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Número 137-138

Serie XIV

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Francisco Elías de Tejada, El Franco Condado Hispánico

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Francisco Elia• de Tejada: EL

FRANCO-CONDADO
IDSPANICO (*).
¿Pueden

los sentimientos del
alma tener
limitaciones geográficas?
Se podrá
preguntar que

cuál es el
alcance y la pretensión de esta in­
terrogación, y a la misma deseamos responder en el sentido de afir­
mar

que existen personas de
tal grandeza de alma que es imposible
el
intentar y el desear ponerles un05 límites geográficos o de cual­
quier

clase. Una de estas personas es Francisco Elías de Tejada.
Lo que acabamos de afirmar, dejando de lado muchas circunstan·
cias y hechos que no vienen al caso y que· serían muestra más que
elocuente de lo que acabamos de decir, está en íntima relación con la
apatición de la segunda edición de
una obra
del Prof. Ellas de
Te­
jada,

"El
Franco-Condado Hispánico".
El
afrontar este estudio suponía

desvelar bastantes puntos de
nuestro pensamiento político, tratándose, además, de la época más
gio..
riosa de nuestra historia que, para vergüenza, .o al menos debería serlo,
de muchos, permanecían totalmente ignorados. La obra que nos ocupa
realiza un examen de todo un
haz de pensadores políticos comprendidos
en la época en que el Franco-Condado se encontró dentro de la mo­
narquía federada de
las Españas.
Como es característico en toda la obra del prof. Elías de Tejada
en lo que se refiere al sector del pensamiento político, no sólo se
ocupa de aquellos autores que única
y exclusivamente tratan del pro­
blema

concreto de la política y demás aspectos,
más o menos ínti­
mamente

conexos con la
misma, sino que busca y bucea sobre este
punto ea autores que --aparentemente nO tienen puntos de oontacto
con la misma cuestión po_lítica, pero que a veces, en obras aparente­
mente alejadas del tema, tocan con brillantez y agudeza estos pro.
blemas. Viene a colación lo que acabamos de mencionar en el sentido
de que en la obra que
estamos tratando

de examinar, aparecen, en
unión de un examen de la realidad histórico-política del Condado,
el detallado estudio de autores tan varios que van desde cronistas como
Juan de Vandenesse
y Féry Guyon, a historiadores corno Gilley, pa·
sancto
por poetas como Jean-Baptiste Chassignet, por juristas corno
Jean Grivel
y Jean Ferdinad Joblet, y por polemistas soberbios como
Antoine Brun y Jean-Jacques Chifflet
para terminar
en la
figura CO·
(*) Francisco Elías de Tejada: «El Franco-Condado Hispánico». 2.ª Edi­
ción_ aumentada y corregida. Organizaci6n de Jusnaturalistas Hispánicos «Fe­
lipe II». Edic. Jutta, Sevilla 19n, 247 p,lginas.
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losa! de un hombre de saberes. y grandezas universales como es Jean
Boyvin,

hombre
que por su talla y dimensión universales, me rrae a
la memoria, para parangonársele solamente, la figura de Leonardo.
El planteamiento de
base que sirve de columna vertebral a todo
el libro
es la contraposición y la abismal diferencia existente entre el
Franco-Condado encuadrado en
.la federación.· hispánica regida por
los
monarcas de la Casa de Austria y el hundimiento completo de
ésta, reflejado de una .manera rueridiana en el abatimiento que se
palpa en

las obras surgidas
tras pasar a depender el Condado de la
Corona francesa.
Justamente este enfrentamiento latente entre un Franco-Condado
feliz de encontrarse en una determinada órbita, o mejor aquí federa­
ción, y un Franco-Condado triste y abatido por bailarse englobado en
una nación que le era ajena
y a la que odiaba desde lo más profundo
de su
ser, es, como

hemos dicho, el punto central sobre el que se
asienta la
obra y ha sido también lo que ha movido al prof. Roger
Marlin.

a
pretender replkar a la obra de Elías de Tejada.
De
.acuerdo y en conexión con esta pretendida polémica, y acla­
raremos después el término pretendido, es como se desarrolla el
ca­
pítulo

final en forma de apéndice que no aparecía en
la primera
edición

de este trabajo sobre el Franco-Condado.
Por el enorme interés de
este capítulo,

vamos a reproducir de él
a continuación unos párrafos que muestran cuál fue el caña.maro de
las Espalías y la clave del amor que el Franco-Condado sintió por la
monarquía que. la integraba en ellas.
1136
Para las hispanos de los siglos XVI y XVII, o sea con an­
tmoridad al, afrancestmziento traído
por Luis XIV al Franco­
Condado y
por Felipe V a Castüla y Aragón, el lema era pa­
ralelo al
de la familia Chifflets" "Deo, Caesári et patriae··, al, de
Jean
Boyvin "pour Dicu, pour le Roy et pour la patrie", al
"Dios, patria, Rey" de los modernos carlistas. Las España.r eran
un con;unto de
pueblos, cada uno conservando sus peculüwes
tradiciones labradas por
la historia, sus propias instituciones
pollticas,
sus respectivos sistemas jurldicos; unidos por dos la­
zos:
la fe en el mismo Dios y la fidelidad al mismo Rey. O
sea, que la monarquía clásica de las España.r áureas no era ni
absoluta, ni centralista; era,
por

el
contrario, libérrima y fe­
dera/,.
No existía un rey de España como tal,; era -eso si
el mismo y único~ Rey de Castilla, de Arag6n, de Nápoles,
de Sicüia, de Cerdeña, de Portugal,, de MJjico y de Perú; du­
que
de Milán y de Brabante; conde de Barcelona y del Franco­
Condado;
señor

de
Vizcaya. Y

en
cad4 uno de

los
miembros
de la monarqula federtJtiva actuaba con arreglo a la legisl4ci6n
de cada una d• ellas, viniendo obligado a respetar
los Fueros
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( 1)
(2)
(3)
,.
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o leyes fundamenttdes limitad01'as del ejercicio de sus actos de
gobierno. Recuerde el profeso1' Marlin la anécdota de Feli­
pe
II, conde de Barcelona y no rey de

EspMia,
cuando va cami­
no
de las cortes cattdanas de 1585 pasando por Poblet, tal como
la """ª Baltasar Pommo en su obra Dichos y hechos de el Señor
Rey Don Phelipe Segundo,
el Prudente (1) y entenderá la ma­
nera
y el porqué los Reyes de. las EspMias respetaron y com­
truyeron, reforzándola, la persontdidad política y naciontd del
pueblo

del
Franco-Candado borgoñ6n.
Es que, desde

el
emperador Carlos V td rey Carlos II,

el
Franco-Condado. fue hispánico, pero no

español;
parte de las
Españas, pero no EspMia.
Lo que q,dere decir que se htdlaba
integrado en
la confederaci6n monárquica de las Españas, pero •
conservando sus leyes, instituciones y cultura propias.
Es

que
la monarquía hispánica, de la que formaba parte el
Franco-Condado en igualdad de condiciones con el resto de los
pueblos
creyente, en el mismo Dios y obedientes td mismo
Rey, ignoraba la doctrina de la soberanía, teorizada por el fran­
cés Jean Bodin. Cuando el aragonés Gaspar de Añastro [,unza
vierte td castellano
Las Repúblicas, de Bodino, "cath6licamente
enmendadas"
(2), pone entre ,us correcciones la de que los
hispánicos no pueden

aceptar
la noci6n de la soberanía, debien­
do sustituir/a por la de la "suprema auctoritas"; dado que la
soberanía es poder ilimitado por encima de los cuerpos socia­
les, mientras que

la
",uprema auctoritas" implica que cada
cuerpo polltico, incluidas
las potestades del monarca, está en­
cerrado dentro de unos limites. Por lo cual, los hispanos, inclui­
dos
los juristas del Franco-Condado hispánico, eran hostiles a
la
"souveraineté" bodiniana y luchaban

por
sus "franchises"
peculiarísimas, franco-comtesas exclusivamente, aunque, apenas
si posibles merced a la concepci6n del poder politico de los clá­
sicos hispanos. En otro extremo del mundo hispánico, el magno
jurista del Nápoles hispánico, Antonio Lanaria, asentará en sus
Repetitiones feudales
abundando en la mÍJma idea común a

los
hispanos todos, como
"potestas absoluta non potest dari in Re­
publica política, et bene ordinata" (3).
Cuando el profesor Mmlin enfoca la posici6n del Franco­
Condado dentro
de la monarquía hispánica olvida que,

bajo los
Condes que eran Reyes de las Españas todas, el Franco-Condado
conservó Ius imtituciones propias, su lengua y sus leyes, la.r U-
B. Porreño: Dichos y hechos, 325.
Turín, Gio: Vincenzo del Pernetto, 1591.
Napoli,

Lorenzo
Scorriggio, 1630, pág. llS b.
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bertdt:les concreJas de su, "Fueros" por dewlo con la propú,
adecuada palabra empleada por fules Cbif/lel en su,
Mémoires,
como equivalente a la significación de las "franchises" (4). Fue
el Franco-Condado hispánico pueblo independiente
y libre; in­
dependiente en
lo cultural, en lo polltico, en lo institucional y
en lo juridico; libre porque su, monarcas reconocían en sus
liberlatlss peculúwes
la pluralidad de los círculos sociales, igno­
rada por
la doctrina francesa de la soberanla, elaborada por
Bodin y puesla en práclict> por los Borbones absoluto,.
Hemos dicho anteriormente "pretendida" polémica, puesto que
es este un enfrentamiento científico carente de todó color, ya que en
el manejo de las fuentes, por la riqueza de las mismas, utilizadas por
uno y por otro, es como querer igualar a un hombre que domina con
perfección casi increíble todos los puntos
y las ideas a manejar, y
otro que sólo tiene el arma de un pretendido patriotismo pero ca­
rente de toda base científica; pero en el uso de las fuentes, y sobre
todo en la agudeza del enfoque del tema, la comparación no puede
existir, puesto que sería
algo así romo comparar al príncipe de
Metternich
y a un aventajado esrndiante de Derecho Internacional, a
nivel de primeros cursos de
Licenciatura, naturalmente.
Pero

dejando a un lado la maestría inigualable con que el autor
de este libro maneja las fuentes, reorías, autores y demás puntos tra
ta.dos, existe otro aspecto para nosotros más interesante y que apare­
ce ronectado con lo que hablábamos al comienzo. Lo que más seduce
y conmueve del libro es que está escrito con un amor y una venera­
ción hacia todo Jo roncemiente
al Franco-Condado, que, como el pro­
pio autor dice, es
obra hecha

como
pot un auténtiro franc-comtois.
Esto conecta con lo que hablábamos
al principio de pretender poner­
se unos límites a determinados espíritus, cuya grandeza y horizontes
es imposible calibrar por hombres vulgares, y más aún en la época
de vulgaridad que nos ha
tocado vivir.
Resumiendo,

puede decirse que la presente obra viene a ser un
· peldaño

más de la obra titánica emprendida y realizada por el prof.
Elías de Tejada de llevar a cabo una historia del pensamiento político
hispánico en
todas las piezas que componían el glorioso mosaico de
pueblos integradores de las
Espalías . áureas; siendo, además, romo
puede contemplarse en el presente
libro, casi una historia del Franco­
Condado en un sentido general, claro
está que desde la perspectiva
del pensamiet1to polítiCO, puesto que al integrarse en la monarquía
francesa, la vida propia del Franco'Condado puede decirse que había
terminado.
PABLO J. BADILLO O'FARRELL.
(4) J Chifflet: Mémoires TI, 30, 37.
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