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Número 439-440

Serie XLIII

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Ideología y economía

IDEOLOGÍA Y ECONOMÍA
POR
ÜSCAR VARA
l. Concepto de ideología y aplicación a la Economía
En su libro Ideología, Praxis y Mito de la Tecnocracia (Edito­
rial Montecorvo, Madrid, 1975),
Juan Vallet de Goytisolo propor­
cionaba tres acepciones del concepto
ideología a la luz de la
investigación histórica:
-«uno amplísimo, que abarca toda concepción económica, po­
lítica o social que admita ideas universales aunque éstas sean
inducidas
de la realidad o conocidas por la Revelación;
- otro
estricto, que tan sólo califica así a aquellas concep­
ciones del
mundo orientadas a su puesta en práctica,
para "fabricarlo" a tenor suyo y fundadas en ideas intui­
das, en puras construcciones mentales, sin que importe
a este respecto, que luego para su desarrollo y realiza­
ción práctica algunos utilicen las técnicas más rigurosas
de todo orden;
-y un tercero, aunque pluriforme, que es puramente sub­
jetivo y arbitrario, y no excede de ser un_ calificativo
denigratorio para quien no piense como quien lo em­
plea• (pág. 42).
Es evidente, tal y como afirma Vallet, que es la segunda acep­
ción, la estrict.a, 0 la que con tnás claridad se corresponde con una
Verbo, núm. 439-440 (2005), 799-816.
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concepción teórica del término ideología. Por ello, será en este
sentido
en el que lo aplicaremos para analizar si la econonúa, en
concreto la teoría económica, es o no una ideología y si se puede
concebir una teoría económica no ideológica.
Sin embargo, la definición de ideología
no es ajena a las pers­
pectivas
desde las que se juzga y entiende la realidad. Depurando
al 1náximo nuestra interpretación· de esta cuestión, diremos que la
realidad
puede comprenderse en dos vías distintas: la de la ver­
dad y la del error. La primera correspondería a la aproximación
que Vallet denomina realismo moderado (1), la segunda adopta­
ría variedades sin fin de aproximaciones,
que serían todas ellas
fallidas desde
su punto inicial de partida y no por errores de desa­
n-ollo o de desatención a lo real. Vallet sitúa entre estas al nomi­
nalismo y al idealismo.
Desde esta perspectiva veríamos que todo
sistema de pensamiento situado fuera de ese realismo moderado
en algo sería ideológico (o también podríamos decir, sofístico).
Ahora
bien, cometeriamos una injusticia si así lo hiciéramos.
Hay
que observar que la distinción vista antes es interesante por­
que la econonúa tiene facetas y acepciones diferentes que obli­
gan a
un análisis diversificado en el que no es lo mismo la teo­
ría económica
que la instmmentación que se hace del pensa­
miento económico y que se incorpora a siste1nas económicos de
vida. Por ello sería pertinente hacerse preguntas como las si­
gtlientes: ¿son la teoría económica y, por tanto, la ciencia en gene­
ral, ideologías?
¿Sólo algunas teorías económicas son ideologías o
la
teotfa económica no ideológica aún está por definirse? ¿Existen
temías económicas diseñadas para un fin ideologizante? ¿Cuáles son
los instnunentos prácticos
de la ideologización económica?
(1) "Pero el llamado realismo n1oderado, de vuelo más alto, que trata de
abarcar toda la realidad humanamente asequible, se eleva de ésta a las ideas uni­
versales sin renunciar
en ningún momento a comprobar su adecuación con la
propia realidad
y dispuesto siempre a revisarlas en cuanto lo exija el mejor cono­
cimiento
de ésta. Y como precisamente pretende contemplar toda la realidad,
tanto en lo que é.-.ta tiene de singular como de universal, tanto en lo difícilmen­
te
asequible como en lo perfectamente cognoscible, no puede prescindir de la
religión, ni rechazar
en modo alguno la Revelación de Dios al hombre como una
realidad histórica
de algo que no podemos comprender por nosotros mismos
pero que no debemos olvidar". VALLET DE GoYT1sow, op. dt., pág. 25.
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IDEOLOG!A Y ECONOM!A
Una primera aproximación seria la siguiente: se puede de­
mostrar que las teoóas económicas contemporáneas, las nacidas
de la denominada Revolución Marginalista de 1871 (2), son todas
ellas herederas
de diversas acepciones· del no~nalismo e idea­
lismo
por lo que, correspondiendo al ·concepto adoptado por
nosotros, serian todas ellas ideologías. A la explicación de esto
dedicaremos el próximo apartado.
.
Ahora bien, no todas estas teorias son "conscientemente" ideo­
lógicas.
Es decir, no tienen el propósito inÍcial ni intrinseco de
obrar
un cambio en las sociedades para convertirlas a nn cierto
ideal. Distinguiremos unas de otras. Sin embargo, alguna
de estas
teorías, con el tiempo, se ha Convertido en instrumento de ideo­
logías políticas o, mejor dicho, en instrumento de extensión de la
perspectiva intelectiva que· las generó. Dicho más llanamente,
veremos cómo alguna
de esas teorias ha acabado por cumplir el
objetivo del nominalismo de disolución
de toda verdad. Su estra­
tegia es la
de la persuasión e imposición de ciertas estructuras de
pensamiento
y de acción a las que ayuda la extensión de estas
teoóas económicas en concreto.
2. Teorías económicas e ideología
Para abordar esta complicada cuestión, vamos a adelantar una
tesis que he defendido anteriormente
en diversos trabajos (3):
todas las teorías económicas
se construyen a partir de úna cierta
(2) Se entiende por Revolución Marginalista por el pensamiento económico,
el nacimiento simultáneo en el tiempo, que ·no en el espacio, de tres escuelas de
pensamiento económico distintas que suponen el fin del período clásico (inicia­
do con la obra de Adam Smith en 1776 y continuado por autores como David
Ricardo,
John Stuart Mili y otros). Estas escuelas son la de Cambridge, con William
S. Jevons al frente, la de Lausana, con León Walras y la Austriaca, con Car!
Menger.
Para un conocimiento mayor de esta cuestión, remitimos al lector a cual­
quier.t de las excelentes historias del pensamiento económico existentes (como
las de Schumpeter, Martínez-Echevarría, Pribram, etc.).
(3) Ver
El Estado y la Teoría Económica, Cuadernos del Instituto de Empresa
y Hu1nanismo, Navarra, 2000. Un análisis más extenso lo desarrollo en un libro
de próxima aparición en Unión Editorial con el título Rafees Intelectuales .del
Pensamiento EconrJmico Modefno.
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antropología filosófica o teoría del hombre. A partir de estas con­
cepciones, los economistas
teórj.cos intentan definir un concepto
ideal de la persona que actúa, ya que la econonúa tiene por obje­
to
de estudio a la persona qué debe decidir qué hace con unos
recursos -
que son escasos-Con.· él óbjetivo de alcanzar ciertas
metas
no todas ellas asequibles simultáneamente. Otros elemen­
tos
son también importantes y hay que definirlos (como el lugar
en el que la acción y decisión toma cuerpo, o el principio que
rige el comportamiento de esa persona ideal en todo momento y
lugar),
pero no cabe duda de que el que tiene preeminencia es
el del protagonista de la acción económica: la persona.
Ahora bien, las definiciones
de "agente económico", que es
como se deno1nina a este
concepto ideal, no se han realizado en
el vacío. Todas ellas contierien, copsciente o inconscientemente,
precedentes filosóficos
muy -concretos. Así, las principales co­
nientes de pensa1niento económico se distinguen unas de otras,
muy fundamentalmente,
en esas preconcepciones filosóficas que
informan también la razón
de ser de su investigación y su 1neto­
dología. En
concreto, son tres las princ~pales escuelas o corrientes teó­
ricas contemporáneas
en eco_no1llia: la escuela neoclásica, la key­
nesiana y la
austria~a. D~ las· tres una:, la keynesiana, nace ya
como ideología. Pero
esto-es parte de lo que debemos contar a
continuación,
pues debemos ha.cer una exposición sucinta de lo
que son estas preconcepciones filosóficas
·que se adscriben a las
diversas
teorías económicas.
a) La escuela neoclásica
La escuela neoclásica es la teoría económica ortodoxa, la re­
ferencia teórica fundamental, el
11establishment". El mayor núme­
ro
de recursos personales y materiales se orienta en la dirección
de esta línea de investigación. En su origen, la escuela neoclási­
ca nace del
genio teórico de autores principahnente europeos: d~
los anglosajones William S. Jevons y Francis Y. Edgeworth (aun­
que este último era catalán
por parte de madre), del francés León
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Walras, de los italianos Vilfredo Pareto y Luigi Amoroso, etc. Hay
tres rasgos principales que unifican sus respectivos pensamien­
tos, en primer lugar, el positivismo, entendido este como aquella
doctrina que afirma
que los únicos objetos de conocimiento son
los sensibles, aquellos que pueden ménsurars_e y cuantificarse; en
se¡,•tmdo lugar, la matematización de su objeto de estudio que
está en línea con su positivismo, pues como es sabido, de éste se
desprende que el método de la ciencia ha de ser único; y, en ter­
cer lugar, .el utilitarismo, que les permitió definir el objetivo de
toda acción humana en la adquisición de niveles de placer, lo
cual facilitó la tarea
de matematizar el problema de decisión de
una persona. Las dos primeras características se derivaban de la
pretensión explicitada por estos autores, de usar la metodología
de las ciencias físicas, de la 111ecánica racional, en la expliCación
de los fenómenos sociales.
Con estos orígenes,
la teoría neoclásica planteó la toma de
decisiones del consumidor como un problema matemático de
opthnización o maximización, en el que el individuo debía ele­
gir, de entre un conjunto de bienes que pod!a adquirir con su
dinero y a unos precios determinados, aquella combinación que
le permitiera alcanzar el nivel . de placer ( o utilidad) más alto
posible. Para
el empresario el problema era parecido, en su caso
debía maximizar la diferencia entre los costes de producción (que
dependían de relaciones técnicas: cómo se unen los recursos pro­
ductivos para la obtención de bienes, cuál es la productividad de
los recursos que es, en última instancia, lo que fija su precio, etc.),
y los ingresos obtenidos por la venta de los productos.
Este planteamiento dio lugar a dos interpretaciones muy dife­
rentes de sus resultados, por un lado, la definición del problema
adoptaba
un aspecto aséptico, en el sentido de que el mundo
ideal diseñado por el teórico permitía encontrar las condiciones ·
ideales en las que los niveles de placer (o utilidad) y los benefi­
cios serían los 1nás altos posibles. En ese caso, la inteivención del
Estado debía limitarse a despejar el camino de obstáculos para
que la sociedad alcanzase aquella situación ideal y deseada. Pero,
por otro lado, esta teoría también dio esperanzas a aquellos que
pensaban que era posible realizar una planificación total de la
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actividad económica de un país porqué, si era posible matemati­
zar la toma
de decisiones de consumidores y empresarios, sólo
era una dificultad de cómputo lo que impedirla a un organismo
estatal diseñar cómo se alc"cnzaría la situación óptima dándole a
cada
uno lo que necesitara según sus necesidades ( 4).
Esta escuela de pensamiento, debido a .la potencia de sus
formalismos matemáticos y
el prestigio que conllevan, ha evolu­
cionado
por la primera senda sofisticando sus modelos de expli­
cación pero manteniendo
el espíritu de sus fundadores. Es más,
profundizando
en él, como demuestra el aplauso unánime de
esta corriente a la filosofia de Karl Popper y a la reinterpretación
que
un famoso econo1nista, Milton Friedman, hizo de ella (5).
b) La escuela keynesiana
Esta escuela es, en gran medida, unipersonal. No sólo por
haber nacido del genio intelectual, indudable,
de un solo hom­
bre,
John Maynard Keynes, sino también por haber sido, en gran
medida, traicionada
por los que posteriormente se llamaron "key­
nesianos" que, más bien, préfirieron verter· aquella parte más
matematizable del discurso keynesiano
en los modelos de la
escuela neoclásica.
Hablar de la obra de Keynes
es hablar de su gran libro, La
Teoría Generai (6), de influencia extraordinaria sobre la política
(4) Ver, por ejemplo, los artículos clásicos de ÜSKAR LANGE, "On the
Economic Theory of Socialism", partes 1 y 2, publicadas en The Revtew of
Economic Studies, vol. 4, n.º 1, 19361y vol. 4, n.º 2, 1937.
(5) Mii.TON FRIEDMAN defendió en su conocido ensayo "Toe Methodology of
PositiVe Econarnics" (Essays in PoSitive Economics, Uni'versity of Chicago Press,
Chicago, 1953) la imposibilidad de la verdad en la ~iencia. Para él, los modelos
económicos son meros instrumentos cuya validez proviene de su capacidad para
predecir la evolución futura de ciertas variables económicas (.generalmente artifi­
ciales, tomo es el Ca.so del índice de precios o del producto interior bruto real).
&ta metodología instrumentalista ha sido unánimemente aceptada (si bien implí­
citamente,
pues ya no es ni siquiera necesario referirse a ella al haberse conver­
tido en lugar común) pOr la escuela neoclásica en sus desarrollos más recientes.
(6) El título completo es, The· General Theory of Employment, Interest and
Money, Mac1nillan, Londres, 1936. Existe traducción española en Fondo de Cul­
tura Económica.
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IDEOLOG!A. Y ECONOM!A
económica del siglo XX. Para po,der entender adecuadamente su
mensaje fundamental es necesario, también
aquí, hacer arqueo­
logía en el pensamiento filosófico de este autor.
La clave fundamental de la Teoría General, se encuentra en
grandísima medida en la teoría del conocimiento que Keynes
expuso
en su primer trabajo int,,lectúal de importancia, el relati­
vainente poco conocido -para los economistas-, A Treatise on
Probability(]): En esta obra, Keynes hacfa uso de la teoría intui­
cionista
de Bertrand Russell y E. G:. Moore para afirmar que si
bien el conocimiento humano permite
un conocimiento de lo
que la realidad es en sí misma, por un proceso de aprehensión
de la misma que
no está mediado por nada, el carácter propiá­
mente inductivo de ese conocimiento haría que las personas se
sumieran en una sensación de incertidumbre fundamental. Esto
quiere decir, según Keynes,
que cuando las personas toman cual­
quier decisión cuyos resultados se adentran mucho
en el futuro,
experimentan
un profundo sentimiento de incertidumbre porque
son conscientes de que desconocen lo que el futuro pueda traer­
les. Por lo tanto, cualquier acción estará tan poco fundamentada
que, para ser tomada, requerirá de algún procedimiento que haga
desaparecer
la inquietud, que minimice la incertidumbre. Keynes
afirmaba dos procedimientos tende.:r;ites a reducir esa incertidum­
bre: por un lado, la actuación siguiendo un comportamiento con­
vencional (es decir, hacer lo que otros hacen)
y, por otro, la
actuación siguiendo
un comportamiento impulsivo (hacer lo que
a
uno "le pide el cuerpo", y que Keynes bautizó con el término
:'animal spirits" tomándolo, al parecer, de Heródoto).
En cualquier caso, lo
que Keynes enfatizaba era la incapaci­
dad que cualquier persona tiene para hacerse cargo de sus pro­
pias acciones así como el peligro que esto representaba, induda­
blemente, para la sociedad en su conjunto: personas que actúan
convencionahnente o porque
sí, no pueden deparar nada bueno.
De
aW la necesidad de que el Estado tutelara a la sociedad e
hiciera con sus recursos lo que esta no podría.
(J) Sobre estos orígenes filosóficos, ver el libro de R. M. O'DONNELL, Keynes:
Philosophy, Economics, and Polltícs: The Philosophical _ Foundation of Keynes
Thought and Their Jn/luence an Hfs E cono mies, Palgrave-Macmillan, Londres, 1989,
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OSCAR VARA
e) La escuela austrtacá
La escuela liberal por excelencia es, sin ninguna duda, la aus­
triaca. Fundada en 1871 por el economista vienés Car! Menger (8),
se separa de la neoclásica, por. un l~do, en su ardiente anti-posi­
tivismo que les lleva a defender el dualismo metodológico de las
ciencias (pues las ciencias sociales
son ciencias subjetivistas que
aplican el individualismo metodológico)
y que se separa de la
keynesiana, por otro, en su teoria del conocinliento, basada eii la
teoría de las categorías a priori de Kant.
En efecto, los austriacos rechazan toda hipostizaci.ón
por la
cual los entes supraindividuales adquieren vida propia
y se con­
vierten
en el agente causal de los fenómenos sociales. Sólo desde
el individuo
y su propia acción se puede explicar la sociedad, la
econonúa. La sociedad no preexiste al individuo, no existe como
énte autónomo.
Así fundan una teoria de la praxis, de la acción
hutnana,
en la que las decisiohes dependen de un conocimiento
que es peculiar de cada ser humano, que en muchas ocasiones
es tácito, que sólo se demuestra y transmite en la acción, y que
es, sobre todo, subjetivo, propio del sujeto. Tal peculiaridad la
explica la teoría de Kant, en la que la experiencia juega un papel
destacadisimo en la formación de ese conocimiento.
Es.ta concepción de los agentes económicos les lleva directa­
mente al liberalismo porque, ¿quién
puede determinar mejor que
el individuo lo que ha de preferir este? ¿Quién sino el individuo
tiene el conocimiento necesario para la acción en cada momen­
to del tiempo? ¿De qué otra forma podrían surgir instituciones
sociales tan sofisticadas como el lenguaje, el
derecho, el dinero o
el mercado sino por la interacción en la historia de millones de
(8) Su.s obras fundamentales son Grundsa.tze der Volkswirtschaftslehre, de
1871 (existe traducción española en el título Principios de Economía, Unión
Editorial, Madrid) y Untersuchungen uber· die Methode der Sozialwissenschaften
und der politischen Okonomie insbesondere de 1883 (Investigaciones sobre el
Método de las Ciencias Sociales y de la_ Economía Política en particular, existe tra­
ducción inglesa con el título Investigations Jnto !he Methods oí Soclal Sciences,
New York University Press, Nueva York, 1985).
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IDEOLOGIA Y ECONOMIA
personas? ¿Cómo puede sostrnerse el· orden social si no es por la
dispersión y aprovechamiento de todo el conocimiento posible
por parte de todas las personas posibles?
Bien es cierto
que la propia base epistemológica de la temía
la dota de algunos otros caracteres especialmente notables: en
primer lugar, la teoría kantiana le permite decir a Ludwig van
Mises (9), gran refundador a mediados del siglo xx de esta co­
rriente, que su teoría económica se construye desde el deducti­
vismo puro y que, por tanto, se enuncia axiomáticamente y con
una certeza apodíctica Oas ·categorias a priori de la acción son
conocidas perfectamente
por introspección -causalidad y teleo­
logía-y dan un basamento cierto en si mismo a todo el discur­
so posterior de la praxeologia o teoría
de la acción). En segundo
lugar, se orienta naturalmente
en la dirección del liberalismo ilus­
trado
y, por tanto, de todas las implicaciones políticas, juridicas y
éticas del mismo.
A pesar de la brevedad de estas notas acerca de las respecti­
vas teorias, esperamos
haber resaltado suficientemente esa de­
pendencia filosófica
que todas ellas poseen. Ahora es el momen­
to
de hablar de su relación con la ideología.
Ya advertimos que, al posicionarse fuera de lo que hemos
llatnado realismo moderado, todas ellas son, en sí mismas, dis­
cursos que podrian calificarse de ideológicos. Pero no hartamos
justicia a quienes, con la mejor·intención y. gran talento, intenta­
ron sistematizar un ámbito dé conocimiento hasta entonces rea­
cio a toda intelección rigurosa. ¿Eran Pareto,. Menger o Jevons
unos sofistas por vocación que pretendían modelar el mund_o a
su antojo? Sin necesidad
de una investigación más profunda
podemos responder negativamente.
La escuela austriaca, tradicionalmente, ha sido marginada por
las corrientes dominantes (keynesianas o neoclásicas) por su
notoria incompatibilidad con ellas. Al tiempo, su situación de
cierta postrac10n la ha hurtado del debate politice público, lo que
ha beneficiado su orientación teórica. No obstante, ha 1nantenido
(9) Ver su obra de 1949, Human Action, Fox & Wilke.s, San Francisco, 1996.
Existe traducción española, La Accidn Humana, Unión Editorial, Madrid, 2001.
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siempre respecto de ellas una superioridad metodológica deriva­
da de una concepción de la persona más perfeccionada
y, ade­
más1 más coherente con el pensamiento filosófico moderno. Su
superioridad metodológica la hace, a nuestro juicio, ser la escue­
la de pensamiento económico más evolucionada en la compren­
sión de los problemas económicos.
Sin embargo, es su excesiva
dependencia del pensamiento filosófico moderno (y del raciona­
lismo kantiano), la
que la hace inclinarse hacia una indebida
ideologización
de su teorización. Fuera del conocimiento que se
puede obtener sobre la acción humana por medio de la intros­
pección, y que como vimos Mises suponía cierto en sí mismo, no
existe·
la Verdad1 todo otro conoci:rrtiento es meramente instru­
mental. En este sentido, gran parte de su teoría de la acción
puede ser compartida con posiciones filosóficas realistas mode­
radas y escamotearse a la: tentación ideologizante. No así con el
resto, que deja la construcción de toda la sociedad y de las nor­
mas éticas en manos de procesos espontáneos. Y es evidente que
el proceso espontáneo, si bien explica que cada momento de la
historia se adapta a las circunstancias y personas de cada momen­
to del tiempo,
no debemos confundirlo con el proceso, en cierto
modo
evorutivo, que implica una tradición.
Un caso claramente diferenciado
es el de John Maynard
Keynes,
el gran persuasor. La obra de Keynes, contemplada en su
recorrido completo,
no específicamente en la Teoría General, es
sin ninguna duda
un ejercicio de ideología. De ideología socia­
lista e intervencionista. Ya en sus comienzos como pensador
social, allá por la década de 1920, defendió con ardor la necesi-·
dad de que el Estado controlara tres grandes ámbitos de la socie­
dad: la población,
la moneda y las inversiones productivas (10).
La idea de la necesaria planificación y del control de la población
tenía sus orígenes, co1no hemos visto, en una minusvaloradón de
las capacidades de los demás: de hecho, Keynes defendía que la
capacidad de intuición de la realidad era mayor en unas persa-
(10) Ver su libro de 1923, A Tract on Monetary Reform, Collected Writings,
vol. 4, Macmillan, Londres, 1971. Existe traducción española con el ñtulo Breve
Tratado
de la Reforma Monetaria, Fondo de Cultura ECOnómica, México, 1992.
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/DEOLOG!A Y ECONOM!A
nas que en otras y que, por ello mismo, algunos estaban dotados
para ver más
que otros: Esta peculiar situación negaba validez a
la argumentación cuando se trataba
de convencer a otros de una
posición propia. Sólo la persuasión, el situar al otro ante la reali­
dad intuida por uno mismo, podría realizar la conversión del
pensamiento del antagonista.
Su principal obra, la ya mencionada Teoria General, ha sido
siempre leida como
un libro científico. Pero es un engaño. El que
pretendía Keynes que transformara, como hizo, las creencias eco­
nómicas de la generación de economistas jóvenes que vivieron la
crisis
de 1929. La Teoria General debía haber pasado a la historia
como el mayor sofisma creado
ex profeso con la intención clara de
transformar los modos de pensar y, al fin, la propia realidad social.
¿En qué me baso para afirmar esto? Veamos. Keynes planteaba
que el comportamiento convencional y
el dirigido por los animal
spirits, provocañan inevitablemente una demanda insuficiente para
.comprar toda la oferta
de bienes y servicios en la econonúa. Dicho
de otro modo. Una econonúa
de libre mercado, en la que los agen­
tes siguen los dictados de
su propio interés, es incapaz de pro­
porcionar
una demanda suficiente, de modo que las empresas,
más pronto que tarde, deberán recortar el empleo produciéndose
una situación de paro involuntario que nadie puede resolver.
¿De dónde se podría sacar esta demanda adicional que falta?
Keynes propuso tres soluciones: la primera, y más obvia, consis­
tiría en socializar la inversión, es de"cir,. en evitar que los indivi­
duos decidieran qué hacer con su dinero y que esa facultad fuera
del Estado.
Sin embargo, Keynes era bien consciente de la impo­
sibilidad
de imponer esta solución en la sociedad británica del pri­
mer tercio del siglo
XX. Una segunda solución, a la que dedica
escaso tratamiento en su libro (apenas seis páginas), consiste en
la redistribución del ingreso de los ricos a los pobres a través de
la imposición fiscal. Ninguna de estas dos recibe la atención que
Keynes dedica a la tercera:
el manejo de la cantidad de dinero.
Keynes llegó a la conclusión
de que la depresión de 1929 podría
solucionarse y prevenirse haciendo que el dinero fuera abundan­
te, de manera que los tipos de interés fueran bajos. Sin embargo,
la década
de los treinta fue prolífica en trabajos científicos que
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advertían de los peligros de la inflación provocada por el manejo
de la cantidad de dinero. Keynes proponía obtener la demanda
adicional que faltaba creando dinero
de la nada, por medio de un
banco central que emitiera papel moneda que no estuviera res­
paldado
en ningún bien material (hay que recordar que el patrón
oro, es decir, el
papel moneda respaldado por metales preciosos,
era el sistema financiero vigente cuando Keynes escribe y
que
lo siguió siendo mucho después de la muerte de éste). Ante la
previsible resistencia intelectual de los economistas académicos,
Keynes "diseña" un trabajo provocador, innovador, sugerente y
plagado de sofismas que tratan de desarbolar los argumentos con­
trarios a su propuesta. Así, utiliza ciertos instrumentos lógicos usa­
dos por algunos economistas (como el conocido "multiplicador de
_ la inversión"), para producir una revolución del pensamiento eco­
nómico: ya
no será el ahorro quien respalde y genere la inversión,
sino iodo lo contrario, será la inversión
la que cree el ahorro (¿y
de dónde saldrá la financiación de esta inversión sino del dinero
creado
de la nada?); los aumentos de la cantidad de dinero no
producirán una "verdadera inflación", si se realizan cuando hay
desempleo; los efectos perniciosos
de la inflación sobre las rentas
fijas (sobre todo las salariales) no existen hasta que todo el mundo
está empleado (como si la gente dejara de demandar hasta que
todo el
mundo estuviera trabajando y los aumentos de precios no
redujeran su poder adquisitivo), etc.
Lo más notable del caso es que Keynes tuvo el despárpajo de
dejar constancia de estas intenciones en el epílogo de su libro.
Invito al lector a leer el epígrafe V del último capítulo
de la
Teoría General (11), para comprobarlo.
3. La economía como hettamienta de la ideología
Una variante que no hemos contemplado aún, es la que con­
sidera la posibilidad de usar una teoña económica como herra-
(11) Se puede con.sultar el libro en inglés en la dirección de internet:
http://etext.library.adelaide.edu.au/k/keynes/john_maynard/k44g/index.ht\
ml
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mienta de propagación de una determinada ideologfa cuando esa
temia no habla sido diseñada con ese fin. Esto puede pasar con
cualquier teoría que no se encuentre en la línea del realis1no
inoderado, si bien debe concurrir la· circunstancia de que haya
quien comparta la representación de la sociedad que la teoña
defiende e ilustra y que, además, tenga el -"poder" de intentar
imponerla. En la actualidad,
son sin duda las teoñas de la escuela neo­
clásica las que comparten una 1nis1na "visión de las cosas" con
los más importantes '.poderes" económicos y políticos de la tie,
rra. De hecho, esta escuela se encuentra con un apoyo institu­
cional y económico importantísimo
que explica en gran parte, no
totalmente, pues esta teoría no está éxenta de virtudes, su abru­
madora implantación. Pondré un ejemplo que me es tristemente
cercano y presente.
En la actualidad, la selección de profesores universitarios en
España se rige por la Ley Orgánica de Universidades Oey orgáni­
ca 6/2001
de 21 de diciembre, modificada por el Real Decreto Ley
9/2005, de 6 de junio). Esta Ley obliga a
que estos profesores
pasen por ciertos procesos selectivos para optar a distintas cate­
goñas profesionales. La novedad la encontrarnos en que el crite- _
rio
de selección depende de la calidad de la investigación cientí­
fica que,
en el caso de las publicaciones sólo tiene en cuenta lo
publicado
en revistas científicas que se encuentran jerarquizadas
de acuerdo al número de veces que han sido citados sus artícu­
los (para las revistas anglosajonas, esta ordenación la realiza la
empresa americana T11omson Corporation y se plasma en el
denominado Journal of Citations Report; pata las españolas, el
Ministerio de Educación y Ciencia seleccionó
al departamento de
Bibliotecononúa y Documentación de la Universidad de Granada
esta elaboración). Pues bien,
da la casualidad .de que la escuela
neoclásica á.1 ser la que de más recursos dispone, tanto· materia­
les como humanos, sitúa a sus revistas en los primeros puestos
de la jerarquía, catapultando a quienes publican en sus páginas a
la consideración de "buen ~ientífico". En España las consecuen­
cias de la LOU son bien previsibles en el ámbito de la econonúa:
todo estudiante
de doctorado que quiera hacer carrera académi-
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OSCAR VARA
ca sabrá que su investigación sólo le dará réditos si la realiza bajo
el paradigma neoclásico. Todo
otr¡:, esfuerzo le será inútil. En
brevej toda la investigación económica se realizará bajo un único
paradigma teórico y las alternativas desaparecerán o quedarán
marginadas en las personas de quienes. ya accedieron a plazas de
funcionarios aiites de entrar en vigor esta ley. Pero ni siquiera
estos profesores quedarán al margen de esta criba: los sexenios
que
puedan cobrar también dependen de la evaluación de su
calidad investigadora.
Este tipo de estrategias educativas
en las que se impone a
una sociedad una cierta visión de las cosas, no es nueva. Pero es
significativa de una intención de mayor alcance: se pretende una
sumisión máxima a una cierta manera de entender la realidad
social y su gobierno. Parece lícito, entonces, preguntarse ¿cuál es
esta manera de entender la sociedad? La respuesta la encontrare­
mos en la de esta otra pregunta: ¿qué propugna la teorfa econó­
mica neoclásica?
En su formulación actual más potente (que se
denomina Nueva
Macroeconomía Clásica), se ajustaría a las si­
guientes cuestiones:
812
l. Se afirma que los sistemas económicos tienen un nivel
esencial de actividad al
que tienden empujados por las
motivaciones de lós agentes económicos. Es decir, dado
un estado de mínima intervención (tanto institucional
como de otros individuos),
si los consumidores tratan de
alcanzar los niveles más elevados de placer derivados
del consumo de los bienes que
pueden adquirir y los
empresarios tratan
de alcanzar los niveles de beneficio
más altos que puedan obtener dadas las circunstancias
de producción y demanda, la econonúa
en su conjunto
alcanzará
una "tasa natural" de actividad que le es pro­
pia,
y que es la más alta a la que puede aspirar dadas
también las circunstancias.
2. La núnima intervención · a la que aludíamos antes se re-.
fiere
a, en primer lugar, que el Estado no afecte con sus
acciones a las decisiones de los individuos
y, en segun-
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IDEOLOG!A Y ECONOMIA
do lugar, que ninguna persona pueda someter la voluntad
de otra afectando a sus decisiones.
El segundo supuesto
es a lo que los economistas
nos referimos habitualmente
cuando hablamos de
que existe un estado de competen­
cia perfecta. Pero resulta muy interesante el primer su­
puesto:
aquí lo que se afirma no es que el Estado no
pueda intervenir en la actuación económic·a, sino que sµ
acción sea neutral Para que esto sea así es requisito
imprescindible que todo lo que haga el Estado, y los
efectos
que de ello se deriven, pueda ser anticipado
correctamente por los agentes económicos:· es decir, que
no perturbe sus expectativas. Porque en caso contrario,
habrá una disparidad
de actuaciones que impedirla a la
economía alcanzar su estado de· equilibrio dinámico.
3, Esto ha llevado al concepto de actuación normativa del
Estado frente a
la acción discrecional, para distinguir lo
que es
un actuar pasivo del activo. Lo que se defiende
es que el Estado
ha de ser, en su acción, igual que las
leyes naturales: parte del paisaje sobre el que
la acción
se despliega. Es más, que su· actuación eéonómica esté
sometida a restricciones constitucionales que la hagan
fácilmente previsible.
4.
Sin embargo, el Estado si se reserva un ámbito de inter­
vención: el monetario. Como es sabido, el dinero moder­
no depende de la gestión estatal puesto que el Estado lo
crea, lo lleva a los mercados y lo drena cuando es exce­
sivo. Sin embargo, esta intervención es, a los ojos. del
paradigma neoclásico, sencillamente técnic::a. Las· varia­
ciones de la cantidad de dinero en la economía se ¡Jro­
ducen por las necesidades de mayor o menor efectivo,
así como por las coyunturales correcciones que
es pre­
ciso realizar para que nada perturbe a corto plazo la
posición de equilibrio de la econonúa (porque a largo
plazo esa es su posición natural y la cantidad de dinero
no la afecta -hipótesis de neutralidad del dinero-).
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'i. La investigación sobre imposición fiscal, o sobre la fija­
ción de los salarios, o sobre el calendario de los conve­
nios salariales, suelen hacerse en esta escuela desde esta
perspectiva que afirma que nada debe perturbar la tasa
natural
de actividad.
6.
Los objetivos de la acción individual son neutrales para
el modelo. Por tanto,
todo experimento social es admisi­
ble
Oa moral no importa, en línea con lo que es la ideo­
logía democrática) (12).
7.
La medida del progreso es la acumulación de riqueza
material (hay ·que tener
en cuenta que los agentes eco­
nómicos desde esta perspectiva, alcanzan niveles
de
satisfacción mayores dependiendo de Ja cantidad de bie­
nes y servicios que consumen).
8. El mercado, el intercambio, es la mejor manera de con­
seguir los bienes
y servicios· qµe se precisan como nece­
sidades subjetivamente sentidas. Por tanto, aquel pro­
greso se ve favorecido por la extensión de los mercados
en dos sentidos: primero, en la del número de necesida­
des
que se han de satisfacer y la de los bienes que lo
hacen (se convierte
en objeto de intercambio todo lo
que sea una necesidad humana); y, segundo, se fomen­
ta que
un número cada vez mayor de personas se vean
involucradas en este procedimiento de satisfacción de las
necesidades.
9. Esta extensión requiere de la. armonización .de legisla­
ciones y formaS de organización política, a fin de que
los que intercambian tengan las suficientes seguridades
(cumplimiento de los contratos, libertad
de iniciativa
económica, derecho a apropiarse del beneficio, etc.). Pero
(12) Ver J. A. W1oow, El Hombre, Animal Polft1co, Editorial Universitaria,
Santiago, 1988.
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IDEOLOG!A Y ECONOM!A
también, requiere una armonización de usos y 1nodos de
vida que le permitan a las empresas transnacionales po­
.
der_ vender en el mercado global.
10. Finalmente, se observa que hay una clara complacencia
con lo que se denomina mundialización o globalización1
más que económica, cultural, pues es el destino natural
de la fonna de sociedad propugnada desde esta escuela.
Por tanto, la sociedad
que se defiende aquí es aquella que
tiene su
fin y motor en la codicia y en el placer de los individuos,
y
en la que las consideraciones morales quedan excluidas, al
principio implícitamente y posteriormente explícitamente, del ho-·
rizonte· futuro.
4. ¿Es posible una teoría económica no ideológica?
Volviendo al concepto amplio de ideología con el que abría­
mos estas reflexiones, intentaremos dar una -respuesta a la pre-
. gunta de si es o no posible una teoría económica no ideológica.
Si no estamos equivocados en el modo en el que hemos aborda­
do el análisis de las teorías económicas,
la evolución de la teoría
económica dependerá de la evolución de las concepciones que
se vayan ennnciado acerca del agente económico. Y1 por tanto,
esa evolución estará sujeta a la propia evolución del pensamien­
to sobre el hombre, es decir, a la denominada antropología filo­
sóllca o filoso Ita del hombre. Dicho sea todo esto sin perder de
vista la importancia que, para cada paradigma organizado sobre
una determinada concepción de la persona, tiene la 1nodelización
o definición del lugar donde se realizan las acciones económicas.
Por lo tanto, será la propia evolución de esta investigación
sobre el hombre la que, entendemos, llevará el germen del pro­
greso y avance de la ciencia económica hacia una comprensión
1nás científica y 1nenos ideológica de la realidad. Sin embargo, y
cotno bien habrá anticipado el lector, esto nos sumerge aún 1nás
en el problema que, aparentemente, queríamos evitar, pues la an-
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tropología filosófica es un campo de batalla más entre las diver­
sas formas de concebir, afirmar y negar
b verdad de la realidad.
Y aunque
una consideración de la persona más compleja de
la habitual
en los. modelos económicos conocidos, ya seria un
avapce, un progreso neto de lo que la ciencia económica cono­
ce sobre los procesos de asignación de recursos, no dejaría de
ser,
en todo o en parte, un paso en falso: Es cierto que no pode­
mos desdeñar sin más, aniquilándolo de
un plumazo, todo el
· enorme trabajo desarrollado
por las diversas teorias económi­
cas hasta la fecha. Pero, si
no nos hablan del hombre real, del
hombre tal
y como sabemos que existe, ¿qué ayudarán a su per­
fección?
La teoria económica precisa de un enfoque más radical, _de·
una perspectiva más realista y comprehensiva. Aquí es donde, en
nuestra opinión, las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia inter­
pelan al economista teórico católico,. animándole a concentrar sus
esfuerzos .en investigar la realidad económica desde la perspec­
tiva de lo que definía Vallet como
realismo moderado. En ella
radica la posibilidad de
que la teoría económica destierre la ten­
tación de la ideología y se convierta, con seguridad, en ciencia
del hombre.
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