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Número 289-290

Serie XXIX

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La filosofía de lo absoluto en la escuela tomista de Barcelona

LA· FILOSOFlA DEL ABSOLUTO EN LA ESCUELA
TOMISTA
DE BARCELONA
l. Ubicación.
POI.
MAtnUCIO BEU,CHOT
(IIF-UNAM, México)
En los medios filosóficos se habla ya de la Escuela Tomista
de Batcelona como de todo un grupo bien constituido y estruc­
turado',
qrie con su trabajo se ha ganado esta consideración; y s~
habla COfi razón, pues, en efecto, es toda Una escuela, un grupo
ejemplar en d qtie se revitaliza d tomismo mediante el estudio
profundo del mismo y el
diálogó· con otras corrientes de la ac:
tualidad. Este grupo tomista · se originó con · d ·P. Ramón Orlan,
dis Despuig, S. J. (1873-19.58) y con Jaime Bofill (1910-1965);
quienes acaudillaron
· este grupo· desde la cáted.ta, al mismo tiem­
po que erafi los pilares de la· revista Cristiandad. Se quería, pues,
tanto la profundización
como· la difusión seria de la filosofía t mista, cosa que sus seguidores de · hoy están· logrando con bri­
llantez. Después
de estos fundadores intervino Francisco Canal Vida!,
célebre medievalista y teorizador sistemático del tomismo, nota­
ble por sus estudios
medievales; testimonio de los cuales vierte· a
ser su Historia de la fi/oiof/4 medieval, del curso· tomista publi:
cado por Iá editorial Herder, de Barcelona. · Pero también fue un
pensador sistemático, sobre tódo · en el ámbito de la teoría del
conocimiento. En esta línea corren su obra Para una fundamenta­
ci6n
de la Metaflsica, Barcelona, Publicaciones Cristiandad, 196 7,
sus
Cuestiones de fundamentalfión, Barcelona, Edicions i Publica­
cions. de-la Universitat.de.Barcelona, 1981, ·y su magno trabajó
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Fundaci\363n Speiro

MAURICIO BEUCHOT
Sobre la esencia del conocimiento, Barcelona, Promociones Publi­
caciones Universitarias, 1987.
En esta obra examina las fuentes
del escepticismo
y del criticismo desde lcis nominalistas bajomedie­
vales, incursiona en el examen de los supuestos de los pensadores
modernos, tanto. racionalistas como 'empititistas, ·y se detiene de
modo especial en la crisis kantiana. Con. ello despeja el terreno
para sentar las bases del realismo cognoscitivo
de la filosofía to­
mista. Adoptando un punto de vista que no incurre en realismo
ingenuo
-pues ha recorrido la suspicacia y la desconfianza que
caracterizó a los filósofos.·
crlticós de la modernidad-ni en el
trascendentalismo -que es una postura epistemológica desde la
cual no se puede acceder válidamente a lo ontológico,-,-, Canals
apuntala el realismo bien cribado y sopesado, resistente a los
embates de la crítica.
La l.abor de es.te maestro h~ t~do continuidad, en investi­
gadores y profesores tales como José María Petit, que ha-guar­
dado la
línea gnoseológica de Canals; José María Alsina, que hit
incursionado en la hfatoria de las ideas; Antonio Prevosti, estu,
dioso de la. física y la cosmología; Eudald,o Fonnent, que conti­
núa este esfuerzo, remontándose. a
la metafísica; José María R¡¡­
mero Baró, quien se centra en la epistemo!Qg(a científica y en la
filosofía iberoamericana,
y . Margaritii Mauri, más abocada a la
ética; esto por
sólo citar a algunos .de entre ell'os. En efecto, José
María Petit ha publicado
Racionalismo y empirismé, Barcel~;
Publicaciones de la Universidad de Bar!:e!ona, 1978, en la línea
de
sus estudios sobre el conocimiento, y Füosof!a, politica y reli·
gi6n
en Augusto Comte, Barcelona; Acervó, ·1-980, como una ex­
tensión que aplica la gnoseología al conocimiento político y ce!
religioso; José María Alsina ha publicado El tradicionalismo fi­
lós6fico en España, Barcelona, PPU;1985, estudio· acucioso dela
historia .de las ideai, y ,en la actualidad está realizando importan­
tes in=tigaciónes'. sobre temas .de sociología de la historia y
de Ja cultúra; Antonio Prevosti ha batallado eti el arduo te­
rreno
de. las ciencias físicas, de la· cosmología y de la filosofía
de lá ciencia, en esa línea ha publicado ·L/J f!sica · d' AristiJtil.
Una ciencia filosiJfica de la natura,· Barcelona, · PPU, 1984;
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LA FILOSOFIA DEL ABSOLUTO EN LA ªESCUI!LA.: TOMIS.T~.
Liz teorla del' infinito de Aristóteles, Barcekina; PPU, 19.86, y
Ciencia. y trascendencia, ·. Barcelona, . Ed .. Casals; 198 7; Margarita
Mauri, dentro del ámbito de los. estudios éticos, ha publicado
Bien humano y moralidad, Barcelona, PPU; 1990, y La. búsqueda
del bien, Barcelona; Ed. Casals, 1989; a su vez, José María Ro­
mero Baró, conjuntando la epistemología científica y la historia
de las ideas filosóficas en Latinoamérica,
ha escrito El positivis­
mo y su valoración en América, Bareeloná,PPU, 1989. En esta
obra, Romero Baró pasa revista a
los clivetsós tipos de positivis­
mo que cundieron en América Latina a finales del siglo pasado y
principios de
éste, desde la ehttoní,:ación de una religión positi­
vista, como
ocurrió en Brasil, hastá el positivismo como ideal po­
lítico, según tuvo lugar en México durante el régimen de Porfi,
río Díaz.
No se· trataba, pues, sólo de tina postuta filosófica,
sirio abiertamente política, y que tomaba· parte· en. fa educación y
hasta .en los destinos de los pueblos, En dichó libro, Romero
Baró sabe presentar las causas de la decadenda y agotamiento del
positivismo 'y, sobre todo, de pensadores como Antonio Caso· y
Váz Fi:rreira, que lucharon con el él hasta 'vencerlo. En esa obra
se nos bablá de manera e·spécial sobre la influencia de Antonio
Caso en
contra del pcsitivismo reinante en su momento, labor de
luchador denodado; Romero Baró ha sabido presentarnos la ac,
tividad de Caso,· cuyos resultados · se perciben· en México aun en
la actualidad.
Por eso es un libro que ha llamado a una mayor
conciencia del devenir
· filosófico de nuestros países.
Por su parte, Eudaldo
· Fonnent, en quien centraré ahora mi
exposición, ha laborado en el' fatigoso, a: la vez que sublime, cam­
po de la metafíSica;no sin atender a··sus terrenos aledaños, como
el de la filosofía del lenguaje. En esta línea ha elaborado· una
Fenomenologla descriptiva del lenguríie, Barcelona, Ed. Condal,
1981; Ser y persona, Barcelona, Eds. de la Universidad, 1982;
Persona y modo substancial, Barcelona, PPU, 1983; Introduc­
ción a la metaflsica, Barcelona, Eds. de la Universidad, 1984; El
problema de Dios en
la metaf!sica, Be.rcelona, PPU, 1986; Dios
y el hombre, Barcelona, Ed. Casals, 1987, y Filosafla del ser,
Barcelona, PPU, 1988.
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MAURICIO ·BEUCHOT
. Un aspecto muy importante de su i,xtraor la metafísica de la persona; pero también lp rui sido d plantea­
miento metafísico del·problema de. Dios. Pi,ro pritµero tratare­
mos
de situar .este trabajo . metafísico dentro de la .perspectiva
cristiana de la Escuela Tomista de. Bar~ona.
2, El cultivo de la filosofía como compromiso natural y es­
piritual para el filc\sofo ~tiano.
El cristianismo entiende el hacer filosofía no como una bús­
queda curiosa y diletante con
la que no compromete su persona,
sino
que para él es. una qisciplina de acceso al Absoluto. Algu­
nos
dirán que esto. ya va ideológicamente determinado, pues ya
va de antemano implicado
en las respuestas (religiosas) que da a
las
preguµtas (filosóficas) que pueda plantearse. Pero no es ésta
la actitud .del
filósofo cristiano. Se toma muy en serio el compro­
miso de· reflexionar críticamente los problemas en el ámbito ra­
cional. Claro que la fe
es una iluminación de la razón, pero no
evita ni excluye el trabajo de la misma; el esfuerzo racional para
pensar las cosas y ordenarlas fil\>sóficamente a la luz de la fe es
muy considerable. Ya Santo Tomás decía que
lo sobrenatural no
anula lo natural, sino
que lo presupone y lo sobreeleva. Así, la
virtud sobrenatural (infusa) de la fe supone a la razón bien dis­
puesta, abierta y crítica a la vez; en una dinámica o dialéctica
en la que la razón no es desbancada, y sólo en el último momen­
to se percata de que no alcanza lo m.ás alto, y entonces da paso
a la
fe, le hace un obsequium, como decían los teólogos en la
tradición católica.
No solamente resulta, entonces, la filosofía un acceso al Ab­
soluto, sino que además la misma investigación filosófica se halla
petmeada por la actitud cristiana; pero, en lugar de estrOpearse,
es apoyada y alentada por .ella. Se dirá que esto es una especie de
ontologismo,
segµn el cual vemos en la misma divinidad las
cosas, o
por l.o menos una suerte· de· il'!minación, todo lo cual
acabarla con
el carácter racional de la filosofía.- Pero, por lo que
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LA FILOSOFIA DEL ABSOLUTO EN LA ESCUELA TOMISTA
hemos dicho, no es así, puesto que la gracia ·no destruye la na­
turaleza, sino que la supone y Ia refuerza. Claro está que para en­
tender esto hay que dejar de ver
la fe .como un acto anti-racio­
nal, totalmente obscuro y "obscurantista", anulador de toda la
fuerza racional del ser humano, por ejemplo, dejar de pensarlo
como algo que sujeta· y
esclaviza. al hombre a. la sinrazón, priván­
dolo de su poder raciocinativo.
No hay tal, pues la fe misma
tiene en su dinamismo interno· un. aspecto de razón, una presen­
cia del pensar racional del hombre, que evita que sea credulidad
ciega o
ingenua. En las fibras de la fe mis01a se mueve la razón;
sobreelevada { cfr. Eudaldo Forment, El problema de. Dios en la
metafísica, op. cit.,). Claro que llega un momento ~y en eso
reside lo propio y específico de la
fe-en que, según decía­
mos, tiene que hacerse obsequio de
la razón a la fe, lo cual no
es anular todo su trabajo en· el proceso anterior.
Se dice, por otra parte, «han dejado salir los fantasmas me­
tafísicos, ya muertos, desde hace tiempo», sin darse cuenta de
que no estaban muertos ni-eran fantasmas, ~o que eran verda­
des que habían sido relegadas. Se dice: «hao resucitado las esen­
cias, que
ya estaban caducas, fenecidas», y es hoy cuando se
muestran más presentes y cuando más nos manifiestan hacerse
concretas en las situaciones
actuales. Tal es, por ejemplo, el
esencialismo del derecho natural, sin el cual simplemente no se
sustentan filosóficamente los derechos humanos, o el caso de la
interpretación ontológica esencialista de
la lógica modal. La me.
metafísica vuelve por sus fueros. Esto puede verse muy bien en
el
estudio metafísico de la esencia de Dios que hace Eudaldo For­
men! en su teología natural.
3. El conocimiento metafísico de la esencia de Dios.
Eudaldo Forment, después de. haber estudiado la existencia
del Absoluto, quiere pasar a hablar de
. su esencia. Aunque en
Dios
se identifican realmente esencia y existencia, las separa­
mos por
la razón para poder estudiarlas de manera ·proporciona-
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MAURICIO BEUCJl.01'
da a nuestro intelecto tan pobre. Ya de la excelencia del ser ( d
existencia) de Dios. se derivan algunas .de sus propiedades ~ue
constituyea su esencia,: aunque· ésta. sea .. en realidad idéntica a
su existencia~ como· su ·trascendenci~, su unidad, su verdad,,
su poder, su .providencia tanto de los .eres nó humanos -comó
de. las. homhres,. etc. Pero requieren. un mayor i;lesarrollo ,y Santo
Tomás
utiliza-. nuevamente la filosofía aristotélica para derivar
esas propiedades
y entender. mejor el dato revelado.
Así,'
Forment sigue a Santo Tomas, quien unía la-filosofía
aristotélica, cuyo culmen
es Dios como el Acto. Puro y Pensa­
miento de
sí mismo, con la teología judía y· cristiana (patrística)
que ponían a Dios como el
_ser en sí mismo ( a se), co,:no el mis­
mo Ser ·subsistente,. aqud. cuya .esencia es _ su existir. y cu}'a exis­
tencia es ser. lo que es. El constitutivo de Dios .es entonces el
lpsum esse subsistens. Y como el ser el acio y el acto es perfec,
ción, Dios es omnipotente:_ «si Dios es d mismo-ser subsistente,
no puede faltarle ninguna de. las perfecciones del ser. Todas las
perfecciones pertenecen a
la perfección del ser; según esto, pues,
las cosas son perfectas
en cuanto de algún modo tienen ser. De
donde en Dios no puede faltar la perfección de cosa alguna»
(ibid., I, q. 4, a. 2, c.).
Y, dado que el ser
es la perfección de todas las cosas, por
eso puede decirse
que la esencia de Dios es su ser o su existir,
por lo cual
es el ipsum esse subsistens. Y, como no puede haber
dos entes tales,
que sean los dos el -mismo ser subsistente, infi­
nito y necesario, se sigue, que Dios es_ lo_ úni,co necesario. «~
donde, todo lo otro que sea por El es necesario que sea como
participante del ser, porque no puede ser igual a El, que
es esen­
cialmente el mismo ser» (idem,
De Malo, q. 16, a. 3). A diferen­
cia del mismo ser subsistente, todo lo orro es participado y
limi­
tado a su potencia receptiva o participativa. En todo lo que no
es Dios,
la esencia es realmente distinta de la existencia. Si se
admite· que la esencia de Dios es su propia existencia,
de todas
maneras nosotros necesitamos concebirlo como teniendo esencia
distinta (sólo con distinción de razón) con. respecto de su exis­
tencia; debe aceptarse eso ~ce . Santo Tomás. ·en contra de
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LA. FILOSOFIA DEL ABSOLUTO EN LA. ·Bsc'uELA. 'TOMÍSTÁ
Avicena.:_,' porque si no tuviera esencia sería impensable; peró
algo podemos conocer de El, aunque sea imperfectamente -púes
$.iempre el ser o esse se conoce con un concepto imperfecto-.
De. esta forma podremos conocer de. algún modo los . atributos
de Dios, por
un conocimiento analógico, es decir, valiéndonos
de la analogía.
Y es que Dios difiere de cualquier otro ente, su ser .no es el
ser común,. sino
otro distinto (dr., ídem, De Potentia, q. 7, a. 2
~d 4). Es su. substancia, la .cual-nos es inescrutable. La analogí!l
sólo nos. acerca a El, pero no nos da un conocimiento cabal de
EL Es
la causa del ser común; y, como su causa, es trascendente
a
él. «Porque al captar el ente análogo como "aqnéllo que tiene
que ser"
(In III Sent., d. 6, q. 2, a. 2), el entendimiento huma,
no se ve impulsado a trascender su objeto para ascender por la
línea de
la causalidad hasta "El mismo Ser;', concebido analó­
gica y negativamente, por remoción de todaS las determinaciones
que en el ente común implican finitud y potencialidad. El en,
tendimiento humano se ve obligado a trascender más allá de su
horizonte proporcionado, pero no llegando a otra región particu­
lar del ente sino. a la
causa propia del ente. De manera que con
el conocimiento negativo
y analógico de Dios, alcanzado por la
vía de causalidad y de eminencia, no se abandona el horizonte
del ente en cuanto ente,
es decir, no se desciende a un nivel
óntico
y particular, dejando la formalidad ontológica, sino gt1e
se culmina ~! estudio del ente trascendental, objeto de la metafí­
sica» (E. Forment Giralt, El problema de Dios en la metafisica,
op. cit., pág. 175; cfr. idem, Filosofia del ser, op. cit.; y Meta­
fisica e intuición, en Analogia [México], III/1 [ 1989], páginas
41-62).
Dios no es el objeto propio de la teología natural, pues ella
tiene que partir
más bien de todos los entes; sin embargo, la
metafísica puede verlo a
El como a la causa del ente común. Y
lo c~noce partiendo de las creaturas, por la semejanza que se ve
en ellas de
su inteligencia (cfr. Santo Tomás, Summa Theologiae,
I, q. 4, a. 3 ad 4). En las creaturas, Santo Tomás distingue dos
tipos de perfecciones. Unas que después los escolásticos llama-
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Jl_A.URICIO BE.UCHOT
ríaa «mixtas», porque implican la imperfecci6n de quién tiene un
ser participado y contingente, por
ejemplo, ser piedra; y las que
reciben el nombre de «puras», porque no implican
impetfecci6n,
como ser, bueno, etc. Las petfecciones puras se predican formal­
mente de Dios, por
rer petfecciones en sentido absoluto; y las
perfecciones ·mixtas s6lo le convienen metaf6ricamente
(cfr., ibid.,
q. 13, a. 3).
De esta manera, .por este azaroso camino analógico, llegamos
a algún conocimiento -muy pobre ciertamente-de la esencia
de Dios.
A.sí, «aunque de Dios más propiamente sabemos lo que
no es que lo que -es,· nuestro conocimiento rio es meramente ne­
gativo, porque las vías ascendentes utilizadas pata demostrar que
Dios existe
... , patten de puntos de partida concretos y existen­
ciales, y
llegan a afirmaciones obsolutas sobre Dios, cómo Pri­
mer ··motor · inmóvil, Primera causa · incausada, Ente necesario
por sí mismo, Ente máximamente perfecto e Inteligencia supre­
ma ordenadora. Por consiguiente, conducen a algún conocimiento
de la esencia de Dios en
d orden racional.
Porque, así como todas las vías ascendentes tienen
su punto
de partida no en meras esencias, sino en aspectos concretos y
existenciales de los entes, aunque subsumidos bajo la formalidad
ontol6gica, y concluyen en
la afirmaci6n de la existencia divina,
siguiendo la línea de la eficiencia, igualmente todos nuestros
conceptos sobre Dios s6lo le alcanzan por vía de causalidad,
como
se dice en los textos ... , ya que su punto de partida está
también en el conocimiento de los entes creados» (E. Forment
Giralt,
op. dt., págs. 178-179).
Los atributos de Dios
se infieren deductivamente del Ipsum
esse; pero la simplicidad divina hace que s6lo se distingan en­
tre sí con una distinción de razón cuyo fundamento está en los
distintos puntos de partida desde las creaturas. De la naturaleza
de Dios se derivan
sus atributos entitativos y operativos tanto in­
rp:anentes como transeúnte,S. Esta operación comunicativa y per­
fectiva no se conoce en una categoría del ente finito, no es acción
predicamental, sino que trasciende las categorías, pues éstas sólo
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LA FILOSOFIA DEL ABSOLUTO EN LA :ESCUELA TOMISTA
son un rebajamiento de la acción en c¡¡anto tal,. del acto en ruan­
to tal {cfr. Santo Tomás, De.Poten#a, q. 2,. a. 1). ·
Dado q11e Dios es principio o Callsa de ciertos efectos, p11ede
decitse q11e tiene potencia activa, en el sentido de capacidad de
operación, no en
el sentido de recepción Q de potencia pasiva.
Y tal potencia divina
no contradice s¡¡ carácter de acto puro, sino
que
se funda en él (cfr. Summa Teolr>gicae, I, q. 25, a. 1, ad 1).
En efecto, la creación no es.movimiento (cfr. ibid., q. 46, a. 3
ad 2), porque no tiene sucesión,-en-cuanto que es instantánea
{cfr., ídem, Contra Gentes, 1, II, c .. 19). Y Dios no sólo da el ser,
sino que lo conserva {cfr., idem,
Summa Theologiae, I, q. 104,
a. 1 ). La creación consiste en la misma dependencia del ser creado
con respecto al principio que
lo origina, i.e. como la participa­
ción del ser {cfr.,. idem,
Contra Gentes, 1, II, c. 18). Depen­
dencia que no excluye que las causas segundas tengan su activi­
dad propia {cfr.,
ibid., 1, III, .c. 69). Pero la creación en el
tiempo no es demostrable racionalmente, pudiendo aceptarse que
el mundo sea creado por Dios, pero coeterno con El (cfr., ídem,
Summa Theologiae, I, q. 46, a. 2, y el opúsrulo De aeternitate
mundi contra murmurantes ). Y Dios no sólo es causa primera
del universo, sino también Fin Ultimo, porque «... todas las
criaturas intentan conseguir ;su perfección, que consiste en una
semejanza de la perfección y bondad divinas; así, pues, la bondad
divina es
el fin de todas las cosas» {Idem, Summa The~ogiae, I,
q. 44, a. 4, c.; véase E. Forment, op. cit., págs. 180-186).
4.
El cristiano como testigo de Dios en la filosofía.
La lección que nos da la Escuda Tomista de Barcelona es la
de
un impulso por lograr una cultura (filosófica) cristiana. Ya por
principio el cristiano da un .testimonio de Dios en. la filosofía
.al incluirlo a El en su cosmovisión. Ya sea· que estudie filosófi­
camente
el tema de Dios, ya -sea. que aborde otros temas -sin
que aparezca en ellos Dios. expl(citamente o· <:le modo muy visi­
!,le-, el cristiano está haciendo presente· a .la divinidad en. su
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~AU:R.ICIO BEUCHO.T ·
pensamiento:. es llll· pensamiento ·proyectado a la Trasééndencia.
Y no necesita abordar directaniente y

a propósito el
tema de
Dios,.
en teología natural, o teodicea, o filosofía de la rellgión.
Aun. en temas .tan (aparentemente) alejados de ello· como la 16-
gica o fa filosofía del lenguaje, aparecerá esa proyección. Pero
se da mucho más cuando se aborda a Dios directamente en esas
disciplinas
filosóficas. ·
En cuanto a ese abordaje explícito del problema de Dios, se
está haciendo cada vez más interesante para filósofos de orien­
tación diversa. Por ejemplo, lo vemos extenderse en la filosofía
que se ha llamado «analltka». Lo que ahora suele denominarse
en el pensamiento anglosajón «filosofía de
la religión» recoge lo
<¡ue antes se consideraba como teodicea o teología natural. Píen'
so ahora en uno de sus cultivadores más conspicuos, el pastor
calvinista Alvin Plantinga, quien, en su discurso de
ingreso como
catedrático. a la Uuiversidad de Notre Dame; Indiana (regida por
los padres católicos
de. la Santa Cruz), insiste en que ·Jos 'temas
religiosos son un campo muy frnctífero para la aplicación de la
filosofía.
·
En efecto, dice que tópicos ·como el de la existencia de· Dios;
el de
sus atributos esenciales, el de su omnipotencia y el pro­
blema del mal, el de su omnisciencia y el problema de
la liber:
tad, etc., son de los inás difíciles y, al ser tratados con el instru'
mental que ofrece el análisis filosófico, resultan estudios por de­
más serios, profundos y · sofisticados, a la vez que lógicamente
muy rigurosos; y
al paso de ellos ocurren «descubrimientos» fi­
losóficos que beneficiarían a todas las demás partes de la filoso­
fía. Eso
es algo qué le ha ocurrido al· propio· Plantinga, al tratar
de la existencia y la esencia de Dios, con respecto al esencialis­
mo o interpretación esencialista de
la lógica modal (i.e., la ne­
cesidad), y nos hace pensar en que también· esto le ocurrió a
Santo Tomás de Aquino, quien,
al reflexionar sobre la diferen­
cia entre Dios y las creaturas, planteó fa distinción real entre
esencia y existencia en las crea turas.
Pero también al abordar los demás temas, el cristiano y· to:
mista pone en ellos una cierta impronta teligiosa, ya que orienta
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LA FILOSOFIA DEL ABSOLUTO EN LA. .ES.CllELA '.TOMISTA.
la lógica, Ja ~mántica, la epistemología y la .. metafísica aL cono;
¡imiento
de Dios, y el conocin:\iento de Dios repetcute en .sn ari•
tropología filosófica y su étiq¡. Ello por niencionar sólo algunos
aspectos.
5. Conclusión,
· Después de haber visto la tnanera cómo la Escuela Tomisra
de Barcelona se sítúa filosóficamente, y después de_ haber exa,
minado como un ejemplo de ello el trabajo de Teología filosóti­
Q de Eudaldo Forment, podemos-decir que es al mismo tiem­
po una labor rigurosa y abierta.
Vemos en estos tiempos
de ·postmodemidad que los nuevos
filósofos nos
llaman a un pensamiento «débil» que sea una pr testa contra el pensamiento «fuerte» o. «prepotente». de la .ino­
demidad, porque se cree que con -ello -se está dando testimonio
de protesta contra
las, actitudes de poder propias del pensamien­
to
moderno. Ahora se reacciona contra ellas y la nueva sensibié
lidad
pide una actitud filosófica aceptadora de las diferencias y
conciliadora mediante el diálogo. Sin embargo, la reflexión filo­
~ófica sobre lo religioso no _se ve favo=ida con esto; porque,
si bien ha habido una relajación de
la razón, y se cree que ello
permitiría aceptar creencias religiosas, se olvida que la religión,
en la teología
y filosofía tomistas, trara d~ ser acompañada por
la razón; no en un connubio pleno. y total, .¡,ues .llega un mo­
mento en el que la razón no alcanza: a desvelar el misterio. Pero
se intenta una consagración de la razón; no ufi vuelco hacia el
irracionalísmo. En cambio, la postinodernidad presenta indicios
nietszcheanos de un irracionalismo
desconsolado_ e inconsolable,
mientras que el filósofo cristiano. y, por lo mismo, el· tomista;
tiene conciencia de
la finitud <:l.e la razón, de que opera ·con una
razón finita
y que con ella aborda •el misterio del ser y el mis·
terio de Dios; pero sin claudicar de la razón com-esa postura fá­
cil de arrojarse al irracionalismo y en él plantear la r.,ligión. La
fe se acompaña de la razón, siendo ciertamente superada la ra-
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MAURICIO -ssUCJ'fOT
z6n por la fe, pero siempre en ese intento de usarla hasta don­
de sea posible, esto CS; hasta verla informada con una forma
nueva por la trascendencia de la fe mism,L
NoTA BIBLIOGRÁFICA
En la actualidad la Escuela Tomista de Barce/0114, además, de FI'anciscó
Canals Vidal, su «cabeza y guía:,,, como ha indicado Alberto Caturelli
(Cfr. A: CATURELLI, .«La obra de Carutls Vida!», en Verbo, 285°286 (1990),
págs. 883-892, pág. 883), está constituida por sus discípulos: José M.• Petit,
José M.• Alsina, Eudaldo Fo~ent, .Antonio Prevosti, Margarita Mauri,
José M.• Rrimeri:>, Ignacio Guiu, Misericordia Angeles, Javier EchavC-:Sm­
taeta· del Villar, Evaristo Paloniar, Ign&cio Mcoaga, José 'Luis Ganuza;
Narciso Torreo, Gregario Peña, Juan García del Muro, Santiago Fernández
Burillo, y otros .. más. Para la bibliografía-general sobre el grupo, y para
ia _más ~ncreta _sobre -sus componentes, véase: :. FORMENT, «La ·escuela
tomista de Barcelona», en Veritas. (Brasil), 130 (1988), págs, 213-225;
Idem,
«La escuela· tomista de Barcelona», en Verbo, 267-268 (1988), pá­
ginas
l.119-1.1134; Idem, «L'cscola tomista de Barcelona», en VV.AA.,
Hist6ria de /11 Universitat de Barcelona: I Simposium, 1988, Barcelona.·
Publicacioni1 _Universitat ·de Barcelona; 1990, págs._ 111-123; Idem, -«La
escuela tomista de Barcelona: _fru~cación del magisterio del P .. ·Orlandis»;
en Cristiandad (Barcelona), XLVII/708-709 (1990), págs. 42-44.
Sobre Eudaldo Formcnt puede verse: GoNZALo DiAz, HQmbres , do­
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