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Número 117-118

Serie XII

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El orden de la naturaleza, plan de la sabiduría divina

EL ORDEN DE LA NATURALEZA, PLAN DE LA SABIDURIA DIVINA
De la existencia de un Dios personal y creador deriva su pro­
videncia, reflejo de su pensamiento en las cosas y en la
historia.
« ... el problema de Dios, no obstante las controversias que lo
"rodean (olvido, duda, negación, sust,itución, afirmación ... ), sitúa
"al, hombre moderno en una aiternativa tremenda en las dos re'S­
"puestas que .se
le

dan:
si no admitimos la existencia de Dios nos
"vemos

obligados a
suprimir ta razón de

ser
original y 1uficiente
"de las cosas, t., causa primera, el principio de la racionalidad y de
"la ciencia;

a prescindir de la lógica suprema del pensamiento
y de
''la exigencia igualmente suprema de la existencia de las cosas,· a
"vivir y a pensar en la obscuridad, o en la penumbra de principios
"hipotéticos e insuficientes para dar la explitación final a nuestra
"apremiante búsqueda de la verdad: la mente, que quiere decir
nluego la

vida, desemboca en la
duda,. en
la hipótesis,
en lo
ficticio,
"y finalmeme en el absurdo, en el escepticismo, en la falsa y deres­
nperada
sabiduría

del
nihiJrsmo. O

bien, si admitimos
que existe
nun Dios personal y creador, debemo.s concluir que debe existir en
nel mundo
creado un gobierno, un pensamiento

directivo, un por
n qué

consciente
y dominador, es decir, una providenica.»
"
«¿Qué es la providencia? Es la razón del orden (cfr. S. Th., I,
"22,3 SJ,,' 103, 1 ss.,-Sap., 14,3,' Prov., 8, etc.). Es el reflejo del
"pensamiento de Dios
en las
co.sas
y en la historia,-es la racionalidad,
"sabia y buena, manifiesta o e.s'condida, de la que todo está impreg­
"nado. Todo depende de un Verbo creador
(Juan, 1,3; Col.,

1,16};
''depende
ontológicamente, es

decir,
en su entidad,

en su razón de
"ser; y

depende en su
cognoscibilidad y en su finalidad, en las leyes
nque la

informan,
y dirigen su dinamismo y su devénir,-depende
nno s-olamente de un Pensamiento,

sino también de una
Voluntad
"trascendente,

de Uno,
que prevé y provee.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 7 de febrero de 1973 ( «O. R.» del
8 de febrero de 1973; original italiano; traduc­
d6n de Ecclesia núm. 1.630 del 17 de febrero).
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Fundaci\363n Speiro

La Sabiduría divina autora del plan que preside el Orden universal de la Naturaleza.
«Un descubrimiento tlama a otro descubrimiento, que, por su
"parte, llama
a

otro;
pero el

espíritu
jamás está

definitivamente
"satisfecho. ¿Se

tratará de
un progreso

indefinido hacia
un objetivo
"inaccesible? ¡Pero esto sería la abdicación de la inteligencia! La
"Naturaleza, progreiivamente dominada, revela un misterio mayor
"que etla. Y aquí que el sabio es i,iVitado a hacerse filósofo. Tanto
"en el

origen como
en el
final de los enigmas
que encuentra
en su
"camino y trata de resolver, .r.e siente invitado a reconocer, o al me­
"nos a presentir, la presencia de una Sabiduría de_ otro orden, ili­
"mitada, que trascieizde los espacios y los tiempos, que explica la
"presencia de las leyes, al
principio resistenteJ,
después dominadas
JJ y utilizadas.
»El destello de luz, que es la inteligencia humana desigualmen:e
"compartida, pero presente en cada uno de nosotros, aparece enton­
,, ces

al sabio como una
participación de
la
iLuz absoluta y sin tinie­
" blas. Cada uno

de nuestros progresos, cada una de nuestras síntesis,
"nos revela
algo del plan _que

preside el orden universal de los seres,
n con el esfuerzo del hombre y de la humanidad orientado hacia
"adelante.»
PAULO VI: Alocución a la Pontificia Acade­
mia de Ciencias ( «O. R.» de 16 de abril de 1972;
original francés, traducción de
Ecclesia número
1.590 del 6 de mayo de 1972).
El plan divino y nuestra libertad en la verdad, frente a
las pasiones humanas, los prejuicios intelectuales, el miedo, el arrihismo, las presiones humanas.
«Nosotros, los cristianos, queremos estar en medio del mundo,
"dentro de las realidades humanas de

cada día,
sien"do los
humildes
"pero convencidos

testigos
de la
verdad que creemos.
"
>>Nosotros, los cristianos, sabemos que los sucesos concretos que
"afectan cada día a nuestra vida personal
y a la vida del mundo no
"son
fortuitas

coincidencias debidas
al arbitrio
de un ciego e inexora­
"ble destino,

sino que constituyen la
trama de
un misterioso designio
"no completamente desvelado para nosotros, pero

con el cual Dios,
"en cada

instante, nos aborda e
interpela invitándonos a su comu-
680
Fundaci\363n Speiro

11nión sa/,vífica; lo cual nos empuja a ta aceptación moral y gozosa
,,de todos

los
ácontecimientos y
a la entrega plena de amor.
,, .............
»Esta visión profunda de las cosas es la verdad inquebrantable
ude la cual queremos ser discípulos y testigos, ya como comunica­
"dores, ya

como receptores,·
y de ella brotará} poco a poc'oi ta au;én­
"tica
libertad que perseguimos:
libertad de
las pasiones humanas y
"de los prejuicios intelectuales; libertad del miedo aJ fracaso y a la
"derrota; libertad de

todo lo
que nos_ hace esclavos

de grupos con­
" cretos
de poder y de presión que imponen determinadas interpre­
'Jtaciones
de la vida y de ta tr6nica diaria desligándola de toda de­
'Jpendencia
de la verdad;
libertad, frente
al «.arribismo»,
que im­
"pulsa

a esconder
y confundir la verdad para cubrir degradantes ver­
JJ güenzas, y a veces objetivos incluso inhumanos.»
PAULO VI: Mensaje para la Jornada Mundial
de las Comunicaciones Sociales del 14 de mayo
de 1972; traducción de EccleJia núm. 1.591 del
13 de-mayo.
El orden creado por Dios y el misterio del mal; el pecado.
< "que
se
abra a la
luz de
la fe sobre la
visión de
la vida humana.
" . . . . . . . . . . . . . ..
» ... el cuadro de la creación} la obra de Dios} que Dios mismo,
"como espejo exterior de su sabiduría y de
su poder,
admiró
en su
,,belleza sustancial-(cfr. Gén.J 1, 10, etc.).
" . . . . . . . . . .
»Luego, es muy interesante el cuadro de la historia dramática
"de la Humanidad, de

cuya historia
emerge la
de
'la redención,
la
"de Cristo} de

nuestra
sal-vacióni con sus tesoros
estupendos de reve­
,i !ación,

de
profecía, de santidad! de
vida elevada a nivel sobrenatu­
"ra/.1 de

promesas
eternas (cfr.
Efesios,
11 10). Sabiendo miraf' este
"cuadro, necesariamente

debemos sentirnos encantados (cfr. San
"Agustín,
Soliloquios); todo

tiene
un sentido,
todo tiene un fin
1
"todo tiene un orden, y todo permite vislumbrar una Presencia­
JJTrascendente,
un

Pensamiento, una
Vida} y,
ftnalmente
1 un Amor!
ude
suerte que el universo, por

lo que es
y por lo que no es, se pre­
" senta

a nosotros como
una preparación

entusiasmante
y embriaga­
"dora para
dgo todavía más bello y todavía más perfecto (cfr. 1,
JJCor.i 2, 9; 13, 12/ Rom..J 8, 19-23)
"
681
Fundaci\363n Speiro

»¿Pero es completa esta visión? ¿Es exacta? ¿Nada nos importan
"las deficiencias que existen en el

mundo? ¿Los desajustes de las
11 cosas respecto a nuestra exitsencia? ¿El dolor, Ja muerte? ¿La mal­
,,
dad,
la
crueldad, el pecado; en una palabra,
el
mal? ¿ Y no vemos
"cuánto mal existe en

el
mundo? ¿Especial.mente, cuánto

mal moral,
"es decir,

simultáneo, si bien de distinta forma, contra el hombre
y
"contra Dios? ,:'No es éste acaso un triste espectáculo, Un misterio
"inexplicable? ¿Y no
·somos nosotros, justamente nosotros, seguido­
"res
del Verbo y

cantores del Bten, nosotros creyentes, ios
mds sen­
"sibles, los

más
turbados por
la
obervación -y
la
expertencia del mtd?
"Lo
encontramos

en el reino de la
Naturaleza, en
_el
que sus innu-
111merabl~s manifestaciones no.r
parece

que delatan
un desorden.
"De.rpués lo

encontramos
en el
ámbito humano, donde encontra­
"mos la

debilidad, la
fragilidad, el
dolor,
la muerte, y algo peor: 11una doble ley opuesta, una que desearía el bien; la otra en cambio,
"orientada. al mal, tormento que Sa,, Pablo

pone en
humi/la,,te evi­
,, dencia para demostrar la necesidad y la suerte de una gracia sal­
" vadora1 es decir, de la salVación traída por Cristo ( cfr. Rom.., 7);
"ya el

poeta pagano
había denunciado este

conflicto interior en el
"corazón mismo

del hombre:
«video mediora,

probo que, deteriora
"sequor>> (Ovidio,

Met.,
7, 19). Encontramos el pecado, perversión
"de la

libertad humana,
y causa profunda de la muerte, porque es
"separación
de

Dios fuente de la vida (Rom., 5, 12},
y además, a
,, su vez, ocasión y efecto de una intervención en nosotroS y en el
"mundo de

un agente oscuro
y enemigo, el demonio. El mal no es 11solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiri­
"tual, pervertido y perverso,. Terrible realidad. Misteriosa y pa­
"vorosa.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles
15 de

noviembre de 1972 ( «O.
R.»
del 16 de noviembre de 1972; original italiano,
traducción de
Bcc/esia núm.. 1.619 del 25 de no­
viembre).
Los filósofos criStianos no son inventores sino descubridores
y defensores de las verdades naturales y sobrenaturales de
las que
Cristo Señor

es
el Maestro.
«La cultura moderna tiene necesidad de vuestra misión pedagó­
" gica; y cuando ella, la cultura moderna, ebria de sí, y de sí misma,
,,
asqueada contestadora, se burla de vosotros y os rechaza como tni~
"ticos soñadores, o como confusos sofistas, saber que la Iglesia m·aes­
"tra os

acoge, filósofos cristianos,
y os coloca de nuevo en la cátedra
"de vuestra

digna enseñanza, no ciertamente como inventores, sino
682
Fundaci\363n Speiro

"como de,cubridores y defensores de aquellas verdades naturales y
"sobrenaturales, de las que uno .sólo eJ el maestro, Cristo Señor,
"El mismo
Verdad divinamente pensada y pensante, Verbo engen­
"drado
por

el
Padre, único y sumo Dios vivo, y, por el Espíritu Crea­
"dor,
modelo misterioso
y principio artlfice de toda realidad creada.»
PAULO VI: Alocución a. los representantes del
Centro de Estudios Filosóficos de Gallarate ( «O.
R.» del 12 de marzo de 1972; original italiano;
traducción de Eccle.ria núm. 1.586 del 8 de abril).
La autonomía de los valores y leyes del mundo no significa
su independencia de Dios. Seriedad del orden natural.
«La primera actitud que se debe observar ante el mundo es la
"del re.speto hacia su legítima autonomía, hacia

sus
val-ores y sus
"leyes (cfr. Gaudium et Spes, 36). Tai autonomía, como sabemos,
"no significa

independencia absoluta de
Dios, Creador y. fin último
"del universo. Tomar en serio el orden natural, traba¡ando por su
"perfeccionamiento y por su santificación, a fin

de que sus exigen­
"cias queden integradas en la espiritualidad, en la pedagogía, en la
"ascética, en la estructura, en las
formás externas y en la actividad
"de vuestros Institutos.»
PAULO VI: Alocución a los dirigentes y miem­
bros de Institutos Seculares ( «O. --R.» de 3 de fe­
brero de 1972; original italiano, traducción de
Ecc/esia núm. 1.581 del 26 de febrero.
La naturaleza no es solo materia, es una revelación espiritua•
Üsta donde puede descubrirse la mano creadora.
«... también debemos hacer esto: observar, estudiar, admirar el
11 cuadro inmenso y estupendo en el que se desarrolla nuestra exis­
"tencia:
los cielos, con sus silenciosas
y temerosas profundidades
"(cfr.
Pasea/,, 206), la

atm6sfera, con su respiraci6n
vital, sus vien­
"tos
y sus tempestades; el agua1 también ella amiga y terrible! y sus
"océanos ilimitados; y la tieffa, esta tierra, madre dulce y durai
"ahora

toda vestida de fiesta,
y toda poblad. de animales vivos y
"atareados1 fecunde para nosotros en inmenstl! fatigas y riquezas.
»Que
nuestros

ojos no permanezcan indiferentes ante
tanto es­
"plendor. Nuestra

época vuelve a enamorarse de la primavera; es
"la obra

de Dios
confiada al hombre, la cual es cosa buena (cfr.
"Gen., 1,

28-30 ). Pero esta
admiración nuestra
por la naturaleza
683
Fundaci\363n Speiro

"no· .debe ser miope y materialista. LJl naturaleza, podemos decir, es "una revel :u:ión espiritualista para quien sabe

contemplarla con in­
"teligencia penetrante y es
capaz de

descubrir
en ella
una mano crea­
"dora, un

pensamiento operante, un secreto digno de adoración,
y "para nosotros, discípulos del Verbo hecho carne, digno además de
"amor y

de poesía.»
PAULO VI: Homilía Regina Coeli, 30 de abril,
«Admiración por la Naturaleza» ( «O.
R.» de
2-3
de mayo de 1972; original italiano; traducción de Ecclesia núm. 1.595 del 10 de junio).
Necesaria armonía del hombre con la naturaleza.
«... todas las medidas técnicas resultarían ineficaces si no van
"acompañadas por una toma de conciencia de la necesidad de
un
"cambio t'adical
de

las
mentalidades. TodoJ
se encuentran llamados
"a la

lucidez
y al vaJ.or. Nuestra civilización, deseosa de impulsar
"sus prodigiosas

realizaciones por medio del
dominio despótico Jobre
"el medio

humano, ¿sabrá descubrir a tiempo la vía para dominar
"su crecimiento materia/,, para actuar sabiamente

en el empleo de
"los alimentos

terrestres,
para adoptar
una pobreza real de espíritu
"en orden

a
llei•4r a
cabo urgentes e· indispensables reconversiones?
»Deseamos
cree,-lo, porque

los excesos mismos del progreso con­
"ducen a /os hombres,

y de una forma
muy significativa principa/,­"men:e

a los
jóvenes! a
reconocer
que su
dominio sobre la natura­
"leza debe

reglamentarse de
acue,-do con
las exigencias de una ver­
,, dadera

ética.
La saturación provocada en algunos p.or una facilidad
"de vivir demasiado grande y la

conciencia creciente entre muchos
,, de

la
solidaridad que une al género humano concurren de este "modo· a

la restauración de la actitud respetuosa en que se funda
"esencialmente la relación del hombre con
su medio

ambiente. ¿Cómo
"no evocar

aquí el ejemplo
imperecedero de
San Francisco de
Asís, "y no mencionar a las grandes Ordenes contemplativas cristianas, que "ofrecen
el testimonio
de una armonía interior conseguida en el
"mareo de

una comunión
corifiada en
los ritmos
y en las leyes de "la N atura/,eza? ,
»Todo

lo
que Dios

ha creado es bueno»,
escribe el
apóstol San
"Pablo (1 Tim. 4, 4), haciéndose eco del texto del Génesis que
"narra la comp,Jacencia de
Dios en cada una de sus obras.
Gobernar
"la creación

significa para la
raza humana no

destruirla, sino per­
"ferccfonarla; no

transformar el mundo.
en un
caos
inhabitable1 sfno
"en una
·morada bella
y ordenada respetando todas las cosas. lgual­
"mente, nadie

puede
apropiarse, de
forma absoluta
y egoísta, el
684
Fundaci\363n Speiro

"medio ambiente, que no es una «res nuJJius» -la propiedad a{,
"nadie-,
sino
la
«res omnium»
-un patrimonio_
de la humanidad-.,
"de

suerte que los poseedores
-privados o
públicos- deben
regla­
""!entar
su uso, entiéndase bien, en

beneficio de todos; el hombre
"es, sin

duda
a/,guna, la primera y la más verdadera riqueza de la
"Tierra.>>
PAULO VI: Mensaje a la Conferencia de Es­
tocolmo sobre el Medio Ambiente ( «O. R.» del
7 de junio de 1972; original francés, traducción
de
Eulesia núm. 1.600 del sábado 15 de julio
de 1972).
Contenido abstracto inmutable y contenido concreto adaptado
a las circunstancias de los derechos de la persona
y de la
acción política.
« ... si los derechos de la persona, cuando se consideran en abs­
"tracto, permanecen invariables, su contenido concreto

debe ser de­
"terminado de acuerdo con la diversidad de
situaciones! es

decir,
Jlde pueblo

a pueblo;
y en un mismo pueblo, de un momento a
"otro de su
vida! de un período
a otro de su historia.
»Ocurre lo
mismo con

la
·acción política,
que por definición no
"se desarrolla

en lo abstracto, sino
en el
contacto con la realidad
"humana concreta

para imprimir en ella su sello. Esta realidad debe
"ser considerada,

igualmente, con la máxima a:ención, para ser exac-
11tamente comprendida en su

existencia
actual-, en m constante
evo­
"lución, en la
totalidad de

sus dimensiones en sus exigencias del
"momento presente, en las
necesidades que

se experimentan en la
"actualidad.
PAULO VJ: Alocución a los participantes en
la Asamblea de la Unión Interparlamentaria (23- 9-72)
(<<Ü. R.» del 24 de septiembre de 1972;
original francés, inglés, español
y alemán; tra­
ducción de
Bale.ria núm. 1.614 del 21 de-oc­
tubre).
Las civilizaciones, la sabiduría desinteresa9-a y las leyes de
la Naturaleza.
« ... el sabio se eleva por encima de sí mismo. Y por ello, tam­
"bién,
sirve
a
la humanidad.
A medida
que se suceden

las
genera­
"ciones,
nuevas

investigaciones prolongan los descubrimientos
ante­
"riores;
las

civilizaciones maduran; los progresos se amplían. Se ha
"podido
hablar, con

razón, de la
aceleración de
la
historia. Ella
es
685
Fundaci\363n Speiro

"debida, ciertamente, a las adquisiciones de la técnica. Pero éstas no
"hubieran 1ido posibles,

o
habrlan sido
ambivalentes si el investi­
,, gador

desintereJado no hubiese, en primer lugar, precedido,
y des­
"pués acompañado, a la técnica.
»El

verdadero sabio
va más le;os todavía.
Sabe que toda
civili­
"zación
supone

una sabiduría.
< del mundo correrá peligro,
"dice el

Concilio
Vaticano II, Ji nuestra
época no sabe
procurarse
"sabios».
Y

añade:
«Numerosos países, pobres

en bienes materiales,
"podrán ayudar a los

demás en este
campo» («Gaudittm et

Spes»,
"n. 15, 3).
»Esta ·sabiduria no se opone al. cultivo del espiritu ,' ellos se con­
" dicionan y se integran mutuamente. Porque la ciencia no es orgu­
"llo y no conduce a él, si no se desvía de su objetivo. Es una lección
"de humildad:

no
se conquista
la
natura/.eza 1ino obedeciéndola.

Se
,, encuentra

ésta, en primer
lugar, como un ob1táculo que eJ necesario
"derribar, una

noche que es necesario iluminar. Se opone a
n11e1tros
"sueños
y a nuestras fanta.sía.r, Pero, .a medida que nos sometemoJ a
"sus exigencia.r, descubrimos sus leyes.

Y podemos utilizarlas poco
a
"poto,
reconociendo

los medios
para ponerla.r al servicio del hombre.
"De es·e modo,

el prudente
acompaña al sabio,' la
Naturaleza
1 hostil
"al
principio, pero me;orada y tran.rformada por el traba¡o, se con­
"vierte

en una
aliada y en una amiga.»
PAULO ·v1: Alocuci6n a la Pontificia Acade­
mia de Ciencias (
«O. R.» de 16 de abril de
1972; original francés, traducción de
Ecclesia nú­
mero
1.590 del

6 de mayo de 1972).
No nos dejemos arrastrar por el vértigo de las metamorfosis
que se producen.
Descubramos en
ellas
los principios su­
periores.
« ... no nos dejemos arrastrar por el vértigo de la.r metamorfosis
"que se
producen alrededor
nuestro,' más
bien procuremos
descubrir
"en
ellas una necesidad tanto más

lógica de principios
superiores1
,, que deben ser los fundamentos de los movimientos en los que es­
"tamos implicados1 a fin de que éstos no sean perturbadores1 ni
"an.árquicos, ni amorfo!, .sino1 más bien, invitaciones e impulsos para
"recorrer en

el tiempo los
camino.s de
Dios, que nos deben
llevar
"más

allá del tiempo.»
686 PAULO
VI:
Alocución en
la audiencia genera]
del
5 de

julio de
1972 ( «O. R.» del 6 de juJio
de 1972; original italiano; traducci6n de
Ecclesia
núm. 1.601 del sábado 22 de julio).
Fundaci\363n Speiro