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Trescientos años después... El recuerdo del Franco Condado de Borgoña

TRESCIENTOS ~OS DESPUES ...
EL RECUERDO DEL FRANCO CONDADO DE BoRGOÑA.
POR
FRANCISCO JOSÉ F.BRNÁNDEZ DB LA ÜGOÑA.
1974 fue testigo de un inadvertido centenario. El tercero de la
Conquista del .Franco Condado de Borgoña por los ejércitos de
Luis
XIV. Sin caer 'en delirios reivindicatorios, tRD exttavaga¡ires
como no ajenos a determinadas plumas hispanas en pasados años de
imperios, pienso que es deber
moral de
los españoles del siglo
xx
recordar a quienes tan sinceramente y en ocasiones tan heroicamen­
te se sintieron durante ciento cincuenta años, y entiendo adeniás que
su recuerdo puede aportarnos ideas valiosas que no por olvidadas
han perdido su fecundidad. Y tRl vez muchas de las dificultades ac­
tuales nazcan de ese olvido. Replanteamos viejos problemas, tRD vie­
jos como la historia pero que
acompañarán al hombre hasta el fin
de
los siglos, es el humilde homenaje que quiero rendir a aquellos
españoles de los siglos
X:VI y XVII que vivieron felices sirviendo a
una misma religión, la católica, apostólica y romana, a una misma
patria, la universal monarquía
espafiola en

la que
estaba cordial­
mente

integrado el Franco Condado de
Borgoña y a un mismo rey,
el de
las Españas.
Puede

parecer
exttaño a
las alicortas
mentR!idades nacionalistas
de

nuestros
días el liablar de
los españoles del Franco Condado de
Borgoña. No lo
era para

ellos, que dieron
más que sobrados testi­
monios

de que se
sentían hispánicos

en
lo más profundo de su co­
razón. Porque España era entonces no sólo los viejos reinos penin­
sulares sino también Flandes, el Rosellón, Nápoles, Cerdeña, el Con­
tinente recién descubierto,
las Indias portuguesas y las lejanas Fili­
pinas, lo que en fin se llamó,
esta vez

con
toda verdad, el Imperio
español en cuyos dominios no se ponía el sol.
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Y eran espafíoles no por la fuerza de las armas que oprimían li­
bertades y conciencias, sino exclusivamente por el amor y el interés
de los súbditos que se sentían orgullosos de su vinculación a la mo­
narquía española, de sus soberanos y también de sus peculiaridades
y privilegios que aquélla y aquéllos protegían y respetaban.
Si algo no eran los borgoñones del Franco Condado, era france­
ses. Fueron
sus seculares

enemigos aunque hablasen una misma len­
gua. Francisco Elías de Tejada en su obra "El pensamiento político
del Franco Condado de Borgoña"' (1), que seguiremos, aun sin
citar­
la expresamente, en numerosas ocasiones, nos da abundantes pruebas
de ello y de la existencia de unos espafíoles que' gritaban "Vive l'Es­
pagne" cuando combatían a unos invasores que también hablaban francés.
Porque puede haber nación con distintas lenguas
y con territo­
rios separados por miles de
· kilómetros.

Ese es el testimonio que
durante 150
años dio el Franco Condado, fidelísimo a la monarquía
hispana
y arrancado de ella por la fuerza de las armas que rio por la
voluntad de sus habitantes.
Podrían multiplicarse las citas: así Edouard
Oerc hablaba
en
1856, doscientos años después de la conquista de los "temps oú la
nation franc-comroise, mute ·espagnole, sinon de moeurs? du moin
du coeur,
amoureuse· de
son roi,
selon l'expression
du
Pa:rlament,
voyait dans l'Espagne le palladium de toutes ses libertés" (2). Y
afia.día: "Cette forme siogulitte ~e gouvernement, ... ·etait bénie et
cherie du pays . . . De la Sallne au Monte-Jura, dans les villes, dans
les villages et dans les simples hameaUX, un m&ne sentiment faisait
battte les coeuts, et l'on n'y efrt trouvé homme du peuple qui
n' efrt donné

mille fois sa vie pour Dieu
et l'Eglise, pour la cour de
Dole
et l'Espagne" (3). Lo que confirma ahora un español de la
península, Saavedra Fajardo con estas palabras: "¿Qué guerras, qué calamidades, qué incendios no ha tolerado constante
el Condado
(1) Analej de la Unit1ersidad Hispalense, vol. XXVI, 1966.
(2)
/ean Boyvin, P,e1ident Ju Par/ement de Do/e, sa vie, ses écril1, sa
co"espondance politique, pub/iée par la p,emiere fois, Besan~on, Bintot,
1856, pág. v.
(3) Idem, pág. v.
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de Borgoña por conservar· su obediencia y su lealtad a su rey? Ni la
tiranía
y bárbara crueldad de los, enemigos, ni la infección de los
elementos,

conjurados
rodos contra ella, han podido derribar su COl!S­
tancia. Pudieron qnitar a aquellos fieles vasallos las haciendas, las pa­
trias
y las vidas, pero no su generosa fe y amor enttaiíable a su señor
natural" (4).
Bajo la monarquía española vivieron los habitantes del Franco
Condado plenamente sus libertades, costumbres
y franquicias. El
Conde de Borgoña
y rey de las Españas era · su más firme garante
y valedor. El hacía bueno el aforismo de que son los reyes para los
pueblos
y no éstos para los reyes, y el pueblo le correspondía con
el amor
y la fidelidad. Ellas de Tejada da una inacabable lista de
ilustres borgoñones que florecieron bajo Carlos V, Felipe ll, el mo­
narca bienarnado como reconocen los mismos franceses, Isabel
Clara
Eugenia y su marido el archiduque, Felipe IV y Carlos ll. Figuras
eminentes

algunas
y distinguidas las restantes, orgullosas rodas ellas.
de

su pequeño condado
y de la superior unidad de la Monarquía (5 ).
Porque
eran un

país libre que se sabía
tal hasta
la invasión
fran­
cesa.

Entonces perdieron Parlamento, Universidad
y modos pecu,lia­
res de vivir para convertirse en una provincia más, sujeta al abso­
lutismo del Rey Sol Y su capital "Dole la joyeuse redevint Dole
la dolente" en lapidaria frase de Emile Longin (6). Y Eugene Rougebief escribirá en su Historn de la
Franche­
Comté

(7): "Sin embargo, el pueblo del
Franco Condado
debía con­
servar mucho tiempo sus viejas cosmmbi:es, sus- viejas- ideas, su vie­
jo espíritu nacional: colocado entre su porvenir
y su pasado debía
largo tiempo conservar sus simpatías hacia España, sus antipatías
hacia
Francia. Pasará

un siglo sin que pueda habituarse a creerse
(4) Biblioteca de aulore.r españoles de Rivadeneyra, Madrid, 1926, pá­
ginas 155 b-156 a;
(5) Ver también el trabajo de Juan Valiet. de Goytisolo Las legitimas
según C/aude Chifflet (1542-1580), ;urirta· del Franco Condado de Borgo­
ña en el período español, en «Anuario de D~ho Civil», julio~septiembre
de 1974. ·
(6) E. Longin: La nalion flamande á l'Université de Do/e.
(7) Pág. 556 ..
'
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francés sin que pueda olvidar nada ni nada aprender. Permanecerá
grave, austero, triste; protestará por sus costumbres, por su aisla·
miento, por sus actos contra su nueva existencia; conservará la daga
y la barba española; continuará enterrando a los muertos con el
rostro hacia el suelo y la espalda vuelta a los vivos; y seguirá diciendo
cuando cruce el Saona: "Voy a Francia", como si fuese a un
país
extranjero. La adhesión del habitante del Franco O,ndado a la mo­
narquía espafiola y su
repulsión á la francesa se explican. Con la
primera se sentía honrado y libre, con la segunda dejó de sentirse
libre para sentirse humillado. La dominación de los príncipes espa­
ñoles no les molestaba o, -todavía mejor, esa dominación no existía,
ya que la lejanía de la metrópoli la hacía invisible. Además, al otro
lado de

los Pirineos se sabía apreciarles en su justo valor y se les
testimoniaba una estima
· que

les enorgullecía, se hacía justicia a su
valor, se proclamaba su adhesión y se reconocía su fidelidad; se nom­ braban entre ellos embajadores, hombres de estado, ministros, presi­
dentes, consejeros, cancilleres, generales, virreyes; se les tenía entre
los mejores soldados de aquella famosa infantería espafiola que fue
considerada mucho tiempo la primera de Europa. El del Franco
Condado no olvidaba que el gran emperador Carlos V había siem­
pre estimado su "buen
O>ndado de

Borgoña", que el tacitucno Fe­
lipe IV lo había amado tanto: y todos estos recuerdos de estima, de
benevolencia, de libertad, este sentimiento íntimo que predispone
al
montafiés a

resistir más que cualquier otro el asalto de
las ideas
nuevas

y de
las armas extranjeras, explican que el habitante del
Franco
O>ndado se
aclimatas.e tan lentamente al sol de Francia. Di­
gamos, además, que Francia había
come02ado por

humillar a este
pueblo".
La cita es larga pero definitiva. Difícilmente se podrá escribir
en francés mayor elogio de la monarquía española como el que aca­
bamos de traducir. Por ello,
la conquista francesa pudo ser califica­
da por otro escritor de esa nacionalidad, L. de Piepape, como "le
grand naufrage de la nationalité comtoise" (8).
Cerremos con un
iiltirno testimonio francés -solamente fue es-
(8) Histoire de la re11Bión de la F,ande-Comté á la France, pág. 455.
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pañol el de Saavedra Fajardo- esta áurea cadena de alabanzas al
modo de
gobernar la

tradicional monarquía española. Es Voltaire
quien en "El siglo de Luis XIV" nos dice (9): "Esta Provincia tenía el nombre de libre
y lo eta en efecto: los reyes de España eran
mucbo más sus protectores que sus seiíores. Aunque sujeto al Go­ bierno de Flandes, bien poco dependía de
él. Toda la administración
era compartida
y disfrutada entre el Parlamento y el Gobernador del
Franco Condado. El pueblo gozaba de grandes privilegios, siempre
respetados por la Corte de Madrid que cuidaba una provincia celosa
de sus derechos y vecina de Francia. Jamás ningún pueblo vivió bajo
una administración más dulce ni fue más fiel a sus señores. Su amor
por la Casa de Austria se conservó durante dos generaciones; y este
amor era en el fondo el amor a su libertad.
En resumidas cuentas,
el

Franco Condado
eta un pueblo feliz".
Podríamos
parafrasear al clásico: Dichosa edad aquella en la
que los pueblos eran felices. ¿Qué
ha pasado desde entonces? ¿Por­
qué hoy no se respeta autoridad divina ni
humana y todos tienen el
íntimo convencimiento de sufrir la. opresión y la tiranía? Porque
la democracia es falaz y la libertad abstracta una quimera. Porque
los hombres no se sienten protagonistas de sus propias vidas sino
manipulados por una sociedad
inhumana y despótica. Porque el elec­
tor consciente en el momento de introducir su papeleta en la urna
siente una íntima sensación de que -no es más que un juguete en
manos de fuerzas deconocidas y formidables. Porque el gobernan­
te busca antes su propio interés y el de su
partido, equipo
o cama­
rilla que el del pueblo. Por eso hoy no existen fidelidades como
las
de entonces. Por eso hoy nadie iría a la muerte por Ford, Breznef
o Giscard d'Estaing como iban los españoles del Franco Condado
de
Borgoiía por

Charles II. Queda todavía el amor a
la patria, esa
patria empequeñecida por los criterios estrechamente nacionalistas
del siglo XIX, capaz en casos limite de llevar al supremo sacrificio.
Pero aún eso está hoy perdiéndose en un materialismo egoista. Los
españoles de
Borgoiía fueron

felices con
otra escala de valores: una
patria
tan ancha como el mundo pero que nada tenía que ver con
(9) Oe11vres historiqNes, París, Gallimard, 1957, pág. 701.
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los ecumenismos o supranacionalismos de hoy. Era universal pero
t0ralmente distinta de Francia, de Inglaterra o del Imperio.
Una re­
ligión

que consolaba
el vivir y por la que valía la pena morir. Y un
rey que lo era por
el amor y la justicia y bajo cuyo cetro el súbdito
se sentía libre y feliz.
Es Voltaire quien lo dice.
Que
el testimonio de estOs españoles de antaño nos muestre a
los que hoy vivimos en lo que resta de las
Españas andaduras
dis­
tintas a las que nos empeñamos en recorrer y que conducen, bien lo
sabemos, a la íntima insatisfacción que aqueja a los que nos debati­
mos en este mundo sin honor
ni fidelidades.
El emprender los ca­
minos nuevos, o, mejor dicho, el redescubrir los antiguos entre la
hojarasca levantada por el absolutismo, la Revolución y todas sus
hijuelas sería el mejor homenaje a quienes murieron ante
una aplas­
tante

superioridad enemiga por querer seguir siendo españoles y al
mismo tiempo

el mejor servicio que podemos hacer a España
y a
nosotros mismos.
BREVE SINTESIS D~ MORAL SOCIAL, NATURAL
Y CRISTIANA
f()R
MIGUEL IBAREZ PEREZ
I. DOCTRINA SOOAL CRISTIANA
JI. PRINCIPIO DE NO CONTRADICCION
UI.
LIBERTAD,
DIGNIDAD,
RESPONSABILIDAD
IV.

PROPIEDAD
PRIVADA Y
BIEN COMUN
V. CUERPOS
IN'l'ERMEDIO& Y PRECEPTO· MORAL

DE SUB­
SIDIARIEDAD
VI. EL ERROR MODERNO
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