Índice de contenidos
Número 147
Serie XV
- Textos Pontificios
- Actas
- Estudios
- Documentos
- Crónicas
- Textos
- Notas
Autores
1976
La razón enloquecida
LA t' ON ENLOQUECIDA (*)
POR
HELE FEDERICO ScIACCA ( t).
i
La "racionalidad'tentendida según el modelo de la ciencia y
elevada a
principio bsoluto, la
"racionalización" según
el mismo
modelo extendida
a , a la realidad humana y
oatma1, esto
es,
se
gún los imperativos dJ¡crados por el Iluminismo y perfeccionados por
algunas corrientes de [pensamiento del siglo XIX, son impuestas hoy
pudi~ decirse
que
pedantería,
hasta sus extremas conse-
cuencias. · 1 •
Exiliada la búsquj:rla de la verdad o reducida ésta a la "utili-
dad", racionalidad
si¡/nifica ~hora "funcionalidad" simpre más
per
feociooada, de
ahí la ¡adecwción de "racional" y de "funcional": es
decir, lo que es racicjrurl es funcional y fo . que es funcional es ra
cional Lo demás
--,,i ser o la verdad de lo creado- no cuenta, no
tiene valor. De ahí el ~l roceoo (o ¿e.! prurito?) de racionalizarlo todo;
en
primer
lugar la
eco omía
y la política, entendido como el prim=
necesarium y, en fun ión suya, de racionalizar la natutaleza físka
y la sociedad humana,, desde la cría de pollos y el cultivo de los cla
veles,
hasta el arte, la moral, la religión que, funciooaiizados, cesan
(*) Cittá Nueva Editrice acaba de editar los artículos publicados en I/
Tempo de Roma desde ~970 a 1974 por nuestro querido amigo y maestro
siempre inolvidable,
Mic¡hele Federico Sciacca, recopilados por María Man
ganelli en un volumen
¡presentado por Luigi Pareyson,
que lleva
el título
IJ magnifico oggi, con ~ imagen de la Torre de Babel en s-u portada. El
magisterio
de
Sciacca si']1 e entre nosotros y nada nos ha parecido mejor pára
continuar difundiéndolo entre nuestros amigos que reproducir en castellano
uno de los artículos rec · dos, que lleva
la fecha del 24 de tnmo de 1971
y como título revelador 4z f'agione impazzita.
903
Fundaci\363n Speiro
MICHELE FEDERICO SCIACCA
de ser arte, monil o religión, pues quedan vacíos de ios vaiores que
a
cada uno
corresponde.
Cuando
falta
la verdad.
Pero
la razón despotenciada reducida a mera "funcionalidad
operativa", limitada a desarrollar un
conjunto de
"técnicas perfec
cionadas" oplicadas a los datos sociológicos, éticos, religiosos, etc,
para '1a organiz.ación de un plano toárlmenre previsible en su diná
mica práctica; esta razón se convierte necesariamente en enemiga de
la naturaleza o del ser de las cosas o del hombre y se hace promo'
tora de la barbarie, "incivilidad" destruetora de lo que es verdade
ramente
"civil". La razón en sí misma, a pesar de la buena concien
cia de
los iluministas de ayer y de hoy, no es luz si no es iluminada
por la verdad, única que revela valores y eleva' idea[es y entusias
mos. Cuando lo racional, entendido como medida
y
peso de canti
dad calculable es aplicado como crirerio incluso a. la vida estéti
ca, moral y religiosa, obtura o expulsa la fantasía, ios sentimientos,
la fe, adormece todo ímpetu o empeño, seca el amor y hace a los
hombres mezquinamente egoístas, petdidamente empeñados en me
dir y pesar su propia utilidad para una siempre mediocre "felicidad'º;
la
faita de
ardor y
de magnanimidad acrecienta
en
él la pereza y el
vicio, sobre todo
la codicia y la lujuria.
A este punto,
la tanta ciencia,
la
tanta
técnica, ias interminables
comprobaciones lo
convierten en
bárbaro, incivilizado, enemigo de todo vivir civil, que es propio
de
los hombres cuitos y libres.
Ciertamente, la razón entendida solamente como funcionalidad
operativa, ttansformadora y organizatriz rigurosa de la realidad na
tural y humana, acrecienta enormemente los medios de vwk, pero
se acaba en sí misma, pues quita al hombre cUtdquier raz6n para
exhtÍI/'. Este status innaturale, que sufre sobre todo el hombre de los
países que se llaman "desarrollados", es propiamente el estado de
desesperaci6n. De becho, esci desesperado sin remedio quien dis·
pone del
máximo de
medios
y esci privado del más mínimo motivo
que de significado a su existencia; aquellos medios convertidos en
904
Fundaci\363n Speiro
LA llAZON ENWQUECIDA
fines en sí mismos llegan a ser los odi= enemigos de su vida, los
que "exaltan" el vacío de su existencia "inmotivada", gratuita. :&to
confirma que el hombre, además de las cosas que le sirven, y a fin
de que éstas le sean realmente útiles, precisa de modo irrenunciable
y
necesario de una verdad a la que
servir y para la cual valen Jos
medios y vale la vida.
Cuando todo sirve
-y esto que sirve se justifica por el mero
servir-y nada hay que px ser eterno merezca nuestro servicio, la
desesperación se hace rabiosa, rebelde, destructiva: el hombre, per
didos los motivos de
su
ex:isrencia, se entrega a los medios de
vida
siempre credenres y por esto cada vez más sofocantes de todo va
lor,
a la destrucción del ambienre y de sí mismo basta tender a la
extinción de su especie y de las otras especies vivas. En efecto, el
hombre no puede vivir
separado de la natura1eza y de su naturaleza,
y ésta mortificada en aquello que es verdadera y esencialmente hu
mano, se tomó el desquite negativamente a través de h autodes
trucción. Es una consecuencia ineluctable de un progresivo y des
mesurado enciud13danamiento a rosta ·de una desnaturalización ilimi
tada; es el producto de la rm:6n enloqt1Bciaa pot la soberbia de ra
cionalizarlo
y funcionalizarlo todo con miras a la utopía del óptimo
maííana, cuando -en este punto ignoramos si ·habrá un mafia11a. cual
quiera.
Una -compañía mortal.
Pero existe la locura eufórica y agresiva y la locura depresiva;
el
hombre
de hoy es un ciclo
tfmico en un plano estabilizado sin
derecho
a
la sedancia.; de ahí su ir y venir de la exaltación a:! aba
timiento, a
la indiferencia. En efecto, la razón funcionalizada y cal
culadora, reducida
a lo
científico y técniro, hace perder las "dife
rencias" y el matiz (la finesse) y pot esto el hombre no se hace "in
diferente" y burdo; pero la naturaleza ffsica y la humana -senti
miento, inspiración, fantasía, existe una inspiración y una fantasía
moral y religiosa-son lo opuesto de la indiferencia. Por eso son
tombién lo
opuesto a
la igualación de todo bajo todos los aspectos
905
Fundaci\363n Speiro
MICHELE FEDERJCO SCIACCA
y la extinción de la variedad en la uniformidad, es decir, de aquello
a lo que
tiende la nu:ón científica y técnica. Y es lógico que a ello
tienda, pues es lo que le romper.e; pero es locura render y preten
der
eliminar la única oposición capaz de resisttt vigorosamente
para salvar
lo "natural" en la naturaleza y en lo humano en el
hombre,
sin impedir
la Wx,r que es propia de la ciencia de modo
tal que con los. medios de vida se conjuguen los motivos de la exis
tencia. En otras palabras, la indiferencia y la uniformidad dan fuerte
base a la rebelión destructora que concluye en una indiferencia
siempre
más profunda de la cual es hermana el tedio, compañero
mortal
de
la vida.
Sí, una naturaleza física y una sociedad humana perfectamente
racionalJ.jzada
dan
el
máximo de seguridad vital; pero, al fina[:
como conduce a la desesperación tener medios y estat carente de mo
tivos
para vivir, así del mismo modo lleva también a 1a desespe
ración poseer la segutidad vital sin una verdad a cuyo servicio pue
da ponerse.
Y la desesperación, cuando no lleva a la indiferencia y al sui
cidio,
conduce
directamente a
la corrupción, la forma "dulce·· y
regalona de la desttuoción; por eso se llena con los placeres más
escuálidos y cerebrales. Sobre todo se ttata de venoerla vanaglorián
dose,
signo manifiesto de
impotencia radical. Los placeres, puestos
en
lugar de la
patlestta, se
convierten en los
nuevos estadios de
la
juventud
y en la attacción de los ancianos que, pot no quedat at:cis,
se adaptan a éstos como los simios o ios papagayos. Se sabe ya,
en el ámbito de los espectáculos, por qué el público decreta la gloria;
porque se desea tener testttnonio del goce de todos los placeres para
poderilo divulgar y magnificarlo. No importa que la evolución no
haga al hombre mejor; importa que
hoy, a diferencia de otrOS tiem
pos, lo haga laudable. As~ entte alabanzas intercimbiables se llega
inconscientemente a ia muerte.
Concluimos con la invitación a nuesttos lectotes de que sean
razonables y no sólo racionales. Lo razonable tiene más riqueza que
la puta racionalidad: no excluye la 1'a%Ón y se nutte del sentimiento,
, de la fantasla y de muchas más de las rique2aS de la humanidad y
del hombre; es el hacer juiciosa y ruerda la razón raciocinante. La
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Fundaci\363n Speiro
LA R.AZON ENLOQUECIDA
raciona!lidad pura se hace abstracta, funcional, inhUlllll!)a. Lo razona.
ble
contempla
a los hombres
de
carne y hueso, concretos, humano.,
personalmente antojadizos
y no anónimamente "fotmales". Sobre
todo
se les
hace buenos
en tanto
"oompr.ensivos" de
las
razones de
los otros y, por tanto, no fanátiros, libres. Da un sentido a la vida,
la tazón de ser y de vivirla, porque reconoce que ia luz de la razón
es 'la verdad o el ser por el cual la vida vale, y vale porque ia verdad
es más que la misma vida.
La razón del "raciocinante" es útil, la del matemático es con
vencional; sólo
la
razón del y en él hombre integral es humana, es
la única razonable. En definitiva, ser razonable es hacer uso cristia
no
de la
razón.
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HELE FEDERICO ScIACCA ( t).
i
La "racionalidad'tentendida según el modelo de la ciencia y
elevada a
principio bsoluto, la
"racionalización" según
el mismo
modelo extendida
a , a la realidad humana y
oatma1, esto
es,
se
gún los imperativos dJ¡crados por el Iluminismo y perfeccionados por
algunas corrientes de [pensamiento del siglo XIX, son impuestas hoy
pudi~ decirse
que
pedantería,
hasta sus extremas conse-
cuencias. · 1 •
Exiliada la búsquj:rla de la verdad o reducida ésta a la "utili-
dad", racionalidad
si¡/nifica ~hora "funcionalidad" simpre más
per
feociooada, de
ahí la ¡adecwción de "racional" y de "funcional": es
decir, lo que es racicjrurl es funcional y fo . que es funcional es ra
cional Lo demás
--,,i ser o la verdad de lo creado- no cuenta, no
tiene valor. De ahí el ~l roceoo (o ¿e.! prurito?) de racionalizarlo todo;
en
primer
lugar la
eco omía
y la política, entendido como el prim=
necesarium y, en fun ión suya, de racionalizar la natutaleza físka
y la sociedad humana,, desde la cría de pollos y el cultivo de los cla
veles,
hasta el arte, la moral, la religión que, funciooaiizados, cesan
(*) Cittá Nueva Editrice acaba de editar los artículos publicados en I/
Tempo de Roma desde ~970 a 1974 por nuestro querido amigo y maestro
siempre inolvidable,
Mic¡hele Federico Sciacca, recopilados por María Man
ganelli en un volumen
¡presentado por Luigi Pareyson,
que lleva
el título
IJ magnifico oggi, con ~ imagen de la Torre de Babel en s-u portada. El
magisterio
de
Sciacca si']1 e entre nosotros y nada nos ha parecido mejor pára
continuar difundiéndolo entre nuestros amigos que reproducir en castellano
uno de los artículos rec · dos, que lleva
la fecha del 24 de tnmo de 1971
y como título revelador 4z f'agione impazzita.
903
Fundaci\363n Speiro
MICHELE FEDERICO SCIACCA
de ser arte, monil o religión, pues quedan vacíos de ios vaiores que
a
cada uno
corresponde.
Cuando
falta
la verdad.
Pero
la razón despotenciada reducida a mera "funcionalidad
operativa", limitada a desarrollar un
conjunto de
"técnicas perfec
cionadas" oplicadas a los datos sociológicos, éticos, religiosos, etc,
para '1a organiz.ación de un plano toárlmenre previsible en su diná
mica práctica; esta razón se convierte necesariamente en enemiga de
la naturaleza o del ser de las cosas o del hombre y se hace promo'
tora de la barbarie, "incivilidad" destruetora de lo que es verdade
ramente
"civil". La razón en sí misma, a pesar de la buena concien
cia de
los iluministas de ayer y de hoy, no es luz si no es iluminada
por la verdad, única que revela valores y eleva' idea[es y entusias
mos. Cuando lo racional, entendido como medida
y
peso de canti
dad calculable es aplicado como crirerio incluso a. la vida estéti
ca, moral y religiosa, obtura o expulsa la fantasía, ios sentimientos,
la fe, adormece todo ímpetu o empeño, seca el amor y hace a los
hombres mezquinamente egoístas, petdidamente empeñados en me
dir y pesar su propia utilidad para una siempre mediocre "felicidad'º;
la
faita de
ardor y
de magnanimidad acrecienta
en
él la pereza y el
vicio, sobre todo
la codicia y la lujuria.
A este punto,
la tanta ciencia,
la
tanta
técnica, ias interminables
comprobaciones lo
convierten en
bárbaro, incivilizado, enemigo de todo vivir civil, que es propio
de
los hombres cuitos y libres.
Ciertamente, la razón entendida solamente como funcionalidad
operativa, ttansformadora y organizatriz rigurosa de la realidad na
tural y humana, acrecienta enormemente los medios de vwk, pero
se acaba en sí misma, pues quita al hombre cUtdquier raz6n para
exhtÍI/'. Este status innaturale, que sufre sobre todo el hombre de los
países que se llaman "desarrollados", es propiamente el estado de
desesperaci6n. De becho, esci desesperado sin remedio quien dis·
pone del
máximo de
medios
y esci privado del más mínimo motivo
que de significado a su existencia; aquellos medios convertidos en
904
Fundaci\363n Speiro
LA llAZON ENWQUECIDA
fines en sí mismos llegan a ser los odi= enemigos de su vida, los
que "exaltan" el vacío de su existencia "inmotivada", gratuita. :&to
confirma que el hombre, además de las cosas que le sirven, y a fin
de que éstas le sean realmente útiles, precisa de modo irrenunciable
y
necesario de una verdad a la que
servir y para la cual valen Jos
medios y vale la vida.
Cuando todo sirve
-y esto que sirve se justifica por el mero
servir-y nada hay que px ser eterno merezca nuestro servicio, la
desesperación se hace rabiosa, rebelde, destructiva: el hombre, per
didos los motivos de
su
ex:isrencia, se entrega a los medios de
vida
siempre credenres y por esto cada vez más sofocantes de todo va
lor,
a la destrucción del ambienre y de sí mismo basta tender a la
extinción de su especie y de las otras especies vivas. En efecto, el
hombre no puede vivir
separado de la natura1eza y de su naturaleza,
y ésta mortificada en aquello que es verdadera y esencialmente hu
mano, se tomó el desquite negativamente a través de h autodes
trucción. Es una consecuencia ineluctable de un progresivo y des
mesurado enciud13danamiento a rosta ·de una desnaturalización ilimi
tada; es el producto de la rm:6n enloqt1Bciaa pot la soberbia de ra
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y funcionalizarlo todo con miras a la utopía del óptimo
maííana, cuando -en este punto ignoramos si ·habrá un mafia11a. cual
quiera.
Una -compañía mortal.
Pero existe la locura eufórica y agresiva y la locura depresiva;
el
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tfmico en un plano estabilizado sin
derecho
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la sedancia.; de ahí su ir y venir de la exaltación a:! aba
timiento, a
la indiferencia. En efecto, la razón funcionalizada y cal
culadora, reducida
a lo
científico y técniro, hace perder las "dife
rencias" y el matiz (la finesse) y pot esto el hombre no se hace "in
diferente" y burdo; pero la naturaleza ffsica y la humana -senti
miento, inspiración, fantasía, existe una inspiración y una fantasía
moral y religiosa-son lo opuesto de la indiferencia. Por eso son
tombién lo
opuesto a
la igualación de todo bajo todos los aspectos
905
Fundaci\363n Speiro
MICHELE FEDERJCO SCIACCA
y la extinción de la variedad en la uniformidad, es decir, de aquello
a lo que
tiende la nu:ón científica y técnica. Y es lógico que a ello
tienda, pues es lo que le romper.e; pero es locura render y preten
der
eliminar la única oposición capaz de resisttt vigorosamente
para salvar
lo "natural" en la naturaleza y en lo humano en el
hombre,
sin impedir
la Wx,r que es propia de la ciencia de modo
tal que con los. medios de vida se conjuguen los motivos de la exis
tencia. En otras palabras, la indiferencia y la uniformidad dan fuerte
base a la rebelión destructora que concluye en una indiferencia
siempre
más profunda de la cual es hermana el tedio, compañero
mortal
de
la vida.
Sí, una naturaleza física y una sociedad humana perfectamente
racionalJ.jzada
dan
el
máximo de seguridad vital; pero, al fina[:
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ración poseer la segutidad vital sin una verdad a cuyo servicio pue
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Y la desesperación, cuando no lleva a la indiferencia y al sui
cidio,
conduce
directamente a
la corrupción, la forma "dulce·· y
regalona de la desttuoción; por eso se llena con los placeres más
escuálidos y cerebrales. Sobre todo se ttata de venoerla vanaglorián
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signo manifiesto de
impotencia radical. Los placeres, puestos
en
lugar de la
patlestta, se
convierten en los
nuevos estadios de
la
juventud
y en la attacción de los ancianos que, pot no quedat at:cis,
se adaptan a éstos como los simios o ios papagayos. Se sabe ya,
en el ámbito de los espectáculos, por qué el público decreta la gloria;
porque se desea tener testttnonio del goce de todos los placeres para
poderilo divulgar y magnificarlo. No importa que la evolución no
haga al hombre mejor; importa que
hoy, a diferencia de otrOS tiem
pos, lo haga laudable. As~ entte alabanzas intercimbiables se llega
inconscientemente a ia muerte.
Concluimos con la invitación a nuesttos lectotes de que sean
razonables y no sólo racionales. Lo razonable tiene más riqueza que
la puta racionalidad: no excluye la 1'a%Ón y se nutte del sentimiento,
, de la fantasla y de muchas más de las rique2aS de la humanidad y
del hombre; es el hacer juiciosa y ruerda la razón raciocinante. La
906
Fundaci\363n Speiro
LA R.AZON ENLOQUECIDA
raciona!lidad pura se hace abstracta, funcional, inhUlllll!)a. Lo razona.
ble
contempla
a los hombres
de
carne y hueso, concretos, humano.,
personalmente antojadizos
y no anónimamente "fotmales". Sobre
todo
se les
hace buenos
en tanto
"oompr.ensivos" de
las
razones de
los otros y, por tanto, no fanátiros, libres. Da un sentido a la vida,
la tazón de ser y de vivirla, porque reconoce que ia luz de la razón
es 'la verdad o el ser por el cual la vida vale, y vale porque ia verdad
es más que la misma vida.
La razón del "raciocinante" es útil, la del matemático es con
vencional; sólo
la
razón del y en él hombre integral es humana, es
la única razonable. En definitiva, ser razonable es hacer uso cristia
no
de la
razón.
907
Fundaci\363n Speiro