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Número 393-394

Serie XL

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Precisiones en torno a la democracia

PRECISIONES EN TORNO A LA
DEMOCRACIA
Requisitos para que sea posible una verdadera democracia.
da Iglesia, con todo, no d'!}ará de recordar que aquí está el nudo
"gordiano que hay que cortar, el punto cruda] en relación con el cual
"deben sfmarse las perspectivas económicas y politicas, para precisar sus
"fundamentos y su posibilidad de encuentro,
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . ' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ' . . . . . . . . . . . . . ' .
:1En efecto, la democracia sólo es posible «sobre la base de una recta
"concepción
de la persona humana, (lb., 46}, y eso implica que hay que
"reconocer a cada hombre el
derecho a partl.dpar activamente en la vida
"pública, con vistas a la realización del bien común. Pero ¿cómo se
"puede garantizar la participación en la vida democrática a alguien que
"no está convenientemente protegido en el plano económico y que, inclu­
"so, carece de Jo necesario? Cuando no se respeta plenamente incluso el
"derecho a la vida, desde su concepción hasta su fln natural, como un
"derecho absolutamente impresdndible, se desnaturaliza la demacrada
"desde dentro y las reglas formales de participación se convierten en una
"coartada, que disimula la prevaricación de los fuertes contra los débi-
1es,, (cf. Evangelium vitae, 20 y 27).
JUAN P.ABLO 11: Discurso a los panicipantes en la asam­
blea plenaria de la Academia pontificia de ciencias sociales,
25
de abril. L 'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española, año~ núm. 18 (1479), 2 de mayo de 1997.
La actitud utilitarista en la·democracia.
,:En el sistema de la demacrada liberal y de libre mercado, una de
"ellas es la actitud de un utilitarismo extremo. En efecto, se difunde un
"modo de pensar que considera como norma predominante el criterio
Verbo, núm. 393-394 (2001), 235-238. 235
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"del provecho económico y Jo aplica a todos los sectores de la vida, inclu­
"so a la esfera de la cultura y de la cienda. De aqufla financiación insu­
'ficiente a los diferentes sectores de la investigadón dentffica, o de la
''instrucdón académica, considerados de modo arbitrario como
no redi­
'tuables o, incluso, inútiles. En cambio, la experiencia nos enseña que
"en Jo concerniente a la ciencia, la aplicación unilateral de este criterio
"es miope y dañosa. Daña no sólo a la ciencia y a la cultura, sino tam­
"bién y principalmente
al hombre. En la base de este enfoque se halla
Una antropología sustanciaknente errónea, una antropología materia­
"Jista, que reduce el hombre sólo y exclusivamente a esa dimensión. El
"concilio
Vaticano JI nos enseña: da naturaleza intelectual de la perso­
"na humana se perfecciona y debe perfecdonarse por medio de la sabi­
"durfa, que atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda
y al
"amor de la verdad y el bien, e imbuido por ella, el hombre es llevado
"hacia
Jo invisible por medio de lo visible. Pero nuestra é¡:xxa, más que
'1os siglos pasados, necesita esa sabiduría, {Gaudium et spes, 15).
JuAN PABW II: Discurso a los rectores de los Institutos
académicos
de Polonia, en la sala del Consistorio, jueves
4
de enero. L'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXVIII, núm. 2 (1411), 12 de enero
de 1996.
Hay unos fundamentos éticos y jurídicos anteriores que ,w pueden
se,· violados por 1.as mayorías, especiahnente el derecho a la
vida en todas las fases de la existencia, los derechos de la fami­
lia, los derivados de la justicia social y cuantos están basados
en la "vocación trascendente" del ser humano.
"dertamente importancia las orientaciones de las mayorías, si bien
"aquellas
no han de considerarse siempre como el titulo y exclusivo cri­
"terio de acción. Hay unos fundamentos éticos y jurídicos anteriores, que
"justifican predsamente la participadón de todos
los dudadanos, y que
"no pueden ser violados sin renegar de la estructura democrática misma.
~En efecto, suele suceder que, en nombre del derecho a la libertad, se
"intenta conculcar la llbertad de las personas, bien porque las mayorías
"niegan los legítimos derechos de las minorías, bien porque atentan a
"derechos de la persona que
ningún poder humano está autorizado a
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"violar: "tencia; los derechos de la familia, como comunidad social básica o "cé­
"lula de la sociedad"; la justicia en las relaciones laborales; los derechos
"concernientes a la vida de la comunidad política en cuanto tal, así
"como los basadas en la vocación trascendente del .ser humano, empe­
"zando por el derecho a la libertad de profesar y practicar el propio credo
"religioso, (ene. Sollicitudo rei socialis, 33).
,En efecto, ¿cómo un sistema que se dice justificado en el respeto de
"cada ser humano puede negar este mismo respeto a otras personas? Por
"eso la Iglesia enseña que runa auténtica democracia es posible solamen­
"te en un Estado de derecho y sobre la base de una auténtica concepción
"de la persona human@ {ene. Centesimus annus, 46). Y, sin embargo,
"asistimos a
un deterioro de este sistema cuando a través del mismo se
"buscan sólo situaciones de poder en vez del auténtico servicio al pueblo;
"cuando las mayadas oMdan la presencia y
los derechos de las mino­
"das imponiéndose sobre ellas y provocando actitudes de resentimiento y
"rechazo. Por eso, si no hay plena libertad para todos, muchos se senti­
"rán coma esclavizados. Es decir, mientras no se produzca el desarrollo
"de la auténtica libertad es imposible que se llegue verdaderamente a
"una.eficaz cultura de la paz. Por

otro lado, esta cultura
de la paz no se
"promueve por la ausencia de guerras sino mediante una opción gozosa
por la vida, Jo cual ayudarl'I sin duda a crear un fuerte vinculo de fi'a­
"ternidad· en la existenda humana y a preservar y favorecer una convi­
"vencia social en mutua igualdad y en libertad,.
JUAN PABLO 11: Mensaje a los Jefes de Estado y de Go­
bierno, participantes en ta· VII Cumbre Iberoamericana.
L 'Osservatore Romano, Edición semanal en lengua CSpa­
ñola, año XXIX, núm. 46 (1507), 14 de noviembre de 1977.
En una democracia digna de este nombre los ordenamientos legales
han de fundarse en las razones del bien común y en los princi­
pios universales inscritos por Dios en el corazón del hombre y
debe existir un equilibrio entre los tres poderes.
"entre los hombres sin justf.da. Esta opus iustitiae, en la que se funda la
"paz, se realiza dentro de un preciso marco ético-jurídico, y siempre se
"puede mejorar. En efecto, incluso donde los derechos fundamentales del
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"hombre, los derechos inalienables que ningún ordenamiento puede vio­
"lar, están codificados en las leyes, queda siempre la posibilidad de una
"formulación jurídica más acabada de los mismos y, sobre todo, de una
"meyor aplicación efectiva en el ámbito concreto de la vida asociada. La
'historia muestra cuán arduo es el camino de la dvilizadónjuridica, a
"causa de las lentitudes culturales
y, sobre todo, a causa de las resisten­
"cias morales vinculadas
al pecado del hombre, de las que brotan insi­
"dias que pueden turbar las reglas
y desestabilizar la paz. Basta pensar
"en todas las iniciativas de personas y grupos organizados que, sin con­
"tentarse con transgredir la ley, .atentando contra la vida y los bienes de
"los demás, tratan también de modificar el ordenamiento en fu.ndón de
"sus propios intereses, por encima de /ns principios éticos y de la conside­
"radón del bien común. Así se mina en su raíz la convivenda segura y
"pacifica.
,Por tanto, una civilización jurfdica, un Estado de derecho y una
"democracia digna de este nombre no sólo se caracterizan por una efi­
"caz estructuración
de los ordenamientos, sino sobre todo por fundarse
"en las razones del bien común y en los principios morales universales
"inscritos por Dios en el corazón del hombre.
,En este marco adquiere gran significado también la distinción de
"los poderes tipica del Estado democrático moderno, en el que el poder
"judicial es paralelo a los poderes legislativos y eyecutivo, con una fun­
"ción autónoma, protegida constitucionalmente.
La relación equilibrada
"entre los tres poderes, cada uno de los cuales acáia según sus compe­
"tencias y responsabilidades especificas, sin que uno prevarique jamás
"sobre el otro, es garantía de un correcto desarrollo de la vida demcx:rá­
"tica {cf. carta a los obispos italianos, 10 de enero de 1994, núm. 7).
,A la magistratura compete hacer justicia, aplicando plenamente los
"derechos
y los deberes reconocidos y tutelando los intereses protegidos
"por la ley en el marco de los valores éticos fundamentales, en en Italia,
"como sucede
normaknente en los Estados democráticos de nuestro tiem­
"po, están reconocidos en la Constitución y representar, la base dvil y
"moral de la convJ.venda organizada».
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JuAN PABLO II: Discurso de Su Santidad a la .Asociación
nacional italiana
de magistrados el 31 de mano. L 'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua española, año
XXXII, núm. 14 (1632), 7 de abril de 2000.
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