarse al campo
de los enemigos de Occidente. Igual
pasó con

la ley relativa a la Unión Francesa. En el
momento en que veía la luz, la Gran Bretaña iba a buscar a
prri­
. sión a un agitador político para hacer de él el primer Presidente
de su colonia de Gold Coast, bautizada como República de Ghana:
su nombre era N'krmah y demostraría ser comunista.
Pero el desprendimiento británico no dejaba de tener segun­
da intención. Escondía un sórdido juego heredado directamente
del materialismo imperialista de antaño. En efecto, los ingleses
al conceder la independencia a Ghana esperaban seducir y atraer
a la vecina colonia francesa de Togo al bloque de la libra ester­
lina. París, desde entonces, para no ser rebasado, sé vio obli­
gado a conferir a Togo los atributos aparentes de la
soberanía,
reclamados en seguida por otros, con lo cual la ley de bases se
fue
'])Or tierra.
En este trance, el régimen llegado
al poder en
1958

arrojó
apresuradamente a

la independencia a la mayor par­
te de nuestras colonias, incluidas aquellas que no se sentían pre­
paradas y que no la querían, y,
por ósmosis,

arrastró al Congo
belga
y a todo el resto de Africa.
En algunos años una cuarentena de nuevos Estados se en­
contraron independientes, es decir, provistos de un Presidente de
la Repú,blica, de un himno
y de una bandera nacional, de mi­
nistros
y de embajadores, sin que con ello sus problemas que­
dasen resueltos,
p()lr lo
cual resultó necesario el retorno de los
blancos bajo otra forma, la de la cooperación,
puramente tec­
nocrática

y
poco educativa.
En
el termómetro internacional de la ONU, una cifra ex­
presa

la dimisión de Occidente. En su origen, en 1945, la insti­
tución comprendía cincuenta
y una potencias miembros, cuarenta
de las cuales eran
-fruto, más

o menos antiguo, de la civilización
cristiana, y casi
tod~s tenían

más de cien años de soberanía y,
por tanto, de
ex;periencia política.

Hoy en día la sabiduría cris­
tiana ha
sido barrida. La ONU, que todos los años aumenta
con algún minúsculo país autodeterminado (Gambia, isla de Mau-
500
Fundaci\363n Speiro

LA CIVILIZACION FRENTE A LA REVOLUCION
nc10, Lesotho, ... ), cuenta con más de ciento treinta míembros,
muchos de los cuales, por haber accedido recientemente a la in­ dependencia,
Y a menudo por la violencia, votan contra Occidente
y acorralan así a la Civilización, forzándola a la defensiva.
La Civilización, rechazada del tercer mundo, presionada en
sus fronteras
y amenazada interiormente con la subversión, está
en lucha con la perpetua Revolución. La descripción de este fren­
te a frente va a constituir la tercera y última parte de mi ex­
posición.
La Civilización freute a la Revolución.
Desde que Occidente largó sus colonias, afluyeron a éstas
los comunistas de toda obediencia encantados con su suerte. Re­
cuérdese: era la época en que el primer ministro chino Chu En
Lai declaraba "excelente" la situación revolucionaria de Africa, en que
los rusos

se
comprometían a
armar a los Estados más
progresistas del tercer mundo
(Egipto, Siria,

Argelia, Guinea, ... ),
en que Lumum1ba se desataba en
el. Congo

y en
la que Ghana
construía una
base aérea

secreta capaz de servir de escala a los
aviones soviéticos en vuelo hacia Cuba.
Dos razones impidieron entonces que la Revolución lo arras­
trase todo. Por una
parte, y en Africa, la entrometida preci:pitación que
pusieron esos
señores por

infiltrarse en todas partes, lo cual pro­
vocó reacciones, en particular dieciocho golpes de estado mili­
tares en siete años,
y de ellos, nada menos que once en países
francófonos, señal de una cierta sabiduría heredada del pasado
colonial francés.
Porr otra parte, tenemos

como segundo factor antirrevolucio­
nario el enderezamiento
operado en Asia por la guerra de Corea,
por el golpe
de· estado

anticomunista que derribó a Sukarno en
Indonesia,
y sobre todo, por la valerosa intervención americana
en Viet-Nam, que obligó a soterrarse a muchos agentes comu­
ni_stas de

ultramar en espera de ver qué es lo que iba a pasar.
)01
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
Al fallar su jactancioso golpe, la Revolución se dedicó de
nuevo a un trabajo de más larga duración, consistente en coor­
dinar, en enlace con su propia política soviética
o" china, la ac­
ción revolucionaria de las innumerables asociaciones comunizan­
tes, redes terroristas, guerrillas operativas, movimientos de
libe­
ración y partidos más o menos clandestinos que pululan por el
mundo

...
Esta fue la obra, en 1966, de la
Conferencia Tricontinental

de
La Habana, oficialmente llamada "Conferencia de solidaridad de
los pueblos de Asia, Africa y América del Sur", cuyo emblema,
muy exp_resivo, consistía en un globo terrestre sostenido
¡por un
trlpode de

metralletas.
El fin buscado y alcanzado por esta especie de Concilio mun­
dial de la Revolución fue, según la
expresión consagrada,

"cua­
dricular" al
planeta y organizar, país por país, sector por sector,
la lucha contra la Civilización.
Este es el complot internacional permanente que OCcidente
tiene frente a sí. Un doctrinario chino lo declara aJbiertamente en el otro ex­
tremo del planeta. En
efecto, Lin

Piao,
el presunto heredero de Mao, advierte
que la revolución cubana
y la revolución china son las únicas
que partieron de los
campos para
conquistar las ciudades, lo cual
hizo de ellas revoluciones totales, mientras que en el caso de la
revolución francesa
y de la revolución rusa, detenidas-, según él,
a media carrera, son las ciudades quienes, poco a poco, se exten­ dieron por los campos. Elevándose a escala planetaria compara
Europa
y América del Norte con "ciudades", y Asia, Africa y
América latina con "-campos", e incita a estos "campos" a la
lucha revolucionaria
albierta contra
las "ciudades".
Como ven, no tenemos
elección·: tenemos

que
batirnos.
La Civilización que encarnamos está en. contacto físico con la
Revolución en dos frentes antípodas, que llamaré
frente "1!ff'opea
y frente asiwtico.
A grandes rasgos, el frente europeo es el de la OTAN.
Arranca del Mar Artico, en donde reina la marina soviética,
502
Fundaci\363n Speiro

LA CIVIUZACION FRENTE A LA R.EVOLUCION
costea los países escandinavos a los que, desde hace poco, la in­
quietud les lleva a rearmarse, se extiende a lo largo de Finlandia,
recientemente metida en vereda por los soviéticos, corta a Ale­
mania
.en dos,
forma ahora un saliente en Checoslovaquia,
cubre
una Grecia inestable a la que sus militares, oportunamente, im­
pidieron
deslizarse en
el comunismo, deja la perpleja Turquía y
desemboca en Oriente Medio en el conflicto árabe-israelí y en
las reservas mundiales de petróleo que alimentan
hoy a Occi­
dente, pero que son codiciadas por el
bloque comunista,
cuya
producción no cubre ya el consumo.
El frente asiático atraviesa el delgado estrecho que separa
la Alaska americana de la Siberia soviética; sigue por Corea,
como siempre partida en dos; el Japón poderoso
y enigmático,
pero que jamás
aibandonará el mundo amarillo; Forrnosa, que
también tiene la ambición de hacer que sus
hermanos de
color
se beneficien de su extraordinaria expansión; los dos Viet-Nam,
las guerrillas que se están desrpertando
en Laos,

Tailandia, Bir­
mania
y Malasia; Indonesia ocupada en luchar contra un resur­
gimiento de redes comunistas
chinas, y, por último, AustraHa,
cuyo

relativo vacío
puede tentar un día al mundo amarillo.
Esto es lo que se ve y lo que todo el mundo, más, o menos,
conoce ya. Pero como en un iceberg, lo más peligroso es. Jo que
no se ve, o más
bien, como
en· el avestruz, lo que no se quiere
ver, que es lo que voy a
mostrar al

·lector que sea lo bastante
paciente para seguirme.
Po!Y wna parf)e~ los cimientos dos por corrientes de ideas que corroen sus más sagradas estruc­
turas, tales como la religión, la familia o
la patria.
Hasta ahora, aun cuando todo vacilase, existía un
punto fijo,
la

Iglesia. Ahora bien, la Iglesia -no hablo de la Iglesia eterna
de Cristo, sino de su aparato humano
y de todo lo que sostenía
nuestra fe

en las pruebas de la vida- está
en trance
de hundir­
se, de "autodestruirse", según la propia expresión del Papa Pa­
blo VI. Y la moral que había modelado la Civilización sufrió a
continuación la misma suerte, mientras que la sociedad,
al menos
entre

nosotros, tiene ante sus ojos
el ejemplo, constantemente glo-
503
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
rificado por la propaganda, de los medios empleados por el go­
bierno para .llegar al poder hace veinticinco años y mantenerse
en
él.
. En tanto que la Iglesia, en lugar de dejar a sus más inquietos
clérigos pactar con la Revolución, no haya vuelto a encontral'
la

energía necesaria para resistir, es inútil
esperar que

Occidente
pueda defenderse eficazmente contra las. fuerzas que, después de
la
etapa política
de la Revolución (la Revolución francesa) y des­
pués de su. etapa social (el comunismo), preparan una tercera
aún más temible: la etapa cultural y cerebral.
Pvr otra PMte -quiero decir, además del hundimiento moral
del núcleo de la Civilización de que acabo de hablar-, los pue­
blos mal descolonizados
de Asia, Africa o América, prematura­
mente entregados a las tentaciones de la vida internacional, están
sometidos a
la acción revolucionaria, más o menos clandestina,
de redes que aspiran a subvertirlos y que, de rechazo, traen la
subversión a nuestra propia casa.
Veamos a continuación, continente
por continente,
algunos
da tos sobre la conspiración.
En primer lugar, América {la del Sur y después la del Norte).
En
el continente

americano y en
el mar
Caribe todo está ma­
nipulado desde
La Habana por la OLAS (Organización de soli­
daridad. de los países de América latina).
En el último congreso de esta organización se encontraron
veintisiete organizaciones revolucionarias
con los representantes
de

numerosos
movimientos internacionales

de
los que ustedes co­
nocen algunos, al menos de nombre: Federación Sindical Mun­
dial, Federación de la Juventud Democrática, Unión Internacio­
nal de Estudiantes, Organización Internacional de los Periodis­
tas, Comité tricontinental de
apoyo al
Vietnam ... , etc. Ya ven
el género : correas de transmisión de los diversos matices del
comunismo.
La OLAS, explotando una miseria real, busca crear
en América del Sur un dima de guerra civil. Che Guevara, Ca­
milo Torres (el cura guerrillero), Regis Debray son los héroes
de la tesis según la cual, en frase de este último, "la Revolu­
ción
pasa por
la lucha armada".
504
Fundaci\363n Speiro

LA CIVIUZACION FRF.NTE A LA REVOLUCION
De hecho, las guerrillas representan muy poca cosa. Sólo hay
rastros.
Pero los periódicos hablan de ellas, exageran el menor
incidente
y contribuyen así a hacer creer en el éxito de la Re­
volución. Si reaccionan los militares, último baluarte del orden,
en seguida son tildados de "fascistas", no sólo por los agitadore~
cuyo

oficio es ése, sino también por la
initelligentzia liberal de
Occidente, incapaz de comprender que un país al borde de la gue­
rra civil no puede plegarse a los sacrosantos ritos de la demo­
cracia parlamentaria.
La actitud local de algunos eclesiásticos aumenta el desorden.
Son relativamente J_)OCO numerosos, pero la prensa internacional,
manipulada por una red de intelectuales progresistas llamada
IDOC, les hace la publicidad como
si fuesen toda la Iglesia.
Por ejemplo, mientras que en ninguna parte de la prensa ha­
brán leído que una súplica al Papa contra las infiltraciones mar­
xistas en la Iglesia había recogido dos millones de firmas, re­
cientemente, en el Brasil, Monseñor H-elder Cámara, Arzobispo
de Recife, no puede decir nada que no resuene por todas partes.
Es muy normal que dicho
Arzobispo busque

emocionar a la opi­
nión con la miseria de su diócesis. Pero, ¿ qué necesidad tenía de
venir a hablar de la violencia en pleno París, y hacer allí el elo­
gio de Camilo Torres y Che Guevara,
quince dias antes

de la
revolución de mayo?
En el Norte del Continente,. los Estados Unidos, colocados
en situación de menor resistencia moral por una crisis universi­
taria peor que
1a nuestra, están cogidos Hpor las tripas", si me
permiten la expresión, con la cuestión negra.
"Dejad de pillar, poneos a disparar", ordenaba Rap Brown
en 1968 en lo más turbio de las revueltas raciales que, periódi­
camente, y como bajo la batuta de un invisible director de or­
questa, agitan a algunas ciudades de los Estados Unidos. Y
Sto-­
keley Carmicha,el decía: "Nuestro enemigo es la sociedad occi­
dental blanca e imperialista." Ahora bien, Rap Brown y Carmi­
chael (

éste actualmente está en Guinea) fuerou los sucesivos pre­
sidentes de los estudiantes negros no violentos. Juzguen a los
otros ...
505

Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
Los adeptos negros del "Black Power", de "Black P,;1.nthers"
o de_ la organización de los HMau-Mau" reclaman, como sus
congéneres africanos, descolonización e independencia ( es decir,
salida de la Federación), en él seno de uno o dos Estados, más
o menos marxistizados, que. ellos dominarían.
Seguramente el estallido no ocurrirá mañana (2). Pero en lo
inmediato, y gracias a los lazos anudados en La Habana con los
amarillos, todos los negros de América o de cualquier otra parte,
hasta los más sensatos (3),
a,poyan, al

menos moralmente, la
causa de urta paz en Viet-Nam a cualquier precio, incluso al
precio comunista.
Dejemos ahora el Continente americano y volemos con el
pensamiento hacia Africa, pero por el Oeste, sobrevolando el
Pacífico
y el Océan10 IndiCIO lo bastante, justamente, :)J templar al pasar el siguiente espectáculo: los ingleses evacuando,
bastante cobardemente, esta parte del planeta; Rusia soviética
comenzando a deslizarse por allí so pretexto de defender a la
India
contra China, y la misma China apoyando al Pakistán ( 4)
contra la India y cubriendo el Sudeste asiático con los en jam­
bres de su diáspora. Se trata de la revolución que se extiende
de todos modos, sobre todo si los americanos evacuaff el Vietnam.
Y para terminar, henos en Africa.
Una cuarentena de jóvenes Estados sin experiencia política
se ven obligados para vivir y desarrollarse a tener que recurrir
al extranjero, lo cual origina un deber a 'los países desarrollados,
pero al mismo tiempo abre la puerta a toda clase de presiones.
La
mayor parte de estos Estados albergan una embajada soviéti-
(2) Sin eltlbargo, cuando uno sabe cómo se enciende una guerra
civil, no puede dejar de estar inquieto
por la formación en Cuba de una
brigada de voluntarios, todos ellos norteamericános blancos
ó de color,
con el fin oficial de participar en el corte
·de ·ta

caña de azúcar, pero,
de
hecho, preparándose para llevar

un día
la guerra revolucionaria al
suelo de los
Estados Unidos.
(3) Por ejemplo, Martín Lutero King.
(4) Diez mil chinos e'stán trabajando actualmefite en una carretera
estratégica que· une

el Sinkiang·
con la región de

Cachemira administrada
por el Pakistán.
506
Fundaci\363n Speiro

LA CIVILJZACION FRENTE A LA RBVOLUCION
ca, y una quincena de ellos tienen una embajada de la República
Popular China; cabe pensar lo que, en -uno y otro caso, puede
enmascarar la palabra embajada hoy en día, sobre todo en Africa.
Casi en todas partes reina el
sistema de partido

único.
Las opo­
siciones

,políticas, mantenidas
por la rivalidad entre las grandes
potencias y los
brust internacionales, casi no pueden expresarse,
al igual que en América del Sur, más que po-r conspiraciones o
pustch militares, de !os que, según he dicho · anteriormente, ha
habido dieciocho en menos de siete años (habiendo sido el úl­
timo hasta la fecha el de Libia).
Este clima favorece las intrigas subversivas.
Especialistas africanos en terrorismo están
siendo-formados
en centros apropiados de Rusia, de Cuba y, evidentemente, de
China, pero también de Egipto, Argelia, los dos Congos, Zambia
y Tanzania. Es W1 escándalo que demos subvenciones a Arge­
lia cuando ésta acoge las centrales de
múltiples redes
que tra­
ba jan para pudrir al Africa negra, especialmente a las provincias
portuguesas. So pretexto de petróleo, somos cómplices en una
mala acción. China comunista, moral
y económicamente, puso su pie en el
litoral africano del Océano Indico al ofrecer su concurso
para la
edifiCación

de fábricas
y la construcción de mil ochocientos kiló­
metros de vías férreas, que mantendrán a diez
mil chinos
en
Zambia y

en Tanzania, por lo menos, durante diez
años (5).
Por
el momento, la influencia soviética es aún la más in­
vasora. Rusia soviética, explotando su colusión con el Islam medite­
rráneo, utiliza al Islam africano
para sostener los gobiernos

so­
cializantes, más o menos anticristianos, de Sudán, Mali, Guinea, Nigeria ( en donde_ una escuadra soviética recientemente hizo es­
cala)
y, anteriormente, Ghana. Por el contrario, combate a los
de Tchad (6) y Níger, que encuentra demasiado fieles a Occi-
(5) Tómese nota de que la China de Mao ¡ sólo tiene veinte mil ki­
lómetros de vías .férreas
!
(6) A petición del gobierno de Tchad, muchos miles de hombres J)er-
507
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
dente, sirviéndose para ello de un partido clandestino, el Sawaba,
que, como por un azar,
estaba representado
en la Conferencia
de La Habana.
La penetración soviética en Africa tropical tiene su punta
avanzada
en la Guinea portuguesa, limítrofe
con el
Senegal. Di­
cho territorio, con un tamaño aproximado de siete u ocho depar­
tamentos franceses, está siendo aterrorizado por los guerrilleros
de un tal Cabra! (7), al que la Rusia soviética entrega en masa
las más modernas armas, mientras que a las otras redes africa­
nas les coloca trastos inútiles.
¿ Por qué esta diferencia?
La Cosa es bien simple. Si un día Cabra1 llegase a triunfar,
la Revolución dispondría no solamente de un pequeño enclave
costero, sino también del Archipiélago de Cabo Verde que de
él depende, base aeronaval ideal para cortar la ruta marítima
que, dando la vuelta a Africa ,por El Cabo, va desde Europa
hasta
l.os petróleos
de Oriente Medio.
En esta región, en donde Rusia no tiene ningún interés na­
cional que salvaguardar, el imperialismo soviético sólo puede te­
ner
un fin ideológico revolucionario. De hecho, el frente europeo
de
la OTAN está envuelto y corroído en su retaguardia por tres
maniobras envolventes:
- la primera, la más amplia, atraviesa el Africa negra progre­
sista y desemboca en la región de Guinea portuguesa y Dakar,
en donde fos distur:bios son cuidadosamente mantenidos;
- la segunda, que todos ustedes conocen, es más ceñida
y va
por el Mediterráneo, en donde está ahora instalada la Marina
tenecientes a tropas francesas están empeñados en el mantenimiento del
orden. Recientemente,
y empujados por quien se adivina, los hombres
del contingente han pedido no participar en estas operaciones. Según
parece, se
ha accedido a su deseo.
(7) Hay dos hermanos Cabr:;cl, uno de ellos, Almílcar, es más bien
jefe político;

el otro, Luis, es el Comandante del Frente Norte de la
guerrilla Guinea-Bissau.

Estos señores, voluntariamente, dan conferen­
cias de prensa en Argel, Dakar, La Habana ... , etc.
508
Fundaci\363n Speiro

LA <;:IVIUZACION FRENTE A LA REVOLUCION
soviética, que tiene como bases a los puertos de fa orilla islá­
mica desde
Alejandría hasta

Mers-El-Kebir;
-por

último, la tercera se lleva a cabo con las infiltraciones en
el corazón del santuario europeo procedentes de ultramar,
y de
las que daré a continuación, antes de concluir, una ,pequeña
muestra. En los principales países de
Europa que

acogen a la juventud
del tercer

mundo para la industria, existen asociaciones de es­
tudiantes, tales como la Unión Nacional de los Estudiantes de Burundi en Bruselas, o la Federación de ·los Estudiantes de
Africa Negra en París. ¿ Habrá cosa más normal y, en apa­
riencia, más inocente? Pero también, ¿ acaso no es fácil utilizar
a estas asociaciones, muchas de las cuales están subvencionadas,
para establecer un puente entre los medios universitarios o es­
colares de Europa y las capitales de ultramar, en las que no
faltan los lazos con la
conspiración intercontinental?
De lós trabajadores argelinos, tan numerosos en· Francia y
reclutados siempre por el FLN, que ahora es
el partido único
que suefia
con el "desquite de Poitiers", no hablo más que para
recordarlos.
La verdad es que no tenemos la menor duda de que vivimos
en un hormigueo de pequeñas redes revolucionarias que orgá­
nicamente se ayudan entre
sí y de las que sólo, de tarde en tarde,
percibimos afloramientos fugitivos. Por ejemplo: un curioso
HCo­
mité
árabe

de apoyo a los pueblos célticos"
(y pueblos célticos
son tanto los irlandeses o los galeses como
los bretones);
un
"Comité Portugal libre"
alimentado con

desertores
portugueses
por el Creciente Rojo argelino que, singularmente, desborda así
su misión legal; una antena del "Black
Pawer" instalada en
Neully; la organización terrorista árabe
"El Fatah"
con un
stand publicitario en 1a Sorbona ocupada en mayo de 1968 ... , etc.
U
na vez desenmascarada la agres.ión para que cada uno esté
en condiciones de
combatirla con

todos los
me4ios lícitos
que
estén a su alcance, quisiera concluir con una nota de esperanza
que me dilata el corazón.
)09
Fundaci\363n Speiro

PAUL AUPHAN
Todo reino dividido contra sí mismo perecerá, nos dice el
Evangelio. Ahora bien, en este aspecto
y de momento, el partido de la
Revolución
supera al campo de la Civilización. Pnr razones mu­
cho más raciales que ideológicas se ahonda
el foso entre Moscú
y Pekín (8). Necesitaríamos otro artículo para
exponer el sutil juego que
motiva la disputa entre el régimen soviético, quebrantado en el interior e intentando estabilizar su poderío exterior en el apo­
geo adonde
él mismo lo llevó, y la orgullos_a China que, como en
tiempo de Gengis Khan,

ambiciona dominar Asia gracias a su
masa demográfica
y sus laboratorios atómicos o bacteriológi­
cos. No se puede excluir ni la hipótesis, de consecuencias im­
previsibles, de un ataque ruso preventivo .antes que los chinos
dispongan de grandes cohetes, ni la de la reunión contra
Occi­
dente

de las dos grandes potencias comunistas, si un día, en cada
una de ellas, predomina la misma tendencia
ide@lógica y liquidan
el
litigio fronterizo.
Entre

ambas, los Estados Unidos de América, generosos pero
cansados de su papel de guardianes de la paz, que poco a¡poyados
por

la vieja
Europa, se
preguntan si-teniéndolo todo en cuenta no
les
vaJdría más

preocuparse de sus cosas
y asegurarse, creen
ellos, treinta a:ños de prosperidad económica al inundar con sus
productos el continente asiático en lugar de bloquearlo
...
Ante

la incertidumbre del porvenir necesitamos, igual que
cuando hay bruma, agarrarnos firmemente a algunas reglas
simples.
Y

o propongo dos :
!.• Na pactar jamás can la Revolución,. A este respecto, la
colusión de

muchos clérigos con ella
y la política sistemática­
mente
pro-soviética .practicada

entre nosotros, me parecen trai­
ciones.
(8) En algunos aiios, los cambios comerciales entre la China roj"a
y la Rusia soviética han caído de 2.000 miJlones de dólares a menos. de
90 (cifras dadas recientemente por Gromyko).
510
Fundaci\363n Speiro

LA CIVILIZACION FRENTE A LA REVOLUCION
2.ª Purificar la Civüización por una especie de retorno in­
dividual y global a sus fuentes cristianas, para que Occidente,
desembarazado de las mentiras que antiguamente profanaron su obra, pueda, a pesar de la ruptura de
1a descolonización, proseguir
caritativamente en ultramar
la misión civilizadora que por sus
orígenes tiene.
PATRIA -NACION -ESTADO.
por J ltAN ÜUSSET.
l. ESTA COMUNIDAD SOCIAL DE LA QUE SOMOS HIJOS
II. DEFINICIONES PROPUESTAS
III. LA EDUCACION DEL PATRIOTISMO
IV. EL INTERNACIONALISMO
V. LA

NACION CONSIDERADA COMO ABSOLUTO
VI. UNIDAD DE RAZA Y UNIDAD DE LENGUA
VII. ERROR DE UNA CONCEPC!ON DEMASIADO DESENCAR­ NADA DE LA NACION
VIII. ERROR DE UNA CONCEPCION MATERIA[.!STA DE LA PATRIA O DE LA NACION
IX. MAQUIAVEI.!SMO O TOTALITARISMO ESTATAL
144 págs. 75 ptas.
511
Fundaci\363n Speiro