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Número 117-118

Serie XII

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Mare ex-nostrum

MARE EX-NOSTRUM
POR
JosÉ MARÍA CARBALLO FERNÁNDEZ.
Doctor en Economía por la Universidad de Roma.
SUMARIO: I. Navegando por todos -Jos rumbos. II. ¿Alianza o dependen­
cia? UI. De te Fabula Narratur. IV Desde el fondo de las estepas, V.
Acheronte movebo,
La salvación de la raza blanca és el
imperio de los mares.
(Maham)
l. Navegando a todos los rumbos.
El porvenir será siempre de las nacio­
nes marineras. Aunque se cruce la Tierra
de ferrocarriles, de vapor -o eléctricos,
el
dominio siempre corr~ponderá al mar.
(Ernesto Nathan)
Tanto la prensa especializada como la diaria, más objetiva la
primera y más sensacionalista la segunda,
acostumbran desde
hace
tieffipo a

incluir entre sus noticias y comentarios
· el

hecho de la
presencia de
la marina soviética en el mar mediterráneo, hasta fechas
recierites de la historia feudo
y dominio exclusivo de los pueblos ri­
bereños (que sólo Inglaterra compartía), ayer lago privado de la
VI flota americana y hoy punto de encuentro de
las fuerzas

riavales
de las
doo superpotencias

extfaeuropeas.
Según datos
aparecidos en

un estudio
reciente del
INTERNA­
TIONAL
INSTilUTE FOR STRATEGfC STUDIES,

los efectivos
•• 721
Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARJlAILO FERNANDEZ
relativos al Pacto de Varsovia y a la OTAN, en el Sur de Europa,
donde se incluyen Bulgaria, Hungría
y Rumanía, por parte comu­
nista, y Grecia, Italia y Turquía, por la del Mundo Occidental, pue­
den estimarse como sigue :
Efectivos humanos (hombres)
Carros de combate Pacto de Varsovia
385.000 5.700 OTAN
525.000 2.250
Pero ha de tenerse en cuenta que en la región Norte
-y Central
el Pacto de
Varsovia cuenta

con 960.000 hombres y 16.000 carros,
mientras
la OTAN sólo dispone de 580.000 hombres y 5.500 carros.
En cuanto a los efectivos de aviación y marina desplegados por
los países del Pacto de Varsovia
y por la OTAN, son como sigue:
Pacto de Varsovia OTAN
Aviones de bombardeo ligeros 310 150
Cazas 1.550 1.600
Interceptores 3.000 575
Aviones de "reconOCimiento 500 525
Portaaviones de ataque o 10
. Portaaviones

de otros tipos 2
4
Cruceros 15 6
Buques de escolta 150 276
-Submarinos nucleares 20
33
Submarinos convencionales 182 120.
.Según otras fuentes, en el flanco sur· de Europa, a través del
mar Mediterráneo, navegan 585 navíos de guerra
·de la OTAN y
5 30 del Pacto de Varsovia.
Pero el hecho que se va hacieodo pateote es·
el acelerado cre­
cimiento del número de

barcos de la
lJRSS · que navegan constaote-­
meiite
a Jolargo de las aguas egipcias y sirias, mieottas fortalece sus
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Fundaci\363n Speiro

MARE EX-NOSTRUM
pos1aones con construcciones en Marsa-Matruh y se despliega, tam­
bién, en eL golfo Pérsico y en el Oceano Indico.
La
hasta. hace poco dueña y señora única del Mare Nostrum, la
VI Flota norteamericana, asiste hoy
.a la

penetración
de. los
barcos
'!'viéticos en el. Mediterráneo,

hinterland
m;u:ítimo de
Europa
y base
excelente para cualquier tipo de ataque de flanco al centro
conti·
nental, con missiles de alcance medio.
A esta presencia de Rusia en el Mediterráneo, y al hecho de su
alianza con el sector árabe, en
el conflicto

con Israel, ha de añadirse
que su ayuda militar se encauza a los países árabes del Oriente Me­
dio, en el 62 por 100, países en los que ;e acus~ un r~pido incre-·
ínento en los intercambios comerciales cgn la URSS, de los cuales
el 46 por 100 se refieren a proyectos industriales y mineros y más
del 18 por 100 a proyectos energéticos, todos ellos de indudable
valor estratégico.
El rápido incrementó de intercambios· cori:ierciales se atribU.ye,
en general, a las facilidades crediticias que la URSS concede a estos
países.
Hay ciertas circunstancias que contribuyen a agudizar la pres en:
cia rusa en el Mediterráneo, entre las cuales destaca el hecho de que
el grado· de aritigüedad de los bateos soviéticos no excede· de ocho
años· de servicios,
én promedio, mientras el de los -nortéan:ieric~os
supera los dieciocho. Por otra parte, .la URSS tiene; en la actualidad,
en construcción, dos porta-aviones
de 35.000 y 45.000 toneladas
en los astilleros del
Mar Negro; según datos· suministrados por los
«satélites espías».
Todo da a entender que es posible que los proyectos rusos re­
basen· el sostenimiento y conservación de los dominios· geogrµ-icos
conquistados en la segunda guerra mundial.
The Military

Balance 1972/73,
al analizar
las consecuencias de
la incidencia de costes· militares en
los Estados

Unidos
y en la URSS,
pone de. relieve ·, que esta última, .. po,r senti~se menos preocupada por
el sacrificio que supone el
mantenitnien.to de Íos _ efectivos

armados,
tiene una ventaja de más de] 40. por 100 en relación con N-0rte­
américa.
Los expertos militares estadounidenses explican el acelerado «des-
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Fundaci\363n Speiro

JOSE MARJA CARBALLO PERNANDEZ
pegue naval de Rusia» como una consecuencia del choque entre
Khruschef y Kennedy, a causa del descubrimiento de rampas sovié­
ticas de lanzamiento de missiles en la Isla de Cuba (año 1962), en
el que se vio obligada al desmantelamiento
y a ordenar el viraje en
redondo de su escuadra, con el natural shock para su prestigio
mili­
-tar. A este incidente suele atribuirse la decisión soviética de conver·
tirse

en
wia gran

potencia marítima.
Sin en¡bargo, parece que ya desde el año 1956, a.ño. en el que
las flotas inglesa
y francesa hubieron de abandonar la ocupación de
la Zona -del Canal de Suez, nacionalizado como represalia a la de­
cisión occidental de negar a Egipto el concurso financiero para
-la
construcción de la presa de Assuan, la flota rusa se hizo presente
en el Mediterráneo, donde fue adquiriendo más fuerza
y dispone
de cada vez mayores facilidades portuarias. Cierto es que los Esta­
dos Unidos, ligados por sus compromisos con la OTAN a Nápoles,
también tlisponen .de puntos de apoyo cercanos a las salidas natu­
rales de la URSS y, en fecha reciente (año 1972), concertaron una
base en el
Pireo.
Lá. potencia rusa, que en diez años se colocó en un puesto de
primer rango, tropieza, sin duda, con las mismas dos limitaciones
que padeció a lo
largo de
su historia: carencia de bases exteriores·
y
corifinamiento de sus buques ·en zonas marítimas estrechas, flan­
qüeadas por países en general hostiles.
Superar estas limitaciones puede, acaso, constituir uno de los
inmediatos objetivos de
la URSS, que parece intentar superarlos me­
diante una acusada presencia en mares extra.mediterráneos, incluso
el O~éano -Atlántico, en Contra de su carácter de país eminentemente
terrestre, que solía apoyar su defensa
·én un «glacis» de países
sometidos.
En el aspecto naval, RÚsia goza de ventajas portuarias, para su
flota mercante y pesquera, en las Islas· Canarias, y obtuvo facilidades
en la_ Isla de Cuba, así como concesiones estratégicas en Egipto, el
Sudán, ·e1 Mar Rojo, Pakistán, Indonesia, Ceylán, Kuwait Tanza­
nia ... Sus _técnic;:os están presentes en _ diversos lugares: En Socotora,
a lo largo de la costa de Somalía ... La marina soviética llega, in-
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MARE EX0NOSTRUM
cluso, a montar su guardia en el Caribe y a navegar en el Atlántico
Norte.
Tanto los noruegos como los suecos se sienten rodeados y mo­
lestos por la presencia de la marina rusa.
Gracias a una Autovía a través del Afganistán, Rusia espera
mejorar sus comunicaciones con el ·Océano Indico, desde donde cree
posible interceptar las vías de comunicación de Occidente, en una
zona que
se considera imprescindible para él, en el futuro, por re­
cibir a través de ella más de 500.000 toneladas diarias de petróleo,
que han de
cruzar el
canal de Mozambique, pasando entre un Ma­
dagascar y una Tanzania en las que se advierten, cada vez más, las
influencias de la China continental.
En· una reciente intervención, en una reunión de la Sociedad In­
ternacional de Amigos de Wilton Park, el Teniente General Díez
Alegría afirmó: «Pero esto no elimina los enfrentamientos y tensio­
nes derivados de
la penetración soviética en el espacio mediterráneo,
que, en estos momentos, acusa una actividad, hacia el centro y e]
oeste de este mar, que puede alcanzar una profundidad alarmante,
de confirmarse algunas noticias de prensa últimamente aparecidas».
¿Obedece, acaso, esta expansión, a una actividad inhibitoria· de
los Estados Unidos?
No es posible negar que el peso geopolítico del Mediterráneo,
aun siendo importante, parece ir declinando, mientras va adquirien­
do importancia el área geoestratégica del
Océano-Indico,

convertido
en una especie de Mar Mediterráneo del futuro, en el que el Cabo
equivaldrá a Gibraltar, Mrica a España, Arabia, India
y Malasia a
las penínsulas del Sur de Europa, Australia a Palestina
y por el que
cruza, aparte de una vía importantísima del suministro de Occidente,
la de acceso al Japón, Indochina y Australia.
Pero todas las orillas de la gran «isla eurasiática», incluidas las
del Mediterráneo, son zonas de fricción donde ]as tensiones geopo­
líticas van a tener un teatro principal. El Mediterráneo y el Indico
son los puntos de encuentro en los que
se habrá

de decidir el em­
botellamiento o la salida a los mares libres de la flota rusa. Y por

Fundaci\363n Speiro

/OSE Mi!RIA CARBALLO FBRNANDBZ
lo que se refiere al Mare Nostrum, la importancia estratégica de
España, llave del Estrecho de Gibraltar, y
las de
Grecia, Turquía
y
los puntos de apoyo de las costas de los países árabes, son indudables.
II. ¿ Alianza o dependencia?
Es msensato creer que, a la larga, se
puede luchar sin lanzar la bomba atómica,
o limitándose a emplea.da como amenaza.
(Jaspers)
Lenin había propuesto, como método para derribar el Mundo
Occidental, provocar
la liberación . de las colonias y, como manera
más eficaz de disolver la sociedad burguesa,
la descomposición mo­
netaria.
Es· paradójico que las dos recetas parezcan constituir, hoy, unos
medios de acción preferente en la política internacional Norte~
americana.
Es lógico que Europa sienta un natural recelo ante su poderoso
vecino del Este, roya simple presencia implica un riesgo que no
puede ser desconocido.
Ante los peligros que pudieran amenazarla, y dado el ingente
sacrificio que imponen unas fuetzas militares propias, también es
comprensible que Europa se haya decidido por la alternativa de
apoyarse en el «paraguas atómico» CJ.ue le ofrecieron los Estados
Unidos.
Sin embargo, no puede descartarse la posibilidad de que este
paraguas atómico, aun en el caso de que los acontecimientos lo hi­
cieran necesario,
no llegue
a abrirse en el momento oporhlno si
Norteamé~ica no

estuviera dispuesta a poner en riesgo su seguridad,
para detener
los avances rusos pór Europa.
El
empleo de las armas atómicas, aun tácticas, ya de por sí com­
plejo, podría encontrar en el caso de Europa dificultades especia­
les a causa de la
· densidad demográfica, y los efectos sobre las aglo­
meraciones propias ( consecuencia de la irradiación, superficial o
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MARE EX-NOSTRUM
derivada del fallout, del calor y del «viento explosivo») podrían ser
muy graves. Por otra parte, dada la superioridad de las fuerzas del Pacto de
Varsovia en
fil'lmas convencionales

frente a
la OTAN, el teatro de
operaciones
podría ser

el centro de Europa, a partir del ataque so­
viético, cuyo punto de partida sería ya lejano de las zonas geográ­
ficas específicamente rusas.
Las ví_ctimas de una acción nuclear serían en gran parte los euro­
peos
y acaso se hiciera imprescindible el uso de armas nucleares es­
tratégicas, las
cuales por
sí mismas podrían significar
el riesgo de
provocar un final nada deseable.
Para evitar este resultado, la OTAN habría de ejercitar reaccio­
nes flexibles y esforzarse en evitar el cataclismo, acciones cuya efi­
cacia sería, sin duda, muy limitada.
La OTAN nació en 1949, el mismo año en que Rusia experi­
mentó su pririlera bomba nuc;lear, creyéndose posible entonces be­
neficiarse
de la superioridad atribuida a Norteamérica en el terreno
de la disuasión, por
suponérsele una
mayor potencia en armas ató­
micas.
McNamara alimentó esta ilusión, inclinando al mundo
a 1a creen­
cia de que
la potencia termonuclear estadounidense era cuatro o
cinco veces superior a
la soviética, afirmación que acruaJmente no
se
considera ajustada a
la verdad.
Por su
parte, la URSS respondió al < a11?-ericano con
la promesa de una ·protección análoga a sus países
satélites.
Es cierto que la comparac10n
-de potencias bélicas es siempre
difícil, a causa
dé que los datos jamás son conocidos con certeza y
están sujetos a evoluciones imprevistas e imprevisibles. Mucho más
lo es si no se tiene la precaución de referir los efectivos, en hombres
y armamentos, a
los teatros de operaciones y a las zonas de desplie­
gue, de comunicaciones
y de avituallamiento.
Es en este aspecto donde surge una posible ventaja para las fuer­
zas del Pacto de Varsovia, que disponen de un espacio que permite
una fácil movilidad, uniformidad
y facilidad de dominio, mientras
la OTAN
ha de contar principalmente con suministros aéreos y ma-
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Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARBALLO FERNANDEZ
rítimos arriesgados, en un caso, y lentos en otro, además de la vul­
nerabilidad de los vectores de transporte y de los puertos y aero­
dromos.
· Las

fuerzas de la Europa Oriental, según una opinión muy ge­
neralizada, disponen, además, de medios y sistemas de movilización
más rápidos que los de la OTAN.
En los planes occidentales, la defensa del Mediterráneo se con­
templa como un simple subproducto de la «defensa atlántica», a
pesar de que, desde aquel mar, pueden desencadenarse acciones de
fuego muy peligrosas contra la retaguardia de las tropas que, en su
caso, hayan desplegado en Europa, por batir de flanco y con alcan­
ces muy holgados toda su área.
En un artículo publicado en PREUVES, Mohamed Masmoudi
aludió a la conveniencia de neutralización del Mediterráneo, tesis
que, por otra Parte, sostuvo la Unión Soviética en 1969.
No sería fácil a los eur6peos, aun unidos a los restantes pueblos
de sus orillas, lograr un equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo.
Y no dejaría de ser conveniente que Europa superase sus pequeñas
diferencias intestinas, para tratar de evitar el riesgo de su debilidad
relativa ante sus posibles enemigos.
En cualquier caso, Europa no debe dejar de tener en cuenta la
necesidad de disponer . de un armamento atómico propio, problema
en cuya urgencia está de acuerdo Inglaterra. La incorporación de la Gran Bretaña al MEC,
y su integración
en Europa, eran sin duda imprescindibles, aun cuando sea lógico
que se originen difirultades,
al tratar de co'nciliar intereses tan di­
vergentes como los económicos
y los políticos de nórdicos y medi­
terráneos.
¿No

cuentan las fuerzas contrarias a Europa, probableme9te, con
que, a

causa de esta divergencia de intereses, surjan cuestiones insu­
perables, capaces de mermar su grado de entendimiento? Entre la politica y la realidad, afirmó Gottman, se abre el abis­
mo de la ignorancia
y la lógica de los hombres.
728
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MARE EX-NOSTR.UM
III. De te_ Fabula Narratur.
Rara vez ha sido capaz la diplomacia
de ganar en la mesa de conferencias lo
que no se hubiera podido
ganar o
con­
servar en el campo de batalla.
(Bedell Smith)
El Mediterráneo, cuna de la civilización llamada occidental, cons­
tituyó, a lo largo del tiempo, una
especie de
ciudadela cuyos lienzos
defensivos fueron sus riberas y cuyas puertas de acceso fueron sus
ciudades-estado, sus puertos, sujetos principales de la historia de
este viejo mundo.
En este mar riñeron sus ansias de dominio, en el turno cam­
biante de la historia, los pueblos de sus orillas (únicos contendien­
tes), con la pretensión de dominar sus ondas y ~razar en su super­
ficie los caminos de espuma de su gloria.
En él aprendió el hombre occidental el difícil arte de navegar,
saltando de una en otra isla del
Egeo, todas
ellas míticas
y cargadas
de · poesía, instihlyendo una Talasocracia inevitable.
Fenicia, inventora de
la escritura alfabética, y, más tarde, Car­
tago, compartieron el dominio mediterráneo con _los griegos primero
y con Roma después, en un esquema de división de zonas de in­
fluencia constituido por la presencia exclusiva de pueblos ribereños.
Grecia dominó la parte oriental, mientras Cartago se enseñoreaba
de la occidental, hasta que Roma hubo de superar su esencial natu­
raleza terrestre e . improvisa,rse potencia marítima, gracias a un cin­
querreme naufragado en sus
costas.
Desde

el momento en que Roma fue suficientemente poderosa
para enfrentarse con la fuerza naval de Cartago, la derrota de ésta
fue segura, terminando con su destrucción en el siglo segundo a. d.
Cristo.
Y fue por haberse convertido en potencia marítima por lo que
Roma pudo hacerse dueña del mundo antiguo
y lograr que sus le­
giones se extendieran,
desde las

orillas al interior de tres continen-
,729
Fundaci\363n Speiro

/OSE MARIA CARJJALLO FERNANDEZ
tes, sin ser detenidas por otros obstáculos que por los bosques ger­
mánicos y los desiertos.
En el Mare Nostrum surgió el arte de la estrategia (Epaminon­
das, Milciades, Temístocles, Alejandro, Aníbal, Cesar, ... )
y merced
a las victorias de Grecia (Maraton, Salamina, Platea ... ), en las que
el elemento naval jugó un papel preponderante, pudo Europa de­
tener a Persia, salvarse. del desbordamiento totalitario de Jerjes y
conservar el democrático ( en su acepción aristotélica) sentido de
la vida greco-romana.
Las tierras de · Europa, Asia y Africa constituyeron el lugar del
Ban (el Banlieu) de la ciudadela mediterránea, cuya última empa­
lizada llegaba, en el norte, en la época del Imperio Romano, hasta
el Rin
y el Danubio, fisonomía que subsistió desde la época de
Augusto hasta la de Diocleciano.
En el siglo cuarto d. d. C., la fundación de Constantinopla
y
la partición del Imperio dividieron el Mundo romano con una
línea fronteriza ideal, que
podía identificarse
por un meridiano que
rozaba la punta del tacón de la «bota»
. italiana.
La

invasión de los bárbaros, en el siglo v d. d.
C., algunos pro­
cedentes de las profundidades asiáticas, no sólo significó la ocupa­
ción por extraños de zonas
dr; la periferia, sino la irrupción de las
hordas en
el propio recinto de la Roma augusta y veneranda, incluso
su saqueo. Fue
la primera expugnación del recinto mediterráneo por
pueblos étnica
y geográficamente extraños a él, favorecida en cierta
medida por el propio imperio romano oriental.
A salvo la circunstancial recuperación de la época de Justiniano,
el Imperio Romano se desmembró
y Bizancio inició su declinar.
En el momento de su elan expansivo, en los siglos
VII y VIII, el
Islam no encontró enemigo y saltó al continente, tras haberse hecho
dueño del Mcxf.iterráneo,. donde sólo las naves bizantinas !ograron
alejarlo del Egeo.
Occidente pereció, en los primeros momentos, impotente ante
el empuje islámico, que se apoderó de las orillas africana
y europea
del Estrecho y cerró, con una fuerte tenaza, el Mare Nostrum, al
dominar las dos penínsulas de las columnas de Hércules. ·
La victoria de Carlos Marte! logró impedir el da;bordamiento de
730
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MARE EX-NOSTRUM
los árabes por el campo central de Europa. Sin embargo, cuaodo se
iniciaron
las cruzadas, .las fuerzas cristianas, sin el dominio del mar,
hubieron de caminar a pie a través de Europa para llegar hasta Ios
Santos Lugares. S6lo en la tercera cruzada pudo de nuevo empezar a
usarse
la vía marítima. ·
La

seguoda invasi6n de pueblos ajenos al área mediterránea se
produjo con la llegada de los nonnaodos, pueblo marinero por ex­
celencia, que no sólo sometió a su dominio Sidlia
y el Sur de Italia,
sino que llegó en sus incursiones hasta las costas orientales, siendo
derrotados en el momento en que las fuerzas de Aragón iniciaron
su expansión marinera.
Europa asisti6 al drama mediterráneo, incapaz de evitar
el pre­
dominio islámico ni
las luchas navales entre ciudades · cristianas
(Venecia, Génova, ... ) .
Salvada
«in extremis» de las amenazas de las hordas asiáticas y
de las presiones otomanas, Europa no pudo, sin embargo, evitar la
caida final de Bizancio, tomada por las huestes de Mohamed en
1453. Asia había puesto su pie en Europa, pero se trataba de un
pueblo
que, si
bien era extraño a
la cultura .greco-romana, no era
ajeno al Mediterráneo.
Hasta
la batalla naval de Lepanto, en la cµal la católica Francia
apareció aliada de las fuerzas enemigas,
y _gracias a la victoria de la
flota hispano-veneciana-papal, el mundo cristiano
vOlvió a
enseño­
rearse del Mediterráneo
y a conquistar su libertad, una vez más, en
el mar.
La tercera penetración de fuerzas
naVales extramediterráneas

fue
una consecuencia de
la dote aportada por una princesa de Bragaoza
a
su boda

con Carlos
II de Inglaterra, entrando entonces los barcos,
británicos, para asentarse
en bases y puertos del mar interno. Más
tarde, los ingleses habian de conducir, en el· siglo xvm, la flota- de
Catalina. de Rusia hasta los Dardanelos, reforzando su posición
má~
, rítima.
Con la
entrada de
estas
últimas fuerzas
navales, se inició en el
Mar Mediterráneo una pugna de carácter puramente material
y
económico. Solo circunstanci_almente, con la expansión napoleónica
en Italia, se alejaron de este mar
las naves

inglesas, para retornar,
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]OSE MARIA CAR,BAUO FBRNANDBZ
acto seguido de la derrota naval francesa de Abukir, en la que Na­
poleón hubo de renunciar a sus sueños de expansión por Oriente.
El Mediterráneo, aun cuando estuvieran en él presentes las flotas
de los países ribereños, entre ellas la francesa, se vio sometido a la
presión anglosajona, que desplegó toda su astucia polltica para el
logro de sus ambiciones imperiales. Francia, mediterránea, e Ingla­
terra, casi europea, aunque extra.mediterránea, no orultaron su vincu­
lación a los países árabes, que caracterizó su política hasta fecha muy
reciente.
En las dos Guerras mundiales, el Mediterráneo desempeñó un
papel importante, a pesar de ser escenario de acciones secundarias,
en el orden de las batallas navales, superado en este aspecto por el
Atlántico.
Los aliados no lograron, no obstante su dominio en el mar
Mediterráneo, desembarcar en los Dardanelos en la primera de
estas contiendas, aun cuando hayan podido hacerlo en Gtecia, y co­
hibir las llneas de operaciones del Eje ítalo-germano, en la segunda,
tras haber sido batida fa flota italiana en diversos encuentros, y
desaparecida la potencia naval francesa.
En 1945, el Mediterráneo parecía convertido en una especie de
lago para uso privado de los Estados Unidos de América,
y sólo
parcialmente utilizable por la flota inglesa.
Pero desde el momento en que fue cercenada de raiz la acción
contra Suez, en
1956, la flota rusa, a un ritmo acelerado desde 1962,
hizo acto de presencia, navegando a lo largo de las costas medite­
rráneas.
Una vez más, el Mediterráneo es teatro del enfrentamiento de
dos potencias, una predominantemente naval
y otra, como en el caso
de Roma, convertida, aun siendo
de tradición terrestre, en marítima.
Esta vez, no obstante, ninguna de las dos potencias
tienen raíces
en

el mundo rriediterráneo, ni s.e . encuentra ligada a su histórica for­
ma
-de concebir ·la vida. Además, en muchos aspectos, sus intereses
podrían resultar beneficiados por la debilitación de Europa.
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MARE EX-NOSTRUM
IV. Desde el fondo de las estepas.
Las fuer:zas de empuje se ejercen siem­
pre en el mismo sentido.
(Mackinder)
Desde hace algún tiempo, un nuevo país se interesa por el viejo
recinto mediterráneo, un país extraeuropeo que comparte con Rusia
la ocupación de la «Isla del Mnndo», la Heartland, hoy totalmente
colocada
bajo
la férula de pueblos esendalmente comunistas, desde la
frontera con Europa hasta las orillas del Pacífico.
En la periferia de esta área comunista figuran, a salvo las costas
del Artico, una serie de países que teóricamente pertenecen al
bloque occidental, bloque cuyo disperso despliegue exige unas lí­
neas de comunicaciones, de operaciones y de acción táctica esencial­
mente marítimas.
La presencia en Eurasia de China y de Rusia podría abrir las
perspectivas de una posible amenaza desde el
mrazón de
las este­
pas, en un
desbordamiento de

Asia sobre Europa, análogo al que
en otros tiempos produjo 1a agresión a nuestro viejo mundo de
las hordas bárbaras.
Es fácil de advertir el creciente interés de la China comunista
por
la región mediterránea, cuyos países, por otra parte, parecen
interesados en reconocer
el régimen de Mao-Tse-Tung.
La presencia de China en Albania, y la inclinación evidente que
este país demuestra por la China continental, hizo
declin.ar los
pri­
vilegios de que desde el final de
la segunda guerra mundial goza­
ban los submarinos soviéticos.
La prensa china, acusando
acaso un movimiento envolvente y
de rodeo de la URSS, del más puro estilo de la estrategia del juego
de
Go, estimula y alienta todos los pasos que Europa va dando por
el camino de su integración y su constitución como un bloque eco·
nómico~político.
Por

el ,. contrario, tanto
la diplomacia norteamericana como la
733
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/OSE MARJA CARBAUO FERNANDEZ
rusa desarrollan una política que pudiera suponerse orientada al fin
específico de impedir que Europa se una.
Pravda, en uno de sus editoriales, afirmaba:
«La idea
de una
tercera fuerza europea, dirigida. contra los dos supergrandes, está sos­
tenida por los revanchistas, e inspirada en la Europa germánica de
Hitler». Por su parte, Lewis, editorialista del New York Times,
aludiendo a la integración europea, recogía esta queja de los ame­
ricanos : «Los europeos no pueden
hacern?s eso».
Una

Europa integrada
y unida puede significar, sin embargo,
para China, un aliado potencial muy eficaz, útil para superar las
presiones que sobre ella intenten ejercer las dos potencias más destacadas del mundo en nuestros días. Se afirma por muchos sinólogos que el ejército chino sólo tiene,
a pesar de sus 3.000.000 de hombres y más de 4.000 aparatos de
aviación, una finalidad exclusivamente defensiva, dad3. la necesidad
de atender a la
seguridad en
sus larguísimas fronteras. Pero esta
seguridad exige, en un· país que diopone de una importante longi­
tud costera, la creación de una escuadra adecuada. Y esta realidad
explica tos ·esfuerzos realizados por China para convertirse en una
indiscutible potencia marítima (hoy la tercera, según algunos ex­
pertos), cuya dotación en submarinos, arma a la que otorga singular
atención, le ·permitirá superar ·en breve el número de los que la
flota yanqui

mantiene en navegación en el Pacífico.
En su cónjunto, los dispositivos de despliegue de las fuerzas
chinas, por lo que se sabe, parecen atender -a las regiones estratégica­
mente privilegiadas: la frontera con la URSS; las costas frente a
Formosa; la línea divisoria con
India ...
No obstante, son muchos los síntomas y las razones que auto­
rizan a sostener, como hace Toynbee,
la tesis de una futura y posible
actitud ofensiva por parte de China, si se hace un análisis objetivo
de su despliegue geopolítico, a escala mundial.
China, por añadidura, es una potencia nuclear que recorrió, en
un tiempo record, desde su primera bomba A, de 1964, hasta su
bomba H, de 1970, el camino que lleva de la fisión a la fusión nuclea­
res,

poniendo a disposición de su ejército los megatones de potencia
que
colocan

a un
.país al nivel de los «grandes». Según noticias recientes,
'
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MARE EX-NOSTRUM
para este año (1973) se pondrán a punto missiles termonucleares de 3.000 kilómetros de alcance, e intercontinentales, para 1975.
Pero, al avizqrar los posibles futuros de China, conviene tener
presente que el Maoísmo reposa sobre el partido y el ejército, con
un claro predominio del primero,
al que, en el Quotidiano del Pue­
blo, en agosto de 1972, con ocasión del 45 aniversario de la fuoda­
ción del ejército de liberación, se atribuía la dirección absoluta de
las fuerzas armadas, que debían apretar sus filas en tomo al P. C.
China se convirtió en una innegable realidad político-militar, que
dista mucho de ser un mito
y en la que la sombra de Mao flota
solamente como un símbolo.
Cierto es que el porvenir está, para este país, erizado de dificul­
tades, ya que su. ídolo, su símbolo~ más que octogenario, deberá ser
sustituido, por la inevitable decadencia senescente, dejando su puesto,
si se cumplieran los pronósticos más generalizados, a Chu-En-Lai, más
que septuagenario y rodeado de un peligroso conjunto de ambicio­
sos del poder, entre los cuales figuran Chiang-Ching
y la propia
mujer de Mao. Es posible que Chiang-Ching, mucho más joven que
Chu-En-La.i, está destinado a desempeñar un papel importante en
el futuro de China.
Un hecho, cuya importancia y trascendencia no puede negarse~
que

destacó en la política internacional en los últimos tiempos, es
el de ia visita realizada por Nixon a China y el acercamiento chino­
americano, juzgado por muchos sinólogos como un artificio encami­
nado a debilitar la protección norteamericana a Japón, enemigo se-.
rular de China. Este hecho podría provocar, a juicio de
aJgunos
expertos,

como contramaniobra, un indeseado eje Tokyo-Moscú, cosa
q.ue Peking trata de impedir a toda costa, o conducir a la alternativa
del aislamiento japonés, el cual, de produárse, constituiría con toda
probabilidad un evidente riesgo para el mundo. 1
Andrei Amalrik suponía que, en caso d.e un conflicto ruso-chino,
la

victoria sería de
la China continental. Pero recientemente, en una
reunión de
la Academia de Ciencias Soviétic~, a principios de este
mismo año (1973), un especialista en política exterior norteamericana
afirmó que la URSS, aun cuand.o desconfíe de las relaciones chino­
americanas y se mantenga alerta ante la posibilidad de que degene-
73'
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/OSE MARIA CARBALW FERNANDEZ
ren en wu alianza antisoviética., está convencida, en el fondo, de
que, en caso de producirse esta última eventualidad, Rusia destruiría
cualquier alianza hostil, como hizo con todas las que, a lo largo de
la
historia, se organizaron para atacarla.
Según parece, Japón acaso pretenda un nuevo acercamiento a los
Estados Unidos, cuyo «paraguas atómico» necesita más bien en con­ tra de la URSS que contra China. Pero si se produjera la alianza
Peking-Tokyo, que
, en

general se considera muy improbable, ¿cuál
serla la actitud de Rusia? La presencia de China en el Mediterráneo (y en Africa) es,
sin duda, digna de preocupación. Napoleón afirmó un día que el
despertar de China podría
hacer temblar

al mundo. Es de esperar
que Europa sepa evitar los riesgos de una eventual ruptura del dique
comunista y de un desbordamiento asiático, . que constituiría con
toda evidencia una conmoción apocalíptica.
Jamás hubo buena guerra, afirmó Franklin, ni mala paz.
V. Acheronta movebo ...
Sólo hay dos clases de guerras en la
historia: las revolucionarias y las contra­
.revolucionarias.
(Mao-Tse-Tung)
En un estudio crítico reciente sobre Norteamérica, Galbraith ca­
lificó su forma de actuación de «estilo imperial de segunda clase»,
dirigido según él por burócratas mediocres, incapaces de usar ade­
cuadamente una capacidad de poder tan grande, desde unos puntos
de vista tan limitados como los del establishment. Herman
Kahn atribuyó a Europa, en el mondo actual, una mi­
sión análoga a la de la Grecia del mundo antiguo, mientras Rusia
orupa, a .su juiciQ, una posición similar a la de la Persia de Ciro,
Darío y Jerjes. A Norteamérica le asignó un papel equivalente al
del Imperio de Augusto.
Pero América se ve hoy obligada a batirse en retirada política
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MARE EX-NOSTRUM
en todos los teatros de acción en los que se decidió a jugar el papel
de director del mundo, papel que exige una rara grandeza y siem­
pre es incierto y peligroso. Pese a todas las promesas de paraguas defensivos, el mundo va
adquiriendo conciencia de que, en sus propias áreas de dominio, los
diversos países van viendo cómo proliferan los centros activistas de
asedio y acción subversivas que, en su manera de ·actuar, tienen raras
semejanzas con el estilo típico de las jugadas del Wei-Chi. El mundo entero pasa por la espectacular eclosión
de una
oleada
terrorista, especie de guerra discontinua en el tiempo y el espacio,
de carácter muy diferente del tipo de la guerra clásica, a la que
están habituados los profesionales
occidentales de
las armas.
En las conversaciones internacionales sobre reducción de arma­
mentos, desciende una cortina, cada
vez más
espesa, que enmascara
y oculta las verdaderas intenciones y motivaciones. Cada vez es ma­
yor el silencio,
y la opinión pública ignora ruanto debería interesarle.
Sin embargo, hay ocasiones en que la cortina se rasga y la indis­
creción permite que se filtren alarmantes afirmaciones, a pesar de
la tácita conjura de secreto.
Por ejemplo, se sabe que, en una reunión de· la ONU, Dimitri
Kolensky afirmó, hace poco : «Robin de los bosques estaba armado
de arco y
de flechas. El terrorismo moderno prefiere las . bombas.
Mañana podríamos asistir al uso de bombas atómicas para influir en
un gobierno.» En un estudio realizado, a demanda de
la Comisión, por el
INSTITUTE OF NUCLEAR MANAGEMENT, se describe lo que,
con cierta dosis de teatralismo, se calificó de CONSPIRACION DE
UN GRUPO X, grupo que podría estar constituido por: dementes
o nihilistas puros ; criminales o secuestradores a la busca de bene­
ficios de rescate; terroristas políticos ; ...
Ni
la fisión ni la fusión nucleares ofrecen ya secretos. Cualquier
organización que disponga de especialist~ calificados podría gene­
rar artefactos nucleares tácticos, máxime hoy, en que puede fácil­
mente sustituirse la difícil tecnología del Uranio 235 por el uso,
más fácil, del plutonio.
La tarea de demostrar que el terrorismo internacional está orgá-
"
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]OSE MARIA CAREAUO FERNANDEZ
nicamente institucionalizado a escala planetaria, no .es fácil. Pero
el sincronismo de las acciones terroristas, · en los diferentes países,
y el aspecto similar y espectarular de su forma de acción, no permi­
ten abrigar muchas dudas a este respecto. En
la revista Newsweek,
en septiembre de 1972, se afirmaba que es extraordinariamente pro­
bable la existencia de una con jura única, que toma como teatro de
operaciones la extensión total del planeta. ,
Los acontecimientos parecen corroborar esta sospecha y demues­
tran la solidaridad que enlaza a los diversos grupos revolucionarios,
en todos los continentes. Cualquier activista parece conocer perfecta­
mente, sin dudas de ningón género, a quién
y· adónde dirigirse, para
encontrar ayuda, armamento, apoyo y asilo.
Este tipo de acción corresponde perfectamente a uno de los
tres aspectos posibles de
la acción militar, que la doctrina contempló
después de la segunda guerra mundial (guerra convencional; pushbut­
ton wa.Efare; guerra de retaguardias, constituida por sabotajes enea­
.minados
a la asfixia económica o a la destrucción de todos los ce;n­
tros vitales). A· la guerra psicológica, vieja como el mundo, pero
hoy sutilmente refinada, orientada a demoler
la moral del enemigo,
se adapta, en forma perfecta', este tipo de acciones que se apoyan
en la brutalidad de la sorpresa y , en la crueldad sin misericordia.
En una reunión de la Cuarta Internacional Trostkista, uno de sus
miembros
más destacados, Emest Mendel, se manifestó en favor de
nes armadas, concebidas para la destrucción del orden establecido, ya
actúen en Irlanda o en Améríca.
Preocupada por las presiones del coloso oriental, ciega a los jue­
gos posibles de debilitamiento político
y económico de que puede
ser víctima, Europa demanda una defensa· que debiera decidirse a
crear

por
si misma. '
Y no-estada de más que recordara la advertencia del · general
Fuller, que afirmaba que la superioridad del espíritu defensivo sobre
el ofensivo conduce a la desmembración política.
Aquel que no reflexiona
sobre el

porvenir, afirmó Galsworthy,
jamás tendrá porvenir.
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