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Número 401-402

Serie XLI

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Javier Rubio: El reinado de Alfonso XII. Problemas iniciales y relaciones con la Santa Sede

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todo, de juicios históricos de apreciación (pienso, por ejemplo,
en la valoración de la Constitución argentina a cuenta de su pro­
testa de confesionalidad católica, que
no es incompatible con un
fundamento -en puridad una falta de fundamento--- liberal),
por lo que casi actúan como preguntas retóricas, o mejor, como
estímulos dialécticos para alcanzar
la verdad.
Así pues, interesante volumen, que recupera el derecho natu­
ral clásico, el que Elías
de Tejada polémicamente llamaba católi­
co o hispánico, a través de un camino de problematización de
la siempre insobrepasable experiencia jurídica. En particular el
ensayo introductivo
de Danilo Castellano resulta del máximo
interés.
JUAN CAYóN
Javier Rubio: EL REINADO DE ALFONSO XII
PROBLEMAS INICIALES Y RELACIONES
CON LA SANTA SEDE
e•>
Javier Rubio, embajador de España, es autor de numerosos
trabajos sobre todo de historia dipolomática que
no son dema­
siado utilizados
por los historiadores. Es una constatación y no
un demérito. No se le ve muy citado en las bibliografías utiliza­
das.
Yo, en particular, puedo decir que es éste el primer libro de
tal autor que llega a mis manos. Y, si los restantes son como el
que ahora estarnos comentando, son los lectores y los historia­
dores los que se han perdido excelentes trabajos, concienzuda-
1nente investigados, con aparato critico de primera 1nano y
amplias lecturas sobre la materia
La historia diplomática, como la eclesiástica o la militar, son
indispensables para conocer la historia general y, en no pocas
ocasiones, ellas mismas bastan para dar
una buena visión de la
época, bien porque su especialidad la condiciona y refleja sufi-
(*) Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1998, 574 págs.
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cientemente, bien porque la especial necesite, o utilice, de excur­
sos en la general, que nos suministran una aceptable percepción
de la misma. ¿Es este el caso del libro de Rubio? No diríamos
tanto. Quedémonos en que, tras su lectura, conoceremos mejor
un reinado que no es de los más estudiados por nuestra historia
reciente que apenas lo está mirando desde el prisma canovista,
ciertamente de enorme importancia pero no el único desde el
que cabe observarlo.
Es este también un libro canovista. Escrito desde la admiración.
-y lo que no va en ese sentido e& criticado o, mejor, incomprendi­
do. Por ejemplo, la Iglesia más tradicional: Pío IX, Simeoni, Cattani,
Bianchi, Benavides ...
-estamos ante una historia diplomática, por
lo que los ministros de Estado, nuncios y embajadores tienen
mucho más protagonismo que diputados u
obispos-o el carlis­
mo. Martínez Campos, anticanovista siempre, es una excepción.
Rubio, con esas premisas, ante la unidad católica o la tole­
rancia del artículo
11 de la Constitución, se manifiesta ciertamen­
te
por esta última. Y señala las preocupaciones y advertencias
de grandes potencias europeas ante la Restauración: Alemania,
Inglaterra, Italia, ante la posibilidad de regreso a las posiciones del
reinado de Isabel
II. Aunque la actitud de la Iglesia de España y
del Vaticano hizo que Cánovas modificara su actitud inicial que
estaba con la libertad de cultos.
Los precedentes de la Restauración -República y Gobierno
del general
Serrano-, son estudiados con amplitud en sus reper­
cusiones externas. Y la tercera guerra carlista complicaba las rela­
ciones con Francia, pues la frontera y su permeabilidad era una
fuente contante de problemas y quejas. También el reconoci­
miento
de Alfonso XII y su entorno: apego de Serrano al poder,
intrigas
de aquel permanente intligante que fue Mompensier,
genio
y figura de Arsenio Martínez Campos, precedente de pro­
clamación militar que se frustra
por la muerte del marqués de
Duero en combate con los carlistas, escaso entusiasmo vaticano
en el reconocimiento ..
Rubio amplía notablemente el campo de _observación de las
relaciones hispanovaticanas re1nontándose l1asta los inicios de la
"Gloriosa". La no aceptación de Posada Herrera como embajador
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es para el autor "actitud claramente inamistosa" "que llega a bor­
dear la descortesía".
Los decretos anticatólicos de "Lutero" Ortiz
no debían ser inamistosos ni descorteses. En todo momento el
historiador embajador actúa como embajador de España. Y esta
es seguramente la crítica mayor
que se le puede hacer el libro.
Pío
XI fue "intransigente" con el hijo de quien acababa de arre­
batarle sus Estados. Pero, ¡qué quería
el señor embajador que lo
era de Serrano,
de Amadeo, de la República menos, y de Cánovas!
Cánovas era consciente de que el reconocimiento vaticano
era imprescindible para la consolidación de la monarquía que
acababa de proclamar en Sagunto aquel incómodo general. Y no
sólo para terminar la guerra carlista, que también. De alú las pri­
meras concesiones.
Que no fueron pocas. Y siempre he pensado
que a disgusto. Castro, Orovio, Benavides ... no eran los suyos.
Contra eso, contra el partido moderado, se sublevó
en 1854. Cier­
to que él había evolucionado hacia la derecha, pero no tanto. Dio
las prendas.
Y, en cuanto pudo, se deshizo de las prendas. No
volvió a st1s orígenes, pero se quedó ... en la tolerancia.
La guerra carlista, el caso del obispo de Urge!, Caixal, el artí­
culo 11 de la Constitución y la tolerancia religiosa, con todo lo
que significó de enfrentamiento con Roma y, sobre todo, con la
Iglesia española --echamos de menos, aunque reconocemos que
son cuestiones internas y no externas, el análisis de los votos de
los obispos de Ávila, Sánchez Carrascosa, y Orihuela, Cubero, a
favor
de las tesis canovistas--, el protestantismo español que,
como dijo alguien refiriéndose a otra cuestión, era una diezmi­
llonésima
parte de una mierda, la cuestión judía, realmente una
originalidad del historiador, el cambio que significó el pontifica­
do de León XIII y lo que supuso de apoyo dinástico, las compli­
caciones con
el Gobierno italiano por la pastoral del cardenal
Moreno
con motivo del atentado contra los restos mortales de
Pfo IX, en lo que el cardenal quedó bien y el Gobierno mal, y
por la declaración parlamentaria del ya ministro Alejandro Pida!
y Mon,
en lo que el gobierno quedó mal y Pida! también, las difi­
cultades con Francia con motivo de Andorra, para
mi totalmente
desconocidas y tratadas
con toda amplitud, la crisis de las Caro­
linas
con Alemania y la intervención de León XIII que Rubio no
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considera volcada con España, y la muerte de Alfonso XII com­
pletan este interesante bosquejo
de la historia de España duran­
te el reinado del segundo Borbón restaurado.
En el
debe hay que anotar una postura de embajador rega­
lista absolutamente increíble
cuando agonizaba el siglo xx. Rubio
parece más
bien un diplomático del sexto abuelo de nuestro
monarca. Aunque nos parezca inverosímil
es cierto que Rubio
cree que si
un nuncio co1nunica a los obispos de parte del Santo
Padre
una postura a adoptar es una 11clara intromisión de la Santa
Sede
en los asuntos internos españoles" (pág. 263), "una decisión
muy poco ortodoxa de acuerdo con los usos diplomáticos" (pág.
264). Pero incluso la carta del
Papa al cardenal Moreno en defen­
sa
de la unidad católica (4/3/1876) la considera "grave injerencia
de la Santa Sede en los asuntos internos españoles" (pág. 265). A
esas alturas, ese año, eso ya
no es regalismo. Es estupidez.
Lástima esta deformación mental de "embajador" del embaja­
dor porque, sin ella, el libro es 1nuy interesante, ganaría mucho.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE !A CrooflA
Luis María Sandoval Pinillos: NUEVE SIGLOS DE
CRUZADAS.
CRÍTICA Y APOLOGÍA<'>
Tene1nos ante nosotros un nuevo libro de Luis María San­
doval, titulado
Nueve siglos de Cruzadas. Critica y apología.
Como hoy día este importante tema está poco presente en el inte­
lectual y ciudadano medio, y cuando
se habla de él a veces se
hace con poca· seriedad, el tema de las Cruzadas necesitaba un
profundo recordatorio.
En este libro el autor
na1Ta y explica, con rigor empírico, con
seriedad y sencillez, la historia de las Cruzadas. También analiza
su significado, y efectúa una valoración te1nática que da res­
puesta a los interrogantes
y afirmaciones vertidas en las diversas
(*) Madrid, Editorial Criterio-Libros, 2001, 280 págs., 124 x 195 mm.
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