Índice de contenidos

Número 289-290

Serie XXIX

Volver
  • Índice

Juicio de Juan Ginés de Sepúlveda sobre fray Bartolomé de las Casas

JUICIO DE JUAN GINES DE SEPULVEDA SOBRE
FRAY BARTOLOME DE
LAS CASAS
POR
]ULIÁN GIL DE SAGREDO
Razón de este estudio
Sobre la próxima celebración del V Centenario del descubri­
miento de América se ciernen
los negros nubarrones de la Le­
yenda negra, que inconscientemente forjó Fray Bartolomé de
Las Casas. En la preparación
de la gran efemérides, el Gobierno
socialista que hoy padece España, arrastrado por su sectarismo,
no sólo desvía la atención de
la evangelización del Nuevo Con­
tinente, punto-clave de aquel magno acontecimiento, sino que
substituye el concepto «descubrimiento»
por el concepto «en­
cuentro», ron lo cual coloca al mismo nivel la barbarie y la ci­
vilización; y no contento con ello, centra los planes conmemo­
rativos del centenario en la exaltación de las llamadas culturas
aborígenes abortadas por los conquistadores, con
lo cual viene a
fomentar, secundar y propagar voluntariamente las campañas de
Llega, pues, el momento
de analizar la figura histórica de
este personaje, confrontando los desmedidos elogios que le
pro­
sus críticos. Y dado que quienes mejor pudieron conocer a
Fray Bartolomé de Las
Casas fueron sus mismos contemporáneos,
y especialmente aquellos con quienes mantuvo estrecha relación
por el contraste y discusión de sus respectivas opiniones y doc­
trinas, hemos escogido a estos efectos el testimonio de Juan Gi­
nés de Sepúlveda,
el cual, por ser su coetáneo y al mismo tiempo
1301
Fundaci\363n Speiro

JULIAJ.t GIL DE SAGREDO
su más leal contrincante en las lides teológicas y jurídicas, puede
ofrecernos una semblaza cabal del gran debelador de la coloni­
zación
hispana en América.
Composición de lugar
En 1975 el Consejo Superior de. Investigaciones Científicas
publicó la obra de Angel
:Losada, Ap~logía, que versa sobre la
célebre polémica que sostuvieron Juan Ginés de Sepúlveda
y
Fray Bartolomé de Las Casas en torno a la acción colonizadora
de
España en América y

a los principios
que debían regirla. Se
trataba de dirimir la justicia o la injusticia de la empresa, en el
fondo, si era lícita o ilícita la· guerra contta los indios. La polé­
mica
se desarrolló en las dos Juntas convocadas al efecto en Va­
lladolid en 1550 y 1551 por el Emperador Carlos I de España,
y suscitó desde
d principio doctrinas y opiniones contrarias y
contradictorias entre los eminentes juristas y te6logos de aquella
gloriosa
época. Ambos personajes, Sepúlveda y Las Casas, clis­
cutieron en aquellas Juutas el tema de la colonización y la guerra
a la luz
de la Teología y del Derecho. Aquellas disertaciones en
pro· y en contra de la acción colonizadora fueron posteriormente
recogidas y recopiladas por sus autores. De
ahí que existan dos
apologías,
la de Sepúlveda en defensa de su tesis contra Las Ca­
sas y la que publicó Las Casas en defensa de su tesis contra Se,
púlveda. Angel Losada ha reunido ambas apologías en su obr.i
según el texto latino con que aparecieron en su primera edición
del siglo
XVI y '-hablando en términos agonísticos--- las ha en­
frentado entre sí, para que cotejando unos argumentos con otros
pueda
el lector deducir sus particulares conclusiones.
Losada, por su parte, expone las suyas con las siguientes
palabras: «Las Casas, adelantándose a nuestros tiempos, se sitúa
en
un· plano supranacional y expone una doctrina defensora de
los derechos· del hombre sin distinción, cuyos principios hasta
nuestros días no han sido aceptados sino en teoría, que no en
la práctica, por la comunidad de naciones. Fustiga las violaciones
1302
Fundaci\363n Speiro

JUICIO SOBRE FRAY BARTOLOME DE LAS CASÁS
de su época a tales derechos, sirviéndose naturalmente del ejem­
plo que él tenia a mano, los indios de América ... Los poderes
públicos de España tomaron muy en serio las amonestaciones del
obispo de Chiapa y legislaron
en parte de acuerdo con ellas.
En el extranjero, en cambio, se airea solamente la violación de
los principios cometida por los españoles, pero no la exposición
de los mismos y su
aceptación por la legislación, obra también
de los españoles y sólo de los españoles». Nos permitimos recti­
ficar de pasada la opinión de Losada,
ya que Las Casas, para pro­
teger a los indios, patrocinó y favoreció la importación y esclavi­
tud de los negros de Africa, negando con su mal ejemplo su
teórica defensa de los derechos humanos sin distinción. Este es­
tudio, por lo demás, no pretende analizar ni confrontar las teo­
rías opuestas sobre
la guerra que sostienen sus protagonistas, sino
examinar
el juicio que Sepúlveda tenia formado sobre su anta­
gonista Fray Bartolomé de Las Casas, juicio que sin peligro de
error puede deducirse de
la exposición de su doctrina, de la re­
futación de la contraria y de la forma y estilo al que trasvasa su
pensamiento. Y como la credibilidad
y garantía de un juicio depende, por
una parte, del conocimiento y ciencia del que lo emite
y, por otra,
de su veracidad y honradez, habré de añadir
por lo que r.especta
al factor ciencia, que Juan Ginés de Sepúlveda, 1490-1573, fue
uno de los grandes humanistas españoles del Renacimiento y que
estaba dotado de una cultura tan extraordinaria, que, quien bien
podía calibrarla, Erasmo de Rotterdam, le elogia como el más
ilustre escritor de su tiempo. Dicho testimonio merece especial
ponderación, puesto que
brotó de la pluma de su adversario in­
telectual,
ya que, en la controversia doctrinal sobre la coloniza­
ción hispana, Erasmo tomó
partido por Las Casas, viéndose obli­
gado Sepúlveda a refutar simultáneamente los argumentos aduci­
dos por uno y por otro. Entre sus notabilísimas obras de Filo­
sofía, T eologia, Derecho e Historia, sobresale por su solidez
doctrinal, por su agudeza y
por su erudición Diáto gos sobre las
¡ustas causas de la gue"a, base de su apologia.
Y por lo que. respecta a su veracidad y honradez, segundo
1303
Fundaci\363n Speiro

JULIAN GIL DE SAGREDO.
factor de credibilidad, baste tener presente que el gran Empe­
rador Carlos lo escogió para Capellán de su Corte. Tanto por
raz6n
de su ciencia y sabiduría que atestiguan sus obras, como
por raz6n de su honradez y lealtad que acreditan su digoidad
sacerdotal y su cargo como Capellán del Emperador, el juicio de
Sepúlveda merece crédito y asentimiento general.
Veamos ahora lo que aquel extraordioario apologista pensaba
sobre
Las Casas.
Exposición del juicio
La Apologla de Sepúlveda consta de una introducción, una
primera parte donde expone cuatro argumentos a favor
de la
licitud de la guerra contra los indios, una segunda parte donde
refuta los siete argumentos esgrimidos por
Las Casas contra la
licitud de la guerra y una conclusión donde ratifica su doctrina
con la autoridad del Sumo Pontífice y de la Iglesia. La primera
parte, de carácter exclusivamente doctrinal, no contiene alusión
alguna a su opositor, pero la introducción dirigida al obispo
Antonio Ramírez, fiel copista de los argumentos lacasianos, la
segunda parte ordenada a su refutación y la conclusión poseen
elementos suficientes para configurar
el juicio que Las Casas me­
recía a Sepúlveda.
A) Elementos de ¡uicio deducidos de la introducci6n.
l. En la parte introductoria de su Apologla Sepúlveda ex­
pone la razón de su obra, a saber, refutar un comentario dd
obispo Antonio Ramírez, que resume la doctrina de Las Casas.
«Defiende
-son sus ,palabras-la causa honestísima y justísima
de nuestra
nación y del Príncipe contra la pertinacia de algu­
nos ... », haciendo alusión clara a Las Casas, cuya doctrina había
recogido
el obispo. Pertinacia, he aquí la cualidad característica
del obispo de Chiapa. Fue terco y tenaz en
sus ideas hasta su
muerte a los 92 años.
1304
Fundaci\363n Speiro

JUICIO SOBRE FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
2. Añade Sepúlveda: «Jamás podría comprender que te de­
jaras arrastrar hasta el extremo de servirte de tu ingenio y doc­
trina para un fin tan bastardo». Teniendo presente que el obispo
Antonio Ramírez reproducía los argumentos de
Las Casas contra
la colonización española en América y que esa actitud era perju­
dicial para España y para la Cristiandad, Sepúlveda considera
bastardo
el fin perseguido por el obispo, que era el mismo que
perseguía
Las Casas. Y como quien persigue un fin bastardo en
cierto
sentido puede ser calificado como bastardo, Sepúlveda in­
directamente llama bastardos a uno y

a otro.
3. Y continúa: «Casi toda
tu argumentación está inspirada
en quienes con calumnias y de manera inmoderada e imprudente}
por no decir algo peor, al atacar mi tesis, atacan las causa jus­
tísima de nuestros Reyes y de nuestro Estado». Dado que el
opúsculo o comentario, como dice Sepúlveda, poco o nada ofre­
cía de su propia cosecha,,
es decir, dado que el opúsculo era re­
producción literal de la doctrina de Las Casas, los términos refe­
rentes a calumnias, inmcxleración e imprudencia, recaen indirec­
tamente sobre Las Casasa, que era el inspirador de aquel co­
mentario.
4. Item más: «Asi rechazaré las calumnias, no tuyas ... , sino
de cierto individuo
lleno de ambici6n y aun contaminado de peores
enfermedades del alma,
quien estoy seguro que ha hecho todo lo
humanamente posible para engañarte». Califica a Las Casas, sin
nombrarlo, como calumniador, ambicioso y embaucador
o enga­
ñador.
5. Denuo:
Las Casas, dice Sepúlveda, fabricaba situaciones
y estados de la cuestión no propuestos por
él y de esta manera
maniobraba con argumentación maniquea, creando tesis imagina­
rias para refutarlas con toda comodidad. Por ello Sepúlveda
reacciona así ante el obispo.: «¿Qué otra cosa haces sino empe­
zar ofendiendo ya desde el umbral ... y mostrar las artimañas de
aquellos en quienes te inspiraste?».
6. Más aún: «Buscas apoyo, añade Sepúlveda, en
falsa; acu­
saciones y mientes al as~rar que yo protejo las injurias e im-
1305
Fundaci\363n Speiro

JULIAN GIL DE SAGREDO
píos latrocinios, que mi libro precisamente ataca». La imputa­
ción de acusador falso
y mentiroso es clara.
7. Toda vía: «A menos que no hayan leído mi libro o si
lo
leyeron, a falta de costumbre. de leer obras de carácter un tanto
culto,
no lo entendieron». Duda Sepúlveda de la cultura de Las
Casas, tanto por no estar acostumbrado a leer obras de carácter
culto, como por
no entender su libro, a juzgar, por la forma de
interpretarlo.
B) Elementos de ¡uicio deducidos de la segunda parte.
En la segunda parte de la Apologla, Sepúlveda refuta los
siete argumentos de
Las Casas, con los que intenta probar que
la guerra contra los indios es injusta;
y respondiendo al sexto
razonamiento u objeción, relativo a los muchos males
y pecados
que implica la guerra, afirma:
«Los que tratan de impedir tal
expedición -la guerra-, para que los bárbaros no caigan en
poder de los cristianos, no favorecen humanamente a los bárba­
ros, como ellos se proponen; yo diría que lo que pretenden
es
privarlos cruelmente de muchísimos y grandes bienes, los cuales,
por su ignorante e i_noportuna sentencia1 o ~e los guitan del todo
o se los brindan con muchísimo retraso». Sepúlveda llama a
Las
Casas ignorante y e inorportuno.
C) Elementos de juicio deducidos de la conclusión.
l. En la conclusión de su Apologla, hablando de los bene­
ficios que
se seguirían de su publicación, dice: «De la edición
de
mi libro se seguirán los siguientes grandísimos bienes: se su­
prime el gran escándalo e infamia de nuestros Reyes y nación,
de los que
se cree vulgarmente por la doctrina falsa o mal inter­
pretada de algunos teólogos, que estos bárbaros han sido injusta
y tiránicamente sometidos a su poder,
como hace poco declaró
alguno muy desvergonzadamente».
De estas palabras se infiere que ya entonces, en pleno si­
glo xvr, a raíz de las calumnias levantadas y propaladas por
1306
Fundaci\363n Speiro

JUICIO SOBRE FRAY BARTOLOMB DE LAS CASAS.
Las Casas sobre la conquista de América, se había formado una
opinión general dentro de &paña, que redundaba en gran
escán­
dalo e infamia de los Reyes y de la nación. De esas palabras se
infiere también
el bajo concepto que tenía Sepúlveda sobre Las
Casas, al considerar su doctrina falsa y al él mismo como un
desvergonzado.
2.
En el apartado XVIII relativo a la discrepancia de opi­
nión sobre la colonización entre el rey y su confesor, opina Se­
púlveda que los autores en general mantienen su mismo criterio,
«salvo unos muy pocos,
co"ompidos por la ambici6n, que se
oponen a
la verdad a sabiendas y pertinazmente».
3. En los apartados XXIX, XXX, XXXI y XXXII confirma
su tesis de la licitud de la guerra contra los indios con la autori­
dad de Aristóteles, San Agustín, San Ambrosio, San Gregario,
Santo Tomás, &coto, Lyra, Roa, Mayor, Castro, Guevara, Mon­
talvo, Moscoso, Femando V aldés, Pedro Ortiz, Pedro de Soto,
Egidio, Honcala, Herrero, Carvajal, Esbarroya, Arcos, Mendoza,
Santa
Cruz, Diego de Vitoria y su hermano el célebre Francisco
de
Vitoria, autoridad esta última que Sepúlveda aporta a su fa.
vor porque en sus «Relecciones», base del Derecho de Indias y
del Derecho Internacional moderno, considera entre otros como
título legítimo
para la intervención armada la liberación de los
inocentes que eran sacrificados a
los ídolos. El mismo Las Casas
afirtna en su Apología que Francisco de Vitoria en la segunda
parte
de su ptimera Relección adujo ocho títulos, por los cuales
los indios
podían entrar bajo la jurisdicción de los españoles.
Angel Losada igualmente opina que Vitoria
se sitúa en la línea
de Sepúlveda, Con razón este último puede constatar: «En suma,
nadie leyó
y entendió mi libro, antes de que este astuto enemigo
lanzase fábulas y cizañas, que no lo aprobase totalmente». Sepúl­
veda presenta a Las
Casas como astuto, enemigo, creador de fá­
bulas y encizañador.
4. El apartado XXXII contiene
la «Imprecación fina]. con­
tra Las Casas, por quien ruega al Señor». Los tumultos y sedi­
ciones que tuvieron lugar en
América fueron debidos, según la
opinión de Sepúlveda, a los escritos de difamación de Las Casas:
1307
Fundaci\363n Speiro

JULIAN GIL DE SA.GRBDO
«males estos, que si buscamos la verdad, tuvieron su primer ori­
gen en un solo hombre, que es precisamente él, que, ya sea por
error,
ya por temeridad o por ansia de novedades, es contrario
a mi doctrina.
Por los males que éste causa, por su ánimo incapaz
de tranquilidad, que incluso aquí nos está atormentando,
el de­
searle yo a mi vez o imprecar para él un mal es contrario a mi.
naturaleza y profesión; más aún: ruego a Dios que le dé me¡or
mente para que alguna vez aprenda a anteponer los tranquilos
pensamientos a
las turbulentas determinaciones». Las Casas apare­
ce a los ojos de Sepúlveda como causante de las turbulencias y
sediciones surgidas en América, como hombre equivocado, teme­
rario, novedoso, de ánimo inquieto y perturbador.
5. En el apartado XXXIII atribuye Sepúlveda a Las Casas
un ánimo turbulento y corrompido por la ambición u otra en­
fermedad aún más grave. Como hombre faccioso disputa con
artimañas y utiliza comentarios indoctos y pueriles. Y, termina,
Sepúlveda en ese último. capítulo de su Apología: «Finalmente,
no
ve cómo la opinión de mis adversarios no pueda de dejar de
ser
herética, si después de bien conocido el asunto y las distin­
tas razones,
se defiende con pertinacia». Puesto que Las Casas
conocía bien el asunto
y las razones de Sepúlveda y a pesar de
ello defiende con pertinacia
la doctrina contraria, su opinión, no
él, puede ser declarada como herética.
Epilogo
Resumiendo el juicio de Sepúlveda sobre Las Casas en las
calificaciones que le otorga a través de su Apología, podíamos
concretarlas
en los siguientes epítetos: pertinaz, bastardo, calum­
niador, inmoderado, imprudente, ambicioso, mentiroso, falso,
fraudulento, fabricante de artimañas, inculto, ignorante, inopor­
tuno, desvergonzado, astuto, creador de fábulas,
encizañador,
causante de tumultos y sediciones, inquieto, perturbador, indocto,
pueril, corrompido y hasta hereje.
De esos 23 epítetos, unos hacen referencia a su ignorancia y
falta de cultura, otros a su falsedad,
sus artimañas, astucias, men-
1308
Fundaci\363n Speiro

JUICIO SOBRE FRAY BARTOLOME DE LAS CASAS
tiras y calumnias, otros a su imprudencia, su falta de moderaci.ón
y su ambición, y otros dos finalmente a su degradación moral
como desvergonzado y corrompido.
La
radiografía de Las Casas que refleja Sepúlveda en su Apo­
lo gia no es ciertamente muy halagüeña. Es comprensible que
del
acaloramiento de las discusiones saltasen como chispas tér­
minos y conceptos desmesurados. Téngase presente, sin embargo,
que dichos conceptos, expresados con perífrasis en la armoniosa
lengua latina que
ambos protagonistas utilizaban con soltura, no
revisten un sentido tan hiriente ni una resonancia fonética tan
cruda como en nuestra lengua vernácula.
Si confrontamos, no obstante, el juicio de Sepúlveda emiti­
do en
el siglo xvr con. el juicio. de los. críticos modernos emitidos
en el siglo xx, observaremos notables coincidencias al calificar a
Las Casas como un espíritu desequilibrado, inquieto, perturbado,
y perturbador, fruto de la enfermedad o anomalías mentales des­
cubiertas en su vida y en su obra, según atestiguan Menéndez
Pida!, Sánchez Albornoz, Hawke, Powell, Walls, Octavio Paz,
Vasconcelos, Chaunu, Guimond, Soutelle,. entre otros muchos. No
se hallaba, por tanto, muy descaminado Sepúlveda cuando pre­
senta al fraile dominico como fabricante de artimañas, encizaña­
dor y enfermo mental.
La crítica más reciente y mejor documentada considera a
Fráy Bartolomé de Las Casas como un paranoico, víctima de
ideas fijas
y de manía persecutoria, de carácter delirante y ob­
sesivo, que ofrece como hechos reales los productos de su fan­
tasfa ..
Deducimos, entonces, como conclusión lógica de este estudio,
que el gigantesco montaje de la
Leyenda negra que sigue dando
la vuelta
al mundo se.· funda sobre la demencia o esquizofrenia
paranoide de un pobre fraile dominico.
Quede para otra ocasión la confrontación de los argumentos
contrapuestos en
sus respectivas Apologlas, en los cuales Sepúl­
veda y
Las Casas basan sus tesis a favor o en contra .de la lici­
tud de la guerra contra los indios.
1)09
Fundaci\363n Speiro