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Número 117-118

Serie XII

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AA.VV., El Derecho Natural hispánico. Actas de las «Primeras Jornadas Hispánicas de Derecho Natural»

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titulación universitaria intermedia). Y ello porque lo que pretende con­
seguirse

con esa
tirulación intermedia,
no puede pedirse que lo dé
la
Universidad, sin al mismo tiempo masificar la enseñanza y hacer que
descienda,
cada'. vez más, el nivel de la enseñanza, no sólo para estos
titulados intermedios, sino para los licenciados. Del segundo «projecto de parecer» relativo a las bases para la
creación de una
:Faatltad de

Ciencias Hu.manas de la Universidad Ca­
tólica Portuguesa, lo
más. destacable del mismo es la crítica a una
estructuración de la Facultad a través de «departamentos», sistema que
no es el vigente en Portugal.
Aunque el libro, como hemos dicho, es relativo a la situación con­
creta de Portugal, no por ello su valor desaparece al traspasar las fron­ teras. De él pueden sacarse oportunas
.y valiosas enseñanzas para nues­
tro país
y, en general, para cualquier otro en donde la actual Reforma
de la enseñanza se lleva a cabo efectuada por las tecnocracias del mo­
mento, sin consultar para nada, no sólo a las instituciones más ligadas
a
la misma, que tienen el mayor interés en · todo lo que con la ense­
ñanza se relaciona, sino incluso desconociendo la realidad, al ser ela­
borada por los técnicos en sus despachos al margen de la realidad
concreta
y de las necesidades reales.
ESTANISLAO CANTERO.
EL DERECHO NATURAL HISPANICO
Actas de las < (Madrid, Colegio Mayor Universitario San Francisco Javier,
10-15 septiembre 1972) (*).
«Estas Jornadas que_ ahora comenzamos pretenden abordar en for­
ma nueva un problema viejo de siglos,
y, sin embargo, siempre nove­
doso: la cuestión de la vigencia del ·Derecho Natural.» Con estas palabras abrió aquellas jornadas
(**), el profesor EÚAS
DE TEJADA en su discurso inaugural, y con ellas comienza el -libro
que comentamos.
Sú. claridad y precisión, en la determinación del ob­
jeto, son más que suficientes para que quien las lea s-epa en qué con­ sistieton aquéllas y cuál es el contenido de éste,_ ya que, ciertamente,
la pretensión fue alcanzada con éxito, desde el discurso inaugural, ya
(*) Biblioteca Hispánica de Filosofía del Dei-echo. Editorial: Escélicer.
Madrid, 1973, 512 págs.
(**) _ Véase en VERBO, núm. 107-108, págs. 845 y sigs. una amplia re­
seña de las I Jornadas Hispánicas de Derecho Natural.
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aludido, hasta el de clausura que, bajo la rúbrica «EL DERECHO NA­
TURAL COMO ARTE JURIDICO», fue pronunciado y constituye el
último capítulo del libro- por el Dr. V ALLET DE GOYTISOLO.
Entre aquél y éste encpntramos las ponencias de los profesores
LAMSDORFF-GALAGANE; FERNÁNDEZ DE ESCALANTE; SERRANO VILLA­
FAÑE y PÉREZ LuÑo. Las magistrales conferencias de VoN DER HEYD-­
TE; WILHEMSEN; AUGE; AMBROSETTI; GALVAO DE SOUSA. Las co­
municaciones de TOMÁS BARREIRO; LORCA NAVARRETE; MoNTORO
VALLESTEROS; SÁNCHEZ DE LAS TORRES; SARDINA PÁRAMO y la de
MICHELE FEDERICO SaACCA.
Una baraja de nombres que por sí _solos acreditan y determinan la
dimensión de la publicación que los contiene.
Es posible que, en la superficie, en la periferia de las comunidades
que, llámense pueblos o instituciones, forman los hombres, el Derecho
Natural sea una idea trasnochada
y como tal olvidada. Hasta un con­
cepto racionalmente desconocido.
Sin embargo -aparte de que quieran o no, sean conscientes o in­
conscientes de ellos, por ser algo
tj_ue está
más allá de las posibilidades
de la voluntad del hombre-, esa realidad incuestionable que es el
Derecho Natural está presente en las capas más hondas o profundas
de esas mismas comunidades, manifestándose en la conciencia de unos
hombre_s como los que hoy se agrupan en
el libro que nos ocupa.
Manifestación, que no es el resultado de una creencia mítica, sino
el
de la aprehensión de una realidad objetiva.
Ellos no vienen a demostrarnos la existencia del Derecho Natural;
como dejamos dicho de él, es una realidad objetiva o un hecho no­
torio que no necesita demostración
de su existencia.
Vendrán a hablarnos de su vigencia; de una vigencia siempre no­
vedosa
y, rnbre todo,

de la necesidad que los hombres, los pueblos,
las comunidades que forman o las instituciones que constituyen, en la
formulación positiva de la normativa por la que han de regirse, tienen de acomodarla a la norma
sU.perior y objetiva,- si, de alguna manera,
están interesados en
la existencia de un mundo justo y en su propia
realización.
Las puntualizaciones,
fn este orden, directa o indirectamente son
concluyentes y precisas. Y ello, desde las formulaciones, aparentemente más abstractas, contenidas en expresiones como
la siguiente, de ELÍAS
DE TEJADA:
"
«El hombre es una saeta que rasga el suelo de aquí abajo
entre la nada
y la eternidad, una eternidad que pende de lo
que obra mientras está Concretamente usando de la vida con­
creta que Dios le concedió sobre
la tierra,

sin ponerle más li-
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mitaciones a· su libertad que la de que no puede dejar de ser
libre en la responsabilidad de su destino ultraterreno.»
hasta las más concretas de V
ALLET DE GOYTISOLO, cuando nos
dice:
«Es preciso que todos, gobern_antes y gobernados, sintamos
la necesidad que nos compete en la conservación, mejora, res­
tauración o reposición del orden natural querido por el
Creador.»
Cuanto dejamos transcrito --quien lo lea__:.. puede parecerle un pa­
negírico demasiado interesado y parcial. Sin embargo, creo que si
llega a sus manos el libro que comentamos, alcanzará a ver, cómo_
frente a cualquier apariencia, le hemos dado de él una noticia objetiva.
Sin negar, por muchas razones, más que mi interés, mis afectos.
BALBINO RUBIO ROBLA.
Paul Lesourd: EL CARDENAL MINDSZENTY,
PRIMADO DE HUNGRIA
(*)
Si hay un hombre que personifica a la Iglesia del Silencio, éste
es el cardenal Mindszenty. Silencio que comprende no sólo los años de cautiverio en las cárceles comunistas de Hungría sino que al­
conza, en alguna manera, toda la etapa posterior, tanto su perma­
nencia en la embajada de los Estados Unidos en Budapest como su
exilio voluntario en Viena, del que se cumplirán próximamente dos
años. El hecho no es nuevo. Ya en el momento de detención, a
fi­
nales de 1948, se intentó, principalmente en Francia, quitar impor­
tancia a su
pers'ecución y
martirio físico y espiritual, por unas ra­
zones que dicen muy poco en favor de quienes las esgrimieron. Por
ello, todo libro que reivindique su figura debe ser acogido como una
manifestación de estricta .justicia y más hoy día en que una política de inciertos resultados parece jugar con
la verdad.
El autor del libro que comentamos es, seguramente, una de las
personas que más detalles conoce de la vida del cardenal Mindszenty
y a la información inédita que a:porta hay que añadir el amor con
que ha tratado la figura del primado de Hungría. Paul Lesourd es
profesor de la Universidad Católica de París y estuvo en contacto
(*) Ediciones Acervo, Barcelona, 1973.
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