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Número 477-478

Serie XLVII

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Juan Manuel Prada: La nueva tiranía. El sentido común frente al Mátrix progre

Juan Manuel de Prada: LA NUEVA TIRANÍA. EL SENTIDO COMÚN FRENTE AL MÁTRIX PROGRE, Libros Libres. Madrid, 2009. 350 págs.

Hace tiempo que los artículos de Juan Manuel de Prada son una referencia de la prensa española, no sólo por su calidad literaria sino por la claridad de sus afirmaciones doctrinales en los debates de actualidad: aborto, eutanasia, terrorismo, nacionalismo, ideología de género, educación para la ciudadanía, etc. Cuando adopta una postura, descarta los eufemismos o los paños calientes, y honra así la nómina de los escritores católicos que prefieren jugárselo todo en el campo de batalla, antes que cubrir el expediente de la “inspiración cristiana” sin recibir demasiadas heridas en el combate.

Se asemeja en ello al gran Leonardo Castellani, a quien, tras un injusto e inconcebible silencio de décadas, ha introducido en España por la puerta grande. Primero creando la expectativa con referencias y citas en sus escritos. Y luego como prologuista y editor de la primera compilación de trabajos del maestro argentino publicada en nuestro país, Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI, que conoce ya varias ediciones, para feliz asombro de nuestros hermanos de allende el Atlántico.

Pero Juan Manuel de Prada es algo más que ese excelente apologeta para la refriega ideológica cotidiana que demuestran sus colaboraciones en periódicos y revistas y su verbo en radio y televisión. Sabe descubrir también en cada punto de debate su raíz última, y como la encuentra casi siempre en un orden querido por Dios para el mundo, que obliga al hombre individualmente en conciencia, pero también a la comunidad de los hombres en cuanto tal, su sensibilidad puede muy bien denominarse tradicionalista o contrarrevolucionaria, si por tal entendemos contraria al non serviam de la modernidad que adquiere carta de naturaleza política en 1789.

El non serviam es el núcleo ideológico característico del “Mátrix progre”, expresión acuñada por Prada para referirse a la falsedad intrínseca del entramado de ideas e intereses que dirige hoy el mundo: una estructura cultural de izquierdas que las derechas hacen suya y que nos mantiene engañados sobre la realidad, y de la cual (como en la película de 1999 de los hermanos Andy y Larry Wachowsky interpretada por Keanu Reeves) hay que desconectar por completo para ver y para saber. Aunque ver y saber duela y nos complique la existencia.

Ese “Mátrix progre” nos promete libertad, pero nos esclaviza. Y por eso Juan Manuel de Prada ha recopilado en La nueva tiranía aquellos de sus artículos más aptos para que rompamos las cadenas. Es un volumen con todas las ventajas de una compilación –facilidad de lectura, frescura periodística– y ninguno de sus inconvenientes, porque estamos ante una obra de tan coherente estructura como limpia continuidad en el discurso y pensado en cada página para conducir al lector desde el flash de arranque (que, como al Neo de la película, nos despierta de la ilusión: la democracia puede ser tiránica, los derechos humanos pueden ser sólo una cobertura para que los caprichos del individuo prevalezcan sobre sus deberes hacia los demás) hasta el remanso final de la paz de Roma, cuando la inteligencia descubre en la fe, la esperanza y la caridad, y en el rostro humano de la Iglesia, el mejor antídoto contra la falsedad y el engaño, y también la senda de la salvación individual y colectiva.

Por medio, capítulos que son jalones de la profesión de proclamar la verdad en que el autor, rara avis en el Parnaso patrio, ha convertido su oficio: la defensa de la vida inocente, la triquiñuela sectaria de la “memoria histórica”, el valor de ofrecer a niños y jóvenes una escuela y una enseñanza dignas de tal nombre, la crítica al esnobismo artístico como antítesis de la belleza, un repaso a cineastas y literatos a quienes vale la pena prestar atención, o una miscelánea de perlas en torno al humor desmadrado de Bugs Bunny, la gracia añeja y eterna del circo o la esencia del arte de torear, por citar las más políticamente incorrectas.

En La nueva tiranía hemos de destacar sobre todo la primera parte, bajo el título de “Una llama de verdad”, donde sienta principios generales que habrían firmado apóstoles señeros del derecho público cristiano. Como Rafael Gambra, al remitir Prada al arraigo como mecanismo psicológico de la tradición, que los tiranos intentan doblegar como refugio de libertad verdadera: “Mediante la «desvinculación», se trata de borrar del «disco duro » del individuo todo sentido de pertenencia, quebrando todos aquellos vínculos que le sirven para hacerse inteligible”. Como Marcelino Menéndez y Pelayo y su mirada escéptica alejada del endiosamiento de la democracia: “Cuando los malvados y los tontos alcanzan el poder democráticamente, puede decirse sin atisbo de duda que la sociedad ha alcanzado el grado más abyecto de corrupción; pues si encumbrar lo que es de naturaleza inferior es siempre una monstruosidad, cuando dicho encumbramiento se obtiene por voluntad popular debemos entender que la monstruosidad está enquistada en el propio sistema”. O como filósofos del Derecho en la línea de Juan Vallet de Goytisolo o Michel Villey y por supuesto el maestro de ambos, Santo Tomás de Aquino, pues censura Prada “una organización humana cuyos integrantes han renunciado a la labor de discernir el contenido real de un derecho, prefiriendo imponer como derecho lo que no es sino «volición», mero acto de la voluntad o –lo que es todavía peor– acto de una voluntad incapaz de embridarse, de una voluntad sin «fuerza de voluntad» (esto es, sin capacidad para conceder lo que no es obligado y para abstenerse de lo que no está prohibido)”.

En consecuencia, la publicación en pocos meses de dos títulos que llegan de su mano, Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI de Castellani, y La nueva tiranía, debe saludarse con entusiasmo. Que no en vano, y con la misma belleza formal de sus novelas, Juan Manuel de Prada hace temblar los cimientos del “Mátrix progre” sembrando semillas de libertad cristiana y realismo filosófico y político.

M. ANAUT