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Número 147

Serie XV

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Partidos y representación orgánica

PARTIDOS Y REiPR!ESENTACION ORGANICA
POR
J. GIL MORENO DE MORA.
Al contemplar las reseñas de prensa sobre los debates de las
Cortes en romo a la ley que puede restablecer en España una po­
lítica

de
pa,rtidos, pero sobre

todo
al leer las intervenciones en de­
fensa de la representación orgánica, me sienro triste, no tantO porque
vuelva la
división politizada

de
masas amorfas dominadas

por mi­
norías ideológicas,
cuanro por la constatación del tiempo perdido
que -no vuelve más.
Está por hacer un balance sereno del Régimen y sus cuarenta
años

de
gestión, un balance ecuánime que ponga en claro el activo
voluminoso

de
realizaciones positivas

frente
al abultado pasivo pro­
pio de tan dilatado período. Balance que parece apropiado corno en
cualquier
empresa cuando
· cambia el director o

termina
una época.
Pero de todos modos hay una partida del pasivo que sobresale en
estos momentos en los que unos arrecian aipasionadamente en sus
ataques negándose a ver cualquier cosa positiva, mientras onros
ignalmente
apasionados
sólo
quieren ver, con añoranza, luces en ese
largo
.mandaro. Sin

embargo, en esta
partida se encierran los
polvos
aquellos que,

acumulados
largamente, dan hoy los lodos estos,
constatables

principalmente en
el desooncierro y poco asentamiento
de
las ideas, porque la partida a que aludo es la carencia enorme
de
desarrollo que
merecían aquellos
principios básicos en que se
fundamentaba el Régimen del Movimiento.
Acaso los años de Serrano Súñer, en los que fue dispersado
y acallado por la fuerza el grupo de pensadores reunido en "Acción
Española",
fueron 'los causantes

de que el Régimen, viviendo de
Principios
básicamente buenos,

no
desarrolla,:a un
cuerpo de doc­
trina eficaz
(y eso es lo que debe ser constrnido sobre unos Prin-
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f. GIL MORENO DB MORA
cipios) para lograr un catecismo capaz de informar la ace1on de
modo que esta no
contradiga en
su
praxis el
contenido de aquellos
Principios. No sólo no se hizo doctrina, sino que, con
simplismo y
desconfianza hacia e'l terreno de las ideas, se la arrinconó al cuarto
trastero, adoptando

a
menudo procedimientos
que provenían del cam­
po enemigo como la norma práctica de que
"el fin justifica. los me­
dios".
Acaso también en el principio de la Representación Orgánica. se
baga
más patente la carencia: se proclamaba como antídoto de los
divisores partidos, pero
menospreciando aquello
que debía
darle auten­
ticidad.
Los sistemas puramente verticales y hechos desde arriba, la
designación
a dedo, el olvido de
los niveles o cuerpos intermedios
naturales sacrificados en aras de un estatismo que creció sin parar,
la destrucción de los sistemas gremia!les y el corporativismo clásicos,
el
aumento de poder de la
Adminisrtación sobre
los
Munipios, la
falta

de flexibilidad
y adaptación, la legislación por decreto, la in­
terposición de los Gobiernos Civiles como virreyes en los nombra­
mientos de alcaldes
y presidentes de Diputación y en toda acti­
vidad representativa, la organización

en
suma de

la
Representación
paralelamente
a

la Administración
y supeditada a ella desde arriba,
eran
así Otras tllntas contradicciones de la organicidad proclamada.
Castigada
por

vatios siglos de destrucciones
revolucionarias esta
organicidad

propia de
nuestros sistemas políticos y socia:les genui­
namente
espafioles y a pesar de su milenaria eficacia probada, se en­
contraba suficientemente
debilitada para
que
las políticas
de ideo­
logías en

combate,
lucha de clases y partidos en oposición, pudie­
sen, tras
cuarenta

años
ck, predicar el principio sin practicar sus con­
secuencias, derribar en :las c.ott-es al Principio mismo, cosa que está
sucediendo. Las voces que se alzan en su defensa, a pesar de su recta
intención,
no tienen, no pueden
tener una

sólida argumentación pro­
pia de doctrina nunca
elaborada, unas pnderoois estructurlls arrai­
gadas y eficaces, una lógica de hechos realizados, que pudieran cks­
mentir

a los partidos ideológicos tanto
más cuando el mismo Régi­
men utilizó esa patadoja del

"Partido Unico", que cada cual re­
suelve en su
subconsciente añadiendo

"único en el poder"
y que es
propia

.. .
de 'los países comunistas : .. !
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PARTIDOS Y REPRESENTAClON ORGANICA
Véase la agonía de los gremios en la Organización Sindidl cuan°
do
ellos eran los que podían
si,lvarla, la lánguida vegetación
de
las
Asociaciones de Padres de Familia incapaces de frena.r una Ley de
Educación que acababa con todos sus
derechos, la dependencia ero­
nómica de los municipios a la teta única estatal, el desprestigio ver­
tido
sobre los Fueros· y
ieyes locales, eoc. Era inevitable que la con­
tradición de

la praxis hiciera impopular al Principio.
Un
Llbera:lismo en

el
peor sentido del término, ·o un Manrisruo
también en el peor sentido, eran las únicas . opciones en las· que se
repartiría la opinión de la calle,
remachando otra vez

la histórica
falta de
confianza hacia

soluciones
propiamente españolas que

los
mismos hombres
dcl Régimen

calificaban a menudo de
arqueológi­
cas

cuando no de prehistóricas, deslumbrados como Jo
estaban por el
predominio mundial. anglosajón.
Se perdió sin remedio un tiempo precioso para construic la doc­
trina
y s61o Dios sabe qué podrá ser de los Principios en .la marejada
que
se avecina.
Mucha profundidad,
mucho
trabajo y
pensamiento
difíciimente improvisable necesita ahora España para que sus en<:'
migos

naturales no
impongan un

clima de liquidación y ruptura en
el desconcierto de tantos hombres del
Régimen que

tuvieron
capa"
cidad

de acción y que no supieron ver cómo el pueblo no podía
permanecer aséptico indefioidrunente. Los pensadores sanos, temidos
por su fuerza en la verdad, incómodos en la clandestinidad
y la cons­
piración, quedarían inevitablemente sumidos por la ola de pensa­
mientos revolucionarios que en la ilegalidad y la subversión tienen
su mejor
clima. Fácil fue aherrojar a los primeros, imposible in­
movili= a

los segundos que hoy plantan
cara y
descubren sus
ban­
deras. Durante estos cuarenta años sin pensamiento a derechas bien
desatr0llado han

prendido especialmente en los jóvenes,
Mane, En­
gels, Mao, Lenin y Marcuse. Porque la juventud qué no vivió la
guerra
estaba indefensa siendo insuficiente la predicación de los
principios para hacerle inteligible la Vi.da.
No. Nadie

puede creer que la actual
oleada na= con

la muer­
te del Caudillo. Estaba en Espafia mucho antes y el Régimen no
podía ya
ron ella

hace
tres lustros. Se palpaba en muchos indicios
y

no constimye sorpresa que hoy se lleguen a extremos como los
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J. GIL MORENO DE MORA
manifestados en las recientes Jornadas Catalanas de la Dona en ·
Ba,rcelona.
Con esto, lo que amenaza es la caída total del concepto del hom­
bre en hi masa adorada por las ideologías. Amenaza caer el con­
cepto de

Religión aventurado
por clérigos sin norte, el de Sociedad,
de Naci6n, de Patria y, por ende, el de Monarquía, pudiendo llegar
a extremos que

contempla Aldoux
Huxley en su más famoso libro,
con los
aplausos de

la inorgánica
masa suicida y politizada.
Dios no lo
quiera · y el Rey no lo permita.
DE LOS TOPICOS A UNA DOCTRINA
DEL CAMPO
por GIL MORENO DE MORA.
I. LOS TOPICOS DEL CAMPO: UNA VISION DE-
FORMANTE
11. SER SAGAZ CON EL PORVENIR
111. ¿REFORMA O RESTAURACION AGRARIA?
IV; LA REPRESENTATIVIDAD
V. COOPERACION E INTEGRACION
VI.
DESCENTRAIJZACION Y

CENTRO
VII. EL CAMPO ENTERO
VIII. PROBLEMAS REPERCUTIVOS
IX. AGRJCULTURAS DIFERENTES
X.

UNA DOCTRJNA DEL CAMPO (PARA EL CAM­PO Y
PARA TODA ESPAl'-IA)
72 págs. 100 ptas.
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