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Los «Forum» del 31 de octubre. II. De empresas

II. DE EMPRESAS
El jorum de empresas tuvo una asistencia numerosa y activa
y las intervenciones fueron de calidad.
Comenzó la exposición, por la Ponencia, José SeijaiS, quien desarrolló el reciente intento de revisión de la doctrina socialista
efectuado por el grupo intelectual integrado en el Club J ean Moulin y desenvuelto, bajo el p.seudónimo de Claude Brouclain,
en un reciente libro -de fines de 1%5-titulado Le socialtsme et f Europe. Como en carta a dicho autor -publicada en VERBO núm. 47-48--expone Ives Le Penquer, en el informe presen­
tado a la Asamblea de dicho Club se constató que la
«debacle de la vieja doctrina socialista es casi total». Claude Brouclain, al criticar el socialista revolucionario, confiesa que la organización
socialista de la economía -«.es incapaz por naturale'Za. de promover eficazm11mte la elevación del niwel de vida». Por ello - los puntos básicos de esa necesaria revisión :
l. Una cierta rehabilitación del miercado. «En tanto que el interés y e1 provecho son los medios más poderosos para incitar a los hombres al esfuerzo, deben constituir la base del sistema
económico». Se
trata de «superar el capitalismo y el socialismo».
2. La recreación de una jerarquía social, ... de cuerpos inter­
medios, que Broudain expone así, en su idea esencial: «Si con­viene retirar al Estado ciertas competencias o prerrogativas; esto
no significa
que deban ser trausferidas a empresas capitalistas;
en una concepción socialista moderna, tiene que interponerse una
gama de agrupaciones democráticas muy completas entre el mer­
cado y el Estado; cooperativas, agrupaciones de consumidores y auscultadoras, asociaciones culturales, sindicatos, etc.... El po­der público debe, con respeto a esos testimonios de una demo­
cracia fundamental, liberarse de
las viejas tentaciones jacobinas
que van del paternalismo al autoritarismo»
... «el Estado no debe
ocuparse sino de lo que no puede ser regulado por instancias in­
feriores.». (Teme, sin embargo,
Le Penquer, que sin la finalidad común
dada por el orden natural, esos «cuerpos intermedios» del neoso­
cialismo no sean otra cosa que «los cuadros cómio·dos de una or-
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LOS "FORUM" DEL 31 DE OCTUBRE
gwnización tecnacráticai», simples órganos de una descQ1'l.centra­
ción, no de una verdadera descentralización).
3.
El ¡,luralismio, pues no hay 1;bertad .rin opdón: «La or­
ganización de los ocios, como de
la información de la salud pú­
blica y el sistema escolar. .. tiene que ser múltiple,_ es decir, plu­
ralista».
Luis González desarrolló el segundo punto de la Ponencia.
Visto lo que se
trata de cambiar del socialismo, examinó Jo que
permanece sin proyectarse
su cambio. Para ello, siguió también
las líneas fundamentales de
la carta de Ives Le Penquer, quien
constata la continuidad en el neosocialismo de las siguientes abe­
rraciones:
a) Ausencia de referencia a algnna verdad superior a las
fuerzas materiales.
b) Persistencia del principio del materialismo histórico, se­
gún el cual las fuerzas materiales son las únicas verdaderas cau­
sas de los cambios sociales.
e) Hostilidad a Jo qu~ enraiza al hombre, le personaliza y Jo
protege, especialmente a la propiedad personal y la sucesión fa­
miliar. -«El ¡principio de la herencia -dice BroucJain-es tan
ofensivo en
la propiedad como en todos los otros ... ».
d) El mito de la ignaldad marxista.
e) El juicio de la felicidad del hombre medido con pautas
de producción material, de distribucióri y de consumo.
f) La impotencia de dar al «ideal socialista» otra finalidad
que la económica. Todo
lo más, se adute, una vaga «solidaridad»,
un
«trabajo creación». .
g) La tendencia a la unificación política a escala mundial,
para lo cual todo será derribado, destruido, nivelado, si no entra
en los esquemas mecánicos de
la Organización económica, y mu­
tilados de sus patrimonios no tecnológicos, los pueblos deberán
conformarse a los dictados absolutos
de una ecuación matemá­
tica de la Organización tecnocrática.
Por eso Le Penquer, en su carta a Brouclain, le escribe: "Se
descubre que sólo los «caminos y medios» cambian. Abandonáis
los itinerarios pantanosos del colectivismo, donde se ha atascado
el carro de la Revolución. Decidís reemprender
parcialmente los
caminos eficaces y sólidos del orden natural, pero no habéis aban­
donado nada de las ambiciones totalitarias del socialismo. Mar­
cáis un cambio de táctica, pero vuestro fin sigue siendo
el mismo:
es la unificación mecánica de los pueblos
y su sumisión total a
un sistema unitario, a
una fría organización de fuerzas".
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JI. DE EMPRESAS
Germán A/va,rez de S otomayor, al hacer uso de la palabra,
subrayó el interés enorme de las notas leídas por José Seijas y
Luis González acerca de 1a nueva posición de los miembros más
destacados del Club J ean M oulin y añadió los siguientes co­
mentarios, que transcribimos literalmente:
Todo lo-que de este viejo socialismo avergüenza o deja incómo­dos, ahora, a estos caballeros del Club
Jean Moulin -probable­mente jóvenes, con títulos universitarios y
manos cuidadas d.e buenos y supercivilizados burgueses-es, precisamente, lo que
a mi juicio produce el mayor estupor y constituye verdadera
pieza de escándalo.
Estos caballeros, que en absoluto piensan
ahjurar de las vieJas raíces ideológicas del materialismo histórico
y que pretenden un
«aggiornamento» del socialismo para adaptarlo a la nueva socie­dad europea de alto nivel económico y cultural, se disponen a
aligerar su marcha arrojando el lastre de las viejas concepciones
romántico-revolucionarias.
¿ Qué es lo que les estorba y de qué
reniegan? Nada menos que esto, dicen: Que ... «la organización socialista (colectivista) de la econo­
mía
es incapaz de promover eficazmente la elevación del nivel de vida ... ».
Que ... «el Estado-empresario, capitalista o socialista, sabe ad­
ministrar
mejor 1a penuria que producir la abundancia». Que ... «el socialismo distribucionista ... fomenta el sentinuento
del derecho ( del ciudadanoJ a pedirlo todo al
Estado sin ofrecerle
nada a cambio y disuelve el sentido de] civismo y de la respon­
sabilidad».
Que... < Que ... «cuando el Est.ado i-nultiplica sus intervenciones,
ilega
un momento en que, omnipresente y extendido, su seno mil feudalismos que le quitan su substancia». · Si esto dicen 10s neosocialistas ---en 1965-¿ c_ómo podremos diferenciar el «neocapitalismo» del _«neo-socialismo»? ¿ No resul­tará ser Bloch-Lainé tan cabeza tanto del «neo-capitalismo» como
del «neo-socialismo»? ¿No estamos asistiendo ya a· una integra­
ción, de hecho, de las dos posturas, aparentemente opuestas,
y en el fondo, y desde siempre, hermanas gemelas, del capitalismo y
del socialismo
?
Pero si el socialismo revolucionario tradicional puede con­
vertirse
así, mansamente, en un socialismo supercivilizado muy. del
gusto de burgueses y tecnócratas, ¿ qué hemos de pensar de las
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LOS "FORUM" DEL 31 DE OCTUBRE
turbulencias sangrientas que han acompañado siempre la marcha
del socialismo
¿ Tuvieron, entonces, algún sentido aquellas inmensas manifes­
taciones que en nuestra infancia contemplamos en nuestras ciu­
dades, con
másas ululantes cantando «la Internacional»?
¿
Fue todo una pesadilla o una lJToma? He de decir que, a mí,
lo que me escandaliza es que estos caballeros del Club J ean
Moulin se
atrevan a hablar del «aggiornamento» del socialismo
sin hacerse solidarios
ni responsables de tanta sangre vertida en
nombre, precisamente, del socialismo. Ellos, con las manos bien
lavadas, con sus flamantes títulos académicos y con su pedantería
tecnocrática, nos hablan ya como si nada hubiera ocurrido, como
si tuvieran todos los derechos a nuestra atención
y nuestra su­
misión, como si no supiéramos que a los millones de hombres
y mujeres que desfilaban año
tras año bajo las banderas y los
emblemas del socialismo revolucionario, lo que realmente les agru­
paba allí era un ansia poética de armonía en el mundo, al mismo
tiempo que odio
por la frialdad y el abandono en que se veían
sumidos y desesperanza
al ser despoj atlas de su fe ingenua. Los
burgueses-tecnócratas del Club Jean Moulin ¿tendrán algo que
decir a estos millones de personas que tanto
y tan inútilmente
esperan aún
del socialismo? Y, sobre todo, ¿ hemos de tener que
seguir escuchándolos ?
Finalmente, habló por la Ponencia
D. José María Ramón
de San Pedro, que inició su exposición contando la anécdota
ocurrida en
la reunión-almuerzo con que el Club de los Millo­
narios de la Ciudad de
New York hubo de obsequiar a Gromyko
en 1963, como preparación
para la visita que_ a poco efectuaría
Krouschef a los Estados Unidos. A la humorada
---que uno de
los
anfitrione~ destacó--de estar agasa jaudo a un representante
del sistema comunista que,
de implantarse en Norteamérica en­
terraría a los millonarios allí reunidos, el curtido diplomático
so-_
viético replicó sofísticamente que en el supuesto de que 1a im­
plantación del comunismo tuviera
lugar en los Estados Unidos,
las cosas
no sucederían como los millonarios daban en
temer,
Porque
el comunismo necesitaría salvar el principio de la eficiencia
gestorial de
la economía. Para entonces ----pronosticó el mos­
covita
forzando su tono amable--los millonarios inteligentes y
capaces, útiles
para la gestión directiva, continuarían dirigiendo
las empresas que habrían
dejado de ser propiedad personal. Ade­
más de esa posibilidad, los millonarios tenían
mejor que nadie
-por medio y recurso de sus estudios-la oportunidad de pre-
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II. DE EMPRESAS
parar profesionalmente a sus hijos para que éstos, necesarios
a la colectividad por razón de sus conocimientos superiores,
pu­dieron sucederles las más de las veces en la dirección de las
empresas socializadas. A este espejismo dialéctico, terminó aña­diendo Gromyko la sugestiva contrapartida compensatoria que
para los responsables de la empresa nueva habría de suponer la
despreocupación de la agobiante gestión propiamente financiera;
porque la obligada protección del Estado facilitaría siempre
el crédito oficial, de acuerdo con las necesidades de la colectividad. He ahí una tentación que, sin imposición del comunismo, van
sufriendo muchos empresarios ante
el problema que crea la falta
de capitalización, que provocan la presión de lo que hoy se llama lo social y del consecuente agobio por lo fiscal, y por toda clase
de intervenciones. Pero ese camino, que resulta menos áspero, va a llevar a trabajadores y empresarios a recibir un castigo a la larga o a la corta. El empresario perderá su libertad y el obrero
caerá en la servidumbre del Estado.
Este dueño no sólo del cré­dito sino árbitro del nombramiento de los Directores exigua la
sumisión absoluta de éstos. Y .el obrero se encontrará con que su
nuevo patrono, el Estado, será a 1a vez juez y soberano de sus reclamaciones y querellas, y perderá incluso su libertad de elec­
ción de trabajo y con ella la de resistencia.
Ante esta perspectiva, a la que puede llevar un camino amplio
y cómodo con lento pero permanente declive, Ramón de San Pedro pone los ojos en los cuadros dirigentes, técnicos de em­presa, con visión concreta y práctiea de la .realidad viva como
única fuerza que puede oponerse a los sueños teóricos y totali­
tarios de los tecnócratas, es decir, de los técnicos estatales. Hay que dotar, pues, a los cuadros dirigentes de las empresas de una visión total del problema y de sus posibilidades de actuación
como medio más adecuado de evitar la catástrofe que a todos puede llegar si seguimos deslizándonos por la pendiente que lleva a pa­tronos, a dirigentes y a obreros a la situación de esclavitud, como
castigo de nuestras daudir.aciones y egoísmos ciegos.
Seguidamente se abrió el coloquio, en el cual se trató de las soluciones que ofrecen los cuerpos intermedios, subrayándose pun­tos esenciales. El peligro de un totalitarismo de cuerpos inter­
medios si se configurasen sin un básico reconocimiento del orden natural y de la personalidad del hombre, o si se hiciese de ellos
cuerpos cerrados con olvido del bien común y de los intereses de los consumidores. Se precisó su función de equilibrio natu­
ral, que el Estado debe. promover y defender, sin inmiscuirse
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sino en los términos exigidos por el prmcipio de su/Jsidiaridad.
Se habló de los sindicatos, qne pueden ser de tres tipos: a) de
masa, b) estatificados, y e) propiamente orgánicos de cuerpos
intermedios, que crecen de aba jo arriba y no a la inversa. Se
distinguió su multiforme organización por empresas, profesiones
y oficios como preconiza el libro El tm/Jajo, de Jean Ousset y
Michel Creuzet, cuya lectura y estudio en equipo se recomendó,
así
corno la de los estudios sobre La Tecnocracia y las libertades,
traducidos al castellano por Speiro.
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