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Número 439-440

Serie XLIII

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La Universidad y su compromiso social

LA UNIVERSIDAD Y SU COMPROMISO
SOCIAL
POR
BERNARDINO MoNTEJANO <>
Todo discurso, debe estar limitado en. el tiempo. Esta regla de
buena retórica tantas veces olvidada por los políticos, por los ora­
dores y hasta
por los sacerdotes y religiosos, es también expre­
sión de respeto: Respeto por el tiempo de los demás y no sólo el
de los oyentes, sino también, en mesas redondas, por el de los
otros expositores. Remando contra la corriente
que multiplicaba
las faltas
de respeto en su tiempo, pero que crecen en el nues­
tro, reclama Saint-Exupéry: "¡Respeto del hombre!
Si el respeto
del
hombre está fundado en el corazón de los hombres, estos
acabarán
por instaurar ... el sistema social, político o económico
que consagrará ese respeto" (1).
Vayamos al tema:
"La Universidad y el compromiso social":
en él se encuentran tres palabras que serán los hitos de nuestra
exposición: universidad, compromiso y social.
e) Palabras pronunciadas por el Dr. Bemardino Montejano el 10 de mayo
del 2005 en el Congreso lnteffiacional "La educación universitaria en la construc­
ción
de un mundo solidario y en paz", celebrado dentro de la "Conferencia 1nun­
dial para la paz, la solidaridad y el desarrollo", bajo los auspicios de la ONU y de
la UNESCQ, en Santiago de Compostela. El papel en cuestión estuvo presidido
por la Dra. Manuela López Besteiro, presidenta del Consejo Social de la Univer­
sidad de Santiago de Compostela e integrado además por la Dra. Wrana b1aría
Panizzi, ex rectora de la Universidad Río Grande Do Sul, ·Brasil y el Dr. Manuel
Escudero, Secretario
General del Pacto Mundial por la Paz y diputado del Partido
Socialista
Obrero Español. Se agregan las notas y los puntos má.s salientes de la
discusión posterior a
la intervención de los panelistas.
(1)
Lettre a un otage, V, en Oeuvres, Gallimard, París, 1965, pág. 404.
Verbo, núm. 439-440 (2005), 75:',-765. 755
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l. La Universidad
En primer lugar debemos precisar cómo debe ser la Univer­
sidad, para
CJU:e sea capaz de asumir el auténtico co1npromiso
social. Esto es urgente
porque hoy se multiplican universidades
de pacotilla, universidades nominales
que usurpan un nombre
venerable, infectadas por la politiqu,eria, por los negocios, por el
activis1no,
y hasta por cierto pastoralismo, que son incapaces de
ello y qlle, por lo tanto, contraen falsos y adulterados to1npro­
misos. Así, en una l-niversidad en la cual ejerce1nos la docencia,
los responsables del Instituto de Espiritualidad y Acción Pastoral
llevaron a
estudiantes del l.º al 10 de abril a misionar en la
Quebrada del Toro, lugar del norte argentino, Las clases habían
comenzado el
21 de marzo, Después de 7 días efectivos de clase,
10 días de pastoral. Esto no es razonable, A la Universidad se
concu11e para estudiar y ciertas iniciativas loables, como ésta,
concretáda aquí sin
circunsJ)ección, deben realizarse en vacacio­
nes. 'En épocas escolares lo bu_enü es estudiar y "misionarse a sí
1nisn10".
La Universidad capaz de asumir el auténtico compro1niso
social
debe ser ante todo una Universidad, debe, realizar la
naturaleza de una institución ocho veces centenaria, cuyos per­
files se
encuentran estampados desde los tiempos fundaciona­
les,
en la tantas veces repetida definición de las Partidas de
Alfonso el Sabio: "Ayuntamiento de maestros y escolares fecho
en algún Jugar con entendimiento y voluntad de aprender los
saberes' (2}
La Universidad es un grupo social co1no tantos,· pero que se
distingue
de otros como la familia, el sindicato, la empresa eco­
nómica, el partido político,
la asociación religiosa, el club depor­
tivo,
por su finalidad: aprender los saberes,
(2) · Segunda Partida, Título XXXI, Ley 1, en Las Siete Partidas del muy noble
rey don Alfonso el Sabio, Compañía. General de Impresores y Libreros del Reino,
.Madrid,
1843, t. I, pág. 648. En adelante citaremos en el texto con referencia a la
rnisnia edición.
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La meta de profesores y estudiantés no es otra que la búsqueda
de la verdad en el ámbito de los saberes y como ningún saber
deb~ estar 1narginado de su universalidad, ·a1nbos esta1nentos,
con entenclliniento del fin, deben buscarlo con voluntad firme y
tenaz
en los .niveles de las ciencias particulares, la filosofia y la
teología.
Si esto se intentá con seriedad la Universidad podrá re­
_<¿1perar su identidad 1nl1chas hoy desfigurada al verse inva­
dida, confundida y hasta a veces ocupada por la política parti­
daria, los
negocios y los negociados, el activismo y hasta por
cierto pastoralismo que la sustraen a quehacer específico: el
estudio.
Y si no hay estudio, si no }1ay inVestigación, la cual hoy
muchas veces huye de la Universidad para refugiarse en institu­
tos
de investigación, más segu~os y previsibles, en el país o en el
extranjero, si no hay iuténtica docencia, que requiere la "iniciati­
va de los profesores, pero también la pa1ticipación activa de los
estudiantes, si desaparece el discipulado por la ausencia de n1aés­
tros, por la multiplicación irresponsable de cursos y docentes
improvisados, no hay Universidad.
Y si no hay Universidad el lla1nado co1npro1niso ·social es una
1nentira y una ironía.
Los ámbitos universitarios están hoy también contaminados
por la borrachera de las declaraciones de derechos, los cuales,
n1uchas yeces incluso son aparentes derechos, son torcidos,
Son entue_rtos, utiliiados por sus comisionistas, por sus mer­
caderes, que lucran, prosperan y viven de ellos. Por eso, en
nuestro tiempo, nunca se insistirá lo suficiente en recordar los
deberes concretos, próxitnos, posibles, que signan la existe11cia
de todo universitario cabal en el seno de .la comunidad uni­
versitaria, que como toda comunidad, supone ante todo un
deber, pues como lo expresa Pedro Laín Entralgo: "Nosotros,
los universitarios,
entendemos esto muy bien, porque lo pri-
1nario en 11osotros, aquello por lo cual son1os t1niversitarios1 es
justan1ente un hábito de servicio: servimos a la expresión de
la verdad, y frente a la verdad no caben derechos. Si, en-cuan­
to ho1nbres, sólo poden1os conquistar y· gozar astillas de ver-
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dad, y si, como es patente, la verdad nos envuelve, nos pe­
netra y puede ffiás que nosotros, frente a ella, solo cabe el
deber" (3).
El primer deber de los universitarios es cultivar la virtud de
la estudiosidad, o sea estudiar.
La gran responsabilidad recae aquí en los profesores. El pro­
fesor responsable,
que quiere bien a sus alumnos, que respeta su
dignidad, los induce
a estudiar con su palabra y con su ejemplo,
a cultivarse, a Jormarse, les exigirá rendir al máximo. Como
expresa Saint-Exupery en Citadelle: "Fuérzalos a construir una
torre y los transformarás en hennanos. P~ro si quieres que se
odien arrójales un poco de grano" (4).
Magrufico es el texto que aparece en Terre des hommes, rela­
tivo
al "pequeño burgués de Toulouse", en el 1nismo sentido:
"Viejo burócrata, compañero mío ... Has construido tu paz a fuer­
za de cegar con cemento, como lo hacen las honnigas, todas las
salidas hacia
la luz. Te has enroscado en tu seguridad burguesa ..
has alzado tu modesto muro contra los vientos y las mareas y los
astros... Nadie se preocupó por sacudirte los ho1nbros cuando
aún era tién1po. Ahora, la arcilla de que estas fo1madó se ha seca­
do, se ha endurecido. Y nada, en adelante, será capaz de des­
pertar al músico do1mido, al poeta o
al astrónomo que quizá
habitaba
en ti en un principio" (5).
En la misma dirección, escribe el sociólogo italiano Francesco
Alberoni:
"No se puede hacer el elogio de los jóvenes repitiendo
demagógicamente
que son la esperanza del futuro. Lo son si des­
pie1tan.
Lo son si alguno logra despertar en ellos el deseo de
saber, de entender, de inventar, de trabajar. Pero
no se los des­
pierta. con el "pobrecito», "pobrecito", ni con la pereza. Y se lbs
mata con la indiferencia. Se los despierta sólo señalando una
meta y demostrando con el ejemplo, que creemos y que estamos
juntos dispuestos
a luchar para alcanzarla. Como han hecho
(3) Sobre la UniW!rsldarf hispánica, Instituto de Cultura Hispánica, Madrid,
1953, págs._13 y 14.
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(4) IX, en Oeuvres, cit., pág. '.í41.
(5) !, cit., pág. 148.
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siempre los grandes educadores, los grandes científicos, los gran­
des generales" (6).
Aquí, despertarlos, forzarlos a construir
la torre, es hacerlos.
estudiar, lo que significa tratarlos bien, aunque para algunos
vagos, crónicos, recursantes o cuatreros, esto es tratarlos 1nuy
111al, co1no año tras afio contestan en ciertas evaluaciones casi
demenciales, tlibuto al muchachismo y a la demagogia, en las
cuales los profesores
son juzgados en f01ma anónima, igualitaria
e irresponsable, incluso antes· de haber concluido los cursos.
Forzarlos a
constLuir la torre es lo que l1ace el profesor res­
ponsable y significa, en las huellas socráticas, asumir el papel de
partero espilitual, ayudar a los estudiantes a encontrar la verdad,
con el esfüerzo personal e intransferible de ellos mismos. En
cambio,
el profesor irresponsable, facilista, ese que no los respe­
ta y que pronto cae en el olvido, ese que no vivifica Su enseñanza
porque no investiga, ese que repite tratados y 1nanuales verná­
n1los o extranjeros, anticu.ados o de n1oda, les a1Toja .alpiste corno
si fueran canarios.
La Universidad volverá a vivir como tal en la 111edida en Que
recupere el gusto por el esfi.1erzo, la aleg1ia de estudiar, la alegrí~
de enSeñar.
II. El compromiso
Recuperada la identidad universitaria, podemos ahora hablar
del compromiso.
El ténnino compromiso füé puesto en boga por la filosofía
existencialista, y hoy de él, se usa y abusa: así se habla de
arte
comprometido, de filosofía comprometida, de literatura compro-.
_1netida, etcétera. Por eso, es necesario clarificar su contenido y
alcance.
Rafael Gambra rescata la idea que encierra el término, y afir-
1na que "si se prescinde de la 111etafísica y de la inte11ción en der-
(6) "In ogni giovane apatico si nasconde ·un combattente", Corriere della
Sera,
Milán, 7/3/2005.
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to modo nihilista que hayan inspirado el renacer de esta idea, no
cabe duda que la noción de engagement encierra una realidad y
un imperativo muy profundos" (7).
¿Quién se compromete? El hombre y, en segundo lugar, los
grupos sociales.
¿Qué hotnbre se con1promete? El que tiene conciencia de per­
tenecer a la especie humana, de participar de la naturaleza huma­
na, que es a la vez esencia y principio de OJJeraciones naturales,
que enriquecen
esa esencia detenniná.da, existente, pero dinámi­
ca, colmada de potencialidades, capaz de crear lazos. Este es el
hombre capaz de coro.prometerse. Saint-Exupéry, poco afecto a
los co1npromisos abstractos, declamatorios
y librescos, asume
co1npro1nisos concretos, se empeña todo en las empresas en las
cuales pa1ticipa y escribe en Citadelle: "Nada tiene sentido si yo
no 111ezclo en ello mi cuerpo y mi espíritu. No hay aventura si_ no
me comprometo en ella" (8).
Este sentido
de lo concreto, se opone a otra concepción del
hombre, representada
por un personaje de Jean Paul Sartre:
"Joven, rico
y hermoso, perspicaz -co1no un viejo, libre de todas
las servidun1bres
y creencias, sin familia, sin patria, sin religión,
sin oficio, libre
de todos los compromisos y sabiendo que no
debe jamás comprometerse" (9).
Este
hombre es un monstrno, como puede serlo el producto
de una probeta, lindo y adi~erado, cuya vida podría ser· análoga
a la de la oveja Dolly, relatada en un agudo chiste aparecido en
el Corriere della Sera: "Pobre Dolly. Nació por clonación y murió
por eutanasia. Nada en su vida fue natural". A lo que podriamos
agregar: nunca fue una oveja feliz de esas que pastan en nues­
tras pampas. Cargó
con enfermedades y el peso de una vejez pre­
matura.
El personaje de Sartre es un signo de la crisis moral contem-.
porá~ea, caracterizada,
co1no escribe Guido Soaje Ramos, por
"este desarraigo del hombre del orden del ser, esta pérdida del
760
(J) El silencio de Dios, Prensa Española, Madrid, 1968, pág. 4ú.
(8) XXXI, en. Oeuvres, cit., pág. 604.
(9) Théatre, Gallimarcl, París, t. l., pág. 23.
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Sentido del ser, o de la conciencia de la coriexión real con el
suelo ,que pisa, con las personas Con las que convive¡ sobre todo,
es la no religación con el Absoluto Personal del que depende
radicalmente su vida y que es el horizonte supremo de su dina­
mismo perfectivo...
Es el hombre desenraizado de la realidad
total y
de su Principio" (10).
Ese hombre participa
de la llamada "era de la transitoriedad",
según el entusiasta Alvin Toffler, signada
por el auge de lo des­
cartable, por la muerte de la pemianencia, por el reinado de lo
fungible, y así, se hacen cada vez nlás fugaces las relaciones con
las cosas, y
·se impone la moda del "úselo y tírelo"; con los luga­
res, y aparecen los nuevos "nón1adas", ·apresurados turistas ql1e
los "gastan" cada vez más rápido; con las personas, al surgir el
"hombre modular", que huye
de los compromisos profundos y
duraderos; con las organizaciones, acabándose la lealtad a los
prójitnos colectivos; y finahnente, con las imágenes, pues tam­
bién las ideas se crean y se gastan a una mayor velocidad" (11).
A todo esto Saint Exupéry,
en su "Carta al generad X", lo llama
"desierto del hombre". No es el desierto fisico del Sabara,
que tan
bien conocía· y amaba, sino el hosco desierto en 1nedio de una
multitud amontonada y masificada; por eso escribe: "los lazos de
amor
que unen a los seres y a las cosas, son tan poco profun­
dos, tan
poc::o densos, que el hon1bre no siente la ausencia como
(10) El orden moral, sin ed., pág. 75. Agrega So::i.je, uno de los pocos filó­
sofos
que tuvo la Argentina en los últqnos tiempos, cuya reciente muerte mucho
nos dueie, que, como consecuencia dé este desarraigo, aparecen "agotadas todas
las fuentes de afectivídad que ligan al hombre a los valores concretos de la vida
moral.
En el hombre insertado en la realidad y con sentido del ser están vivas las
fuentes
que movilizan en él, el' amor a esos valores concretos a los que puede ser
aquí y ahora desleal e infiel, pero que aun puede percibir estimativamente como
valores".
(11) En nuestra obra Familia y Nación histórica, Cruzamante, Buen_os Aires,
198_6, exponemos las ideas de Alvin Toftler, quien goza con las realizaciones de
la "nueva era", y las sometemos a pertinente crítica. En todas sus teorías, algunas
lamentablemente en curso de realización, falta un elemento que no sufre la
erosión del tiempo: el ::uuúr. Por eso, en las antípodas de Toffler, afirma Saint­
EA"llpéry: "El atnor verdadero no se gasta, 11:.ís das, n1ás· queda. Y si vas a extraer­
lo a
la· fuente verdadera, más tu sacas, n1ás generosa es", en Citadelle, CXXIII,
Oeuvres, cit., pág. 778.
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antes ... En esta época de divorcio existe la misma facilidad de
divorciarse de las cosas. Las heladeras son intercambiables. Y la
casa
si no es más que una ensambladura. Y la ~ujer. Y la reli­
gión ... No se puede ni siquiera ser
infiet ¿A quién podña ser
infiel?
¿Lejos de dónde e infiel a quien? Desierto del hombre" (12).
Ante todo esto debemos ro1nper las cadenas que nos some­
ten a la transitoriedad
y afirmar la capacidad del hombre para
contraer compfoinisos duraderos, definitivos, la capacidad de
"que1nar las naves al desembarcar".
Pero para estó necésitamos un hombre que recupere su iden­
tidad personal y su-arraigo, que se libere de las nuevas esclavi­
tudes que lo transforman en ser heteroditigido, integrante de las
aborregadas tnasas
de nuestro tie1npo.
m. Lo social
El ámbito social es el único. en el cual .el hombre puede des a,
rrollar las potencialidades de su naturaleza, y el compromiso
social la Universidad debe asumirlo respecto
al pueblo que la
nutre. Así enriquecerá con su participación ordenada el
bien
común de la sociedad global que denominamos bien común polí­
tico, abierto al bien común internacional y pe~fectivo de los per­
fectibles integrantes de la sociedad política. En el marco de esos
bienes comunes,· cona·etos
y posibles, encuentran su lugar la
paz, el desarrollo
y la solidaridad.
Ya señalas las Partidas que "de los ames sabios, los ames, e las
tierras,
e los Reynos se aprouechan, e se guardan, e se guían por
el consejo. de ellos' (Segunda Partida, Título XXXI).
Esos ho1nbres sabios, que ejercen una clara rectoría social, se
gradúan
_en la Universidad, la cual debe tener ¡Jor _meta, no sólo
formar profesionales competentes, sino también hombres cultos,
con una cabeza bien formada, ordenáda, que no es lo nlisn10 que
una ~abeza _ llena, con datos acun1ulados en forn1a enciclopédica,
(12) "Lettre non envoyée destinée au général X (gé.néral Caha.mbe?)", en
Écrits de guerre, Galliinard, París, 1982, pág. 376.
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y hombres honestos, decentes, que apliquen sus conocimientos
cientfficos y técnicos sometidos a las reglas morales.
La Universidad, como parte de su compromiso social, debe
estar abierta a todos los problemas y tódas las inquietudes de
nuestro tiempo. No
debe haber temas prohibidos, pero la pers­
pectiva del abordaje
debe ser la académica, pues cualquier otra
acaba desnaturalizando a la institución (13).
Y
aquí debo agradecer al Dr. Escudero su aporte temático a
esta exposición.
Se ha dicho que el hombre contemporáneo es el más refle­
xivo de toda
la historia. Sin embargo hoy nos encontrarnos con
un hombre muchas veces masificado, despersonalizado, vaciado
-en su interioridad, transformado en robot.
Se ha dicho que hoy sabemos todo. Eso es imposible, sólo
sabemos algo
de algo. Nuestro conocimiento fue, es y siempre
será parcial,
fraginentario, sujeto a revisión.
Se ha hecho referencia al hombre más formado· de la histo­
ria.
¿Será formado o informado? ¿Será educado o instruido? (14).
Se ha hablado de ciudadano global, pero el ciudadano sólo
existe en el marco concreto de la polis, de la ciudad, no en el del
mundo.
(13) Durante el primer día del Congreso . nos vimOs obligados a intervenir
ante una afirmación de la presidencia de un panel· que no compartimos, acerca
de la influencia de los medios que al comienzo de la guerra de Irak, que nos
habrían determinado a creer en la existencia de las armas masivas de destrucción
y en las razones de los Estados Unidos para iniciar el conflicto bélico. Ello no fue
así y nuestra res{)uesta universitaria consistió, junto con los estudiantes_ ·de
Filosofia del Derecho, en pensar la guerra. El primer día, .les repartimos un artí­
culo
de JimlD.y Carter, aparecido en un matutino de Buenos Aíres el 10 de maJ'Zo
de 2003, titulado: Esta no es una causajusta. Posteriormente, e:¡tudiamos la gue­
rra en los textoS de San Agustín, Santo Tomás, Francisco de Vitoria·y ha.sta en la
Convención
de Ginebra y en las documentos de las Naciones Unidas. En la eva­
luación posterior
sobre 60 alumnos 58 opinaron que_no era una guerra justa; tam­
bién llegamos a la concfusi6n de que Carter era un plagiario pues se había copia­
do de Vitoria sin citarlo. Estimamos que_es un buen ejemplo de un ariálisis aca­
démico de un problema contemporáneo.
(14) Como se ha dicho en la Argentina "se ha tratado de que todos sean alfa­
betos
aUnque fueran analfabetos mentales", sólo capaces de leer. el diario pura­
mente deportivo Olé o publicaciones pornográficas.
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Se ha hecho referencia a la inmigración y de su acogida con
la aceptación del multiculturalismo (15).
¿No será preferible una
política de integración, de asimilación, respetando las legitimas
particularidades? Retornando el
tema, segón señala José Ortega y Gasset, la
Universidad
debe actuar en la vida pública como un póder es­
piritual, "representando la serenidad frente
al frenesí, la seria
.agudeza frente a la frivolidad y a la franca estupidez. Entonces
volverá a ser
la Universidad lo que fue en su hora mejor, un prin­
cipio promotor de la historia europea" (16).
Este es el alto servicio que, en cumplimiento de su compro­
miso social,
debe prestar la Universidad al país y al pueblo que
la nutre y la mantiene, elevando su cultura, educando sus gustos,
orientando la solución
de sus problemas, respondiendo a sus
inquietudes, contribuyendo
a la formación de sus hombres.
En estos tiempos dificiles, para cumplir
con ese compromiso
debemos navegar contra
la corriente del mundialismo, del globa­
lismo, contra las vaguedades y el abuso de las abstracciones y
quisiera poner
un ejemplo concreto, que trae un gran poeta
(15) Esto es muy pel*,'l'oso y puede desintegrar una sociedad; es lo que pro­
pone para ·Italia, el presidente emérito Francesco Cossiga, para resolver los pro­
blemas de los musulmanes en su país cuando habla del régimen de "estatutos per­
sonales", por el cual las relaciones matrimoniales y familiares son reguladas por la
religión de pertenencia. Y no se asusta de las consecuencias: "Deberemos aceptar
la poligamia ... incluso derogando la Constitución" (Corriere della Sera, 3/11/2001).
(16) "Misión de la Universidad", en Obras Completas, Revista de Occidente,
Madri_d, 1955, t. IV, pág. 353. La ausencia de la Universidad· en este campo ha
dejado un vacio, ocupado por el periodismo, que en· general,_por lo menos en la
Argentina, degrada
todo lo que toca. Esto que hoy sucede entre nosotros, agra­
vado por la ·deletérea influéncia de la televisión, fue advertido por Ortega quien
en páginas magistrales denuncia lo degradante que significa que la tarea de ali­
mentar y dirigir el alma pública, sea realizada por los periocflsras, "una de las cla­
ses
menos cultas de _la sociedad. Una deformación profesional los lleva a enten­
der por realidad lo que momentáneamente mete ruido, sea lo que sea, sin pers­
pectiva
ni arquitectura ... La visión periodí."ltica reduce lo actual a lo instantáneo y
lo
instantáneo a lo resonante. De aquí que en la conciencia pública aparezca hoy
el mundo bajo una imagen rigurosamente invertida. Cuanto más importancia sus­
tantiva y perdurante tenga
una cosa o persona, menos hablarán de ella los· perió­
dicos,
y en cambio, destacarán en sus páginas lo que agota su esencia en ser un
•suceso• y dar lugar a una noticia" (pág. 352).
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LA UNIVERSIDAD Y SU COMPROMISO SOCIAL
argentino, Leopoldo Marechal, el del surubí, ese pez de nuestros
ríos interiores
que navega contra la corriente buscando las aguas
claras, a quien hace dialogar
con el cama.lote. Mientras el cama-
' lote es llevado por la corriente hacia las aguas pútridas del
Riachuelo o del
Río Tigre, el surubí navega contra la corriente en
busca de la infancia del río.
Debemos luchar
en pos de la meta contra todo determinismo
recordando las palabras del Quijote: "Podrán los encantadores
qui­
-tarrne la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible" (17).
(17) En la discusión posterior .se planearon diver.sas··cuestiones, algunas vin­
culadas a preguntas de los asistentes.
En primer lugar, el tema de los. dere<,11os humanos y .su.s declaraciones. Con
relación a él, desiacamos la hipoéresfa de las mismas, lo que ilustramos con :un
ejemplo enorme, el de Haití, desgraciado país, habitado por hombres de color casi
en su totalidad, que puede hacer gala en su Constitución de la más extensa y pro­
lija de las declaraciones, pero en el cual, · un tercio de los recién nacidos no llegar
a cumplir tres años de edad; en el cual, su economía arcaica se en_cuentra en manos
-de ·ocho familias blancas; y en el cual, el caos es tal, que los argentinos hemos ido
a poner un poco de ·arden (Para más datos se puede <;:onsultar el artículo de Ettore
Mo, "Haiti,
la spiaggia dei neonati perduti'', Corriere della Sera, Milán, 24/4/2005).
Otro ejemplo fue de la Argentina: ¿para qué· sirven los derechos al trabajo, a
la jornada limitada, al salario digno, etcétera, cuarido tenemos más de un 20%
entre desocupación y subocupación, aunque a veces las cifras se disimulen con
planes que en forma grotesca .se llaÍnan "trabajar"?
En segundo lugar, _el tema de los políticos que no encaran o_ lo hacen en forma
perversa los graves problemas reales de nuestros países. Así, la Argentina tiene una
grave cuestión demográfica: somos pocos y mal distribuidos. Una política sensata
~ería poblar la Argentina con nuevos argentinos, en prinier lug.tl"; y en segundo
lugar, cori una sana inmigración, con extranjeros de.buena voluntad, respetuosos
de nuestra tradición y de huét.tro estilo de vida, capaces de asimilarse. ¿Cuál ha .sido
la última respuesta del gobierno? Repartir diez millones de preservativos.
En tercer lugar, el tema de la mujer, que el Dr. Escudero manifestó que se encon­
traba marginada; relegada, discriminada. Le contestamos que a nuestro entender esas
manifestaciones eran vaguedades y que si había problemas, los mismos se solucio­
naban en los. casos concretos, como se había hecho en nuestra mesa redonda donde
varones y mujeres estábamos _dos a dos y la conducción la tenía una mujer.
En cuarto lugar, el tema de la globalizaci6n, y de sús corifeos, que había lle­
vado en la Argentina a un conspicuo cipayo vernáculo a· sostener que la misma
había _dejado de tener sentido como Estado-Nación y que para t_ener futuro debía
subordinarse al Brasil, representante del nuevo poder imperial, los Estados
Unidos en esta parte del planeta. Ante esto dejamos sentado nuestro repudio y la
necesidad de consolidar la identidad nacional para no perdernos y perecer en un
mundialismo anónimo.
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