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Número 401-402

Serie XLI

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Abel Hernández: Crónica de la cruz y de la rosa

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La derecha se molesta, los contestatarios se crecen, el pro­
blema vasco se envenena. Franco sigue poniendo "una nota de
prudencia", aparecen los "Cristianos por el socialismo", monseñor
Guerra agudiza sus criticas, asesinan a Can·ero, 11Tarancón al
paredón", casi le pegan al obispo auxiliar Oliver, los curas presos
en Zamora se amotinan, los contestatarios toman la nunciatura, la
policía detiene a un grupo de católicos en Barcelona ... Y, como
traca final, el caso Añoveros. Todo ello relatado pormenoriza­
damente y, sorprendentemente, con cierta asepsia. Y, oh sorpre­
sa, Arias Navarro, es "un presidente esperanzador para la Iglesia".
Yo creo que el mismo Arias, que se caracterizó por no contentar
a nadie, debió quedar agradecidísimo al autor si leyó sus elogios.
Las multas a los sacerdotes, la Asamblea de Vallecas y el
intento de
un nuevo Concordato cierran estas páginas escritas en
un estilo periodístico pero que recuerdan unos hechos que fue­
ron muy importantes para el catolicismo español. Conforme se
avanza en la lectura decrece el progresismo, aunque el libro está
escrito
desde ese campo. Si bien es cierto que con moderación.
Emprendemos, pues, con interés, y sin rechazo previo, la lectura
de la biografia del cardenal Segura. Aunque hubiéramos preferi­
do otro biógrafo. Los lectores tendrán, Dios mediante, cumplida
referencia
de la misma.
FRANCISCO ]OSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGO~A
Abel Herr,ández: CRÓNICA DE LA CRUZ
Y
DE LA ROSA(•J
Cuando apareció el libro me negué a leerlo. Hubo tres pe­
riodistas religiosos, con carácter sacerdotal -se puede ser perio­
dista religioso
y seglar-, Arias, Aradillas y Hernández que me
parecían bazofia eclesial. Hoy, casi veinte años después de la
aparición del libro, lo
he adquirido en una librería de lance, a
(") Argos Vergara, S. A., Barcelona, 1984, 213 págs.
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precio de saldo, y creo que merece la pena dar cuenta de él. No
por sus valores intñnsecos, escasos, sino porque es reflejo de una
época afortunadamente fenecida.
El clérigo Hemández es ya un exclérigo. Lo era ya en 1984,
pues dedica el libro a sus hijos
Abe!, Rodrigo, Ruth, Jimena y
Mireya. Bueno, notable constatación que creo que es extensible
a Arias. Ignoro lo que haya podido ocurrirle a Aradillas. Cosa
que, por otra parte, me tiene sin cuidado. Dos consideraciones.
Una, absolutamente intrascendente. El ordenador que manejo,
con total desconocimiento por mi parte, parece que subraya pala­
bras que a esta extraña máquina le parecen raras. Pues de los
cinco hijos de Hemández
le parecen raros cuatro. Todos salvo
Rodrigo.
Las reclamaciones al aparato. Palabra de honor que los
otros nombres me los subraya
en rojo. No se crea que el núme­
ro de hijos se debe a concepciones tradicionalistas del excura.
Pasaba justamente
por lo contrario. La segunda consideración,
que está reclamando
un estudio, es la de las secularizaciones de
todos estos sacerdotes, seculares y regulares, que en un momen­
to dado de nuestra Iglesia se alinearon en el progresismo. Porque
casi no q_ueda ni uno.
El libro refiere los almuerzos de Tarancón con Felipe Gonzá­
lez y Carrillo
en los días de la transición, siendo el muñidor de
esos encuentros el jesuita Martfn Patino. La fría despedida, una
simple carta protocolaria,
que el primero hizo al cardenal cuan­
do Roma le aceptó la renuncia de la archidiócesis madrileña. Sic
transtt gloria mundt. El izquierdismo de la Iglesia hispana pro­
movido
por personas que en no poca proporción llegarían al
episcopado e incluso lo animarían desde él: Romero de Lema,
Torrella, Rubio ... Las conversaciones con el socialismo que man­
tuvieron Sebastián, González de Cardenal y Martín Patino en el
domicilio del embajador Zulueta.
Al fin, la Conferencia episcopal
no asumió los resultados de dichos encuentros, lo que supuso
notables ataques
en la prensa a Ellas Yanes. La caída de Tarancón
y de Dadaglio que habían perdido el favor de Roma.
La importancia, en las co1nunicaciones con el Vaticano, del
sacerdote polaco Valorek, al margen de la nunciatura. Las vaci­
laciones ante el
23 F. La bronca de Bueno Monreal en el Vatica-
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no. El papel en alza de Marcelo González. La postergación de
Dadaglio, realmente notable,
en la firma de los acuerdos his­
panovaticanos.
La visita del Papa y el interés de que no perjudi­
cara las posibilidades socialistas
en las elecciones. Los obispos
prosocialistas.
Los clérigos socialistas. La crisis de la Compañia de
Jesús y su jugar a todos los palos
pero ahora con preferencia a
los rojos.
El derechismo de Opus Dei. La Iglesia pasada a la
izquierda con especial mención a Cristianos por el Socialismo. La
Asociación de teólogos Juan XXIII con buen número de jesuitas
entre sus miembros.
Los socialistas que proceden de las filas cris­
tianas.
Los conflictos de la Iglesia con el socialismo pese a tantos
amores.
La expulsión de Martín Patino de sus cargos con olvido
de los servicios prestados.
La "guerra de los catecismos". La bata­
lla
por la enseñanza. El dificil diálogo de la Conferencia Episco­
pal con el Socialismo
en el poder.
No es para creerse a pies juntillas cuanto dice Hernández,
pero el relato es interesante. Confirma desde el otro lado, o desde
otro lado
-evidentemente el de Hernández no es el mio-,
muchas cosas que sabíamos y otras que imaginábamos.
FRANCISCO Jost FERNÁNDEZ DE LA CIGONA
Elll'ique Diaz Arauja: LOS PROTAGONISTAS DEL
DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA c•i
Enrique Diaz Arauja, histmiador fecundo, cuyos saberes des­
bordan con mucho el oficio universitario de la enseñanza de la
historia argentina contemporánea, viene dedicándose desde hace
años al estudio del Descubrimiento de América, así como sus
antecedentes y consecuentes, habiendo dado a las prensas diver­
sos libros
que piensa integrar en un gran volumen que lleva por
título América, la bien donada, y que debe estar estampándose
en Méjico en el momento de redactar esta nota. Al proyecto per­
tenecen su estudio sobre Cristóbal Colón, sobre las bases jurfdi-
(*) Ciudad Argentina, Buenos Aires-Madrid, 2001, 328 págs.
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