Índice de contenidos

Número 393-394

Serie XL

Volver
  • Índice

Fernando Alonso Barahona: McCarthy o la historia ignorada del cine (La verdadera historia de la caza de brujas)

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
por Dios ab aeterno. Esta es la propuesta de Ibáñez a su amigo
José Luis Álvarez Emparanza. Pero ello exige un ergo errábimus
(Sabiduría 5, 6), Juego nos extraviamos de la senda de la verdad
y de la luz de la Justicia. Y estas palabras son las que más cues­
tan pronunciar a cualquier hombre. Pero mucho más a los inte­
lectuales y políticos.
De lo contrario es el tendréis las conse­
cuencias
que dice J. Rueff (11) simplificando la frase del Eclesiás­
tico 16, 15,
que textualmente dice: cada uno recibirá segun sus
obras,
pues, como repite el Papa, Dios hizo al hombre desde el
principio y Je dfjó en manos de su albedrío (ibídem, 14).
ANTONIO SEGURA FERNS
Fernando Alonso Barahona: McCARTHY
O LA HISTORIA IGNORADA DEL CINE<º>
(LA VERDADERA HISTORIA DE LA CAZA DE BRUJAS)
Puesto que reconocemos vivir en la era de la información,
hoy ya es preciso poseer cierta información general de la histo­
ria
de los medios de comunicación, al menos en los episodios
más relevantes y
de mayor trascendencia social.
Hollywood
es sin duda un simbolo impar de la nueva era de
la información, y el periodo del macarthismo, en que se planteó
la depuración anticomunista del mismo, sigue siendo el caso más
recordado
de confrontación ideológica en ese mundo.
Sin embargo, la palabra "recordado"
es profundamente equí­
voca:
la inmensa mayoría cree saber que existió una caza de bru­
jas injustificada, y dirigida
por el senador McCarthy en el papel
de gran inquisidor, a fines de los años cuarenta y comienzos de
los cincuenta. El "recuerdo" es vivísimo por lo repetido, pero los
verdaderos hechos,
muy diferentes, apenas con conocidos.
(11) J. RUEFP, La típoca de la inflacldn, Guadarrama, 1967, pág. 51.
('") Editorial Criterio Libros, Madrid, 2001, 214 págs.
405
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Hemos de agradecer a la editora Criterio Libros la aparición
de
una breve narración del caso McCarthy y de la "caza de bru­
jas" que nos inician a la verdadera historia. Y nada de lo que ocu­
rrió se corresponde con lo
que los medios nos "recuerdan".
El senador republicano por Wisconsin Joseph McCarthy fue
un hombre joven, de talante hiperactivo más que intelectual, sim­
pático y popular, hecho a sí mismo
con no menos esfuerzos que
otro Lincoln, voluntario
en la Segunda Guerra Mundial cuando su
puesto de juez le eximía de servir
en el frente, que en 1950 abra­
zó la bandera de combatir la amenaza
de la quinta columna
comunista
en Estados Unidos (1).
El fin de la Segunda Guerra Mundial con la aniquilación del
totalitarismo nazi otorgó
un amplísimo botín al mismo comunis­
mo soviético que al comienzo de la misma actuó como aliado del
Tercer Reich.
En Estados Unidos la decepción
por la división de Europa
con el Telón de Acero
fue acrecida por la victoria comunista en
la guerra civil china (2). Cundió un enorme malestar por la impre­
sión de que el Departamento de Estado había multiplicado sus
torpezas coadyuvantes a
ese resultado hasta hacer sospechar fun­
dadamente de verdaderas complicaciones.
En febrero de 1950 McCarthy denunció públicamente, y
luego
en el Senado, la existencia de un par de centenares de
altos funcionarios gubernamentales pertenecientes al partido
comunista.
(1) Luego, en pleno fragor del combate político, contrajo matrimonio con
una colaboradora que compartía sus ideales, antigua Miss dé belleza. Con todos
esos rasgos y su confrontación a cara descubierta y en solitario con los poderes
establecidos del gobierno norteamericano habría para elaborar una imagen
de
héroe romántico de película si el mundo de la comunicación no obedeciera a la
siniestra tiranía de lo izquierdosamente correcto.
(2)
Que a su vez condujo a la implantación o consolidación del comunismo
en Vietnam y Corea septentrionales y sus posteriores expansiones logradas o frus­
tradas. Hemos de recordar que tales regímenes siguen siendo hoy, con Cuba, los
únicos baluartes
de partidos comunistas en el poder.
406
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Por aquel entonces los comunistas de todo el mundo depen­
dían ciegamente
de Moscú que era el gran enemigo ideológico
del "american way
of life" capitalista y el gran rival geopolltico de
los Estados Unidos
por la hegemonía mundial. Luego, durante
ese mismo año y por otros tres, los norteamericanos entraron en
guerra abierta contra el comunismo en Corea. Se comprende que
en esas circunstancias la denuncia obtuviera un eco inmenso, una
popularidad abrumadora, y que el Senado creara un comité
especial para investigar las acusaciones vertidas (3). Fue
en vano
que las conclusiones oficiales fueran en su contra porque simul­
táneamente se publicaron las primeras detenciones de los espías
que por motivos ideológicos habían entregado a Stalin el secreto
de la bomba atómica.
Desde ese momento McCarthy alcanzó el
máximo de popu­
laridad y fue nombrado presidente del Comité del Senado para la
investigación de
las acciones gubernamentales.
Destaquemos este
punto, todas las personas investigadas o
que testificaron ante su comité
pertenecían al mundo de la admi­
nistración pública, nunca al del cine.
En realidad
el Comité de actividades antiamericanas (HUAC
en siglas inglesas) databa de 1937, y su indagación sobre las
complicidades comunistas
en Hollywood, o la elaboración de
las famosas "listas negras"
-tremenda represión que Soljenitsin
y los millones de víctimas contemporáneas del Gulag hubieran
acogido
con júbilo--son (1947) incluso anteriores a la acción
polltica
de McCarthy, que nunca lo presidió, por mucho que la
ignorancia, la pereza y
la mala fe lo repitan. El Hollywood de
la época estuvo profundamente dividido, con la mayoría de las
grandes figuras
en el bando anticomunista, la penetración co­
munista centrada
en el área de los guionistas, y la oposición a
la
HUAC haciendo bandera de la libertad de expresión contra la
censura.
0) Nótese que éste y otros comités investigadores no fueron procedimien­
tos judiciales. Pese a su fama McCarthy no llevó nunca a una sola persona a la
cárcel.
407
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
No cabe duda de la militancia comunista de los cineastas acu­
sados, a muchos de los cuales se les
ha alabado posteriormente
por ello, olvidando no sólo la perniciosidad intrlnseca del comu­
nismo sino su indiscutida obediencia a las consignas estalinistas
que entonces lo caracterizaba. Claro que la propaganda que hizo
creer
en la superioridad moral del ideal comunista sigue fructifi­
cando hoy.
La peripecia de McCarthy terminó prontamente porque a la
oposición del partido demócrata y de los medios de comunica­
ciones liberales se unió
la de la administración republicana de
Eisenhower,
que viraba al centro. Al denunciar McCarthy compli­
cidades comunistas
en el seno del Ejército el gobierno prefirió
negarlas
en público, aunque se procediera en consecuencia, para
evitar descréditos
de la Institución y sus cabezas. Tampoco se
quería ver discutidos en público asuntos de seguridad militar; y
además se hizo temer a Eisenhower que McCarthy fuera a dispu­
tarle la candidatura a la reelección, tan popular era.
McCarthy
no fue derrotado de frente, por demostrarle errores
en sus denuncias políticas, sino con malas artes. En 1954 se le
sometió
por sus propios colegas del Senado (presionados los
republicanos
por el Presidente) a un procedimiento de censura
por conducta impropia durante sus investigaciones. Para enton­
ces se
la habla desprestigiado por el abuso de influencias de uno
de sus colaboradores (también tachado de homosexual por los
demócratas,
¡lo que va de ayer a hoy!), y acusaciones absurdas y
totalmente fraguadas como preparar
un golpe de Estado y ser un
nuevo Hitler.
Cuando sobrevino
la votación de censura McCarthy todavía
gozaba de
un elevado indice de popularidad, y sus efectos eran
puramente morales, pero ya no se rehizo. Falleció muy tempra­
namente (a los cuarenta y ocho años)
en 1957.
Sin embargo, ya antes de su muerte, más todavía después de
las décadas izquierdistas de los sesenta y setenta, y sobre todo
con la apertura de los archivos del bloque soviético, se ha podi
0
do comprobar que McCarthy tenía razón en lo sustancial de sus
acusaciones, fueran cuales fueren sus errores de procedimiento,
408
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
como se reconoce por cada vez más gente, incluso cuando desean
mantener cierto distanciamiento de él. En Estados Unidos existe
hoy
una paulatina corriente rehabilitadora de su labor.
• • •
Este es el resumen de la historia que narra el libro que rese­
ñamos, en que el autor, ya prolífico, experto en cine y con obras
de pensamiento como La derecha del siglo XXI en su haber, ma­
neja la más reciente
bibliograf'ia norteamericana, y cuyo único
defecto, como
en otros libros buenos, es la brevedad.
Varios detalles de lo narrado han llamado mi atención:
Uno
es militancia anticomunista de notorias figuras del cine
de la época. No
es cierta la ecuación cineastas luego izquierdis­
tas,
por mucho que se jalee a los que la cumplen.
Otra, más importante, la postura política del catolicismo nor­
teamericano
en los años cincuenta. McCarthy fue católico, gozó
siempre del respaldo del voto católico, de
la confianza de figuras
como el Cardenal Spellman, y
aun de la amistad de los Kennedy
pese a ser demócratas.
Es decir: en la década anterior al Concilio no cabian dudas de
cual hubiere de ser la postura unánime y militantemente antico­
munista
de los católicos. Mi propia sorpresa al verlo reflejado
como normal, aun sabiéndolo, es indicio de lo muchos
que hay
que rectificar en el seno del catolicismo político a principios del
siglo
XXI tras las generalizadas desviaciones doctrinales y prácti­
cas de los pasados decenios.
LUIS MARlA SANDOVAL
409
Fundaci\363n Speiro